Naruto Chronicles
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Mensaje por Hotaru Senju Mar Feb 26, 2013 12:09 am

Love Is por Sasha545 Love_is___itahina___capitulo_1_by_sasha545-d513t8t

Género: Romance / Amistad
Personajes Principales: Itachi Uchiha, Hinata Hyūga, Sasuke Uchiha, Shisui Uchiha, Naruto Uzumaki.
Autor: Sasha545
Rank: Ma (Contenido explicito de carácter sexual, violencia y palabras inapropiadas para menores)

Cantidad de Capitulos: 16. Nada más, nada menos.
A petición de los lectores, Love Is también contará con un epílogo y una posible continuación titulada "Hate Is".

DISCLAIMER: Los Personajes de Naruto y el mundo creado en él pertenecen a Masashi Kishimoto. Se utilizan sin ningún fin comercial.



INSPIRADO EN ESTE HERMOSO TROZO DE CORINTIOS

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.
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Love Is por Sasha545 Empty Re: Love Is por Sasha545

Mensaje por Hotaru Senju Mar Feb 26, 2013 12:14 am

INSPIRADO EN ESTE HERMOSO TROZO DE CORINTIOS:

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.

LOVE IS

CAPÍTULO 1

LOVE IS ALWAYS PATIENT

(El amor es siempre paciente)








—Llegué a casa.

—¡Nii-san! ¡Ya llegaste! ¡Vamos a jugar nii-san! ¿Qué quieres hacer?

—¡Sasuke! Tu hermano tiene muchas tareas de la academia. Pueden jugar después que termine de hacerlas.

—Puedo hacerlas luego. Las tareas son muy sencillas.

—Jeje!










—¡Vamos Itachi! ¿Te podrías apurar?

Estaba tan acostumbrado a la ansiedad de Sasuke que decirle que se tardaría sólo un momento más en el baño no tenía caso. Se podría cepillar el cabello con más calma en otra ocasión — Tal vez deba cortármelo—pensó.

Abrió la puerta del baño y el vapor salió por la hendidura golpeando el rostro de Sasuke. Acomodó la toalla alrededor de su cintura y caminó hacia el pasillo con calma. Su hermano menor por otro lado pasó a su lado haciendo sonar sus pisadas con fuerza contra la madera para indicarle lo molesto que se encontraba. Itachi sólo suspiró. Para tener 8 años, podía intimidar a cualquier persona cuando ponía esa cara.

—¿En cuánto más debemos estar allá? —le preguntó escuchando como cerraba la puerta atrás de él.
—Debimos estar allá hace 10 minutos —le respondió mientras escuchaba el agua de la ducha correr nuevamente— ¡Otou-san me matará!
—No lo hará —Susurró Itachi—No mientras yo esté acá—pensó con tranquilidad.

Si aún permanecía en ese lugar era exclusivamente por Sasuke. Desde el fallido coup d'etat de Fugaku Uchiha, Itachi había temido por la seguridad de su hermano. Todos los altos mandos en Konoha sabían que su padre había sido el autor intelectual de un posible golpe contra el Tercero. Después de meses, inclusive años de tensión, aquel asunto se había podido solucionar con algunos acuerdos que le dieron más poder al clan Uchiha en desmedro de otros. Fugaku había aceptado las condiciones del tercer Hokage y con ello, se había evitado un episodio que seguramente habría sido triste para Konoha.

Aún así, Itachi no estaba completamente seguro que todos se hubiesen olvidado del asunto. Dentro de ROOT todavía se percibía un cierto resentimiento contra ellos y lo podía notar por la forma en que Danzo Shimura lo miraba cada vez que se encontraban en la base del ANBU. Y, por otro lado, aún se hablaba dentro de las reuniones familiares que el clan no tenía la suficiente importancia a pesar de todas las concesiones que había hecho el Tercero. Todavía corrían aires de revolución. Aquello sólo conseguía mantenerlo alerta, siempre desconfiado y suspicaz de todo lo que estaba ocurriendo.

Dejó de lado ese pensamiento y sonrió cuando escuchó que Sasuke se estaba quejando de que nuevamente Itachi había dejado "cabellos" en el baño.

—¿Ya te vestiste? —le gritó su hermano que había terminado de ducharse en 2 minutos, no como él que hacía todo con tranquilidad, nunca apresurándose a nada.
—Cálmate Sasuke —le pidió Itachi un tanto divertido.

No había sido realmente su culpa que se atrasaran. Si alguien hubiese sido responsable de la situación, ese era su hermano menor. Al parecer estaba aprendiendo muchas cosas nuevas en la Academia y todo eso lo mantenía entusiasmado. Lo primero que había hecho cuando Itachi volvió de su misión en Suna, había sido mostrarle su libreta de notas. Itachi le revolvió el cabello y lo felicitó.

Pero en vez de quedarse quieto o tranquilo, Sasuke le pidió que tuviera un combate con él. Últimamente siempreinsistía en mostrarle lo que había aprendido cada vez que llegaba de alguna misión. Le había dicho que no tenían tiempo, que tenían que estar en la Academia de Konoha en 15 minutos (o al menos eso le dijo su madre cuando se la encontró en la oficina de policía de Konoha junto a su padre listos para ir al evento, lo único que él debía hacer era ir por Sasuke) pero odiaba ver ese puchero que hacía cada vez que le respondía que no tenía tiempo para él, por lo mismo, acababa accediendo a todas sus peticiones. Sabía que tenía el corazón demasiado blando cuando se trataba de Sasuke, pero no lo podía evitar. Se había prometido a sí mismo desde el momento en que su hermano menor llegó del hospital en brazos de su madre y cerró su pequeña mano alrededor de su dedo índice, que lo protegería con su vida.

Su hermano era sin duda la persona más importante para él. Siempre lo sería.

—¡Ya sabes cómo son con esas tonterías de la academia cuando se juntan todos los clanes! —le gritó Sasuke nuevamente, abriendo la puerta del baño y corriendo por el pasillo. Itachi sólo vio su sombra pasar frente a su cuarto.
—Lo sé —le respondió poniéndose una polera.

Era la típica que vestía la mayoría del tiempo cuando no tenía que utilizar su indumentaria ANBU; una camiseta negra con el logo del clan Uchiha. Realmente no tenía intensiones de vestirse mejor que eso. Se suponía que ese era su día de descanso. Sólo estaba arreglándose por darle en el gusto a su hermano menor y acompañarlo a su gran evento.

Se puso de pie y caminó hacia el pasillo intentando sonar lo más interesado posible.

—Ya estoy listo —le avisó pasando por afuera de su habitación, golpeando levemente en la madera de la puerta corrediza.

Mientras caminaba se amarró el pelo húmedo en una coleta. No le importaba su aspecto, quería terminar con ese asunto y salir con Shisui esa noche. Sabía que todos en el clan irían a la barbacoa (BBQ) y aunque a él no le gustaba mucho la carne, tenía la esperanza de ver a cierta chica que le gustaba desde la Academia y a quien nunca le había podido hablar, siempre mirándola desde lejos y actuando como si no existiese. Era amiga de Shisui, y aunque su primo siempre intentaba acercarlos, Itachi nunca conseguía poder hablarle con completa libertad, temiendo que cualquier cosa que saliera de su boca fuese aburrida o demasiado compleja para que otros entendieran su razonamiento.

Le daba vergüenza que supieran lo que él pensaba o sentía por el resto. Tenía trece años, y aún así, desde que tenía memoria había sido de esa manera. La única excepción a esa regla era Sasuke, con él siempre bajaba la guardia.

Estaba poniéndose las sandalias en la entrada de la casa cuando su hermano menor llegó corriendo, introduciendo sus pies rápidamente dentro de las sandalias y abriendo la puerta de golpe.

—¡Vamos nii-san! —insistió tirando de su brazo.

Itachi volvió a suspirar. Conocía esa sonrisita en Sasuke demasiado bien.

—Espera, ni si quiera me he puesto mi protector de frente —le dijo mientras lo sacaba de su bolsillo.

—¿Me lo puedo poner yo? —le preguntó animado.
—Sólo puedes usar un protector de frente cuando te gradúes de la Academia —le respondió saliendo de la casa—. Por eso debes esforzarte muchísimo. Ser un shinobi no es un juego.

Sasuke se cruzó de brazos nuevamente y comenzó a caminar a su lado un tanto molesto.

— Siempre dices cosas como esas. Sólo pudiste haber dicho que no.

Itachi lo miró y le hizo un gesto indicándole que se acercara. Sasuke caminó más cerca de él sonriendo animado, pensado que su hermano mayor lo dejaría portar la bandana con el protector. Ni si quiera se dio cuenta cuando el dedo índice y anular lo golpearon en la frente.

—Auch… —se quejó molesto, sobándose con poco cuidado— cuando tenga un protector de frente no volverás a hacerme caer con eso.
—Ya lo veremos —respondió con cariño.

Puso una mano alrededor de sus hombros y lo tiró hacia su costado. Sasuke lo abrazó con una sonrisa.

Momentos así hacía que valiera la pena haber pasado por cosas y situaciones tan terribles en el pasado. Tal vez podía dejarlas finalmente atrás y vivir en la paz que esos días le ofrecía Konoha.







—¿Tú eres el hermano de Sasuke? —le preguntó un chico rubio, parado junto a su hermano menor.
—Sí. Soy Itachi Uchiha. Es un gusto conocerte —respondió un tanto confundido.
—¿Es cierto que te graduaste de la academia a los siete años? ¿Y qué activaste el sharingan a los ocho?

El chico rubio miró a Sasuke con suspicacia. Itachi notó que entre ambos debía haber algún tipo de rivalidad, pues se estaban observando con una antipatía que no veía en años.

—Sasuke no se calla al respecto, y sinceramente comenzaba a pensar que te estaba inventado.
—No, soy bastante real. Y sí, lo que dijo mi hermano es cierto —respondió Itachi con calma mientras le daba un bolo de arroz a Sasuke y tomaba otro para sí. El niño puso cara de asombrado, sobre todo por eso de haberse graduado a los siete años de la academia—. Pero esos eran otros tiempos, estábamos en medio de una guerra en ese entonces.
—¿De verdad eres un capitán del ANBU? ¡Pero si luces tan joven! —exclamó el rubio.

En esta ocasión Itachi suspiró cansado. Se suponía que la identidad de los miembros de ANBU era secreta, no le hacía mucha gracia que su hermano menor anduviese divulgando esas cosas.

—Sí. Pero si se lo dices a alguien… tendré que matarte.

Itachi le guiñó un ojo juguetonamente y le dio un pequeño golpe en la frente. Le gustaban los niños pequeños y sinceramente consideraba que los amigos de su hermano eran adorables. El chico lo miró con los ojos muy abiertos y un tanto asustado. Su hermano en cambio puso cara de haber salido victorioso.

—Vamos Sasuke, llevémosle comida a mamá.
—Sí nii-san.

Reconoció al pequeño rubio como Naruto Uzumaki, el hijo del cuarto. Se suponía que ese era uno de los secretos más custodiados en Konoha, pero había sido bastante obvio adivinarlo cuando Kushina Uzumaki (quien estaba embarazada) murió junto al cuarto durante la batalla contra el kyuubi. Naruto debía ser su hijo, pues era un chico sin padres que se apellidaba "Uzumaki" y se parecía mucho a ambos. Kushina era la única mujer Uzumaki en Konoha. Era una cosa de lógica.

—¿Te llamas Naruto, verdad? —le preguntó de pronto Itachi dándose la vuelta.

El chico asintió un tanto confundido. Sintió de inmediato la pena que Naruto emanaba y no pudo evitar decir lo próximo que salió de su boca.

— ¿Quieres venir y comer con nosotros?
—¡Claro! —respondió el pequeño corriendo tras ellos.

Itachi lo miró con un tanto de lástima. Era el hijo de un héroe de la aldea y nadie lo tomaba en cuenta, al contrario, todos parecían temerle y lo dejaban de lado, aislándolo y tratándolo como si fuese un bicho raro. Desde niño se preguntó el motivo de ello, pero ni si quiera su padre se lo había contestado cuando un día se lo preguntó de frente. Aún así, nunca antes había hablado con el pequeño bromista y hacerlo en esa ocasión le causó sentir un poco de simpatía por él.

—¿Por qué le pediste que viniera con nosotros? —le preguntó Sasuke en un murmullo.

Sus gestos lucían irritados al ver a Naruto al otro lado de Itachi. Sólo le revolvió nuevamente el cabello sonriendo por la forma en que estiraba los labios en un puchero.

—¡Oye! ¡Oye! —de pronto sintió las manos de Naruto tirando de su ropa— ¿De verdad eres tan bueno como dice Sasuke con todo eso de los shurikens y los kunais? ¿Me podrías enseñar?
—No te enseñará, nunca tiene tiempo —interrumpió Sasuke— y si lo tuviese, tiene que entrenar conmigo.

Itachi suspiró un tanto cansado. Sabía lo posesivo que podía llegar a ser Sasuke. Le hacía aún más gracia que lo hubiese arrastrado a ese evento de la academia sólo para poder "mostrarlo" frente a sus compañeros. Naruto era el quinto chico que le preguntaba lo mismo. De seguro ya todos pensaban que era un invento. No obstante, le agradaba estar con él. No le molestaba para nada que su hermanito menor se le pegara y lo enseñara a todos como si eso se tratara de un "Show and Tell" escolar y él fuera el objeto que los profesores le habían pedido llevar.

Llegó a la mesa en donde su madre se había sentado, justo debajo de uno de los grandes árboles. Siempre utilizaban el tejado de la Academia para esas convivencias escolares. La mujer pareció un poco sorprendida al ver a Naruto Uzumaki llegar junto con sus dos hijos, pero sonrió en silencio mirándolos. Itachi notó aquella añoranza al pasado, preguntándose si su madre habría sido amiga de Kushina Uzumaki. Seguramente habían sido compañeras en la academia.

—Okaa-san ¿Quiere que traiga algo más? —le preguntó pasándole un plato con tres onigiris para la mesa.
—No. Tu padre está con el resto de los hombres asando carne y verduras. Debería traernos pronto.
—Está bien —dijo Itachi, sentándose a su lado, mirando como Naruto y Sasuke estaban peleando por alguna cosa.

Su madre aliñaba una ensalada de tomates y Sasuke la miraba atentamente. Todos sabían que su hermano menor no podía pasar una comida sin consumir tomates y arroz. Naruto se estaba quejando sobre algo de no haber ramen en el evento y fue justamente mientras se quejaba y su hermano le decía que era un idiota, cuando notó a alguien escondida detrás de uno de los árboles mirando en aquella dirección.

Se sorprendió que lo hiciera tan mal, considerando que por su edad seguramente era una de las compañeras de Sasuke. No la recordaba de vista, pero por sus ojos asumió que se trataba de una de las Hyūga.

La observó de reojo preguntándose si sería una de las seguidoras de su hermano menor. Aquello le causó gracia y bajó el rostro en una sonrisa. Recordaba como también él en sus días en la Academia tenía a chicas que no dejaban de perseguirlo, aunque a diferencia de Sasuke, a él le agradaba que lo hicieran. Le gustaban las chicas, aunque fuese muy torpe para hacer algo al respecto. Estaban en medio de una guerra después de todo. No había tiempo para detenerse y escribir una carta de amor, invitar a una chica al cine o sentarse bajo un árbol. Las preocupaciones en la mente de las personas eran "¿Volverá del frente de batalla?", "¿Podremos dormir tranquilos esta noche?", "¿Habrá comida mañana?"

Nunca había sido parte de un grupo gennin si quiera, apenas había salido de la Academia había recibido instrucciones para convertirse en chunnin con rapidez.

En los diez minutos que estuvo sentado frente a Naruto y Sasuke, vio como se pelearon al menos cinco veces dándose empujones y amenazas de muerte. La verdad, si hubiese sabido que ambos se llevaban tan mal, no le habría pedido a Naruto que comiera con ellos. No obstante, al mismo tiempo, le llamaba la atención que Naruto hubiese accedido a dicha invitación si su relación con Sasuke era tan mala. Seguramente, el chico debía estar muy solo.

Durante el transcurso de la tarde, al menos cuatro niñas se acercaron a la mesa a saludar a Sasuke y a ofrecerle postres que ellas habían cocinado para el evento del colegio. Su hermano menor las miraba con indiferencia y ni si quiera les respondía, sólo decía "No me gustan los dulces" con voz cortante, acercándose a Mikoto como si ella fuese la única mujer que necesitaba en su vida. Itachi lo encontraba divertido, era casi como si en vez de temerle a las mujeres, las despreciara. No lo culpaba, Sasuke siempre había sido el "niñito" de mamá, mientras que Fugaku había sido más inclinado a favorecerlo a él.

De pronto vio a su padre acercarse con la carne dentro de un plato. Naruto y Sasuke de inmediato comenzaron a pelearse por el mejor pedazo, mientras que Fugaku se sentaba con ellos. Su seriedad era palpable y pronto le dio una mirada asesina a ambos para que se quedaran quietos. Obedecieron de inmediato, después de todo, su padre podía resultar bastante intimidante cuando miraba a las personas con esos ojos, a veces se activaba su sharingan de la nada en medio de una conversación.

Como supuso, el mejor trozo fue a parar en el plato de su madre. Luego cada uno se sirvió, excepto él, quien sólo comió un trozo de atún asado y un onigiri con muchas, muchas verduras asadas. Las carnes no le sentaban bien.

Sasuke era lejos el ser más social en la mesa, contándole a su padre la forma en que había obtenido las mejores notas ese año y que le habían dado una pequeña medallita por ello. Naruto lo miraba con desprecio y los brazos cruzados, como pidiéndole con la mirada que se quedara callado de una vez. Sin embargo, Fugaku no parecía muy impresionado al respecto. Sólo asintió en silencio y cuando Sasuke terminó de hablar, se dirigió a Itachi preguntándole los detalles de la misión en Suna.

No dijo nada, sólo dirigió su mirada hacia Sasuke observando de reojo como sus ojos se perdían en el plato de comida frente a él. Sabía lo mucho que se esforzaba porque Fugaku le diese su aprobación.

—Sasuke, mañana voy a tener el día libre ¿Quieres entrenar conmigo? —la sonrisa que mostró hizo que todo se arreglara— Tú también puedes venir Naruto, si así lo quieres.
—Nii-san ¿Por qué tienes que invitarlo a él? —le preguntó Sasuke molesto.
—¿Acaso temes que sea mejor que tú? —lo cuestionó Naruto.
—Guarden silencio ambos —les pidió Fugaku Uchiha.
—Sí señor —respondieron al unísono.

Cuando terminó de comer, se excusó aprovechando que Sasuke estaba jugando con el resto de los niños en el patio de la Academia y comenzó a caminar por debajo de los árboles del techo. Itachi se pudo fijar en que casi todas las familias principales de los clanes de Konoha estaban ahí.

Bajo una mesa se encontraban los Yamanaka; sus cabelleras rubias y claras los hacían muy reconocibles. Al otro extremo estaban los Nara comiendo en silencio mientras la señora Nara gritaba y les daba un sermón por alguna cosa, golpeando a su esposo con un cucharon en la cabeza. En la mesa inmediatamente continua estaban los Akimishi, todos voluptuosos y comiendo grandes cantidades, riendo sonoramente con esas voces potentes que hacían que el suelo de Konoha retumbara.

Aquello lo hizo sentir feliz. Ver que dentro de la Villa hubiesen personas así le daba sentido a su constante trabajo por proteger la paz en ese lugar.

Itachi se apresuró de vuelta a la mesa cuando vio que su madre estaba recogiendo la loza. Por supuesto, iba a ayudarle. Sin embargo mientras se acercaba, notó que su padre se dirigía donde estaban los Hyūga, sentados y perfectamente ordenados.

Itachi siempre había admirado a los Hyūga. Tenían una distinción y elegancia que ningún otro clan en Konoha poseía, ni si quiera el clan Uchiha. Miró de reojo a la niñita que había estado mirando a su hermano menor y notó que tenía la mirada perdida en su plato de comida; nadie en la mesa parecía notarla. Esa mirada melancólica le recordó a Sasuke.

En treinta minutos la academia estaba vacía. Casi todos los clanes se habían retirado del techo y el día de la familia había terminado. Su madre lo besó en la mejilla y le dijo que buscara a Sasuke para avisarle que volvían a casa. Itachi la convenció de que lo dejara jugar un poco más, que él se quedaría esperándolo para llevarlo de vuelta. Mikoto accedió a ello, aunque Fugaku puso mala cara, de seguro quería conversar algún asunto con Itachi a la brevedad.

Evitaba estar en casa cuando su padre estaba ahí. No le agradaba la forma en que pensaba. Últimamente habían estado discutiendo un poco debido a ello y aunque era extremadamente respetuoso con él y casi siempre asentía a sus órdenes en silencio… sabía que si hubiese tenido que elegir entre la aldea y sus extrañas ideas, habría elegido a la aldea.

El sol comenzó a caer. Itachi se reclinó contra la corteza de un árbol justo frente al edificio de la Academia una vez se despidió de sus padres. Había un solitario columpio que colgaba desde una rama con cadenas. Más allá, los chicos estaban jugando fútbol shinobi (en donde se permite el uso de ninjutsu para evitar por todos medios que el otro equipo gane, sin dañarse).

Observaba que Sasuke lo disfrutaba mucho por la sonrisa en su rostro. Estaba en el mismo equipo que Naruto y el chico Inuzuka. En el equipo contrario había uno de los Akimichi, uno de los Nara y también un chico que casi no se movía y parecía ahí más que nada para llenar un hueco que porque quisiese jugar; por las gafas oscuras asumió que se debía tratar de un Aburame. No quería arruinarles la diversión, prefirió dejar a su hermano jugar. Ya tenía suficiente con estar todo el día entrenando para llenar las expectativas de su padre, quería dejarlo tener la infancia que a él le habían robado.

—¡Nii-san! —gritó de pronto su hermano— ¿Viste? ¡Metí un gol!
—Lo hiciste bien Sasuke —le respondió Itachi con amabilidad, sonriendo en su dirección.

Fue entonces que algo volvió a llamar su atención. Apoyada en la cerca, con una bolsita que decía "Ichiraku's Ramen" estaba la misma niña Hyūga mirando cómo los chicos jugaban. Itachi la observó con curiosidad; le gustaba estudiar al resto, era de hecho una de sus mejores atributos y algo que lo había llevado al ANBU como capitán. Podía leer a las personas y entender sus sentimientos, esa era su mejor cualidad.

Hasta ese momento estaba seguro que había podido leer a esa niñita cuando la vio en el techo de la Academia. Sin embargo ¿Por qué tenía un paquete con ramen? Era extraño, por decir lo menos. Si quería llamar la atención de Sasuke ¿Por qué no había traído un obento con arroz y vegetales? Era conocido por todos que esa era su comida favorita ¿Sería posible que la pequeña no lo supiese?

Itachi la observó más de un hora. A veces pensaba que estaba a punto de tomar valor para acercarse a hablarle a su hermano, pero justo cuando daba un paso adelante, retrocedía dos. Todas las demás chicas estaban alrededor de la cancha de tierra gritando por Sasuke ¿Por qué ella no se les unía?

Cuando cerca del anochecer su hermano se le acercó corriendo diciendo que ya habían terminado, Itachi asintió y comenzó a caminar junto a él. Naruto estaba con ellos, seguramente no tenía nada mejor que hacer que acompañarlos y a pesar de que seguían discutiendo, podía notar que más que sólo rivales, entre ellos había una especie de amistad. Sólo entonces notó, que la pequeña aún estaba parada ahí, mirando y esperando.

Suspiró con lástima, sacando su billetera de su bolsillo trasero.

—Jugaron muy bien ¿Por qué no van a comprar algo para beber?

A Naruto se le iluminaron los ojos cuando le puso cinco ryo en su mano, aunque Sasuke levantó las cejas, preguntándose por qué de la nada su hermano estaba siendo tan amable con los dos.

—¿No te lo dije, dobe? Mi hermano es genial —lo miró con tanta admiración, que Itachi casi se sonroja.
—¡Itachi es asombroso! ¡Me gustaría tener un hermano así! —ambos comenzaron a caminar en dirección a la pequeña tienda que vendía jugos naturales recién exprimidos y dangos.
—Sí, pero no puedes tener al mío —le respondió Sasuke sacándole la lengua, abriendo la puerta haciendo que sonara una pequeña campanita.

Cuando estuvo seguro que Naruto y Sasuke estaban pidiendo sus órdenes, se acercó a la chica Hyūga. Estaba sorprendido que estuviese sola ahí. La niña lo miró con esos enormes ojos violáceos claros, con algo de temor.

—Es bastante tarde ¿Dónde está tu padre? —le preguntó Itachi con amabilidad. Al no recibir una respuesta, se preguntó si sería sorda o muda— ¿Estás bien?

La chica comenzó a jugar con sus dedos, mirando hacia el suelo. Itachi suspiró, acuclillándose frente a ella para que sus rostros quedaran a la misma altura.

—¿Cómo te llamas?

No entendía por qué no recibía respuesta de ella ni por qué no podía descifrarla sólo con mirarla a los ojos como le solía ocurrir con el resto. A pesar de tener 13 años, a veces, también se sentía como un niño y se frustraba. Aquella no iba a ser una de esas ocasiones, tal vez esa niñita estuviese perdida.

—Mi nombre es Itachi, soy el hermano mayor de Sasuke —la niña levantó lentamente los ojos del piso y lo observó con curiosidad —Con que reaccionó al escuchar el nombre de mi hermano— pensó— ¿Quieres unirte a nosotros y tomar un jugo de alguna fruta deliciosa como… no se… fresas? Mientras esperamos a tu papá —la pequeña miró en dirección a la tienda y sonrojó fuertemente, dudando varios segundos hasta que finalmente asintió con el rostro— ¿Debemos avisarle a alguien que vendrás con nosotros? —le preguntó nuevamente, estirando su mano para que ella la tomara.

La chica negó. Itachi comenzaba a preocuparse ¿Por qué alguien tan pequeña estaría sola, sobre todo si era una de esas chicas del clan Hyūga?

Con suavidad, la pequeñita le tomó la mano y lo siguió. Parecía estar acostumbrada a ello, pues a pesar de su timidez, no le soltó la mano. Itachi notó que aún cargaba la bolsa de Ichiraku Ramen, lo cual lo hizo sentirse un poco mal.

—Lo siento mucho, creo que eso ya debe estar frío —le dijo y ella bajó aún más el rostro— Aunque, a mi hermano no le gusta mucho el ramen, si quieres llamar su atención deberías probar con arroz y tomates. Esa es su comida favorita.

No sabía realmente por qué estaba ayudando a esa chica. Quizás porque vio en ella algo similar a él. Cuando alguien le atraía, se quedaba inmóvil, contemplaba de lejos, añoraba en silencio. Quizás pensó que si podía hacer que una niñita de siete años venciera su miedo, podría él mismo algún día ser menos torpe cuando se relacionara con mujeres, tal vez no estaría siempre callado, indiferente, pensando en cualquier otra cosa menos en la persona que estaba junto a él.

O tal vez era porque al mirar profundamente ese byakugan inactivo, no podía leerla. No podía saber qué estaba sintiendo, y aquello lo fascinó de un modo extraño. Sabía que al ser un dojutsu al igual que el sharingan era difícil de poder leer, pero no por ello dejaba de hacer el intento.

Sólo entonces Itachi escuchó su voz, tan frágil como un susurro.

—N-no e-era para…para Uchiha…Uchiha-kun.

Itachi se sintió intrigado. Si no estaba ahí por su hermano menor, ¿Entonces por quien?

—Oh —la respuesta llegó a él y se golpeó mentalmente por ser tan descuidado. A quien había estado mirando toda la tarde no era a Sasuke, era a Naruto— ¿Naruto-kun y tú son amigos?

Si era posible la chica se puso aún más roja, negando con el rostro. Aquello hizo que algo se derritiera en el pecho de Itachi. Los niños eran tan adorables.

—Ven, vamos a tomar jugo. Estoy seguro que Naruto-kun querrá conocerte.

Esa fue la primera vez que Hinata Hyūga e Itachi Uchiha hablaron, pero de seguro, no sería la última. El destino les tenía planeado algo más que un simple encuentro.
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Mensaje por Hotaru Senju Mar Feb 26, 2013 12:22 am

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.

LOVE IS

CAPÍTULO 2

LOVE IS ALWAYS KIND

(El amor siempre es amable)







—Oye, mantén esa pierna con hielo.

—Sí.

*Hermano… aun estas tan lejos.*

[Aquel que observa y aquel que es observado.

A Sasuke lo asombra la diferencia tan sobrecogedora. En cuanto a la gran amabilidad de Itachi, ¿Dónde se ha ido?]

Naruto Capítulo 220 – Hermanos.







—¿De verdad Kakashi-san? —preguntó Itachi atrás de la máscara. A su lado estaba Hatake Kakashi, uno de sus compañeros en el escuadrón de asesinatos— ¿Lo hará dar instrucciones a los egresados de la academia este año?
—Sí—respondió Kakashi bajando lentamente la máscara— Esta es mi última misión en ANBU, a menos que los vuelva a reprobar como siempre hago. Me asignaron para ser el instructor de tu hermano.
—Sasuke es muy disciplinado y aprende rápido.

La velocidad con que contestó Itachi incluso sorprendió a Kakashi. Se recriminó mentalmente por su actuar. No sabía por qué acababa de hacer eso, quizás la idea de que un jounin que nunca había aprobado un sólo grupo gennin fuese el maestro de Sasuke lo ponía nervioso. Quería que a su hermano le fuese bien.

—Disculpe—se excusó—. Sé que la recomendación viene de muy cerca, pero le aseguro que mi hermano será un gran shinobi.
—Si es la mitad de bueno de lo que eras tú a esa edad, será un placer tenerlo como alumno.

Itachi asintió. Acababan de pasar por un punto secreto en la barrera de Konoha y se introducían al refugio de ANBU en la montaña de los Hokages.

—Lo único que me llama la atención, es por qué el tercero me puso a mí a cargo de dicho grupo y no a ti —cruzaron la puerta principal e Itachi lo miró algo incómodo—. Si alguien es ideal para enseñar los secretos atrás del sharingan, ese eres tú. Aunque estoy convencido que aún no he visto si quiera la mitad de lo que en realidad puedes hacer con esos ojos.
—Sólo tengo 18 años, Kakashi-san —respondió Itachi con humildad.
—Sí, pero eres jounin hace seis. Ya deberías haber tomado un grupo para entrenarlo —Kakashi suspiró con pesar—. No es justo que siempre seamos los mismos —dijo a modo de broma.
—Lo siento. Creo que el Hokage tiene otras cosas planeadas para mí, al menos por ahora —respondió Itachi evadiendo el tema.

Le hizo una reverencia a Kakashi quien caminaba en dirección al resto de los ANBU que se había reunido en la sala principal del recinto. Estaban bebiendo sake por haber terminado con éxito su misión a las afuera del País del Fuego. Él no bebía, nunca lo había hecho. Seguía los 3 "no-no" de los shinobis con convicción: No a las apuestas, No a las mujeres de mala fama, No al alcohol. Por lo mismo, casi no compartía con los miembros del escuadrón de asesinato cuando no tenían una misión. Prefería pasar su tiempo libre entrenando, con Sasuke o Shisui.

Su misión había sido ir en búsqueda de un grupo de criminales que estaba causando terror, asesinando a los campesinos en busca de algo o alguien.

Itachi no tuvo ningún tipo de problema en matar a dos de ellos con su katana, Kakashi se enfrentó a otros dos, Haru Yamanaka también había matado a uno y finalmente Kasumi Aburame había terminado con los que intentaban huir. Cuervo, CopyNinja, Flor y Niebla. Esos eran sus nombres cuando portaban máscaras. Cuando se las sacaban, volvían a ser personas y tener identidad. Cuando se las sacaban, Itachi ya no tenía nada más que compartir con ellos.

Por lo general, cuando se desplegaba al escuadrón de asesinatos no quedaban criminales vivos, a menos que el Hokage lo ordenara así. Debían realizar sus trabajos de forma silenciosa y rápida. Itachi había pasado al menos 5 meses sin que tuviese que matar a nadie; quería darse una ducha y dejar su remordimiento escurrirse con el agua para así volver a casa y pretender que nada de aquello había sucedido.

Entró a los camarines de ANBU y se retiró su equipo limpiándolo para borrar cualquier rastro de sangre o sustancias que algún enemigo podría haber puesto en él para rastrearlo. No cometía errores y tampoco se arriesgaba a hacerlo. Prefería prevenir.

Se puso de pie y vio que no tenía otra misión en al menos tres días según el horario que había colgado en los camarines. Aquello lo hizo sentirse aliviado, pero su rostro no lo comunicó. Cuando estaba dentro de esas paredes su semblante se volvía de piedra y su corazón de hielo. Perdía la identidad. No era Itachi Uchiha, no tenía nombre ni rostro.

Se retiró la máscara y la dejó colgada en su casillero. Aparte de Hatake, no solía hablar con nadie más ahí. Sus habilidades sociales eran realmente pobres y encontraba que Kakashi le hablaba exclusivamente porque ambos eran del tipo silencioso y odiaban el escándalo. Preferían la quietud y la soledad. Había que tener nervios de acero para estar ahí y cosas como los sentimientos sólo entorpecían el camino de los ninjas de Konoha. Al menos él intentaba suprimirlos cada vez que se ponía aquella máscara.

Caminó rumbo a su casa, pasó por la tienda de víveres y compró las cosas que había gastado durante la misión. Seguramente necesitaría de ellas ese fin de semana: vendas, kunais, shurikens, sellos explosivos, bombas de humo, bombas de sueño, manzanas rojas, botellas de agua, apio, zanahorias. Un buen shinobi tenía que mantener su mente y cuerpo saludable; sin embargo, cada vez que estaba en su casa su madre insistía en alimentarlo aludiendo que estaba demasiado flaco, intentando llenar su plato de todo tipo de comidas que ella sabía no sentaban bien en él.

En la misma tienda, compró una caja de shurikens que dejaban hilos invisibles atrás. De seguro aquello le gustaría a Sasuke. Le había prometido que le traería un recuerdo cuando volviera y casi lo había olvidado. Llevaba cinco días fuera de Konoha.

Continuó su camino luego de salir de la tienda y dobló por el distrito del clan Hyūga. Siempre había que pasar por esa calle al oeste de Konoha antes de llegar al distrito del clan Uchiha.

Le gustaba ese lugar; era amplio y la sombra de los árboles de cerezo cubría gran parte de la calle. Era sin duda el barrio más agradable en donde vivir dentro de la Villa. Ver a un grupo de niños del clan Hyūga subido en los árboles sacando cerezas maduras lo hizo sonreír. Amaba su villa, su nación, a los niños que jugaban en el verano disfrutando de los días de paz que él nunca tuvo en su niñez. El viento cálido removió su cabellera y se sintió pagado. No importaba qué tuviese que hacer, haría todo por proteger esas sonrisas.

Sin embargo, en medio de lo que parecía un festival de alegría y risas, sus ojos se toparon con un rostro melancólico. Sentada en una banquita a la orilla de una cerca de madera, notó a una niña del clan, sola y triste, mirando hacia el suelo —¿Por qué no está recogiendo cerezas con el resto de los niños de su clan? —se preguntó.

Hacía años que no la veía, estaba más grande aunque seguía siendo demasiado pequeña para su edad. Su cabello permanecía de la misma forma, como si alguien hubiese puesto un plato sobre su cabeza e insistieran en cortárselo para hacerla lucir un poco más masculina. Sin embargo, sus facciones delicadas no podían hacer que la confundiera con un chico, sus pestañas eran demasiado largas, sus nariz muy fina y sus pómulos muy pronunciados. A pesar de estar utilizando ropa bastante holgada, se podía notar que su figura era la de una niña.

Pensó en seguir de largo, pero ese rostro de tristeza lo hizo detenerse — ¿Qué podría sacarle una sonrisa? —se preguntó a sí mismo.

Metió la mano dentro de su bolsa y caminó en su dirección.

La chica estaba completamente absorta mirando el suelo, de hecho, sólo notó su presencia cuando la sombra de Itachi cayó encima de ella. Nerviosa, subió la mirada para encontrarse con los ojos negros del mayor de los Uchiha. Se sonrojó de inmediato, sin despegar los labios, mirándolo con tanta intensidad que hasta Itachi pudo sentir en su propio cuerpo el nerviosismo que ella emanaba.

—¿Por qué no estás jugando con el resto de los niños? —le preguntó con su más sincera sonrisa.

No obstante, ver que ella apenas subía la mirada con una infinita tristeza en sus ojos perlados, hizo que su sonrisa se difuminara.

—No debo hacer esas cosas. Otou-sama… no lo… él no lo permitiría —le respondió la pequeña.

Su pecho se oprimió. Podía sentir en su propio cuerpo la tristeza y el dolor que emanaba en aquellos ojos.

—Sonríe —le dijo poniendo una manzana sobre sus manos.

La chica la miró dudosa, sin saber qué decir. Levantó su pequeño rostro preguntándole con la mirada si era realmente para ella.

—No hay nada que haga sentir peor a un shinobi que volver a casa y encontrarse con que las niñas lindas de la aldea están tristes —le indicó con amabilidad.
—Lo…lo s-siento… U-Uchiha-san —respondió la chica en un susurro apenas audible mientras que sus mejillas se sonrojaban con violencia.

¿Aún me recuerda? —Se preguntó Itachi un tanto sorprendido. —No, es el emblema en mi ropa.



Bajó la mirada un instante. Ella no era del tipo que hablaba y él tampoco se sentía realmente cómodo dirigiéndose al resto. Quizás el único motivo por el cual había detenido su andar para conversar con ella era precisamente que él era un adulto y ella una niña.

—¿Tu nombre era Hinata, verdad? — Le preguntó sentándose a su lado, sacando una manzana de su bolsa y dándole un mordisco.
—S-sí — Respondió ella sin mirarlo, con el rostro sorprendido, como si no creyera que alguien se acordaba de su persona.
—¿Podría saber qué es lo que te tiene tan triste, Hinata-san? Tal vez podamos solucionarlo.

La chica comenzó a jugar con sus dedos nerviosa, dudando si debía decirle o no. Ambos se quedaron en silencio, sólo la risa de los chicos en el árbol de cereza se escuchaba entre ellos.

— Yo… m-me gradué de la a-academia —dijo finalmente.
—Felicitaciones —le expresó Itachi con sinceridad—. Mi hermano también se graduó ayer —ambos se quedaron en silencio, el pelinegro podía notar que ninguno era del tipo que hablaba—. Ese no es un motivo de tristeza ¿Sabes? Todos tenemos miedo al comienzo pero, saber que podemos proteger la aldea hace que podamos superarlo y cumplir con nuestra labor.
—N-no… n-no estoy t-triste por…por eso —respondió Hinata.
—No tienes que decírmelo si no quieres —le indicó Itachi nuevamente, dándole un segundo mordisco a la manzana.

El silencio era agradable. Muy pocas veces se sentía cómodo con otras personas, pero esa niña tenía algo bastante adorable en ella. Su fragilidad la hacía fascinante a la vista de alguien como él. Se preguntó por qué Sasuke no encontraba en ella alguien interesante con quien pasar el tiempo.

Iba por el cuarto mordisco cuando Hinata finalmente decidió armarse de valor y hablar.

—Naruto-kun no l-logró graduarse.

Con que era eso. —pensó Itachi.

—Lo siento mucho. Sé que Naruto-kun es importante para ti.
Hinata asintió con el rostro —Por, por favor no…
—Será un secreto entre los dos —la interrumpió con rapidez.

Seguramente la chica no querría que Sasuke lo supiese. A él tampoco le habría gustado a esa edad que el resto de sus compañeros se enterara sobre cosas así, los chicos podían ser muy crueles en esa etapa de sus vidas.

—U..Uchiha-san ¿Puedo preguntarle a-algo? —Itachi asintió mientras miraba en su dirección— ¿P-Por qué es… es tan amable conmigo?
Sonrió mirando hacia los árboles— Porque me recuerdas a cierto niño que conocí hace mucho, mucho tiempo.
Un atisbo de sonrisa apareció en Hinata. —¿Siempre es… es tan bondadoso con t-todos?

Itachi la miró de reojo, intentando que no se notara la tristeza que sentía con aquella pregunta. Podría haberle dicho que la bondad era un concepto subjetivo. Tal vez lo que para ella era considerado algo noble de hacer, como llevar a cabo una misión, para otras villas significaba motivos de tristeza y dolor. Era el eterno conflicto del mundo shinobi. Una acción resultaba en una consecuencia, el amor que sentía lo hacía querer proteger a su villa sin importar lo que pasara.

En una misión, podía tener que asesinar a alguien que significara un peligro para Konoha. Atrás de esa persona habría otras que lo amaban, a quienes su acción les causaría dolor. Ese dolor eventualmente se convertía en odio… y ese odio creaba las guerras entre las naciones. A veces se preguntaba si lo que hacían era correcto, si no habría una mejor forma de llegar a una paz constante, si todo aquello era realmente una falsa paz.

—Nunca dejes que las apariencias te engañen, Hinata-san. A veces, hasta la sonrisa más sincera puede ser sólo una ilusión.

Itachi suspiró. Había mucho aún en su conciencia que debía limpiar. Había hecho cosas horribles que merecían un castigo acorde. Había traicionado a los suyos, había puesto en peligro la vida de su clan, todo por la seguridad de Konoha. Había sido un doble agente todo ese tiempo, le comunicaba al tercer Hokage todos los movimientos de su padre y de aquellos que lo rodeaban. Cargaba en su conciencia con el asesinato de al menos tres activistas de su clan y sabía que era cuestión de tiempo para que apareciera el nombre de su padre en la lista. Lo peor de todo había sido ver la muerte de la chica que le gustaba sin poder hacer nada al respecto. Sabía que su muerte no había sido casualidad y algo le decía que también era un aviso para su persona: ella sabía demasiado por asociarse a él.

Había despertado un nuevo poder ese día y lo había pagado con su alma.

Dejó que sus sentimientos por todos en esa aldea murieran cada vez que llevaba a cabo una misión, sin importar lo cruel que resultara. Lo único que tenía en mente era que cada vez que asesinaba, aunque fuesen mujeres, niños o ancianos… era porque esas personas eran un riesgo para la seguridad de Sasuke dentro de Konoha. Aquel pensamiento le daba fuerzas para hacer cualquier cosa. El rostro de su hermano lo mantenía cuerdo y apacible cuando realizaba acciones que para otros habrían resultado aberrantes.

— Debo irme. Seguramente cierto hermano menor me está esperando en la puerta de mi casa, listo para abordarme con todo tipo de preguntas sobre mi última misión —no sabía por qué le había dicho todo eso, hubiese bastado con decirle "adiós".
—S-sí —respondió Hinata subiendo el rostro, observando como Itachi se paraba—. Itachi-san… — El pelinegro se volteó a verla, confundido por la seriedad en los ojos de esa niña. Sí me recuerda… — ¿Cree… cree que voy a morir en una misión?

Itachi se sintió un poco divertido por la seriedad de la pregunta, pero profundamente perturbado ¿Qué cosas les estaban enseñando en la Academia para que esa niña tuviese tanto miedo? O más bien… ¿A quién habría escuchado decir eso para que tuviese ese pensamiento presente?

—La muerte es parte de la vida de un Shinobi —le dijo mirando el suelo con seriedad—. Siempre debemos estar preparados para enfrentarla, recibirla o darla a otros.

Hinata suspiró y fue como si lo dijera más para sí misma que para él.

—No me gustaría morir sin antes poder… —sus mejillas se sonrojaron nuevamente.
—¿Poder qué?

No sabía por qué, pero no podía descifrar a esa chica. Aquello lo intrigaba, la hacía una de las personas más interesantes que había conocido.

—N-nada… —respondió Hinata poniéndose de pie también y haciendo una leve reverencia—Muchas gracias, por… por la man-manzana.

Habiendo dicho esto, la chica comenzó a correr. Algo la había avergonzado. Itachi lo supo por el color de sus mejillas.

Años después, la respuesta a la pregunta que acababa de formularle cambiaría su vida para siempre.











Cuando Sasuke vio que eran las tres de la tarde e Itachi aún no llegaba, se dirigió a la puerta y se puso sus sandalias. Era impaciente, no quería seguir esperando por su hermano. Los últimos tres días habían sido un infierno. Se había preparado para el examen final de la academia sin descanso y sin la ayuda de la persona a quien consideraba su ejemplo a seguir y su eterno rival.

Gruñó todos esos días que Itachi debió haberse quedado para ayudarlo a entrenar. Por lo mismo, se había sentido realmente desilusionado cuando la última prueba consistió en un simple clon de sombras.

Aún así, personas como Naruto ni si quiera habían logrado conseguir hacer un miserable y solitario clon. Su hermano los podía hacer desde que tenía uso de razón, llegando a hacer trampa cuando jugaban a las escondidas, utilizando varios clones que lo distraían al momento de encontrar al verdadero Itachi.

Pero ya no era un niño. La cinta en su frente con el protector de Konoha lo indicaba, y al igual que su hermano, la honraría y defendería hasta su último aliento. Tenía que cumplir su sueño, ser parte de la policía de Konoha.

—¡Kaa-san! ¡Iré por Itachi! —le gritó abriendo la puerta y saliendo del hogar Uchiha corriendo.

Me pregunto qué pudo demorarlo, Itachi siempre es puntual. —pensó mientras corría.

Saltó sobre los tejados y comenzó a correr mirando por el camino. Le irritaba que Itachi siempre se hiciera el importante, hasta para llegar a la hora. Quería terminar de una vez con todo ese asunto del almuerzo, después de todo, tenían que entrenar. Ahora él también era un shinobi.

De pronto, visualizó alguien con el cabello más oscuro que el resto sentado al lado de una chica pequeña de cabello corto y azulado. Miró de reojo y reconoció que era una de las chicas de la academia. No estaba seguro de su nombre, podría haber sido Hana, Hina, Huna o algo así. Nunca le había llamado mucho la atención, era rara, siempre vestía como si no supiera su propia talla, nunca miraba a nadie al rostro, a veces sentía que los estaba siguiendo cuando Naruto y él caminaban de regreso a sus casas y en más de una ocasión la había visto quedarse completamente paralizada en una situación de riesgo durante sus prácticas. En síntesis, la chica era un desastre. Era tan insignificante que ni si quiera se había molestado en aprender su nombre.

Ahora que lo pensaba, la única vez que había compartido una palabra con ella había sido durante el primer año de la academia, cuando Itachi la invitó a beber un jugo junto a él y Naruto. Comenzó a hacer memoria, nunca después de esa ocasión nunca había visto a su hermano con alguien del sexo opuesto.

Frunció el ceño con suspicacia y molestia. La idea de que Itachi le pusiera más atención a esa niña rara lo irritaba. Se suponía que tenía que llegar a la casa a las tres, entrenar con él y luego cenar con la familia. Sasuke realmente no entendía por qué se habría detenido a conversar con una Hyūga en vez de querer pasar su tarde libre con él.

Por lo mismo, bajó cuidadosamente del techo y saltó hasta las ramas, escuchando lo que estaban conversando. Ahora que era un ninja podía hacer cosas como el espionaje.

Necesitaba saber la respuesta… ¿Qué tendría esa chica que llamaba la atención de Itachi?

—La muerte es parte de la vida de un Shinobi. Siempre debemos estar preparados para enfrentarla, recibirla o darla a otros.



Notó como la postura de Itachi se inclinaba hacia adelante y sus hombros caían desanimadamente. De no haber conocido a su hermano tan bien como lo hacía, habría dicho que hablar de esos temas lo entristecía. Pero si algo sabía Sasuke sobre Itachi Uchiha, era que nunca mostraba sentimiento alguno a la hora de cumplir con sus misiones rango A, B o S.

—No me gustaría morir sin antes poder…
—¿Poder qué?

Sí, ¿Poder qué?

—se preguntó Sasuke interesado. Si Itachi lo había preguntado entonces debía ser algo que merecía saberse. Aunque luego de reconsiderarlo en su mente, la idea de querer saber cuál era el deseo de Hana Hyūga antes de morir lo tenía sin cuidado.

—N-nada…



La pregunta pareció ponerla realmente nerviosa, pues sin más se había puesto de pie como si acabase de recordar que tenía algo que hacer.

—Muchas gracias, por… por la man-manzana.



Sasuke frunció aún más el ceño ¿Su hermano le había regalado una manzana? ¿Por qué? ¿Por qué andaba regalándoles cosas a las niñas de Konoha sin esperar nada a cambio? No sólo se había sentado con ella a conversar y le estaba prestando atención haciéndole preguntas, sino que también le había dado algo. Sus labios se estiraron con molestia en un puchero mientras veía la escena.

Observó como Itachi miraba en dirección a donde la chica Hyūga había corrido. Se quedó parado ahí en silencio un buen rato, y de pronto, de la nada, se volteó y miró directamente en la dirección en donde Sasuke se había escondido.

—Ya puedes salir de ahí, Sasuke —le dijo sonriendo pero frunciendo el ceño, con ese rostro de pena y burla que siempre ponía cuando sabía que lo había hecho enojar— ¿Sabes que es de mala educación escuchar la conversación de otras personas, verdad?
—No para un shinobi experto en espionaje, nii-san —respondió Sasuke con una sonrisa divertida.

Sin embargo, ésta desapareció y arrugó las cejas, saltando desde la rama y caminando en su dirección con los brazos cruzados y los párpados caídos en signo de molestia.

—¿Cuándo te diste cuenta que estaba aquí?
—Desde que te escondiste —respondió Itachi —. Debes mejorar un poco la cantidad de ruido que realizas al hacerlo.
—Hn —gruñó Sasuke mientras ambos comenzaron a caminar de vuelta a casa (estaban a dos calles de distancia)— ¿Qué estabas haciendo con esa niña?
—Conversando —le indicó sin prestarle mucha atención.
Aquello sólo logró irritar más a Sasuke— ¿Por qué?
—Porque ella es interesante —sacó otra manzana de su bolsa y se la lanzó a Sasuke con suavidad. Éste la agarró y aunque no le gustaban los dulces, le dio una mordida.
—Las niñas son tontas —murmuró con la boca llena— ¿Por qué gastar el tiempo en ellas?
—¿Tienes trece años y aún piensas eso? —Itachi suspiró, a veces se preguntaba cuando Sasuke comenzaría a despegarse un poco de la infancia. Había resultado ser uno de esos chicos a quienes le cuesta madurar y se aferraba a esas actitudes infantiles a pesar de que ya tenía trece años— Supongo que lo entenderás a medida que crezcas.
—Aún no has dicho nada —se quejó Sasuke cambiando el tema.
—¿Por tu protector de frente? —le preguntó Itachi divertido— Creo que ya no te podré golpear con tanta facilidad.
—Nii-san —gruñó Sasuke. Podría haber intentado decirle que no siempre conseguía golpearlo con "tanta" facilidad, pero eso habría sido mentira—. Es en serio. Mañana me dirán en que grupo quedé.
—Tal vez te toque con Hinata-san. Tendrías suerte si aquello sucediera —dijo Itachi con seriedad.
—¿Quién? —preguntó Sasuke confuso.
—Hinata Hyūga —respondió levantando una ceja—. Tu compañera de la Academia con la cual estaba conversando.
—Oh… es cierto, se llamaba Hinata.

Así que esa niña era Hinata Hyūga. Ese era su nombre —pensó Sasuke. La idea de que alguien tan torpe hubiese conseguido pasar la prueba de clones lo sorprendió levemente.

—¿Ella se graduó?
—Sí —respondió Itachi.

Observó con detalle la confusión en su hermano, entendiendo algunas cosas que antes no había logrado captar del todo sobre la chica — La mira en menos. Seguramente todos ellos lo hacen, por eso esa chica es así. Carece de confianza, cree en lo que el resto ha dicho que es —pensó.

—El idiota de Naruto no lo consiguió —murmuró Sasuke.

También notó el deje de tristeza en su mirada. Su hermano podía decir que el chico Uzumaki no le importaba, pero Itachi sabía que eso no era del todo cierto.

—¿Eso te entristece? — Le preguntó.
—No me interesa.

Sasuke estaba mintiendo, podía notarlo, pero no iba a increparlo al respecto. Así era su hermano menor. Podría haber resultado ser un completo idiota y de verdad no interesarle. Al menos fingía no interesarle.

—No tengo tiempo para pensar en esas cosas. Tengo que acceder al rango jounin antes de fin de año para poder ingresar a la policía de Konoha a los trece y acercarme un paso más a mi sueño... —Itachi miró en frente. Sabía lo que Sasuke iba a decir a continuación— Tengo que igualarte y llegar a ser capitán antes de que cumpla catorce años.
—Lo siento Sasuke —dijo Itachi con algo de melancolía—. Supongo que ya no podrás seguir disfrutando de ser un niño para siempre.

Aún no puedo creer que sólo tenía trece cuando todo aquello ocurrió —pensó sintiendo un peso en el pecho.

—¿Ah? —preguntó confundido— ¿Qué podría ser mejor que estar con otou-san y Shisui-san en las fuerzas policiales? ¡Sólo los shinobis más fuertes y honorables pueden juzgar los crímenes de otros!

El estómago de Itachi se recogió sólo de pensar el tipo de misiones que estuvo a punto de realizar a esa edad por el gran "honor" de la policía de Konoha. Había estado sólo a días de tener que asesinar a todo el clan. Su estómago dolía sólo de recordar la forma en que él y Shisui habían intentado por todos los medios posibles detener el golpe de estado. Habían intentando ganar tiempo, demorar la orden de ejecución, incluso habían ofrecido dar todo tipo de información por años a cambio de que les dieran a su familia una última oportunidad.

Veía a Shisui Uchiha como un hermano mayor. Contaba con el mangekyo al igual que él, pues había perdido a su mejor amiga, la chica que le gustaba a Itachi siendo un adolescente, en la explosión "casual" que ambos sabían no había sido casual. Todo aquello tenía escrito "Danzo". De hecho, hacía mucho tiempo venía pensando que si Danzo se enteraba que Shisui y él contaban con técnicas oculares tan avanzadas, sería capaz de atacarlos para obtener sus ojos. Sabía que el sharingan de los miembros del clan que habían asesinado durante los años siempre terminaban en su poder con la excusa de "Debemos deshacernos de estos ojos, es muy peligroso enterrarlos con ellos".

Aún así, podía entender a Sasuke; recordaba ese día en que ambos habían estado frente a la estación de policía de Konoha mirando el emblema del clan Uchiha y Sasuke le había preguntado si él también se uniría a la institución. En ese entonces, cuando era completamente ignorante de la realidad que envolvía a la policía de Konoha, deseó por un segundo pertenecer a ella y poder seguir con el legado de su familia. Aquella idea había ido desapareciendo con el tiempo, pues entre más se enteraba de lo que planeaban, lo que realmente querían… más se desilusionaba con la idea y todo lo que representaba el clan Uchiha.

Deseó en su corazón que Sasuke nunca estuviese envuelto en eso.

—Descuida —le dijo Itachi saliendo de su ensimismamiento—. Te enseñaré todo lo que sé para que me superes eventualmente.
—¿En serio? —preguntó Sasuke con verdadero entusiasmo, para luego corregirse, pensando que todo aquello era demasiado bueno para ser verdad— Espera, ¿Por qué harías eso?
—Porque soy tu hermano mayor.

Caminaron el resto en silencio, uno al lado del otro, cada hermano perdido en sus propios pensamientos y pesares, en sus miedos e inseguridades. Lo único que le daba sentido y dirección a sus vidas, era tenerse uno al otro.

Itachi fue el primero en entrar a la casa y se encontró con un rostro conocido que lo hizo tragar pesado mientras que Sasuke se escondía atrás de él.

—¡Llegan tarde! —gruñó Mikoto Uchiha mirando a ambos con el cucharon en la mano como si en cualquier instante les fuese a dar en la cabeza— Su padre se tuvo que marchar, sólo comeremos los tres.
—¿Sucedió algo, kaa-san? —le preguntó Sasuke adelantándose con sus ojos llenos de curiosidad.

El menor de los Uchiha había estado insistiendo en acompañar a Fugaku en operaciones de la policía de Konoha ahora que se había graduado de la academia.

—Nada que tú debas saber, pequeño entrometido —respondió dándole un beso en la frente, en las mejillas y en la punta de la nariz para terminar abrazándolo, lo cual lo hizo sonrojar.
—Kaa-san… Me estás apretando… —se quejó Sasuke sonrojando, mirando a Itachi quien los observaba divertido. Hacía años que a él su madre no lo trataba así, pero aprovechaba de poder besuquear a Sasuke todo lo que pudiese. Sabía que eventualmente le diría que aquello lo avergonzaba— y dejando lleno de baba.
—¿Alcanzo a tomar un baño antes de que tengamos que comer? —preguntó Itachi dándole una mascada más a su manzana.

Se sentía bastante cansado, pensó que un baño lo ayudaría. Por lo general le gustaba poder comer estando limpio. La misión había durado cinco días y tenía sudor pegado al cuerpo y su pelo se sentía pesado.

—La comida se está enfriando —respondió Mikoto Uchiha con amabilidad, con ojitos tiernos, diciéndole a su hijo que comiera antes sin realmente decírselo.
—Está bien —respondió Itachi suspirando.
—¿Por qué siempre insistes en arruinar tu apetito antes de comer? Pareciera que sólo te alimentas de frutas —las manos de la mujer se fueron a sus caderas y puso el mismo rostro que ponía Sasuke cuando quería algo—. Por eso estás tan delgado ¿Cómo se supone que me vas a dar nietos de esa forma…?
—Okaa-san —dijo esta vez Itachi, siendo él quien se sonrojaba y Sasuke el que lo miraba divertido—. Ni...ni si quiera tengo novia. No debería decirme cosas así.
—No tiene novia pero se la pasa hablando con niñitas en la calle— Lo acusó Sasuke sacándole la lengua y pasando de largo hacia el comedor. Se notaba que aún estaba molesto por eso.
—¿Niñitas? —preguntó Mikoto Uchiha quitándole la bolsa de las manos y revisando lo que Itachi había comprado.
—No es lo que piensa —respondió de inmediato.
—¿Por qué sólo compras manzanas y apio? Tienes que comer más carne —Itachi suspiró. ¿Cuántas veces tendrían esa conversación?
—No me gusta mucho la carne. Las frutas y las verduras tienen más vitaminas y ayudan a la vista— le quitó la bolsa de vuelta, tenía que dejar sus elementos de combate en su habitación.
—Itachi… ¡La carne tiene hierro! —dijo Mikoto suspirando y limpiándole las mejillas con su delantal y un poco de saliva. Itachi puso cara de "¿Qué es lo que haces? Suéltame" — Me preocupas. Sé que las verduras son fundamentales para nuestros ojos, sobre todo por el sharingan, pero el hierro también lo es. Tu salud…
—Estoy perfectamente bien —respondió Itachi— Por favor, no se preocupe.
—Sí… pero…
—Sin peros Okaa-san—Itachi le tomó las manos y se las bajó lentamente mirándola a los ojos. Cuando la miraba así, hasta Mikoto Uchiha se sentía nerviosa. No podía descifrar a su hijo—. Estoy bien —la sonrisa en su rostro la calmó—. Si me sintiera mal usted sería la primera en saberlo.
—Está bien —dijo un tanto más tranquila—. Te hice onigiris, de los que te gustan, rellenos con repollo.
—¿En serio? —preguntó entrando al comedor junto a ella, sólo para observar que Sasuke ya había comenzando— ¿Me guardaste alguno? —le preguntó divertido a su hermano menor, viendo que estaba comiendo molesto y rápido.
—Son todos para mí —respondió Sasuke con la boca llena. Mikoto e Itachi suspiraron. Sabían lo celoso que se ponía cuando Itachi volvía de una misión larga y todas las atenciones estaban enfocadas en él— ¿Verdad kaa-san?
—Sasuke… —Mikoto suspiró resignada.
—Esa es una verdadera lástima —dijo Itachi sentando al lado derecho de su hermano—, pues yo sé quien será tu instructor jounin y tú no.
Sasuke casi se atragantó. — ¿¡Qué!? ¿Y te has demorado todo esto en decírmelo? ¡Vamos nii-san, dímelo!

Sasuke le dio su mejor sonrisa pasándole el plato de onigiris. Itachi bajó la mirada y sacó uno, dándole un mordisco prudente y masticándolo con lentitud. Sasuke estaba casi sacándose el cabello de la ansiedad por saber la información que le estaban ocultando.

— ¡Vamos nii-san! ¡No seas así!

Todo el resto de la tarde Itachi se enfocó en ponerse al día con sus quehaceres y labores. Por muy shinobi que fuese, siempre ayudaba en el hogar y le gustaba mantener las cosas ordenadas. Su madre era una kunoichi y si estaba todo el tiempo atendiendo de ellos, lo mínimo que podía hacer era devolverle la mano cuando estaba en casa y tenía un poco de tiempo. Sin embargo, su pacífica tarde fue interrumpida constantes veces a través de Sasuke, quien insistía en que le dijera la identidad de su nuevo instructor jounin. Aún así, todo lo que encontró de parte de Itachi fue silencio.

Pero si Sasuke Uchiha tenía una cualidad que bordeaba en un defecto más que en virtud, era lo insistente y obsesivo que podía llegar a ser si es que quería algo.

Itachi estaba trapeando el piso del dojo, cuando de pronto su hermano apareció entre los pilares haciéndose el tonto, llevando consigo un pie de melocotones recién horneado que seguramente su madre había dejado enfriarse en alguna ventana.

—¿No huele delicioso nii-san? —le preguntó sosteniendo la bandejita con el plato.
—No creo que a okaa-san le agrade mucho la idea de que andes por la casa con un postre que debe haber cocinado para otou-san —le respondió Itachi sin dejar de trapear.

No obstante, Sasuke no se rindió con ello. Itachi salió al patio trasero para meterse al pozo de la casa en donde llegaba agua caliente desde las fuentes termales. Retiró su toalla y la dejó doblada a la perfección a un costado de la orilla para luego meterse. A penas el calor del liquido lo cubrió, se dejó a si mismo relajar y una toalla caliente cubrió sus hombros. Fue precisamente cuando cerró los ojos sonriendo de felicidad por tener un momento de tranquilidad, cuando Sasuke apareció de la nada frente a él, logrando asustarlo.

—¿En qué momento te metiste? —le preguntó viéndolo con curiosidad.
—Un ninja nunca revela su posición —respondió con una sonrisa y el pelo goteando hacia abajo, las mejillas rojas y un brillo especial en los ojos. Seguramente llevaba bastante sumergido ahí— Anda, dime quien será mi instructor.
—Lo siento Sasuke, pero un ninja tampoco revela información clasificada de la aldea.
—¡Hmph! —gruñó Sasuke hundiéndose de nuevo y desapareciendo en el agua.

Lo peor sin duda había sido cuando Itachi intentó acostarse una vez cayó la noche. Justo cuando estaba retirando las sábanas para meterse dentro, una bomba de humo explotó.

—Otouto… —dijo a regañadientes sin llegar a mostrarse molesto.

Suspiró con pesar abriendo la ventana y justo afuera en una rama del árbol del patio, estaba Sasuke sentado con una gran sonrisa.

—Puedo seguir toda la noche hasta que me lo digas.

Y Sasuke cumplió su promesa, lo molestó toda la noche de distintas formas sin dejarlo dormir, lo cual tampoco fue realmente un impedimento para Itachi quien de por sí dormía poco.

Sin embargo a eso del alba, Sasuke se rindió y terminó quedándose dormido al lado de la cama de Itachi. Éste lo tomó en brazos y lo puso en el otro extremo de su futón, asegurándose de taparlo. Su relación era de esa manera. Por mucho que su hermano menor lo viera con ojos lleno de rivalidad y que en contantes ocasiones él lo alejara buscando tiempo en silencio para arreglar sus propias cosas, para Itachi, su hermano seguía siendo lo más importante.

Debió haber estado amaneciendo cuando de pronto escucharon algo bastante familiar, pero no a esa hora del día, menos con el portazo que lo siguió… "¡Ya suéltame dattebayo!"…

—Hmm… ¿Qué hace ese perdedor aquí a esta hora? —preguntó Sasuke con un bostezo.

Itachi no respondió, se sentó en la cama y sólo subió los hombros dubitativo restregándose los ojos.

Ambos hermanos caminaron por el corredor de la casa y descubrieron que Mikoto Uchiha aún estaba despierta, seguramente esperando a su marido. Itachi estaba con la ropa que siempre usaba en su casa y Sasuke todavía portaba el protector de frente de Konoha. Al ver a Naruto ni si quiera le preguntó qué hacía ahí, sólo dijo lo obvio.

—¿Por qué tienes un protector en la frente si reprobaste el examen final? —sus brazos se cruzaron con irritación mirando como su padre lo sostenía del cuello de su chaqueta para que dejara de moverse.
—¡Lo pasé! Ahora también soy un ninja —respondió Naruto con una sonrisa.
—Silencio —le gruñó Fugaku.
—¿Qué sucede? ¿Qué le sucedió a Naruto-kun? —preguntó Mikoto Uchiha preocupada al ver que tenía sangre en la ropa y en muchas partes ésta se había roto.
—El muy idiota robó un pergamino que contenía fuinjutsus que selló el primer Hokage. Lo estuvimos buscando toda la noche —respondió Fugaku suspirando con pesar—. Antes de ayer rayó las estatuas de los hokages y el día anterior se dedicó a hacer lo mismo en el distrito del clan Yamanaka.
—¡Se lo merecían! —se excusó Naruto— Además, fue Mizuki-sensei quien me dijo que si podía realizar una técnica de esos pergaminos me podría graduar.
—Lo sé, por eso no estás arrestado —le respondió Fugaku soltándolo— ¿Es amigo de Sasuke, verdad? —preguntó mirando a su hijo con seriedad. Sasuke tragó saliva.
—He hecho todo lo posible por deshacerme de él, pero nunca me deja en paz —respondió subiendo los hombros un tanto avergonzado e irritado.
—Sasuke… —lo sermoneó Itachi por sus palabras ¿Por qué tenía que ser así? Los había visto jugando por años y ahora negaba que fuesen amigos— ¿Va a tomar desayuno con nosotros?
—Sí —respondió Fugaku—. Debe ir a la Academia, pero prefiero vigilar que no haga nada estúpido nuevamente.
—Se supone que hoy nos debemos sacar las fotos para el registro Ninja después de almuerzo —dijo de inmediato Sasuke, pensando que tendría que soportar a Naruto hasta esa hora.
—Iruka-sensei iba a invitarme un delicioso plato de ramen para celebrar que soy un shinobi, pero este sujeto no lo dejó —dijo apuntando hacia Fugaku con el dedo índice.
—Mikoto, dale algo de comer para que cierre la boca. Sígueme Itachi —ordenó Fugaku.

Sasuke miró a su hermano con resentimiento mientras que su padre se adentraba a la casa. El mayor de los Uchiha estaba acostumbrado a los celos de su hermano menor cada vez que su padre pasaba de él y no lo incluía en las conversaciones.

Adivinó de qué se trataba el asunto a tratar esta vez. Aquello le arruinó levemente la mañana. No quería saber nada más del clan. La mayoría de las cosas que le decía Fugaku sólo lo perjudicaban pues luego debía informárselas a sus superiores. Cada vez que hablaban ni si quiera se atrevía a mirarle los ojos. Cerró la puerta corrediza atrás de él y se sentó frente a su padre con las rodillas contra el piso.

—¿Sucede algo, otou-san? —le preguntó con formalidad.
—Sasuke se graduó de la academia —dijo formalmente.

Itachi subió la mirada del piso. Nunca hablaban de Sasuke pero ahora que lo hacían, su padre estaba completamente serio. Escuchó atento, si involucraba a Sasuke en sus tonterías…

— Kakashi será su instructor.
—Lo sé. Kakashi-san me lo dijo en nuestra última misión —comenzó a sentir nervios en el estómago, pero su rostro permaneció inflexible.
—Convencí al Hokage para que no te pusiera a entrenar recién graduados, eso sería sin duda un retroceso en todos tus avances y un desperdicio de tu talento. — Con que era eso, pensó Itachi. — Quiero que ayudes a tu hermano menor. Se graduó primero de la clase al igual que tú y ya puede realizar algunas técnicas de fuego. Sin embargo, tiene trece años… y aún no despierta el sharingan. Aquello me tiene preocupado. Tú lo hiciste a los ocho años.
—Otou-san, yo estuve en situaciones de vida o muerte a los ocho años —recordarse en medio de todos los escombros y los cuerpos muertos le produjo un escalofrío que supo ocultar a la perfección de la mirada de su padre—. Sasuke no ha tenido que vivir con el peso de la guerra. Aún así, Kakashi puede usar el sharingan, estoy seguro que eventualmente le enseñará todo lo que hay que saber al respecto.
—Siempre me pareció un insulto que porte uno de los ojos de Obito-san —respondió Fugaku cruzando sus brazos.
—¿Eso es todo? ¿Sólo quieres que ayude a Sasuke? —preguntó Itachi. Estaba ansioso por salir de ahí.
—Itachi, no te descuides. Sigues siendo la conexión entre Konoha y nuestro clan. No lo olvides — Fugaku lo miró con seriedad—. Cuento contigo.
—Lo sé —respondió Itachi poniéndose de pie.

Nunca me dejas olvidarlo — pensó.

Salió de la habitación sintiendo que las paredes se le iban encima y el pasillo de su casa se alargaba. El peso de todo aquello hacía que su cabeza diera demasiadas vueltas. No obstante, no podía dejar que aquello lo perturbara.

Tenía que salir de esa casa.

Se dirigió a la cocina. Sabía que Sasuke y Naruto estaban ahí por la cantidad de gritos que se podían escuchar. Al menos le avisaría a su madre que no volvería hasta que cayera la noche. No tenía nada que hacer ahí si Fugaku estaba acechándolo con su presencia.

—Voy saliendo —anunció.
—¡Nii—san! ¿Vas a entrenar en el bosque? —preguntó Sasuke parándose de la mesa, tomándose su vaso de leche de golpe.

Esa es una buena opción. — pensó sin mirarlo.

—Sí. — Respondió Itachi.
—¿Podemos ir contigo? — Preguntó Naruto con una gran sonrisa.
—¡Sií nii-san! —asintió Sasuke con una felicidad que hizo que Itachi lo mirara con lástima.

Le indicó que se acercara con el dedo índice y anular; Sasuke, pensando que le estaba diciendo que podían ir con ellos, corrió en su dirección. No fue difícil para él tomar su protector de frente con la mano izquierda y bajarlo, mientras que con la derecha le dio un golpe en la sien con los mismos dedos con que lo había llamado.

— Lo siento Sasuke, será para la próxima vez.
—¡Nii-san! ¡Siempre dices eso! —dijo Sasuke molesto mientras se sobaba la frente— Por.. por favor.
—¡Entrénanos Itachi-sensei, eres el mejor dattebayo! —gritó Naruto con ojos brillosos.

Ver la cara de ambos, llenos de felicidad y excitación le hizo imposible decir que no. A pesar de que no estaba de humor y que si iba al bosque a entrenar era precisamente porque quería estar solo y olvidarse de todo lo que estaba pasando con su padre… Naruto y Sasuke no tenían por qué pagar el costo de su lealtad a Konoha. Después de todo, si estaba haciendo todo aquello era por protegerlos a ellos también. Los niños eran completamente inocentes en ese corrupto mundo Shinobi.

—Está bien, pero con una condición.

Itachi sonrió con diversión. Había alguien más a quien deseaba ver sonreír esa mañana.











—Vaya… ¡Esto es más grande que tu casa Sasuke! —dijo Naruto cuando pasaron por debajo del arco de entrada a la mansión principal del clan Hyūga.
—Cállate —le ordenó rápidamente— ¿Qué hacemos aquí? —era obvio que Sasuke estaba impaciente por comenzar a entrenar con Itachi.
—Ustedes dijeron que aceptaban mi condición de visitar a una persona antes —dijo Itachi.

Caminaron con calma hasta llegar al medio de ese gigantesco patio en donde algunos miembros de clan se encontraban entrenando el puño gentil.

—Lo sabía ¡Estás saliendo con la hermana de esa Hinata Hyūga! —lo increpó Sasuke mirándolo con espanto y apuntando en su dirección.
—¿Hinata tiene una hermana? —preguntó Naruto despistadamente.
—No estoy saliendo con nadie, Sasuke —respondió Itachi sonrojándose levemente. Odiaba hablar del tema.
—¿Entonces qué hacemos aquí? —preguntó su hermano menor con suspicacia.
—Venimos a visitar a Hinata-san —respondió Itachi poniendo una mano sobre el hombro de Sasuke—. Se amable.
—¿Desde cuándo es tu amiga? —preguntó con una mueca y aires de celo en él.
—¿Por qué tantas preguntas? —lo cuestionó Itachi subiendo las cejas.
—Ayer estabas hablando con ella y hoy quieres que la visitemos —dijo Sasuke—. Tú nunca te tomas tantas molestias por nadie.
—Ya te lo dije ayer, ella es interesante.
—¿Hinata es interesante? —preguntó Naruto rascándose la cabeza— ¿No crees que es rara y un poco deprimente? Digo… nunca entiendo nada de lo que dice.
—Eso se debe a que nunca la has escuchado realmente —respondió Itachi con una sonrisa gentil.

Tanto Sasuke como Naruto se quedaron en silencio después de eso.

Sasuke comenzó a pensar lo que su hermano acababa de decir. Itachi consideraba a esa chica rara alguien interesante, lo que significaba que seguramente era extraordinariamente poderosa. Ya había escuchado que había un genio en el clan Hyūga, de hecho, el año anterior se había graduado como el número uno de la Academia. Quizás todo ese tiempo había subestimado a Hinata y ella no era tan torpe como parecía.

Naruto por otro lado seguía completamente intrigado. Si alguien tan asombroso como Itachi consideraba a Hinata Hyūga una chica a la que debía escuchar, tal vez, sólo tal vez, debía ponerle más atención. Itachi e Iruka-sensei eran por lejos las personas que mejor lo trataban dentro de la Villa. Cuando volvía de una misión, constantemente lo invitaba a pasar tiempo con él y Sasuke. En la primavera los llevaba a los carnavales, les compraba máscaras y les enseñaba como asustar a las personas apareciendo desde los sitios más impredecibles. En el verano, cada vez que podía, los llevaba al río Naka a nadar. Naruto se sentía en el paraíso cuando las chicas en sus pequeños bikinis se acercaban a ellos (básicamente para hablar con Itachi) diciéndole que sus hermanitos menores eran adorables. Itachi sólo sonrojaba y asentía. De hecho, Naruto había encontrado en esos días su inspiración para completar el oiroke no jutsu. En la mente de Naruto, Itachi era genial. Era imposible que se estuviese equivocando con Hinata Hyūga.

Cuando llegaron a la entrada principal de la mansión, un sujeto con enormes ojos perlados se les acercó. Itachi lo reconoció de inmediato.

Tokuma Hyūga y él habían sido compañeros en la Academia. No eran amigos en lo particular, pero si se respetaban mutuamente y podían ver las cualidades del otro. Tokuma era alguien con quien había realizado varias misiones antes de ingresar a ANBU y se decía que su byakugan era el más avanzado de todo el clan Hyūga.

—Itachi-san, es un gusto verte por aquí —dijo el miembro del clan Hyūga haciéndole una reverencia.

Itachi hizo lo mismo y al ver que Naruto y Sasuke no lo hacían le dio un zape a su hermano para que bajara la cabeza. El rubio un tanto despistado, al ver que ambos inclinaban el rostro también los imitó.

—Buenos días Tokuma-san. —dijo Itachi volviendo a pararse derecho— Estoy buscando a Hinata-san ¿Se encuentra disponible?

—¿Hinata-sama? Uhmm… creo que se estaba preparando para ir a la Academia esta tarde —respondió Tokuma dubitativo y mirando el cielo —¿Hinata—sama? —pensó Itachi. No estaba muy acostumbrado a los honoríficos del clan Hyūga y aún le llamaba la atención el tipo de respeto que provocaba la familia principal con el resto—. Iré por ella ¿Quieren entrar y tomar una taza de té?
—Eso sería muy gentil de su parte —respondió Itachi siguiéndolo.

Sasuke y Naruto se miraron uno al otro, cuestionándose internamente por qué Itachi habría aceptado tomar el té con los Hyūga si tenían que ir a entrenar. Tokuma abrió una puerta corrediza en donde se veía una mesa a nivel de suelo.

—Pediré en la cocina que traigan el té mientras voy por Hinata-sama. Por favor, esperen aquí.
—Muchas gracias por tu amabilidad, Tokuma-san.

A penas el hombre cerró la puerta corrediza Itachi avanzó para sentarse en el suelo con elegancia. Sasuke se cruzó de brazos y se sentó frente a él, seguido por Naruto.

—¿Se puede saber por qué aceptaste tomar el té? ¡Tenemos que entrenar! —dijo Sasuke molesto.
—Cuando vas de visita a un hogar como éste y te ofrecen té, lo considerado es aceptarlo, Sasuke —respondió Itachi cerrando los ojos—. Compórtense educadamente. Esta es una de las familias más honorables y antiguas de Konoha. Sus tradiciones son muy distintas a las nuestras.
—¿Por qué? —preguntó Naruto a quien también le había quedado dando vueltas los honoríficos que utilizaban con Hinata— ¿Qué tiene de especial el clan Hyūga?
—Para comenzar, son parte de los fundadores de Konoha junto con el clan Uchiha y el clan Senju —comenzó Itachi. Escuchar la historia de cómo se había formado la Villa llamó la atención de ambos chicos—. En aquellos tiempos, sólo los más fuertes fueron elegidos para formar parte de la primera Villa completamente ninja dentro de un Feudo. Como saben, Konoha es la Villa ninja del País del Fuego y aunque debemos sumisión a los señores Feudales, ellos nos dejan vivir con relativa independencia en este lugar. Los Hyūga fueron parte de aquellos que estuvieron aquí cuando no había nada excepto árboles —Naruto estaba interesado en la historia, mientras que Sasuke comenzaba a perder interés. Realmente quería entrenar—. Fueron parte del primer tratado de paz entre clanes. Eso se debe a que son realmente fuertes y poseen el mejor estilo de taijutsu que existe: el puño gentil. No sólo eso, sus ojos son poseedores de un dojutsu único llamado byakugan que les permite ver el sistema circulatorio de chakra, los tenketsus y todo alrededor de ellos en 360º grados a kilómetros de distancia.
—Que asombroso —dijo Naruto embelesado. Nunca antes se había detenido a pensar en que los Hyūga fuesen tan especiales— ¡Le pediré a Hinata que me enseñe ese maravilloso taijutsu!

Por otro lado, Sasuke conocía todo eso, pero le llamó la atención lo del taijutsu.

— El taijutsu de Hinata no era nada especial. Lo recordaría si fuese así —dijo con seriedad.
—Seguramente nunca utilizó el puño gentil. Si lo hubiese hecho, lo recordarías —le indicó Itachi—. Un golpe con ese tipo de jutsu es bastante doloroso.

Lo decía por experiencia personal. En más de una ocasión había entrenado con algún ANBU que poseía ese estilo de pelea.

No tuvieron que esperar mucho para que la pequeña niña Hyūga llegara al salón junto con algunas criadas que traían una bandeja con tazas y té. Hinata se quedó pasmada en la puerta cuando los vio. Itachi la miró detenidamente, intentando al menos esta vez poder leerla mejor. Sus ojos perlados estaban enfocados única y exclusivamente en Naruto. Sus mejillas comenzaban a tornarse rojas y sus labios tiritaban levemente. Pero luego, ese nerviosismo pareció pasar y una sonrisa lo remplazó.

—Buenos..buenos días, Uchiha-san, Uchiha-kun, Naruto-kun —dijo haciendo una reverencia y acercándose a ellos—. Tokuma-san dijo que.. que querían verme.
—¡Hola Hinata! —la saludó Naruto animadamente comiéndose de un trago uno de los panecillos que habían puesto junto al té. Sasuke sólo le hizo un gesto un tanto tosco mientras que Itachi le sonrió con amabilidad— ¡Tu casa es enorme! ¡Debes ser realmente rica! —Sasuke le pegó un codazo— Auch…
—Naruto-kun… tú… tú lograste… te pudiste graduar— dijo Hinata sin atreverse a acercarse aún, observando fijamente el protector de frente del rubio. Itachi se sintió pagado al ver esa sonrisa sincera en la chica—. Fe..felicitaciones.
—¿No se ve genial en mi el protector? —le preguntó con una gran sonrisa apuntado a su frente y acomodándose la placa de metal— Hinata sólo asintió y movió sus ojos en dirección a Itachi.

Era la primera vez que la podía leer con claridad. Le estaba diciendo "gracias". Sólo con los ojos devolvió el gesto y bajó levemente el rostro como si le dijera "de nada".

Itachi no tenía nada que decir. Había llevado a los chicos a ese lugar no sólo porque quería ver a Hinata un tanto más animada, sino porque sabía que si había alguien que realmente se alegraría por el logro de Naruto, esa sería ella. Parecía la única que lo notaba de verdad y Naruto merecía que alguien le sonriera con esa honestidad pues toda su vida sólo había recibido miradas lúgubres y llenas de antipatía.

Por su parte, Sasuke levantó una ceja al notar la forma en que su hermano la estaba mirando. No le agradaba para nada que sus ojos mostraran tanto interés en alguien que no fuese él.
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Love Is por Sasha545 Empty Re: Love Is por Sasha545

Mensaje por Hotaru Senju Mar Feb 26, 2013 12:33 am

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.



LOVE IS

CAPÍTULO 3
LOVE IS NEVER JEALOUS
(El amor nunca es celoso)








—Padre se la pasa hablando de ti todo el tiempo.

—¿Soy una molestia para ti, verdad?

— …

— No importa. Los Shinobis solemos ser personas muy odiadas, pues se dice que somos un problema.

— De… de esa forma…

Así es como él habla… hacia mi hermano, En realidad, yo realmente…

—Jeje, ser el mejor realmente es algo que hay que pensar dos veces. Ser fuerte significa que te vuelves aislado y eso te convierte en una persona arrogante, aunque lo único que desees es cumplir tus sueños.

—…

—Tú y yo somos hermanos únicos. Para que sobrepases tus límites tenemos que seguir viviendo juntos, incluso si eso significa que nos odiemos uno al otro. Eso es lo que significa ser un hermano mayor.

NARUTO 212 — Un hermano distante.







Itachi Uchiha era alabado como un verdadero genio en Konoha y fuera de ésta se comenzó a conocer al "Cuervo del Sharingan", "El cuervo de las llamas negras", "Ojos de sangre" con un temor reverencial. La leyenda del misterioso miembro de ANBU que atacaba con clones que se convertían en cuervos se hizo famosa alrededor del mundo shinobi. Su nombre se murmuraba de una persona a otra a través de los cincos grandes países ninjas como un adversario a temer si se le encontraba en batalla. Se decía que su jutsu de llamaradas negras, "amaterasu", era la técnica más fuerte que hubiese existido hasta ese momento en el mundo shinobi creado por el sabio de los seis caminos. Muchas pequeñas naciones iban hasta Konoha para pagar grandes sumas de dinero y así poder contar con "el cuervo" para solucionar sus problemas o ayudarlos con misiones de vitalidad para sus subsistencias.

Su fama a nivel mundial comenzó alrededor de 6 meses después de que Sasuke comenzara su entrenamiento Genin junto a Kakashi; para ser más precisos, durante el torneo para acceder al grado de Chūnin.

Los acontecimientos de ese día cambiaron su vida para siempre, exponiéndose irremediablemente a la opinión y al temor público. No había buscado la fama ni ser un héroe, quería siempre trabajar en el anonimato y las sombras, pero todo había cambiado ese día sin pedirle su opinión o permiso al respecto.

Itachi intentaba mantener su mirada pasiva bajo la máscara ANBU ahora que lo acababan de llamar a la oficina del Hokage después de haber vuelto desde Kumogakure. Tenzo caminaba junto a él en silencio, ambos preguntándose mentalmente qué estaría sucediendo para que estuviesen ahí. Unos pasos más atrás estaba Sai, un extraño chico de ROOT, también cubierto por una máscara. No era normal para el Hokage mandar a llamar a miembros de ANBU que pertenecían a distintas formaciones dentro de ésta, pero Itachi asumió que algo estaba ocurriendo. A lo mejor los iban a mandar en una misión en donde se necesitara de las habilidades de los tres.

Estaba agotado y pensaba que podría ir a su casa y dormir un poco, pero si debía partir en otra misión, lo haría sin dudarlo. Era bastante extraño, pues mientras caminaba pudo ver distintos grupos de Chūnin de Konoha, incluyendo al equipo siete de su hermano, al equipo ocho de Kuranai-san y al equipo diez del fallecido Asuma.

Por supuesto, sus ojos se enfocaron en el equipo ocho, buscando con la mirada a Hinata Hyūga, pero no la encontró.

Bajó la mirada y siguió caminando preguntándose por qué acababa de hacer eso.

¿Sería porque no la veía desde ese día en que ella salvó al tercer Hokage involuntariamente?

—¿Qué crees que esté pasando? —le preguntó de pronto Tenzo a su lado, sacándolo de los recuerdos en que cargaba a una pequeña chica entre sus brazos que acababa de estar tosiendo sangre.
—No lo sé —respondió Itachi con sinceridad mientras sus ojos pasaban a enfocarse en Sasuke, quien se encontraba apoyado contra la pared observando con indiferencia como Sakura regañaba a Naruto por alguna cosa—. Tal vez haya alguna misión colectiva de importancia a punto de realizarse.
—Quizás —respondió Tenzo.

Sakura Haruno era la tercera integrante del equipo siete. Era una chica bastante bonita y delgada. Su cabello era rosa y bastante único. Lo utilizaba corto por alguna razón, aunque cuando era una niña se veía adorable con su cabellera larga y ondulada cayendo por sus hombros. Tenía unos impresionantes ojos color jade que se asemejaban a estar mirando agua estancada. Era una verdadera belleza, aunque su humor no siempre era muy predecible. Se especializaba en genjutsu y su inteligencia era aun más elevada que la de su propio hermano. Por lo mismo, su frente era inusualmente amplia (un símbolo de inteligencia), aunque Itachi pensaba que cosas como esas no eran realmente un defecto, sino una cualidad que hacía única a una persona.

Lo más intrigante de Sakura Haruno era que estaba enamorada de Sasuke y éste pasaba de ella. Por lo mismo Itachi sentía lástima por la chica. Su hermano estaba enfocado en alcanzar su propio sueño y no parecía tener espacio para enamorarse ni sentirse atraído por nadie.

De cualquier forma, los primeros en entrar a la oficina fueron Itachi, Tenzo y Sai. Los tres hicieron una reverencia educada dentro de la oficina observando al sandaime con respeto.

—Sáquense las máscaras —dijo de inmediato sentándose con cuidado. Estaba viejo y cansado; todos lo venían notando y aún así Hiruzen Sarutobi era una de las personas más activas de Konoha. Ninguno cuestionó sus palabras, sólo se retiraran sus máscaras entendiendo que el sandaime deseaba conversar con ellos en un nivel más personal—. Itachi, Tenzo, Sai. Desde el día de hoy, los doy de baja de ANBU hasta nuevo aviso.

Itachi sintió que tanto Sai como Tenzo debían estar tan confundidos como él.

Bajó el rostro pensando qué habría hecho para deshonrarse a sí mismo y ser dado de baja, pero lo aceptó sin mostrar ninguna expresión en su rostro.

Sintió alivio.

Nunca había querido ingresar a ANBU, su padre había insistido en ello. Odiaba tener que ser el espía de los Uchiha, del Hokage y Danzo. Deseaba vivir en paz, deseaba poder descansar y dormir hasta tarde, entrenar, disfrutar del cambio de estaciones, poder perderse días enteros en los bosques de Konoha y acampar bajo las estrellas sin otra preocupación más que mirarlas.

Tal vez ahora podría tener el tiempo suficiente para encontrar una chica que lo amara, pedirle que se casaran, construir una casita a las afueras de Konoha y tener muchos hijos a quienes sobreproteger y mimar el resto de su vida, vivir como un abuelito de aquellos que gasta todo su dinero en sus nietos y enseñarles sobre la voluntad del fuego. Sí, esa era la vida que deseaba. Era un pacifista, odiaba las situaciones de conflicto y las luchas, todo lo que hacía era para comprarle paz a su nación.

Su labor con la aldea había finalizado y ahora podría comenzar a disfrutar de la paz que su esfuerzo había logrado. Inconscientemente, sonreía.

—Que entre el equipo siete —dijo el Sandaime con un grito y pocos segundos después Naruto, Sakura, Kakashi y Sasuke estaban dentro de la oficina—. Me alegra verte de nuevo, Naruto —dijo el Sandaime—. Espero que estos años aprendiendo con Jiraiya te hayan servido.
—¡Claro! —respondió despreocupadamente— Ero-sennin es muy fuerte.

Sasuke miró a Itachi como preguntándole qué era lo que estaba haciendo ahí e Itachi negó con la cabeza. Tampoco sabía por qué aún estaba parado en esa oficina.

—¿Por qué nos ha mandado a llamar, Hokage-sama? —preguntó Kakashi a nombre de su equipo.
—El jōnin, Sasuke Uchiha, ha solicitado hace una semana que se le transfiera desde el equipo siete hasta la policía de Konoha —Sakura y Naruto se giraron de inmediato a mirar a su compañero con sorpresa—. Luego de recibir una carta de parte de Fugaku Uchiha en donde se confirmaba que Sasuke habría sido aceptado dentro de la institución, he decidido darlo de baja del equipo siete y aceptar su transferencia.
—Gracias Sandaime —dijo Sasuke con una sonrisa llena de emoción, haciendo una reverencia.

Itachi también sonrió, convertirse en policía de Konoha era el sueño de Sasuke y poder ver como se hacía realidad era algo que lo llenaba de alegría. No sólo eso, que su pequeño y altanero hermano ahora se hubiese convertido en un hombre que le hacía una reverencia a otro le decía que todos esos años algo debió haber hecho bien para que Sasuke no heredara la soberbia de los shinobis que son más fuertes que el resto.

Sin embargo Naruto no se lo estaba tomando tan bien como él.

—¿Qué? ¡No puede dejar que Sasuke…!
—¡Naruto! —lo interrumpió Sakura dándole un codazo—. Basta. Es el sueño de Sasuke. Deberías sentirte feliz de que finalmente lo pueda alcanzar —le sonrió a Sasuke con calidez y éste le agradeció con la mirada por su intervención. A pesar de que no la tomaba en serio como potencial de novia, no significaba que no la viese como una gran compañera—. No porque Sasuke sea parte de la policía de Konoha dejaremos de ser amigos. Ellos también asisten en misiones.

Naruto hizo una mueca de disgusto y se cruzó de brazos.

Sasuke suspiró, era como si estuviese impaciente por irse de ahí y poder decirle a su padre que finalmente ambos eran policías. Itachi ya se imaginaba el escándalo que encontraría cuando llegara a casa. Pensaba que esa noche podría dormir tranquilo (de verdad estaba muy cansado, su cuerpo se lo decía pues apenas podía permanecer en pie), pero ese pensamiento había resultado errado, con Sasuke finalmente entrando a la policía de Konoha asumió que llegando a su hogar encontraría a la mitad del escuadrón de su padre ahí, incluyendo a Shisui.

—Para que el equipo siete siga funcionando bajo las instrucciones de Kakashi, he elegido a Sai para que reemplace a Sasuke —añadió el Hokage. Kakashi, Sakura y Naruto pusieron cara de sorpresa y voltearon su rostro hacia el chico pálido, quien les sonrió. Lejos de calmarlos, aquella sonrisa los perturbó—. Pueden retirarse. Ustedes dos quédense —le dijo a Itachi y Tenzo, quienes aún no entendían qué hacían ahí—. Kakashi, dile al equipo diez que entre.
—Enseguida —respondió Kakashi tomando a Naruto de los hombros pues ya comenzaba a gritarle a Sasuke que era un traidor y cosas por el estilo, mientras Sai los seguía desde atrás con los desconfiados ojos de Sakura sobre él.

No pasó mucho para que tres chicos entraran en esa oficina. Itachi los conocía pues había estado junto con ellos cuando decidieron tomar venganza contra los asesinos de Asuma Sarutobi; bajo órdenes del Hokage, los había acompañado junto con Kakashi.

La batalla había sido bastante dura pero se acabó cuando Itachi hizo que Kakuzu cayera en un genjetsu. Shikamaru se había encargado de Hidan y para la sorpresa de todos, Naruto, Sakura y Sasuke aparecieron logrando un trabajo en equipo que Itachi nunca antes había visto. Los dejó terminar con Kakuzu y observó de primera mano una de las técnicas más sorprendentes que había visto hasta entonces, el rasenshuriken de Naruto.

Ese día su hermano se había vuelto jounin.

Cuando vio a los miembros del equipo diez ahí, se preguntó si la situación se repetiría y harían que él o Tenzo tomaran el liderazgo del grupo ahora que Asuma estaba muerto. No tuvo que preguntárselo mucho tiempo cuando el Hokage instauró a Tenzo como líder del grupo y le dijo que desde ahora su nombre era Yamato y sería el jōnin a cargo de Ino Yamanaka, Chouji Akimishi y Shikamaru Nara.

Cuando los cuatro salieron de la oficina, miró al Hokage a los ojos. Él aún estaba ahí y francamente podría haberse ahorrado escuchar todo aquello si le hubiese dicho desde el comienzo qué era lo que quería con él.

—Itachi, tú y Kakashi son los jōnin más prestigiosos de Konoha, pero ambos sabemos que si tú y él lucharan… la batalla no duraría más de unos pocos minutos. Eres muy fuerte, creo que incluso me has superado cuando se trata de combatir —Itachi se sentía incómodo con aquello. Era una persona muy humilde como para estarse comparando con otros—. Estoy cansado, Itachi. Llevo muchos años haciendo esto —se sentó atrás de su escritorio y prendió fuego a una pipa con la que estaba jugueteando—. Hace poco perdí a mi hijo, ¿sabes? —Itachi asintió— Lo cual me ha hecho pensar más de la cuenta en lo frágil que es la vida y lo rápido que pueden pasar los años. No quiero morir sin saber que voy a dejar mi aldea en las manos de alguien que la ame tanto como yo —Sarutobi cerró los ojos, como si recuerdos del pasado lo atormentaran. Lejos de sentirse sobrecogido por ellos, sonrió—. Hace unos 18 años, en esta misma oficina, le pedí a un chico de tu edad que tomara mi lugar. No pensé que lo volvería a hacer.
—¿Perdón? —Itachi entendía donde estaba yendo toda esta conversación— Yo no…
—Itachi. La voluntad de fuego es fuerte en ti. Amas esta villa tanto como yo. A través de los años te he visto haciendo cosas que destruirían el alma de cualquier hombre, pero tú las aceptaste con una sonrisa gentil sin pedir nada a cambio —Itachi bajó el rostro—. Por ello, quiero que seas el próximo Hokage.

El pelinegro sintió que el estómago le daba vueltas y todo en su mente se volvía blanco. No le molestaba tomar el rango, pero sentía que había personas mucho más experimentadas que él para dicho labor.

—Sólo tengo veintiún años.
—El Kazekage tiene dieciséis —respondió Sarutobi e Itachi supo que había destruido su argumento para negarse a base de falta de experiencia.
—Jiraiya-sama sería un candidato más adecuado que yo para remplazarlo. Fue su estudiante y siempre ha estado cuidando de Konoha. Esta Danzo-sama, quien tal vez no comparta su modo de vista del mundo shinobi, pero ha estado toda su vida trabajando en las raíces de los árboles de este país para comprar su paz. Y… Kakashi-san, tiene mucha más experiencia y madurez que yo cuando se trata de…
—Debes ser tú —dijo el Sandaime cortándolo—. Jiraiya no querrá el cargo, hace años dejó de creer en el sistema shinobi. Mi otra discípula, Tsunade, también abandonó la villa y sólo se dedica a apostar y beber. A pesar de que a ambos los estimo como hijos, ninguno de ellos, a pesar de su edad, tiene la madurez para estar en esta oficina liderando. Jiraiya es muy despistado e impulsivo mientras que Tsunade no sabe afrontar situaciones de alto estrés sin explotar. Por otra parte, Danzo no es la persona apropiada para ser Hokage, nunca debería llegar a serlo. Y Kakashi… bueno… Kakashi está más interesado en terminar sus libros Icha Icha a hacerse cargo de la aldea —Hiruzen Sarutobi se puso de pie y caminó lentamente hacia Itachi poniendo una mano en su hombro—. Debes ser tú. Veo la misma determinación y amor por esta villa que veía en Minato.

De pronto, un golpe se escuchó en la puerta. Tanto Itachi como el tercero voltearon sus rostros hacia esa dirección y vieron largos risos negros y grisáceos asomarse. Sus ojos rojos eran tan intensos como siempre, mostrándose bastante más compuesta después del fallecimiento de Asuma Sarutobi, aunque las ojeras aún estaban ahí.

—Kurenai, entra —dijo el sandaime—. Después terminaremos nuestra conversación, Itachi.
—Sí señor —respondió sintiéndose un poco mareado por la presión que acababan de poner sobre sus hombros—. Si me disculpa…
—No, de hecho… creo que es mejor que también te quedes Itachi —le respondió el sandaime.

Kurenai terminó de abrir la puerta y atrás de ella aparecieron un chico Aburame, un chico del clan Yamanaka con su perro mucho más crecido de lo que recordaba, y… Hinata Hyūga.

Itachi no mostró expresión al verla pues en un comienzo no la reconoció. Su cabello estaba mucho más largo, su rostro había perdido esa redondez de la niñez y su cuerpo había tomado curvas que antes no estaban ahí. Sus pestañas enmarcaban sus ojos color violáceos y a simple vista, la elegancia de sus facciones la hacían resaltar de cualquier otra chica que Itachi hubiese visto antes en su vida. Había crecido desde una niña demasiado delgada y frágil a una señorita hermosa y curvilínea, capaz de hacer que alguien como él se perdiera como un idiota mirándola. Media sonrisa apareció en su rostro al notar que cuando Hinata lo vio parado ahí, sus mejillas se sonrojaron. Si que ha crecido, pensó.

—Chicos, como deben saber, Kurenai está embarazada —ya se veía una leve prominencia en su vientre, pero aun así, Itachi nunca hubiese adivinado que aquello se debía a un embarazo—. Ambos hemos considerado que no es adecuado que siga en misiones y en servicio activo en ese estado, por lo cual he autorizado su renuncia al rango de jōnin. Kurenai desea ser madre y cuidar de su hijo —los chicos se veían algo deprimidos por la situación, pero sonrieron asintiendo—. Por lo tanto, les quería presentar al nuevo miembro del equipo ocho en remplazo de Kurenai, Itachi Uchiha.

Itachi no entendía nada.

Primero le había hablado sobre ser Hokage y ahora le estaba pidiendo que formara parte del equipo ocho. Todo era demasiado confuso. En menos de diez minutos había pasado de ser un miembro activo del escuadrón de asesinatos de ANBU a un candidato a Hokage miembro del equipo ocho.

—¡Vaya! —exclamó el chico del clan Inuzuka sorprendido—. Quien iba a pensar que el Itachi Uchiha fuese a ser parte de nuestro equipo.
— Kiba —interrumpió el chico Aburame—. Deja que el sandaime termine de hablar.
—Itachi es joven pero es uno de los jōnin más experimentados de Konoha, será un gran reemplazo para Kurenai —Itachi estaba tan confundido que ni si quiera pestañaba. No era el tipo de persona que alegaba o se negaba a las peticiones del Hokage, aún más, no era del tipo que se dejara sorprender con facilidad y aquella situación le había quitado por completo el habla—. Ustedes tres se especializan en misiones de rastreo. Tienen el potencial de ser el mejor equipo de rastreo de la historia de Konoha, ese es su desafío.
—Sí, Hokage-sama —respondieron los tres chicos del equipo ocho al unísono.
—Perdón Hokage-sama, no quiero cuestionar sus decisiones, pero yo no soy precisamente el tipo de shinobi que se especializa en rastreo como los Hyūga, los Aburame o los Inuzuka —Itachi estaba preocupado, no tenía habilidades únicas que lo facultaran a detectar a un shinobi a kilómetros de distancia, sólo tenía su intuición, instinto e inteligencia cuando se trataba de encontrar un enemigo. Estar con ellos sólo para localizar enemigos o cosas, lo harían volverse un estorbo— ¿Qué podría aportar yo a un equipo que se especializa completamente en rastreo?
—Tu experiencia en misiones rang —respondió el Hokage abriendo su cajón y sacando un libro con tapa de cuero que decía sobre él: BINGO—. Es hora de disminuir las páginas en este libro. Producto del ataque en Suna por parte de Akatsuki, el terror que Hidan y Kakuzu trajeron por todo el País del Fuego con sus asesinatos por dinero, los horrores que el ángel en el país de la lluvia ha causado a las regiones aledañas y los atentados terroristas de un chico llamado Deidara que ha volado al menos 8 villas los últimos 3 meses… los cinco kages han decidido comenzar una especie de limpieza en lo que se refiere a criminales rango S buscados internacionalmente. Ustedes serán el equipo que Konoha mandará para ello.

Viendo que sus días se acortaban, seguramente el Hokage quería deshacerse de ellos a la brevedad. Era como si a él, el mejor miembro del escuadrón de asesinatos, le acabase de dar un equipo de rastreo para su uso personal. Itachi lo comprendió a la perfección. Quería que llevase a cabo un último favor personal hacia él.

— ¿Tenemos una fecha límite? —preguntó, frío como una máquina.

Kiba y Hinata lo miraron con curiosidad, la joven temblando levemente mientras él ponía su mano sobre su hombro. Su frialdad y determinación los descolocó visiblemente, pero no a Shino, quien era muy parecido a Itachi en ese sentido; si había que cumplir una orden lo haría sin si quiera cuestionarlo.

—Itachi, quiero que aprendas a trabajar con el equipo ocho antes de que comiencen con esta misión rango S. No quiero desmantelar el equipo sólo porque Kurenai ha renunciado a su cargo, por lo tanto les estoy dando una nueva misión, un nuevo líder y un nuevo nombre —les dijo—. Será clasificada como secreta. Todo lo que se ha hablado en esta habitación lo es. Si algún grupo les pregunta por qué están trabajando con Itachi, responderán que él está remplazando a Kurenai hasta nuevo aviso, nada más. El motivo último de su misión es clasificada como TOP PRIORITY.
—Entendido — dijo el chico Aburame—. Comenzaremos a trabajar con Itachi-san para que pueda utilizarnos como mejor le parezca. No lo decepcionaremos, Hokage-sama.
—El equipo de inteligencia liderado por Anko ha reunido una cantidad apropiada de datos de algunos de los nombres de este libro, incluyendo sus poderes y principales atributos —el Hokage extendió este nuevo archivo a Itachi—. Manéjalo con cuidado. Hay información clasificada ahí.
—Sí señor —dijo Itachi sosteniendo los archivos complementarios. — Los estudiaré a la brevedad y los traeré de vuelta.

El sharingan podía copiar todo lo que veía, sólo necesitaba leerlo una vez para que se grabara fotográficamente en su memoria.

—Equipo ocho, desde hoy pasan a tomar el nombre clave de Team Rei (Equipo Cero). Todos excepto Itachi pueden retirarse —los miembros involucrados hicieron una reverencia y comenzaron a caminar hacia la puerta. Itachi podía notar que el chico Aburame estaba completamente impasible mientras que el Inuzuka parecía demasiado excitado y Hinata un tanto preocupada—. Cuida de mi nieto, Kurenai —dijo el anciano mientras volvía a sentarse y a darle una aspirada a su pipa.
—Sí señor —respondió la mujer tomando su estómago con cariño, cerrando la puerta tras ella.

De esa forma quedaron solos una vez más en la oficina.

Itachi miró al Hokage con seriedad, analizando cada una de las cosas que acababan de suceder.

—Itachi, ¿entiendes por qué te estoy incluyendo en este equipo, verdad? —le preguntó el Hokage con autoridad.
—Sí, sandaime. Desea que se haga de forma rápida y limpia. Un grupo de apoyo con chicos que se especializan en rastreo me hará más fácil realizar nuestra misión —respondió Itachi—. Sin embargo, si desea que esta misión sea un éxito no entiendo por qué mandar a niños sin experiencia. Creo que estar cuidando de ellos mientras realizo la misión sólo entorpecerá su eficacia. Hay jōnins en ANBU y fuera de éste que se especializan en rastreo y asesinato que serían una opción más viable que los chicos del equipo ocho.
—Lo sé Itachi —respondió el tercero sonriendo—, pero ya va siendo hora que estos chicos ganen experiencia. Tú eras tres años menor que ellos cuando todo el consejo confió en ti para tu misión rango S —el estómago de Itachi se recogió una vez más. Detestaba recordar esa misión. Aún soñaba con el día en que se le había comunicado por parte de Danzo qué debía hacer en caso que las negociones fracasaran—. Con sus cortos años de shinobis, son realmente el mejor equipo en cuanto a rastreo que posee la aldea. Hinata Hyūga con el Byakugan, Shino Aburame con sus insectos y Kiba Inuzuka con su nariz; tienen potencial. Quiero que explotes eso. Es mi deseo que también sientas que perteneces a un equipo en donde te llamen por tu nombre, no sólo "Cuervo". A veces me preocupa que al pasar tantos años trabajando sin identidad, sin remordimientos y sin rostro, hayas olvidado realmente quién eres.
—¿Quién realmente soy? —preguntó Itachi confundido.
—Sí —respondió el Tercero—. Una persona gentil, que ama la paz y su aldea. Por ello te estoy removiendo de ANBU, no quiero que tu corazón cálido se vuelva completamente de hielo. Debemos cuidar tu voluntad de fuego.
—Señor, debo ser honesto con usted.

Itachi ni si quiera sabía por qué iba a decir aquello. Una de las grandes lecciones que había aprendido en su vida era nunca decir lo que realmente pensaba, sino que dejar que el resto asumiera lo que estaba pensando. Estaba quebrando su regla de oro.

— Me preocupa que mi clan intente manipularme si me da el rango de godaime.
—Al contrario, Itachi. Tu clan lleva décadas deseando ver a un Uchiha como Hokage, desde la fundación de Konoha. Creo que esto finalmente traerá paz entre el clan Uchiha y nuestra Aldea.

Itachi asintió. El Sandaime era brillante. El clan deseaba más poder dentro de la villa hace años, ¿Qué mejor forma de darles la ilusión de ello poniendo a Itachi como Hokage junto al tercero?

—Haré todo lo que esté a mi alcance para comprar dicha paz —respondió Itachi—. Aprecio mucho su confianza.
—Y yo aprecio todo lo que has hecho por Konoha durante estos años —respondió poniéndose de pie y caminando hacia él—. Itachi, nunca fuiste mi estudiante. Eras del tipo brillante de shinobi que no necesitaba un maestro para explotar su potencial… y aún así… siento que has heredado todos mis deseos —puso una mano en su hombro nuevamente y se permitió sonreírle—. Me recuerdas a Minato Namikaze.

Itachi salió de la oficina del Hokage sintiendo una calidez en su pecho que le llamó la atención.

¿Sería agradecimiento? ¿Felicidad? ¿Debería si quiera sentirse orgulloso de sí mismo por lo que sus esfuerzos habían logrado conseguir? Era el candidato a godaime, un puesto que nunca si quiera había querido ni imaginado, pero que ahora se le presentaba. Sabía que tomarlo significaba para él poder asegurarse de que las personas en Konoha tuviesen paz. Podría buscar alternativas nuevas al sistema shinobi que por tantos años había ensombrecido al mundo, tenía la oportunidad de cambiar las cosas desde su base para disminuir el odio entre las naciones.

Él había sido una herramienta toda su vida, y ahora, por primera vez, se daba cuenta que podía ser el que dirigía el curso del destino de todas esas vidas que estarían bajo su responsabilidad, en especial la suya. La idea de aquello lo asustó, pero al mismo tiempo, lo hizo sentir que debía estar a la altura de la confianza del Hokage. Tenía que continuar con la labor y la voluntad de todos los hokages antes que él.

De pronto una vocecilla desde su espalda lo hizo salir de sus pensamientos.

—¿U...Uchiha-san? —Itachi se volteó y se encontró con sus ojos nacarados.

Aún necesitaba mirarla hacia abajo, pero no tanto como antes. Había crecido, se había vuelto una joven hermosa que irradiaba una cierta luz que aun no podía descifrar. Su sonrisa hizo que se borraran todas las preocupaciones que acababan de poner sobre sus hombros.

—¿Tiene un momento? —le preguntó. Itachi asintió con curiosidad— Quería... yo... yo quería decirle...
—¿Sucede algo Hinata-san? —le cuestionó un tanto preocupado— ¿Por qué tan nerviosa?
—Uhmm… yo… — Sus mejillas se sonrojaron nuevamente—. Quería agradecerle.
—¿Agradecerme, por qué?

. . . . . . . . . . .

Se estaba celebrando el torneo chunnin dentro de Konoha El día en que Itachi Uchiha pasó a ser un ninja de reconocimiento mundial.

Había pedido permiso especial para poder asistir al lugar como espectador y no como miembro de ANBU. Sasuke había clasificado al torneo junto con Naruto y ambos chicos estaban más que ilusionados por ello. Su hermano menor no se callaba al respecto, era lo único de lo cual habló durante un mes (o así le había dicho su madre). Por primera vez en mucho tiempo, hasta Fugaku Uchiha estaba entusiasmado por su hijo y le había dicho " Es lo que esperaba de un hijo mío".

Sin embargo, el señor Uchiha estaba cuidado de la seguridad de los señores feudales que habían llegado para asistir a los encuentros y debido a ello, sólo Itachi y Mikoto Uchiha estaban en las graderías atentos para alentar a Sasuke contra un chico de la aldea de la Arena que se decía era muy fuerte.

Su madre estaba nerviosa y lo notaba en sus ojos. Era fácil leerla. Miraba para todos lados atenta como si presintiera que algo estaba por ocurrir.

—Sólo hay ocho miembros de ANBU desplegados en todo el estadio —dijo de pronto. Fue entonces que Itachi lo notó.

¿Por qué en un evento como ese sólo habría ocho de sus compañeros?

Y justo cuando estaba mirando hacia la entrada de las graderías, su vista se encontró con Hinata Hyūga acompañada de quien era seguramente uno de sus compañeros de equipo. Al parecer ninguno había clasificado a esa instancia del torneo, pero aún así estaba ahí. Hinata se veía más delgada de lo que la recordaba, vistiendo una camisa formal con cuello largo y calzas negras. Se preguntó qué le habría pasado para que se viera tan agotada.

Los ojos de la chica se encontraron con los suyos y sólo entonces notó que la estaba mirando fijamente. Dándose cuenta de ello, levantó la mano a modo de saludo y Hinata, luego de sonrojarse, le sonrió de vuelta.

Después de eso comenzó el torneo y el primero en luchar fue Naruto. Mikoto y él observaron su pelea con cuidado, pues de una u otra forma, ahora que Sasuke y él eran compañeros de equipo el pequeño Uzumaki estaba siempre en la mansión Uchiha abusando de la cocina. Lo veían como una extensión de la familia.

Su oponente era Neji Hyūga, el genio. Para él no era desconocido el nombre pues hasta los miembros de ANBU que pertenecían a dicho clan alababan a Neji como uno de esos shinobis que aparecen una vez cada cien años en una familia. Itachi pensó que Hinata estaría animando por su familiar, tal vez fuesen hermanos. Pero cuando la miraba de reojo, sólo podía notar que cada golpe que recibía Naruto era como si lo estuviese recibiendo ella.

Itachi frunció el ceño… ¿Por qué esa niña seguía insistiendo en ser un misterio para él? ¿Por qué no alentaba cuando su primo golpeaba al Uzumaki y sólo mostraba dolor?

Fue cuando la vio tomarse el pecho y literalmente toser sangre que se puso de pie con preocupación. Algo raro le estaba pasando y al ser seguramente el jōnin más rápido en todo ese estadio debía llevarla para que alguien la atendiera en el hospital a la brevedad.

—Ya vuelvo —le anunció a su madre y en un segundo estaba frente a Hinata tomándole los hombros antes de que cayera al suelo porque había colapsado.
—¿Qué le sucede? —preguntó Kotetsu Hagane quien se encontraba sentado junto a ella.
—Sufrió un serio daño al corazón durante los combates clasificatorios al torneo —respondió el chico que estaba sentado al lado de Hinata, un niño con unas marcas rojas en el rostro—. Oi Hinata, ¿estás bien?
—La llevaré al hospital —dijo Itachi tomándola entre sus brazos, sólo para que de la nada un miembro de ANBU apareciera frente a él.

Reconoció la máscara como la de Kasumi Aburame, su compañero, Niebla.

—Yo me encargaré de ella —le dijo, pero Itachi no la soltó, sólo lo miró a los ojos.
—¿Quién eres tú? —preguntó Kiba sospechoso mientras el cachorro en su cabeza olfateaba el aire con desconfianza.
—Nadie de quien deban sospechar —respondió el sujeto.

Esa no era la voz de Niebla. Ese sujeto se había apoderado de su máscara de alguna forma y ahora la portaba. Cada máscara ANBU variaba según los signos del zodiaco, pero tenían un diseño de colores únicos que las distinguían unas de otras.

—¿Puedes sanarla? —preguntó Itachi de inmediato.
—Sí, soy médico.

Bingo. Caminó atrás de él, con el pequeño Inuzuka a su lado. Supo que si intentaba algo raro en ellos tendría que matarlo. Pero primero pensó en Hinata, si lograba sanarla valdría la pena no cortarle de inmediato la garganta.

Subieron las escaleras en silencio, Itachi listo para activar su sharingan en cualquier instante. Un movimiento en falso de ese hombre y lo mataría. Lo primero que debía hacer era proteger a la pequeña Hinata entre sus brazos quien había perdido la conciencia. Un hilillo de sangre caía por su labio, haciendo que el estómago de Itachi se revolviera nervioso, algo que no le sucedía jamás, ni si quiera cuando estaba a punto de matar a alguien. Pero no estaba ahí sólo por la chica, también, tendría que proteger al chico Inuzuka que estaba siendo involucrado en el asunto que traía entre manos ese impostor con la máscara de Niebla.

Depositó a Hinata en el suelo cuando llegaron a la parte más alta de las graderías, en el pasillo de ingreso. El hombre con la máscara comenzó a utilizar ninjutsu médico en el pecho de la joven Hyūga e Itachi lo observó con la mano casi al lado de su porta kunais, listo para sacar sus armas. Sin embargo, cuando vio que las mejillas de Hinata recuperaron su color y dejó de tener ese aspecto lúgubre se calmó levemente.

—Eso debería bastar para tenerla en pie por bastante tiempo —dijo el enmascarado.
—¡Asombroso señor ANBU! —exclamó el niño Inuzuka.

El sujeto levanto la mirada y se encontró con los ojos rojos de Itachi, sabiendo que mientras él estaba trabajando en ella, él se había encargado de prepararse para enfrentarse a él.

Las pupilas de Itachi se volvieron distintas, cambiaron como un caleidoscopio y utilizó el genjutsu más fuerte que poseía para knockearlo: Tsukuyomi.

El enmascarado ni si quiera supo cuando el sharingan lo golpeó haciéndolo caer en la técnica de Itachi. En dicho genjutsu, el Uchiha podía manipular el tiempo a su antojo, por lo cual tuvo calma cuando comenzó a interrogarlo.

—No importa… esto sólo es una ilusión… —dijo el enmascarado cuando uno de los kunai de Itachi se enterró en su pecho.
—El dolor es real, estoy manipulando tu sistema nervioso —le respondió— ¿Cuánto tiempo crees que puedas aguantar el dolor que estás sintiendo?
—Para cuando acabes, ya no habrá nada que puedas hacer al respecto. Todo habrá terminado —respondió el hombre intentando recuperar la respiración luego de haber estado gritando incesantemente clavado a una cruz.
—Yo controlo el tiempo y el espacio en el mundo de Tsukuyomi. Puedo estar un año, cinco años, diez años, una eternidad perforando tu cuerpo y destrozando tus nervios… y en la realidad sólo habrá pasado un segundo —respondió Itachi sin emociones al verlo gritar nuevamente mientras retorcía el kunai en medio de su pecho—. Comienza a hablar.

En dicho lugar, quebrado por el dolor y el infierno que comenzó a vivir, no tuvo más remedio que confesar el plan, la forma en que atacarían Konoha, la muerte del kazekage, como Orochimaru había tomado su identidad y el inminente peligro que corría la aldea.

Cuando Itachi lo soltó de su genjutsu después de una semana dentro de Tsukuyomi, sabía todo lo que debía saber. El sujeto cubierto en la máscara colapso hacia adelante completamente inconsciente.

El pelinegro comenzó a tiritar; utilizar el tsukuyomi siempre lo dejaba agotado. En el mundo real sólo habían transcurrido tres segundos.

—Necesito que realices un servicio como Shinobi de esta aldea, Inuzuka-kun. Es una misión rango A —dijo Itachi tomándose el ojo.
—¿Qué… qué sucedió con el señor ANBU? —preguntó el chico asustado.
—Es un enemigo de esta aldea quien asesinó al verdadero dueño de esa máscara para ingresar a este lugar. Necesito que vayas por Kurenai Yuki, que estaba sentada unos puestos más abajo del lugar en donde lo hicieron Hinata-san y tú. Dile que venga, urgentemente ¿Crees que puedas hacer eso? —le preguntó Itachi mirándolo seriamente.
—¡Confíe en mi Uchiha-san! —le respondió él y su perrito ladró— ¿Pero… y Hinata?
—Yo cuidaré de ella. — Dijo Itachi respirando profundamente y tomando a la chica en brazos.

Aún no recuperaba su fuerza por completo, pero no estaba ni cerca de estar fuera de condiciones de luchar. El plan de ese sujeto era activar un genjutsu cuando Sasuke luchase, raptarlo y lanzar un ataque a gran escala sobre Konoha para aprovecharse de la confusión y poder escapar con él. Aún tenía tiempo para evitar que mataran al tercero… sólo necesitaba respirar un segundo más.

— Ve.


. . . . . .

—Lo que usted hizo por mí... ese… ese día del ataque a Konoha —Hinata miraba sus pies, muy tímida como para enfocarse en los ojos de Itachi—. He querido agradecérselo por mucho tiempo, pero… pero nunca he podido tomar valor de.. .bueno, de dejar de…
—No fue nada, Hinata-san —respondió Itachi mirando hacia un costado, sintiéndose levemente avergonzado por un agradecimiento que llegaba tres años tarde—. Si usted no hubiese colapsado, nunca me habría podido dar cuenta de lo que estaba pasando. En cierto modo, que el Sandaime esté vivo es gracias a ello.

Cuando Kurenai y Asuma llegaron al lugar en donde se encontraban se encargaron de aprisionar al muchacho; luego descubrirían que se llamaba a si mismo Kabuto.

Itachi dejó a Hinata con su instructora y se dirigió por los pasillos corriendo en dirección a donde se encontraba el Hokage. Se movió por la muralla externa del estadio haciendo una señalización a todos los miembros de ANBU que vio fuera del recinto y se introdujeron al balcón privado en donde se encontraba el Sandaime.

Les explicó la situación en pocas palabras; así se hacían las cosas cuando se estaba en ANBU, se debía saber resumir, pues la velocidad de actuar lo era todo durante sus misiones.

En ningún momento desactivó su mangekyo, sabiendo que con eso estaba revelándose a sí mismo como el Uchiha con más poder en los últimos años. Pagó el precio de la paz con aquello, sabiendo que desde ese día en adelante estaba en peligro constante de que alguien intentara robar sus ojos.

Subieron al techo y se deslizaron hasta caer en la baranda del balcón.

Sólo con mirar al falso Kazekage hizo que cayera en su genjutsu. Orochimaru quedó completamente inmóvil mientras Itachi lo observaba parado en la barra del palco de honor de los Kage.

"¿Qué significa esto Itachi?" Le preguntó el sandaime creyendo que se había vuelto loco y que finalmente los Uchiha se estaban revelando ante Konoha. El resto de los miembros de ANBU se introdujeron a la cabina y cubrieron al tercero de cualquier ataque.

Itachi utilizó amaterasu para eliminar de una vez a los dos ninjas de la arena que estaban junto a Orochimaru, descubriendo que se trataba en realidad de cuatro ninjas renegados de la aldea del sonido. Fue la primera vez que utilizaba esa técnica en público y la audiencia pareció volverse loca al observar lo que estaba pasando, apuntando en dirección a lo que parecía una traición de parte del país del fuego hacia el país de la arena.

"Confíe en mí." Dijo Itachi mirando al Tercero para luego dirigirse a su escuadrón ANBU. — "Saquen al sandaime de aquí. Esto no parará de arder". — Dijo Itachi sintiendo como su ojo sangraba.

Los miembros de ANBU saltaron al vacío con el Hokage en sus brazos, mientras que Naruto quien acababa de ganar el combate, observaba con horror desde la arena.

"¿Cómo es posible… que puedas… detenerme? ¡Cómo es posible que me paralices con tu genjutsu!" Le preguntó Orochimaru con su voz rasposa mirándolo con miedo. "…Quiero esos ojos para mí… el poder de esos ojos es… es… maravilloso… no puedes… no puedes interferir en que obtenga todos los ninjutsus que existen incluyendo los ojos de Sasuke Uchiha."

Las llamas negras saltaron hacia él derritiendo el falso rostro que había utilizado. Todos en ese estadio pudieron ver que debajo de lo que parecía ser el Kazekage, se encontraba el verdadero rostro de un ninja renegado de Konoha, famoso a nivel mundial: Orochimaru. Pero éste no podía mover sus manos para crear sellos para escapar, estaba paralizando ante el mangekyo.

"Orochimaru." Respondió Itachi sin querer sonar altanero pero diciendo lo evidente. "Aunque poseas todos los ninjutsus del mundo… ante mis ojos… se vuelven inservibles."

Flor (su compañera en el escuadrón de asesinato de ANBU) le cortó la cabeza y su cuerpo fue atrapado por las llamas de Amaterasu.

Cuando vio que se consumió por completo, Itachi apagó las llamas cayendo de rodillas en el balcón con el rostro cubierto en lágrimas de sangre que había creado el Amaterasu.

El ataque comenzó después de eso y fue uno de los episodios más oscuros de la aldea después de la tercera gran guerra shinobi. Se le conoció como "La guerra de un día" debido a que se venció a Suna durante ese periodo de tiempo y ésta se rindió alegando que habían sido utilizados por Orochimaru.

Itachi volvió en sí después de revivir esos recuerdos en su cabeza y movió lentamente los ojos para observar a Hinata. Aún se sentía un tanto avergonzado por la situación. Estando en ANBU, nunca nadie le había dado las gracias. No estaba acostumbrado a ello y tampoco sabía muy bien como se suponía debía actuar ante la gratitud de otra persona.

—Aún así yo… —continuó la joven— Lo siento. Cada vez que intenté agradecerle por ayudarme, yo… bueno… yo… usted siempre estaba con…
—Sasuke y Naruto —completó Itachi sonriendo divertido—. Lo entiendo, descuide. No necesitaba darme las gracias, pero, me siento muy honrado de que lo haya hecho.
—¡Lo siento! —volvió a repetir Hinata, haciendo una reverencia— De verdad fue muy desconsiderado de mi parte no…Nunca he sido muy buena cuando se trata de hablar con los demás.

Itachi sonrió un poco embobado con ella. Él tampoco era bueno cuando se trataba de sociabilizar con el resto.

—Parece que nunca has sido buena en muchas cosas —tanto Itachi como Hinata se dieron vuelta al escuchar esa voz—. Te estaba esperando Itachi.
—¿Qué tal Hinata? —la saludó Naruto que estaba aún de brazos cruzados y visiblemente molesto junto al pelinegro.
—Sasuke —respondió Itachi un tanto molesto por la forma grosera en que se había entrometido su hermano en una conversación en que nadie lo había invitado—. No deberías hablarle así a una señorita. Creo haberte dicho en más de una ocasión que escuchar las conversaciones ajenas es de mala educación.
—Deja de hablarme como si fueras mi padre, Itachi —respondió su hermano levantando una ceja—. No estaba escuchando su aburrida conversación, como dije, sólo estaba esperándote —respondió también molesto y mirando a Hinata con el ceño fruncido. La chica pareció ahogarse bajo esos oscuros ojos y los azules de Naruto. Su rostro estaba muy rojo y hasta Itachi notaba que hiperventilaba cuando tenía a Uzumaki cerca (aunque éste era muy despistado si quiera para darse cuenta)— ¿Qué es eso de que son compañeros?

La pregunta había sido dirigida hacia Hinata, pero la chica parecía empequeñecer ante la mirada inquisidora de Sasuke y los ojos curiosos de Naruto. Por lo mismo, Itachi le lanzó un salvavidas.

— Lo que escuchaste. Remplazaré a Kurenai-san en el equipo ocho.
—¿Por qué te saldrías de ANBU para ingresar en un equipo de chūnins? —le preguntó curioso pero más que nada con suspicacia. Itachi no lo culpaba, era muy astuto para su edad y cualquiera podría haber visto que Itachi no encajaba realmente con el estilo de ese equipo— Tú no te especializas en rastreo, nunca has trabajado en equipos ni has sido instructor de uno.

Sentía nuevamente a Sasuke menospreciando a la chica. La miró de reojo y al notarla decaída no tuvo más alternativa que mentir. Aquello se le daba bien.

—Hace tiempo he querido trabajar con Hinata-san. Cuando vi el puesto libre sólo pedí el traslado —respondió Itachi intentando evitar el grado de tensión que Sasuke estaba creando mirando a Hinata de esa forma—. Un shinobi debe ser sometido a todo tipo de situaciones y salir airoso de ella. El byakugan y el sharingan trabajando juntos dará de que hablar.
—¿Vas a pasar de realizar misiones rang misiones rango B y C? —le preguntó Sasuke entrecerrando sus ojos, no le creía nada— ¿Sólo por que quieres aprender a trabajar con el byakugan?

Itachi estaba comenzando a perder la paciencia. No entendía por qué su hermano siempre menospreciaba a Hinata de esa forma y tampoco le agradaba la manera en que la estaba mirando, como si le molestara su mera presencia. Naruto levantó una ceja algo confundido también, desde pequeño tenía esa idea de que Hinata era genial porque Itachi lo decía, pero mientras más lo pensaba, no veía como conciliar el puño gentil de los Hyūga con el Sharingan de los Uchiha.

—Uchiha-san nos entrenará para mejorar el desempeño de nuestro equipo en reemplazo de Kurenai sensei, quien ha renunciado a su cargo por encontrarse embarazada —Itachi no pudo creer la suavidad y calma con que hablaba Hinata luego de haberse mostrado tan nerviosa sólo segundos antes. Nunca pensó que mentir se le hiciera tan natural, ¿tal vez habría sido por ayudarlo tal como él lo estaba ayudando? ¿Por cerrarle la boca a Sasuke de una vez? O… ¿También habría perdido la paciencia?— Es un honor para nosotros poder aprender de alguien tan experimentado como él, después de todo, es el shinobi más fuerte d-de Konoha.

Aquello provocó un leve tic en uno de los párpados de Sasuke. Itachi lo comprendió de inmediato, la chica acababa de provocar a su hermano diciéndole eso y lo peor era que lo había hecho a propósito.

La chica tenía agallas.

—Vamos Itachi. Se supone que hoy la familia va a celebrar porque ingresé a las fuerzas policiales —Sasuke ni si quiera quiso contestarle a Hinata ni se despidió de ella, sólo la miró una vez más, ¿qué la hacía tan especial para que Itachi la notara?

—¡Nos vemos Hinata! Oye, oye… aprovecha de entrenar duro con Itachi, él es genial. — Le indicó Naruto guiñándole un ojo y siguiendo con rapidez a Sasuke.

Itachi rió con suavidad. Su ánimo siempre era expansivo y no se le hacía para nada difícil imaginar a Naruto en su casa animando a todos cuando se enteraran que se había retirado de ANBU. Por un minuto mientras observaba a Hinata, quien miraba en dirección de Naruto sosteniendo una de sus manos cerca de su pecho con delicadeza, pensó en que ella era mejor compañía que su familia. De seguro toda esa noche su padre lo regañaría y tendría que soportar todo lo que quisiera decirle, sin poder revelarle la verdad del asunto, sin poder tampoco comunicarle que iba a ser el próximo Hokage (eso arruinaría la celebración de Sasuke, pues todo el clan estaría celebrando a su nombre).

Se enfocó en la chica y pensó cuanto le hubiese gustado sólo ir a caminar con ella en silencio; ambos parecían disfrutarlo.

En cambio, su boca se abrió y dijo lo primero que tenía en mente.

—¿Por qué no viene con nosotros, Hinata-san? —le preguntó notando esa mirada hacia Naruto. Sasuke comenzaba a caminar alejándose de ambos con las manos dentro de los bolsillos, pero paró en seco y se dio la media vuelta para observar qué rayos estaba haciendo su hermano.
—Yo..yo no quiero molestar —dijo mirando sus propios zapatos.
—Ya escuchaste Itachi. Andando —le indicó Sasuke mirando con seriedad la forma en que su hermano estaba tan cerca de ella, como si estuviese buscando de alguna forma su mano para llevarla junto a él—. Ya vamos tarde.
—Insisto, Hinata-san. Será divertido, ¿verdad Naruto-kun? —le preguntó Itachi con una sonrisa, sabiendo que si utilizaba al Uzumaki no se podría resistir.
—¡Claro Hinata! De seguro Mikoto-kaasan nos preparará un delicioso bol de ramen caliente —dijo Naruto poniendo una mano en su cuello.
—¡No le digas así a mi madre, perdedor! —le gritó Sasuke dándole un golpe en la cabeza— Además, si algo va a preparar será onigiris, no ramen. Tarado.

Ambos empezaron a forcejear tirándose de su ropa mientras Itachi y Hinata los observaban, el pelinegro sólo reía en voz baja mientras que Hinata miraba con sorpresa la escena de esos dos amigos que siempre llegaban a pelear a ese punto.

—¿Nos acompañará, Hinata-san? —le preguntó nuevamente Itachi.
—Es…está bien. Muchas gracias —respondió la chica, caminando al lado de Itachi mientras seguía observando como Naruto y Sasuke se insultaban mutuamente.







Itachi y Sasuke se mantenían en relativo silencio; el que hablaba por ellos era Naruto. Hinata también era del tipo silenciosa, sólo respondiendo a lo que le preguntaban y agradeciendo o pidiendo disculpas todo el tiempo.

El rubio se reía de ella, decía que la encontraba simpática mientras que Itachi sonreía mirándola de reojo. Aquellas pequeñas miradas no escaparon la atención de Sasuke, que cada segundo se sentía más irritado por tener a esa chica ahí en medio de ellos. Ni si quiera con Sakura compartía tanto y ellos eran casi amigos.

Cuando llegó a su casa el ambiente era bastante agitado, como de costumbre. La única diferencia era que en el patio se encontraban alrededor de quince sujetos vistiendo el uniforme de la policía de Konoha, todos con un vaso de lo que parecía ser alcohol en sus manos. Fugaku Uchiha era el capitán de la policía y que su hijo menor se uniera al escuadrón era una alegría no sólo para la institución, sino que para todo el clan.

—¡Pequeño idiota! —sintió los nudillos contra su cuero cabelludo, forcejeando hacia abajo. Shisui adoraba darle un coscorrón cada vez que lo pillaba desprevenido. Era tan irritante como los golpecitos que Itachi le daba en la frente (se preguntaba si Shisui le habría enseñado aquello cuando estaban creciendo)— ¿Con que por fin te transfirieron eh? Qué bien, necesitaba alguien que me limpiara las botas.
—Déjame en paz. Ya suéltame —comenzó a alegar Sasuke intentando librarse de él. Nunca había comprendido del todo como alguien tan distinto como Shisui e Itachi podían ser mejores amigos— ¡Le diré a Itachi que te queme vivo si no me sueltas!
—Ay la nenita va a llorar —se burló Shisui— ¿Por qué no corres a esconderte bajo la falda de tu mami?
—¡Ey suelta al novato Shisui! —le gritó otro hombre dando una gran carcajada, mientras que uno a uno los nuevos compañeros de Sasuke se acercaban y les daban sus felicitaciones— Nos limpiará las botas a todos.
—Para eso están los rookies —dijo otro, más alto que el resto.
—Para eso y para llenarme la taza con té —respondió un hombre un tanto viejo.

Sasuke sonrió un tanto fastidiado, intentando evitar los codazos y golpes en la cabeza que recibía de los miembros de la policía de Konoha. Se imaginó que lo tratarían de esa forma al comienzo pues sería el miembro más joven en ingresar en más de 30 años. Aquello lo llenaba de orgullo. No había logrado entrar a los trece años, como Itachi a ANBU, pero al menos estaba cumpliendo su sueño… era un policía de Konoha.

Era el día más feliz de su vida.

Estaba buscando con sus ojos entre todos ellos al único que realmente quería ver: su padre. Estaba ansioso de escuchar lo que tenía que decirle, tal vez lo felicitaría en frente de todos sus compañeros. Nada lo habría hecho más feliz que escuchar que finalmente había cumplido las expectativas de lo que significaba ser el hijo de Fugaku Uchiha.

Sin embargo, cuando lo vio parado hablándole a Itachi en el pasillo que daba al patio, su estómago se revolvió. Ese era el día más importante de su vida y aun así, lograba ignorarlo para enfocarse en su hijo mayor. Bajó el rostro un tanto desilusionado, intentando buscar la respuesta de por qué sin importar lo que hiciera, nunca era lo suficientemente bueno para su padre.

Vio que atrás de su hermano aparecía un rostro familiar. Era Sakura, portando un vestido de color rosa apretado a la cintura y que le caía suelto hasta las rodillas. Se veía… distinta. Hasta él podía reconocerlo. Aún así, cuando lo miró con los ojos llenos de ternura, él sólo frunció el ceño y volvió a enfocarse en Itachi y su padre, quien todavía estaba escuchando lo que tenía que decir.

Entonces sucedió. Itachi cerró la boca y comenzaron los gritos. Los miembros de la policía de Konoha parecieron ignorar el asunto de forma educada, dándole la espalda a la escena, alejándose hacia los árboles del patio para seguir con la celebración. Sasuke se quedó parado, observando con cuidado, regocijándose de que Itachi estuviese recibiendo un sermón. De seguro todo aquello tenía que ver con ANBU.

Pero Itachi no parecía estar muy enfocado en lo que tenía que decir su padre. Mientras que Fugaku Uchiha gruñía y gesticulaba exageradamente con sus manos, los ojos de Itachi estaban enfocados en Naruto y Hinata con frialdad, como si no estuviese escuchando nada de lo que el hombre le decía, sólo buscando refugio de sus palabras en el rostro de la Hyūga.

Naruto le estaba sirviendo jugo en un vaso con su típica sonrisa de retrasado y la chica lo miraba con esa misma sonrisita nerviosa de siempre. Eran las dos únicas personas en todo ese lugar que no parecían estar pretendiendo ignorar los gritos de su padre, sino que de verdad parecían en su propia burbuja. Sencillamente no entendía nada.

¿Si a Itachi le gustaba esa chica Hyūga… (Y estaba seguro que así era para ese entonces, demasiadas cosas se habían ido acumulando por los años que lo evidenciaban), por qué no le molestaba que ella lo ignorara por estar con Naruto? ¿Sería porque Naruto no la tomaba en cuenta de esaforma? Tal vez si su mejor amigo hubiese notado que le gustaba a Hinata Hyūga hubiese hecho más que ser un payaso con ella, pero como siempre era demasiado despistado para notarlo. Lo mismo había pasado con Sakura todos esos años. Mientras Haruno estaba enamorada de Sasuke, Naruto ni si quiera había notado que ella no quería nada con él a un nivel que superara la amistad.

—Felicitaciones Sasuke-kun —su voz lo sacó de su confusión y lo trajo de vuelta a la tierra. Se volteó sobre su hombro y vio que Sakura lo miraba con las mejillas sonrojadas. No entendía por qué. Llevaban años juntos, ella no era de las que se avergonzaba con facilidad—. Ya no estaremos juntos como antes, pero… espero que podamos seguir viéndonos seguido.
—No lo sé. Estaré ocupado los primeros meses. Quiero llegar a ser capitán de Policía —dijo Sasuke con honestidad, no iba a crearle falsas ilusiones—. Pero, cuando tenga tiempo, nos veremos Sakura. Cuenta con eso.

La joven le sonrió mirando el suelo y juntando sus manos sobre su pecho. Era como si estuviese luchando consigo misma por decir algo y Sasuke odiaba aquello.

—¿Sucede algo? —le preguntó. No iba a esperar toda la noche por ella.
—Cuando estábamos en la academia pensé que eras el niño más fuerte del mundo. Eras perfecto en todo lo que hacías. Siempre el mejor, siempre el número uno. Era imposible no mirarte —Sasuke no entendía el punto de lo que estaba diciendo pero se volteó por completo a mirarla—. Sasuke-kun, ser parte del equipo siete contigo me mostró que había mucho más en ti que sólo un chico fuerte. Eres… también eres gentil, sabes qué decir cuando necesitas que alguien se sienta con más confianza y nunca te rindes cuando deseas algo… Siempre me has mantenido a salvo durante las misiones y si estoy con vida es por ti. Antes sólo había podido ver lo que mostrabas, pero luego… luego vi al verdadero tú.. y yo… bueno… creo que lo que estoy tratando de decirte es que… Sasuke-kun, yo… te amo.

Sasuke no se movió ni reaccionó de forma inesperada ante su declaración. Más que nada, porque ya lo sabía. No era la primera vez que Sakura lo miraba con esos ojos ni que le hablaba con esa voz. Seguramente se había apurado a revelarle sus sentimientos de forma explícita pues ya no serían parte del mismo equipo.

Lamentablemente, él no sentía lo mismo por ella. Y aunque lo lamentaba de verdad, no sentía remordimientos ni culpa.

—Gracias —dijo para darse vuelta y caminar en dirección de Naruto y Hinata.

No tenía nada más que responderle a Sakura y tampoco estaba dispuesto a herirla diciéndole que no la amaba de vuelta, que era probable que nunca lo hiciera, que se olvidara de él para que finalmente pudieran ser verdaderos amigos. Siempre había mantenido su distancia exclusivamente por esos sentimientos de la chica.

—Oye teme, ¿Sabías que el byakugan de Hinata-chan puede ver hasta 10 kilómetros de distancia? ¿No es genial? —le preguntó Naruto sonriendo, completamente entusiasmado de lo que estaba escuchando— Me gustaría tener sus ojos.
—Eso es genial —dijo casi con sarcasmo mientras le daba un mordisco a un onigiri que había en la mesa—. Te dije que haría onigiris y no ramen.
—¡Pero esta fiesta hubiese sido todo un éxito si tuviese ramen! ¿No Hinata-chan? —alegó Naruto, a lo cual Hinata rió con suavidad tapándose la boca— Tú eres genial, debe gustarte el ramen también.
—Sí, me gusta mucho, Naruto-kun —respondió la chica mirándolo con tanta ternura que Sasuke levantó una ceja.
—¡Lo sabía! ¿Quieres invitarme a Ichiraku después de esto? Te invitaría yo, pero en este momento mi presupuesto no es realmente muy elevado.

Sasuke rodó los ojos y miró la escena, la forma en que los ojos de esa chica se iluminaba por completo luego de que le dijera eso era patético. ¿Acaso no se daba cuenta que Naruto sólo estaba buscando una comida gratis? No era como si fuesen a ir en una cita.

—¡Sakura-chan! ¿Vamos a Ichiraku después de la fiesta de Sasuke? —le preguntó cuando notó que la pelirrosa se acercaba visiblemente angustiada.
—No gracias, Naruto. Hoy me acostaré temprano —respondió mirando el suelo.
—Que mal —exclamó Naruto—. Bien, creo que sólo seremos tú y yo Hinata.

Cuando Sasuke vio que las mejillas de la esa chica se ponían incluso más rojas, no supo qué seguir pensando. Tal vez Itachi no se molestaba ni se sentía herido por ello, pues por mucho que Hinata estuviese hiperventilando por el dobe, él ni si quiera lo notaba.

¿Pero qué sucedería si alguien sí le prestase atención de esa forma? ¿Se sentiría Itachi intimidado entonces? ¿Sabría por primera vez en su vida que es que te ignoren todo el tiempo a favor de alguien más?

Era SU día, y como siempre, Itachi era el centro de atención. Tal vez si sólo pudiese entender la forma en que lo hacía sentir dejaría de hacerse el interesante con su padre cada vez que tenía la oportunidad de ello y además, si se daba cuenta que no era el único interesado en la chica, podría hacer algo al respecto. Lo obligaría a que admitiera que le gustaba esa Hyūga.

Caminó indiferente, asegurándose de que Itachi aún mirara en dirección a la chica. Parándose frente a Naruto y junto a ella. Sin aviso, puso un brazo sobre los hombros de Hinata, tirando de ella para que se parara más cerca de él. Demasiado cerca.

—Creo que mi hermano tiene razón Hinata. Eres más interesante de lo que pensaba —dijo de la nada, haciendo que la chica se volteara lentamente para mirarlo pasmada y que Sakura botara el vaso de jugo que tenía entre las manos— ¿Quieres conocer a mis futuros compañeros de equipo?

Hinata despegó los labios para decir algo, pero Sasuke sólo comenzó a caminar, apretando su mano contra su hombro para que ella caminara junto a él, dejando ahí parado a un Naruto y a una Sakura completamente confundidos que observaban en su dirección.

—¿Pero qué es lo que se le metió a Sasuke? — Dijo Naruto rascándose la cabeza.
—No es nada —le respondió Sakura con las mejillas sonrojadas, como si estuviese aguantando sus nervios y el deseo de llorar—. Hinata-san no conoce a nadie aquí. Sasuke-kun sólo está queriendo ser amable.
—¿Sasuke? ¿Amable? — Naruto subió una ceja mirando a su compañera. — Ambos sabemos que Sasuke nunca hace nada sólo por amabilidad. Cuando Sasuke es amable, es porque desea algo.

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Love Is por Sasha545 Empty Re: Love Is por Sasha545

Mensaje por Hotaru Senju Mar Feb 26, 2013 12:34 am








Estaba seguro que la discusión alcanzaría niveles físicos. Hacía mucho tiempo que no veía a su padre tan enojado por algo y el hecho de que hubiese explotado de esa forma frente a todos se lo confirmaba.

—¡¿Estás loco o qué!? ¡Finalmente perdiste el juicio! —le gritó tomándolo de la camisa— ¡Dejar tu puesto en ANBU! ¡ANBU! Sólo por jugar a ser ninja con chicos de la edad de Sasuke. ¿En qué diablos estabas pensando Itachi? ¡Tú eres lo que conecta al clan con Konoha! ¿Se te ha olvidado tu puesto? ¡Respóndeme!

Itachi lo miró en silencio, parpados caídos, sentimientos reprimidos. En su mente ni si quiera estaba ahí, las palabras de su padre no podían tocarlo. Quizás lo habían hecho cuando aún era un niño, pero no ahora que tenía veintiún años.

—Nunca me dejas olvidarlo —le respondió con educación y cautela bajando el rostro—. Suéltame. Discutiremos esto más tarde. Esta noche es sobre Sasuke. Aún no lo has felicitado.
—¡Al diablo con Sasuke! ¿Todavía no entiendes la gravedad de lo que hiciste? —le gritó nuevamente Fugaku— ¿Todo por qué? ¿Por unos ojos bonitos? ¡Maldición Itachi! ¡Hay docenas de mujeres Uchiha que podrían haberte dado mucho más de lo que te dará esa Hyūga!
—¿Perdón? —Itachi era muy paciente, demasiado, siempre aguantaba todo lo que le ponían en frente con una sonrisa abnegada. Pero la idea de lo que estaba implicando su padre…— Di eso de nuevo —sentía la urgencia de activar su sharingan. Estaba controlándose por no hacerlo.
—Si querías tontear y perder el tiempo con una mujer, no tenías que dejar ANBU para ello —le gruñó furioso—. Vamos, no me mires con esa cara. ¿Crees que soy estúpido? Tienes veintiún años y es la primera vez que traes a una chica a casa.
—No me agrada lo que estás insinuando. Ella no es así —respondió Itachi—. Será mi compañera de equipo. Pensé que mostrarle mi casa ahora que sítengo identidad sería un buen comienzo para ambos. Además, es amiga de Sasuke y Naruto.
—¿Con quién crees que estás hablando? También tuve veintiún años, tarado —Fugaku lo soltó intentando respirar profundamente, como si estuviese buscando una solución a lo que acababa de pasar—. No importa… solucionaremos esto. Mañana irás a la oficina del Hokage y le dirás que deseas reintegrarte a ANBU.
—No lo haré. Lo siento —respondió Itachi dándose la vuelta listo para caminar lejos de ese lugar.
—¿Por qué no? —le preguntó Fugaku Uchiha.
—Porque no fui yo quien decidió que mis días en ANBU se han terminado. Fue el Sandaime. Hay otros planes para mí… uno que incluye tener un equipo de rastreo a mi disposición. Si eres un ninja tan brillante como dices ser, entenderás lo que te estoy insinuando —Itachi siguió su camino, buscando a Naruto, Sasuke y Hinata con la vista—. El resto lo conversaremos mañana, padre. Como te dije, es la noche de Sasuke. Intenta al menos fingir que estás orgulloso de él.

Pero a pesar de que los buscó, sólo encontró a Sakura Haruno apoyada contra el tronco de un árbol luciendo más triste de lo que la había visto lucir en mucho tiempo.

Se imaginó la razón de ello. Los días como miembro del equipo siete junto a Sasuke llegaban a su fin. Ya no estaría con él todo el tiempo ni podría hacer que se enamorara de ella de esa forma. Su melancolía era casi palpable.

—Te ves muy bonita esta noche, Sakura-san —dijo Itachi con una sonrisa empática, parándose junto a ella, haciéndole compañía en su soledad. Pensó que escuchar que alguien notaba el esfuerzo que había puesto en elegir ese atuendo y arreglarse de esa forma podría animarla un poco— ¿Por qué no estás con mi hermano?
—Gracias Itachi-kun… —respondió Sakura sin mirarlo— Sasuke está con Hinata.
—¿Y Naruto? —preguntó buscándolo también.
—Fue al baño —le indicó con una sonrisa melancólica.
—¿Quieres ir a buscarlos conmigo? Te invitaré un refresco y conversaremos de sea lo que sea que te está molestando.

Hubo un momento de silencio en que Sakura no reaccionó. Itachi la esperó con paciencia, mirándola fijamente. Su rostro estaba caído, su postura corporal abatida y hasta su mirada estaba perdida en el pasto del jardín. De pronto, la chica despegó los labios y se forzó a decirlo.

—Le dije que lo amaba… y sólo me respondió… "gracias"— dijo dejando caer un par de lágrimas que había estado conteniendo. La confesión tan sincera e imprevista desconcertó un tanto a Itachi, quien la dejó hablar sin emitir sonido ni movimiento alguno—. Sólo gracias… ni si quiera se inmutó o me miró… sólo siguió caminando como si lo que le estuviese diciendo no tuviera ningún significado para él —los ojos de la chica se enfocaron en los de Itachi, un poco nerviosa, como si se diera cuenta de que le estaba confiando algo sumamente privado a alguien con quien no tenía una relación cercana—. Disculpa, sé que no nos conocemos, no entiendo por qué te estoy diciendo estas cosas… de seguro no quieres si quiera escucharlas.

Itachi logró descifrarla con rapidez. Llevaba observándola con su hermano por bastante tiempo, siempre intentando llamar su atención, cambiarse a sí misma de alguna forma para que él la notara. Pero siempre fracasaba. Sasuke sólo estaba enfocado en sí mismo. ¿Por qué no entendía que no necesitaba cambiar nada de ella? Era perfecta tal como era, por algo a Naruto le gustaba.

—Podría haber sido peor —Itachi puso una mano en el hombro de Sakura, odiaba ver a las chicas llorando—. Si está destinado a ocurrir, algún día escucharás esas palabras de vuelta. De lo contrario, siéntete feliz y desea que Sasuke encuentre amor en otra persona.
—Pero… yo quiero que me ame a mí —alegó Sakura tapándose el rostro con las manos—. No a otra persona… si él amara a alguien más, creo que… que yo moriría.

Itachi no era muy bueno con el tema de los sentimientos. Cuando se trataba del amor, era realmente inexperto. Cuando a él le atraía una chica, lo único que buscaba era poner una sonrisa en su rostro, sólo saber que ella era feliz (con quien fuese) lo dejaba tranquilo. Pero, todas las personas sienten de forma distinta, tal vez su concepto de amar a alguien fuese distinto de lo que esa chica sentía por su hermano menor.

Sin embargo frente a él tenía a una chica que estaba llorando y que seguramente tenía motivos fuertes para ello. Dio un paso al frente y no pensó en lo que estaba haciendo, sólo la llevó cerca de su pecho, la rodeó con sus brazos y la dejó llorar. Era un gesto simple, pero su madre hacía eso cuando lo veía triste y realmente era un consuelo… tal vez ayudaría a Sakura Haruno.

A veces, cuando las personas están deshechas, buscan confort en aquellos que nunca juzgarían sus corazones. Quizás Sakura estaba bajando sus defensas de esa forma porque Itachi no hablaba mucho con ella, no la conocía, no lo veía con frecuencia, no tendría que avergonzarse cada vez que se cruzaran. Pero no le importaba, desahogarse con alguien que no la juzgaba ni le decía que era una idiota por amar al chico equivocado, se sentía liberador para su corazón oprimido.

Itachi por su parte sintió que eso era lo correcto. Consolar a una compañera shinobi que acababa de ver sus sueños rotos era lo apropiado en ese momento.







Sasuke desfiló a Hinata todo el resto de la velada. Se la presentó a Shisui en primer lugar, quien por su puesto intentó hablarle más de la cuenta. Así era su primo, siempre intentando pasarse de listo. No sacó su brazo de los hombros de Hinata en todo ese tiempo, mandándole un mensaje de molestia a Itachi a través de la chica.

Cuando volvió del baño y no encontró a Sakura, Naruto buscó a Sasuke. Cuando lo halló susurrándole a Hinata cosas al oído mientras la tomaba por la cintura, la cara de espanto que ponía la chica lo puso en alerta. Sintió que Sasuke estaba yendo demasiado lejos con sus actitudes. Adivinaba lo que estaba tratando de hacer y no aprobaba de ello.

Aprovechó de acercarse a él cuando lo vio cerca de la mesa en donde estaban las botellas con bebidas. Al parecer para sacárselo de encima Hinata le había pedido algo para beber y Sasuke había accedido a ir por un vaso con jugo o algo. Por ello, sin la chica Hyūga que los escuchara, Naruto se aproximó a su mejor amigo. Iban a hablar de hombre a hombre.

—¿Todo esto sólo porque a Itachi le gusta Hinata-chan? —le preguntó molesto.
—¿Qué te importa, dobe? Metete en tus propios asuntos —le respondió, listo para llevarle un vaso de jugo a la joven.
—Teme… —gruñó Naruto apretando el puño—. A él le gusta desde hace mucho, ¿no te importan nada los sentimientos de tu hermano?

Tal vez a Sasuke no le importaban pero a Naruto sí. Itachi Uchiha había sido como un hermano mayor para él, siempre preocupado de que no le faltase nada; le compraba las cosas para la academia, lo invitaba a comer ramen cuando lo encontraba en la calle, lo invitaba a pasar sus días libres junto con él y Sasuke. Siempre lo había tratado bien, por lo mismo cuando Itachi dijo que Hinata era asombrosa Naruto lo creyó sin cuestionárselo. Con más edad, creía entender por qué un hombre pensaría que una mujer era asombrosa y el único motivo para ello era que Itachi tuviese sentimientos por Hinata Hyūga. Que Sasuke intentara sabotear aquello sólo porque estaba enojado le parecía inaceptable.

—Ya déjame en paz —Sasuke intentó pasar por un costado de Naruto pero éste lo detuvo sujetando de su camisa.
—¡Sasuke! Itachi no es el tipo de persona que habla con chicas o se rodee de gente, siempre está con nosotros o Shisui. ¿Por qué no dejas que…?
—Creo que te equivocas Naruto —dijo Sasuke con un tono bastante ligero y sonriendo, apuntando con su mano en dirección al árbol en donde Itachi estaba abrazando a Sakura Haruno—. Parece que Itachi es más de lo que deja ver a simple vista.
—¡Ese desgraciado! —gritó Naruto y se dirigió hacia ellos, dejándole el camino libre para volver a conversar con Hinata.

Sasuke no era estúpido, seguramente Itachi estaba hablando con ella porque la había visto deprimida. Le había confesado sus sentimientos pero… él no tenía nada que decir al respecto. Un "gracias" pareció apropiado. ¿Qué más le iba a decir?, "Lo siento Sakura, pero le gustas a Naruto. Nunca traicionaría a mi mejor amigo de esa forma." o "Sakura, no me gustas, no me atraes y es probable que nunca lo hagas." O quizás "Sakura, no eres mi tipo."

Era mejor así. De cualquier forma no tendría que verla todo el tiempo ahora. La chica podría olvidarse de él y de ese asunto de amarlo, pues no estarían juntos todos el tiempo. Tendría una oportunidad para notar que Naruto la quería de verdad, incluso ese tal Sai podría hacerla feliz. Él no era para ella, y no la haría sufrir dándole falsas esperanzas o hiriéndola a propósito.

—Elige, jugo de tomate o agua de cerezas —le preguntó Sasuke a Hinata, quien lo estaba esperando sentada bajo uno de los árboles.
—El de cereza está bien —respondió ella con timidez, tomando el vaso y escondiendo su boca tras él— ¿Y… Naruto-kun?
—No lo sé —respondió Sasuke un poco aburrido. Aún buscaba a su padre con la mirada pero no lo encontraba. Genial, Itachi y sus estupideces habían arruinado su fiesta de bienvenida a la policía de Konoha. A veces realmente lo detestaba—. Ya puedes dejar de actuar.
—¿Q-Qué? —preguntó Hinata.
—¿Por qué mi hermano esta tan interesado en ti? —cuando vio a Hinata casi ahogarse con el sorbito de jugo que había tomado supo que había dado en el clavo— Dime la verdad, ¿qué está pasando? ¿Por qué pidió que lo transfirieran al equipo ocho?
—Ya…ya te lo dije… Sasuke—kun —respondió Hinata confundida—. Kurenai sensei esta…
—Hay algo más. No me engañas —le dijo acercándose a ella, arrinconándola contra el tronco.
—No... de-de verdad —respondió Hinata mirando hacia un costado y ocultando su rostro atrás de sus puños.
—Tal vez no me lo digas ahora, pero me lo vas a decir eventualmente, Hinata Hyūga.

Retrocedió un paso y le dio un sorbo a su vaso con jugo. Miró para todos lados pero no vio ni a Itachi, ni a su padre, sólo a Naruto que volvía y se paraba con ellos, mirando a Sasuke de reojo como si estuviese a punto de golpearlo.

—Me largo de aquí —dijo tomando la muñeca de Hinata y tirándola—. Vamos Hinata.
—Oye perdedor, quizás ella se quiera quedar aquí. Conmigo —dijo Sasuke con una sonrisa altanera.
—¿Vienes o te quedas Hinata? —le preguntó Naruto.

Estaba muy, muy molesto. Algo le sucedía a Sakura que no paraba de llorar. Itachi la había ido a dejar a su casa y tenía el presentimiento que todo eso tenía que ver con Sasuke. Pero no lo podía acusar así como así, por lo tanto prefería irse.

—Voy —respondió Hinata dejándose llevar, Naruto no miró atrás, Hinata sí lo hizo despidiéndose de Sasuke con un pequeño gesto de su mano—. Gracias por la invitación Uchiha-kun.
—No te olvides de lo que dejamos pendiente Hyūga —le respondió volviendo a la fiesta para conversar con el resto. En especial Shisui. Había cosas que necesitaba preguntarle.








Un poco pasado media noche la celebración se acabó e Itachi pensó que sería apropiado volver a ese lugar. Había dejado a la chica Haruno en su casa un poco más repuesta después de que ambos comieran dangos por el camino. A pesar de que Itachi no era del tipo que hablaba, la confortó con su compañía y escuchándola desahogarse. Tenía mucho que decir, mucho que expresar, muchos sentimientos que por años había guardado en su pecho y que no tenían dirección. Sintió su dolor, pero no entendió del todo la razón de éste. El nunca había estado enamorado, o al menos, no recordaba que el amor pudiese doler así.

Cuando abrió la puerta corrediza de la mansión Uchiha sólo había luz en una habitación, el cuarto en donde su padre siempre esperaba para hablarle cuando volvía de una misión. Consideró por un segundo pasar de largo hasta sus aposentos pero sabía que de haberlo hecho Fugaku sólo lo hubiese seguido hasta el lugar.

Abrió la puerta corrediza y se encontró con el rostro de sus padres mirándolo con molestia y preocupación.

—Siéntate Itachi —le ordenó Fugaku—. Comienza a explicar qué está pasando.
—¿No hay forma de que podamos tener esta conversación en la mañana? —no era sólo porque no quisiera hablar del tema, sino porque de verdad estaba agotado. Sus párpados estaban amenazando con cerrarse y sentía las piernas débiles. Después de todo, venía llegando de una misión ese día.
—Ahora Itachi —dijo Fugaku con autoridad—. No me gusta repetirme.
—Sí señor —respondió y se sentó arrodillado frente a ambos.
—¿Qué sucedió exactamente? ¿Por qué el sandaime te removió de ANBU?

Al grano. Su padre nunca andaba con rodeos. Se parecía a Sasuke en ese sentido.

—Quiere que ayude con mi experiencia al equipo ocho para misiones de reconocimiento. No puedo decir más que eso, está clasificado como una misión secreta —respondió Itachi mirando el suelo, un tanto deprimido. Llevaba tantos años en ese juego con sus padres, el clan y Konoha, que pensaba que nunca se terminaría—. Eso es todo. No hay nada más que decir sobre ese tema.
—Desperdiciar tu brillante carrera para ser prácticamente un instructor… el Sandaime va a tener que escucharme esta vez —golpeó el suelo con su puño y hasta Mikoto Uchiha lo miró preocupada.
—¿Itachi?— Su madre estaba casi rogándole con los ojos que le dijera algo, que le explicara la razón por la cual estaba sucediendo todo eso.
—No es lo que piensas.
—¿No es como pienso? Ese hombre ha estado intentando alejarnos de las organizaciones de Konoha por años. Malditos sean sus huesos viejos —gruñó apretando el puño—. Si cree que va a poder quitarle su carrera como ninja a mi hijo está muy equivocado…
—Eso no es así —interrumpió Itachi cerrando los ojos. Estaba harto—. El clan Uchiha se ha alejado por su cuenta durante todo este tiempo.
—Desde el ataque del Kyuubi se nos ha tratado como escoria —alegó Fugaku—. Eras lo suficientemente mayor para haberte dado cuenta Itachi.
—Lo sé. Pero tú tampoco has hecho las cosas fáciles para Konoha —era la primera vez que le decía lo que realmente pensaba. Si iba a ser Hokage, era necesario que su padre supiera que el juego de manipularlo y hacerlo jugar al espía se había acabado—. Tu ridículo Coup d'etat casi destruye a nuestra familia. Podrías haber causado la cuarta guerra mundial ninja.
—Que arrogancia… —los ojos de Fugaku se volvieron rojos— ¿Crees que fue fácil tomar aquella decisión? Ni si quiera sabías limpiarte la nariz cuando se nos obligó a vivir en este sector de Konoha como si fuésemos criminales. Se dio de baja a todos los Uchiha de ANBU y de los demás grupos de especialidades y nos enclaustraron en la policía de Konoha. No me vengas a dar sermones de algo que ni si quiera sabes. Si hubiese dependido de algunos de los consejeros de la aldea, estaríamos todos muertos. Eran ellos o nosotros. Tomé mi elección, elegí a mi familia.

Itachi suspiró, y bajó aún más el rostro. Sabía que su padre tenía razón. Todo lo que estaba diciendo era cierto. Los habían hecho vivir arrinconados en un sector, como prisioneros. Habían dado de baja a casi todos los Uchiha de ANBU, de hecho él era el único que había logrado entrar a dicha organización. Por las conversaciones con Danzo sabía que eso de "ellos o nosotros" era cierto. Siempre juzgaba a su padre y lo había traicionado, pero la verdad, él no era una mala persona. Sólo había sido arrinconada y se había visto forzado a defenderse.

—Lo siento. Tienes razón. No hay forma de que pueda ponerme en tu lugar.

pensó en Sasuke, en su pequeño hermano que cargaba en sus brazos la noche en que el kyuubi atacó, la forma en que luego lo había cargado hasta el nuevo lugar en donde los habían forzado a vivir, todos juntos, como si quisieran tenerlos bajo vigilancia permanente.

No supo por qué, pero su cabeza tocó la madera en una reverencia.

—Por mis palabras impertinentes, me disculpo, padre.

Mikoto y Fugaku se miraron de reojo. Itachi era difícil de entender. Nunca tenía exabruptos así como así, tal vez de verdad estaba agotado.

—¿Qué se supone que harás ahora? ¿Entrenar a esos chicos? —le preguntó su madre.
—Entrenarme a mí mismo —respondió Itachi sentándose derecho nuevamente.
—¿Se puede saber para qué tú necesitarías entrenar? Eres el miembro más talentoso de esta familia desde… bueno desde Madara Uchiha, y aún así…
—Para el puesto de Kage —lo interrumpió Itachi sin mirarlo—. No es un secreto, por lo tanto no tengo problemas en decirlo. Aún así apreciaría su discreción. El Sandaime me ofreció el puesto de Hokage de Konoha. Quiere que lo remplace, esa es en parte la razón por la cual me ha retirado de ANBU.

Fugaku se puso de pie con una sonrisa de oreja a oreja, como si no supiese que hacer con su cuerpo.

—¿Por qué no lo dijiste desde un comienzo?
—Te lo dije, hoy era sobre Sasuke. Era su fiesta de bienvenida a la policía de Konoha, su sueño desde que era un niño —respondió Itachi sin subir el rostro—. No quería arruinar su día trayendo estas noticias.
—Piensas demasiado en ese chico —le dijo Fugaku ofreciéndole su mano para que se pusieran de pie. El comentario le cayó como un golpe en el estómago. Tal vez tú deberías pensar un poco más en él también— ¡Levántate! ¿Escuchaste Mikoto? ¿Lo escuchaste bien? Mi hijo… el quinto Hokage. Ni si quiera Madara Uchiha consiguió aquello. ¡Maldición deberíamos ir a despertar a todos! ¡Estas sí son noticias que vale la pena celebrar!
—Amor… Hokage… —Mikoto le sonrió con lágrimas en los ojos y le tomó el brazo mientras su padre lo abrazaba con fuerzas, dándole golpes en su espalda.
—Nuestro hijo… —volvió a decir Fugaku con felicidad y también emoción. Sus ojos se cristalizaron—. No podíamos esperar nada menos de él.
—Sasuke. Ve al baño y duérmete —dijo Itachi de la nada.

Podía sentirlo parado al otro lado de la pared. No sabía cuánto habría escuchado, pero se imaginaba la reacción que debía estar teniendo.

Sasuke lo envidiaba. Se había dado cuenta de ello desde que era pequeño. Siempre se ponía metas a sí mismo intentando demostrar que podía llegar a ser mejor que su hermano mayor, pero ni si quiera cuando las lograba encontraba la aprobación de Fugaku Uchiha.

—Lo siento —dijo Sasuke abriendo levemente la puerta corrediza. Estaba en pijama, shorts cortos y una polera vieja, mirando con cara de frustración toda la escena.
—¿Estabas espiando? —le preguntó Fugaku levantando una ceja.
—Yo…
—Sólo iba al baño. Déjalo en paz —dijo Itachi sonriendo con calidez en su dirección, alejándose de sus padres y extendiendo la mano en dirección a su hermano. Sasuke la miró con dudas y una tristeza que era casi palpable—. Aún no te felicito por…
—El que debería felicitarte soy yo a ti, ¿no? —dijo con la voz un tanto quebrada forzándose a sonreír, estrechando la mano de su hermano, sólo para darse vuelta rápidamente y alejarse— Permiso.

Pasó al menos dos horas más despierto bebiendo sake con su padre en la cocina. Ya que el sandaime no había hecho el anuncio oficial, Itachi le suplicó que no lo mencionara y que abandonara esa idea de ir a despertar a toda la familia Uchiha para realizar una fiesta en el punto de encuentro del clan. Las intenciones del Tercero no eran un secreto, pero aún así, aquello debía ser aprobado por el consejo de Konoha y también por los Lords Feudales del país del Fuego.

Un tanto mareado (Nunca bebía, su padre lo había obligado), entró en la primera habitación que encontró (y pensó era suya) y se cayó rendido sobre la cama sólo para escuchar un gruñido y un "Auch!" de ésta.

—¿Pero qué rayos…? Aff…¿Qué haces aquí Itachi? —la voz era de Sasuke, aunque no podía verlo. Sólo cerró los ojos y se acurrucó contra su hermano.
—¿Aún estás despierto? —le preguntó tirando de sus cobijas para taparse.
—¡Ey! ¿Qué haces? —gruñó Sasuke.
—Shhh… Deberías dormir. Mañana tienes que levantarte temprano para tu primera jornada como policía —apenas cerró los ojos el peso de su día de trabajo le cayó encima.
—También tú, para ocupar tu puesto como Hokage —pudo notar el tono de voz. Sasuke estaba irritado.
—¿Te molesta que me hayan nombrado el sucesor del Sandaime?
—No —ambos se quedaron en silencio, Itachi abrió los ojos y comenzó a mirar el techo. Sasuke hizo lo mismo—. Estoy feliz por ti —podía notar que lo que decía era cierto. Sasuke no sabía mentir.
—¿Entonces?
—Otôsan ni si quiera me felicitó —el ruido de los grillos veraniegos era alto, parecía ser lo único que se movía afuera, ese sonido tan clásico del país del fuego.
—Sasuke, Otôsan… él es…
—Lo sé. Debería darme por vencido, es casi imposible lograr impresionarlo… además, dudo que vaya a poder superar tu nueva hazaña —aquello sí lo dijo con resentimiento, provocando que Itachi suspirara.
—No se trata de ser mejor o peor que yo. Se trata de ser tu mismo. Seguir tus propios sueños y hacer las cosas porque tú las quieres, no porque quieras impresionarlo a él o a alguien más.
—Mira quién habla —dijo Sasuke enojado—. Toda tu vida has sido perfecto, siempre intentando agradarle y hacer todo lo que te dice. Querías entrar a la policía de Konoha, pero cuando padre dijo que fueras a ANBU lo obedeciste sin nunca cuestionar sus órdenes. Nunca has hecho nada que realmente quieras hacer, hipócrita.
—Tienes razón —le respondió con melancolía. Cuanta razón tenía su hermano—. No soy perfecto Sasuke. Tengo muchos pecados sobre mis hombres.

Itachi cerró los ojos, sintiendo que todo el peso de esos años de angustia le estaban pasando la cuenta. Se sentía débil, demasiado vulnerable ante cualquiera. Si hasta Sasuke podía ver a través de su máscara de frialdad, ¿Entonces que impedía que todos notaran que hasta ese día había sido una herramienta, un instrumento ninja al servicio de su Villa? Los había traicionado, los había puesto en peligro, había estado al borde de acabar con sus vidas.

Sintió a Sasuke gruñir y suspirar irritado. Estaba tenso, toda la situación de seguro lo tenía alterado. Se había esforzado tanto en recibir la aprobación de su padre que haber fallado en ello habiendo estado tan cerca de seguro lo tenía al borde de colapsar.

—Cumplí mi sueño —dijo de pronto Sasuke—. Creo que es tiempo de conseguirme una novia. ¿Hinata está soltera?

Sasuke sonrió al sentir que Itachi casi se había caído del futón después de esa pregunta. Estaba en lo cierto, a Itachi le atraía esa chica (por algún motivo que pasaba de él).

—¿Te gusta Hinata-san o algo? —le preguntó su hermano.
—Claro. Es linda —no estaba mintiendo. Sí creía que la chica Hyūga era atractiva, pero no sabía si llamaba realmente su atención. Lo que quería era que Itachi se molestara.
—Todas las mujeres son lindas, Sasuke. Cada una tiene algo que la hace especial y única a su propio modo. Eso no es suficiente para que te guste —respondió con seriedad, sintiendo que el alcohol se le estaba subiendo a las mejillas.
—¿Y como se supone que sabes? —le preguntó Sasuke mirándolo sin moverse de su posición.
—Simplemente lo sabes —dijo Itachi a lo cual Sasuke subió una ceja. Itachi era un ebrio terrible.
—Entonces he decidido que me gusta Hinata —estuvo muy pendiente de la reacción de su hermano mayor después de eso—. Le pediré que sea mi novia.

Itachi comenzó a reír —Eres muy divertido, tonto hermano menor.
Sasuke hizo una mueca de disgusto —¿Por qué? Tu mismo dijiste que ella era interesante… o… acaso… ¿Estás celoso? —volvió a sonreír con algo de altanería y malicia escrita en su rostro.
—No lo estoy —respondió con sinceridad intentando dejar de reír—. Si estuvieses hablando en serio incluso me alegraría por ti… pero Hinata-san no te gusta de esa forma.
—¿Cómo lo sabes? —le molestaba que dijera eso, ¿qué sabía él sobre sus gustos?
—Un hermano mayor siempre lo puede saber.
—Estás hablando como un borracho —le dijo Sasuke golpeándolo con su almohada e intentando empujarlo para que se fuera—. Como te detesto a veces Itachi, ya lárgate.
— Otôto tonto…
—Nii-san… —adoraba cuando Sasuke lo llamaba así— ¿De verdad no te molestarías si yo decidiera estar con Hinata? ¿De verdad no te gusta?
—¿Por qué me molestaría? —respondió Itachi algo divertido— ¿Qué tiene que ver una cosa con otra?
—Porque ella te gusta.

Ambos se quedaron en silencio después de eso. Itachi mirando el perfil de Sasuke y Sasuke observando el techo, dejando que Itachi se acomodara a su lado sin alegar.

—Sí, creo que me gusta Hinata-san, ¿por qué no habría de gustarme? Es la única persona que me sorprende —respondió embobado— Pero eso no tiene importancia. A ella no le gusto yo, le gusta Naruto-kun… y si debes algo aprender sobre las mujeres que te gusten Sasuke…
—¿Qué? ¿Qué debo aprender?
—El secreto es hacerlas felices. No importa si eso significa nunca poder ser más que un simple amigo.
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Love Is por Sasha545 Empty Re: Love Is por Sasha545

Mensaje por Hotaru Senju Mar Feb 26, 2013 12:36 am

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.

CAPÍTULO 4

LOVE IS NEVER BOASTFUL

(El amor nunca es presuntuoso)

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Auto sacrificio. Un shinobi que protege la paz desde las sombras, ese es un verdadero Shinobi. Shisui me enseñó eso.

Shisui me dio su ojo confiando que protegería a la villa con éste. Me pidió que escondiera su existencia y luego murió en silencio.

Itachi Uchiha – NARUTO Capítulo 550 Koto Amatsukami


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Sentir el agua fría en su rostro lo hizo pensar que se estaba ahogando en sus sueños. Comenzó a toser con fuerza intentando respirar y cuando abrió los ojos preguntándose qué carajos estaba sucediendo, dónde estaba y más importante, por qué estaba completamente mojado, Itachi se encontró con la cara de Sasuke completamente sonriente con un balde entre sus manos.

-Oh…nii-san… veo que despertaste. – Le dijo inocentemente con una sonrisa pícara en su rostro. Ya estaba vestido con el uniforme jounin y la estrella de la policía de Konoha en su brazo derecho.

-¿Realmente había necesidad de eso, Sasuke?– Le preguntó Itachi intentando sacarse las gotas de agua de su rostro. –Dios, ¿Qué es todo ese ruido? – Preguntó poniendo una de las almohadas sobre su cara.

Sasuke caminó lentamente hacia la ventana para revisar por qué sentían ese cuchicheo tan molesto… eran risitas. No era la primera vez que despertaba con ese bullicio. Corrió las cortinas de su pieza escuchando como Itachi se volvía a quejar por la luz y vio al menos 6 chicas espiándolos desde la cerca. Ni si quiera estaban intentando esconderse y fingir que estaban haciendo algo más que espiarlos estando fuera de su cuarto. La idea de que Sasuke e Itachi hubiesen dormido juntos seguramente llenaba alguna de sus fantasías yaoi e incestuosas de fangirls.

-Creo que se enteraron de que estás de vuelta de una misión. – Respondió Sasuke irritado volviendo a cerrar la cortina.

-¿Cómo sabes que no te siguen a ti? – Le preguntó Itachi sentándose sobre la cama, tomándose la cabeza como si le fuese a reventar.

-Se ven mayores. Tu tipo. – Dijo Sasuke mientras buscaba algo en un cajón. - Oh… perdón, se me olvidaba que ahora te gustan más jóvenes. – La burla en su tono de voz hizo que Itachi quedara paralizado.

-¿De qué estás hablando? – Preguntó entrecerrando los ojos, intentando acostumbrarse a la luz. ¿Se estaría refiriendo a Hinata? ¿A Sakura? ¿A quién? ¿Por qué le estaba sonriendo como si supiera un gran secreto que él desconocía? No le daba buena espina esa mirada en su hermano menor.

-¿No recuerdas lo que me dijiste anoche? – Le preguntó con una mueca mientras tomaba su banda de Konoha y en vez de amarrársela en su frente lo hacía en uno de sus brazos.

-No. – Respondió con seriedad. - Hablando de eso, ¿Qué hago en tu cama?

Sasuke lo miró un tanto dudoso. Le costaba creer que su hermano realmente no recordara nada. -Aléjate del sake Itachi, realmente no sabes beber. – Le dijo mientras comenzaba a caminar hacia la cocina con rostro de aburrimiento.

Itachi se quedó mirando el vacío un segundo. ¿De que podrían haber hablado para que Sasuke estuviese tratándolo con tanta diversión? Las cosas que pasaban por su mente lo asustaron, ¿Le habría contado alguno de los secretos de la aldea? ¿Su misión secreta? ¿Los enigmas del mangekyo?... no. Eso era casi imposible. Nadie lo había visto usando las grandes habilidades de su sharingan, sólo el amaterasu. Tal vez le hubiese comentado que fue a dejar a la señorita Haruno a su casa y que le había comprado dangos, quizás eso lo había hecho pensar que ahora le gustaban chicas más jóvenes que él.

Frunció el ceño. Si había algo que le incomodara era no poder descifrar las cosas.

-¡Itachi! – Gritó de pronto su madre. - ¡Se enfría tu desayuno!

Supuso que tendría que darse un baño después de comer o su madre no dejaría de molestarlo. Se puso de pie con esfuerzo y se sorprendió bastante cuando al dar el primer paso se sintió débil y la habitación se movió. La luz que entraba por todas las ventanas del pasillo hizo que se tapara los ojos con sus dedos, pensando si alguien lo quería torturar.

Ingresó al comedor/cocina y notó lo mismo de siempre. Su madre había hecho desayuno tan contundente que fácilmente podría haberse tratado de un almuerzo. Su padre estaba leyendo el diario con una taza de café, luciendo su mueca de disgusto matutina. Sasuke estaba dándole una mascada a un onigiri mientras intentaba leer la parte trasera del diario que sostenía Fugaku y por su parte, Mikoto Uchiha estaba intentando peinar el cabello de Sasuke con los dedos mientras que éste se quejaba de que ya lo dejara en paz porque no era un niño.

-Itachi. – Dijo su padre a penas lo vio aparecer en el umbral de la puerta. Se tomó la cabeza y observó la comida en la mesa sintiendo que su estómago se revolvía. - ¿Qué te sucede? ¿Dormiste mal?

-Al contrario, el que durmió mal fui yo. – Dijo Sasuke con resentimiento. Fugaku Uchiha miró a su hijo menor con reprehensión por responder algo que no le había preguntando.

-¿Cuando anunciarán lo de tu nuevo puesto? – Le preguntó su padre con una sonrisa. – Quiero invitar a todos a una celebración en tu honor.

- Te lo dije anoche. – Respondió Itachi cansado de todo ese asunto. Era tan temprano y ya tenía que estar dando explicaciones. – No lo comenten hasta que sea oficial.

No quiso decir los motivos del porqué. Era claro que si algún grupo que estaba en contra del clan se enteraba, las cosas se podían volver peligrosas para todos. Podrían intentar asesinarlo antes de que tomase el puesto, o incluso comenzar a eliminar a cualquier Uchiha que pensaran pudiese tener influencia sobre él.

Y no habrían estado equivocados en hacerlo. Había miembros del clan que podían utilizar su sharingan para obligar a alguien a actuar bajo su propia voluntad sin que esa persona si quiera supiera que estaba siendo manipulada. Shisui era el perfecto ejemplo de ello.

-Aun no me agrada todo esto de que pierdas el tiempo con un grupo chunnin, Itachi. ¿Quiénes son parte de él? - Preguntó Fugaku comiendo arroz con palitos. – Seguramente esa Hyuga que trajeron a la casa anoche, un Aburame y un Inuzuka.

Itachi lo miró con frialdad. - Esa Hyuga se llama Hinata.

-¿Hinata Hyuga? ¿La hija de Hiashi Hyuga? – Preguntó su padre subiendo una ceja y haciendo una mueca.

Era conocido que los Uchiha y los Hyuga no se llevaban del todo bien desde el ataque del kyuubi y quizás desde mucho antes. Los Hyuga habían influenciado bastante para que se retirara a los Uchiha de los puestos de ANBU y otras instituciones. Como cualquier clan tambien buscaban poder y siendo de los más antiguos de Konoha, no desaprovecharon la oportunidad para perjudicar a los Uchihas a favor de ellos mismos.

-Entonces, ¿Ella es la próxima líder del clan Hyuga, verdad? – Preguntó Itachi casi forzando indiferencia.

No quería delatarse frente a Sasuke que era mucho más despierto de lo que su padre quería reconocer. Podía notar la mirada molesta que le estaba dirigiendo, como si el hecho de que Itachi mostrara interés en esa chica lo irritara profundamente. No obstante, Itachi siempre había pensando que Hinata tenía algo diferente al resto de los niños de su edad, pero sólo hasta entonces descubría la razón por la cual siempre estaba sola en vez de rodeada con más niños. El clan Hyuga era muy tradicional y de seguro el resto de los chicos y chicas de su familia no se acercaban a ella por una cuestión de respeto entre la familia principal y la secundaria.

-Lo era hasta hace unos años. – Confesó Mikoto Uchiha. - Su padre la desheredó a favor de su hermana menor.

-Deberían hacer lo mismo por estos lados. – Dijo Sasuke mirando a Itachi de reojo, haciendo que éste sonriera en su dirección.

-Tendrías que derrotarme para obtener mi lugar, otouto. – Sasuke nunca vio que dos dedos venían a su frente y lo golpeaban. Se sobó murmurando algunas cosas que nadie realmente entendió pues tenía la boca llena de arroz.

-Gracias a dios que nosotros no seguimos tradiciones tan ridículas como esa. Me moriría si tuviese que ver a mis dos hombrecitos peleando por algo así… simplemente me moriría – Dijo Mikoto sirviéndole arroz a Itachi con trozos de pollo picado encima. Itachi suspiró y levantó una ceja. – No me mires así, mientras seas mi hijo tengo todo el derecho a obligarte a comer, así que no te vas a levantar de la mesa hasta que ese plato esté limpio. Estás muy delgado y si vas a ser Hokage… también tienes que tener fuerza y energía para ser padre.

-Okaasan, para ser padre tengo que tener una esposa. – Le dijo Itachi, odiaba ese tema. La mitad de su flequillo cubrió su rostro. – Y no tengo planes de casarme aun.

-Itachi, no me estoy volviendo más joven, necesito ver nietos antes de morir. - Alegó Mikoto.

-Si tanto le urgen, pídaselos a Sasuke. – Respondió Itachi comenzando a comer el arroz y el pollo. Sabía que su madre era capaz de tenerlo todo el día ahí aunque tuviese 21 años, era mejor no discutir y simplemente comer.

-¿Sasuke, tu sí me darás muchos nietecitos y nietecitas verdad? – Le preguntó Mikoto Uchiha abrazándolo y llenándolo de besos a modo de juego.

Sasuke se sentía irritado, siempre lo mismo. Tenía 16 años y su madre aun no entendía que cada vez que hacía eso su padre lo miraba con rostro asesino. – Todos los que quieras Kaasan, sólo deja de babearme.

La dinámica familiar no habría estado completa si Shisui no hubiese llegado. Justo cuando Sasuke y Mikoto forcejeaban y Fugaku leía el periódico de Konoha, el mayor de los primos entró al comedor. -¡Buenos días familia! – Dijo alegremente.

Shisui Uchiha era el primo mayor de Sasuke e Itachi. Su pelo era negro pero no caía lacio como el del resto de la familia, más bien se le ondulaba. Lo usaba bastante corto en comparación a ellos y su rostro era un poco más redondo. Su nariz era ancha, pero sus ojos eran bellos y afilados.

Itachi lo consideraba ridículamente poderoso y no conocía a un shinobi en Konoha que tuviese un amor tan grande por la Villa como él. Se le conocía como Shunshin no Shisui por el Shunshin no jutsu (Jutsu de Cuerpo Parpadeante), era imposible poder atraparlo; su velocidad era sobrehumana y nadie lograba dar con él, siempre se movía a tanta velocidad que a veces parecía que estaba usando clones de sombra. Los ideales de paz y la voluntad del fuego de su primo lo habían inspirado a convertirse en el hombre que era. Lo veía como un hermano, su mejor amigo y la única persona con quien lograba hablar de hombre a hombre, de corazón a corazón. No tenía secretos con él.

– Vaya… huele delicioso tía Mikoto. Como siempre. – Dijo Shisui con una gran sonrisa y llevando una de sus manos a la nuca.

-Siéntate, te pondré una tasa para que tomes un poco de té. – Le dijo la señora Uchiha.

Lo primero que hizo Shisui fue darle un coscorrón a Sasuke revolviéndole el cabello y luego se sentó al lado de Itachi en el otro extremo de la mesa.

-¿Qué está pasando? ¿Por qué Itachi tiene ese rostro? – Preguntó curioso intentando descifrar a su primo menor.

-Kaasan le dijo que quiere que se case y tenga hijos. Pero al parecer nii-san no tiene aquello entre sus planes. – Le respondió Sasuke mirando a Itachi de reojo y sacando un pedazo de pollo del plato de su hermano.

-¡Créanme que he intentado que muestre más preocupación en el tema! – Dijo Shisui sacando otro pedazo de pollo del plato de su primo, aprovechando que Mikoto no lo miraba. Una gran sonrisa amable, apareció en el rostro de Shisui Uchiha. – Pero mi primo es… un poco lento para entender cómo se conquista a una mujer.

-Shisui… - Gruñó Fugaku. – No le metas estupideces en la cabeza a mi hijo. No tiene tiempo para esas cosas.

-¿Cómo es eso Shisui-kun? – Preguntó Mikoto horrorizada. - ¿Acaso no hay una chica linda que quiera salir con él? Vamos, he visto la cantidad de jóvenes que lo siguen… debe haber alguna que sea respetable y de una buena familia que quiera ser la madre de mis nietos.

-Lo siento tía… – Dijo con despreocupación. – No le interesa tener novia. Seguramente no encuentra a las jóvenes del clan interesantes.

-Ya tenía novia, se llamaba ANBU, Shisui. – Dijo Itachi indiferente notando como los pedazos de pollo desaparecían de su plato y terminaban en la boca de Sasuke e Shisui. - ¿En qué momento podría haber salido con alguien si apenas estoy en Konoha?

-Ahí es donde te equivocas primo. – Interrumpió Sasuke con la boca llena antes de que Shisui pudiese argumentarle a Itachi. - Sí hay alguien que nii-san encuentra interesant…

-¿Podrían dejar de actuar como si no estuviese presente? – Preguntó Itachi cerrando los ojos con calma.

Sólo quería comer en paz y la idea de que Sasuke dijera que encontraba interesante a Hinata desde que era niña sólo lo haría sonar como una especie de pervertido o algo. Ya se imaginaba la reacción de Shisui si se enteraba de eso. No habría habido final a las bromas. ¿Y su padre? Su padre le habría dado el sermón del año diciéndole que preferiría morir antes de ver a su hijo con esos Hyuga que tanto los habían perjudicado cuando ocurrió lo del Kyuubi. Y no olvidemos a Mikoto Uchiha, ella habría comenzado a preguntarle todos los días por Hinata, intentando forzarlo a traerla a casa y cosas por el estilo. La pobre chica ya tenía suficiente con todos sus problemas, no era necesario además añadirle el peso de tener que lidiar con su familia.

– Tía Mikoto, ¿Puedo comer de esos deliciosos onigiris que usted prepara? – le preguntó Shisui con una sonrisa.

-Claro cariño. – Dijo Mikoto acercándole el plato.

-¿Hasta cuando este vago va a venir a robarnos la comida en la mañana? – Se quejó Sasuke mirando como desaparecía lo que pensaba llevar de almuerzo su primer día de trabajo.

-Oye mocoso, te recomiendo comenzar a tratarme con más respeto. – Le dijo apuntándolo con un dedo. -Seré tu superior en la institución y tengo el poder de hacerte limpiar los excusados con un cepillo de diente. – Sasuke lo miró horrorizado. – Mucho mejor, esa mirada me agrada más.

-Eres detestable Shisui. – Gruñó Sasuke. – Nii-san… no dejaría que abuses así de mí.

-Es Shisui-sama para ti ahora, rookie. – Shisui activó el sharingan y Sasuke bajó la mirada de inmediato. Ni si quiera él era tan orgulloso para haberse enfrentado a esos ojos que Itachi siempre alababa como los más poderosos del clan. – Si no te quejas tanto te enseñaré un nuevo jutsu completamente asombroso y si lo consigues hacer te invitaré tu primera botella de sake.

-¿En serio? – Le pregunto Sasuke casi atragantándose con la sonrisa más amplia del mundo.

-Sólo no conviertas a mi hijo menor en un vago. – Gruñó Fugaku. – Tiene que seguir el ejemplo de su hermano mayor y convertirse en un shinobi tan grandioso como él.

-Sasuke tiene su propio camino que seguir, Otoosan. – Intervino Itachi. – Es fuerte tal como es. Con Shisui entrenándolo es probable que me supere en menos de un año.

Sasuke sonrió en dirección a Itachi con gratitud en sus facciones. Itachi le devolvió la mirada como diciéndole "estoy cubriendo tu espalda, otouto".

Itachi estuvo más de 30 minutos para comerse menos de media taza de arroz y pollo picado con verduras. Mikoto no se levantó de la mesa hasta que se lo comió todo, tomando té mientras ambos conversaban.

Sasuke, Fugaku y Shisui se dirigieron a la estación de policía cuando terminaron de desayunar y la casa volvió a estar en silencio. Fue entonces, mientras Itachi tomaba un café luego de comer, que Mikoto lo miró con seriedad. Su rostro reflejaba la duda en sus ojos, el miedo que cualquier madre tiene de que su hijo estuviese tomando un camino que no lo hiciera feliz.

– Siempre has sido tan diferente al resto. Lo supe desde que estabas en mi vientre. – Mikoto sonrió. – Nunca te movías, parecías siempre estar durmiendo. Ni si quiera llorabas cuando eras un bebé, siempre me sorprendía lo bondadoso que eras incluso siendo un niño pequeño. Un día te acercaste a mí y me preguntaste… "¿Cuándo tendré yo también un hermanito?", era como si desde esa edad estuvieses esperando por Sasuke. Fue cuando cumpliste 4 años y yo estaba embarazada que me pediste que devolviera a Sasuke, porque ya no lo querías en la familia. Te miré sorprendida pues habías estado tan entusiasmado de tener un hermano, y tuve la audacia de preguntarte… "¿Ya no deseas un hermanito?"… y tú me miraste con esos ojos tan intensos y me dijiste: "No quiero que nazca en un mundo en guerra". – Mikoto le tomó la mano. – Siempre has sido especial Itachi. Siempre he sabido que tú serás un hombre que cambie la historia de esta Villa… pero… ¿Ser Hokage es lo que realmente quieres para tu vida?

Itachi volteó el rostro y miró a su madre con seriedad. - Un día Shisui me dijo, que un verdadero Shinobi es aquel que trabaja en las sombras por la paz de su aldea. – Volvió a mover el rostro hacia la ventana, observando los árboles. – Eso he hecho atrás de la máscara de ANBU cada vez que he tenido que cumplir una misión. Sin embargo, ser Hokage me acercará a mi propio sueño… ver a mi aldea disfrutar de una época de paz y prosperidad. Un shinobi es una herramienta, Okaasan. No importa si soy un capitán ANBU o el Hokage, seguiré siendo la herramienta de la voluntad del fuego.

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Itachi Uchiha. – Pensó Hinata mirando sus zapatos mientras caminaba. - Itachi Uchiha.

Lo llamaban el genio del clan Uchiha. No era conocido precisamente por ser amable, más bien era abstraído, silencioso, indiferente y hasta frío. Cada vez que lo había observado de lejos podía notar que nada se reflejaba a través de su rostro, sólo un semblante serio.

Sin embargo, cuando había estado cerca de él… esa misma mirada distante se volvía tan cercana que sentía que había estado observando esos ojos negros toda su vida. Su voz era reconfortante, sus palabras llenas de sabiduría, su cercanía la calmaba y la hacía pensar que a pesar de todo, Itachi era sólo un chico que había tenido que crecer demasiado rápido. Incluso la primera vez que se vieron y él era sólo un adolescente, ya actuaba como un adulto. A veces no podía conciliar al asesino silencioso que había bajo esa máscara ANBU con el sujeto que la había tomado entre sus brazos en el torneo chunnin para ponerla a salvo cuando sintió peligro.

Había querido acercarse a él ese día y así agradecerle por su ayuda. No obstante, cuando caminaba en su dirección obligando sus piernas para que avanzaran, vio un grupo de chicas que lo rodeaba diciéndole una y otra vez lo asombroso que había sido mirar como sus llamas negras quemaban al gran Orochimaru. Se sintió estúpida y se escondió atrás de un pilar del estadio, sabiendo que lo último que quería era ser considerada una más de las fangirls que perseguían a Itachi y también a su hermano menor. Hubiese odiado que alguien que ella había llegado a admirar de esa forma sintiera que no era más que una de sus acosadoras. Lo respetaba demasiado como para haberse arriesgado a quedar en ridículo frente a él.

En Konoha, Itachi Uchiha, era prácticamente venerado como un dios y sus seguidoras tenían su propia religión. Se preguntó si realmente no le molestaría aquello, después de todo, Sasuke era muy energético en decirles a esas jóvenes que lo dejaran en paz, siempre rechazando las atenciones en su dirección siendo cruel y frío con cualquier gesto le dedicaban.

Pero las chicas que perseguían a Itachi no eran menos escandalosas, la única diferencia, suponía, era que Itachi Uchiha casi nunca estaba en Konoha y cuando sí estaba en la Villa lo pasaba encerrado en su casa. Sí que lo sabía, había intentado acercarse a él tantas veces para agradecerle pero nunca lo encontraba solo… siempre estaba con Shisui Uchiha, Sasuke o Naruto. Por lo mismo ahora que la habían puesto a trabajar con él y asumiendo que serían compañeros de equipo, lo había esperado afuera de la oficina del Hokage para agradecerle finalmente lo que había hecho por ella.

Al estar frente a él se dio cuenta que Itachi Uchiha la ponía extremadamente nerviosa, a pesar de su calidez. Y no era sólo porque fuese atractivo (y lo era, era tan tan tan ridículamente atractivo que estaba en una liga distinta a la del resto de los seres humanos), sino, porque tenía la mirada más penetrante que conocía, como si tuviese una habilidad de meterse en la mente del resto (y la tenía, el sharingan). Que se hubiese dado cuenta que Naruto le atraía era lo más vergonzoso que le había pasado… pero le agradecía desde el fondo de su corazón que nunca se lo hubiese contado. Es más, Hinata se podía dar cuenta que desde ese día, cada vez que habían estado cerca la había intentado poner en el mismo lugar que Naruto-kun. Eso demostraba que tan noble era Uchiha Itachi.

Ahora, ese mismo hombre, sería su compañero, su instructor, su sensei. Su estómago se contrajo, nerviosa de lo que podría pasar cuando se diera cuenta de que era tal vez la chica más débil de todas las kunoichi.

-¡Oi! ¡Hinata! – La voz de Kiba hizo que se diera vuelta. - ¿Y Shino?

-Dijo que lo esperáramos en el árbol. – El "árbol" era el lugar en donde habían tenido su primer almuerzo como equipo, por eso aunque había miles de árboles en Konoha, cuando ellos hablaban de "EL" árbol, sabían dónde ir. - ¿Estás listo Kiba-kun?

-Claro. – Respondió Kiba entusiasmado montando el lomo de Akamaru. - ¿Y luego qué? ¿A buscar al Uchiha?

-Su…supongo. – Respondió Hinata ruborizándose y mirando hacia un costado. Ambos comenzaron a caminar uno al lado del otro en silencio. Kiba era bastante hablador y por algún motivo ese día permanecía quieto. Aquello llamó la atención de su compañera. - ¿No estás nervioso?

-¿Por qué habría de estarlo? – Preguntó Kiba mientras pasaban por debajo del arco de entrada del clan. – La verdad me siento feliz de que el Hokage sepa lo que vale nuestro equipo, ya estaba harto de que no se nos diera reconocimiento.

A pesar de que Kiba estuviese rebozando confianza, Hinata sonrió notando que estaba tan nervioso como ella. La idea de que ahora fuesen a rastrear criminales rango S no era muy alentadora, el peligro de una muerte inminente estaba sobre ellos.

No, Uchiha-san es talentoso. Es un genio, de la elite de Konoha. No estamos en peligro con él cerca. – Pensó Hinata mientras salían del distrito Hyuga y comenzaban a dirigirse al punto de encuentro en donde encontrarían a Shino.

Aunque, se sintió un tanto deprimida. Itachi estaba en una categoría completamente distinta de shinobis. Era talentoso en todo lo que hacía. La barra subía a niveles estratosféricos ahora que él estaba encargado del equipo y, sinceramente, temía no ser lo suficientemente buena para estar a su altura. ¿Qué tal si se avergonzaba a si misma frente a él? Frente a la persona que tanto admirada…

– Voy a trabajar extremadamente duro para ayudar a Uchiha-sensei.

-No será nuestro profesor, somos compañeros. Team Rei. – Le dijo Kiba, le sorprendía que tan seria estaba Hinata con todo ese asunto.

Hinata asintió. – Haré mi mejor esfuerzo para que mis ojos vean donde él no pueda ver.

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Itachi Uchiha estaba terminando de vestirse luego de tomar un baño, cuando su madre entró a su habitación sin si quiera tocar. Estaba acostumbrado a que lo hiciera, aunque no le hacía mucha gracia. Ya no era un niño, era un hombre, y la idea de que ella entrara como si nada lo ponía incómodo.

-Itachi, te buscan unos chicos. – Dijo Mikoto con el cesto de ropa, abriendo el closet de su hijo de par en par y guardando lo que acababa de planchar.

-Gracias. – Dijo Itachi. - ¿Dónde están?

-Los dejé en la entrada, estaban con un perro. – Respondió Mikoto. - ¿Ellos son tu nuevo equipo?

-Supongo. – Respondió un tanto frío. No le gustaba discutir sus asuntos, en especial cuando se trataba de misiones. – Volveré para cenar.

Terminó de amarrarse el cabello y luego sacó su protector de frente de su portakunais, atándolo alrededor de su cabeza mientras caminaba hacia la puerta. Nunca realizaba una misión sin su protector, pues era un símbolo de que él era un shinobi de Konoha.

Movió la puerta corrediza después de ponerse sus sandalias y vio que en la cerca estaba el chico Aburame reclinado sobre ella con los brazos cruzados, un poco frío y distante, mirando en su dirección en silencio. Frente a él estaba el joven Inuzuka y su perro, sonriendo y diciéndole algo a Hinata, le pareció escuchar… "Oi, deja de esconderte" antes de salir afuera. Entonces, al buscar a Hinata con la mirada notó que la chica estaba junto al perro, escondiendo su mirada con la capucha de su polerón y mirando el suelo. Aquello le pareció extraño, pero en un sentido muy especial, también adorable.

-Buenos días. – Dijo Itachi saliendo y cerrando la puerta atrás de él. Los chicos le respondieron con un "buenos días" de vuelta. - ¿Quieren comer dangos?

La pregunta los tomó a los tres por sorpresa, pues no estaban acostumbrados a comer tan temprano. De hecho, Kurenai los tenía trabajando a esa hora y la idea de que Itachi prefiriera hacer algo más los sacó un poco de onda.

-Claro. – Respondió el chico Inuzuka por los tres.

Itachi pensaba que una buena forma de conocer a sus nuevos compañeros de equipo era viendo como se comportaban en situaciones cotidianas sin la presión de tener que impresionar a nadie. Quería ver como era su dinámica de grupo, como interactuaban con el ambiente y sobre todo, llegar a conocer un poco más de cada uno de ellos.

Compraron dangos para llevar y lo primer que notó fue que el joven Inuzuka compartía la mitad de sus dangos con su perro.

Aquello le indicó lo primero que necesitaba saber sobre el Inuzuka, era un chico solidario y desinteresado que cuida de los suyos. Alguien así siempre era un aporte en su equipo.

Lo segundo que notó fue que Hinata seguía evitando sus ojos y estaba comiendo en silencio, como si más que comer estuviese jugando con la idea de demorar lo máximo posible en mascar para así no tener que abrir la boca. No se imaginaba que fuese tan tímida ni entendía por qué estaba tan nerviosa. Siempre la había tratado con sumo respeto.

Lo tercero que advirtió, fue que el chico Aburame era silencioso, pero cuando hablaba, decía lo preciso. De hecho se parecía mucho a un ex compañero Aburame que había tenido en ANBU, Niebla, que había muerto en el ataque a Konoha al parecer asesinado por Kabuto. Sabía cómo actuaban los miebros de ese clan.

Los cuatro caminaron hasta el río y se quedaron sobre el puente comiendo y mirando el paisaje. Kiba solía hablar para que no se quedaran callados por tanto tiempo e Itachi asentía o negaba, pero más que eso, no hubo interacción hasta que él tomó la palabra. Ya iba siendo hora de presentarse formalmente y de definir la misión que tenían como equipo.

-Seré el reemplazante de Kurenai Yuhi hasta que así lo estime el Hokage o muera en servicio. No seré su instructor sino su compañero y líder de grupo. Como saben, desde hoy pasamos a tomar el nombre código Team Rei. – Hizo una leve pausa esperando alguna reacción, pero lo único que escuchó fue a Akamaru ladrar. ¿Acaso ponía nervioso a esos chicos o era la idea de su misión lo que los tenía tan abstraídos? - Team Rei se especializará en el rastreo y asesinato de criminales del libro bingo. Si no tienen una copia les daré una. Sólo quiero recordarles que esta misión es de fundamental importancia para nosotros y que Konoha ha depositado su confianza para que disminuyamos las entradas en el texto. Fracasar es traicionar la confianza que el Hokage ha puesto en nosotros. – Dijo Itachi sentándose en el borde de la baranda del puente.

Hinata bajó levemente la capucha para mirarlo fijamente. Sus ojos se encontraron un segundo y ambos miraron hacia un costado. Itachi intentó no dejarse perturbar, nunca le pasaba aquello cuando estaba en una misión… pero su estómago se había contraído cuando recordó lo que le había dicho a Sasuke la noche anterior… sólo con mirarla lo supo. ¿De verdad había estado tan ebrio como para decir que Hinata le gustaba así como así?

La diferencia entre un niño y un adulto es que un adulto no tiene razones para sentir que estar interesado en una chica fuese algo malo o por lo cual avergonzarse. Itachi ni si quiera rechazaba dicho tipo de sensaciones. Eso habría sido infantil. Sin embargo, no era el lugar ni el momento para comenzar a analizar qué era de esa chica que le atraía tanto (no es un sentido romántico, sino en un sentido de que despertaba su interés como nada nunca lo había hecho).

- Comenzaremos con el estudio de cada uno de los criminales del libro Bingo la próxima semana en base a los informes que nos presentó el Hokage. – Les indicó Itachi dándole una mordida al último dango que quedaba en su palito.

-Sí taicho. – Respondieron los tres al mismo tiempo.

-Bien, habiendo cumplido con las formalidades… - Dijo Itachi despreocupadamente mientras masticaba. - Quería decirles que me imagino que ustedes deben trabajar muy bien en equipo, por algo el Hokage los eligió. – El chico Inuzuka sonrió con orgullo mientras que Hinata sonrojó. El Aburame ni si quiera se inmutó con el comentario. Itachi suspiró pesadamente. -…pero… yo estoy acostumbrado a trabajar solo hace bastante tiempo. Nunca estuve en un three man cell como el suyo. Me gradué de la academia en los tiempos en que Konoha aun estaba en guerra contra el país del trueno. Por ello, tal vez mi trato sea un tanto tosco y mi trabajo en equipo muy deficiente. Necesitaré que en ese sentido sean ustedes mis instructores.

El chico Inuzuka y Hinata pusieron cara de sorpresa y confusión y hasta el Aburame acomodó sus gafas un tanto incómodo con la idea de que "ellos" fuesen a ayudarlo a él. Eso era bastante poco convincente, Itachi Uchiha era un genio… un héroe de Konoha, ¿De verdad necesitaría su ayuda?

-Me apoyare completamente en sus habilidades de rastreo y contribuiré en protegerlos con mi vida. – Dijo Itachi con seriedad, mirando a Hinata y sonriéndole después de decir aquello. La chica sonrojó y le sonrió de vuelta. Más que nada, no intentaba coquetear con ella o algo por el estilo, sólo quería que se sintiera más cómoda frente a él. - ¿Por qué no parten por presentarse o algo así? Sus nombres, Lo que les gusta, lo que no les gusta, sus hobbies, sus sueños, sus técnicas especiales, sus debilidades…cualquier cosa que debería saber. – Eso estaba en los libros de instructores jounin en el primer capítulo para instruir a alumnos egresados de la academia. Sabía que la situación no era la misma pero al menos podría conocerlos mejor.

El primero en hablar fue el chico Inuzuka. – Oi, mi nombre es Kiba y el es Akamaru. – Apuntó a su perro con el dedo pulgar y éste ladró. – Uhmm..Me gusta mucho comer carne y cartílago y tambien me gusta mi perro Akamaru. Es mi mejor amigo, hacemos todo juntos. No me gustan los olores fuertes porque hacen que mi nariz duela y me de asco, incluso me puede dejar knock out un olor así… tampoco me gusta la comida que no se pueda masticar, como los colados, las sopas, y los purés. ¿A quién se le ocurría inventar algo así de cualquier forma? – Preguntó levantando las manos irritado. – Algún día me gustaría ser Hokage… - Dijo con una sonrisa. – Y sinceramente mejoraría la unidad canina de esta aldea, Hana no puede ser la única veterinaria de toda la aldea. - Itachi asintió. Conocía a Hana Inuzuka, era una chica bastante gentil. – Mi hobbie es caminar con Akamaru y correr por los bosques, es muy importante para mantener nuestro team work. En cuanto a mis habilidades, quizás soy el más rápido en mi grupo de edad… para realizar mis técnicas de taijutsu la velocidad es fundamental. Y debilidades no tengo, jaja.

-Acabas de decir que un olor fuerte puede knockearte, ¿Acaso eso no es una debilidad? – Lo increpó Shino, pero Kiba no respondió, haciendo una mueca de molestia.

-Es un gusto conocerte, Kiba Inuzuka. – Dijo Itachi con educación.

-Mi nombre es Shino Aburame. – Comenzó el chico de gafas apoyado en la baranda en el otro extremo. – Lo que me gusta, no me gusta y mis hobbies no tiene importancia, ¿Por qué? Porque aunque no me guste algo lo haré de cualquier forma si es por proteger a Konoha.

-¡Afff Shino ya comenzaste con tus cosas! – Se quejó Kiba. - ¿Por qué no dices que te gustan los insectos y ya? No es una novedad, ¿Sabes?

Shino pareció ignorar a Kiba, lo cual le indicó un poco la dinámica de grupo. – Lo que sí tiene importancia son mis puntos débiles. Nunca ha trabajado conmigo por lo cual debería saberlos. Mi taijutsu no es muy elevado, pues ataco a distancia. Kiba y Hinata se encargan del cuerpo a cuerpo mientras yo lucho con ninjutsu, en lo cual sí soy bueno. – Itachi adoraba al clan Aburame. Eran tan directos. Le estaba diciendo precisamente algo que necesitaba saber para poder protegerlo en combate si se veían en problemas. – De los tres, soy generalmente el que asume el liderazgo, ¿Por qué? Por qué mi coeficiente intelectual es de 140. Como debes saber, mi clan se especializa en el ataque con insectos. Mis kikaichus consumen el chakra de mi enemigo, dejándolos inhabilitados para luchar.

-Esa habilidad es fascinante, me gustaría verla algún día cuando entrenemos. – Respondió Itachi, Shino era realmente su tipo de persona.

-No tengo problemas con eso, ¿Por qué? Porque somos compañeros ahora. – Dijo Shino sonando bastante indiferente. Itachi asintió y luego miró a Hinata quien supo que también tenía que presentarse.

-Mi nombre es Hinata Hyuga. – Dijo con suavidad, mirando hacia un costado. – Me gusta prensar flores y los rollos de canela, e-entrenar con Neji nii-san y pasar tiempo con mi equipo. No me gustan las peleas i-innecesarias ni que me subestimen. Mi sueño es poder hacer que una persona reconozca mi valor como kunoichi. – Itachi asumió que estaba hablando de su familia o alguien en ella. - Mi debilidad según mi padre es que soy demasiado gentil. No soy muy fuerte, ni rápida. Tampoco tengo mucha resistencia y mi estamina no es alta. Me especializó en taijutsu y s-supongo que ese es mi mejor atributo en peleas. Puedo utilizar el puño gentil del clan Hyuga aunque no tan bien como Neji nii-san. Mi byakugan es bastante avanzado y si me enfoco sólo en un punto puedo llegar a ver hasta 10 kms de distancia.

-Eso nos servirá muchísimo a la hora de rastrear enemigos. – Le dijo Itachi con gentilidad, a lo cual Hinata asintió sonrojando.

-Es su turno Itachi-taicho, no sabemos nada de usted aparte de lo que dicen las leyendas. – Dijo Kiba riendo mientras acariciaba el lomo de Akamaru.

-Bueno… como saben mi nombre es Itachi Uchiha. Hasta antes de ser transferido fui miembro del escuadrón de asesinatos de ANBU, teniendo el rango de capitán de éste. Supongo que eso también lo saben… – Kiba asintió un tanto impaciente.

-¿Es cierto que está en ANBU desde los trece años? – Preguntó, de verdad no sabían mucho de Itachi pero las cosas que había escuchado eran suficientes para que les inspirara respeto. - ¿Y que se graduó de la academia sólo en un año?

-Sí. - Respondió Itachi. – ANBU estaba casi desmantelada después de la guerra y casi toda una generación de Shinobis había muerto. Era labor de la nueva generación asumir el legado que con sus vidas intentaron proteger. – Itachi bajó el rostro, recordarse a sí mismo caminando entre los escombros y los cadáveres, deseando no encontrarse con sus padres muertos, había hecho de su infancia un infierno en vida. Ellos no lo entenderían, habían nacido en una época de paz por lo cual no veían la guerra como lo que era… una pesadilla de la cual intentas despertar sin poder lograrlo. - … no tomen muy en serio todo lo que escuchan sobre mí. La verdad, es que no soy la gran cosa. Hay nombres gravados en la piedra del monumento de los caídos de Konoha de quienes nadie sabe, nadie conoce y sus vidas han sido olvidadas… pero su legado continúa con nosotros. Todo lo que deben saber de mí, supongo, es que llevo ese legado aquí. – Indicó su pecho con su dedo pulgar.

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-¿Estás seguro Shisui? – Preguntó Itachi intentando alcanzar a su primo que corría hacia la puerta de Konoha. - ¿Volverá hoy?

-¡Sí! Obito-san volverá hoy y dijo que nos enseñaría a hacer la el jutsu de la gran bola de fuego. – Respondió Shisui con felicidad.

Saltaban entre los escombros y pasaban por lugares en donde antes había habido casas y negocios. El panorama era bastante desalentador pero ellos venían viviendo en esas condiciones desde que tenían memoria.

Ambos chicos estaban cubiertos con una capa pues la lluvia caía incesantemente. A sus cuatro años de edad, Sus cabelleras estaban flácidas por el agua y el frío comenzaba a calarle los huesos, pero no importaba… el gran Obito volvía ese día.

Sin duda no era el shinobi más fuerte de la aldea pero era su ejemplo a seguir dentro del clan. Siempre que los veía los saludaba y les decía que les enseñaría alguna cosa. Era su primo mayor y lo respetaban por ello, lo admiraban, querían seguir su ejemplo.

Esperaron largas horas bajo la entrada de Konoha, tiritando de frío y rezando porque no hubiese un ataque esa noche. Venían atacando la villa hace muchos días ya y la ciudad estaba en ruinas. Ellos se habían convertido en los niños que deben observar su amada aldea en ese estado, escondiéndose entre ellos y esperando encontrar algo para comer. Hasta las ratas eran bienes apreciados en esos días.

Muchas veces en la mañana aun se podían ver cuerpos entre los derrumbes de edificios, niños de su edad, ancianos, mujeres… parecía que no importaba para los ninjas del país del rayo, todos eran enemigos para ellos. Cada mañana, Shisui e Itachi agradecían haber sobrevivido otra noche, escondidos, abrazados y tiritando, rezando por que sus padres volvieran vivos. Todos los niños Uchiha permanecían ocultos en el escondite del clan, rezando a sus ancestros que los protegieran.

De pronto Shisui comenzó a saltar emocionado. - ¡Ahí vienen! ¡Ahí vienen! – Le indicó a Itachi sacudiéndolo. Itachi levantó la mirada con una sonrisa, observando a la distancia la cabellera rubia del maestro de Obito.

Sin embargo, cuando vieron al Team Minato acercarse sin su primo, lo supieron sin que nadie lo dijera. Shisui fue el primero en llorar en silencio e Itachi agradeció la lluvia que disfrazaba las lágrimas en su propio rostro.

-¿Dónde está Obito? – Shisui fue lo suficientemente valiente para preguntarlo cuando Kakashi hatake pasó al lado de ellos.

La chica de la cual Obito había estado enamorado desde pequeño se paró a su lado mirándolos con dolor en los ojos. Minato Namikaze no dijo nada, sólo esperó. Kakashi detuvo su andar; él era el gran rival de Obito, a quién siempre lo habían escuchado decir que vencería algún día porque los Uchiha eran un clan de elite. A pesar de su edad ya era un jounin, a diferencia de Obito que ni si quiera podía utilizar el sharingan.

Hatake Kakashi no se volteó, pero sus hombros bajaron lentamente. – Lo siento, chicos. Obito no regresará esta vez.

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El semblante de Itachi Uchiha era serio y melancólico. Hinata se preguntó que podría haber estado pasando por su mente para que dejara evidenciar ese tipo de tristeza en esos profundos ojos negros. Itachi no era del tipo de persona que dejara que el resto viera sus emociones, por lo cual, verlo así la conmovió.

De pronto, los miró sonriendo; Hinata quiso preguntarle el motivo de ello. ¿Por qué un hombre como él podía desprender tanta calidez sólo con una sonrisa? - Si deben saber algo sobre mí más que mis gustos, mis sueños o mis hobbies… es que… lo único que me importa es poder honrar sus memorias protegiendo la paz por la cual ellos murieron. - Los tres asintieron en silencio respetando su privacidad. – Tienen el resto del día libre. Descansen pues mañana comenzaremos a entrenarnos si les parece bien. – Dijo Itachi.

-¡Okey! – Respondió Kiba montando a Akamaru. – ¿Nos juntamos aquí, mañana?

-Si el resto está de acuerdo con ello. – le indicó Itachi mirando a Shino y a Hinata.

-Por mi está bien. – Murmuró Shino, poniendo sus manos dentro de los bolsillos y comenzando a retirarse. – Hasta mañana, compañeros.

-Por mi también, Uchiha-san. – Le indicó Hinata con una sonrisa.

-¡Bien! – Gritó Kiba entusiasmado. – Vamos Akamaru, Hana nos espera. ¿Hinata, quieres que te vaya a dejar? – Le preguntó antes de marcharse.

-N-no es necesario Kiba-kun, puedo volver sola. – Respondió avergonzada, pensando qué opinión tendría Itachi Uchiha de ella si ni si quiera sus compañeros se sentían confiados de dejarla ir y venir por su cuenta por Konoha.

-Está bien. – Dijo con una enorme sonrisa. - Adiós Hinata, Adiós Itachi.

Observó a Shino caminar por la calle opuesta a la que Kiba se había dirigido. La mañana era agradable y el sonido del agua bajo el puente era refrescante y la invitaba a ir a entrenarse. Sin embargo, se dio cuenta que Itachi Uchiha aun estaba ahí parado, mirándola sin hablar.

Hinata rompió el silencio, que extrañamente, no era incómodo entre ellos. - U..Uchiha-Taicho.

-Puedes llamarme Itachi. Nos conocemos hace bastante. – Respondió él aun un tanto abstraído en sus propios recuerdos.

¿Cómo decírselo sin sonar como una de sus fangirls? ¿Cómo aproximarse a él sin que pensara que deseaba algo más que conocerlo? Le avergonzaba tener ese tipo de dudas en su mente, pero la verdad, Itachi Uchiha era alguien especial y no era la única que parecía verlo.

Ella lo notaba pues incluso comprando dangos algunas chicas se le habían acercado a saludarlo. No estaba segura qué era lo que las demás veían en él, pero había muchos chicos atractivos en Konoha y ninguno era tan popular entre todas como lo era Itachi. El resto seguramente también veía en él lo que ella venía observando hace años. Lo más tierno del asunto era que él, en vez de ignorarlas como lo hacía Sasuke, se tomaba el tiempo para responder a cada una de las personas que se dirigían a saludarlo; aunque no era de muchas palabras respondía con educación antes de continuar su camino.

Era humilde, no se creía la gran cosa y Hinata apreciaba eso. No era un chico al cual su atractivo y fuerza lo hubiesen vuelto altanero, nunca lo había visto observar a nadie con ojos llenos de orgullo por su poder ni lo había escuchado jactándose de lo poderoso que era.

Tomó aire, cerró los ojos y apretó sus puños intentando controlar sus nervios. – M-me alegra que estemos en el mismo equipo. – Dijo con suavidad.

Itachi la miró de reojo, notando lo tensa que estaba al lado de él. Pensó por un momento que estaba incómoda y le desagradaba su presencia, pero luego, al escucharla, sólo pudo sonreír sin importarle si alguien los estaba viendo o no. - A mi también.

Escucharlo responder eso hizo que las mejillas de Hinata se sonrojaran fuertemente. El primer instinto que tuvo fue de correr, por lo cual hizo una reverencia y le respondió torpemente. - Hasta.. hasta luego.

-Hinata-san. – La interrumpió Itachi sin dejarla irse aun.

-¿S-sí? – Respondió ella mientras se paraba derecha.

-¿Dónde se dirige ahora? – Le preguntó con seriedad.

-S-supongo que a mi casa. – Dijo jugando con sus dedos. De verdad él la ponía nerviosa cuando la miraba así. ¿Qué secreto querría descubrir ahora?

-¿Puedo acompañarla mientras caminamos? – Le preguntó con educación. Sin embargo, al ver como los párpados de Hinata se elevaban en sorpresa y su rostro cambiaba de color, Itachi replanteó lo que acababa de decir. - El distrito Uchiha queda en la misma dirección, tengo que caminar hacia allá de cualquier forma.

Hinata asintió nerviosa y ambos comenzaron a avanzar en silencio. No se atrevía a mirar a Itachi mientras caminaban uno al lado del otro. Sólo notaba que de vez en cuando pasaba alguna joven y lo miraba como si se fuera a derretir, sólo para dirigirse a ella y darle una ojeada llena de odio. Cuando aquello ocurría, Hinata se escondía entre sus hombros.

Sin embargo, sólo habían caminado alrededor de tres cuadras en silencio y ya una tercera mujer la había mirado mal. No pudo evitarlo y suspiró un tanto deprimida. No sabía lo difícil que era ser notada. Ella era completamente invisible al ojo de la mayoría de Konoha (excepto en su clan), nunca había tenido que lidiar con tantos ojos hacia ella en la calle, ojos que ni si quiera eran amistosos.

-Lo siento. – Dijo Itachi de inmediato. Hinata lo miró confundida, pero entendía a la perfección por qué estaba pidiendo disculpas. –A veces miran mal hasta a mi madre cuando la acompaño al mercado para cargar las bolsas. Debe ser muy molesto caminar conmigo.

-No… no me molesta. – Dijo ella con timidez. – Es sólo que, bueno, uhmm… Tal vez su novia se podría molestar conmigo por estar con usted en el mismo grupo.

-No tengo novia. – Dijo Itachi poniendo una mano en la nuca y mirando en frente con seriedad. El tema lo avergonzaba pero no dejaría que ella se diera cuenta.

Los labios de Hinata se despegaron con incredulidad. En su mente Itachi Uchiha era perfecto, no podía encontrar un solo defecto en él por mucho que lo pensara. Tal vez por eso siempre se veía tan solo, porque no había encontrado alguien aun que le inspirara la confianza para permitirse amarla. Vivir una vida sin amor, sin enamorarse, podía hacer que un hombre perdiera su propósito y cayera en la oscuridad de la soledad. Pero eso no era cierto sobre él… Itachi sí tenía un propósito.

Hinata comenzó a jugar con sus dedos nerviosamente y el Uchiha notó que algo estaba pasando por su mente pues sus párpados bajaban un tanto desilusionados.

-¿Qué sucede Hinata-san? – Le preguntó mirando el perfil de su rostro, notando lo fina que era su nariz.

-No.. no es nada. – Dijo Hinata sonrojando.

Quería decirle la verdad, pero le daba un poco de miedo aproximarse a él y comentarle algo tan superficial. Para alguien como Itachi su vida, sus sentimientos, sus secretos, sus preferencias… eran privadas. Era tan reservado que ni si quiera les había dicho algo personal sobre sí mismo cuando estaban presentándose, sólo sabían que se llamaba Itachi Uchiha y que efectivamente había entrado a ANBU a los trece años. Ahora sabía que no tenía novia, pero sólo porque se lo había preguntado.

Ella no tenía derecho a decirle lo que estaba pensando sobre él.

-Puede decirlo. – Dijo Itachi sin dejar de caminar ni mirarla. – No me molestará.

¿Cómo era posible que se diera cuenta de que quería decirle algo pero no se atrevía? Realmente le hacía honor a la clasificación de genio. Hinata bajó el rostro y se enfocó en mirar sus propios pies. – Entendí por qué no tiene novia.

Itachi se río. No estaba esperando que ella le dijera algo así. - ¿Entendió algo como eso?

-S-sí. – Respondió ella con tristeza.

-¿Por qué no me lo explica entonces? Tal vez su explicación sea mejor que la de mi primo. – Era divertido para él, últimamente todos estaban creando nuevas teorías para explicar el por qué de su soltería.

-Hmm…bueno… P-pensé que tal vez estaba solo porque… b-bueno, nunca se ha enamorado. Pero eso no e-es cierto… - Hinata se detuvo y lo miró un poco asustada. – Sólo alguien que ama algo profundamente e-es capaz de inspirar la calidez que us-usted inspira… - Se iba a ahogar, casi le había dicho "inspira en mi". Gracias a dios tartamudeaba, de esa forma se había podido detener antes de que su boca la traicionara. Si le decía algo así, lo más probable era que Itachi pensara que era una de sus acosadoras. –Hoy escuchándolo hablar, lo e-entendí. Creo que su… su amor por la Aldea es tan grande que… que… n-no cabe nada más dentro de su corazón. – Su voz se afinó casi en un murmullo melancólico. - Por eso… esta siempre tan… solo.

La sonrisa de Itachi desapareció suavemente. Se detuvo y Hinata también lo hizo. ¿Habría tocado un punto sensible y ahora él le gritaría o algo así? Pronto descubrió que no podía sostener esa mirada que él le estaba dando, pero no podía apartarla tampoco.

Por su parte, Itachi se preguntó por qué alguien que apenas lo conocía podía comprender aquello sólo mirándolo. Desde que era una niñita había intentando descifrarla fracasando en ello y en cambio ella, parecía haberlo descifrado a él. Sasuke tenía razón… ella era sin duda alguien que le interesaba cada vez más. Tal vez la persona que más le interesaba en toda esa villa. No la podía comprender del todo y aquello la hacía fascinante.

-¿Usted ama algo o a alguien, Hinata-san?– Preguntó Itachi.

-Amo a mi hermana menor. – Respondió Hinata sin si quiera pensarlo. - Aunque a veces pienso que, sólo soy u-un obstáculo para ella. Siempre se tiene que esforzar el doble para así validarse ante los ojos del clan sólo porque yo nací primero.

Como yo y Sasuke, pensó Itachi. –Creo que nos parecemos más de lo que pensé en un comienzo. – Dijo mirándola con más respeto que antes. No estaba seguro de la razón por la cual le estaba diciendo eso, pero le provocó una sensación placentera en el estómago decírselo. -También siento que sólo soy un obstáculo para la felicidad de Sasuke, uno que debe superar para poder llegar a su pleno potencial. Pero… no me quejo. Ese es el labor de un hermano mayor. Aunque mi hermano me termine odiando, es algo que debemos afrontar juntos.

-Es cierto… - Dijo Hinata observando la forma en que sus ojos tan disciplinados se suavizaban cuando hablaba de Sasuke. De nuevo podía percibir esa calidez rodeándolo. Entonces se dio cuenta de algo que la hizo sonreír.

Itachi le estaba hablando sobre sus propios sentimientos, su vida, la estaba dejando echar un vistazo en su privacidad. Aquello la hizo sonrojar y sentirse realmente privilegiada. Itachi Uchiha era realmente asombroso.

-Gracias. – Le dijo reanudando su andar e Itachi la siguió con curiosidad.

-¿Por qué me agradece? – Le preguntó sin saberlo. ¿Por qué insistía en sorprenderlo con sus palabras y reacciones?

-Por dejarme conocerlo un poco más.

Era cierto, le acababa de decir algo personal sobre sí mismo a una compañera de equipo. Nunca antes había hecho eso. La idea de aquello lo asustó pero al mismo tiempo lo emocionó. Tal vez no tendría que ser alguien completamente frío con el mundo ahora, después de todo, ya no portaba una máscara. Podía ser Itachi Uchiha, no "el cuervo". Podía hablar de lo que sentía y lo que deseaba sin miedo a ser descubierto o a arruinar su misión.

¿Tanta confianza le inspiraba esa chica?

-No suelo hacerlo. – Dijo Itachi, suspirando. – Creo que hice una excepción con usted.

-¿Por qué? – Preguntó Hinata.

-Porque me permitió caminar a su lado. – Y así era, ya no tendría que volver a caminar solo.
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Love Is por Sasha545 Empty Re: Love Is por Sasha545

Mensaje por Hotaru Senju Mar Feb 26, 2013 1:22 am

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.

CAPITULO 5

LOVE IS NEVER CONCEITED

(El amor nunca es ególatra)


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Eso es lo que diría un perdedor. ¿Acaso darse cuenta de lo que no podemos hacer, no es lo mismo que darse por vencido?

No. Significa perdonarte a ti mismo por lo que no eres capaz de hacer. Tus camaradas están ahí para suplir lo que tú no puedes hacer y para prevenir que ignores las cosas que si puedes lograr. Si quieres saber quién eres tienes que mirar muy dentro de ti y aceptar lo que ves. Yo no fui capaz de hacerlo, engañé demás y a mí mismo con mis propias mentiras.

Aquellos que no son capaces de reconocerse a sí mismos están destinados a fracasar, como lo hice yo en el pasado.


NARUTO 582 – Nada.


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Todo comenzó con una misteriosa visita a la florería Yamanaka. Ino estaba trabajando en ella aprovechando que Yamato-taicho estaba fuera de Konoha en una misión con el recién formado equipo siete. De hecho estaba bastante aburrida considerando que esa era una aldea ninja y los shinobi de Konoha no eran muy conocidos por ser románticos o comprar flores porque sí; las únicas oportunidades en que esa florería tenía clientela era cuando alguien moría (triste pero cierto).

Por lo mismo, escuchar que la campana de la puerta sonaba la hizo salir de su lectura de ninjutsu médico y fijar sus ojos en el atractivo joven que acababa de entrar.

-Itachi Uchiha. – Murmuró Ino dándose vuelta de inmediato para que no la viera tan desarreglada, revisando su ropa y viendo hacia abajo si estaba lo suficientemente presentable para hablarle a alguien como él. Puso una mano sobre su pecho, respiró profundamente y dirigió a él con su mejor sonrisa. - ¿Puedo ayudarte Itachi-kun?

-Sí. – Respondió él, mirando los baldes llenos de flores que estaban reposando en agua. Su semblante serio y frío le pareció de lo más encantador que había visto. A veces le costaba trabajo decidir cuál de los dos hermanos Uchiha era más atrayente. – Quiero un ramo de flores, por favor.

Escucharlo decir eso la hizo sentirse nerviosa. Si estaba comprando flores, seguramente eran para alguien más. Ningún hombre compra flores sólo porque sí.

-¿Te interesa alguna en especial? – Le preguntó Ino curiosa. Un ramo de flores podía decir mucho sobre la persona que las compraba y la persona que las recibiría. Tal vez por fin Itachi Uchiha estuviese saliendo con alguien. - ¿Rosas rojas tal vez? – Preguntó con suspicacia y un poco de envidia. La rosas rojas significaban pasión y amor, si ese era el caso… escucharía su propio corazón romperse mientras las envolvía.

-No, nada tan ostentoso. – Respondió el pelinegro sacando su billetera. – Más bien algo sencillo…Esas flores blancas de ahí estarán bien.

Ino bajó la mirada y se encontró con un bello ramo de crisantemos blancos en cuyo centro había leves toques de amarillo. Subió una ceja sorprendida; a pesar de que esas flores eran bonitas y que las cultivaban ellos mismos, no eran nada exóticas ni románticas, más bien, eran bastante… llanas, tal como lo había dicho Itachi. Era el tipo de flores que se le llevaba a una chica en una primera cita; el color blanco se asociaba con la pureza de las intenciones que tenía un hombre con una chica y la humildad del arreglo floral la hacía intuir que la joven siendo cortejada por Itachi Uchiha era del tipo de chicas que ni si quiera usa maquillaje. ¿A quién le podría estar regalando esas flores si quería impresionarla?

El joven Uchiha le pagó el precio, hizo una cortés reverencia y salió de la florería. Ino suspiró viéndolo caminar mientras que las chicas que iban por la calle se quedaban mirándolo atónitas descubriendo que él, Itachi Uchiha, había ido a comprar flores para alguien. Aquello era insólito. Desearía que Sasuke-kun me regalara flores… pensó Ino apoyando el mentón contra el aparador.

Fue precisamente esa tarde que todo comenzó cuando se encontró con Sakura. Ambas chicas se encontraban comiendo dangos, últimamente Sakura estaba bastante triste y la solía invitar a comer aquellos dulces al final de cada día. Ino suponía que aquello se debía a que Sasuke había pedido finalmente que se le diera de baja del equipo siete para poder ingresar a la Policía de Konoha. Lo único que podía hacer era decirle que se animara un poco, que no sería la última vez que vería a Sasuke (Y claro, también decirle que si seguía comiendo dangos engordaría).

-¿Se puede saber por qué siempre venimos a este lugar? – Preguntó Ino jugueteando con sus dangos en el plato. – Podríamos ir al BBQ, ahí al menos hay comida con colágeno

-El otro día Itachi Uchiha me invitó a comer dangos aquí. – Dijo Sakura mirando hacia afuera con melancolía. - He deseado encontrármelo desde entonces.

Ino subió una ceja. - ¿Por qué? ¡No me digas que te gusta Ita-kun! ¡Decídete de una vez! ¡No puede gustarte Itachi-kun y Sasuke-kun! – La idea de que su amiga tuviese una opción en subsidio de la otra la irritó, ¿Qué había de ella? ¿Tendría que quedarse con el que sobrara?

-No… no es eso. – Respondió Sakura. – Quiero preguntarle algo. No es nada. Seguramente tienes razón. – Sonrió casi forzada, Ino la conocía demasiado bien para saber cuando estaba fingiendo una sonrisa. - Si seguimos comiendo así vamos a subir de peso.

-Hablando de Ita-kun… - Una sonrisa pícara apareció en el rostro de Ino y se tapó la boca con una mano. - Creo que finalmente tiene novia. – Dijo casi en un susurro.

Sakura casi se atragantó. - ¿Queeeeee? ¡Cómo lo sabes! – Su expresión de sorpresa fue tan grande y escandalosa que todos en el local se voltearon a verla.

-Pues… - Murmuró Ino acercándose a ella. - Hoy pasó por la florería y compró un ramo de flores blancas. Me imagino que deben haber sido para su novia.

Ino no le dio más importancia al tema y seguramente de haber sabido la reacción en cadena que iba a causar se habría quedado callada.

Por su puesto que las cosas no se iban a quedar así. Faltó sólo un día para que Naruto supiese que Itachi Uchiha, uno de los tipos más geniales de Konoha y a quien el rubio realmente admiraba, le había comprado flores a una chica. Ya no eran un ramo de flores blancas, sino que un ramo de rosas blancas. Ya no había duda sobre el por qué de la compra, Sakura y Naruto habían asumido que había ido en una cita. Ya no había incertidumbre sobre la identidad de la receptora de dicho presente, estaba más que claro para ambos que Itachi finalmente tenía novia. Sus conclusiones llegaron tan lejos que hasta comenzaron a imaginarse que era posible que Itachi estuviese listo para casarse debido a su edad.

Fue dos días después, cuando Naruto estaba comiendo ramen en Ichiraku que vio que Sasuke pasaba y se acercó a él. No lo había visto en días por el tema de la policía de Konoha y ambos se saludaron con casualidad como lo hacían siempre (con un par de insultos sobre Naruto y su destino a fracasar en todo lo que hacía y la forma en que Sasuke era un bastardo arrogante que terminaría muriendo solo si no ponía los pies sobre la tierra.)

Naruto lo invitó a comer con él y como el Uchiha estaba de buen humor aceptó un bol de ramen. Habían capturado a un ninja que había matado a su primo hacía más de un año. El sujeto se había refugiado en la aldea de los casinos y ejercía el comercio de las apuestas siempre disfrazado. Le había dado un gran dolor de cabezas a la policía de Konoha pero cuando Sasuke tomó el expediente se juró a si mismo que lo encontraría, y lo hizo. No sólo eso, fue la primera misión oficial en donde pudo ir como miembro de la policía de Konoha acompañado por el mismísimo Shisui, en donde pudo ser testigo de primera mano de las habilidades del sharingan de su primo. Itachi tenía razón, era ridículamente fuerte.

Por lo mismo, Shisui le había invitado su primera copa de sake y en ese momento, Sasuke Uchiha se creía el rey del mundo, un verdadero hombre y bastante distante de la edad infantil en que consideraba que Naruto se había estancado.

-Pensé que ibas a decir que no. – Le dijo mientras Sasuke partía los palitos. – Ya ni si quiera te veo estos días.

-He estado ocupado. – Respondió sacando un trozo de carne que flotaba, mascándolo despreocupadamente. - ¿Cómo han estado las cosas con ese tal Sai?

-No me quejo. – Respondió Naruto. – Aunque es raro, se la pasa todo el tiempo preguntando sobre mi… bueno tu sabes… - Se acercó a Sasuke y le murmuró. – Mis partes "íntimas".

-¿Es homosexual o algo así? – Preguntó Sasuke riéndose. La cara azulada de Naruto le demostraba lo asustado que estaba.

-No entiendo el interés que muestra en esas cosas. – Respondió masticando fideos.

Sasuke seguía riendo. La idea de que Naruto fuera acosado sexualmente por ese sujeto era hilarante para él. – Tal vez te encuentra atractivo. Al menos pídele que te invite en una cita antes, hazte de rogar un poco con tu nuevo amigo.

-Estas disfrutando esto más de la cuenta, teme… - Gruñó Naruto tragando lo que tenía en la boca. - ¡Hablando de citas! – Dijo emocionado, intentando cambiar el tema rápido. No sabía si Sasuke terminaría de bromear con él o no. -¿Ya conociste a la novia de Itachi?

Los palillos se le resbalaron de la mano y comenzó a toser. -¿Novia? ¿De qué carajos estás hablando?

-¿No lo sabes? – Preguntó Naruto riendo con suspicacia. - Itachi tiene novia.

-¿Qué? – Preguntó Sasuke frunciendo el ceño. - ¿Quién?

-No lo sé… - Respondió subiendo los hombros.

-¿Entonces por qué dices algo así? – Sasuke lo miraba fijamente, completamente molesto.

Naruto se cruzó de brazos y asintió varias veces como intentando recordar todo lo que le había dicho Sakura, pero… como todos sabemos, Naruto no brilla por su inteligencia ni memoria. -Fue a la florería Yamanaka y compró dos docenas de rosas rojas para llevárselas a una chica con la que tenía una cita, creo que le gusta tanto que está a punto de pedirle matrimonio, eso le dijo a Ino.

Sasuke casi se cae de la silla al escuchar eso. -¿Rosas rojas? ¿Itachi? – Gritó enojado tomándolo de su chaqueta naranja y tirando de él hacia adelante. - ¿Matrimonio? ¿Estás loco? ¿Cómo se te ocurre inventar semejante estupidez?

-¡No estoy inventando nada! – Alegó Naruto empujando a Sasuke hacia atrás. - ¡Ino le contó a Sakura-chan y Sakura-chan me contó a mí!

Después del primer shock Sasuke quedó perplejo. No es que se sintiese molesto porque Itachi estuviese saliendo con alguien, más bien le irritaba la idea de que no se lo hubiese dicho. ¿Por qué tenía que compartir a su hermano mayor con una estúpida fangirl? De seguro había sucumbido a las presiones de su madre. Tenía que ayudarlo de alguna forma, si conocía a Itachi, de seguro estaba haciendo todo eso sólo por hacer feliz a Mikoto.

-Itachi… una novia. – Dijo preocupado.

-¿De verdad no sabías? – Preguntó Naruto sin poder creerlo, comenzando a tomarse la sopa del ramen.

-No me dijo nada. – Respondió Sasuke mirando como sus fideos flotaban.

-Uhmm… quizás es un secreto. – Le indicó despreocupadamente.

-Si fuese un secreto Itachi no sería tan estúpido como para comprarle rosas rojas en la florería de una de las chismosas más grande de Konoha. – Asumió Sasuke. Itachi era una de las personas más brillantes de Konoha, si hubiese querido que algo permaneciera secreto se habría asegurado de ello. Algo en toda esa historia no tenía sentido.

-¿Y si no quiere que la conozcamos? – Preguntó Naruto limpiándose la boca con la manga. - ¿Y si es fea o algo así?

-No. Itachi podría salir con quien quisiese. – Respondió Sasuke cruzándose de brazos.

Él había visto la forma en que las jóvenes más atractivas de Konoha lo miraban. Nunca consideró que su hermano fuese superficial, pero siendo un hombre la belleza de una mujer debía ser parte de la elección para una esposa.

¿En qué momento habría conseguido una novia? Siempre estaba con el equipo ocho últimamente. Se la pasaba saliendo de Konoha con ellos, entrenaban de sol a sol y apenas llegaba a casa a dormir. Itachi no tenía tiempo para esas cosas, era demasiado estricto en lo que se refería a sus misiones y sobre todo a su rol como shinobi, no descuidaría aquello sólo por algo tan insignificante como salir con una joven… a menos que…

-¿Qué pasa? – Lo cuestionó Naruto notando lo sorprendido que se veía Sasuke. - ¿Por qué pones esa cara?

-Porque ya sé quién es la novia de Itachi.

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Sasuke caminó molesto por las calles de Konoha, manos dentro de sus bolsillos. Aun no podía creer que su hermano hubiese tenido eso tan guardado.

Era evidente para él en ese momento. Si Itachi no tenía tiempo para salir con una chica porque siempre estaba con Kiba, Hinata y Shino, eso significaba que a la única que le pudo haber comprado flores era a la Hyuga (pues estaba seguro que no había sido a su madre, no había visto flores en los maceteros por al menos un mes). Aquello lo irritaba, ¿Por qué tenía que andar comprándole flores a una chica tonta? ¿Qué tenía de especial Hinata Hyuga? Era callada, reservada, abstraída, demasiado amable y respetuosa, siempre educada con eso de las formalidades… era… era…

Justo como Itachi. – pensó.

-Maldición… - Susurró Sasuke sintiendo que un ladrillo caía sobre su cabeza.

Por supuesto que ella le gustaba, se parecían. Las personas no andan por la vida buscando a parejas diferentes a ellos, esa estupidez de "los polos opuestos se atraen" sólo funcionaba en la física y en las películas adolescentes. En la vida real, todos se acercan a quienes mejor complementan su personalidad. Sasuke podía entender aquello… Si alguna vez decidía prestarle atención a alguien en Konoha le habría gustado que fuese alguien que siempre entrenara, que fuese recatada, silenciosa y refinada. No quería alguien que estuviera molestándolo todo el tiempo, sino que le dejara su propio espacio y que sólo se acercara cuando él la buscara a ella, que fuese una especie de reto acercarse. Lamentablemente, no existían mujeres así en la Villa, sólo chicas ruidosas y escandalosas que parecían no dejarlo nunca en paz. Hasta Sakura caía en esa categoría y ella era después de todo con la que más tenía contacto. ¿Por qué las mujeres eran tan raras y desagradables? Nunca lo comprendería del todo.

Lo único que sí sabía con seguridad era que su hermano mayor, la persona a quien más admiraba, con quien compartía el lazo más fuerte que se puede tener con alguien (el del amor fraternal)… tenía una novia, y ni si quiera le había dicho. Sí, Itachi era reservado con sus asuntos, pero pensó que si llegaba el día de que quisiese ponerse serio con eso de ser adulto y tomar una esposa y todas esas estupideces, al menos le presentaría a la susodicha que había elegido; tenía que dar su aprobación después de todo. Con el ceño fruncido, Sasuke volvió a gruñir. Estaba seguro que debía ser esa Hinata Hyuga.

Y como si las cosas no fuesen lo suficientemente malas, justo cuando iba pasando afuera de la panadería de sus tíos vio como la Hyuga salía de ésta con una pequeña caja color rosa entre sus manos.

-¿Qué tal Hinata? – Le preguntó haciendo que ésta se diera vuelta, confundida y un tanto avergonzada. - ¿Por qué no estás entrenando con Itachi?

-N-no puedo decirlo. – Respondió Hinata mirando el suelo. – Lo siento, Uchiha-kun.

Sasuke suspiró. Todos esos secretos lo tenían harto. – Como quieras, no me importa de cualquier forma. – Respondió mientras continuaba su camino y pasaba al lado de ella sin si quiera mirarla.

La escuchó suspirar aliviada. Aquello lo irritó de formas que no logró comprender. - ¿Te gustaron las flores? – Le preguntó deteniéndose, pero sin voltear a verla.

-¿Q-que? – Preguntó Hinata confundida.

-Las flores, las dos docenas de rosas rojas que Itachi te regalo cuando salió contigo en una cita. – Respondió volteando levemente el rostro sobre su hombro.

-Y-yo… yo nunca he… - El rostro de Hinata se puso rojo como un tomate. – Itachi-ta… Itachi-kun y yo no… nunca hemos ido en una cita ni me ha regalado flores.

Sasuke terminó de darse la vuelta notando que las manos de Hinata estaban temblando. Suspiró irritado, desde que estaba en la academia esa chica era así, siempre nerviosa como si constantemente pensase que el resto la iba a lastimar o algo. ¿Por qué lo miraba con miedo? Nunca la había tratado mal. Le quitó la caja que sostenía abriéndola para ver que había comprado.

Rollos de canela.

Sacó uno y le dio un mordisco, no porque le gustara esa comida, sino porque quería que viera cuanto le irritaba que le mintiesen. Esa niña ni si quiera sabía hacerlo bien.

-No tienes para que negarlo. – Dijo con indiferencia. – Se que te compró flores. ¿Están saliendo?

Hinata levantó la mirada temblorosa. - ¿Sa..saliendo? N-no… Itachi-kun y yo somos compañeros de equipo, eso es.. es todo.

-¿Entonces para quien fueron esas flores? – Le preguntó Sasuke como si Hinata supiera la respuesta sólo porque pasaba más tiempo con Itachi que él. El Uchiha no le creía nada, no había otra opción.

-N-no lo sé. – Respondió Hinata mirando hacia abajo, recibiendo la caja de vuelta. – No e-es de mi incumbencia lo que Itachi-kun hace e-en su tiempo libre, Uchiha-kun. - Aquello lo sorprendió. Cualquier otra mujer en Konoha habría estado ahogándose en lágrimas o muerta de celos al escuchar que Itachi estaba saliendo con alguien, pero no Hinata Hyuga. A ella realmente no parecía afectarle de esa forma, por el contrario, sonrió cuando lo escuchó preguntarle eso. – Aun..aunque… me hace muy feliz que Itachi-kun haya encontrado alguien que… bueno… con quien quiera estar.

-Eres rara. – Le dijo Sasuke sin poder aguantarlo más. - ¿No te gusta Itachi?

Hinata se puso roja. – No..no debería preguntarme algo así.

-¿Por qué no? – Le divertía esa actitud de la chica. Era tan tímida que cualquier cosa parecía sorprenderla. Era divertido hacerla sonrojar al ponerla incómoda. Por lo mismo se acercó un poco más a ella, quedando su rostro cerca del suyo. Lo había hecho con malicia, con la mera intensión de que se pusiera nerviosa. – Es una pregunta bastante inocente, ¿Sabes? No le diré.

Hinata enmudeció, la cercanía con Sasuke la estaba haciendo hiperventilar. Cualquier reacción que podría haber tenido su cuerpo desapareció y lo único que quedó entre ambos fue su nerviosismo. Los ojos de Sasuke era tan profundos como los de Itachi, remarcados en pestañas negras, pero no tan largas como las de su hermano. Parecía indiferente a todo, como si se hubiese vuelto de hielo, mostrándole lo superior que se creía a ella. Sus ojos la intimidaron y pensó seriamente en correr.

Sin embargo, antes de que pudiera hablar, algo la salvó haciendo que Sasuke retrocediera unos buenos dos pasos.

-Esa no es forma de tratar a una chica, tarado. – Sasuke sintió que su cuello estaba siendo tirado hacia atrás y no pudo hacer nada para impedirlo. Antes de que se diera cuenta su cara estaba entre el antebrazo de Shisui y su bicep, siendo apretado con fuerza mientras frotaba su puño libre contra su cabeza. - ¿Qué diría tu madre si supiera que estas faltándole el respeto a la señorita Hyuga?

-¡Suéltame! – Se quejó Sasuke poniendo sus manos sobre el brazo de Shisui tratando de liberarse pero fallando en ello.

-Lo siento Hinata-san. – Dijo Shisui con una sonrisa enorme. – Mi primito no tiene modales. Anda mocoso, discúlpate antes de que te patee de aquí a tu casa.

Hinata respiró un poco más aliviada e hizo una reverencia cortes. – Por favor, discúlpenme… yo… yo debo irme. – No esperó nada más y salió corriendo calle abajo.

Shisui la observó dirigirse en dirección al distrito del clan Hyuga (que quedaba a unas dos calles de distancia), confundido por su reacción y la forma en que sus ojos se veían tristes. Soltó a Sasuke y lo miró con reprensión. - Se que estás en la edad en que las hormonas se disparan pero no puedes aproximarte a una chica así como así, baka. Si te portas bien te puedo enseñar a…

-No es lo que piensas. – Gruñó Sasuke molesto sobándose la cabeza. – A Itachi le gusta esa chica.

-¿En serio? – Preguntó Shisui divertido. Fugaku Uchiha iba a tener un ataque cardiaco cuando supiese eso… TENIA que estar presente cuando le dijeran. - ¿Y qué tiene que ver eso contigo? – Preguntó Shisui cruzándose de brazos. – Si a Itachi le gusta no puedes andar acercándote a ella como si quisieras comerle la boca. Dos Uchiha nunca deberían tener que competir por una mujer.

-Hmph. – Ambos comenzaron a caminar y Sasuke miró hacia un costado. La verdad es que no tenía nada que ver con él el tema, pero le irritaba que hubiese alguien importante en la vida de Itachi y él no supiera nada al respecto. - Le compró dos docenas de rosas rojas y salieron en una cita… pero ella se niega a admitirlo.

-¿Ah? ¿Itachi le compró rosas? – Shisui subió la mirada extrañado. - No. Itachi no haría eso. Es tan despistado que si le regalara algo a una mujer sería mucho más sencillo… Rosas rojas no suena para nada como algo que él le daría a alguien más. Tachi está tan perdido con el tema de las jovencitas de Konoha que podría regalarle un pergamino con un jutsu pensando que es el mejor regalo del mundo, pero nunca flores.

-No estoy mintiendo. – Alegó Sasuke. – Mi hermano fue a la florería Yamanaka y le compró flores a su novia, al menos eso le dijo a Ino.

-¿Itachi hablándole a una completa desconocida sobre sus sentimientos? Admito que Ino tiene buenas piernas y lo podría haber engatusado pero… – Shisui comenzó a reír con fuerza. – Ese idiota es mi mejor amigo y ni si quiera conmigo habla de cosas así. Creo que alguien te embaucó pequeño tarado.

-Pero entonces, ¿Por qué compraría flores? ¿Por qué? – Preguntó Sasuke enojado.

-Creo que deberías preguntárselo a él. – Era como Shisui supiera la respuesta de antemano.

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Tenía todo lo que necesitaban. Bombas de humo, kunais, shurikens, píldoras de soldado, pergaminos en blanco, hilo invisible, sellos explosivos y antídotos para diferentes tipos de veneno. Al menos eso era lo que podía pensar en ese momento mientras revisaba las cosas en la bolsa. Se dedicaría esa misma tarde a revisar bien los equipos que Hinata, Kiba y Shino debían llevar. No era que no confiara en ellos, pero prefería ser prevenido. Esos chicos eran su responsabilidad y no quería que sufrieran daños sólo por un descuido suyo. Hasta alguien que todos consideraban tan fuerte como él tenía puntos débiles y no perjudicaría a su equipo por ello. Tenía que prepararse para todo: lo posible, lo imposible y lo improbable.

El primer nombre ya había sido elegido del libro Bingo. Tenían un blanco y debían llegar a él como de lugar. Al mismo tiempo debían tener cuidado, después de todo no había un ninja médico con ellos y si el enemigo los hería estarían a muchas millas de Konoha.

Se habían entrenado dos largas semanas juntos y debía admitir que el trabajo de equipo de los tres chicos era esplendido. No tenía quejas al respecto y asumió que sería un simple espectador mientras ellos buscaban y él se encargaría del resto.

El más inteligente de los tres era sin duda Shino y por lo mismo era con quien más tenía química cuando se trataba de trabajar en equipo. No había necesidad si quiera de explicarle las cosas, era como si viera exactamente lo que Itachi quería hacer sólo con observarlo. Notó que Hinata también era rápida para captar las cosas, se había aprendido todo el libro bingo casi de memoria y había estudiando uno por uno los expedientes que Anko había realizado con información adicional de los criminales más buscados por las cinco aldeas. Kiba por otro parte era más lento para entender las cosas y había que explicarle todo con palabras simples, no siempre veía cosas obvias pero tampoco las ignoraba. Se podría decir que no era un genio pero tampoco era un completo idiota.

Al momento de practicar ninjutsu se dio cuenta que efectivamente Shino era el mejor en ello de los tres y que la estrategia que utilizaban era la correcta. Kiba no se quedaba muy atrás, pero sin duda el chico Aburame tenía una buena compresión de sus propias técnicas.

Si Itachi tenía un área más deficiente que las demás se podría decir que era su taijutsu. Y aun así, el taijutsu de Itachi se acercaba a la perfección. Había notado lo frustrado que se sentía Kiba al ver que incluso en lo que mejor hacía, el Uchiha lo superaba con creces. Por otro lado, cuando practicó taijutsu con Hinata pudo notar que la chica superaba al promedio en esa área, pero que aun le faltaba bastante para poder acercarse a él cuando se trataba de peleas cuerpo a cuerpo. Su clara ventaja sin embargo radicaba en el puño gentil. No era si quiera necesario que ella lo tocara, un leve roce de sus manos le podía provocar dolor. Rápidamente tuvo que utilizar clones de cuervos para ello.

Utilizó genjutsu en los tres para ver cómo eran bajo ese tipo de situaciones. El byakugan de Hinata lo rompió enseguida. Aquello lo hizo respetarla enormemente, ni si quiera otro usuario del sharingan podría haber hecho algo así. El byakugan era un dojutsu admirable. Kiba fue el siguiente en darse cuenta que estaba bajo el efecto de un genjutsu y pudo disiparlo más rápido de lo que Shino lo logró. Aquello le indicó aun más como los tres se complementaban, mientras Shino era un excelente usuario de ninjutsu, Hinata podía combatir genjutsu y la velocidad de Kiba les daba una ventaja en cuanto a taijutsu. Eran un equipo muy bien balanceado.

Tal vez Shino en unos años más estaría listo para entrar a un nivel jounin, pero por ahora eran un buen equipo Chunnin, sólo había que afinarlos un poco y planeaba hacerlo. Conociendo sus puntos fuertes y débiles, ahora podía llevarlos a un siguiente nivel si entrenaban duro junto a él.

Dobló por la calle principal camino a su casa cuando notó a tres chicos del clan jugando y peleando con shurikens de cartón. Aquello lo hizo sonreír, era increíble que incluso a esa edad los chicos estuviesen jugando a ser ninjas. Sin duda la voluntad de fuego era fuerte en la aldea, mirándolos no pudo evitar pensar que en un par de años más, quizás uno de esos niños lo superaría en fuerza. Esa era la labor de las nuevas generaciones, remplazar a las viejas.

-¿Contra quién se supone que están luchando? – Les preguntó cuando un shuriken de cartón le rozó la pierna.

-¡Somos Shinobis de Konohagakure y estamos preparándonos para derrotar al malvado raikage! – Le gritó uno de sus primos de cabello castaño y profundos ojos negros. - ¡Yo soy Fugaku Uchiha, el jefe de la policía de Konoha!

-¡Yo soy Shisui del cuerpo parpadeante! – Le gritó uno aun más pequeño con una sonrisa, indicándole su banda protectora de cartón con el símbolo de Konoha. Curiosamente ese chico se parecía mucho a Sasuke.

-¡Y yo soy tú Itachi niichan! ¡El cuervo del sharingan! – Gritó la niña de pelo largo, que lo llevaba amarrado en una coleta.

Los tres niños hicieron el sello del tigre como si estuviesen listos para luchar contra Itachi.

-Esperen, esperen, por favor no me maten. – Les dijo Itachi a modo de juego al verlos en esa posición, fingiendo tener miedo. – Me rindo, nunca podría vencerlos.

-¡Itachi niichan! – dijo el chico que se parecía a Sasuke. – Por favor enséñenos la gran bola de fuego.

-¡Por favor! – repitieron los tres.

-Lo siento chicos, debo volver a casa para prepárame para una misión… ¿Quizás la próxima vez? – Le dijo golpeando en el protector de frente al chico que fingía ser Fugaku Uchiha.

-¡Siempre dice eso! – Se quejó el pequeño primo lejano que tenía un aire a Sasuke. – Itachi niichan, ¿Es cierto que tienes novia?

-¿Novia? – Preguntó extrañado. - ¿Dónde escucharon eso?

-Lo vimos caminando con una linda chica del clan Hyuga. – Respondió la niña. – Y mi hermana mayor dice que le compró flores, estuvo llorando ayer por eso.

-También mi hermana. – Confesó el de pelo castaño dándole una patada en las canillas a Itachi. - ¡Eso es por hacerla llorar!

Itachi se río, la patada se le hizo graciosa. -Lo siento, creo que están confundidos. No tengo novia. – Respondió Itachi con una sonrisa. – Pero no deberías andar golpeando a tus mayores. Si se lo hubiesen hecho a Shisui te habría quemado vivo. – Los tres tragaron saliva. – Que bueno que yo no soy Shisui, ¿Verdad?

Los tres niños sonrieron y siguieron jugando. Itachi siguió caminando por la calle con calma, aprovechando de poder observar a su Villa. Escuchó como decían "Itachi niichan es genial" y sonrió en silencio. Siempre le habían agradado los niños, a veces deseaba que su madre hubiese tenido más hijos para así haber sido el hermano mayor de todos ellos, aunque la idea de tener más hermanos con la personalidad de Sasuke no era del todo alentadora, ya los imaginaba colgándose de él cada vez que llegase a casa como lo hacía su hermano menor. No lo habrían dejado nunca en paz… lejos de asustarlo, aquello le dio ternura.

Se preguntó si sería un buen padre si llegaba el momento. La idea lo asustaba como a cualquiera, las familias ninja eran conocidas por tener finales trágicos. Si el tercero lo nombraba Hokage, toda su familia siempre estaría en peligro, incluyendo a su mujer y a sus hijos, su hermano, su madre, su padre, hasta Shisui podría ser un blanco sólo para intentar provocarlo.

De pronto, vio a su compañera de equipo Hinata Hyuga doblar por la calle en su dirección y casi quedaron frente a frente. Estaba corriendo como si escapara de algo, lo cual le llamó la atención. No obstante, en vez de saludarlo como siempre hacía, la chica se quedó paralizada como si él fuese la última persona que esperaba ver. Aquello lo sorprendió.

-¿Hinata-san? – Le preguntó acercándose a ella con calma. - ¿Sucede algo?

-N-no. – Respondió ella mirando el suelo, sonrojando y recuperando el aliento.

-¿De quién estaba huyendo? – Le preguntó confundido.

-¿Huir? No.. no estaba haciendo eso. – Respondió rápidamente. – Yo… uhmm… Sólo estaba comprando rollos de canelas para llevar mañana y… y poder comer… uhmm… por el camino.

-Entiendo. – Respondió viendo la caja semi abierta. - ¿Le gustan los rollos de canela?

-S-sí. – Respondió con un atisbo de sonrisa.

Fue entonces que el logo de Uchiha Senbei le llamó la atención. - ¿Te gusta comprar ahí? – Le preguntó amablemente. – Mis tíos atienden ese lugar.

-¿Urushi-san es… su tía? – Preguntó Hinata sorprendida.

-Bueno… todos los Uchiha somos técnicamente familia. Supongo que pasa lo mismo en el clan Hyuga. – Respondió Itachi sonriendo nervioso. – Pero el esposo de Urushi-san, Teyaki Uchiha, es hermano de mi padre.

-Oh, ya veo. – Respondió Hinata. – Uchiha Senbei vende los mejores rollos de canela de Konoha, s-siempre los compro ahí. ¿Quiere uno, Itachi-kun?

Itachi no tenía hambre, pero la gentileza de Hinata era algo que no podía dejar pasar. – Eso es muy amable de su parte. – Itachi tomó uno y le dio un pequeño mordisco. – Nada mal.

La peliazul miró el piso sonrojando. – I..Itachi-kun…. – Él la miró un tanto confundido, preguntándose qué le pasaría que estaba tan nerviosa. Durante su semana entrenando, las cosas entre ellos se habían vuelto muy familiares, era raro verla actuar así de la nada. – ¿Está molesto conmigo?

-¿Por qué habría de estarlo? – Preguntó confundido.

-Yo… - La sonrisa que hasta entonces había estado en ese rostro de porcelana se disolvió e Itachi comenzó a sentirse preocupado. – Pensé que confiaba un poco más en mí. Pero… - Subió el rostro y ver sus labios sonreír lo dejó paralizado. - Felicitaciones por… por su noviazgo.

-¿Noviazgo? – Preguntó Itachi confundido. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué en menos de una hora era la segunda vez que escuchaba eso?

-Sí. – Dijo ella haciendo una leve reverencia. – Espero que usted y su… su novia sean muy felices. – Antes de que Itachi pudiese refutarla y decirle que estaba equivocada, Hinata se enderezó. – Nos vemos mañana Itachi-kun. – Dijo con una sonrisa sincera y comenzó a alejarse.

Itachi quedó pasmado, ¿Por qué sentía esa urgencia de correr atrás de ella y decirle que no había nadie en su vida? Aclararle rápidamente antes de que terminara alejándose de que no deseaba a nadie en su vida tampoco… sólo seguir caminando junto a ella. Sacudió ese pensamiento de la cabeza con rapidez, ideas peligrosas estaban cruzando su mente, ideas que para un shinobi no eran apropiadas, menos antes de una misión tan crucial.

Suspiró. Le diría la próxima vez que la viera. Era sólo una confusión. No merecía darle más vueltas.

Y aun así, no pudo dejar de pensar en ello hasta que llegó a su casa. Como siempre, se sacó las sandalias y caminó al patio. Se sentó en el borde de la madera del pasillo externo y se dedicó a mirar los árboles y como el agua que fluía en la fuente de bambu caía una y otra vez haciendo un sonido agradable.

¿Por qué el ruido del agua lo hacía pensar en Hinata Hyuga? ¿Sería porque era delicada, refrescante y llena de vida… tal como ella? ¿Sería porque siempre el agua buscaba fluir y seguir avanzando incluso entre las rocas y las montañas? Si no había un camino, el agua se forjaba uno. Sí, el agua era agradable, caía en forma de lluvia conectando la tierra y el cielo, luego fluía y fluía hasta llegar al mar, lugar en donde era completamente libre. Caía en forma de copos de nieve haciendo que todo se viera puro y hermoso, casi angelical… y ahí permanecía inalterable toda una temporada adornando el paisaje. Si alguien impedía que el agua pasara, esta se acumulaba y destruía todo a su paso… el agua podía ser calma y hermosa, pero también lo suficientemente peligrosa si se le subestimaba.

Hinata era como el agua.

Sintió la puerta corrediza que había a sus espaldas moverse y los pasos molestos de alguien que se paraba justo atrás de él. Podía sentir sus ojos perforándole un agujero justo en la nuca.

-Nii-san. – La voz de Sasuke era seria.

-Sasuke. – Lo saludó con indiferencia, estaba demasiado abstraído en sus propios asuntos para darle demasiada atención en ese momento.

-¿Por qué no me lo dijiste? – Itachi no se volteó pero suspiró pesadamente. ¿Qué cosa estaría pasando ahora para que su hermano se escuchara tan molesto?

-¿De qué hablas? – Le preguntó con toda la paciencia del mundo.

-De eso de tu novia. – Respondió amargamente.

Itachi abrió los ojos sorprendido y se dio la vuelta para poder mirar a Sasuke, quien tenía los brazos cruzados, mirándolo con molestia y hasta dolor. Itachi estaba confundido, no tanto por esa expresión en la cara de su hermano, sino por lo que acababa de decir. -Eres la tercera persona que me dice eso hoy. ¿Qué está pasando?

-Fuiste a la florería Yamanaka y compraste dos docenas de rosas rojas para una chica. – Sasuke siempre iba al grano, no le ponía azúcar a las cosas y nunca perdía el tiempo cuando quería algo.

Itachi subió una ceja. -¿De dónde sacaste eso?

-Naruto me lo dijo. – Respondió Sasuke con las facciones fijas.

-¿Y se podría saber quién le dijo a Naruto-kun algo así?

-Sakura. – Adivinó Sasuke. - No lo sé… ni me interesa. Sólo quiero que me digas la verdad.

Itachi suspiró. Se sentía extrañamente cansado lo cual era raro, considerando que estaba a punto de ir en una misión. -Tonto hermano menor. Deberías ser un poco más cauto como para no creer todo lo que escuchas.

-Ve al grano Itachi. – Sasuke se sentó al lado de él y ambos fijaron sus miradas en la fuente de bambu. - ¿Es cierto, no?

-Es cierto, compré flores. – Admitió Itachi.

-¡Lo sabía! – Gritó Sasuke enojado. - ¿Estas saliendo con esa Hyuga verdad?

-No. – Respondió con frialdad, cerrando sus ojos. - Tus amigos se han confundido. Las flores que compre no eran rosas, eran crisantemos, y no eran rojos, eran blancos.

-¿Pero por qué? – Exigió saber Sasuke. -¿Por qué comprarías flores?

-¿De verdad quieres saberlo? – Le preguntó Itachi un tanto irritado. Le molestaba que Sasuke se metiera en sus asuntos con tanta intensidad.

-¡Sí! – Le respondió golpeando el piso con su mano.

-Porque era el aniversario de muerte de Obito Uchiha y fui a dejar flores en señal de respeto al monumento de los caídos de Konoha.

-¿Obito Uchiha? – Preguntó Sasuke extrañado. – Nunca antes había escuchado hablar sobre él.

Itachi sonrió. Ese era un verdadero shinobi, aquel que protegía su villa desde las sombras sin buscar reconocimiento. Su nombre ni si quiera era recordado en el propio clan. – No me extraña. Falleció mucho antes que tú nacieras.

-¿Quién era? – Preguntó Sasuke con suavidad, respetando la melancolía en la voz de su hermano mayor.

-La verdad, no era nadie. Es el tipo que ves ayudando a las abuelitas del clan cargando sus bolsas. – Respondió Itachi riendo. – Pero para un niño de tres años, hasta alguien como Obito puede ser lo más grandioso del mundo por saber hacer unos cuantos jutsus. – Suspiró pensando que distinta habría sido su vida si Obito no hubiese fallecido. Quizás nunca hubiese tenido la fuerza necesaria para proteger Konoha. – Él era nuestro primo mayor… cuando Shisui y yo lo veíamos caminando por la calle con sus protectores de ojos pensábamos que era lo más genial del mundo. Solía traernos comida desde la Villas lejanas cuando no teníamos mucho que comer y en las noches nos contaba las historias sobre cómo se estaba desarrollando la guerra fuera de Konoha. A veces creo que la mitad de las cosas que decía eran mentira… pero, me enseñó mi primer ninjutsu de fuego y tambien el jutsu de cuerpo parpadeante a Shisui. Era un gran sujeto, creo que te habría gustado. Se parecía a tu amigo Naruto.

Sasuke no respondió pero notó que la sonrisa en Itachi se volvía melancólica.

-¿Cómo murió? – Preguntó Sasuke.

-Como un héroe. – Fue lo único que respondió Itachi. – Un héroe del sharingan. – Cuando pensaba en los sacrificios de varios Uchihas como Obito, realmente sentía que su estómago se revolvía al recordar la forma en que su propio padre había estado a punto de manchar el honor de su Clan, de su familia y de héroes como Obito, realizando una rebelión contra Konoha. Nadie hubiese recordado a los héroes del clan que muerieron protegiendo a la Villa cuando escucharan el nombre Uchiha, sólo habrían recordado que ese clan había traicionado a la aldea. Se puso de pie. – Por favor, pídele a tus amigos que dejen de decir que tengo novia. Espero que no se lo hayas dicho a nadie. Lo último que quiero es que Okaasan me esté obligando a traer a una novia inexistente a casa.

-Oh… - Sasuke recordó su conversación con Hinata y luego con Shisui. Tragó saliva nervioso.

Itachi pudo leerlo como un libro abierto. -¿A quién se lo dijiste?

-A .. a nadie nii-san… - Comenzó a excusarse con una sonrisita de temor.

-Sasuke. – La mirada de Itachi se volvió seria. Entendía que su hermano menor no se estaría poniendo tan nervioso por nada. - ¿A quién?

-Podría haber exagerado un poco el asunto… - Sasuke puso una mano en su cuello. – Y le pregunté a Hinata Hyuga si le gustaron las flores… - Itachi suspiró. – Y podría habérselo mencionado a Shisui. Lo siento…

Podía aguantar las bromas de Shisui y la forma en que seguramente lo molestaría por el asunto, lo que no podía soportar en ese momento era la idea de que ella pensase que ese día en que le dijo que no tenía novia, le hubiese estado mintiendo, tal vez por eso había dicho aquello cuando se encontraron.

-Voy a ver como soluciono esto. – Itachi comenzó a caminar hacia la puerta corrediza.

-Lo siento nii-san, de verdad. – Dijo Sasuke un tanto arrepentido.

-Descuida. – Suspiró, no estaba enojado con Sasuke. No importaba lo que su hermano menor hiciera, nunca se enojaba con él. Era la persona más importante en su vida después de todo. - Sólo… la próxima vez, pregúntame.

-Itachi, lo único que haces es mentirme todo el tiempo.

-Tal vez… pero siempre caes.

Cerró la puerta corrediza atrás de él dejando a Sasuke en el patio y comenzó a caminar por el pasillo de su casa. No tuvo que si quiera mirar para darse cuenta que en la cocina estaba Shisui preparándose algo para comer. Le llamó la atención que su madre no estuviese ahí para hacerlo por él, considerando que Mikoto Uchiha (La madre de Shisui era la hermana mayor de Mikoto pero había muerto en la guerra.) siempre lo trataba como si fuera uno más de sus hijos.

-¿Dónde está mi madre? – Le preguntó a Shisui sacando una manzana roja de una fuente.

-Fue al mercado, dijo que le faltaba algo para la cena. – Respondió Shisui poniendo sal sobre sus rebanadas de tomate.

-Eso es raro, ya casi anochece. – Dijo Itachi sospechoso. - ¿Qué le dijiste?

Shisui puso cara de inocente. - ¿Yo? Nada. – Respondió poniendo una rebanada de jamón sobre el pan tostado. – Sólo le dije que es posible que su hijo tenga novia.

Itachi lo miró con seriedad. – Sabes perfectamente que no tengo novia. ¿Por qué todos insisten con ese tema? – Preguntó un tanto molesto.

Shisui era la única persona que lograba irritarlo levemente. Después de todo era su mejor amigo, casi como su hermano mayor y su ejemplo a seguir.

-Porque es divertido. – Respondió Shisui dándole un mordisco al pan.

-Quizás para ti.

-Vamos Itachi, no te lo tomes tan en serio, seguramente fue a chismear y a preguntarle a todos si te han visto con alguien… o algo así. Tu madre es una mujer después de todo. – Shisui tomó el plato donde había puesto el pan y se sentó en la mesa. Itachi permaneció reclinado contra uno de los muebles de cocina.

-La única mujer con la que he pasado tiempo últimamente es Hinata Hyuga. – Respondió Itachi. – Y tú sabes el motivo de ello.

Su misión y todo al respecto estaba clasificada como S y secreta. Sin embargo, Itachi no tenía secretos con Shisui. Era su confidente, ambos se conocían tan bien que guardarle algo habría sido inútil, lo habría adivinado de cualquier forma.

-¿Parten mañana no? – Le preguntó Shisui.

-Sí. – Respondió Itachi con solemnidad, dando una segunda mascada a la manzana.

-Luces cansado, deberías acostarte. Vas a necesitar toda tu energía y fuerza esta vez. – Le dijo Shisui con un toque de tristeza en su voz.

-Debo solucionar un problema antes.

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Estaba soñando. Esa era la única explicación por la cual en medio de la noche un cuervo se pondría a hacer ruido afuera de su ventana. Se sentó sobre ella y se restregó los ojos, ¿Cómo era posible que un pájaro hiciera tanto ruido? Luego la respuesta le llegó de golpe, los cuervos no salían de noche… ese debía ser uno de los que Itachi podía invocar.

Abrió la ventana de su habitación y justo fuera lo vio, un ave magnifica y negra que la miraba fijamente. Su plumaje negro brillaba hasta en la oscuridad. Entendió de inmediato que su capitán la estaba requiriendo por algún motivo, se vistió rápidamente y salió al patio siguiendo al cuervo.

Cuando atravesó la cerca de entrada lo vio.

-¿Itachi-taicho? – Le preguntó sorprendida al verlo en la oscuridad. Itachi era un ente misterioso, la oscuridad que lo rodeaba asentaba sus finos rasgos. - ¿Sucedió algo? ¿Debemos partir de inmediato?

Itachi negó, acercándose a ella desde el lugar en donde estaba. La luz del poste lo alumbró y Hinata notó que todo parecía estar bien, incluso lucía más tranquilo que de costumbre. Pero era exactamente lo contrario, había alguna razón por la cual Itachi se sentía inquieto de estar ahí, sobre todo considerando la hora.

-Perdón por hacerla salir tan tarde. No quería entrar a su casa a esta hora. – Le dijo mirándola fijamente a los ojos. - Sería impertinente. Aunque también es impertinente de mi parte pedirle a una señorita que me vea a solas, a esta hora y en la calle…

Hinata negó con una sonrisa suave. -No…no importa.

-Me disculpo de cualquier forma. – Dijo Itachi haciendo una leve reverencia con el rostro.

-No.. por favor. Somos compañeros, mi padre sabe que iremos en una misión mañana. – El silencio que los rodeó se le hizo familiar a Hinata. Era casi como si pudiese entenderlo. Había algo en su mente que deseaba decirle como de lugar pero no encontraba las palabras para ello. - ¿Hay alguna nueva información que deba saber?

-Sí. – Respondió y nuevamente permaneció en silencio mirándola a los ojos.

Su mirada no la ponía nerviosa, más bien causaba una sensación agradable para ella. Los nervios la hacían tartamudear, mirar hacia el costado, sudar y ponerse roja. Itachi Uchiha no lograba eso en, no quería mirar hacia otro lugar cuando veía sus ojos.

Por su parte, a Itachi le gustaba mirarla. Era bella, sus facciones eran gentiles, inocentes y suaves bajo la luz del poste de electricidad. Observándola ahí en silencio se dio cuenta que lo que esa joven lo hacía sentir no era sólo interés, iba más allá de eso. No era una niñita asustada que él debía rescatar de ahogarse por su balbuceo, era una mujer, la única persona que nunca había logrado descifrar del todo. Un adulto podía reconocer cuando alguien le atraía y ella lo hacía.

Ella le gustaba.

- No tengo novia. – Le dijo con suavidad, pensando cómo le habría gustado tocar sus mejillas que se sonrojaban en ese momento. - Nunca le mentí sobre eso, sí confío en usted. Sé que es raro que sea tan directo, pero todo fue una confusión. Mi hermano… él…

Hinata lo interrumpió. -Itachi-taicho… - Realmente no quería explicaciones sobre su vida privada. Ella respetaba eso, no estaba molesta ni nada por el estilo.

-Sasuke puede ser muy… impulsivo de vez en cuando. – Terminó, a pesar de que Hinata lo intentó interrumpir. Por algún motivo, Hinata sintió alivio de escuchar eso, realmente quería ser una persona en la que Itachi Uchiha pudiese confiar, pero no analizó más allá, ignorando el cosquilleo de exaltación que aparecía en su estómago. – Le pido perdón si él la ofendió.

-No debe pedirme perdón, ni tampoco me debe explicaciones. – Dijo Hinata mirando hacia un costado con timidez. La sonrisa en su rostro era tan adorable que Itachi la podría haber estado contemplando toda la noche. Llevaba días pensando que ella era hermosa, pero sólo hasta ese momento, en que no estaban entrenando, se permitía pensar en ello. – Gracias por aclararme aquello, pero… yo… yo no estaba enojada o algo así. – Hinata comenzó a jugar con sus dedos mirando el suelo. - Yo… yo de verdad solo deseo que sea feliz. - Itachi sabía que no le gustaba a esa chica de la forma en que seguramente aun le gustaba Naruto, y podía entender ese anhelo de desearle a otro felicidad. Sin embargo… - Usted… bueno, siempre fue el único que pareció notarme mientras crecía, para el resto yo era invisible. Eso me hizo feliz y… en esa felicidad encontré esperanza de que todo eventualmente tendría que mejorar para mí. Usted me hizo sonreír cuando más lo necesita. – Hinata subió la mirada y le sonrió con calidez, Itachi sintió el deseo de abrazarla en ese instante, de estar cerca de ella y susurrarle que sólo poder verla lo hacía feliz a él. - Usted merece tener a alguien que también lo haga sonreír. Es… es un gran hombre.

-Gracias. – Y fue por ese mismo motivo, que Itachi Uchiha se dio la vuelta y comenzó a caminar en la dirección contraria. – Nos vemos mañana, Hinata-san.

-Buenas noches taicho. – Se despidió Hinata.

Itachi era un shinobi de Konohagakure. No importaba lo que Hinata lo hiciera sentir, aquello estaba prohibido, sobre todo ahora que iban a ir en una misión importante y él era el líder. Regla número cuatro, un shinobi debe poner siempre la misión primero. – se recitó mentalmente, enfriando sus pensamientos de cualquier cosa que se desviara de su sueño, proteger la paz de su nación. No era como si esa joven ahora fuese sólo una chica más de la aldea, eran compañeros de equipo y lo serían hasta que el Hokage así lo dijera, no podía estar distraído de su misión sólo por que ella le resultara atrayente. No podía darle más atención a ella que a los otros dos integrantes del grupo. Todo eso lo podía hacer perder la concrentración en un momento crucial. Regla numero veinticinco, un Shinobi nunca debe mostrar sus emociones.

Tal vez cuando terminaran todo eso y no fuesen compañeros la invitaría en una cita. Esperaba poder hacerlo algún día sin que sus emociones lo traicionaran.

Sin embargo sus pies dejaron de obedecerle y se dio vuelta. Ella se había quedado en la misma posición observando que se marchaba. La voz de Shisui vino a su cabeza de la nada, todos los consejos que alguna vez le había dado para invitar a alguien a salir con él comenzaron a fluir uno tras otro y odió a su primo por ello.

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-Ella es linda, ¿No crees? Siempre te está mirando. ¿Por qué no la invitas a salir? – Le preguntó Shisui dándole un mordisco a su dango mientras ambos miraban hacia afuera del local.

-No la conozco. – Respondió Itachi con indiferencia.

-Ese es el punto de salir en una cita con alguien, baka, conocerse mejor y luego conocerse mucho mejor. – La sonrisa pícara de Shisui lo hizo suspirar. – Escucha Itachi, te diré esto por tu propio bien. No eres perfecto.

Itachi lo miró extrañado. – Eso lo sé. – Le respondió.

-Pero la mejor forma que tenemos de poder acercarnos a ello es mirando muy dentro de nosotros y aceptar las cosas que hay ahí. – Itachi frunció el ceño poniéndole atención. – Por ejemplo, hace años yo sólo pensaba en la policía de Konoha, en la paz de la aldea y en ser un mejor Shinobi. Pero un día apareció Hotaru Uchiha frente a mí, envuelta un pequeño vestido rosa y por un momento olvidé todo sobre de Konoha, la paz, mi vida policial, todo. Incluso choqué contra un poste de luz por no fijarme por donde caminaba.

-¿No es una de esas historias en donde ambos terminan sin ropa, verdad? – Preguntó Itachi irritado dándole un mordisco a su dango.

-No interrumpas, estoy hablando en serio. – Continuó Shisui. – ¿Sabes cuando una mujer te da una de esas sonrisas que hacen que se te acelere el corazón, te sonrojes como marica y las rodillas te tiemblen?

-No. – Respondió Itachi con seriedad. – Insisto, ¿Qué tiene que ver esto con volverse un mejor shinobi?

-Te lo diré. Fue entonces que me di cuenta que esa chica era peligrosa, podía hacerme olvidar todas mis responsabilidades como shinobi, por lo cual… ignoré esa hermosa sonrisa que me daba y me di la vuelta. Dejé que esa oportunidad pasara sin decirle nada. Pero ahí estaba la duda en mi pecho, ¿Qué hubiese pasado si después de que me sonrió simplemente le hubiese dicho "hola"? – Itachi estaba confundido. – Me mentí a mi mismo todo ese tiempo diciéndome que no me interesaba conocerla, que era tonta, que sólo había sonreído por ser educada… Hotaru se casó tres meses después de eso y siempre tendré la duda. Si tan sólo me hubiese detenido a observar dentro de mí y hubiese admitido mi debilidad por ella, podría haber hecho algo al respecto sin dejar que la oportunidad pasara a mi lado sin tomarla.

-¿Y qué lección aprendiste de todo eso Shisui? ¿ Hablarle a las extrañas en la calle? – le preguntó casi bromeando.

-No, idiota. – Respondió Shisui dándole un zape atrás de la cabeza. – A perdonarme a mí mismo por lo que no fui capaz de hacer y saber que la próxima vez sí podría hacerlo. Los amigos existen para prevenir que ignores las cosas que están justo frente de ti. Algún día vas a tener que detenerte, ver lo que hay dentro de ti y aceptarlo. Saber lo que puedes y no puedes hacer es fundamental para un shinobi. Yo no fui capaz de hacerlo, y si tu tampoco lo logras… estás destinado a fracasar.

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Los que no pueden reconocerse a sí mismos y aceptar sus debilidades están destinados a fracasar. – Pensó Itachi. No iba a mentirse a si mismo pretendiendo que no sentía nada por ella y tratándola como si fuese una extraña.

Él siempre había sido sinónimo de tranquilidad y frialdad cuando se trataba de hacer algo, pero ahí estaba como si fuese un adolescente sin encontrar una sola palabra que decirle, separando sus labios levemente rogándole a su cerebro que formulara una oración, cualquier cosa.

-Hinata-san. – Al menos pudo pronunciar su nombre. Eso era un inicio.

-¿Sí? – Le respondió ella llevando sus manos al pecho, jugando con sus dedos un tanto nerviosa.

La mirada de ese chico siempre le había provocado algo en ese lugar, pero sólo ahora entendía que no era sólo una sensación de calidez y admiración. Era algo más, pero como todo lo que rodeaba a Itachi Uchiha, se le hacía un misterio.

Itachi agradeció en ese momento ser cinco años mayor que ella. Si no hubiese sido así, jamás habría estado listo a los dieciséis años para decir lo que estaba a punto de decir sin tartamudear o sonrojarse. Había necesitado tiempo para crecer y poder enfrentarse a una situación así. Había enfrentado la muerte y ésta le había sonreído con crueldad varias veces, pero ni si quiera en esas situaciones se había sentido tan ansioso.

-Usted nunca podría ser invisible para mí. Nunca he dejado de notarla. Y espero nunca dejar de hacerlo. – Itachi sonrió en su dirección con lentitud, y para su sorpresa, una sonrisa suave también apareció en el rostro de la chica.

Esa adorable sonrisa en el rostro de porcelana de Hinata Hyuga, hizo desaparecer el reglamento ninja de su mente. Entendió entonces lo que Shisui quería decir cuando le había dicho que habían sonrisas capaces de desarmar completamente a un hombre.
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Love Is por Sasha545 Empty Re: Love Is por Sasha545

Mensaje por Hotaru Senju Mar Feb 26, 2013 1:27 am

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.

CAPITULO 6

LOVE IS NEVER RUDE


(El amor nunca es grosero)

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Lo que te hace distinto de otros Uchihas es literalmente, el poder de tus ojos. Puedes leer los sentimientos de los demás y luego usar eso a tu favor durante las batallas. Es por ello que eres tan bueno para engañar al resto… después de todo, moriste mintiendo. Siempre has sido un mentiroso, desde el comienzo.

Kabuto Yakushi – NARUTO CAP. 580, Brotherly Time.


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Se reunieron antes de que saliera el sol en la entrada principal de Konoha. Habían discutido sobre el modo de operar, sobre todo porque reconocer a un shinobi era bastante sencillo y ellos eran un grupo que debía actuar bajo el más estricto de los sigilos por la naturaleza de su misión; estaba clasificada como S después de todo. Lo que menos deseaban era llamar la atención y lamentablemente, con Akamaru en el equipo, eso se hacía difícil. No sólo eso, pero las grandes marcas rojas en el rostro de Kiba junto a su perro lo hacía un blanco fácil de reconocer como miembro del clan Inuzuka. Por otro lado, Hinata tenía el byakugan, un dojutsu con el cual los miembros del clan Hyuga nacían a diferencia del sharingan que despertaba cuando un Uchiha se sentía en peligro de muerte, una reacción de defensa instintiva de sus cuerpos. A menos que utilizara un jutsu de transformación, no podría ocultar sus ojos y si se ponía gafas al igual que Shino, habría llamado incluso más la atención.

Por lo mismo, Itachi sabía que tendría que ser lo más cuidado posible con sus movimientos para que de esa forma su grupo lograra pasar desapercibido. Habían decidido que no irían de incognito, cada uno sólo se cubrió en una capa de viaje. Sólo tendrían que ser cautelosos sobre quienes los veían y quiénes no. Al haber sido un capitán de ANBU a los trece años podía realizar aquello sin problema alguno.

El sol ya estaba en la posición de medio día y las tripas de Kiba comenzaban a sonar. Itachi sabía que eventualmente tendrían que detenerse, pero no aun. No le importaba que su grupo pasara hambre, tenían un itinerario que cumplir y siendo tan meticuloso como lo era cuando se trataba de sus labores como ninja, no iba a dejar que el hambre los atrasara. Si algo caracterizaba a Itachi Uchiha, era que no dejaba espacio para el fracaso. Era dos personas diferentes cuando estaba en una misión y cuando trataba fuera de estas.

-Shino-kun, necesito que despliegues insectos adelante, atrás y a nuestros costados en una circunferencia de al menos 250 metros de distancia. – Le ordenó sin dejar de caminar con tranquilidad.

-Ya está hecho. – Le respondió Shino. Itachi asintió, si le agradaba trabajar con el chico Aburame era precisamente porque no necesitaba darle instrucciones.

-Comunícanos si cualquier persona entra en ese perímetro. – Le ordenó. Shino asintió.

-Oi, Itachi-taicho, ¿Se puede saber donde rayos vamos? – Preguntó Kiba un tanto confundido. Pensé que el País de la Tierra estaba hacia el norte y estamos avanzando hacia el oeste. - Kiba iba montando sobre Akamaru y olfateaba el aire, intentando ayudar a los insectos de Shino.

-Estamos camino a Sala del Cielo, una ciudad abandonada donde pasaremos la noche y comeremos algo. Esta cerca del País del Viento… Vamos en esa dirección porque no muchas personas transitan por el desierto. Es más fácil para nosotros pasar desapercibidos de esta forma. – Respondió Itachi con seriedad. Aun las cosas no se ponían difíciles, sin embargo estaba completamente concentrado en su misión, tanto que no parecía darse cuenta de la forma en que Hinata constantemente lo miraba de reojo con una sonrisa tímida. – Esta ruta no es conocida por muchas personas, sólo el clan Uchiha la utiliza con regularidad. – Dijo, recordando todas las veces que había tenido que ir a hacer diligencias a Sala del Cielo junto a Sasuke. - Aunque Akamaru no podrá entrar a menos que pueda controlar su instinto de perseguir gatos. No quiero faltarle el respeto a Nekobaa-sama.

-¿Gatos? ¿Hay gatos donde vamos? – Preguntó Kiba irritado. Odiaba los gatos, le producían desconfianza y asco. - ¿Es en serio?

-Sí. – Respondió Itachi.

-Ugh…Odio a los gatos. – Dijo molesto. - ¿Puedes controlarte amigo? – Le preguntó rascándole el lomo. Akamaru se quejó en un aullido.

La caminata fue bastante tranquila después de eso. Lo único que tenía nervioso a Itachi era la parte de inteligencia de su misión. La única información que tenía de parte de Anko era que el ex miembro de la unidad de Cuerpos Explosivos de la aldea oculta de las Rocas, Deidara, se estaba ocultando en las montañas entre la frontera del País de la Tierra… y eso era mucho terreno por recorrer.

Lo había elegido como el primero entre los criminales del libro Bingo del cual se desharía, era el que más daño estaba causando últimamente, sólo la semana pasada se había internado en La Aldea oculta de la Estrella y había hecho estallar al menos tres cuartos del lugar. El resto de los nombres en las páginas eran criminales de renombre mundial y casi todos estaban dentro de una organización que se hacía llamar Akatsuki, mercenarios que trabajaban a sueldo… aunque Itachi aun no sabía cuál era su verdadero propósito. A diferencia de Akatsuki que era una grupo más diligente y secreto… Deidara actuaba solo causando gran escándalo al parecer con el mero propósito de ver cosas explotando. Esperaba que encontrarlo no se le dificultara, los tipos como él buscaban fama cuando realizaban estupideces como hacer estallar cosas por mero gusto.

-Recuerden que Deidara fue parte del Cuerpo de Explosivos de la aldea oculta de la Roca según el informe de Anko-san. – Los instruyó Itachi cuando el sol estaba cayendo. - No será fácil hacer que nos digan dónde está. Iwagakure no le tiene mucho aprecio a Konohakagure pero si tiene influencia en los países que lo limitan y éstos son sumisos a su presencia. Además, Deidara estudió bajo el sandaime tsuchikage. Un maestro no vende a su alumno, seguramente el querrá hacerse cargo del tema personalmente. Si se expande la voz de que vamos en camino a la frontera, será difícil para nosotros poder realizar nuestra misión eficazmente sin que shinobis de Iwagakure se interpongan. Por eso pasaremos a través del país del viento, hasta llegar al País de las Aves que bordea al Pais de la Tierra. Si yo fuera Deidara me estaría escondiendo ahí.

-Rayos, ¿El mismísimo Tsuchikage lo entrenó? – Preguntó Kiba nervioso, pero sonriendo con soberbia. – Eso sólo lo hace más interesante de vencer, ¿No, Akamaru? – El perro aulló con duda.

Hinata y Shino notaron el nerviosismo en su compañero, pero lo dejaron pasar. Ellos también se sentían de esa forma aunque reaccionaban de manera distinta, Hinata manteniéndose en silencio y nerviosa, Shino intentando mostrarse completamente sereno. Era su primera misión de ese tipo después de todo y aunque los tres trabajaban a la perfección cuando se trataba de localizar un enemigo, la cosa cambiaba cuando sabían que una vez encontraran a ese sujeto éste no se dejaría capturar o eliminar con facilidad, sobre todo considerando que estaban persiguiendo criminales rankeados como S, los ninjas más peligrosos del mundo shinobi.

Esa noche durmieron al aire libre bajo unos árboles. Aun se podía ver el verde del país del Fuego pero pronto sería remplazado por innumerables dunas de arena. Al menos aun estaban en casa, pero eso no les garantizaba nada. La luna alumbrándolos delataba mucho su posición por lo cual decidieron no prender fuego ni alzar una tienda de campamento, sólo sacar sus sacos de dormir y pernoctar esa noche con el fresco del verano.

Sin embargo, Itachi no se unió a ellos. Esperó que sus compañeros se quedaran dormidos luego de la larga caminata de ese día y subió a uno de los árboles sobre ellos. Se sentó entre las frondosas ramas y se escondió entre éstas. Pensó que lo adecuado al ser el líder del grupo era poder garantizarles una noche de descanso mientras él vigilaba. De cualquier forma le costaba dormir cada vez que sabía que debía asesinar a un hombre.

Se quedó mirando la luna sintiéndose completamente en calma entre el sonido de los grillos de verano. Faltaba poco para que estuviese llena.

Mientras comía una manzana lentamente se dio cuenta que estaba cansado, sus hombros le pesaban más de lo normal. Casi pudo escuchar la voz de su madre dándole un sermón por no dormir y por alimentarse pobremente, aquello le sacó un suspiro abnegado, imaginando a Sasuke sonriendo de oreja a oreja durante la cena pues no tendría que compartir sus onigiris.

No obstante, el cansancio en él era anormal, ¿Estaría estresado por estar realizando una misión con un nuevo grupo? No lo sabía. Era cierto que las cosas en ANBU eran distintas, pero básicamente se trataba de lo mismo, rastrear, localizar y matar. Podían haberlo cambiado de grupo, pero no de profesión. Seguía siendo un espía, un asesino silencioso que generaba dinero para la aldea.

Entre los ronquidos de Kiba sintió el sonido de un saco de dormir abriéndose. Bajó la mirada y notó que Hinata estaba sentada sobre el pasto realizando sellos con sus manos para activar el byakugan. La chica se volteó y lo miró directamente. Por un segundo se sorprendió de que lo hubiese encontrado, estaba muy bien escondido… pero luego recordó lo del byakugan. Nada era invisible para esos ojos, lo cual lo hizo sonreír. Estaba tan cansado que incluso estaba olvidándose de detalles como ese.

Hinata subió una mano como si lo quisiera saludar. Itachi le indicó con un dedo sobre los labios que se mantuviera en silencio o despertaría a Shino y a Kiba. La joven asintió y saltó hasta la rama en donde se encontraba él.

-Dis..disculpe. No quería interrumpir su meditación. – Dijo apenas tocó la corteza del tronco que los suspendía sobre el árbol.

-No interrumpe nada, Hinata-san. – Le indicó Itachi sin moverse.

-¿Por qué está despierto aun, Taicho? – Preguntó observando cómo miraba el cielo oscuro.

-Podría hacerle la misma pregunta. – Respondió éste con suavidad, casi a modo de broma. Aun así Hinata se sintió tonta por estar ahí.

-No podía dormir. – Respondió sonrojándose, sin que él tuviese que preguntárselo. Aun así, bajó la mirada y comenzó a jugar con sus dedos.

-¿Por qué? – La cuestionó.

-C-creo que estoy nerviosa. Un terrorista mundialmente reconocido como Deidara de Iwagakure d-debe ser muy poderoso. – Hinata se apoyó contra el tronco aun de pie. – No quiero fallarle… taicho.

Su voz era tan dulce, que Itachi tuvo problemas para controlar el instinto de abrazarla y decirle que todo estaría bien, que dejara de sentir nervios pues él la protegería aunque le costase su vida. Las personas como ella despertaban esa sentimiento de resguardo. Sus ojitos de perla brillaban en la noche con la luz de la luna y era imposible no notarlo. Aun así, no la miró más de un segundo y aquello fue suficiente para aplacar su soledad.

-Lo será. Será muy poderoso. – Respondió en cambio, no iba a dulcificarle las cosas, ella era una kunoichi de Konoha y debía mostrar su fortaleza cuando más requería de ella. – Pero también lo somos nosotros. – Su voz salió casi en un susurro. - El Hokage confía en nuestro equipo y yo confío en usted. Es imposible que usted decepcione a alguien.

¿Qué era de Itachi Uchiha que siempre lograba hacer que se sintiese bien consigo misma? Cuando él le hablaba sentía que era fuerte, que podía lograr cualquier cosa que se determinara a hacer. La hacía sentirse segura y en calma. No se extrañaba de que tantas mujeres lo persiguieran, era agradable poder escucharlo y observarlo en silencio.

-Sí, taicho. – Afirmó Hinata con confianza, haciendo que Itachi la mirara curioso. – Daré lo mejor de mí para que mis ojos le sean útiles.

-Hinata-san, usted es más que sólo sus ojos. – Respondió Itachi volviendo a mirar el cielo.

Hinata lo observó un segundo, su perfil en la oscuridad se afinaba incluso más. Era como si se sintiese cómodo en la noche. La luna alumbrándolo hacía que su piel se viera más pálida de lo normal y sus ojeras se marcaran. A veces le preocupaba de que no estuviese recibiendo el suficiente descanso, siempre lucía agotado.

-Taicho, yo puedo hacer guardia. – Le dijo de pronto, con un toque de alegría que sorprendió a Itachi. – Debería dormir.

-No suelo dormir mucho, especialmente cuando hay una misión que debo realizar. – Respondió Itachi con tranquilidad.

-Lo entiendo… pero… - Hinata sintió que lo que iba a decir podría ser considerado impertinente, pero no le importó. Le tenía la suficiente confianza a Itachi como para decírselo. – No es.. no es sólo s-su misión. Somos un equipo.

-Lo se. Son mi equipo. Es por ello que necesito que los tres descansen. – Respondió Itachi con seriedad. – De cualquier forma no lograría dormir, incluso si lo intentara.

-¿P-por qué? ¿Hay algo preocupándolo? – Le preguntó Hinata. Sentía que había más en la mente de Itachi de lo que él estaba dispuesto a admitir. – No tiene que decírmelo, fue inapropiado de mi parte preguntárselo así.

Itachi no se movió, pero sintió el peso de su pregunta justo sobre sus hombros. ¿Cómo decirle lo que estaba en su mente en ese momento? Ni si quiera Shisui conocía todo lo que había en su mente. Él no era de las personas que involucrara sus asuntos personales con su labor como shinobi. Aquello iba contra todo lo que había practicado durante los años en ANBU donde la privacidad de cada miembro llegaba a tal punto que incluso utilizaban máscaras para despojarse de toda individualidad, enfocándose única y exclusivamente en sus misiones, ya fuesen de protección, espionaje, inteligencia, asesinato o captura.

Por otro lado, él sabía que Hinata no era del tipo de persona que se dedicase a indagar en las vidas de los demás, por lo general era silenciosa e introvertida. Tal vez de verdad sentía la suficiente confianza hacia él como para notar que había algo que lo estaba distrayendo.

-No. No es inapropiado Hinata-san. Ahora somos compañeros. – Respondió con gentileza y Hinata asintió. – Hace mucho tiempo se me asignó una misión rango S que no me deja dormir hasta el día de hoy. Aún sueño con ella, por lo que intento no dormir.

Si admiraba algo en Hinata Hyuga era la sutileza y delicadeza con que trataba cualquier cosa a su alrededor, incluso una confesión así. Sus palabras imprecisas y vagas habían sido suficientes para que ella asintiera y respetara su silencio. La joven nunca forzaba algo y cuando algo le causaba curiosidad lo preguntaba de forma tan dulce que hacía que aquellos a su alrededor pudiesen abrirle sus corazones sin temer una reacción adversa de su parte. Itachi no era la excepción, su melodiosa voz le resultaba confortante para aquella herida en su pecho.

-Itachi-kun… - Susurró Hinata dando unos pasos en su dirección hasta sentarse a su lado, mirando hacia el cielo estrellado junto a él. – Espero que algún día deje ese recuerdo en su pasado.

Hinata frunció los labios, apretándolos uno contra el otro y bajando el rostro un tanto cabizbaja. Itachi lo notó de inmediato. Los ojos del Uchiha eran únicos. Cada uno de los ojos dentro del clan Uchiha tenía una cualidad que los apartaba del resto. Los ojos de Itachi podían leer los sentimientos del resto y aquello lo hacía un excelente espía además de un adversario temible.

-Puede decirlo. – Le respondió Itachi, sintiendo que había algo que Hinata estaba callando. – Es lejos una de las personas que más me interesa escuchar.

- No e-es mi labor decirle qué hacer. – Respondió Hinata hundiendo su cabeza levemente entre sus hombros. Su timidez hacía que Itachi sintiera ganas de reír y apretarle las mejillas como lo hacía con Sasuke cuando era un bebe.

Quizás Hinata tenía razón. No era apropiado estar hablando de cosas tan íntimas en medio de una misión tan importante, pero por algún motivo deseaba escucharla hablar. Su voz lo tranquilizaba. Su presencia le era agradable, podría haber pasado el resto de la noche al lado de ella en silencio y estaba seguro que habría sido una de las mejores noches de su vida. Ella tenía ese efecto en él.

- Los amigos se dicen qué hacer todo el tiempo cuando uno de ellos no encuentran una solución a un problema. – Respondió Itachi. Movió lentamente sus ojos para observar su perfil dándose cuenta lo adorable que se veían sus mejillas cubiertas en rubor.

– Sus ojos son demasiado fuertes como para quedarse estancados en el pasado. – Dijo Hinata, captando completamente la curiosidad de Itachi, ¿Cómo era posible que ella descifrara la fortaleza de su persona sólo con mirar sus ojos? ¿Tendría ella la capacidad de leer a las personas sólo con verlas? Después de todo… ella había sido la primera en reconocer la fortaleza en Naruto. – Enfoque sus ojos en el presente o podría dejar que algo pase justo frente a usted sin que lo vea. Y aquellas cosas que dejamos pasar, nunca vuelven. El pasado está lleno de cosas que nos hieren y que nos impiden poder disfrutar del presente y soñar con el mañana. Si no podemos visualizar el futuro, tampoco podremos protegerlo.

¿Cómo era posible que alguien que hace tan sólo unos años había sido una niña pequeña, tímida e insegura se volviese una mujer tan asombrosa? La niña en sus recuerdos era una pequeñita de rostro redondo y sonrojado, de enormes ojos lavanda y mirada melancólica. La mujer sentada junto a él rebozaba gentileza y afecto, lo dejaba sin palabras.

-¿Y con que sueña usted para el mañana? – Le preguntó Itachi casi instintivamente, quería saberlo. Quería protegerlo con su vida.

-¿Y-yo? – Preguntó ella nerviosa, llevando una mano a su pecho y sonriendo con ternura.- Con..con… - Enfocó completamente su mirada en ella, necesitaba escuchar su respuesta. Sentía que era una de esas cosas que al escucharla podía cambiar la vida de alguien. - …con el sonido de las risas de los niños.

El sonido de los grillos nocturnos los rodeó mientras se miraban con intensidad, ¿Era posible si quiera que alguien como ella existiese? ¿Era posible que un ser tan agradable y delicado como ella hubiese decidido que sería una kunoichi, algo completamente opuesto a su naturaleza? Entendía tan bien su corazón, que Itachi ni si quiera tenía que pronunciar lo que había dentro de él.

Suspiró y volteó su rostro levemente hacia arriba para seguir observando el cielo. Sintió una extraña tibieza en sus entrañas, algo que lo hizo sonreír sin poder evitarlo.

Una vez Asuma Sarutobi le había dicho que lo que protegían los Shinobis de Konoha no era al Hokage, ni la Villa, sino a los niños de Konoha que aun no nacían. Le sorprendió que alguien de la edad de Hinata pudiese entender algo así.

Curiosamente, Itachi soñaba con lo mismo. Soñaba con el sonido de las risas de sus hijos jugando en el jardín mientras que el los observaba. Toda su vida, todo el sufrimiento que había tenido que pasar hasta ese momento se habría visto compensado si Itachi hubiese podido escuchar eso.

Sin que se diera cuenta, Hinata reclinó su cabeza contra el brazo de Itachi. Ninguno se movió. Ninguno se sintió incómodo con el roce del otro. Sólo observaron la luna que pronto estaría llena.

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El sol golpeaba con fuerza sobre ellos. La arena bajo sus pies era irritante, sobre todo por la costumbre que tenía de meterse entre los dedos. Hinata suspiró intentando recuperar el aliento, observando como Akamaru sacaba la lengua constantemente buscando enfriarse de algún modo.

El que se veía peor de los cuatro sin duda era Shino quien siempre estaba cubierto con gruesas capas de ropaje. Itachi parecía ni si quiera estar sudando, lo cual la hizo preguntarse si hasta para cosas como esa, Itachi Uchiha era lo más cercano a un shinobi perfecto. Kiba por otro lado se había desabrochado la camisa y se la había puesto en la cabeza como si fuese un nómade de Sunagakure, mostrando a los cuatro vientos su delineado abdomen con orgullo, algo que no dejó de divertir a Hinata mientras lo miraba más entusiasmado que el resto recorriendo las dunas como si esa fuese la primera vez que salía de Konoha en una aventura.

-Kiba-kun, te recomendaría que te tapes la espalda. – Le sugirió Itachi con seriedad. – El sol te quemará la piel.

-¡Algo como eso no tiene efecto en mí! – Dijo Kiba apuntándose a sí mismo con el dedo pulgar. – Mi piel es morena, el sol no me afecta Taicho.

-Como desees. – Respondió Itachi cruzándose de brazos y suspirando, observando como Hinata luchaba con la temperatura debajo de ese gran polerón. - ¿Agua? – Le preguntó.

-Gra..gracias. – Dijo ella aceptando la cantimplora de Itachi y dándole un sorbo.

-¿A qué distancia estamos? – Preguntó Shino.

-Llegaremos al anochecer. – Respondió Itachi.

El resto del viaje por el desierto fue en silencio, excepto cuando Kiba gritaba "Yuhuuu vamos Akamaru", cada vez que según él veía agua en medio de la arena sólo para descubrir que había sido un espejismo. Itachi le explicó que lo que veía no era agua, sino el mismo sol que se reflejaba en la arena, pero al igual que Naruto, era casi imposible convencer a Kiba de que estaba equivocado.

Cuando el sol comenzaba a ocultarse entre en el horizonte vislumbraron lo que asumieron era Sala del Cielo. El aspecto que tenía era deprimente, la ciudad estaba realmente en ruinas.

-¿Qué pasó aquí para que esté en esta condición? – Preguntó Hinata con tristeza, viendo las calles desiertas, los edificios vacios, escuchando como el viento aullaba en los callejones.

-Antes de que se creara Konohagakure, el clan Uchiha era un clan de mercenarios que trabajaba para el país que los contratara. – Respondió Itachi con solemnidad. No estaba precisamente orgulloso de aquello, pero era cierto. Los cuatro comenzaron a adentrarse en la ciudad abandonada. - Esta ciudad se levantó contra el país del Viento y ellos contrataron a mis ancestros para que derrotaran y expulsaran de esta zona a los que vivían aquí. Como paga, recibieron la ciudad. Sin embargo, los Uchiha no eran un clan que pudiese quedarse sólo en un lugar, eran una familia guerrera que viajaba de país en país, por lo que decidieron dejar esta ciudad como un depósito de armamento. Ha permanecido de esa forma hasta el día de hoy.

-¿Un deposito de armamento? – Preguntó Kiba sudando al ver la cantidad de gatos que se paseaba por los callejones, sintiéndose sumamente incómodo con sus presencias. - ¿De qué está hablando Taicho?

-Lo que escuchas. El único propósito que sirve esta ciudad es ese. – Respondió Itachi. - El clan Uchiha compra armas de Nekobaa-sama hasta el día de hoy.

-Podrá ser un depósito, pero huele como un retrete. – Se quejó Kiba. – Creo haberte dicho que mi nariz no puede soportar este tipo de peste.

-Quien se lo dijo fui yo. – Dijo Shino con solemnidad. - ¿Por qué? Porque tu dijiste que no tenías debilidades.

-Ki-Kiba-kun, estas siendo maleducado. – Le dijo Hinata. – Este lugar es seguro para que pasemos la noche. Debemos agradecerle a Itachi-Taicho por traernos aquí.

-¿Acaso mis ojos me engañan e Itachi-boy trajo un perro a este lugar, miau? – La vocecita se escuchó desde arriba de una bisagra, lo cual hizo que todos subieran la mirada para ver de quien se trataba.

Akamaru puso los pelos de punta y comenzó a gruñir, causando que el gato también se pusiera en esa posición.

-Hina-san. – La saludó Itachi. – No te veía hace un tiempo ya.

-¿Dónde está Sasuke-boy? – Preguntó la gata lamiéndose una pata y restregándosela luego por la cara a modo de acicalarse e ignorando a Akamaru.

-Esta vez soy sólo yo y mi equipo. – Respondió Itachi. - ¿Dónde está Nekobaa-sama?

-Itachi-boy, sabes que a la abuela no le gustan los perros. – Dijo la gatita moviendo la cola de un lado a otro.

-Te daré esto si me llevas ante ella. – Le indicó, sacando una botellita desde su porta kunai. Decía "Matatabi" (Se supone que el Matatabi es una planta, y que cuando los gatos la huelen, se vuelven medios locos, como si estuviesen drogados). – Ambos sabemos que lo deseas. – La chantajeó Itachi.

La gata no pudo negarse y saltó al hombro de Itachi tomando la botellita en su boca, para luego saltar nuevamente y seguir delante de ellos guiándolos por los numerosos laberintos de la ciudad. No tenía caso negarles el paso, Itachi era muy querido por la abuelita de los gatos y un perro no cambiaría eso. Aunque Kiba comenzó a pensar si habría hecho bien en acampar a las afueras de esa ciudad apestosa.

Los cuatro compañeros recorrieron los largos pasillos de la ciudad. Si Hinata hubiese ido sola a ese lugar de seguro se habría perdido, incluso con el byakugan activo. Todo lucía igual una vez dentro y el aire era tan espeso que Kiba estaba verde con rostro nauseabundo. Hasta a ella le molestaba la pestilencia, no se podía imaginar lo que estaría experimentando su compañero.

La abuela de los gatos resultó ser una anciana muy amable, con la nariz negra y el cabello arreglado de una forma tan particular que parecía que tuviera orejas de gato. Recibió a los recién llegados como si se trataran de familia. Itachi fue muy directo y le pidió al menos dos habitaciones entre las muchas que ella mantenía desocupadas. Iba a tener el centro de operaciones para comenzar su búsqueda justo en ese lugar. Estaba a poca distancia del país de la Lluvia, de los Pájaros y también del de la Tierra. Podían salir y buscar información para reunirse ahí luego.

-Necesitaremos ropa a la usanza del país de las Aves. Shino-kun, Kiba-kun y Hinata-san se dirigirán a esa nación mañana en búsqueda de información. – Dijo Itachi, arrodillado frente a la abuela que fumaba de una larga pipa mientras una chica le traía té a los cuatro, mirando a Itachi con el rostro sonrojado. – Yo iré a Amegakure.

-Puedo hacer algo para ayudarte Itachi, pero recuerda que no soy una modista, sólo una vendedora de armas. – Respondió la abuelita mirando a los cuatro con curiosidad.

Shino y Kiba se miraron de reojo con preocupación. Todo lo que habían leído sobre Amegakure en los informes de Anko les decía que esa ciudad era algo de lo cual debían mantenerse alejados. No entendían por qué Itachi decidiría ir solo hasta allá.

-Taicho. – Interrumpió Shino. – Para la efectividad de nuestro rastreo, deberíamos mantenernos juntos.

-Su labor es rastrear a Deidara. Cuando lo localicemos decidiremos el plan de acción. – Respondió Itachi. – En el entretanto, él no es el único criminal del cual nos debemos deshacer.

-¡Pero Taicho! ¡Es muy peligroso que vaya sin apoyo! – Alegó Kiba a viva voz.

-La vida de un shinobi está llena de peligros. – Respondió Itachi cerrando los ojos con frialdad. – Deberían saberlo.

-Amegakure eh… - Dijo la abuela saboreando el humo del tabaco en su boca. – Si lo que escuché es verdad, tampoco iría a ese luchar Itachi-chan. Entrar al País de la Lluvia de por si es peligroso… entrar a Amegakure es casi una sentencia de muerte en estos días si eres un shinobi extranjero.

Itachi no dijo nada, solo tomó su té en silencio. Sabía que necesitaba de los ojos de Hinata para entrar a ese lugar, pero no la arriesgaría a entrar a esa Aldea sin antes saber que era exactamente lo que estaba pasando ahí. Prefería tomar el riesgo por sí mismo. Como shinobi, nunca dependía de otros si había un elevado riesgo de muerte.

La discusión llegó hasta ahí. Los tres compañeros del ex equipo ocho se miraron y entendieron que no había nada que pudiesen decirle a Itachi Uchiha que lo hiciera cambiar de opinión sobre los pasos a seguir. Después de todo, él era el capitán del equipo, su líder, y el reglamento shinobi decía que los miembros de un grupo siempre debían seguir las ordenes que éste diera.

Sin embargo, Itachi no conocía lo obstinado que eran esos tres cuando se trataba del trabajo en equipo. Esa noche, a sus espaldas, los tres se reunieron y decidieron que uno de ellos al menos debía ir con Itachi. Kiba fue inmediatamente descartado, Akamaru llamaría mucho la atención si había que entrar en Amegakure, además, su nariz tenía que captar el olor de Deidara, era el único de los tres que tenía esa habilidad. La responsabilidad entonces cayó entre Shino y Hinata.

Por una parte, si la misión era espiar los insectos de Shino servirían para desplegarlos por Amegakure y servir de apoyo en el espionaje. Hinata tenía la ventaja de poder observar desde distancia lo que estaba pasando en esa ciudad, sin que Itachi tuviese que entrar. La decisión caía entonces, en cuál de los dos sería de más ayuda si se trataba de apoyar a Kiba.

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Aun no había amanecido cuando Itachi recogió las medicinas que Nekobaa-sama le había preparado, tomó su capa azul marino y se dispuso a confundirse con la noche. Deseaba poder salir de las dunas antes de que saliera el sol, después de todo, el calor del desierto era algo a lo cual no estaba acostumbrado. Escuchó como Kiba se quejaba en la cama de al lado, completamente descubierto y con la espalda al rojo vivo. Había sido tan evidente que se había insolado que no quiso decir nada al respecto, él se lo había advertido.

-Shino-kun, ¿Estás despierto? – Le preguntó Itachi antes de salir.

-Sí. – Respondió éste mientras ambos escuchaban los ronquidos de Kiba y Akamaru.

Itachi se mordió un dedo y golpeó el piso con su palma extendida. – Kuchiyose no jutsu. (Jutsu de invocación). – De inmediato apareció un cuervo negro en una nube de humor que se paró en el borde de la cama del Aburame. – Si encuentran a Deidara antes de lo planeado, manden ese cuervo por mí y no se muevan de la posición en donde están. Me llevará de vuelta a ustedes. Si no lo encuentran, nos volveremos a encontrar en este lugar en cuatro días desde hoy. Si no he vuelto en cuatro días, es porque estoy muerto y deberán regresar a Konoha para informar que la misión ha fracasado.

-Sí, Taicho. – Respondió Shino acomodándose las gafas oscuras.

Al ser ambos hombres de pocas palabras, no se despidieron ni se desearon suerte. Aquello no era necesario.

Itachi salió de las ruinas de Sala del Cielo con el mero propósito de adelantar terreno. Él no era indispensable en una misión de rastreo de parte de un equipo como el que componía Hinata, Kiba y Shino. Ellos tres habían trabajado a la perfección antes de que se les uniera y lo seguirían haciendo sin él. Haberlos acompañados al país de las Aves habría sido un desperdicio de tiempo. Por otro lado, era mejor que realizara una misión de inteligencia para poder rellenar datos vacíos en la investigación de Anko.

¿Quién era el ángel de Amegakure? ¿Cuántos ninjas rango S estaban en Akatsuki? ¿Cuáles eran sus habilidades? ¿Sería realmente Amegakure su escondite? ¿Qué estaba pasando en ese país que tantas veces había sido devastado al estar en medio de los grandes países en guerra?

Deidara era un niño que disfrutaba volar ciudades, sí, era cierto, era un chiquillo molesto y peligroso… pero una organización sólo compuesta por grandes criminales de distintas aldeas shinobis, a sus ojos, era incluso más peligrosa. Si estaban planeando algo, era algo devastador, mucho peor que los atentados terroristas y sin propósitos de ese tal Deidara.

Era pasado medio día cuando se detuvo un segundo para tomar algo de agua. A lo lejos comenzaba a ver grandes montañas. Sabía que al otro lado estaba Amegakure, el país de la lluvia. Las montañas no permitían que las nubes pasaran al otro lado de éstas, produciendo sequia en el costado opuesto, la suficiente al menos para haber creado un desierto. Sin embargo, había dejado el país el Viento atrás y los arboles volvían a crecer a su alrededor. Fue por lo mismo que al haber más lugar en donde el sonido rebotara, que pudo percibir que alguien lo estaba siguiendo. Fuera quien fuera que lo hacía, era bastante bueno en ello, pues no lo había percibido hasta entrar en esa zona boscosa.

No se volteó. Movió su mano lentamente bajo la capa que lo protegía y sacó dos kunais. La primera la lanzó con una trayectoria distinta a la segunda, de forma tal que cuando el primer kunai pasara cierto punto, la trayectoria del segundo kunai la impactara, desviando su dirección a un punto ciego en el cual nunca habría podido acertar de haberlo lanzado de forma directa. El kunai se clavo en la parte posterior del tronco.

-Esa fue una advertencia. La segunda no será tan benevolente. – Dijo Itachi dándose la vuelta y activando el sharingan. Grave fue su expresión cuando notó a la persona que salía de aquel escondite. - ¿Está bien? ¿La lastimé?

Hinata negó con el rostro, completamente nerviosa a simple vista por haber sido descubierta. – Eso fue… in..increíble. Pudo localizarme y golpear mi posición incluso estando en un punto ciego. –Con razón lo llamaban un genio, nunca había visto nada parecido.

-¿Sucedió algo? – Preguntó caminando en su dirección.

Si ella estaba ahí, tal vez habían encontrado su blanco. Pero eso era imposible… era demasiado pronto. Según los informes Deidara estaba escondido en la frontera del Pais de la Tierra, caminar hasta ese lugar eran al menos dos días más.

Fue entonces que Itachi lo entendió y frunció el ceño al ver que Hinata estaba sangrando en su mejilla. Era sólo un pequeño corte que seguramente ni si quiera dejaría marca, pero el hecho de que hubiera herido a una compañera de equipo sin un motivo útil lo irritó. Lo molestó aun más el hecho de verla ahí, sabiendo el verdadero motivo de su presencia: Quería ir con él a Amegakure.

- Me mintió, sí la he lastimado. – Dijo con seriedad.

Hinata abrió ampliamente los ojos y sólo entonces sintió algo húmedo en su cara. Levantó una mano y se tocó levemente las mejillas. – No es nada. Ni si quiera lo sentí. – Se excusó con rapidez.

Itachi sacó una venda de su porta equipo y vertió un poco de agua sobre esta. Se acercó a Hinata y le limpió el rostro, mirándola fijamente. – Pensé que mis órdenes habían sido lo suficientemente claras para que las siguieran. –

Itachi sintió una punzada en el estómago. Eso era su culpa. Se había involucrado demasiado con ella, tanto que le había dado la confianza para pensar que era aceptable que hicieran algo así. Si les había ordenado que fueran al país de las Aves, no era por vacaciones. Tenían que cumplir una misión. Más importante aún, que ella estuviese ahí retrasaba todo. Tendría que darse la vuelta y llevarla a Sala del Cielo, asegurándose de que Nekoba-sama no la dejara perseguirlo esta vez, y sinceramente, la abuela de los gatos no estaba para ese tipo de cosas y el tampoco. No pensaba que al formar un equipo con chicos de esa edad, tendría que estar comportándose como una niñera.

- ¿Le duele? – Le preguntó sin mirarla.

Hinata negó con el rostro bajando la mirada, sintiendo la frialdad en él. Bajó los párpados con tristeza. A pesar de que estaba enojado, y ella lo sentía así, en ningún momento su tono había cambiado, ni le había gritado, ni si quiera la había insultado. Incluso molesto mantenía su caballerosidad, respetándola sin subirle la voz, ni zarandeándola por haberle desobedecido. Aquello la hizo sentir peor, hubiese preferido incluso que él le gruñera y la increpara por su poca disciplina.

– Lo siento. – Susurró con angustia. - No podíamos dejar que entrara a Amegakure solo. Es demasiado peligroso.

Itachi quiso decirle que era mucho más peligroso que ella estuviese ahí con él. Si había querido entrar solo a ese lugar era precisamente porque podía esconderse mejor de esa forma, era un espía después de todo. Esconder a dos extranjeros dentro de ese país era un tanto más complicado para él. Sobre todo a alguien que llamaba tanto la atención a simple vista como lo hacía Hinata.

-Entiendo el motivo por el cual Kiba-kun no esté aquí, pero… ¿Por qué me siguió usted y no Shino-kun?

-¿No recuerda lo que le dije… Itachi-kun? – Le preguntó Hinata.

Itachi se quedó en silencio, intentando descifrar sus ojos pero sólo pudo pensar en Hotaru Uchiha, la chica que Shisui había amado y perdido.

·

Los amigos existen para prevenir que ignores las cosas que están justo frente de ti. Algún día vas a tener que detenerte, ver lo que hay dentro de ti y aceptarlo. Saber lo que puedes y no puedes hacer es fundamental para un shinobi. Yo no fui capaz de hacerlo, y si tú tampoco lo logras… estás destinado a fracasar.

·

Miraba dentro de si mismo y lo entendía. La mera idea de que algo la lastimara lo hacia sentirse paralizado. Podía hacer y aceptar muchas cosas, pero entendía que verla sufrir no era una de ellas. Lo entendía, lo veía, lo podía reconocer. Esa era entonces su debilidad. Podría haber encontrado muchas otras, pero en ese momento, aquello era lo que importaba.

Pero al mismo tiempo, aceptaba que necesitaba de Hinata para poder entrar a Amegakure o estaba destinado a fracasar y seguramente morir en esa misión dentro del País de la Lluvia.

Hinata poseía habilidades con las cual él no contaba y que en ese momento le resultaban fundamentales. No le había pedido que fuera con él la noche anterior porque no quería involucrarla en ello, quería hacerlo todo por sí mismo porque la idea de que ella muriera le era mucho más terrible que la noción de fracasar en la misión y morir él mismo… Sin embargo si no aceptaba en ese preciso momento que la necesitaba, fracasaría. Nunca antes las palabras de Shisui le habían hecho más sentido.

La miró en silencio, no iba a responder a su pregunta. Él quería escucharlo de ella. Puso una pequeña bandita en el rostro de la chica y se perdió en su mirada que lo traspasaba leyéndolo como un libro abierto. Se sintió realmente desnudo frente a ella, como si aquella mujer lo pudiese comprender más que cualquier otra persona. El hecho de que ella estuviese ahí se lo decía.

- No es sólo su misión. Somos un equipo. – Dijo finalmente Hinata, sonriéndole. Sus dudas se disiparon con eso. Ella le sonreía, ella confiaba en él y él tendría que confiar en ella. - Le dije que daría lo mejor posible para que mis ojos le fueran útiles y yo nunca retrocedo en mi palabra. – Itachi despegó los labios ligeramente de la sorpresa, esa determinación en ella era tan cálida que podía sentir que lo abrazaba y despejaba cualquier duda o miedo de su mente. - Ese es mi camino del ninja.
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Mensaje por Dili Hyuga Jue Feb 28, 2013 10:49 pm

:P Awww!! Este es uno de los fics más bonitos que he leído. Me encanta y me fascina! *0* Tiene de todo un poco: acción, emoción, drama, romance... Bueno, es perfectisimo! <3
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Mensaje por Hyo Yuki Sáb Mar 09, 2013 3:59 pm

Su!!!!!!!!!!!!!!!!! Dime que hay más capítulos por venir!!!!!!!!

Muero por saber que pasó con la misión y con esa parejita introvertida y tiernosita, la verdad es que me quedé totalmente enganchada, ayer cada rato libre que tuve, estaba leyendo y no me dormí hasta que lo terminé xDDD

Eres simplemente genial. *-*
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Mensaje por Hotaru Senju Sáb Mar 09, 2013 5:12 pm

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.


CAPITULO 7

LOVE IS NEVER SELFISH

Parte 1

(El amor nunca es Egoísta)

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Para proteger la paz en Konoha y más importante aún, a ti Sasuke Uchiha… vivió como un fugitivo, un traidor, un criminal, rezando por la liberación de la muerte. Cambió su orgullo por deshonra y el amor que tenías hacia él por tu odio.

Y aun así… Itachi murió con una sonrisa en el rostro.

Tobi – NARUTO 401 Ilusión


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El recuerdo del calor del desierto quedó atrás cuando el sol fue remplazado por las nubes y éstas pronto comenzaron a mostrar por qué esa tierra se llamaba el País de la Lluvia. Itachi fue lo suficientemente habilidoso para evitar cruzar las altas montañas que separan el desierto de los valles húmedos, pero aun así el desvío por el este los demoró al menos un día más de Amegakure.

Recorrieron los aquellos páramos desolados en silencio, caminando entre las ciénagas lodosas sin quejarse, ni detenerse si quiera a comer algo. El pelo de Hinata goteaba y le caía por los hombros, aun cuando se había protegido con la capucha de su manto. Estaba calada hasta los huesos y la temperatura sólo seguía disminuyendo mientras se internaban al norte de aquel país.

Itachi por otro lado permanecía impasible aunque se veía más pálido de lo normal con el frío y el agua que le caía por el rostro. Sus labios tenían un anormal color blanquesino y sus finos ojos delineados de espeso negro se veía incluso más afilados con el poco color en su rostro.

Ambos estaban completamente empapados, pero eso no les parecía importar. Después de todo, esa era una misión, no un paseo. El cuerpo se les entumía, sus narices ardían al respirar y sus manos estaban heladas. Sin embargo, no se detuvieron, siguieron caminando sabiendo que eran al menos dos días para llegar a la ciudad que habían fijado como su destino. Itachi aun no sabía si quería ingresar a la base de la organización que se llamaba a si misma Akatsuki, pero al menos alrededor de Amegakure podría averiguar qué era lo que estaba pasando ahí.

De vez en cuando pasaban por las ruinas de alguna construcción y Hinata las observaba con melancolía, sin entender el motivo por el cual entre más avanzaban, más frecuente se hacía la visión de escombros. No había visto si quiera una casa en pie en todo el día, todo estaba corroído por el tiempo. No se imaginaba que fuerza de la naturaleza o catástrofe había ocurrido en ese lugar para que todo tuviera ese aspecto tan desalentador.

Sin embargo, cuando pasaron a las afueras de una Villa casi destruida por completo, en donde lo único que había en pie era el cimiento de las paredes, su templanza y serenidad se quebraron y no pudo seguir caminando, impactada con la visión de la más grande de las miserias. Era un villa fantasma en donde nadie habitada, ni si quiera un alma. Lo comprobó pues llevaba el byakugan activo y no pudo encontrar a nadie ahí, ni si quiera habían perros o gatos abandonados por sus dueños.

-¿Qué paso en este país para que todo este así? – Le preguntó a Itachi poniendo una mano en su pecho, pudiendo sentir la desolación de esa tierra como un llanto permanente que intentaba ser lavado por la lluvia sin éxito alguno. – No hay vida aquí, sólo… destrucción. Esto no parece un país… sino un cementerio.

-Una guerra pasó. – Respondió Itachi con seriedad y al mismo tiempo calma. Hinata se preguntó a sí misma como era posible que Itachi le respondiera con tanta serenidad. Ambos parados uno al lado del otro mirando en dirección de la ciudad fantasma, encontraron en aquel momento que el silencio era una buena compañía. Algunos minutos pasaron antes de que Itachi volviera a hablar. - Varias guerras en realidad. El País de la lluvia queda entre el país de la Tierra, el País del Viento y el País del Fuego. Cada vez que nuestros países han luchado, este ha sido el escenario escogido para ello. Aunque el país de la Lluvia no tuviese participación alguna en estas disputas, quedaron en medio de todo.

-Una guerra… - Susurró Hinata mirando el suelo. Hasta ese momento nunca le había tomado el peso a esa palabra. Había visto los conflictos bélicos como un recuerdo en las páginas de historia de los libros de la academia, pero ahora que observaba con sus propios ojos las consecuencias de cerca, podía entender por qué algunos incluso habían llegado tan lejos como para querer raptarla para ponerle fin al conflicto… la razón por la cual el padre de Neji se había sacrificado. - ¿Por qué lucharon? – Preguntó nuevamente.

-Poder económico. – Respondió Itachi. – Me gustaría decirle que habían razones más fuertes para llegar a este punto de miseria humana, pero no las hay. Este es el mundo shinobi en que vivimos.

Hinata asintió en silencio. No necesitaba de más explicaciones que esa. Itachi la observó de reojo entendiendo que así como él, la joven se sentía estremecida por la desgracia de ese País. Todo aquello parecía una gran tragedia que podría haber sido evitada. A él en lo personal lo hacía recordar su infancia, recorriendo Konoha en ruinas, viendo la pila de cadáveres que se acumulaba cada vez que había un ataque, los escombros, la hambruna, el constante miedo de que no volvieran sus padres después de una misión, de que esa fuese su última noche vivo, de que los cadáveres se levantaran de sus tumbas y reclamaran por su vida.

Se dio la vuelta y siguió caminando. Podía entender a la gente de ese país y sinceramente le hubiese gustado hacer algo por ellos. Su corazón sentía dolor por la situación, por lo mismo no le extrañaba que la generación que había vivido como daño colateral de guerra quisiera su venganza. Vivir en un lugar pacífico era sin duda un privilegio y tener que ver ruinas en Amegakure todo el día le recordaba el motivo por el cual debían proteger Konoha con sus vidas.

Cuando la luz comenzó a hacerse más escasa, Itachi supo que debían detenerse. Caminaron algunos kilómetros hasta encontrar una casa abandonada en medio de un páramo, cuya puerta estaba caída, sus ventanas rotas y su techo desplomándose a pedazos.

-¿Ves a alguien por los alrededores? – Preguntó Itachi.

Hinata negó, aun mantenía el byakugan activo. – No… no hay nadie en kilómetros a la redonda, Taicho.

-Bien. Pasaremos la noche aquí. – Dijo adelantándose a ella y caminando con calma hacia la casa abandonada.

-Aun puedo seguir. – Le respondió Hinata un tanto preocupada de que el motivo para detenerse fuera ella. No quería ser una molestia.

-Necesitamos descansar, secarnos y comer. Estamos a un día de caminata de Amegakure y no sé qué nos espera allá. – Le indicó Itachi sin mirar atrás.

Hinata miró hacia el horizonte, si seguían en esa dirección llegarían a la aldea oculta de la Lluvia. No tenía un buen presentimiento acerca de ello. Sin embargo, no alegó y siguió a Itachi quien movía con cuidado la puerta de madera hacia un costado para dejarla entrar.

Cuando ambos estuvieron dentro de la ruinosa construcción, la joven notó lo horrible que era la guerra. Su estómago se revolvió… Había retratos en las paredes que contaban la historia de una familia común y corriente, un padre, una madre y tres niños. Notó que aunque la mesa había sido carcomida por el tiempo, sobre ella estaban los platos y servicios como si las personas que habitaban ahí nunca hubiesen podido sentarse a comer. Un oso de peluche tirado y olvidado a los pies de la escalera evidenciaba que quienes hacía años vivían ahí habían salido de prisa para nunca más volver. Enredaderas y musgo crecía en las paredes, invadiendo el hogar que alguna vez había tenido vida. Casi pudo escuchar los gritos de los niños en los retratos, huyendo de la muerte y la destrucción en la que involuntariamente habían quedado atrapados.

Itachi por su parte no dijo nada, solo avanzó al comedor y retiró su capa mojada para dejarla colgando de una silla rota. Hinata hizo lo mismo, ambos sin mirarse, sabiendo que eventualmente tendrían que sacarse el resto si no querían enfermar. Se miraron fijamente un instante, preguntándose qué hacer ahora, ¿Cómo poder quebrar esa barrera entre ambos?

-Debe haber algo que nos sirva para secarnos en algún lugar de esta casa. – Itachi fue el primero en decirlo y Hinata asintió, siguiéndolo por las habitaciones abandonadas.

La casa estaba realmente intacta pero en malas condiciones. De vez en cuando una gotera caía por diferentes lugares evidenciando que el techo estaba roto. Por años nadie había entrado allí; el polvo que cubría todo, las telas de araña y el desgaste que el tiempo había hecho en las paredes, el techado y los muebles se los indicaba.

Sin embargo, si alguna vez había habido ropa dentro de esos cajones había sido devorada por las ratas que de vez en cuando caminaban de un lugar a otro, huyendo con la presencia de Hinata e Itachi. Ambos entendieron que tendrían que dormir con la ropa mojada y sin decir nada, volvieron a bajar al primer piso.

-Tal..tal vez deberíamos prender fuego. – Hinata fue la primera en sugerirlo pero sin duda estaba en la mente de ambos.

-Si alguien ve luz proveniente de una casa abandonada es probable que quieran saber quien está aquí. – Dijo Itachi estrujándose la cabellera. – Atraeríamos todo tipo de personas, desde ladrones a Shinobis.

-Sí. – Respondió Hinata suspirando. – No importa. Un poco de agua no nos matará, ¿Verdad?

Su esperanza hizo que Itachi se sintiera más optimista con todo ese asunto. Como miembro del ANBU estaba acostumbrado a ese tipo de condiciones adversas, pero le preocupaba que Hinata no lo estuviese. La observó de costado un segundo, y volvió a mirar en frente con más seriedad, sin dejar que se notara lo que pensaba.

Si ella estaba dispuesta a quedarse con la ropa mojada no podía hacer nada al respecto, la mera idea de que ambos se desvistiesen ahí, solos, era demasiado inapropiado como para haberlo si quiera mencionado. No le importaba su desnudez, pero no sabía qué pensar de la de ella… ¿Qué tal si se ofendía si él le daba la instrucción que se sacara la ropa? Era demasiado caballeroso como para haber hecho que una chica pasara una situación tan vergonzosa como esa.

Dormirían en el comedor del primer piso, pues las ventanas en el lugar los dejaban ver hacia afuera. Pero aquello no era realmente agradable, no había nada ahí aparte de la mesa y el sonido del viento que se filtraba a través de las ventanas rotas. Los futones en el piso de arriba estaban deshechos, la ropa de cama también estaba en dudoso estado y Hinata sinceramente consideró que los ratones se las habían estado comiendo. Por ello, se sentaron contra una pared atrás de la mesa y decidieron quedarse en esa posición hasta que saliera el sol nuevamente.

Comieron un par de galletas de avena cada uno (de las que Nekobaa-sama les había convidado para llevar en sus portakunais) y permanecieron en silencio hasta que la habitación comenzó a oscurecerse por completo. La noche había caído sobre ellos y lo único que escuchaban era el sonido de la lluvia. No obstante, Hinata permanecía con el byakugan activo, completamente concentrada en observar hacia los alrededores. Quería serle útil a Itachi de alguna forma, le había prometido que sus ojos verían donde los suyos no podían hacerlo.

-Desactive el byakugan, Hinata-san. – Le dijo con amabilidad. – No es necesario, estaremos bien aquí.

Hinata miró sus ojos negros brillando suavemente en la oscuridad. No había dudas en su voz y aquello la hacía sentirse segura junto a él. – Sí, Itachi-Taicho. – Respondió obediente.

La joven no sabía cuánto habría pasado sentada junto a él en silencio mientras ambos escuchaban el sonido de la lluvia y de su propia respiración; Le pareció agradable. Había personas que encontraban en la conversación con otros un sentimiento de comprensión, pero con Itachi le pasaba todo lo contrario… sentía su silencio. Podía entender que estar así con él significaba que no necesitaban de palabras innecesarias para sentirse cómodos, más bien, era en la quietud que encontraba en él… un lugar donde sentirse grata y en confianza.

Se habían conocido por años, pero no a fondo, como mucho ella tenía un poco más de contacto con Sasuke con quien había realizado algunas misiones, pero ni si quiera se podía llamar a si misma su amiga. Las pocas veces que habían cruzado palabras habían significado la diferencia entre la tristeza y la alegría para ella, por lo mismo, admiraba a Itachi Uchiha y lo consideraba una persona bastante especial. Lo sentía así cuando miraba sus ojos amables.

La verdad, Hinata Hyuga tenía dificultades cuando se trataba de relacionarse con el resto… su timidez le impedía poder conversar con fluidez y mucho menos exteriorizar sus sentimientos.

Cuando había tratado de acercarse a Naruto, su forma de ser explosiva la maravilló… sin embargo, ¿Cómo podía llamar su atención si apenas podía hablarle? Cuando estaban juntos, los silencios entre ambos eran incómodos. Él no era grosero ni mucho menos, esperaba que Hinata le hablara y hacía un gran esfuerzo por entenderle, pues ella tenía la mala costumbre de hablar bajo y a veces tartamudear cuando estaba cerca de él. La invitaba a comer ramen, le conversaba una y otra vez sin parar de sus aventuras, de la forma en que se convertiría en Hokage y como planeaba superar definitivamente a Sasuke. Hinata lo escuchaba con una sonrisa, deseando poder ser igual a él… una mujer con carácter, que pudiese expresar lo que deseaba, que tuviera la fuerza necesaria para seguir sus sueños y luchar por ser una mejor kunoichi. Pero, ella sólo escuchaba, nunca hablaba, no sentía la confianza para decirle a Naruto lo que sentía ni lo que pensaba. Muy en el fondo sentía que si el rubio veía realmente lo poca cosa que era se sentiría decepcionado, temía no ser lo suficientemente buena para él.

Por ello, ese silencio entre ella e Itachi se le hacía tan placentero. Le daba la oportunidad de poder pensar lo que quería decir, sin sentirse presionada a hablarle sólo por cortesía. De esa forma, con él mirando hacia enfrente sentado justo al lado de ella, podía configurar con cuidado lo que estaba a punto de preguntar.

- ¿De verdad el País del Viento se encuentra en este estado sólo… por un conflicto económico? – Había estado deseando cuestionarlo sobre ese tema, después de todo Itachi había vivido una guerra y ella no.

-Así es. – Respondió con calma. – Las aldeas Shinobi existen como bases militares para llevar a cabo misiones de índole monetaria. De esa forma cada aldea comienza a producir dinero y a mover masas de activos. – Hinata asintió, ella entendía esa parte. Cada misión que ellos realizaban significaba dinero que ingresaba a las arcas del Hokage y que luego se utilizaban en diferentes cosas para la Villa. - Cuando una aldea se fortalece demasiado, las otras comienza a perder clientela, pues los señores Feudales y el resto de las personas buscan protección en el más fuerte. Es por ello que un país pierde ingresos al no recibir suficientes misiones, y al mismo tiempo, pierden la capacidad para costear sus necesidades más básicas… ello lleva a la pobreza, al desabastecimiento y finalmente al hambre.

Hinata miró en frente con tristeza. Entendía aquello. Konoha tenía un grupo militar muy fuerte y por ello el resto de los países aledaños buscaba protección en la Villa de la Hoja por cualquier conflicto que se generara en los países que bordeaban al País del Fuego, ya fuera de índole interno o externo. Lo que Itachi decía tenía sentido… si una aldea se volvía más fuerte que las otras, las misiones comenzaban a escasear para el más débil y eso significaba menos dinero que recibir.

-Si un país tiene una aldea shinobi poderosa y eficaz, las personas buscan vivir en ese país, llevando consigo sus riquezas para así ser protegidos. Pero no sólo los ricos buscan vivir en lugares fuertes y pacíficos, también las personas más humildes como los vendedores, los agricultores y los artesanos… Más personas en un sólo país se traduce en la concentración de las fuerzas de producción en una sola nación en desmedro del resto que debe comenzar a importar alimentos y productos. – Continuó suspirando, no sabía si Hinata lograba comprender el impacto que significaba para el resto de las naciones que una sola de ellas comenzara a sobresalir en fuerza militar y seguridad. De hecho, el último ataque de Suna hacia ellos había sido realizado con ese pretexto, debilitar a Konoha. - Los shinobis luchan este tipo de guerras para así poder asegurar que ninguna aldea sea más poderosa que la otra, evitando que se acumulen las riquezas y factores productivos en un sólo lugar. – Itachi notó el silencio y la tristeza en Hinata, pero no podía decirle las palabras que ella quería escuchar. No había nada que la pudiese consolar, eso era lo que tenían, debían trabajar como shinobis para poder mantener a salvo su propia tierra. - Ese es el sistema shinobi actual, por injusto que parezca. Lo mejor que podemos hacer es proteger Konoha de cualquier amenaza.

-Sí, Taicho. – Dijo la joven con una sonrisa amable.

Pero aun así, no podía dejar de pensar en las consecuencias que dichas guerras traían para las personas que no eran shinobis, que sólo podían protegerse escondiéndose y huyendo. Aquello la entristecía. Tal vez su padre tuviese razón, era demasiado gentil para ser shinobi. Neji se lo había dicho en más de una ocasión cuando eran niños, le había pedido que se diera por vencida con la idea de convertirse en una kunoichi porque su manera de ser distaba mucho a la de un ninja… ella no tenía el corazón de hierro como el resto de su familia; No debería haberle importado lo que había pasado con los niños de ese hogar, pero mientras cerraba los ojos, lo único que podía imaginar era el sufrimiento que las guerras les debieron haber causado.

¿Y qué importaba? Ese era un país enemigo, estaban ahí pues la mayoría de los criminales buscados en el mundo shinobi se escondían en Amegakure. No debería haber sentido pena por ellos… pero no lo podía evitar. Suspiró sintiéndose deprimida. Tal vez cuando amaneciera, volvería a ver las cosas de una forma más positiva.

– Buenas noches, Taicho. – Dijo en un susurro acurrucándose en el piso y utilizando sus propias manos para descansar su cabeza contra el suelo.

-Buenas noches, Hinata-san. – Respondió él apoyando su cabeza contra la pared y mirando el techo.

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Itachi podía notar que todo el tema de la guerra le era un tanto difícil de lidiar a Hinata. La podía comprender en silencio. Él había visto los horrores que los conflictos entre las naciones causan, y por lo mismo no tenía nada que reprocharle por verse tan triste.

Se dedicó por bastante tiempo a observar una gota que caía hasta que los ojos se le cerraron y dormitó un poco. Como siempre, no tuvo sueños y mucho menos un descanso reparador. Sin embargo, el sonido de un estornudo lo despertó poniéndolo alerta.

Lo que notó inmediatamente al recuperar la consciencia era lo mucho que había bajado la temperatura. Un escalofrío recorrió su espalda y terminó abrazándose a sí mismo en esa posición, sentando contra la pared. Sin embargo, casi por instinto miró hacia el costado para ver a Hinata y notó que la joven estaba tiritando. No le extrañó, ambos estaban mojados y la temperatura en esas tierras no era muy alta. ¿Estaría aun despierta? Pensó en que tal vez debía decirle que se sacara la ropa mojada, pensó en la posibilidad de prender fuego, meditó sobre ir a revisar todo nuevamente en caso de que encontrara algo que le sirviera como manta… pero lo único que atinó a hacer fue extenderse en el suelo y apegar su cuerpo a la espalda de Hinata.

Si Itachi Uchiha hubiese sido como el resto de los hombres de Konoha, de seguro que ese tipo de proximidad con otro le habría causado al menos vergüenza, pero él era distinto, no existía esa malicia típica masculina en su persona… en ese sentido, era tan inocente como Hinata. Cerró los ojos nuevamente, extendió sus brazos hacia ella y la acercó abrazándola por la espalda, apegando sus cuerpos para que no hubiese espacio vacío entre ellos. En cosa de segundos sintió como el calor se concentraba entre ambos y supo que esa técnica de supervivencia shinobi estaba dando resultado. Sólo agradeció que la chica estuviese durmiendo y que no le hubiesen tenido que hablar de lo que estaba haciendo, aquello SÍ lo habría avergonzado.

Esa fue la primera noche en años en que Itachi Uchiha logró dormir hasta el amanecer.

Por el contrario, fue la noche más larga en la vida de Hinata Hyuga.

Abrió los ojos de par en par cuando sintió a Itachi abrazándola. Su corazón se aceleró, su estómago se retorció, sus dedos comenzaron a temblar. Nunca pensó que él haría algo así de la nada, sobre todo con alguien como ella. No le había preguntado si se podía acercar, no había hecho de aquel acto algo por lo cual ambos tuvieran que detenerse y conversar al respecto… simplemente se había posicionado atrás de ella cubriéndola con sus brazos y apegando su cuerpo en búsqueda de calor.

No le molestaba su cercanía, más bien… la ponía nerviosa. Sin embargo, no un nerviosismo que le hubiese impedido hablar, moverse o pensar, más bien, era una sensación cálida en su estómago, algo que hormigueaba, que le recorría los nervios del cuerpo, que le provocaba escalofríos en la piel. Su respiración se aceleró y se dio cuenta que no quería si quiera cerrar los ojos, ¿Sería todo aquello un sueño?

No pudo evitar imaginarse cosas que tal vez eran impropias de una señorita al sentir la respiración de Itachi contra su cuello. Su nariz le estaba rozando el lóbulo y aquello le produjo sensaciones que nunca antes había experimentado. ¿Qué tal si le besaba la piel? ¿Qué tal si sus manos bajaban desde sus costillas hasta sus caderas apegándola aun más a su cuerpo? ¿Qué hacer si Itachi Uchiha tomaba su hombro y la forzaba a recostarse de espalda contra el suelo y se posicionaba sobre ella, observándola a los ojos con esa mirada tan intensa que la hacía sonrojar? ¿Sería capaz de detenerlo? ¿Se dejaría llevar por su instinto sabiendo que alguien como él sería incapaz de lastimarla? Despegó los labios, quería preguntárselo, quería saber qué era lo que estaba haciendo, saber por qué se sentía tan bien estar así con él… pero antes de que pudiera formular palabras, escuchó la forma en que la respiración de Itachi se suavizaba.

Estaba durmiendo.

Aquello la hizo sonreír. Él no era una persona que encontrara el sueño con facilidad, por el contrario, le había confesado durante esa noche en que ambos observaban la luna que no era una persona que pudiese dormir así como así pues los recuerdos en sus sueños lo atormentaban. Se sintió realmente contenta de que Itachi Uchiha hubiese podido encontrar la suficiente calma para quedarse dormido estando ella entre sus brazos. Por lo mismo, activó su byakugan. Sería ella quien protegería su sueño esa noche, velaría que pudiese dormir sin riesgos de ser atacados en la oscuridad.

No había nadie ni nada en kilómetros. Con suerte veía insectos y animales pequeños cazando entre los altos pastizales. Sin embargo, no desactivo su dojutsu. Protegería el sueño de Itachi aunque eso significara no dormir. Lentamente subió sus manos hasta la parte de su cuerpo en que Itachi había dejado las suyas… y en un acto casi atrevido de su parte, entrelazó sus dedos con los suyos, acariciando su piel con las yema de su pulgar.
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Love Is por Sasha545 Empty Re: Love Is por Sasha545

Mensaje por Hotaru Senju Sáb Mar 09, 2013 5:15 pm

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.

CAPITULO 7

Parte 2

LOVE IS NEVER SELFISH

(El amor nunca es egoísta.)

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Para proteger la paz en Konoha y más importante aún, a ti Sasuke Uchiha… vivió como un fugitivo, un traidor, un criminal, rezando por la liberación de la muerte. Cambió su orgullo por deshonra y el amor que tenías hacia él por tu odio.

Y aun así… Itachi murió con una sonrisa en el rostro.

Tobi – NARUTO 401 Ilusión

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Dedicado a Isi San.

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Cuando Itachi despegó los ojos esa mañana lo primero que notó fue el calor que había cerca de él, el olor a lilas y las suaves manos que aferraban las suyas. Suspiró sin poder creer que se hubiese quedado dormido cuando se suponía que debía cuidar de ella; aun más increíble se le hizo que la habitación estuviese iluminada por completo, la mañana lo había alcanzado sin que si quiera se diera cuenta. Rozó sus dedos contra la piel de las manos de Hinata intentando convencerse de que estaba despierto y que eso no era su imaginación jugándole una mala pasada. Era agradable poder olvidarse del mundo un momento y sólo disfrutar de su silencio, su aroma, su delicadeza y vulnerabilidad. Cerró los ojos de nuevo intentando grabar esa sensación en su mente para nunca más olvidarla.

Únicamente necesitó de aquel leve movimiento de sus dedos contra la piel de la joven para notar que estaba despierta. Su cuerpo se había puesto completamente tenso y una exhalación nerviosa que se escapó de sus labios la delató. Quiso reír por su timidez, pero sólo se limitó a sonreír con tranquilidad. Habían estado así toda la noche y sólo ahora se ponía tensa. Hinata era adorable. No pudo evitar pensar en las veces que su madre le había preguntado sobre la posibilidad de que se casara de una vez y que le diera nietos… No le hubiese molestado despertar de esa forma el resto de su vida.

-¿Qué hora es, Hinata-san? – Le preguntó aun con los ojos cerrados, intentando grabar en su memoria como se había sentido dormir con alguien más que no fuese Sasuke (y al mismo tiempo intentar borrar de su memoria todas las veces en que había despertado preguntándose qué rayos hacía Sasuke abrazándolo).

-D-deben ser pasada las nueve. – Respondió ella casi en un susurro.

-Lo siento. Dormí más de la cuenta. – Dijo sonriendo, separándose de la joven con suavidad y sentándose sobre el suelo de madera. - ¿Aun tiene frío?

Hinata se sentó sobre el piso también y negó con el rostro, observándolo con las mejillas sonrosadas. La mirada de duda que la joven le dio hizo que sintiera algo revoloteando en su abdomen.

-Gracias, por… por… - Hinata miró hacia un costado, una de sus manos fue a parar a su mentón indecisa de cómo afrontar lo que estaba a punto de decir.

-No hay de qué. – La interrumpió Itachi al notar lo difícil que se le hacía a la joven poder hablar y agradecerle por haberla mantenido tibia toda la noche. – Gracias a ti.

-¿A mí? ¿Por.. por qué? – Le preguntó ella confundida.

– Por cuidarme mientras dormía. – La mirada de Itachi era tan intensa que Hinata sonrojó aun más. - El que debería protegerla soy yo, pero quien terminó utilizando el byakugan toda la noche fue usted, ¿No?

-¿Cómo lo sabe? – Volvió a preguntar Hinata.

-Aun lo tiene activado. – Respondió el joven riendo con suavidad y poniéndose de pie. Extendió su mano hacia ella para ayudarla a pararse.

-Oh…

Hinata quiso cubrirse el rostro con las manos por la vergüenza que nuevamente estaba experimentando. Los capilares alrededor de sus ojos se suavizaron y su cara volvió a la normalidad.

El sonido de la lluvia seguía haciendo eco por la casa, en especial por las goteras que caían en diferentes lugares. Itachi tosió un poco y se aclaró la garganta, seguramente toda esa humedad lo estaba comenzando a afectar. El hecho de que hubiese dormido gran parte de la noche le indicaba justamente cuan cansado estaba.

-Creo que me queda una manzana. – Dijo tanteando dentro de su portakunais hasta encontrar la fruta. – Tome, Hinata-san. – Extendió su mano hacia ella con la manzana roja esperando que la joven la aceptara.

-Pero… Itachi-taicho, ¿Y usted? – Lo miró preocupada. Sí, estaba hambrienta, pero no podía ser la única en alimentarse de los dos.

-No tengo hambre. – Mintió Itachi con una sonrisa, mientras sacaban un kunai. - ¿Quiere ver algo que siempre ha intrigado a mi hermano?

-Es..está bien. – Respondió Hinata con curiosidad.

-Por favor, colóquese atrás de mí. – Le pidió con diversión pero borrando su sonrisa y poniéndose serio. El sharingan se activó en sus ojos. – Puede ser peligroso.

Hinata frunció el ceño, ¿Qué podría ser peligroso sobre una manzana y un kunai?

Pronto lo averiguó cuando Itachi lanzó con suavidad la manzana hacia adelante y en un instante al menos diez kunais estaban volando en su dirección, cortando la piel roja de la fruta para seguir de largo. Pero eso no fue todo, Itachi apareció de la nada frente a la manzana que aun seguía su trayectoria hacia el otro extremo de la habitación y lanzó 10 shurikens que golpearon a los kunais generando chispas por el roce del metal. La trayectoria de los kunais se modificó por completo de vuelta a la manzana para terminar de pelarla. Itachi estiró la mano y la fruta cayó sobre su palma justo mientras los kunais y shurikens se clavaban en el otro extremo atrás de Hinata, quien por un segundo pensó que todas esas armas volando hacia ella la impactarían, pero no fue así.

Sinceramente, Itachi era un genio. ¿Cómo podía haber pelado una manzana por completo antes de que tocara el suelo?

-Aquí tiene. – Dijo con un atisbo de sonrisa mientras Hinata caminaba hacia él y tomaba la manzana pelada, para asegurarse de que efectivamente no hubiesen cáscaras. – Cada vez que lo hago, Sasuke se molesta pues lo intenta hacer y no lo logra.

-Eso…fue… asombroso… – Dijo observando la manzana en sus manos, estaba perfecta, como si se hubiese demorado horas en hacerlo. El sharingan era otra cosa, ni si quiera estaba segura de que Neji con su visión hubiese conseguido realizar algo así.

Hinata sonrió con timidez, sacando un kunai desde su portaherramientas. Itachi frunció el ceño preguntándose qué hacía, la manzana estaba perfectamente pelada. Fue entonces que se dio cuenta de lo que estaba haciendo su compañera, cuando vio que partía en dos la fruta estirándole una mitad; el joven Uchiha entendió que por mucho que se hubiese esforzado años en perfeccionar su shurikenjutsu y su kunaijutsu, prefería la forma en que ella las manejaba pues realmente lo había conseguido vencer en ello.

Con un sólo corte en una manzana lo había desarmado por completo.

-Es la última, la compartiremos Itachi-kun. – El pelinegro suspiró y extendió su mano tomando la fruta.

-Está bien. – Y le dio un mordisco mientras Hinata lo imitaba sonriendo con felicidad. - ¿Qué sucede? – Le preguntó Itachi observando con curiosidad la sonrisa en la joven mientras masticaba.

-Recordé la última vez que me dio una manzana. – Respondió Hinata mirando hacia el suelo con el rostro sonrojado. – Usted se acercó a mí y d-dijo… "No hay nada que haga sentir peor a un shinobi que volver a casa y encontrarse con que las niñas de la aldea están tristes."

Itachi sonrió en su dirección, sintiendo que el pecho se le oprimía. – Creo que lo que dije fue… "No hay nada que haga sentir peor a un shinobi que volver a casa y encontrarse con que las niñas lindas de la aldea están tristes." – Hinata se sonrojó aun más y lo miró con los ojos llenos de ternura. - ¿Aun recuerda eso? – Le preguntó con suavidad, sintiéndose nervioso por lo estúpida que sonaba su pregunta. Claro que recordaba aquello, se lo acababa de decir.

-Sí. – Respondió Hinata. – Fue el día en que me dijo que… no hay que temerle a la muerte.

-Es cierto… y entonces… - Hinata parecía haber recordado algo, lo cual la hizo ponerse roja. Itachi lo recordaba, ella quería hacer algo antes de morir pero no se lo había dicho, había huido en esa ocasión. Debía ser algo personal, por lo cual, no quiso terminar su oración. Todas las personas tenían secretos y ella había respetado su silencio sin presionarlo sobre el tema que no lo dejaba dormir. – Es hora de seguir. Tenemos una misión que completar.

-Sí. – Respondió Hinata.

Ambos caminaron en dirección a la puerta caída y salieron al exterior para recibir la lluvia. El tema de la muerte y no temer a ella quedó rondando en la mente de Itachi mientras terminaban de ponerse las capas húmedas, ¿Cuántas veces el había visto la muerte al rostro, oprimiendo todos sus sentimientos al respecto? … No estaba seguro sobre si Hinata comprendía que la muerte era parte de la vida de un shinobi, pero como el capitán de ese equipo, tenía que asegurarse de que supiese que aquello era una posibilidad para que supiese afrontarlo con la diligencia necesaria. Después de todo, estaban adentrándose en uno de los lugares más peligrosos en que podían estar.

-Si algo sucede y somos descubiertos, su prioridad es volver a Konoha y entregar la información que recopilemos. No importa si debe hacerlo sola. – La seriedad de Itachi asombró a Hinata. Realmente se transformaba cuando se trataba de llevar a cabo una misión. - Si ninguno de nosotros está en condiciones de volver, su misión será escribir todo en este pergamino y amarrarlo en el pie de uno de mis cuervos. Hice los arreglos para que al momento de abrir el papel una de mis invocaciones aparezca frente a usted. – Hinata asintió nuevamente, tomando el pequeño pergamino que le entregaba Itachi. – Lo más importante de todo… y algo que no debe olvidar es lo siguiente: Si soy vencido en combate y usted está en condiciones de huir, debe hacerlo, sin mirar atrás. Pero, no sin antes destruir mis ojos.

Hinata volvió a asentir. La idea de dejar a Itachi atrás se le hacía dolorosa, pero entendía que en ese momento no podía discutir con él. Era su capitán y le estaba dando una orden directa. Por otro lado, ella también era poseedora de un dojutsu por lo que Itachi no tenía necesidad de explicarle lo importante que era deshacerse de ojos como los suyos en caso de que fuesen descubiertos en su misión de espionaje e inteligencia. El byakugan, tal como el sharingan, no podía caer en manos enemigas de Konoha. Era demasiado peligroso.

-Debemos hacer todo lo posible por proteger Konoha, aunque eso signifique morir en esta misión. La información que obtengamos será fundamental para que otros terminen lo que no podamos concretar.

Hinata frunció levemente el ceño, no entendía el motivo por el cual Itachi estaba hablando de esa manera. Lo hacía oír como si más que estar ahí para completar su misión, estuviera preparándose para morir en ella.

-Tendremos éxito, Itachi-Taicho. – Dijo ella con esperanza, haciendo que su compañero subiera las cejas en sorpresa, era como si pudiese leer nuevamente a través de él, notando las dudas que habían en su mente sobre la posibilidad de fracaso en esa misión. – Volveremos a Konoha sin importar qué pase.

Itachi la miró con inquietud. Era como si se más que decírselo a él, Hinata se lo estuviera prometiendo a sí misma. Después de todo, había dicho que su camino del ninja era nunca retroceder en su palabra. Sin embargo, encontró en su frase un poco de fe de que podrían descubrir información sobre la organización que venía creciendo hacía años en ese país y salir de él sin ser notados.

-Andando. – Dijo saliendo a la lluvia mientras caminaba con calma.

Caminaron entre los lodazales y los juncos que crecían en ellos hasta que encontraron una ruta. Era la primera que veían desde su llegada al país de la Lluvia y aquello les indicó que las cosas seguramente cambiarían de ahí en adelante. A medida que avanzaba la mañana, la visión de casas destruidas y en ruinas fueron remplazadas por viviendas roñosas pero que al menos tenían estufas prendidas. Cuando Hinata e Itachi pasaban, las personas cerraban sus cortinas y pretendían no verlos. Aquello no le preocupó, a los ojos del mundo sólo eran dos viajeros que continuaban su camino sin perturbar la vida de ese lugar. Seguramente tenían motivos para desconfiar de cualquiera que caminara por las rutas en un país tan pobre.

Los altos pastizales de aquella tierra paulatinamente fueron desapareciendo y con frecuencia veían uno que otro campo de arroz con granjeros y niños entre ellos. Los miraban con curiosidad, pero nadie les hablaba ni les detenía el paso. Hinata observaba la pobreza de ese país con el corazón en su mano, sintiendo lástima de aquellos pequeños forzados a estar bajo la lluvia plantado arroz para poder sobrevivir.

No tardaron mucho en encontrarse con niños por el camino que les suplicaban por algo de comer. A Hinata se le partía el corazón cada vez que tenía que decirles que no tenían nada. Itachi sabía que la mayoría de esos pequeños ni si quiera pasaría el invierno y aquello lo molestó. Si tan sólo hubiese podido hacer algo al respecto para evitar aquella miseria… pero no estaba en sus manos, él era sólo un Shinobi que debía seguir órdenes, era una herramienta de Konoha.

Cuando sea Hokage, me encargaré de que este tipo de escenas no se vuelva a repetir… - Se dijo a si mismo apretando el puño con sutileza.

El gesto no pasó inadvertido para Hinata que por primera vez en su vida, vio molestia en los ojos de Itachi Uchiha. Se quedó a su lado, caminando en silencio, pudiendo comprender su rabia, sintiendo deseos de tomar su mano para que supiera que ella sentía lo mismo y que estaba ahí para apoyarlo. Aunque estuviese intentando esconderlo, todo aquello lo afecta tanto o más que a ella. Ambos eran parte del mundo shinobi que había creado aquella ruina en ese país, por supuesto que en cierta forma se sentían culpables.

Debió haber sido alrededor de las cuatro de la tarde cuando avistaron la primera Villa con vida en ella. Pudieron ver a personas caminando hacia la aldea y saliendo de ésta, algunos trabajaban bajo la lluvia construyendo, otros parecían estar volviendo desde los campos de trigos pues sus piernas estaban cubiertas en barro hasta las rodillas. Un grupo de chicas pasó corriendo al lado de ambos cargando hongos calientes en pequeñas canastitas, gritando a todo pulmón "Un hongo por un ryu". La visión de comercio al menos les indicó a ambos que a pesar de la pobreza que se veía a simple vista, esta Villa estaba dispuesta a levantarse.

-Nos detendremos aquí. – Dijo Itachi caminando por la ruta para ingresar. – Obtendremos algo de información en este lugar.

Hinata lo siguió, preguntándose el motivo por el cual Itachi no estaba ocultando la presencia de ambos en ese país. Si estaban haciendo maniobras de espionaje e inteligencia, ¿No habría sido mejor realizarlo en las sombras? De cualquier forma no iba a cuestionarlo, estaba segura que Itachi sabía lo que hacía y ella no tenía la autoridad para decirle que debían esconderse de la mirada de todas esas personas.

Pronto averiguaron que el nombre de ese lugar era "Soragakure", la aldea oculta entre el cielo. Sin embargo, a pesar de su nombre, no era una aldea ninja. Las personas ni si quiera los miraban, asumiendo que eran más de los eventuales viajeros que recorrían ese país en silencio. Los habitantes de Soragakure parecían indemnes a la miseria del resto de aquella nación y estaban realizando sus vidas con normalidad ahí. Itachi esperó ver pobreza, pero se encontró con deseo de prosperidad y sonrisas, niños corriendo bajo la lluvia, mujeres comprando las mercaderías para la cena, hombres cargando herramientas para trabajar en los campos… esa villa se estaba levantando pero nunca la había visto en un mapa si quiera.

Itachi se detuvo en una pequeña tienda que vendía butamans calientes. Le dio una mirada a Hinata y ella asintió entendiendo de inmediato que deseaba que lo revisara con el byakugan. Bajó su rostro y lo ocultó bajó su capucha para que sus ojos no se vieran tan llamativos y escudriñó lo que había ahí dentro.

-Sólo una anciana. – Dijo Hinata desactivando el byakugan e Itachi comenzó a caminar.

-Comeremos aquí. Este tipo de lugares es el mejor cuando se trata de buscar información útil.

El pequeñísimo lugar contaba de cuatro mesas de madera y una estufa, aparte de lo que había atrás de una pared (lo que Itachi asumió sería el resto de la casa de la mujer que vivía ahí). Al ver a la anciana que salió al encuentro de ambos, se percató que se veía cansada pero risueña. El pelinegro estuvo tentado a preguntarle de inmediato qué era lo que estaba sucediendo en ese País para que de un momento a otro, Villas como esa se levantaran como hongos en la lluvia en lugares donde antiguamente no debió haber nada excepto escombros.

-Buenos días jóvenes. – Dijo la señora con amabilidad. - ¿Qué se van a servir?

-Podría traerme un té y algunos butamans por favor. – Le pidió Itachi con amabilidad.

-¿Y usted señorita? – Preguntó la anciana con una sonrisa mirando en dirección a Hinata que aun estaba cubierta por la capucha, su larga cabellera goteando.

La ojiperla la miró con amabilidad. - Lo mismo, por favor.

-Que ojos tan curiosos tiene. – Le dijo, haciendo que tanto Itachi como ella se sintieran de inmediato nerviosos. - ¿Es ciega?

-Sí. – Respondió Itachi por Hinata. – Mi esposa sufre de ceguera desde la niñez. – Las mejillas de Hinata se sonrojaron al escuchar aquello.

-Entonces no deberían caminar bajo la lluvia con ese atuendo, sólo terminarán agarrando un resfriado. Los que no son de este lugar suelen enfermarse con el clima. – Dijo la mujer poniendo las tasas frente a ellos. - ¿De dónde son? Su acento es extranjero pero aun no me decido.

-Somos del País de las Aves. – Si Itachi decía que eran de Konoha a una mujer anciana como ella que aun debería haber tenido el recuerdo de la guerra un tanto fresco, podrían verse envueltos en problemas. – Hasta en nuestra tierra hemos escuchado del ángel de Amegakure. Venimos buscando un milagro que le permita ver a mi esposa nuevamente. – Itachi tomó la mano de Hinata y ella sólo volvió a asentir. Sentía que si abría la boca arruinaría la mentira de Itachi, era tan honesta que cada vez en su vida que había mentido, siempre alguien la descubría.

-El ángel de dios… - susurró la señora sonriendo. – Si hay alguien que puede realizar un milagro como ese, es el ángel. Ella es la que obra a nombre de dios, acabó con la guerra y le dio paz a estos viejos huesos… es una bendición para nuestra tierra. – Hinata no pudo evitar sonreír escuchándola hablar, ¿Cómo era posible que el Ángel de Amegakure del que estaba hablando esa anciana fuese una de las líderes de Akatsuki? - De hecho… - La señora se movió un poco hacia atrás y caminó hasta el mostrador, levantando cosas buscando entre los paños de tela. – ¡Aquí esta! – Tanto Hinata como Itachi levantaron las cejas al ver lo que tenía la anciana entre sus manos, era un angelito de papel. – Toma cariño. - le dijo estirándolo hacia Hinata. Itachi tomó las manos de la joven y las estiró en dirección del papel para que la mujer no sospechara que Hinata podía ver. – Dicen que tener uno de los trabajos del Ángel trae suerte.

-Muchas gracias… - Dijo en un susurró observando la figurita entre sus manos.

-No hay de qué. – Respondió con una sonrisa amable. - Les traeré su comida enseguida. Denme esos abrigos para secarlos al lado del fuego.

Hinata notó que Itachi se movía retirándose la capa así que lo imitó. Si él no encontraba todo ese asunto sospechoso, no tenía por qué dudar tampoco.

La anciana volvió con una bandeja con té y les sirvió un plato con dos butamans frente a ellos. Bebieron el líquido caliente en silencio, pero agradecidos de poder calentar el cuerpo con algo así. Itachi le entregó un butaman a Hinata y ambos comieron sin muchas palabras, dándose miradas en que entendían que algo raro estaba pasando, todo parecía demasiado normal, lejos de lo que venían observando por el camino por dos días ya...

-Que tranquilo es este lugar… - Comentó Hinata intentando no mover los ojos.

-Lo es. – Dijo la anciana con una sonrisa. – Desde que Pain-sama tomó el control de Amegakure todo a su alrededor se ha vuelto pacífico. Bendito sea su nombre.

-¿Pain-sama? – Preguntó Itachi tomando interés en la conversación. Era la primera vez que ese nombre surgía y ni si quiera estaba en los informes de Anko. Aquello se le hizo sospechoso.

-Sí… Pain-sama. Nuestro Ángel trabaja para él. Pasé décadas huyendo y atemorizada, siempre durmiendo con un ojo abierto esperando que esos criminales de Konoha vinieran por mis hijos, pero desde que Pain-sama tomó el control de este país… he podido vivir en paz. – La mujer sonrió y juntó sus manos como en una plegaria.

Itachi supo que no podía seguir preguntándole o sonaría demasiado sospechoso. En cambio sonrió de vuelta y también juntó sus manos con una sonrisa. – Recemos porque muchos años más de paz le sigan.

-Que los dioses te oigan, hijo. – Asintió la mujer mientras Itachi ponía unas monedas en la mesa.

Cuando terminaron se pusieron sus abrigos y siguieron caminando por las calles de Soragakure. Compraron gorros triangulares de paja para protegerse de la lluvia en los puestos callejeros. Todos parecían utilizarlos en ese lugar de cualquier forma, por lo cual no llamarían mucho la atención. Averiguaron conversando con el vendedor que Pain y el Ángel vivían en Amegakure y que nunca se mostraban. El vendedor se mostró reacio a hablar, por lo cual Itachi utilizó su sharingan en él para ver lo que estaba escondiéndole. Entonces vio que de vez en cuando, soldados de Pain, Shinobis que se habían rebelado contra Hanzou de la Salamandra, se hospedaban en la Villa cuando salían de misiones. Incluso supo en algunas ocasiones "miembros" de Akatsuki se detenían en la villa, siempre viajando de dos… pudo ver imágenes de personas en el libro bingo en la mente de ese hombre y confirmó las sospechas que tenían en Konoha de que esos criminales nunca se quedaban quietos sino que viajaban por el mundo de a dos… ¿Pero que estaban buscando en Amegakure, un lugar sin riqueza ni fama alguna? Todos en ese lugar alababan a Pain-sama y al Ángel como entes pacificadores que habían traído una nueva era al País de la Lluvia, ¿Por qué personas así se estaría uniendo a los criminales más buscados por el resto de los países?

Hinata lo seguía con pasos cortos mientras que él caminaba con toda la calma del mundo, escuchando a las personas hablar sobre cosas triviales y sin mucho importancia para su misión, excepto del hecho que el nombre de "Pain-sama" se repetía una y otra vez.

Se detuvieron en una tienda de dangos e Itachi notó nuevamente la figura del Ángel que la señora le había dado a Hinata colgando en el negocio. Las personas parecían venerar la figura de un ser angelical al servicio de un dios y por lo que había escuchado en su recorrido por las calles, este dios era Pain. ¿De qué tipo de hombre se trataría?

-Por casualidad, ¿Usted sabrá dónde puedo encontrar al Ángel de Amegakure? – Preguntó Itachi dándole un mordisco a su dango mientras le pagaba a la señorita que lo miraba sonrojada.

La mujer negó con algo de miedo mirando para todos lados. – Todo acerca de ella es un misterio. Ni Dios ni el Ángel se dejan ver muy seguido. – Itachi suspiró.

-Gracias. – Dijo entregándole las monedas.

Siguieron caminando por la calle, Hinata mirando a Itachi queriendo saber qué era lo que estaba pasando por su mente. Se veía más serio que de costumbre, lo cual la comenzaba a preocupar.

-Escuche atentamente lo que le diré y no muestre ninguna reacción al respecto. – Dijo Itachi de pronto. – Algo nos está siguiendo hace cinco minutos. No se hace cuanto lo estará haciendo. Tan sólo hace ese tiempo se dejó ver sobre la tierra. Por favor, active el byakugan y dígame qué ve.

-Sí Taicho… - Le respondió Hinata activando el byakugan. – No veo nada…- Respondió Hinata preocupada.

-Siga caminando, y no mire atrás. – Dijo Itachi haciendo lo mismo. Ambos se dirigían lentamente a la entrada de la aldea.

Comenzaron a salir por la entrada principal cuando Hinata lo vio.

-Acaba de salir de la superficie, 90 metros al noreste de usted. – Dijo sorprendida.

- ¿Qué es? – Preguntó Itachi.

-Es… es un hombre pero… no lo es. – Hinata no podía describirlo, su chakra era extraño, se dividía justo en la mitad en un ente oscuro y uno claro, al igual que su corriente de chakra que parecía completamente independiente de un lado al otro. – Tiene una especie de planta alrededor de la cabeza, está dividido en dos, como si fuera dos personas diferentes en una. Son dos firmas de chakra completamente distintas recorriendo cada mitad de su cuerpo.

Itachi suspiró pesadamente. - Ya saben que estamos aquí. – Dijo un tanto abnegado. – Utilizaré la formación F que practicamos en…

-Itachi-kun, hay algo más. – Le indicó Hinata sintiendo que entraba en pánico – La lluvia está cambiando de color… Hay… hay algo extraño en ella. Pareciera ser chakra, aunque no estoy muy segura…

Itachi activó el sharingan y se dedicó a observar también. – Sí, es chakra. Su color es particular… nunca antes había visto un tono así cubriendo un área tan extensa. – Aquello le indicaba justamente que tan peligrosos eran aquellos que vivían en ese lugar.

De pronto la lluvia se detuvo y ambos pudieron observar que el cielo se abría. Un arcoíris se mostraba sobre la triste ciudad e Itachi supo que algo malo estaba ocurriendo. Su primer instinto fue el de proteger de alguna manera a Hinata, pero si ambos huían eso mostraría que sus intenciones no eran las mejores. Por otro lado, si se quedaban ahí estaban arriesgando que los atacaran abiertamente, pues no cabía duda en Itachi que ellos de una forma u otra ya estaban enterados de que iban en camino a ese lugar, la pregunta era cómo, Hinata había mantenido el byakugan activo la mayoría de su tiempo ahí y no había visto nada extraño hasta el momento de entrar en esa aldea. ¿Qué jutsu estarían utilizando para poder escabullirse del byakugan?

Sin embargo, si los hubiesen querido atacar, ¿Por qué no hacerlo desde el comienzo? ¿Qué era que querían que vieran en esa ciudad para dejarles libre el paso hasta ese punto?

-¿Por qué no nos atacan? – Preguntó Itachi en voz alta. Hinata no dijo nada, sólo se mantuvo atenta con el byakugan activado, cuando de pronto el cielo comenzó a cubrirse de algo que volaba suavemente en su dirección. - ¿Mariposas? Hinata-san.

-Tienen chakra pero no es animal… d-diría que es papel siendo manipulado por alguna especie de ninjutsu. - Y entonces Itachi lo notó.

-Hinata-san, manténgase cerca todo el tiempo, esto será complicado. – El papel se acercaba a ellos, las aspas negras dentro de sus ojos rojos comenzaron a girar activando el mangekyo sharingan. Sabía que pagaría un precio alto por usarlo pero había al menos dos enemigos en ese campo de batalla en que acababan de entrar.

Las mariposas los rodearon al mismo tiempo en que Itachi activó su técnica más poderosa, el susano'o. Alcanzó a tomar del brazo de Hinata para meterla dentro de un rango en que su técnica la pudiera proteger cuando todo a su alrededor explotó. Ambos escucharon como cientos o tal vez miles de sellos explosivos hacían añicos las afueras de la ciudad con ellos en medio de todo.

-¿Estás bien? – Le preguntó Itachi con calma entre el sonido de las explosiones.

-Arriba de nosotros. – Dijo Hinata utilizando el byakugan para ver más allá de las explosiones que comenzaban a desarrollarse. – Hay una mujer flotando con gigantescas alas… de papel.

-El ángel de Amegakure muestra su rostro. – Susurró Itachi. – No puedo utilizar genjutsu si no la veo. Ese es su propósito atacándonos de esta forma.

-Ni yo el puño gentil si…

-No Hinata-san, en este combate el taijutsu será inefectivo. Ella puede volar y nosotros no.

-Itachi-kun, si me acerco a ella puedo…

-Dijiste que serías mis ojos cuando no pudiera ver… necesito que apuntes la dirección exacta en donde está. – Hinata frunció el ceño, inquieta. La idea de que sólo fuera un elemento accesorio en combate la decepcionaba. Pero dejó eso de lado, no importaba si ella era la que atacaba o lo ayudaba a ver con sus ojos, mientras pudiese ser una herramienta al servicio de Itachi se daba por pagada. – Hinata-san, debemos tener calma y analizar su ninjutsu. Si está utilizando papel, debemos neutralizarlo con fuego, agua o alguna sustancia que le impida manipularlo. Todo jutsu tiene un punto débil si tienes la suficiente calma para estudiarlo y contrarrestarlo. En este momento ella tiene la ventaja pues no sabemos su forma de atacar, debemos dejar que lo haga para que nos muestre de que es capaz.

-Sí, Taicho. - Hinata junto sus manos y formó el primer sello de el Byakugan para luego apuntar con su dedo índice la dirección en que la mujer se encontraba. – 15 metros en esa dirección.

Mientras tanto afuera del Susano'o de Itachi, una hermosa mujer de piel pálida observaba con indiferencia lo que ocurría con ambos y con gran parte de las casas afuera de la Villa. Su cabellera era corta y púrpura, sus ojos afilados pero fríos. Portaba una flor de papel en el lado derecho de su cabeza y un abrigo negro con nubes rojas le cubría todo el cuerpo excepto sus pantorrillas

La mujer miraba la escena flotando en el aire sostenida estáticamente con alas de papel. Algunas hojas flotaban a su alrededor mientras se doblaban como mariposas y seguían acercándose a Itachi y Hinata para explotar a su alrededor. A simple vista, de verdad parecía un ángel.

Sin embargo, una figura avanzó hacia ella saltando en su dirección desde su retaguardia.

-Ese tipo de ataques no servirá conmigo… - Comenzó a decir mientras batía las alas para descender y evitar el golpe que venía hacia ella desde el cielo. Era Itachi quien desde esa posición aprovechaba de lanzar shurikens hacia ella. La mujer se mostró indiferente y seria ante el ataque, desviando los proyectiles con shurikens de papel. Fue entonces que sintió una enorme cantidad de kunais apareciendo desde el Susano'o que desviaban la trayectoria de los shurikens reflectados. – Ya dije que… - Pero no pudo terminar la frase.

- Katon: Hosenka Tsumabeni (Elemento fuego: Uñas de Carmesí Flor de Llamas de Fénix) – Dijo Itachi desde el cielo y sopló fuego hacia los shurikens que habían sido golpeados por los kunais de vuelta en dirección a aquella mujer. El efecto fue casi inmediato, se podía ver como el metal se llenaba de llamas. El Ángel de Amegakure tuvo que volar hacia el suelo para evitar la lluvia de shurikens que la apuntaban desde todas direcciones, momento preciso en que el verdadero Itachi Uchiha salió del Susano'o dejando a Hinata dentro de él. - Katon: Gokakyu no Jutsu (Gran Bola de Fuego).

Los ojos de la mujer se abrieron de par en par pues no tenía una dirección en donde escapar del fuego. Desde abajo venía una gigantesca bola de juego y desde todas las demás direcciones desde arriba se acercaban una lluvia de shurikens predidos de fuego.

Parecía que todo había acabado para el ángel de papel cuando una figura se interpuso entre ella y las llamas, estirando su mano y extinguiendo por completo el fuego y los shurikens, como si éstos hubiese sido tragado por un agujero en el aire.

Ambos cayeron al suelo frente a Itachi, mientras que el clon de sombras del Uchiha caía atrás de ambos. Los labios del joven se despegaron cuando notó quien había salvado a la mujer de ser quemada hasta las cenizas. Su máscara había cambiado, pero era el mismo signo de chakra.

Itachi se quedó parado con calma. Sabía que estaba en ventaja frente a esa mujer que utilizaba papel, el Clan Uchiha era el dueño del fuego, se especializaban en ese tipo de jutsus desde tiempos inmemorables… pero que ese enmascarado hubiese logrado desviar su ataque al limbo hizo que campanas de alerta sonaran dentro de él. Recordaba aquella técnica. Debajo de esa máscara… podía ver el sharingan.

- ¿Tú de nuevo? – Preguntó con indiferencia. - Pensé que Shisui y yo te habíamos asustado lo suficiente la última vez que te vimos.

-Creo haberte dicho que tuvieses cuidado, Konan. Este chico es el mejor de su generación y también es un Uchiha. – Dijo el enmascarado. – Si su amaterasu te atrapa, estás muerta. Ni si quiera yo podría salvarte.

-¿Qué haces aquí?... – Le preguntó Konan con simpleza. Su voz era suave y melodiosa, tal vez una de las más bellas que Itachi había escuchado hasta ese momento, pero reconoció en aquellos ojos la melancolía y tristeza de muchos años acumulados. – Nagato te dijo que nos encargaríamos de este asunto personalmente.

-¿Eres tú a quien llaman Pain-sama? – Preguntó Itachi de inmediato, no iba a perder más tiempo. Si era quien creía que era, no tenía caso si quiera luchar. No sin Shisui ahí.

-Se podría decir que sí. – Respondió el hombre con una voz ronca.

Entre más lo miraba, más recuerdos volvían a él… de aquellos que no lo dejaban dormir, de aquellos que sentía le quemaban el pecho y no lo dejaban respirar. Comenzó a toser y extrañamente pudo sentir el sabor metálico de la sangre en su boca.

-Susano'o… Es increíble que pudieses despertar esta técnica. – Dijo el enmascarado. – Has avanzado mucho desde la última vez que nos vimos. No esperaba menos del hombre que heredó mis mejores atributos dentro del Clan Uchiha.

-¿Por qué hemos sido atacados si lo que desean es conversar conmigo? – Preguntó Itachi sin moverse, con toda la calma del mundo ignorando la preocupación de sentir sangre en su boca. Cada vez que utilizaba esa técnica terminaba agotadísimo y enfermizo.

-Yo no he ordenado que se te ataque. – Dijo el hombre con algo de gracia. – Cálmate, libera esa técnica, te está consumiendo. Ya te dije que no voy a luchar contigo, sólo quiero que me escuches.

-La que te ataqué fui yo. Debía asegurarme que realmente eres el cuervo del sharingan. – Dijo Konan con suavidad. – No gastaría mi tiempo conversando con un shinobi de Konoha a menos que seas la mitad de lo que dicen.

Itachi comenzó a hacer sellos de manos, sin embargo se quedó completamente sorprendido cuando el enmascarado quedó justo a su lado y le tomó la muñeca con fuerza. ¿En qué momento se había movido? ¿Qué tan rápido era este sujeto?

El cuerpo de Itachi se deshizo en cuervos. Fue entonces que el clon apareció justo atrás de Konan poniendo un kunai en su cuello. La mujer también pareció sorprendida de su velocidad, pero no se movió, sólo lo miró de reojo preguntándose por qué no la había atravesado de lado a lado.

– Creo que al ver mis ojos entiendes lo inútil que sería enfrentarte a mí. – Agregó al enmascarado dándose la vuelta para ver que atrás de Konan y el clon, aparecía nuevamente Itachi. – También poseo el mangekyo sharingan.

- Nadie sabe mejor los defectos del sharingan que otro Uchiha. Nuestro dojutsu es un arma shinobi y cualquier arma es sólo tan fuerte como el usuario que la porta. – Itachi no dejaría que lo intimidaran. – La última vez te demostramos eso.

-Oh… sí… algo recuerdo de nuestro último encuentro. – Dijo el sujeto con gracia. – Lamentablemente, Shisui Uchiha no se encuentra aquí. Y… serías muy ingenuo si creyeras que sigo tan débil como la última vez que nos vimos. Además, creo que es evidente quien ganaría si nos enfrentamos ya que gran parte de tu concentración se iría en proteger a tu compañera. Estoy en ventaja, yo no necesito proteger a Konan de ti. Puedes matarla si así lo prefieres.

Si Itachi se mostraba intimidado, aunque fuese un poco, ese hombre aprovecharía de su falta de confianza para chantajearlo tal como lo había intentando hacer la última vez.

- ¿Aun sigues con esa idea de destruir Konoha y al Clan Uchiha? – Le preguntó.

-Te han llamado un genio toda la vida, creo que deberías saber la respuesta de ello sin si quiera preguntarlo. – Comentó el hombre con gracia, acercándose un paso en dirección a él. - ¿Por qué no está Pain aquí? – Cuestionó mirando a Konan.

-El byakugan no le agrada, puede revelar su secreto. – Respondió la mujer con un suspiro, aun mirando de reojo a Itachi. No estaba segura si podría deshacerse en cientos de papeles antes de que Itachi le atravesara el cuello y aun de haberlo hecho, ¿Qué impedía que Itachi la hiciera cenizas con el amaterasu?

-Cierto. – Asintió el enmascarado. – Bueno, ¿Qué se le va a hacer?

-¿Qué deseas conmigo? – Preguntó Itachi con indiferencia. –Te escucharé si haces que esa mujer y el hombre planta se retiren.

El enmascarado suspiró visiblemente irritado. - ¿También viste a Zetsu? Sorprendente. Sí que es molesto ese byakugan… pero ni modo. - Subió las manos rindiéndose y riendo. –Konan, Zetsu, vuelvan a Amegakure. Yo me encargaré de este asunto. Es una cuestión de familia.

Konan se deshizo en cientos de papeles que luego se doblaron hasta volverse mariposas, extendiéndose por todo el lugar hasta desaparecer.

-¿Hay alguien más cerca? – Le preguntó Itachi a Hinata quien aun se encontraba dentro del susano'o, protegida por una mano esquelética y translucida.

-No. – Respondió Hinata concentrándose en ver cualquier pequeño detalle por al menos un kilometro.

-Bien. Habla. – Prosiguió Itachi desactivando el Susano'o. Hinata permaneció en la misma posición a unos 4 metros atrás del enmascarado.

-Quiero que ingreses en mi organización. – Lo dijo tan directamente que Itachi sintió que se le hacía un nudo en la garganta.

-¿Y qué se supone que quieres que haga dentro de ella? – Le preguntó.

-Deseo tus ojos a mi servicio. – Respondió saltando hacia atrás y tomando a Hinata del cuello, levantándola del suelo. - Verás, hay algunas cosas que debo hacer y para ello necesito personal a mi servicio. – El movimiento fue tan rápido que ninguno de los shinobis de Konoha hizo algo al respecto.

-Dijiste que no deseabas pelear. - Itachi no mostró reacción alguna.

-Corrección… dije que no deseaba pelear contigo... – Dijo divertido. - Itachi… ¿Ves la encrucijada de tu situación? Si no te unes a nosotros, no tendré más remedio que matarte a ti y a esa chica.

Las manos de Hinata subieron hacia las del enmascarado que sostenía su cuello y comenzó a lugar y moverse. El sujeto no se inmutó.

-Ella no significa nada para mí, fui obligado a traerla por el byakugan. Adelante, puedes matarla. – Dijo Itachi sin mirar a su compañera. – Tú lo dijiste, es sólo una molestia para luchar contra ti.

El enmascarado lo miró fijamente con su único ojo visible, cuestionándose si Itachi estaba blufeando o si de verdad esa chica no le interesaba en lo absoluto. Se enfocó en mirarlo, intentar obtener alguna reacción de su parte, pero cuando no la encontró supo que quizás Itachi Uchiha no estaba mintiendo.

– Esa frialdad… es justo lo que necesito. Alguien con las agallas para terminar algo que comencé hace mucho tiempo. – Si Itachi hubiese visto debajo de la máscara del hombre se habría dado cuenta que sonreía.

-¿Destruir Konoha y al clan Uchiha? – Le preguntó nuevamente. De aquello habían conversado la última vez que estuvieron uno frente al otro. – Creo que sabes la respuesta que te daré si eso es lo que propones.

-¿Sabes por qué quería verte cara a cara, Itachi Uchiha? – Le preguntó el hombre apretando aun más fuerte el cuello de Hinata quien estaba dejando de patalear en el aire, era como si ya no le quedara fuerza para luchar. – Eres un Uchiha que no sabe nada de esa Villa ni de nuestra historia. Amas a Konoha más de lo que deberías, ¡Y por qué! ¿Qué te ha dado Konoha a cambio?

-Si tienes un punto te sugiero que llegues a él. – Dijo Itachi impasible.

- Tienes habilidades con las cuales ni si quiera puedo soñar… el amaterasu es una de ellas. Eres quien más ha heredado mi fuerza en todos los años que llevo oculto tras esta máscara. Podrías ser incluso más fuerte que mi hermano menor… Pero sigues siendo sólo un niño estúpido que no sabe quien fundó la Villa y el precio que tuvo que pagar por ello. – Itachi no se movió, pero al notar que las manos de Hinata estaban aflojando lentamente supo que no le quedaba tiempo. – No sabes nada de tu propia familia, tu linaje ni la sangre que se tuvo que derramar para proteger al clan.

-Quizás eso sea cierto. No sé mucho del clan Uchiha. Pero no creo que tú seas la persona adecuada para educarme al respecto, después de todo eres sólo un ninja renegado que se esconde atrás de una máscara. – Quizás con eso Itachi lo tentara lo suficiente como para que se la quitara y pudiese saber de quién se trataba ese miembro del clan con tanto odio a Konoha y con tan particulares habilidades.

-Soy más que un ninja renegado. - Dijo con amargura. Las manos de Hinata cayeron pesadas hacia el suelo. Al darse cuenta que ya no lucharía contra él, la soltó lanzándola en dirección a Itachi. La joven rodó por el piso hasta llegar frente a él, completamente inmovil. - Soy Madara Uchiha. Destruiré Konoha. Destruiré al clan Uchiha por su traición. Todos los que alguna vez me dieron la espalda caerán a mis pies…Únete a mi o muere con ellos.

Itachi vio como Hinata caía a sus pies sin moverse. - ¿Eso es todo lo que querías decirme?

-Tengo el leve presentimiento de que entiendes la gravedad de mis palabras. – Dijo con gracia. - ¿Vienes conmigo a Amegakure o volverás a Konoha?

Itachi no se movió pero algo curioso comenzó a ocurrir. La figura de la joven Hyuga comenzó a deshacerse en cientos de cuervos al igual que la de Itachi Uchiha.

-¿Genjutsu? – Dijo sonriendo. Una vez más Itachi Uchiha había demostrado por qué le era tan interesante. Ojos aun mejores que los suyos cuando se trataba de genjutsu eran difíciles de encontrar, sólo podía pensar en una persona además de Itachi que lo podría superar en aquello… y ese era Shisui Uchiha, su último encuentro con ambos en Konoha se lo demostraba. – Claro, por ello hizo que me deshiciera de Konan y Zetsu. – El hombre se sermoneó mentalmente. ¿Cuánto llevaría dentro de un genjutsu? ¿Dónde estarían Itachi y Hinata ahora?

Suspiró sonriendo mientras deshacía el genjutsu. ¿Cuánto tiempo llevaría ahí parado, solo? No lo supo.

-Se fue hace unos minutos. – Una voz ronca y rasposa habló desde atrás, mientras una figura salía de la tierra como si se tratara de líquido y no solido. Su cuerpo era blanco y negro, su cabello verde, y una planta crecía a su alrededor. – Intenté liberarte del genjutsu pero la chica me detuvo… ¿Irás por ellos?

-No. Ya cumplí mi propósito con él. Supe desde un comienzo que no se uniría a nosotros… su misión es otra. – Respondió acomodándose la máscara.

-¿Y cuál es esa misión? – Preguntó el ser a quien llamaba Zetsu.

-Es simple a decir verdad…Lo único que debe hacer es decir que estoy vivo. Sería muy fácil destruir a mi antiguo clan si no supieran lo que les espera.

-Tengo el presentimiento de que hay más. Por algo no mataste a esa chica que lo acompañaba.

-Lo hay. – Dijo el enmascarado. – Pero eso es un asunto familiar.

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Desde el momento en que había desactivado el susano'o Itachi Uchiha utilizó genjutsu en ese sujeto, escuchando todo lo que ese hombre tenía que decir. Sin embargo, en el mundo que Itachi creaba era el dueño y señor del tiempo y la materia. No había ido tan lejos como para utilizar el tsukuyomi en ese sujeto enmascarado, pero un genjutsu manipulado de forma adecuada lograría engañarlo.

A pesar de que conversaron bastante en el genjutsu, en la realidad, ambos estaban completamente inmóviles.

Hinata supo lo que debía hacer en ese momento, tenía que matar a ese hombre enmascarado. Itachi le había dado la oportunidad de hacerlo, de eso se trataba la formación F. Sacó un kunai lista para su cometido pero antes de que pudiese hacer nada, vio como salía de la tierra aquel ser que había estado observando tan sólo unos minutos antes, ¿Cómo era posible que se hubiese escabullido de su byakugan nuevamente? ¿Era eso si quiera real?

No tuvo tiempo de pensar, sólo se abalanzó contra él cuando lo vio acercarse a Itachi. Sus palmas se llenaron de chakra y arremetió con fuerza contra el cuerpo del individuo logrando darle un golpe directo en parte de su mano. Pero a pesar de estar utilizando el byakugan, ni si quiera podía ver los tenketsus de su cuerpo; las corrientes de chakra eran extrañas, se encontraban en lugares en donde no tenía mucho sentido que estuviesen, tanto así que muchos de los órganos que cualquier ser humano necesitaría para vivir no estaban presentes en él.

Lo golpeó con sus palmas en el espacio que asumió sería su pecho y vio como el hombre recibía el golpe dividiéndose en dos. Una de las figuras desapareció bajo la tierra mientras que la otra, completamente blanca y desnuda, se acercaba hacia ella con rapidez.

El clon intentó golpearla y Hinata se defendió alzando su palma para que no alcanzara su pecho. Sin embargo, al momento en que la tocó sintió simultáneamente en toda la longitud de su brazo espinas se clavaban en su cuerpo, como si acabara de golpear un arbusto. No lo dolió, y eso fue lo extraño, había sentido perfectamente como aquello entró en su piel. Junto ambas palmas y volvió a golpearlo en el abdomen, haciendo que ese clon blanco cayera varios metros más atrás sin que se volviera a parar… su vida lo había abandonado y ahora era sólo un cadáver de masa blanca. Sin embargo, Hinata escuchó a Itachi decir "Amaterasu" y el clon comenzó a arder en fuego negro.

-¿Estás bien? – Le preguntó Itachi sin mirarla, tapando uno de sus ojos con una palma, respirando con dificultad.

-Sí. – Respondió Hinata mirando su brazo sin notar nada raro.

-El mensaje, escribe lo que te diré. – Le ordenó.

Se agachó levemente, sosteniéndose con sus palmas sobre sus muslos intentando mantenerse de pie sin quitarle los ojos de encima al sujeto enmascarado. Una gruesa lágrima de sangre corría por mejilla, tosiendo, hasta el punto en que su mangekyo se desactivo. Hinata miró su condición preocupada, pero asintió sacando el pergamino y mordiéndose un dedo para obtener sangre para escribir. El cuervo de Itachi apareció al momento en que Hinata rompió el sello y se posó en su nombro.

– Misión fallida. – Dijo Itachi con esfuerzo. - Madara Uchiha sigue vivo.

Hinata estaba escribiendo con su dedo, preguntándose quién sería Madara Uchiha cuando de pronto, cuando estaba escribiendo "Madara" su mano perdió sensibilidad y cayó pesadamente por su costado.

Hinata no sentía el brazo, pero aquello no importaba, se mordió el dedo índice de la mano izquierda para terminar su mensaje como pudo y lo selló en la pierna del cuervo. Éste se echó a volar y desapareció pronto de la vista de ambos.

-Nos vamos. No hay caso con que intentemos eliminarlo en este momento… posee una técnica que le permite que cualquier cosa pase a través de él. Necesito de Shisui para derrotarlo y ni si quiera así creo que sería posible hacerlo. –Dijo Itachi sujetando su mano.

Hinata comenzó a sentir frío y ver que había sangre en los labios de Itachi la hizo preocuparse aun más, sin embargo no pudo decir nada pues antes de que tuviese la oportunidad de interrumpir… ambas figuras desaparecieron en un sinfín de cuervos que se mesclaron en el cielo junto con el que llevaba el mensaje.

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Cuando Hinata volvió a recuperar la noción de la realidad estaba sobre los brazos de Itachi, su capitán la estaba cargando, corriendo bajo la lluvia. Hinata lo miró desde su posición viendo su rostro cubierto en manchas de sangre que se diluían con la lluvia.

¿En qué momento había resultado herido? ¿Sería ese el efecto de usar algo tan poderoso como esa técnica con que la había protegido? No lo sabía, pero no quiso preguntarlo. Más bien, le dio miedo hacerlo.

-¿I..Itachi-taicho? – Preguntó Hinata entrecerrando los ojos. Las gotas de lluvia estaban cayendo en su rostro, impidiéndole ver con claridad, o tal vez… su visión le estaba comenzando a fallar.

-¿Estás bien? – Le preguntó al notar como sus cejas temblaban.

-No lo sé… - Susurró Hinata, se comenzaba a sentir mareada por algún motivo. Seguramente Zetsu le había hecho algo. – Mi brazo… - Susurró sin poder sentirlo aun.

-Está sangrando. Zetsu te debió herir cuando te defendiste de su clon blanco. – Dijo Itachi sin detenerse.

-Debo vendarlo… debo… de lo contrario nos seguirán y…

- Pueden seguirnos sin que si quiera lo sepamos. Zetsu debe tener un tipo de técnica que le permite moverse a gran velocidad bajo tierra sin ser visto ni detectado. – Itachi la miró preocupado al verla luchando por mantener los ojos abiertos. – Lo siento… debí ser un mejor capitán y mantenerte a salvo. Necesito detenerme un momento. – Dijo Itachi dejando de correr.

No sabía que tan lejos ya estaban de Soragakure. Había corrido alrededor de diez minutos pero si no paraba podía colapsar también. Había utilizado una técnica que siempre le cobraba caro después de emplearse, tanto así que apenas lograba distinguir los pastizales mientras corría, era como si su visión se fuese apagando lentamente. No era un secreto ni para él ni para Shisui que utilizar el mangekyo significaba una caída lenta hacia la oscuridad. Por ello su primo prácticamente no usaba sus poderes oculares, él en cambio las había tenido que utilizar en más ocasiones de lo que le hubiese gustado. Sabía que eventualmente se quedaría ciego.

Depositó a Hinata en el suelo y se tomó el pecho, volviendo a toser y a sentir ese sabor metálico en su boca… ¿Qué era lo que le estaba ocurriendo? ¿Se habría sobre exigido demasiado esta vez?

Arrodillado entre los juncos con ella recostada frente a él, intentó detener los tosidos y sacar el kit medico que había obtenido de parte de Nekobaa-sama. Hinata lo miraba con los ojos entrecerrados, pestañando con pesar. Itachi no se inmutó cuando abrió su capa bajando el cierre para luego hacer lo mismo con su polerón lila. La joven se sonrojó levemente mirándolo a los ojos, pero no le dijo nada ni se lo impidió, dejando que las manos de Itachi recorrieran su torso.

-¿Sientes cuando te toco? – Le preguntó, para comenzar a descartar cosas. Era claro que estaba bajo el efecto de algún tipo de veneno. Hinata asintió con el rostro, fijándose que las manos de Itachi estaban cubiertas en sangre también, ¿Estaba tosiendo sangre? ¿Era de ahí donde provenía las manchas en sus labios? - ¿Qué tal aquí? – Le preguntó poniendo delicadamente sus dedos en el centro de su pecho. Hinata volvió a asentir, su corazón comenzó a acelerarse por algún motivo. Las manos de Itachi recorrieron su clavícula hasta su hombro derecho y sus yemas la apretaron levemente. - ¿Y acá? ¿Lo sientes?

-Sí… - Respondió casi en un susurro, sin dejar de mirarlo a los ojos.

-¿Sientes cuando toco tu brazo? – Le preguntó tocándola sobre la tela blanquecina de su polerón.

-No… - Respondió Hinata. – No siento mi brazo.

Itachi frunció el ceño con seriedad y sacó un kunai, cortando de golpe la tela del polerón y también de la camiseta de mallas que Hinata portaba bajo ésta. Fue entonces que notó alrededor de 5 agujeros en su piel, todos de color purpura. Sin duda era veneno.

-No te muevas para que el veneno no se siga expandiendo. – Le indicó Itachi repasando mentalmente todo lo que había aprendido en la academia sobre veneno. Era usual que los ninjas del país del agua utilizaran armas envenenadas pero en lo particular él nunca había sufrido ese tipo de ataques. Debía ser cuidadoso, fuera lo que fuera aquel veneno no se veía muy bien por el color que estaba tomando la piel de Hinata y por la sangre que seguía saliendo de ella de forma lenta pero continua. - Debe ser un método de defensa para que un ninja no pueda formar sellos.

Acercó el brazo de Hinata a sus labios y comenzó a succionar. Si había la mínima posibilidad de que el veneno no se hubiese expandido por su torrente sanguíneo sino que sólo estuviese en ese sector, aun había tiempo de extraérselo de esa forma. Al menos eso enseñaban en la academia, y eso había hecho cada vez que algún compañero era herido de esa forma. Sin embargo, mientras mantenía la piel de Hinata sobre sus labios, algo en su estómago comenzó a revolverse… Si Zetsu la había logrado lastimar fue precisamente porque ella se había interpuesto para protegerlo mientras estaba utilizando genjutsu en Madara. Había arriesgado su vida por cuidarle la espalda… lo mínimo que podía hacer ahora era recomponerse lo más rápido posible y llevarla a algún lugar donde la pudiesen atender. Él no era un ninja médico.

Escupió lo que succionó y miró en dirección a Hinata sólo para descubrir que había cerrado los ojos. Ese veneno la estaba afectado; podía sentir su dificultad para respirar, la forma en que estaba tiritando y el leve rubor en sus mejillas, no de timidez, sino de fiebre.

Debía sacarla de la lluvia y ponerla a salvo, pero no tenía fuerzas para ello. Activar el mangekyo, utilizar el amaterasu y además el susano'o había sido extenuante y hasta la visión se le nublaba. Respiró profundamente un par de veces y la tomó nuevamente entre sus brazos levantándola del suelo y caminando con ella entre los pastizales. Buscaría un lugar para lograr estabilizarla, pasara lo que pasara.

El tormento de Itachi Uchiha comenzó mientras llegaba la noche y aun no podía encontrar nada excepto pastizales. Veía como Hinata Hyuga decaía cada vez más, apagándose la calidez de su alegría justo entre sus brazos. Entre la lluvia y el viento siguió avanzando pensando que en cualquier momento ella podría morir o él colapsar. Sin embargo, no había tiempo para seguir gastando meditando sobre aquello. Si había si quiera una mínima posibilidad de ponerla a salvo tenía que tomarla.

Cuando el alba apareció y pudo ver el rostro de su compañera nuevamente, notó que los colores estaban abandonándola. La miró con gravedad, sabiendo que si no se detenía y la sacaba de la lluvia… Hinata moriría. No había que ser un experto para notarlo, sobre todo por la forma en que estaba tiritando entre sus brazos.

Caminó otras dos horas cuando vio una construcción abandonada. No era una casa, más bien parecía que en alguna ocasión aquello podía haber sido un puente que había sido volado en pedazos. Pero eso significaba que cerca de ahí, podría aun existir restos de civilización. Si tenía suerte, incluso una casa habitada en donde pudiera pedir alimento para su compañera.

Sin embargo, después de caminar otra hora con ella en brazos no encontró nada. Comenzó a sentir frustración, algo que Itachi Uchiha había experimentado pocas veces en su vida. Por lo general, nunca fracasaba cuando fijaba una meta. No obstante, en esta ocasión, sus habilidades propias no tenían nada que tocar en el asunto.

"La suerte también es parte de las habilidades de un shinobi." Pudo escuchar la voz de Gai en su mente. Si se mantenía calmado… encontraría un lugar. Sólo debía ser paciente.

Su suerte comenzó a cambiar a medio día cuando notó un conjunto de tres casas en medio del páramo. Estaban abandonadas también o al menos eso pensó cuando se acercó. Las condiciones en que se encontraban eran deplorables. Pateó la puerta con su pierna y entró agradeciendo que el techo estuviese lo suficientemente reparado como para que ese lugar no se estuviese goteando.

Gigante fue su sorpresa cuando encontró niños viviendo dentro de ese lugar.

Uno de ellos salió a recibirlo con un palo en la mano, mirándolo con fiereza. Itachi pensó en activar el sharingan para neutralizarlo, pero en cambio hizo algo que nunca pensó haría. Una de sus rodillas tocó la tierra e inclinó su cabeza ante el pequeño de cabellera azulada.

-Por favor… mi compañera está enferma. Si no encuentro un lugar para protegernos de la lluvia y del frío, morirá.

Más niños salieron de los escondites más insospechados. Comenzaron a cuchichear entre ellos, preguntándose qué hacer. Una joven más grande que el resto, tal vez de unos 12 o 13 años, dio un paso adelante.

-Entréganos tus armas. – Le dijo la chica de cabello rubio y ojos jade mirándolo con seriedad. En un instante su portakunais estaba en el suelo frente a la joven. – Pueden quedarse, pero no tenemos comida para ustedes.

-Está bien. – Dijo Itachi. – Sólo necesito un lugar donde secarnos y prender fuego.

-Mamá, no creo que sea seguro dejar que un ninja se quede… - Dijo el que portaba el palo. – Si la gente de Amegakure se entera que estamos dándole refugio a enemigos nos podrían matar.

-Yo soy la mayor, por lo que yo decidiré que hacer. – Dijo la chica poniendo sus manos en sus caderas y mirando a Itachi con rudeza pero sonrojando y regalándole una sonrisa tímida. – No podemos dejarlo morir. Esta herido… ¿No ves que está sangrando? – Itachi asumió que debía ser las manchas de sangre en sus labios. Había estado tosiendo toda la noche.

No quería pensar en ello. No quería pensar en que rayos estaba sucediéndole a su cuerpo por haber utilizado el mangekyo.

Nunca antes agradeció más que su aspecto atrajese a las jóvenes del sexo opuesto.

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Hinata entreabrió los ojos sin saber donde estaba ni qué hacía ahí. Sintió frío, pero al mismo tiempo calor.

Nunca se había sentido peor en su vida.

Su boca tenía un sabor amargo y se percató del olor a vomito en su cabello. Miró hacia el costado y no encontró nada. Miró hacia arriba con cuidado, acostumbrándose a la luz y notó un techo de madera sobre ella. No reaccionó, pensando que nuevamente se había perdido en un sueño y cerró los ojos volviendo al mundo de la oscuridad. No sentía fuerzas para estar despierta.

Soñó con fuego, con el ruido del agua, con la voz de Itachi Uchiha hablándole. Su voz era reconfortante y muchas veces entre sueños sintió que le acariciaba el rostro. Deseó poder despertar y sujetar su mano contra su mejilla, decirle que sentía mucho haber resultado ser sólo una carga nuevamente.

Pudo escuchar la voz de su padre decirle una y otra vez que era un fracaso, que sólo estorbaba. Pero cada vez que tenía esas pesadillas algo la sacaba de ellas y la tranquilizaba, como un arrullo de cuna.

Veía un hogar cálido cuya entrada estaba cubierta en flores. Caminaba bajo los altos árboles frutales sintiendo el aroma del verano cosquilleándole en la nariz. Nunca miró lo que había atrás, sólo siguió avanzando sabiendo que lo que la esperaba sería más agradable que lo que había dejado. Vio la puerta de la casa y caminó descalza hasta abrirlas de par en par.

Se vio a si misma tejiendo a la luz de una de las ventanas con su estómago abultado. Dejó escapar un gemido de sorpresa ante el rostro lleno de calma y felicidad que esa Hinata le mostraba. La mujer había dejado de tejer y le sonreía de vuelta. Se veía realmente feliz. Se veía completa.

El sonido de las hojas de los árboles moviéndose levemente con el viento le dieron paz, escuchar la risa de los niños dentro de las habitaciones la llenaron de dicha.

Siguió caminando dejando a su alter ego ahí para avanzar a la siguiente habitación, una pequeña cocina en donde lo que más le llamo la atención fueron las galletas en un jarro… Justo como las preparaba mamá… pensó Hinata abriendo las cortinas sobre el lavamano para descubrir en el patio a niños jugando, pequeños y hermosos… no veía sus rostros así como la del hombre que los levantaba en sus hombros para que pudieran alcanzar las manzanas en el gran árbol trasero del cual colgaba un columpio.

-Kaasan… - Hinata escuchó su voz y se dio la vuelta asustada, ¿La estaba llamando a ella? - ¿Puedo ayudarte en algo?

Era un chico. Debería haber tenido diez años, tal vez más, tal vez menos. Su piel era pálida como la suya, sus ojos perlados y lilas. Sin embargo era distinto a Neji, a ella o incluso a Hanabi, sus ojos eran almendrados y afilados, demasiado perceptivos para alguien de su edad, demasiado cálidos y amables para ser un shinobi. Y aun así… había una banda de Konoha en su frente. Su cabello era oscuro y caía en puntas suaves hacia abajo, tenía un aire familiar que la envolvía y la hacía no querer volver a despertar.

-Te amo… - Le susurró Hinata levantando su mano para tocar su rostro. – No te conozco, pero te amo…

Despertó sonriendo. Estaba oscuro. Sintió el suave respirar de Itachi a su lado durmiendo en el suelo, sentando contra la pared. No sabía dónde estaba, pero ver que había fuego ahí dentro le alertó de que algo no estaba bien, ¿Por qué Itachi se habría arriesgado a eso?

¿Dónde estaba? ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Por qué sentía que su piel estaba ardiendo? ¿Por qué estaba durmiendo sobre un futón tibio?

-¿Hinata? – La llamó Itachi entreabriendo sus ojos para mirarla y acercarse a ella.

-I..Itachi-kun… - Dijo suavemente, sintiendo que su voz salía rasposa y la garganta la tenía completamente seca.

Fue entonces que Hinata lo notó, pudo ver ahí escrito en sus ojos el consuelo que sentía al verla despierta. La luz de las llamas hacía que su sombra se moviera en tonos anaranjados.

-¿Te sientes mejor? – Le preguntó en un susurro retirando algo de su frente. Sólo en ese momento Hinata notó que tenía un paño húmedo ahí y que Itachi lo estaba sumergiendo en una pequeña fuente con agua. Notó que alrededor de la fuente habían paños ensangrentados y recordó su herida en el brazo.

-Sí… - Respondió mintiendo. Se sentía fatal. - ¿Dónde estamos? – Lo cuestionó nerviosa al notar la habitación en la que se encontraba. Más aun, se extrañó de estar en una cama.

-A un día de distancia de Amegakure. Este es el lugar más aceptable que encontré para detenerme. – Le dijo Itachi volviendo a poner un paño húmedo sobre su frente.

-Gracias… - Le susurró para volver a cerrar los ojos.
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Mensaje por Hotaru Senju Sáb Mar 09, 2013 5:17 pm


Itachi había perdido la cuenta de los días en que tanto él como ella habían estado en esa habitación. Al comienzo los niños los miraban como invasores, intrusos de los cuales debían temer. Con el pasar de los días aquello comenzó a cambiar. La mayor de las chicas a quienes todos llamaban mamá se llamaba en realidad Hikaru. Fue ella la que se encargó de quebrar su propia palabra y comenzar a llevarles sopa caliente en la noche y mantener un pequeño bracero con fuego para que ambos tuviesen calor.

Sin embargo, cada vez que había intentado alimentar a Hinata, la chica vomitaba lo que comía. Ni si quiera mantenía agua dentro de su organismo. Itachi mantuvo la calma, esperando que algo permaneciera en el estómago de Hinata.

Esa noche su compañera despertó y le dijo algunas palabras para luego volver a dormir. Los chicos que miraban desde la puerta observaron la escena con lástima. Esa noche, cuando Itachi fue a dejar los platos de sopa vacios, notó como todo el grupo estaba en silencio frente a las llamas de la chimenea con las manos juntas.

-¿Qué hacen? – Les preguntó con cansancio.

-Oramos. – Le respondió Hikaru. – Por Hinata-san.

La sexta noche en que Hinata no despertó, se encontró a si mismo rezando también.

Dormía sentado junto al futon que Hikaru había cedido para que la chica descansara. Itachi no sabía realmente como les podría agradecer a esos niños por su amabilidad, pero se prometió a si mismo que algún día volvería a ese lugar para agradecérselos, sin importar el resultado que obtuviera cuando todo aquello acabara.

A veces Hinata comenzaba a gimotear entre pesadillas, la fiebre la consumía y entonces Itachi podía notar que estaba luchando por su vida incluso en sueños. Se acercaba a ella y acariciaba su rostro sosteniendo una de sus manos, susurrándole que todo estaría bien, que era fuerte y que confiaba en que podía vencer esa batalla. Era algo que había aprendido de su madre cada vez que él había estado enfermo. No había gozado de buena salud cuando era sólo un niño. Pensó que tal vez, si Hinata sabía que estaba ahí, volvería a él más rápidamente.

A veces se encontró a si mismo hablándole sobre su vida, en especial acerca de Sasuke y lo orgulloso que estaba de su hermano menor. Otras, le hablaba sobre Shisui y lo mucho que admiraba a su primo a pesar de la cantidad de problemas en que lo metía, casi siempre porque se sentía flechado por alguna joven que le daba poca atención. Incluso le habló de su padre y le confesó que a pesar de todo el daño que le había causado a su familia, lo había logrado perdonar. Le prometió que si despertaba, se encargaría personalmente de hacerla feliz el resto de su vida. Incluso llegó al punto de recordarle que debía despertar pues Naruto no sabía como ella se sentía por él. Debía decírselo… no podía abandonar ese mundo sin que él supiese que una gran mujer lo amaba.

Ocho días después de que llegaran a ese lugar, Hinata volvió a abrir los ojos. No había mucha vida en ella, se veía cansada, deshecha, sus pómulos más visibles de lo normal. Lo miró directamente a los ojos sonriendo e Itachi sintió que el estómago se le contraía.

-¿Voy a morir, verdad? – Le preguntó con amabilidad y dulzura. - Puede decírmelo… no me quebraré.

Itachi le sostuvo la mirada sin pestañar y no se lo ocultó. - Has perdido mucha sangre, vomitas todo lo que intento darte de comer, inclusive el líquido. Si tuviera una aguja te inyectaría… algo… pero sin ese equipo no… no hay mucho… ¿Crees que tengas las fuerzas para aguantar un viaje hasta Konoha? Tal vez ellos tengan un antídoto al veneno que…

-Ambos sa..sabemos que si pu..pudiese viajar en esta con..condición, ya me habrías llevado… - Dijo Hinata suspirando y sonriendo. No le importaba realmente. Por algún motivo se sentía feliz de que él estuviera ahí con ella. – Al menos pude verlos…

-¿Ver qué? – Preguntó Itachi sintiendo un nudo en la garganta.

-Mis hijos… soñé con ellos… - La forma en que le estaba costando hablar y como su pecho subía y bajaba con dificultad lo hizo pensar en lo peor. - Sus risas inundaban todo… sacaban frutas de los árboles en verano. Vivíamos en un lugar con un jardín con flores y un gran árbol de manzanas atrás… y… y había un columpio colgando… y mi hijo mayor era un shinobi también… era…

-Tendrás todo eso. – Le dijo Itachi poniendo un paño húmedo en su frente y sacando algunos cabellos que se habían pegado a sus mejillas. - Debes ser fuerte. Naruto querría que fueses fuerte para cumplir ese sueño con él. Volverás a Konoha y serás una gran madre.

Hinata miró a Itachi resignada, hasta él podía entender que se estaba dando por vencida. Había estado por días sufriendo de fiebre, vómito, convulsiones, dolorosos calambres… era normal que quisiera tener paz, aunque eso significara rendirse antes de que terminara esa pelea.

- Es curioso… Naruto-kun no estaba ahí… - Hinata sonrió. - …que curioso…

Cuando la vio cerrando sus ojos como si se estuviese dando por vencida, Itachi sintió miedo. Se inclinó hacia ella y la sacudió para que no lo hiciera, para que al menos ahora intentara beber agua nuevamente. Aunque la vomitase, algo debía absorber su cuerpo.

El pelinegro apretó el puño lleno de frustración. Había intentado todo a su disposición, en teoría la chica debería haber estado reaccionando a algo pero nada parecía funcionar. No podía llevarla a Konoha ni a Sala del Cielo si estaba en esa condición y tan débil. El viaje la podría terminar matando. Volvió a cambiar el paño de su frente, cosa que la hizo despegar sus párpados y mirarlo nuevamente.

Se estremecía suavemente bajo las capas con que la había tapado, tiritando de frío o de fiebre.

-I..Itachi-kun… - Susurró Hinata con dulzura. - Lo siento… ya no puedo volver a Konoha, ¿Verdad? - Itachi no le respondió, haciendo que Hinata suspirara y se moviera levemente hacia él tomándole la mano con fuerza. – Me hubiese gustado ver la primavera una vez más… es mi época favorita del año. Las… las flores son ideales para… para prensarlas. – Itachi se mantuvo en silencio. - No tengo miedo. – Que le dijera algo como eso hizo que mirara hacia abajo, no podía verla a los ojos si la escuchaba hablar así. - Cuando era una niña… usted me dijo que un shinobi debe saber afrontar la muerte, ¿recuerda? – Itachi asintió sintiendo que algo se quebraba dentro de sí mismo. – Creo que… conocerlo me hizo un poco más fuerte. Usted…me hizo sonreír cuando más lo necesitaba, su…su amabilidad me hizo sentir que alguien me veía aunque fuese invisible para todos los demás. Gracias, Itachi Uchiha… - Sintió la mano de Hinata aferrando la suya, ¿Estaba despidiéndose? - Fue un honor haber podido tener una misión…aunque fuese una vez… contigo.

-No debería hablar como sí…- Comenzó Itachi intentando controlar ese nudo que no lo dejaba hablar, pero Hinata lo interrumpió con rapidez.

-La muerte es parte de la vida de un shinobi. Itachi-kun, usted me enseñó… eso. Es hora de que vuelva a Konoha. Hizo todo lo posible por mí. – Itachi la miró con los párpados muy abiertos, sin atreverse si quiera a pestañar por miedo a perderse un detalle de lo que estaba pasando. – Tiene que proteger… proteger la villa, Itachi-kun. Tiene que volver a la villa y hacer sonreír a las personas que se acercan a usted, tal como lo hizo conmigo. Y… - Una lágrima recorrió su mejilla. – Dígale a Hanabi-chan… por favor… dígale que… La amaré por siempre.

-Hinata-san… - Dijo Itachi mirándola fijamente.

-¿Sí? – Le preguntó ella con una sonrisa amable.

-¿Qué era eso que deseaba hacer antes de…?

. . . . .

- ¿Cree… cree que voy a morir en una misión?

-La muerte es parte de la vida de un Shinobi. Siempre debemos estar preparados para enfrentarla, recibirla o darla a otros.

– No me gustaría morir sin antes poder…

-¿Poder qué?

-N-nada…Muchas gracias, por… por la man-manzana.

. . . . .

·

Hinata lo miró con melancolía, como si la pregunta de aquello la hiciera quebrarse en su determinación por dejarlo ir y enfrentar sola la idea de dejar ese mundo. Otra lágrima se escapó desde el borde de su ojo y pudo sentir la mano de Itachi apretando la suya.

-Quería besar a Naruto-kun. – Respondió en un susurro, entendiendo que eso ya nunca sucedería.

Era una lástima, pero incluso así, deseó que el chico con que había soñado tantas veces encontrara felicidad, nadie se la merecía tanto como él. Se despidió de ese recuerdo también, dejándolo ir…

Entonces pasó algo mágico. Uno de esos momentos que nos definen como personas y que nos permiten acomodar todos los fragmentos que no entendemos en nuestras vidas. El dolor en ella cesó, resignándose por completo a lo que la vida había decidido para ella. Fue en ese instante en que Itachi se inclinó un poco más cerca de su rostro, tomándola las mejillas y mirándola fijamente a los ojos. Algunas hebras de su largo cabello rozó el rostro de Hinata haciéndole imposible pestañar. Eran tan cálidos… aquellos ojos negros y fríos para el mundo, eran cálidos cuando se miraban así, ¿Por qué nadie veía a Itachi Uchiha como ella lo hacía? ¿Por qué estaba tan solo? ¿Por qué un corazón tan amable y gentil como ese no había encontrado aun alguien que lo acompañara?

Sintió su corazón acelerarse, y la respuesta a muchas de sus preguntas llegó a ella.

El hombre que no pudo reconocer en su sueño, que le daba la espalda mientras sostenía a los niños en sus hombros, era Itachi Uchiha.

-No soy Naruto-kun… pero…

No lo dejó terminar. Sólo acercó su rostro levemente eliminando la poca distancia que había entre sus labios.
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Mensaje por Hotaru Senju Sáb Mar 09, 2013 5:19 pm

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.

LOVE IS

CAPÍTULO 8

LOVE DOES NOT TAKE OFFENSE

(El amor no se molesta)


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-Ey Nii-san, ¿Podrías volver a entrenarme mañana también?

-Claro… Sólo recuerda que tengo misiones y mañana es tu primer día en la academia. Ambos estaremos realmente ocupados desde ahora en adelante.

- No importa. Siempre y cuando podamos estar juntos de vez en cuando.


NARUTO 402 – Últimas Palabras

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-¿Encontraste algo? – Su voz sonaba impaciente.

Habían estado buscando sin detenerse desde que abandonaron Sala del Cielo, el último lugar en donde sabía había estado su hermano. Aunque Shino y Kiba se negaron a decirle qué rayos hacían ahí, Nekobaa-sama le informó que Itachi iba rumbo a Amegakure o al menos eso había dicho antes de abandonar el refugio de armamento del clan Uchiha.

-No Sasuke, su rastro se pierde acá. – Respondió Kiba un tanto desanimado.

-Maldición. – Dijo Naruto con frustración.

Si había alguien a quien había aprendido a admirar y querer como un hermano mayor durante los años, ese era Itachi Uchiha. Podía entender perfectamente la sensación que su mejor amigo estaba experimentando. Para ambos, Itachi era un modelo a seguir, la persona que les había enseñado mientras crecían la importancia de proteger Konoha y volverse más fuertes sin perder su humildad. Naruto lo idealizaba tanto como Sasuke, después de todo, había sido de las primeras personas en tratarlo bien. La idea de que estuviese muerto le revolvía el estómago.

– Están vivos. Sé que lo están. – Insistió Uzumaki parándose junto a Sasuke. - Itachi no dejaría que Hinata-chan muriera.

Sakura los miró de reojo con el temple triste. Nunca antes había visto a Sasuke tan desesperado por algo. Lo conocía desde niño, tal vez más que cualquier otra persona aparte de Naruto, por lo cual ver en sus ojos ese dolor y al mismo tiempo desesperanza la hizo dar unos pasos adelante y poner la mano en su hombro de forma comprensiva.

-Sasuke-kun… ya han pasado varios días desde que mandaron la nota a Konoha… - Susurró intentando que su voz lo alcanzara. No lo estaba diciendo porque deseara desechar su esperanza, sino porque ella sabía que la sangre con la cual habían escrito el mensaje estaba envenenada. La había analizado a pedido de Shisui. No había forma de que una persona con ese nivel de alcaloides en su cuerpo pudiese estar viva. – Tal vez es hora de aceptar que Itachi-kun…

-¡Cierra la boca! –Gritó sacudiendo la mano de Sakura lejos de él. Sakura pudo jurar que vio odio en su mirada, como si de un momento a otro la fuese a golpear. - ¡No vuelvas a decir algo así Sakura!

-Sasuke-kun… - Murmuró Sakura con tristeza. La tensión se podía sentir y palpar entre todos ellos. – Lo siento…

-Si Hinata-sama está viva, la encontraré. – Dijo Neji interrumpiéndolos. - No descansaré hasta encontrarla, aunque sea su cuerpo el que tenga que devolver a Konoha para que descanse con sus ancestros.

-¡Si alguien más si quiera insinúa que están muertos…! – Vociferó el Uchiha perdiendo la paciencia.

-¡Cálmate Sasuke! – Lo increpó Naruto gritando también. - ¡Todos queremos encontrar a Itachi y a Hinata-chan!

-¡Basta! – Gritó Kiba. – No perdamos el tiempo discutiendo. Cada segundo que pasa las posibilidades de encontrarlos disminuyen. Si aun hay un aroma que pueda encontrar lo haré, créelo. – Dijo molesto. – Pero deben dejar de hablar como si estuviésemos buscando muertos. Hinata es mi compañera, si hay algo que pueda hacer para encontrarla lo haré, aunque sea ir al mismísimo infierno.

-Aun tenemos el cuervo de Itachi. – Interrumpió Shino mirando el ave que se posaba sobre el hombro de Naruto. – Si decidimos entrar en Amegakure, el cuervo lo encontrará. Eso fue lo que dijo cuando me lo entregó.

-No me hizo la más mínima gracia estar estos últimos 10 días con esa cosa. – Gruñó Kiba cruzándose de brazos. – Que al menos tenga utilidad traerlo con nosotros.

Estaban en la frontera del País de la Lluvia y el clima había cambiado de desértico y caluroso a lluvioso y frío.

Las instrucciones habían sido claras; no podían ingresas a ese lugar. Era demasiado peligroso. El Hokage deseaba evitar a toda costa que se perdieran vidas en esa misión de búsqueda. De hecho, Sakura, Naruto, Sasuke y Neji ni si quiera debieron haber salido de Konoha. Shisui se los había prohibido también, rechazando llevar a Sasuke en su grupo de búsqueda consistente en Yamato Taicho del equipo diez, Kakashi y él mismo.

Sin embargo, cuando terminaron de seguir la huella, todos supieron que ya nada detendría a Sasuke Uchiha de entrar al País de la lluvia. Kiba y Naruto estuvieron de acuerdo en mandar al diablo sus órdenes y seguir adelante. Neji y Shino los siguieron en silencio. La única que había reclamado al respecto fue Sakura, quien siempre intentaba seguir las reglas. A pesar de que estimaba a todos los chicos de su clase, no había un lazo tan fuerte que la uniese a Hinata Hyuga o a Itachi Uchiha, si estaba ahí era más que nada por Sasuke. Verlo sufrir le partía el corazón.

Habían terminado de revisar la frontera con el byakugan de Neji, los insectos de Shino y la nariz de Kiba, era hora de ingresar al País de la Lluvia. Su hermano era mucho más importante para él que las reglas.

Sin embargo, Sasuke no era el único que se sentía así. Naruto tampoco iba a permanecer quieto sabiendo que Itachi y Hinata estaban en peligro, tal vez heridos, perdidos o prisioneros. Neji a pesar de no decir nada se veía preocupado y había sido el primero en decirle a Sasuke que partiría en búsqueda de su prima formando ambos un grupo, completamente determinados a localizarlos. Kiba y Shino eran parte del equipo ocho, conocían a Hinata de toda la vida y realmente respetaban a Itachi; ambos estaban tan preocupados que apenas habían dormido o comido los últimos días.

-Bien, seguiremos adelante. – Dijo Sasuke amarrándose con fuerza el protector de frente con el símbolo de Konoha. Naruto asintió, el pelinegro siempre había tomado la posición de líder cuando había realizado misiones en el equipo siete, dar órdenes se le daba con naturalidad. – Andando.

-Espera Sasuke-kun. Debemos ser cuidadosos con esto y trazar un plan si de verdad vamos a ingresar a este país. Shisui dijo que… - Comenzó Sakura para ser detenida de golpe.

-Si tienes un problema con esto, puedes volver. – La cortó en seco. – Yo voy a encontrar a mi hermano…pero te juro Sakura, que si Itachi está herido y no estás aquí para atenderlo, te odiaré el resto de mi vida. – Su voz era demasiado seria, e incluso Naruto se preguntó qué rayos le pasaba para que se estuviese descargando de esa forma con Sakura.

-¡Sasuke! – Le gritó Naruto empujándolo. – Deja de hablarle así a Sakura-chan, no es su culpa. No es culpa de nadie. – El Uchiha dudaba aquello. Sasuke sabía exactamente quien tenía la culpa que su hermano estuviese desaparecido.

Sakura lo miró sorprendida. Nunca lo había escuchado hablar así ni había sentido semejante hostilidad proviniendo de él. Sasuke a veces era indiferente a ella, pero nunca cruel. Era sólo cosa de mirarlo a los ojos para ver que podría haber sacado un kunai para atravesarle el cuello por haber dicho eso. Agachó el rostro y apretó los labios.

Sasuke le había pedido que fuesen con él, de hecho, se lo había suplicado. Nunca antes Sakura lo vio de esa forma, obsesionado por encontrar a su hermano mayor al punto que parecía iba a enfermar y caer desfallecido. Lo podía comprender, desde que era un niño Sasuke hablaba sobre Itachi Uchiha como si se tratara de un ídolo para él, siempre diciendo que su hermano hacía esto, que su hermano era esto, que algún día lo alcanzaría y que competirían por el título del más fuerte del clan Uchiha. Sin embargo, no había envidia ni resentimiento en ello, era más bien admiración que se mezclaba con amor, un amor tan grande que Sakura entendía la razón por la cual no había lugar para nadie más en el corazón de Sasuke Uchiha.

Itachi ocupaba todo el espacio ahí. Lo amaba, lo amaba como nunca podría amarla a ella.

Sakura bajó el rostro escuchando como Naruto y Sasuke pisaban los charcos frente a ellos para salir corriendo hacia adelante. Neji, Shino y Kiba los siguieron.

Los miró un segundo desde atrás preguntándose si tendría sentido arriesgar sus vidas de esa forma si era probable que ambos estuviesen muertos. La dosis de alcaloides en la sangre de quien fuese que había escrito ese mensaje era tan alta, que Sakura pensó que debía estar en un profundo coma del cual era probable no pudiese despertar, y eso era en el mejor de los casos. La sangre estaba envenenada, eso lanzó el análisis que hizo en el hospital de Konoha. No era un veneno cualquiera, era altamente tóxico y ella, mejor que nadie, sabía que una mezcla de alcaloides de ese tipo no dejaría que los órganos funcionasen correctamente, sin mencionar el daño muscular, cerebral y nervioso que dicha infusión causaría. Era por eso más que otra cosa por lo cual se inclinaba a pensar, con dolor, que Itachi y Hinata estaban muertos.

Sin embargo, cuando le dio el antídoto a Shisui notó que era el único que no tenía duda alguna de que Itachi estaba vivo pero que seguramente él o Hinata habían resultado heridos en batalla. Había un secreto entre ambos que no quería revelarle, algo que le daba esa seguridad de que su mejor amigo, su primo menor, estaba vivo. A decir verdad, Shisui fue quien recibió el mensaje anunciando el fracaso de la misión del equipo ocho escrito en sangre. Sakura la había analizado extrayendo un pedazo del papel que decía "Misión fallida", aunque estaba segura que había algo más escrito ahí, algo que Shisui había arrancado de tajo.

El equipo de Shisui, Kakashi y Yamato habían sido los únicos autorizados para cruzar la frontera entre Konoha y el País de la Lluvia por su experticia. Kakashi sensei había sido compañero de Itachi en ANBU, ambos habían trabajado juntos innumerables ocasiones en misiones de asesinato, por lo tanto sabía como Itachi pensaba y lo que seguramente haría en una situación así. Los perros rastreadores de Kakashi los ayudarían a encontrarlo.

Shisui por otro lado era su mejor amigo, la persona que más lo conocía y uno de los ninjas más poderosos en genjutsu de todo Konoha.

Yamato había partido con ellos pues era uno de los que mejor trabajaban con Kakashi y a pesar de que Sakura había sido integrada en ese equipo en un principio, Shisui se negó a llevarla alegando que para ese tipo de misión, sólo necesitaban ser tres. Sakura no le creyó, supo mirando los ojos de Shisui Uchiha que él sabía el alto riesgo de muerte y no la quería exponer a ello.

La joven se sintió un tanto abnegada pero le entregó el antídoto explicándole a detalle en qué condiciones encontraría a Hinata e Itachi si estaban vivos. Shisui se lo agradeció con un pícaro beso en su frente y una sonrisa coqueta que la hizo sonrojar y pensar que tal vez debía golpearlo. Shisui le prometió que si su antídoto funcionaba la llevaría al cine y la besaría nuevamente. Sakura no tuvo problemas en golpearlo esta vez.

Con un ojo morado, Shisui dejó a la joven con Sasuke y le prohibió a su primo menor que lo siguiera, aunque en un momento dado ambos comenzaron a discutir con fuerza y todos temieron que las cosas se salieran de control. Shisui activó el sharingan y entonces Sasuke supo que si seguía insistiendo su primo lo podría dejar noqueado en un genjutsu por una semana para que no entorpeciera la búsqueda, por lo cual, dejó de reclamar.

La joven suspiró recordando todo eso; ya habían pasado muchos días desde que se había despedido de Shisui Uchiha, Kakashi sensei y Yamato Taicho. Sólo esperaba que hubiesen podido darle buen uso al antídoto que se había demorado tanto en realizar… y sobre todo, que hubiesen llegado a tiempo.

Sin decir otra palabra, siguió a sus compañeros de equipo.

-Deja al cuervo volar, Naruto. – Le ordenó Sasuke y el rubio se lo sacudió del hombro mirando al ave con un tanto de antipatía y desconfianza.

Todos observaron la forma en que sus alas negras se desplegaban en el aire y el cuervo comenzaba a avanzar adentrándose en el País de la Lluvia seguidos por ellos.

·

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·

Lo que Sasuke sentía en su pecho iba más allá de preocupación. Iba más allá que el simple dolor, pues el dolor eventualmente se pasa… esto lo estaba carcomiendo. No lo dejaba dormir, no lo dejaba comer, incluso le impedía respirar con normalidad. Había algo quemándole el pecho y todo el torso, una sensación que le impedía poder controlarse, nervios que le destrozaban el estómago y constantemente lo tenían al borde de llorar, gritar o querer golpear a alguien. Estaba hecho un desastre y lo sabía.

La idea de perder a Itachi era inaceptable. Su hermano estaba vivo. Debía estarlo. No dejaría que nadie lo convenciera de lo contrario, aunque tuviese que levantar cada roca en el País de la Lluvia, preguntarle a cada una de las personas que viviese allí, incluso si tuviese que arrastrar a Neji Hyuga utilizando el byakugan en cada rincón de Amegakure… encontraría a Itachi.

Le importaba literalmente un carajo lo que hubiese dicho Shisui. A pesar de que toda su vida había actuado como el hermano mayor de Itachi, su verdadero hermano era él. Sabía que estaba en problemas y tenía que encontrarlo para así poder prestarle ayuda. Sentía en su corazón a su hermano llamándolo en un suave susurro de desesperanza. Aquello era extraño, Sasuke mejor que nadie sabía que Itachi Uchiha nunca caía en cosas como esa, siempre mantenía la calma y su frialdad de cabeza característica en situaciones complejas.

Itachi nunca hubiese dejado que algo lo demorase cuando se trataba de cumplir una misión, él no fallaba, nunca lo había hecho… era el shinobi perfecto, todo lo que decía el código ninja que debía ser. Si algo había ocurrido estaba seguro que se debía a esa Hyuga. Siempre había tenido un mal presentimiento de que se le acercara tanto a esa niña estúpida y ahora sabía la razón de ello.

Nii-san … espérame. – Pensó Sasuke mientras la lluvia lo golpeaba en el rostro. –Te traeré de vuelta a casa… se lo prometí a Kaasan…

Cerró los ojos con fuerza y nuevamente sintió ese dolor punzante en su pecho. Cuando sus párpados se abrieron nuevamente, se fijó que Naruto lo estaba mirando de reojo pero no le dijo nada. Notó que en sus gestos también había dolor y lo quiso más que nunca por estar con él en ese momento. A pesar de que había hecho prácticamente todo cuando era un niño por alejar a Naruto, se habían mantenido juntos en el tiempo… sólo en ese momento recordó quien había sido la persona en forzar esa relación de amistad, como si Itachi hubiese sabido incluso entonces que tan importante sería la amistad de Naruto en su vida.

Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Neji Hyuga se detuvo.

-Veo personas adelante. –Lo vio entrecerrar los ojos como si se estuviese concentrando en una dirección en particular y sin decirle una sola palabra a ninguno de ellos comenzó a correr. - ¡Sakura!

-¡Sí! – Asintió Sakura siguiéndolo con rapidez.

¿Qué podría haber sucedido para que llamara a Sakura y no a todos? ¿Por qué alguien tan calmado como Neji Hyuga de la nada comenzaría a actuar de esa forma? A menos… a menos…

-¿Es Itachi, Neji? – Le gritó Sasuke siguiéndolo también.

-Sí. – Le gritó de vuelta sin detenerse.

El corazón de Sasuke se saltó un latido. El alivio que sintió lo hizo querer caer de rodillas y llorar, agradecerle a todos los dioses y volver a llorar. Pero nuevamente sus intestinos se revolvieron cuando recordó que estaba llamando a Sakura, eso significaba… - ¿Está herido?

-No lo sé. – Respondió el Hyuga mucho más preocupado de lo que veía en los brazos de Itachi.

-¿Dónde están? – Le preguntó Naruto ansioso.

-Dos kilómetros hacia el noroeste. – Respondió Neji.

Kiba cerró los ojos y empezó a olfatear el aire. - ¡La huelo! – Gritó Kiba con una sonrisa. - ¡Akamaru, vamos! – El perro ladró en aprobación y Shino siguió a ambos en silencio. - ¡Yuhuuuuuu!

Neji no quiso decir nada, pero veía que Itachi estaba cargando a su prima y corría en dirección a ellos. Seguramente tenía la intención de cruzar la frontera entre el País del Viento y el País de la Lluvia y así tratar de llegar a Sala del Cielo. Si había uno de ellos herido, era Hinata. A simple vista, Itachi se veía bien.

-Hinata esta herida. Sakura, prepárate para atenderla. – Le indicó Neji atravesando entre los altos juncos.

-¿Herida? – Le preguntó Kiba con preocupación. – No huelo sangre.

-¿Qué significa eso? - Preguntó Shino.

Neji no respondió. No era momento para darles detalles, bastaba con saber que Hinata no se estaba moviendo por sí misma y que su corriente de chakra era casi inexistente… parecí casi como… como si estuviese muerta de verdad.

Sólo unos minutos después se encontraron con la figura de Itachi Uchiha hacia el norte de ellos. Extrañamente no hizo ademán de detenerse. Ni si quiera parecía estar preocupado por si eran enemigos o amigos. Todos vieron que entre sus brazos estaba cargando un bulto que a simple vista no se podía reconocer.

-¡Nii-san! – Gritó Sasuke sonriendo. – Gracias a dios… - Murmuró para sí mismo.

No hubo respuesta de parte de Itachi, quien completamente enfocado ni si quiera lo miró, sino que pasó a su lado corriendo para detenerse frente a Sakura.

-Háblame. – Dijo Sakura mientras tomaba su protector de frente que utilizaba como cintillo para amarrarse el cabello en una cola corta. - ¿Qué sucedió?

-Sufrió un daño en el brazo derecho y le inyectaron algo que asumo sería veneno. Lleva así 9 días. – Dijo poniendo a Hinata en el suelo con cuidado. – Succioné parte del veneno 5 minutos después de que lo recibiera.

-¿Nueve días? – Le preguntó Sakura mientras retiraba las capas con que Itachi había envuelto a su compañera. Se le hacía casi imposible pensar qué tormentos habría sufrido esa pobre chica aguantando por nueve días ese tipo de toxicidad en su cuerpo. – Que succionaras parte del veneno hizo la diferencia entre la vida y la muerte… ¿Ha tomado líquidos? ¿Ha despertado?

-Sí, ha despertado dos veces, la última la noche anterior. – Dijo Itachi parándose derecho nuevamente intentando proteger a Hinata y a Sakura con su capa. – Tomó medio vaso de agua anoche cuando despertó, pero creo que lo vomitó luego, no lo sé… no sé…

-Bien. Eso significa que el daño cerebral debería ser el mínimo. – Dijo Sakura poniendo su oído sobre el pecho de Hinata. Sólo al tocarla pudo notar lo fría que se encontraba… sin embargo, aun había vida en ella. – Cuando la estabilice necesitaré subir su temperatura corporal.

-Sakura… - Itachi la miró con tristeza, y todos, hasta Sasuke, notaron esa mirada. – Por.. por favor…

-Sí. – Lo interrumpió mirándolo firmemente y sacando su kit de primeros auxilios. - Lo primero es estabilizarla. – Dijo con seriedad. – Protéjanme de la lluvia, esto no puede mezclarse con agua. – Sacó una jeringa y la inyectó en un tubo en donde llevaba el antídoto. Naruto, Kiba, Neji y Shino se acercaron e intentaron protegerla de la lluvia sacándose sus capas y levantándolas.

Sasuke estaba inmóvil bajo la lluvia mirando como Itachi y Sakura intercambiaban datos como si ambos fuesen médicos. Sus labios se separaron levemente sintiendo una profunda tristeza. No sólo su hermano lo había ignorado por completo evitando si quiera saludarlo, sino que estaba mirando a esa chica en el suelo como… como si tuviese miedo. Nunca antes había visto miedo en los ojos de su hermano mayor, ¿Pero miedo a qué? ¿Realmente sería la primera de sus compañeros en morir? Sasuke sabía que eso no era así, Itachi había visto morir a muchos compañeros y enemigos en su vida. Siempre que habían conversado del tema parecía completamente compuesto por el hecho de que la vida de un shinobi es riesgosa, por lo mismo, ver como observaba a Hinata con desolación lo desconcertó.

-Itachi. – Dijo en voz alta haciendo que su hermano subiera el rostro como si acabase de recordar que él estaba ahí. - ¿Qué sucedió?

-No es momento para hablar de eso. – Respondió frunciendo levemente el ceño y mirándolo con severidad. - ¿Qué haces aquí? ¿Quién los envió a este lugar? - Naruto y Sasuke se dieron una mirada llena de complicidad sin saber qué responder. – Hn…¿Dónde está Shisui? Él no te habría dejado venir solo.

Irritó a Sasuke que Itachi supiese de por sí que Shisui estaba buscándolo pero que se viera sorprendido de verlo ahí. – Kakashi, Yamato y Shisui te están siguiendo el rastro hace unos días y… Hmm… bueno…

-Ya veo. – No había que ser un genio para darse cuenta que Shisui no había querido llevar a Sasuke y que estaba ahí sin permiso de nadie. – Padre te dará un sermón cuando volvamos.

-No me importa. – Respondió Sasuke con el ceño fruncido, ambos se miraron un momento y sus gestos se suavizaron. Itachi suspiró, había pasado tantos momentos tensos esos últimos días que por un momento se le había olvidado cuanto había extrañado a Sasuke. – Sólo me alegro que estés bien.

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Itachi Uchiha nunca pensó que agradecería poder estar al fuego bebiendo una taza de té en silencio. Hasta ese momento había pensado que aquel tipo de conductas sólo eran apropiadas para las abuelas del Clan Uchiha. Se vio gratamente sorprendido de poder disfrutar de la quietud de Sala del Cielo, sin sentir la lluvia cayendo, sólo el sonido de las brazas consumiéndose.

Sin embargo estaba impaciente, quería saber qué estaba sucediendo en la habitación en donde Sakura llevaba horas encerrada junto con Nekobaa-sama y la pequeña asistente de la anciana. No le habían permitido quedarse ahí, y la verdad, aunque deseaba permanecer con ella hasta que supiese que estaría bien, no tenía fuerzas para discutir tanto con Sakura como Nekobaa-sama al mismo tiempo.

La cuestión sobre volver lo antes posible a Konoha estaba en su mente. No podía dejar de pensar en ello. Sin embargo, la idea de hacerlo le resultaba imposible. No sin antes saber que Hinata estaría bien.

Estaba siendo egoísta. Estaba pensando en lo que él deseaba y no lo que debía hacer. Debía volver a Konoha. Debía encontrar a Shisui. Debía hablar con el sandaime lo antes posible. Debía llamar a una reunión del clan Uchiha en el escondite secreto. Pero no quería hacerlo. Quería quedarse ahí, con ella.

Sí, estaba siendo egoísta y hasta irresponsable.

Suspiró con pesar, sabiendo que por mucho que intentara decirse a sí mismo que estar ahí en ese momento era lo que quería, terminaría saliendo rumbo a Konoha apenas Shisui llegase a ese lugar siguiendo su rastro. Ese era el tipo de hombre que era. No podía hacer más por Hinata de cualquier forma, estaba en manos de Sakura Haruno ahora. No tenía nada más que hacer ahí.

Toda mi vida he hecho lo que se espera de mí… - Pensó cerrando los ojos, visualizando cada escena en que contra su voluntad había actuado como un shinobi. – Elegí la vida de un ninja. Debo proteger mi aldea. Debo volver a Konoha y dar la información que tengo. Debo hablar con mi padre y decirle que Madara Uchiha está vivo. ¿Qué hará cuando la reciba?

Sus ojos lucían cansados y tristes, su mirada un tanto perdida, su tez más pálida de lo normal… todos signos claros del estrés que había tenido que pasar la última semana producto de la misión del equipo cero.

Nunca antes había fallado en una misión. No sabía lo que era esa sensación. No se trataba sobre haber capturado a Deidara o no (eventualmente capturaría a ese chico y lo llevaría a la justicia, no tenía duda alguna sobre eso), más bien sentía que había fracasado en mantener a su compañera a salvo.

Nunca debí llevarla… - Pensó cerrando los ojos. – Nunca debí exponerla a ese tipo de peligro. Recibió ese golpe por protegerme. Yo debí haberlo recibido… no ella. Yo debería estar inconsciente… no ella.

Esa era la vida de un shinobi. Ellos eran herramientas al servicio de su país, la muerte era un riesgo para un ninja y era algo con lo cual siempre había podido lidiar sin inmutarse. Por ello, entendió lo peligroso que era ese sentimiento en su pecho cuando se trataba de estar al servicio del País del Fuego. Hubiese dejado que Konoha ardiera en llamas si se trataba de proteger a Sasuke… y ahora se daba cuenta… que habría hecho lo mismo por proteger a Hinata.

Y no tenía intención alguna de hacer algo al respecto. Quería a Hinata. Sin importar lo que ello significara y asumiendo todas las consecuencias de su actos, sus sentimientos por ella no cambiarían. Sin embargo la pregunta era otra, la cuestión a debatir no era él… era ella.

Él la quería en su vida, tal vez… el resto de su vida. Pero… ¿Y ella? ¿Lo querría de vuelta?

La pregunta venía rondando desde el momento en que sus labios se separaron suavemente y ella lo miró con una sonrisa antes de cerrar los ojos, susurrándole "gracias".

Aquel beso había marcado un antes y un después en la vida de Itachi Uchiha.

Se había percatado de los sentimientos que Hinata despertaba en él desde que fue integrado al equipo cero. Su compañía le era agradable, su voz le provocaba calma, sus mejillas sonrojadas le parecían adorables, su sonrisa hacía que su pecho cosquilleara y quisiera sonreír con ella. Sin embargo, no iba más allá de eso. No le estaba permitido que fuese más allá de eso pues no importaba lo que él sintiera, ella no sentiría lo mismo por él. Por lo mismo, Itachi se conformaba con saber que la joven Hyuga pudiese encontrar amor si Naruto se fijaba en ella.

Aquello había cambiado. Aquel suave beso sobre sus labios, la forma delicada en que sus dedos tocaron sus mejillas, la manera en que susurró sobre sus labios "gracias…", le decían, que por primera vez desde que la conocía le era permitido visualizar una vida con ella. Sintió esperanza. Un anhelo de que tal vez, sólo quizás, ella fuese la recompensa que le estaba dando la vida por todo el dolor que había tenido que sobrellevar hasta entonces.

Sin embargo, no se trataba sobre lo que él sintiese, sino de lo que ella sintiese. No se trataba sobre lo que él quisiera sino lo que ella quisiera.

Hasta ese día había pensando que lo que Hinata deseaba era la oportunidad de poder estar cerca de Naruto Uzumaki. Lo había amado en silencio desde que era una niña… incluso cuando todo el resto de la villa parecía verlo como un pez fuera de agua, como algo que debía temerse y odiarse, ¿Podría él entonces competir con ese tipo de sentimientos? No sólo eso pero… ¿Quería competir por ello?

No realmente. Deseaba que ella fuese feliz, aunque eso significara verla con alguien más.

Itachi Uchiha tenía 21 años, ya no estaba en esa edad en que las personas descubren sus sentimientos e intentan pelear en contra de ellos. Él era un adulto. Si sentía algo no tendría problemas en mostrarlo, si se estaba enamorando de Hinata Hyuga se lo podría hacer saber. Si ella tenía conflictos con lo que sentía podía esperarla y ayudarla a descubrir lo que deseaba. Sin embargo, eso no significaba que tuviese menos miedo al respecto de lo que hubiese sentido alguien en su adolescencia. Después de todo, era la primera vez que se sentía así. Ese tipo de cosas le era bastante desconocido, y así como sentía esperanza de que Hinata Hyuga pudiese ser la mujer de su vida, también sentía miedo de que él no pudiese ser el hombre de la suya.

Sintió pasos atrás provenientes del pasillo. Se volteó rápidamente esperando que fuese Sakura para decirle que Hinata se pondría bien. En vez de eso, se encontró con los ojos oscuros de su hermano. Le sonrió. La verdad apenas habían hablado, pero se imaginó que estaba molesto por la postura que tenía, con los brazos cruzados y mirándolo con una mueca de disgusto.

-Sasuke. – Dijo Itachi a modo de saludo. - ¿Quieres té?

-Sabes que no me gustan esas cosas. – Dijo un tanto amargado sentándose junto a Itachi en el suelo.

Se quedó en silencio un momento y ambos hermanos miraron el fuego. La forma en que las llamas besaban los troncos secos capturaron su atención, después de todo, el clan Uchiha era conocido por su aprecio al fuego. Era como si en medio de la nada, en una ciudad que había sido saqueada y derrotada por su clan, aun las llamas quisieran contar una historia.

No obstante, Itachi entendió que Sasuke no estaba ahí por el placer de su compañía. La forma en que estaba sentado mostrando lo irritado que se sentía hizo muy visible para él que deseaba que le preguntase qué le sucedía.

-¿Estás molesto por algo? – La respuesta era obvia para Itachi, seguramente estaba enojado porque se había puesto innecesariamente en un gran riesgo. – Ya te dije que estoy bien otouto. Aun me queda mucho tiempo para seguir golpeándote la frente.

– Hmph. Ni si quiera parecías contento de verme. A veces actúas tal como lo hace chichi.

Itachi suspiró. - ¿Entiendes lo grave que se encontraba Hinata-san, verdad? Era más importante ver que recibiera tratamiento en ese momento.

Sasuke ladeó el rostro hacia un costado, mostrando claramente lo sentido que debía estar con él. – Siempre actúas como si todo fuese más importante que yo.

-Ambos sabemos que eso no es así. – Itachi intentó llamar la atención de su hermano menor picándole el hombro con su dedo índice hasta que éste se volteó. – Sasuke. No hay nada más importante para mí que tú.

-¿Ni si quiera Shisui? – Preguntó Sasuke mirándolo de reojo.

- Ni si quiera Shisui. – Respondió con firmeza. – Eres mi hermano menor, no importa lo que pase, siempre serás mi persona favorita en este mundo. Un lazo especial nos une.

-Itachi… - Susurró Sasuke sonriéndole y se inclinó contra su brazo. – No me vuelvas a asustar así. Pensé que me iba a volver loco.

-Lo siento. - Murmuró poniendo una mano sobre la cabeza de su hermano y desordenándole el cabello. – Intentaré no volver a preocuparte de esa forma.

Sasuke levantó la mirada para observar los gestos de su hermano. Si no lo hubiese conocido mejor, hasta hubiese dicho que estaba deprimido.

-Nii-san… ¿Qué sucedió en Amegakure? – Le preguntó nuevamente. Lo había hecho antes pero Itachi dijo que no era el momento, tal vez ahora sí lo era. – Luces preocupado.

-Lo estoy. A pesar de que nuestra misión de infiltrarnos en secreto fracasó, conseguimos información valiosa para la villa que debo entregar a la brevedad, información llena de problemas que visualizo a futuro. Sin embargo, nos costó muy caro averiguarlo.

-¿Es por ella? ¿Por ella estás así? – Preguntó Sasuke cruzándose de brazos. No hubo respuesta, sólo silencio. – Estoy seguro que a Shisui sí le dirías qué es lo que te sucede.

Y era cierto. Itachi probablemente sí le diría. Suspiró con pesar nuevamente. Había cosas que no podía explicarle a Sasuke. No porque fuese menor que él, sino por la forma en que actuaba aun.

-No soy muy bueno cuando se trata de este tipo de cosas. – Le confesó Sasuke mirando el suelo y sonrojando levemente. – Pero… pero… yo también puedo escucharte y darte consejos nii-san.

Itachi río. Le parecía que Sasuke se volvía cada día más adorable. - ¿Quieres que te muestre que pasó?

-Sí nii-san. – Dijo entusiasmado.

Itachi activó al sharingan y le enseñó todo a Sasuke en un genjutsu.

Le mostró la forma en que se había introducido al País de la Lluvia, la destrucción de ese lugar, de las villas en ruinas, como durmió abrazado a Hinata y luego siguieron su camino hasta Soragakure. Le reveló a detalle el ataque de Konan, la forma en que engañó al enmascarado en un genjutsu, la confesión del hombre que se llamaba a si mismo Madara Uchiha, la manera en que Hinata lo había defendido y la posterior huida.

Sasuke vio los pormenores de como Itachi había caído de rodillas pidiéndole a los niños refugio, el calvario en que había estado los últimos días cuidando de la joven Hyuga, la forma en que le hablaba, cuidaba de ella, la acariciaba mientras dormía y hasta había orado por su recuperación.

Observó la noche en que Hinata despertó y supo, que Hinata Hyuga había estado o estaba enamorada de Naruto… algo que realmente no lo sorprendió. Lo que sí lo dejó completamente pasmado fue la expresión casi desesperada y asustada de su hermano que le decía a la joven que él no era Naruto y como sus labios se unían sin que él pudiese terminar de hablar. Todo se volvía negro en ese momento, como si Itachi hubiese cerrado los ojos y escuchó en un murmullo la palabra "gracias".

Cuando la imagen volvió, la chica estaba durmiendo y vio la desesperación de Itachi quien supo en ese momento que no podía seguir ahí. La había envuelto en su capa y la había tomado entre sus brazos saliendo a la noche para buscar ayuda. Vio y sintió lo que veía y sentía su hermano. Sintió el miedo, ese pavor helado que lo golpeaba en el rostro tal como lo hacían las gotas de lluvia de aquel país que no dejaba de llorar. Entonces todo terminó, justo cuando se vio a si mismo en el genjutsu de su hermano, gritándole "Nii-san".

Ahora podía comprender la forma en que había actuado cuando lo encontraron.

-Tú… tú y ella…

-Espero discreción de tu parte. – Dijo Itachi desactivando el sharingan dejando de mirarlo. - Esto es algo que ni si quiera le diría a Shisui.

-Itachi… tú…

Sasuke suspiró. No había necesidad de decirlo. Pudo sentir lo que su hermano sentía mientras la cargaba por las ciénagas inundadas. Itachi no respondió. Sasuke sonrió con algo de melancolía, la idea de compartir a su hermano con alguien más no le hacía mucha gracia, pero en cierta manera se alegraba por él. Al menos había encontrado alguien similar a su persona, que parecía sentir algo… algo especial por su hermano. No iba a hablarle del tema. Si él quería hacerlo lo escucharía, pero hasta Sasuke entendía que alguien tan reservado como su hermano encontraría dificultoso hablar sobre lo que sentía.

- ¿Quién es Madara Uchiha? ¿Por qué desea destruir Konoha?

-No lo sé con exactitud. – Respondió Itachi dándole un sorbo a su taza de té. – Hace un tiempo, cuando tú eras sólo un niño… estaban ocurriendo algunas cosas entre el clan y Konoha. Cosas que no puedo decirte…

-¿Por qué no? – Lo interrumpió Sasuke.

-Es mejor que no lo sepas. – Dijo Itachi con seriedad.

-¿Por qué siempre me tratas como un niño…? – La pregunta sacó a Itachi de su posición calmada, mirándolo con algo de preocupación. – Toda mi vida he querido alcanzarte… pero siempre estás tan lejos. Cualquier cosa que logro parece insignificante al lado tuyo. – Sasuke sonrió. - ¿Cómo podría superarte cuando te graduaste de la academia a los siete? Activaste el sharingan a los ocho años. A los diez ya era chuunin. A los trece ingresaste a ANBU y antes de que finalizara ese año te volviste capitán de escuadrón. A los 18 evitaste la emboscada contra el Sandaime e eliminaste al gran Orochimaru, uno de los tres legendarios sannin de Konoha en un espectáculo de llamas negras que hasta el día de hoy te hacen "el legendario Itachi de las llamas negras". Posees en mangekyo… un sharingan muy superior al mío. Es probable que incluso seas Hokage. Y aun así… y aun teniendo todo lo que yo deseaba, la aprobación y reconocimiento de chichi, el mérito de ser el shinobi más grandioso del clan y tal vez hasta la aldea, el cariño incondicional de Shisui, el amor de más de la mitad de las chicas de Konoha, la fama a través del mundo Shinobi de ser uno de los ninjas más letales del ANBU… aun así… – Sasuke lo miró con tristeza. – Nunca te vi sonreír de la forma en que lo haces cuando estás con esa chica. Nunca has sido realmente feliz, ¿Verdad?

-Sasuke… - Murmuró Itachi.

Si hasta su hermano menor se daba cuenta de lo profundo de sus sentimientos, entonces, no había caso en intentar ocultárselos a él, o incluso, a todo el resto.

- Cuando desapareciste, no pude evitar pensar en que estúpido había sido todos estos años intentando superarte… cuando lo que en realidad deseaba… era ser como tú. – Sasuke parecía más determinado que nunca. – Eres un gran hombre Itachi. Y estoy seguro que Hinata Hyuga también ve eso. Pero no te mentiré, Naruto también es una gran persona, no puedo culparla por estar enamorada de él, sólo me extraña que Sakura no lo esté, cuando él siempre se ha mostrado interesada en ella… en vez de eso, sigue perdiendo el tiempo pensando que algún día yo podré amarla... – Itachi lo miró sorprendido. – Si alguna vez repites lo que acabo de decir, lo negaré a muerte.

-Está bien. – Respondió Itachi riendo. No podía creer que Sasuke estuviese hablando de sentimiento y que hasta hubiese utilizado la palabra "amor" en una oración. Eso era algo nuevo. Tal vez su hermano menor estuviese creciendo. – Tienes razón, usualmente te trato como un niño. Pero… ya no lo haré más. Creo que tú tienes la fuerza para cambiar al clan Uchiha desde sus raíces, Sasuke. Creo que tu puedes lograr todas las cosas en que yo he fallado.

-Lo haré nii-san. – Respondió con confianza. – Aunque tú seas el Hokage, yo estaré contigo. Seré una herramienta al servicio de la voluntad del fuego también y cambiaré al clan, lo haré ser más reconocido de lo que ya es, y siempre lo protegeré. Sólo… sólo dime que estaba pasando con el clan y la aldea. Nunca nadie me dice nada.

-Está bien. – Dijo Itachi, aclarándose la garganta. Iba a ser una larga historia. - Todo comenzó cuando tú eras sólo un bebe. El país estaba en guerra en ese entonces. Recuerdo haber estado cargándote mientras escuchaba el caos y la destrucción que caía en Konoha… fue el día en que el kyuubi atacó.

Y entonces, dos hermanos tuvieron una larga conversación sobre el clan Uchiha, Konoha, los planes de Fugaku Uchiha, el misterioso enmascarado que apareció y que Shisui e Itachi combatieron, la misión rango S de Itachi que nunca completó, las negociaciones del Sandaime y sobre todo… el dolor que sentía por haber sido un espía para Konoha en desmedro de su propia familia. Le habló de la amenaza de Danzo, de la forma en que Shisui y él planificaron despertar el mangekyo para mantener la paz, la desesperación ante la idea de perder todo lo que una vez había sido querido para él.

Y para sorpresa de Itachi, Sasuke lo entendió, perdonándolo por lo que había hecho y por lo que podría haber hecho. Fue ese el momento preciso en que Itachi Uchiha le cerró la puerta a ese episodio de su vida y siguió el consejo de su hermano…

Iba a encontrar su propia felicidad y proteger la Villa al mismo tiempo.
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Love Is por Sasha545 Empty Re: Love Is por Sasha545

Mensaje por Hotaru Senju Sáb Mar 09, 2013 5:21 pm

Naruto despertó estornudando esa madrugada. - Maldita lluvia – pensó, lo había hecho enfermar. Sin embargo lo peor no había sido despertar sintiendo que se ahogaba con la comezón en su garganta, sino el hecho de que un gato estaba durmiendo en su cara. Gritó tan fuerte que despertó a Kiba quien le lanzó un cojín en el rostro que terminó de rematar su mala suerte, haciendo que el felino le rasguñara las mejillas.

Se puso su polerón naranja encima; necesitaba buscar a Sakura para que le diera algún medicamente que lo hiciera sentirse mejor. Sin embargo, no llevaba más de unos pasos hacia la puerta cuando su estómago gruñó con fuerza evidenciado que debía comer alguna cosa.

-Me pregunto si habrá agua hirviendo para mi ramen instantáneo… – Dijo en voz alta rascándose la parte posterior de su cabeza mientras caminaba hasta su mochila, tanteándola en la oscuridad y sacando su tan adorado cup ramen.

Caminó por los pasillos y a decir verdad, estuvo perdido alrededor de dos horas. Estaba seguro de que había tomado el camino correcto, sin embargo había terminado completamente desorientado.

Lo peor era la cantidad de gatos que lo seguían, como si llevase pescado o algo así. En un momento determinado sinceramente creyó que toda la manada de felinos lo iba a atacar, cuando para su alivio encontró su camino de vuelta. Juro que nunca más iba a acercarse a un gato si salía de esa ciudad vivo.

Caminó por lo que le pareció horas hasta que pasó por un pasillo en donde las voces le llamaron la atención. Dobló en la esquina y reconoció ese lugar, en una de las habitaciones en el pasillo estaba Sakura con Hinata. Siguió siguiendo las voces por el corredor hasta que encontró una sala. Ahí frente al fuego, Sasuke e Itachi estaban sentados en silencio mirando las brazas de lo que en algún momento debió ser fuego.

-¡Ey! ¡Que bueno que los encuentro! ¡Llevo horas perdido! – Les gritó saludándolos con alegría. - ¿Sabes dónde puedo encontrar agua hirviendo? Necesito comer algo, estoy hambriento. – Nuevamente Naruto estornudó, limpiándose la nariz disimuladamente con la manga de su polerón.

-Debería quedar algo en la tetera Naruto-kun. – Respondió Itachi sin mirarlo con una tasa entre sus manos.

-¡Sí! ¡En tres minutos estarás en mi estómago, delicioso ramen! – Exclamó con felicidad sonriendo de oreja a oreja. Caminó hasta las brazas y retiró la tetera con las pinzas para el fuego.

Fue sólo en ese momento en que notó la hostilidad en la mirada de Sasuke.

-¿Sucede algo? – Le preguntó con curiosidad al ver que lo miraba de reojo. Su ex compañero de equipo no le respondió sólo agudizó su mirada como si en cualquier momento le fuera a gritar. – Deja de verme así, da miedo. – Tapó el ramen y se sentó a esperar los tres minutos.

-¿Volverás conmigo a Konoha? – Le preguntó Sasuke con seriedad a su hermano mayor.

-Deberíamos esperar a Shisui. Debe estar en camino si mi cuervo ya lo encontró. – Dijo Itachi con calma. Era el único en el clan con quien podría enfrentar a la par a Madara Uchiha.

-Tienes razón. – Asintió Sasuke. – Esperaremos por Shisui antes de volver.

-¿Quieren decirme que está pasando? – Preguntó Naruto un tanto irritado.

Ninguno de los hermanos habló, ese asunto era demasiado delicado como para que saliera del clan. Itachi no estaba seguro de la veracidad de las palabras del enmascarado; era tan probable que sí fuese Madara Uchiha como que no lo fuera. Tendría que llevar a cabo una investigación en Konoha sobre los Uchiha y la ubicación de todos los miembros del clan, ya fuese que vivieran o no.

Por su lado, Sasuke observó a Naruto con antipatía pensando que su mejor amigo era la piedra en el camino de la felicidad de su hermano mayor. A diferencia de Itachi, Sasuke veía eso de la atracción como algo posesivo. El principio era simple, si deseas algo, tómalo. Nunca pensó en que la naturaleza bondadosa y auto sacrificada de su hermano le impedía anteponer sus propios deseos a los de Hinata. No podía concebir el por qué su hermano, alguien que siempre había sido un verdadero genio en batalla, se rendía con el tema incluso antes de intentarlo.

-Descuida Naruto-kun. – Dijo Itachi. – No es nada que te concierna. Un asunto de familia.

-Uhm… - Naruto no estaba completamente convencido. – Ustedes son como mi familia.

Tanto Itachi como Sasuke se vieron un tanto sorprendidos por el comentario de Naruto quien los observó con tristeza en sus ojos. No había malas intenciones en él de querer saber algo por curiosidad, era más bien preocupación por ellos.

Itachi sonrió. – Tú también eres como un hermano menor para mí. – Naruto subió el rostro para mirarlo con sorpresa. Era la primera vez que alguien le decía algo como eso. – Y estoy seguro que también lo eres para Sasuke. Hablaremos de este tema cuando volvamos a Konoha. Es algo que primero debemos discutir con nuestra familia, eso es todo.

-No pongas palabras en mi boca, Itachi. – Dijo Sasuke irritado y mirando hacia un costado. – Nunca podría ser hermano de alguien como ese perdedor.

-¡Teme! – Gritó Naruto apuntándolo con el dedo índice. - ¡Yo hablaba que Itachi era como mi hermano no tú! – Hizo un gesto de negación con ambas manos bastante cómico. – No. Thank you, ¡Antes muerto a ser hermano de un bastardo arrogante!

-¡Y yo antes muerto a ser el hermano de un daltónico que lo único que hace es comer ramen! – Gritó Sasuke de vuelta.

-¡Tu lo único que haces es comer arroz y decir "hmph" como si eso fuese una palabra! – Contestó Naruto. - ¡Cuando sea Hokage dejarás de decirme perdedor! Te atragantarás con todos esos hmph hmph hmph que dirás al verme pasar.

-¡Es más probable que me case con Ino Yamanaka antes de que tú seas Hokage! – Se burló Sasuke haciendo que aparecieran venitas en la frente de Naruto. – Y si por algún milagro de la naturaleza llegaras a ser Hokage, seguramente tu mayor logro será cambiar el color del uniforme de verde a naranja. Así de inútil eres.

-¡Repite eso! – Gritó Naruto.

¿Cuántos años venía Itachi escuchando ese tipo de peleas? Muchos… tantos que a veces se le hacía difícil contarlos. Naruto era una persona especial, su alegría contagiaba a los que lo rodeaban y aunque Sasuke odiara admitirlo, él también lo sentía así. Sonrió con alivio viendo como ambos seguían peleando, tomando sus ropas a la altura del pecho y zarandeándose como si en cualquier momento uno de los dos fuese a lanzar el primer puñetazo. Esa era su dinámica.

La idea de que Hinata amara a alguien como Naruto no le molestaba en lo absoluto. Era una buena persona, que siempre sonreía y mostraba demasiado entusiasmo por las cosas, hasta en detalle cómo alimentarse sólo a base de ramen (algo por lo cual Mikoto Uchiha lo vivía sermoneando dándole cucharonazos en la cabeza para que comiera verduras cuando se sentaba a la mesa de la casa Uchiha junto a Sasuke y Sakura). Pudo imaginar a Hinata viviendo con alguien así, que le diera la suficiente confianza y calidez para ser ella misma, para seguir sus sueños y su camino del ninja. Pudo ver a Naruto necesitando de alguien serena como lo era Hinata Hyuga, alguien con quien no necesitara ser un payaso para cubrir sus inseguridades, sino con quien pudiese confesarse sin miedo de un sermón o risas. Hinata tenía esa dulzura y quietud que hacía que se pudiese confiar en su persona y hablar libremente a su alrededor. No era del tipo que daba sermones ni se entrometía en la vida de otros, ella escuchaba y comprendía. Naruto necesitaría a alguien que lo trajera de vuelta a la realidad del mundo shinobi si alguna vez efectivamente se convertía en Hokage (algo de lo cual Itachi no dudaba, Naruto tenía la fuerza para lograrlo, sólo le faltaba la madurez) y Hinata tenía la dulzura suficiente para apoyarlo cuando se diera cuenta que la vida de un ninja estaba marcada por decisiones difíciles de tomar, de aquellas que rompen el corazón.

-Basta ya… - Dijo Itachi en un suspiro cuando los vio rodando por el suelo intentando golpearse mutuamente. – Naruto, tu ramen se echara a perder si lo dejas reposando más tiempo.

-¡Es cierto! – Gritó Uzumaki. - ¿Empate? – Le preguntó a Sasuke quien se encontraba bajo él.

-Nunca. – Dijo Sasuke levantando una rodilla y golpeándolo en el estómago. – Dobe.

Ambos se sentaron en el suelo componiéndose un poco. Naruto tomó su cup ramen y lo olfateo con una enorme sonrisa mientras que Sasuke miraba el reloj sobre la puerta de entrada.

-Deberías dormir un poco Itachi. – Dijo de la nada. – Has estado despierto toda la noche y esta por amanecer.

-También tú. – Respondió su hermano. – Descansaré luego. No te preocupes, no estoy cansado. – Mintió. Esa era una de las cosas que mejor se le daba, mentirle al resto sobre lo que sentía. – Aun tengo muchas cosas que hacer, escribir mi reporte para el Hokage, hablar con Shino y Kiba sobre la misión que debemos realizar, esperar que Shisui regrese para que podamos…

-Odio a las personas que se mienten a sí mismas. – Lo interrumpió Naruto mirándolo con dureza. – A nadie le importa que estés esperando saber si Hinata está bien o no. – Itachi no tuvo palabras para responderle, ni si quiera intento negarlo y aquello suavizó los ojos con que Naruto lo observaba. - ¡No te preocupes por eso! – Dijo con la boca llena, mientras empujaba los fideos con los palillos. – Sakura-chan es la mejor, de seguro Hinata-chan ya está bien. Confío en ella.

-Es cierto Itachi, Sakura es muy buena en lo que hace. Ve a descansar. – Añadió Sasuke cerrando los ojos. – Te despertaremos si algo ocurre.

Itachi suspiró. Ambos tenían razón, a pesar de su edad Sakura era la mejor médico ninja con que contaba la aldea. Se había especializado todo ese tiempo en medicina e incluso había viajado fuera de la Villa un tiempo para seguir sus estudios con Tsunade-sama, una de las alumnas del tercero.

Sin embargo, Itachi se conocía bien a sí mismo. Incluso si hubiese podido acostarse habría dado vueltas toda la noche pensando en Hinata, en si estaba bien o no y sobre todo en aquel beso.

Sin embargo, mientras se ponía de pie listo para admitir su derrota y retirarse, los tres escucharon pasos apurados provenientes del pasillo. Tres cabezas se voltearon simultáneamente hacia el marco de la puerta para observar la figura de Sakura aproximarse a ellos. La joven lucía agotada, su cabello estaba recogido hacia atrás pero algunas hebras caían hacia adelante evidenciando lo mucho que había estado esforzándose las últimas horas. El pecho de Itachi se contrajo aunque no mostró signos de preocupación en su rostro.

-¡Sakura-chan! – La saludó Naruto con una sonrisa. - ¿Cómo esta Hinata-chan? ¿Mejor?

Sakura asintió. – Su temperatura corporal es normal nuevamente, sus signos cardiacos son estables y creo haber neutralizado los alcaloides que había en su cuerpo a un mínimo. – Sakura comenzó a sacarse los guantes de plástico. – Recuperó la conciencia hace algunos momentos. Sasuke, tú conoces mejor este lugar, Nekobaa-sama me pidió que te dijera si podías buscar agua hervida y algo liviano para darle de comer a Hinata.

Una venita apareció en el rostro de Sasuke, irritado de que a él le estuviesen pidiendo hacer algo así. – Ugh. Está bien. Vamos Naruto.

-¡Claro! – Respondió parándose del suelo y terminando su ramen de golpe.

-De hecho… Naruto-kun debería ir a saludar a Hinata-san si Sakura así lo permite. – Dijo Itachi sonriendo con más tranquilidad y mirando el fuego con una sonrisa de alivio. – De seguro Hinata-san desea verte.

Naruto se preguntó por qué Hinata desearía verlo a él antes que a su primo Neji, pero luego recordó que Hinata estaba inconsciente cuando los encontraron, seguramente no sabía que estaba ahí… de hecho, tampoco debió haber sabido que él estaba ahí. No obstante, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Sakura anunció algo que sorprendió a los tres, en especial a Itachi.

-De hecho, a quien ha pedido ver es a ti… Itachi-kun. – El Uchiha volteó el rostro hacia ella lentamente y la miró con un tanto de miedo, la duda en él era visible. – Intenta no mantenerla despierta mucho tiempo… necesitará bastante reposo.

Itachi asintió poniéndose de pie y caminando hacia la puerta con calma.

·

·

·

·

·

-Itachi-kun…

Los párpados de Hinata se abrieron lentamente intentando acostumbrarse a la luz. Su consciencia volvía a ella de a poco y también lo hacía la sensibilidad del resto de su cuerpo. Un dolor punzante en su brazo le alertó; nuevamente podía sentirlo. Intentó moverse para tocarlo y asegurarse que aun estaba ahí.

Fue entonces que se percató de que ya no se encontraba en esa pequeña habitación en donde había estado los últimos días. No escuchaba el sonido de la lluvia, sólo el viento que parecía aullar y producir un melancólico eco que viajaba a ella junto con el sonido de fuertes maullidos.

-¿Itachi-kun…?

-No te muevas. – Hinata conocía esa voz, movió sus ojos hacia arriba y se encontró con su pelo rosa y sus ojos serios mirándola. – No te esfuerces. Sólo descansa. Estarás bien.

-Ha…Haruno-san… - Murmuró Hinata entrecerrando los ojos. - ¿Dónde estoy?

-Estás en Sala del Cielo. – Le respondió Sakura con amabilidad.

Entonces Hinata adivinó que si estaba despierta, sintiéndose horrible y al mismo tiempo recuperando la sensibilidad de su brazo, era producto de la joven que se encontraba con ella. Si que era talentosa cuando se trataba de ninjutsu médico.

-Gracias… Haruno-san. Gracias por…

-No hay de qué. – Respondió limpiándose el sudor con su muñeca. – Si que fuiste un desafío Hinata-san.

-Nunca había visto a alguien peleando por su vida de la forma en que lo hiciste tú. – La voz que Hinata percibió era de alguien más. Estaba segura que era Nekobaa-sama pero no la veía. Movió su rostro hacia el otro lado de la cama y encontró dos figuras familiares, la abuelita de los gatos y su ayudante. – Gracias a dios que despiertas cariño. Sakura, dile a Sasuke-chan que traiga agua hervida y algo de comer.

-Sí, Nekobaa. – Respondió Sakura con una reverencia. – Su ayuda fue muy útil, no me imagine que tuviera ese tipo de conocimientos de medicina y venenos.

-Cuando vives tanto como yo y ves tres guerras mundiales, aprendes a la fuerza. – Respondió la anciana sacando su pipa y dándole una fuerte aspirada de alivio.

Hinata mostró signos de dolor por su brazo y cuando lo sacó de las frazadas notó que estaba completamente vendado. Intentó sentarse y cuando vieron lo que estaba haciend todas se abalanzaron sobre ella para intentar ayudarla. Había estado tanto tiempo acostada e inmóvil que sentir la energía para moverse la hizo querer salir de ahí y comenzar a correr y reír en voz alta.

- ¿Hace cuanto… hace cuanto que nos encontraron? – Preguntó Hinata con dificultad. El dolor se hacía cada vez más intenso.

-Ayer, a medio día. – Respondió Sakura. – Debe estar por amanecer ahora. – Suspiró con pesar y bostezó sonoramente. – Sólo descansa Hinata-san, te vendré a ver en unas horas.

La joven Haruno comenzó a caminar hacia la salida retirándose el delantal con que había cubierto su ropa. Hinata la miró con gratitud.

-Sakura-san… ¿Dónde está Itachi-kun? – Lo había querido preguntar desde que abrió los ojos. Muchas cosas estaban volviendo a ella, cosas que la asustaron y la hicieron sonrojar.

– Itachi está en la otra sala esperando saber noticias de tu estado.

Hinata tragó saliva, su estómago comenzó a darle vueltas y su corazón se aceleró. Estaba segura que c sentirse así no era nada bueno por lo débil que se encontraba su cuerpo, tanto que Sakura se alarmó al notar como se estaba sonrojando, volviendo hacia ella con rapidez y poniendo su mano sobre la frente de Hinata.

-¿Estás bien? – Le preguntó preocupada. - ¿Hinata?

-S..sí. – Respondió en un murmullo. Sakura sacó su estetoscopio y lo puso en su pecho para ver si algo había ocurrido, percibiendo el aumento de su ritmo cardiaco. – Haruno-san…¿Podría verlo?

Sakura fijo sus ojos en ella con tristeza. Reconocía esa mirada. Podía entender perfectamente que estaba pasando Hinata. El aumento del palpitar de su corazón y el color en su rostro no se debía al veneno que su cuerpo aun estaba eliminando. Aquella mirada era la misma que ella tenía cuando se observaba al espejo en la mañana y deseaba ver a Sasuke Uchiha nuevamente, sabiendo que ahora no lo haría con frecuencia debido a que no estaban en el mismo equipo.

-No es bueno que te agites. Cuando hayas comido y descansado lo suficiente…

-Por.. por favor. – La interrumpió Hinata. – Necesito… yo… necesito verlo.

-Entonces lo verás. – Dijo Nekobaa-sama. – Ve por Itachi-chan. No puedes negarle a una jovencita que vea a su galante héroe después de lo que ambos debieron haber pasado juntos.

-Eso..eso no es así. – Dijo Hinata sonrojándose aun más y negando con las manos. Se moría de vergüenza ante las insinuaciones de la anciana. – Yo.. yo sólo quiero agra…

-No es de nuestra incumbencia, querida. – Interrumpió la anciana.

Había vivido demasiados años entre hombres del clan Uchiha como para haber sido ciega a cuando uno de ellos se enamoraba. La diferencia era, que Itachi Uchiha era su preferido entre todos ellos y nunca antes lo había visto actuar de esa forma. Cuando el amor toca la puerta de dos jóvenes, lo mínimo que una anciana como ella podía hacer era darle un empujón. Por lo mismo le había dicho a Hinata como seguir a Itachi ese día en que él se marchó antes del amanecer.

La peli rosa suspiró abnegada, no podía negárselo. Sólo asintió indicando que lo haría y abandonó la habitación.

Hinata se miró las manos y comenzó a temblar nerviosa. Recordaba lo que había sucedido antes de que perdiera la noción del tiempo. Se comenzó a preguntar si todo eso sólo habría sido su mente jugándole una broma, tal como había pasado cuando soñó sobre el futuro que deseaba.

En más de una ocasión había escuchado decir a las abuelas del clan Hyuga que el byakugan era una herramienta muy poderosa. Sonriendo les preguntaba el motivo de ello y la respuesta siempre era "El byakugan puede ver a través de todo, incluso a través del tiempo". Sólo ahora aquello tenía sentido. Incluso había rumores sobre que su bisabuela podía ver cosas que aun no pasaban, los llamaba sueños premonitorios, pero nadie en el clan había heredado esa habilidad por generaciones… ¿Habría si quiera una pequeña oportunidad de que soñar a Itachi Uchiha como el hombre sosteniendo en sus hombros a los pequeños que la llamaban mamá fuese uno de ellos? Si ese era el caso… Tenía poco tiempo para poder descifrar las preguntas que había en su mente.

¿Qué sentía por Itachi Uchiha? ¿Era esa sensación cálida en su pecho… amor o sólo un profundo agradecimiento por lo que él había hecho por ella desde que era una niña? ¿Realmente se veía a sí misma con él en un futuro cercano? ¿Qué sentía por Itachi? ¿Qué sentía por Naruto?

Eran emociones distintas sin duda. Lo que sentía por Naruto Uzumaki distaba de lo que experimentaba cuando estaba cerca de Itachi y al mismo tiempo, era similar. No la paralizaba por completo, pero la ponía lo suficientemente nerviosa como para que no supiera qué decir o hacer ahora que lo vería nuevamente. Sentía la suficiente confianza para hablarle de lo que fuera y abrirle su corazón, pero no podía evitar sonrojarse frente a él si la miraba fijamente con esos hermosos ojos almendrados.

-Deja de lucir tan preocupada. – Le ordenó la abuela. - Nadie tiene todas las respuestas para cosas como estas. Sólo pasan.

-Yo.. yo no… - Intentó justificarse Hinata, completamente nerviosa de que esa mujer pareciera leerla como un libro abierto. - ¿Qué quiere decir con eso?

-Podré ser una anciana, pero no soy ciega. – La abuela comenzó a reír en voz alta mientras fumaba. - ¿Realmente crees que son las primeras dos personas en enamorarse en una situación así? Es la naturaleza de los Uchiha. Son hombres que viven para el combate, la guerra y el peligro. Es en esas situaciones que alcanzan su verdadero potencial. Si Itachi no fuera el caballero que es seguramente ya no serías una doncella. Es una cosa de familia, ni si quiera Itachi-chan puede luchar contra su propia naturaleza. Es un Uchiha después de todo.

-¿Por..por qué me dice todo eso? – Preguntó Hinata sintiéndose un tanto incómoda.

-Conozco a Itachi-boy desde que era un pequeño. Durante la guerra, su madre lo dejó aquí una temporada… a él y a Shisui-chan. Volvió embarazada de Sasuke. – Hinata puso atención en las palabras de la anciana que sonreía resignada. – Ellos dos, Shisui-chan e Itachi-chan, son el futuro del clan Uchiha. Hay algo en sus ojos que los diferencian del resto, los hacen especiales, ¿Sabes?... – Hinata la miró asintiendo con una sonrisa, era cierto, Itachi tenía algo en sus ojos afilados que lo diferenciaba de cualquier otro hombre que conocía. - Sin embargo… así como una flor no puede florecer sin sol… un hombre no puede hacerlo sin amor en su vida. Tú e Itachi-boy van a hacer grandes cosas para el mundo shinobi, aun no se de que se tratará, pero mis huesos me lo dicen.

En ese momento escuchó un golpe suave en la puerta. Ambas se miraron un segundo y las mejillas de Hinata se volvieron a encender.

-¡Adelante! – Gritó la mujer caminando hacia la puerta seguida de la pequeña ayudante que siempre estaba con ella. La jovencita miró a Itachi con el corazón roto, entendiendo que había perdido a uno de los dos hermanos que la hacían sonrojar.

Itachi asomó su rostro con seriedad, buscando de inmediato a Hinata quien se encontraba sentada sobre la cama y apoyada con la espalda contra la pared.

-Los dejaré solos para que conversen. – Dijo la mujer saliendo de la habitación. – Vamos pequeña. – Tanto la anciana como su asistente se retiraron, sin que antes la abuela pusiera una mano sobre el hombre de Itachi y le sonriera en aprobación.

-¿Está bien? – Le preguntó Itachi cerrando la puerta atrás de sí y caminando con tranquilidad hacia el futón en donde ella descansaba.

Ambos se miraron a los ojos sin decir nada. Itachi lucía cansado, pálido y sucio. Hinata por su parte se veía sudorosa, exhausta y mucho más delgada. Sin embargo, bastó sólo un momento para que ambos supiesen que fuese lo que fuese que estaba pasando entre ellos hora, los hacía sonreír.

-S..sí. – Respondió Hinata sin despegar su mirada de él. No la ponía tan nerviosa como pensó que lo haría, de hecho, la hacía sentir un extraño consuelo. – Sólo… sólo me duele el brazo.

-¿Puedo ver? – Preguntó Itachi arrodillándose junto a ella. Hinata estiró el brazo vendado en su dirección e Itachi confirmó con alivio que lo sentía, pues al tocar su mano con la punta de sus dedos, Hinata sonrojó. - ¿Siente eso? – Le preguntó mirándola a los ojos sin pestañar.

-Sí… - Respondió ella en un murmullo, ¿Por qué su corazón latía fuerte y rápido ahora que Itachi estaba ahí? – Itachi-taicho… siento mucho haberlo puesto, en.. en esa situación.

-¿A qué se refiere? – Preguntó Itachi pasivamente.

-Bueno, sólo fui una molestia para usted esos días. Debió haberme dejado ahí y no…

-Hinata-san. – La interrumpió Itachi. – Fue descuidado e irresponsable de mi parte salir con usted bajo la lluvia. Es la primera vez que hago algo sólo por instinto, pero… encontré ayuda por el camino y volvimos a Sala del Cielo. Ahora está bien, por lo cual no me arrepiento de la decisión que tomé. Aun así, le pido disculpas por arriesgarme a…

-No… por favor. – Le pidió Hinata cerrando sus dedos en la mano de Itachi. – La que debe disculparse soy yo, no usted. Usted… usted no… usted salvó mi vida. - Itachi permaneció en silencio observando como Hinata bajaba el rostro en una reverencia. – Muchas gracias.

La joven sabía que eventualmente él se lo preguntaría. Itachi no era el tipo de hombre que haría algo para luego pretender que nada sucedió; era demasiado honorable para algo así, por eso Hinata debió haber estado esperando la pregunta. Sin embargo, cuando la escuchó, no pudo evitar sorprenderse.

-¿Recuerda lo que sucedió antes de que perdiera el conocimiento la última vez que despertó? – Los ojos de Itachi estaban fijos en las sabanas de Hinata. Pudo sentir que su mano se tensaba levemente, aunque no supo el motivo de ello, ¿Sería nervio? ¿Podría Itachi Uchiha sentir nervios de algo?

-Sí. Lo recuerdo. – Respondió Hinata con la voz casi ahogada. - ¿No fue un sueño, verdad?

-Tal vez lo fue. – Dijo Itachi con una sonrisa levantando el rostro. – Se sintió como uno. – Ambos permanecieron en silencio nuevamente, hasta que Itachi dijo lo que ambos pensaban. - ¿Quiere… que permanezca sólo como un sueño?

Sus miradas se volvieron a cruzar y entonces ambos supieron sin palabras, que no era del interés de ninguno de ellos que aquello fuese sólo un sueño. Sólo observando esos ojos almendrados Hinata Hyuga entendió que no quería que aquello se olvidara, más bien, quería que siempre le sostuviese la mano como lo hacía en ese instante. La hacía sentir segura.

Itachi por su parte comprendió viendo sus ojos lilas que Hinata era la persona que deseaba. Estaba enamorado de ella. No tenía nada más que pensar ni cuestionarse. Cualquier duda se aclaraba viendo sus mejillas sonrojarse sobre su piel de porcelana.

El joven Uchiha levantó su mano libre y la puso en las mejillas de Hinata. La joven dejó escapar un suspiro contenido y la distancia entre ambos se comenzó a acortar hasta que lo que pensaron pudo haber sido un sueño se volvió nuevamente real.

Los labios de Hinata temblaban sobre los suyos y las manos de Itachi tiritaban suavemente ante el contacto con su piel. Siempre había podido mantener la calma ante cualquier tipo de situación, pero se dio cuenta que cuando se trataba de ese tipo de cosas, su cuerpo no le obedecía, sólo le pedía más de ella, de sus labios, de aquella dulce esencia angelical que había en sus ojos violáceos.

Pronto descubrió que le faltaba el aire, pero eso no lo detuvo. Separó levemente sus rostros para respirar y volvió a besarla, esta vez con más intensidad. Atrapó los labios de Hinata entre los suyos y se sorprendió de sentir que ella soltaba su mano para dirigirla a su rostro, sosteniendo sus mejillas. La sensación fue grata, tanto que lo hubiese hecho detenerse y reír en voz alta. Pero no lo hizo. No quería separarse de ella.

Hinata nunca se había sentido tan viva como en ese momento. Sus cejas temblaban, su corazón se iba a desbordar, sus manos le ardían, todo en su cuerpo perdía el control. Por primera vez desde el día en que nació se permitía salir de lo que se esperaba de la hija del honorable Hiashi Hyuga para seguir su propio instinto.

– No quiero que sea un sueño… – Susurró Hinata sobre sus labios. – No quiero.. no quiero despertar y darme cuenta y que esto es.. es… mi imaginación.

– Espera. – Se separó de ella ligeramente apoyando su frente sobre la suya, ambos con los ojos cerrados intentando recuperar el aliento, sus manos sosteniendo las mejillas del otro mientras tocaban el rostro del otro con desesperación. - No quiero interponerme en el camino de tu felicidad. – Itachi sonrió, sin creer que fuese tan estúpido como para poder detenerse cuando todo en él le pedía más de ella. – Puedo esperar. Puedo esperar todo lo que desees. – Y algo extraño sucedió, algo que seguramente ni si quiera Itachi pensó ocurriría, dejó de tratarla de usted y empleó el tú. - Eres muy joven aun y sé que este tipo de cosas debe provocarte miedo o incluso confusión. Pensabas que ibas a morir y no querías hacerlo sin antes saber que se sentía… bueno… ya sabes. Soy mayor que tú, puedo esperar a que no tengas dudas en tu mente, ni en tu corazón.

-Itachi-kun… - Dijo Hinata sonriendo también, recordando la imagen del hombre que le daba la espalda en su sueño, aquel que cargaba sobre sus hombros a un pequeñito de cabellera azulada. – No tengo dudas.

¿Cómo podría tenerlas si lo escuchaba hablando de esa forma? ¿Cómo era posible que alguien no viera la bondad que había en él, esa calidez que desde siempre lo rodeaba y que la dejaba ver en primera fila? Si había dudas eran de otro tipo. No de lo que estaba sintiendo por él. Más bien, era … ¿Sería lo suficientemente buena para él? ¿Podría superar la vergüenza que todo aquello le causaba? ¿Podría madurar con rapidez para poder ser lo que él necesitaba de ella?

-Bien. – Dijo Itachi sonriendo. – Hinata-san, no soy como Naruto-kun o Sasuke, ni como Kiba-kun o Shino-kun. Soy un adulto que sabe lo que quiere. Y… y te quiero a ti. – Hinata sonrió aun más, era como si estuviese soñando pero lo que estaba pasando era claramente real.

La volvió a besar. Hinata experimentó cosas que jamás antes había sentido mientras sus labios se rozaban con gentileza. Ni si quiera se cuestionó a si misma si lo que estaban haciendo estaba bien o mal mientras seguía saboreando su piel. Lo sabía en ese momento. Sabía que Itachi Uchiha sería el primer y último hombre a quien besaría en su vida. Cerró los ojos lentamente y cualquier pensamiento en su mente comenzó a desaparecer mientras las manos de Itachi la tomaban en un abrazo. Se sentía tan extraño y placentero estar así con él, sentirlo cerca le daba seguridad, la hacía querer reír y decirle que nunca la dejara. Sin saber en qué momento había ocurrido, su cuerpo comenzó a inclinarse hacia atrás e Itachi hacia adelante.

Cada vez que siendo una niña imaginó un momento como ese, había sido con alguien distinto, en un lugar diferente y bajo circunstancias muy distantes a aquella. Deseó poder haber lucido mejor, haber tenido olor a lilas y no sudor y vómito, haber podido vestir seda y no vendajes y mallas. Pero no le importaba, se sentía feliz de estar viva, de que sus sueños no serían sólo eso sino que el destino le daría la oportunidad de poder volverlos realidad. Junto a él. Tenía miedo, no sabía que iba a ocurrir de ese momento en adelante, pero aceptó sin cuestionar que quería averiguarlo.

Sin embargo, el sonido de la puerta cerrándose con fuerza los alertó y los llevó de vuelta a la realidad. Se miraron sonrojando y descubrieron que no había nadie más que ellos dos ahí; pudieron comprender con aquella mirada descompuesta que las cosas se pudieron haber salido de control por completo. La desolación de los últimos días en que las esperanzas parecían perdidas los había arrojado a una situación en que ambos intuían que estaban celebrando porque ese no sería su último encuentro, porque tenían una nueva oportunidad de poder encontrar felicidad con la compañía del otro.

-Lo siento. – Dijo Itachi mirando hacia un costado. – No debí…

-Está bien. – Respondió Hinata asegurándole que no estaba ofendida o algo así, intentando controlar su pecho que se movía con rapidez hacia adelante y atrás. – Creo que alguien nos vio. – Eso en cambio, si la preocupaba. Lo que pasaba con Itachi era un secreto que prefería quedara sólo entre ambos.

-Sasuke. – Dijo Itachi. – Reconozco esos portazos. – Suspiró intentando calmarse y se acercó a ella besando su frente con ternura. - Seguramente trae comida para ti. Te dejaré descansar ahora. – Se puso de pie y Hinata estuvo tentada a gritarle que no se fuera, que no la dejara sola, que se quedara ahí con ella.

-I..Itachi-kun… - Dijo en cambio. - ¿Qué.. que pasará ahora?

-Cuando volvamos a Konoha, te pediré en matrimonio si me aceptas. – Le respondió. – Piénsalo mientras descansas.

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Naruto y Sasuke estaban sentados contra la pared luego de haber cerrado la puerta, ambos mirando en frente y en silencio. Sasuke casi había dejado caer el plato con arroz caliente y uno de los ojos de Naruto aun tenía un tic nervioso.

¿Realmente habían visto a Hinata e Itachi besándose con esa desesperación?

-No fue un genjutsu, ¿Verdad? – Le preguntó Naruto moviendo lentamente su rostro hacia Sasuke. – Porque si es una de tus bromas te aseguro que no es gracioso.

-No idiota. Fue real. – Dijo Sasuke con la mitad del rostro azul y sus ojos cubiertos con su flequillo. - Demasiado real.

-Entonces… Hinata-chan e Itachi… están… - Comenzó Naruto.

-Si terminas esa oración te daré la paliza de tu vida. – Sasuke aun sentía escalofríos de lo que habían visto. Tener que ver un simple beso en el genjutsu de Itachi ya había sido lo suficientemente malo, pero verlo actuando de esa forma como si su vida dependiese de besarla había subido el nivel de lo que su estómago podía soportar.

-¿Qué rayos está pasando entre Hinata e Itachi? – Naruto lo preguntó en voz alta, pero era algo que sin duda estaba en la mente de ambos amigos.

-¡Como si quisiera saberlo! – Gruñó Sasuke.

-¿Crees que… que…son novios o algo así?

Sasuke no lo sabía, sólo dijo lo que estaba en su mente en ese momento. -El miedo a la muerte produce cosas curiosas en las personas. – Respondió mirando el techo con quietud. - Puede separarlas o acercarlas mucho más de lo que tú o yo podamos entender.

-¿A qué te refieres? – Sasuke a veces olvidaba que a Naruto había que explicarle todo con manzanas.

-Me refiero que cuando ves que vas a morir, no es inusual que vengan todo tipo de pensamientos a tu mente y que te arrepientas de cosas que has hecho y sobre todo de las que nunca pudiste hacer. – Naruto asintió una y otra vez como si entendiese lo que Sasuke le estaba hablando. – Cuando ves la muerte cerca, empiezas a apreciar la vida. Sólo eso.

-¿Y qué tiene que ver eso con lo que ellos estaban haciendo? – Preguntó nuevamente Naruto.

Sasuke suspiró y rio en voz baja, abnegándose que acababa de perder a su hermano. - Ambos decidieron vivir y olvidarse de todo el resto. – Respondió sonriendo.

Si alguien merecía comenzar a vivir su propia vida, ese era Itachi.
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Love Is por Sasha545 Empty Re: Love Is por Sasha545

Mensaje por Hotaru Senju Sáb Mar 09, 2013 5:27 pm

Love is always patient and kind; it is never jealous, love is never boastful or conceited; it is never rude or selfish; it does not take offense, and is not resentful. Love takes no pleasure in other people's sins but delights in the truth; it is always ready to excuse, to trust, to hope, and to endure whatever comes. Love does not come to an end.

LOVE IS

CAPÍTULO 9

LOVE IS NOT RESENTFUL

(El amor no es Rencoroso)

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-Ya veo… así que te uniste a su lado.

-Madre… padre… yo…

-Lo sabemos, Itachi…

-Itachi, prométeme que… Cuidarás de Sasuke.

-Lo haré.

-No dudes. Es el camino que escogiste… A diferencia de tu dolor, el nuestro sólo durará un segundo. La forma en que pensamos es diferente pero, aun estoy orgulloso de ti. Eres realmente gentil.

NARUTO 590 – Te amaré por siempre.

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Neji había pasado todo el día con ella y la acompañó mientras dormitaba intentando recuperar sus fuerzas. Si alguien cuidaría de su prima, sería él. Había roto todas las reglas saliendo del distrito sin la autorización de Hiashi-sama, pero ya no importaba. Recibiría su sermón y consecuente castigo cuando volviese.

En un comienzo un gran grupo de miembros del clan se había reunido para salir en búsqueda de Hinata cuando la noticia llegó sobre el fracaso de la misión y su desaparición junto a Itachi Uchiha. La familia secundaria tenía como deber cuidar de la principal y todos lo veían no sólo como su labor, había una cuestión de honor de por medio. Era una vergüenza para ellos que una de las herederas de Hiashi estuviese en peligro mientras ellos estaban ahí sin hacer nada.

Para Neji era distinto, él quería ir por su prima menor no porque fuese su superior, sino porque era su familia.

Sin embargo, el consejo del clan desestimó la búsqueda alegando que si Itachi Uchiha, el mejor shinobi de la Villa, había fracasado, ninguno de ellos haría una diferencia. A Neji no le importó aquello, buscó a Sasuke y emprendió la búsqueda aceptando que sería castigado.

Por lo mismo, poder verla a salvo y recuperándose de sus heridas lo hizo sentirse aliviado. Su relación con Hinata había tenido sus altos y bajos, pero ahora que eran mayores no se imaginaba una vida sin ella alegrándola con esa hermosa sonrisa y sus ojos lilaceos. Era como su hermanita menor y realmente la quería.

De pronto, escuchó el estómago de Hinata gruñendo. - ¿Quiere comida, Hinata-sama? – Preguntó con solemnidad. Hinata asintió sonrojando. – Debió decirlo antes.

A medio día, Neji le trajo un poco de arroz blanco, sin condimentos ni aliños. Estaba insípido, demasiado blando, un poco frío, gomoso y desabrido… pero fue lejos la mejor comida de la vida de Hinata.

Todo tenía un nuevo brillo, color, sabor, olor y sensación desde que Itachi la había besado la noche anterior.

Hasta Neji se daba cuenta de que estaba sonriendo sin motivo aparente mientras jugueteaba con los palillos y el arroz. Tenía un aire un tanto inocente en su mirada, pero estaba lleno de esperanza y calidez, como si estuviese evocando una memoria muy agradable.

El Hyuga era uno de los mejores en su familia cuando se trataba de leer a las personas, y en especial, a su prima. Podía ver que no estaba ahí, sino que sumida en sus pensamientos en un lugar que sólo le pertenecía a ella. Se preguntó que podría haber cambiado dentro de Hinata para que se reflejara con tanta fuerza en sus ojos. Lucía viva, llena de energía y determinación. Era como si la viese por primera vez.

-¿Sucede algo, Hinata-sama? – Le preguntó con curiosidad mientras él también comía.

Hinata levantó los ojos de su plato de comida y se enfocó en su primo. – No.. no es nada nii-san. – Respondió con las mejillas levemente sonrojadas. – Esto está delicioso.

Neji subió una ceja mirando el arroz y se preguntó si ambos estaban comiendo lo mismo. Sabía que Sakura, Sasuke y Naruto lo habían preparado y no tenía sabor a nada. Era lejos el peor arroz que había saboreado en su vida. No se extrañaba de ello considerando que Naruto y Sasuke habían estado peleando sobre las medidas del agua, Sakura no sabía lavar el arroz y luego se dieron cuenta que no tenían con que condimentarlo. Era un milagro de por sí que no se les hubiese quemado. Cómo un equipo así había funcionado antes era un misterio para él, todo lo que hacían juntos resultaba en un completo desastre. Sin quererlo, terminó pensando en Lee y en Tenten. Seguramente recibiría un sermón de parte de Gai por no llevarlos con él. Pero, buscar a Hinata era algo que debía hacer por sí mismo, no podía involucrarlos a ellos en ese asunto.

De pronto la puerta se abrió. Hinata levantó suavemente la mirada; había estado esperando que Itachi entrara todo el día. Decir que se desilusionó de ver a Kiba, Akamaru y Shino entrar sería falso, pero había cierta tristeza al darse cuenta de que no eran quien ella esperaba. Se golpeó mentalmente y sacudió ese pensamiento de su mente sonriéndoles. Estaba siendo egoísta y hasta cruel; ella no era así. Ella amaba a sus amigos y realmente se sentía feliz de verlos, pero… no tanto como lo había estado cuando Itachi entró la noche anterior.

Como era de esperar Kiba se abalanzó sobre ella y la abrazó importándole poco o nada que Hinata estuviese apenas en mallas. La joven lo miró un tanto asustada mientras subía las sábanas con vergüenza. Era bastante ridículo que se sintiera así considerando que ambos la habían visto en mallas desde pequeña, pero eran ese tipo de actos de timidez lo que marcaba la personalidad de la joven.

-¡No vuelves a asustarnos de esa forma! – Le dijo con alegría mientras Akamaru le lamía el rostro una y otra vez. Hinata intentaba empujarlos un poco para que le dieran espacio y así poder respirar pero Kiba la sostenía como si no la quisiese dejar ir nunca en su vida. - ¡No tienes idea lo que pasamos buscándolos! ¿Verdad Akamaru?

-Kiba, dale espacio a Hinata. – Dijo Shino en tono de sermón. Kiba frunció el ceño y se sentó junto al futón en donde Hinata descansaba. - ¿Cómo te has sentido?

-Mucho mejor. – Respondió con una sonrisa. – No necesitan preocuparse, de verdad. Estoy… estoy bien.

-¿Y tu brazo? – Preguntó Kiba viendo las vendas. - ¿Lo has visto ya?

Hinata negó con el rostro. – Es lo de menos. Puedo mover los dedos y hacer sellos. No importa como luzca luego mi brazo.

-Ajá, siempre estás tapada con tu campera de cualquier forma. – Respondió Kiba.

-Sakura dijo que cambiaría sus vendas esta noche, Hinata-sama. – Interrumpió Neji. – Pero indicó que si su brazo dolía, debíamos llamarla para que lo revise.

Hinata asintió. Por supuesto que le dolía aun, pero estaba demasiado contenta como para haber estado pensando en ello. Sentía un dolor punzante en distintos puntos de su piel, pero era normal, supuso. Recordaba que cuando Neji y ella habían peleando en el torneo Chunnin, terminó mucho tiempo hospitalizada con dolores peores.

Sus compañeros le contaron todas las cosas que habían hecho sin ella esos días, incluyendo su viaje al País de las Aves. Shino tuvo que darle horribles miradas a Kiba para que no diera detalles de su misión en ese lugar y éste intentó cambiar el tema cuestionando un poco a Hinata sobre lo que había sucedido. Le hizo todo tipo de preguntas, sin embargo la joven no las contestó todas. Habían cosas de esos días en el País de la Lluvia que no estaba segura podía decir frente a Neji y también, cosas que sólo le pertenecían a ella y a Itachi.

Itachi y yo… - sólo pensarlo hizo que sus mejillas se encendieran y volviera a sonreír sin poder evitarlo.

Neji la miró de reojo. A pesar de que estaba en pésimas condiciones, sucia, más delgada, ojerosa y recién recuperando los colores en su rostro… nunca había sido más hermosa a sus ojos. La sonrisa de una mujer enamorada puede enternecer hasta el alma más dura y él no era la excepción.

-¿Te sucede algo? – Le preguntó Kiba subiendo una ceja y poniendo una mano sobre su frente. – Luces un tanto agitada. Tal vez tienes fiebre.

-Estoy bien. – Le aseguró terminando su arroz. – Sólo… sólo tenía mucha hambre.

-Eso es normal. Itachi Taicho mencionó que no comías hace días. – Hinata asintió y volvió a sonreír con la vista enfocada en el espacio frente a ella.

Kiba y Shino se observaron uno al otro con complicidad notando esa mirada en ella; era bastante similar a la forma en que reaccionaba cuando veía a Naruto, pero había algo más, había un toque de alegría que antes no estaba ahí. Había algo en la forma en que sus párpados caían levemente que antes no había estado… como… como si estuviese soñando despierta.

-Deberíamos dejar descansar a Hinata. – Interrumpió Shino, entendiendo que no sacarían mucho más de ella si la mitad de su mente esta divagando en un mundo aparte. – Ha pasado por muchas cosas estos últimos días.

-Está bien. – Dijo Kiba de mala gana, subiendo una ceja ante la forma en que su compañera observaba el vacío. A diferencia de Shino, él la conocía lo suficiente como para saber que nada bueno podía traerles que Hinata tuviese "esa" mirada. Lo extraño era que Naruto no se encontraba ahí. – Vamos Akamaru.

-Iré a dejar los platos a la cocina, Hinata-sama. – Le anunció Neji quitándole los servicios. - ¿Desea comer algo más?

Hinata negó con el rostro. – Aunque… si podría beber un poco de agua, nii-san.

-Se lo traeré enseguida. – Dijo Neji mientras los cuatro salían de ahí.

Hinata estiró su cuerpo y se volvió a acostar por completo mirando el techo. Estaba sola nuevamente. Sabía que estaría sola unos buenos minutos, la cocina estaba a bastante distancia de las habitaciones que Nekobaa-sama había dispuesto para ella.

Los maullidos de los gatos sonaban de vez en cuando traído por el eco de los corredores. Hinata se preguntó que harían tantos felinos en ese lugar. Así como muchas cosas que rodeaban a los Uchiha, aquello se le hacía un misterio.

Cerró los ojos y volvió a considerar la proposición de Itachi. Lo había hecho todo el día, en cada momento en que no dormía y aun soñando, pensaba en ello, ¿Cómo no hacerlo? Alguien que a sus ojos era tan maravilloso como él mostraba interés en ella.

Él era la persona más bondadosa que conocía, la más amable y por lejos la más talentosa. Cualquier mujer se habría sentido en el paraíso si Itachi Uchiha la hubiese mirado dos veces, y él, la estaba mirando a ella… una chica simple, de aspecto común, no muy delgada y de hecho hasta rellena, sin personalidad, con ojos raros y débil. No había algo que la hiciera destacar sobre las demás personas, podría haber pasado completamente desapercibida en un grupo de gente… y aun así, él la había encontrado notando que estaba ahí. Se sintió afortunada de que Itachi pudiera ver más allá de sus defectos.

Sin embargo, había tantas cosas que considerar, tantos problemas que solucionar antes de que si quiera pudiese verse como una mujer comprometida en matrimonio. El noviazgo era una cosa seria para su familia y por lo mismo ella había crecido considerándolo el paso que diferenciaba a una niña de una mujer, de poder usar el cabello suelto como un chica soltera o comenzar a amarrárselo como una verdadera señorita del clan comprometida en matrimonio.

En primer lugar, estaba el asunto de su edad. Las mujeres de la familia principal de su clan se comprometían desde pequeñas en noviazgos eternos que duraban hasta que llegaban a la edad en que podían procrear y dejaban de ser niñas al recibir su primer sangrado. Sin embargo, Hinata nunca había sido comprometida en matrimonio con nadie… su padre la miraba demasiado en menos como para haberla ofrecido antes que Hanabi. Ella no era la heredera del clan, no podía estar comprometida antes que su hermana, por lo tanto con quien se casara no tenía mucha importancia, siempre y cuando fuese después que lo hiciera Hanabi.

Luego, estaba el asunto del sello del clan… algo que no sabía cómo le diría a Itachi. En el momento que saliera de la familia principal para formar una propia, recibiría el sello al igual que todos los Hyuga. Y sus hijos también lo recibirían… ¿Estaría Itachi de acuerdo con algo así? No creía que él se pondría muy contento de saber que sus hijos tendrían un sello maldito atándolos por completo al clan Hyuga, debiéndoles obediencia y subordinación, permitiéndoles completo control sobre las decisiones de su vida.

-Hijos…– Susurró Hinata poniendo una de sus manos sobre el pecho sonrojando violentamente. Estaba pensando en hijos con él… realmente estaba pensando en eso. Se tapó el rostro con una almohada y empezó a reír.

Estaba feliz.

¿Tenía algo de malo después de haber vivido tantos años en la más absoluta de las tristezas permitirse reír en voz alta? No lo sabía, pero se sentía culpable por ello. No estaba acostumbrada a esa sensación en su estómago. Por el contrario, para ella era habitual tener que soportar el dolor con una sonrisa, obligándose a si misma a mostrar su mejor rostro… pero… pero algo muy distinto era encontrar motivos para sonreír de verdad.

Itachi la hacia sonreír. Siempre lo había hecho.

No importaba cuantos asuntos tuviese que solucionar para poder estar con él, sabía que los iría arreglando por el camino porque él no la dejaría sola. Saber que sin importar qué pasara, Itachi la apoyaría, le daba la suficiente confianza como para querer embarcarse en esta nueva etapa de su vida.

De pronto, la puerta se cerró. De inmediato pensó que Neji había vuelto, por lo mismo se sorprendió de ver aquellos ojos ónix mirar en su dirección. Se cubrió el torso con las sábanas al notar que la estaba inspeccionando con la mirada.

-¿Sasuke-kun? – Preguntó extrañada.

No esperaba ver a Sasuke en ese lugar. No lo había visto desde que había despertado. Por otro lado, su relación con el Uchiha no era para nada buena por lo cual no se sorprendió de que él no quisiera verla. Incluso entendió si de alguna forma la culpase por haber demorado a su hermano en el País de la Lluvia más de la cuenta.

Aunque de un momento a otro, un atisbo de ilusión apareció en su pecho al considerar que tal vez, Itachi lo había mandado a decirle algo o a verla. Aquello le sacó una sonrisa sincera.

- ¿Sucede algo? – Le preguntó.

Escuchó a Sasuke suspirar. - No me gusta andar con rodeos. – Dijo caminando en su dirección hasta quedar a su lado para sentarse en el piso con las piernas cruzadas una sobre la otra. Afirmó sus manos en los muslos y respiró profundamente. – Cualquiera con dos dedos de frente sabe que mientras crecíamos, sólo tenías ojos para el perdedor. Siempre lo perseguías, lo mirabas, te desmayabas cuando estaba cerca, te ponías roja y no podías hablar… - Los ojos de Hinata se agrandaron y tragó pesado. - ¿Aun es así? ¿Tienes sentimientos por él? ¿Por Naruto?

Hinata frunció el ceño levemente, ¿Itachi lo mandaría a preguntarle eso? ¿Por qué no se lo preguntaba él directamente? – Lo siento, Sasuke-kun, pero ese a..asunto no es algo que conversaría con usted. – Hinata no quería ser grosera, pero siempre había sido reservada con sus cosas. Ella y Sasuke no eran amigos como para que él se tomara ese tipo de confianza.

-Naruto es mi mejor amigo. – Dijo cortante. – Pero Itachi es mi hermano. No quiero verlo enamorándose de una mujer que ama a alguien más. No se merece algo así.

¿Enamorarse? – Pensó Hinata sintiendo un poco de pánico y al mismo tiempo excitación. - ¿Itachi-kun está enamorado de mí?

No podía culpar a Sasuke por estar planteándole las cosas de esa forma. Ni si quiera se había detenido a pensar qué pasaba con sus sentimientos por Naruto… sólo sabía que Itachi la hacía feliz y que besarlo había sido el punto culmine de toda su vida.

No obstante, era innegable que Naruto era alguien que removía cosas dentro de ella, Sasuke tenía razón… Itachi se merecía más que eso. Itachi merecía alguien que sólo sintiera cosas por él y nadie más que él.

Ella en cambio admiraba a Naruto, lo quería muchísimo. Había encontrado en el rubio un ejemplo a seguir para no perderse durante los largos años en que nadie parecía querer notar que podía ser más que un estorbo. Cuando miraba a Uzumaki se sentía más segura, con más fuerza, con la determinación suficiente para cumplir sus sueños y perseguirlos sin importar qué. Gracias a él, ella no retrocedía en su palabra… ¿Cómo no haber tenido sentimientos por él? Claro que los tenía, era posible que siempre los tuviese. Naruto era alguien que la había salvado de morir ahogada en sus propias lágrimas. Ver que él se podía poner de pie sin importar cuantas veces el mundo lo golpeaba, la había hecho querer seguir de pie también.

-Entiendo. – Dijo con sencillez agachando levemente el rostro. La sonrisa que había portado todo el día se difuminó. –Naruto-kun es alguien muy especial para mí.

-Ya veo. – Respondió Sasuke con calma, aun mirándola con desconfianza. – No soy bueno con este tipo de asuntos así que te lo preguntaré de la forma más sencilla que puedo… ¿Qué sientes por Naruto?

Hinata no sabía qué decirle, realmente ese no era un tema que quisiera discutir con él. Pero esos ojos negros la estaban analizando cuidadosamente y de cierta forma u otra, le debía una respuesta.

– Sólo… sólo quiero verlo feliz. – Dijo con algo de melancolía.

-¿Y por Itachi? – Preguntó Sasuke frunciendo el ceño.

– Itachi-kun… él… él es… creo que yo… - Sasuke no era paciente, pero le dio tiempo para que organizara lo que quería decir. No podía presionarla, ya estaba completamente fuera de lugar teniendo esa conversación con ella. – Yo… - Las mejillas de Hinata se estaban volviendo rojas, demasiado para el gusto del Uchiha. – Yo quiero hacerlo feliz.

Y entonces Hinata lo comprendió.

La diferencia entre lo que sentía por Naruto e Itachi era sencilla… mientras que deseaba toda la felicidad del mundo para Naruto Uzumaki, quería darle toda la felicidad del mundo a Itachi Uchiha por sí misma, hacer todo lo humanamente posible porque él fuese feliz, junto a ella, de la misma forma en que ella se sentía estando cerca de él. Sus dudas se despejaron. Era libre para tomar ese nuevo camino en su vida, uno que jamás esperó

Sasuke suspiró entendiendo qué significaba lo que la chica acababa de decir. – Y eso es justo lo que mi hermano necesita.

A los ojos de Sasuke, a pesar de tenerlo todo, Itachi nunca había sido una persona que fuese familiar con la palabra felicidad. Era el precio de ser tan grandioso.

Cuando era pequeño y discutían sus notas de la academia Itachi le había advertido el precio que pagaban los shinobis más destacados que el resto… se volvían arrogantes y solitarios, un destino del cual él mismo deseaba escapar. Sabía que los shinobis eran sólo vistos como molestias y aquel pensamiento había evitado que Itachi se acercara demasiado al resto.

Naruto por otro lado, era un payaso que siempre reía, pero que traía consigo años de dolor en los cuales podría haber terminado volviéndose loco. La soledad de Uzukami era palpable cuando recién lo conoció y muchas veces lo miró a la distancia preguntándose cómo podía soportar que todos lo trataran como si fuese una plaga. Lamentablemente, Hinata había decidido en desmedro de Naruto. Ella quería hacer feliz a su hermano.

-Eso es todo lo que quería saber. – Terminó de decir. – Y… bueno… si alguna vez yo… te traté de forma…

-Está bien, Sasuke-kun. – Hinata lo perdonó sin que él si quiera tuviese que pedírselo. – No t-tengo dudas sobre lo que siento por su hermano. – Se sonrojó y bajó el rostro. - Entiendo su preocupación por él.

Sasuke hizo una mueca un tanto asqueada, como si todo el tema le revolviese el estómago y se sintiese completamente irritado. Aquello hizo reír a Hinata. Podía entender que estaba haciendo un gran esfuerzo; el pelinegro no era el tipo de persona que hablara de cosas así. Seguramente, si lo estaba haciendo, se debía a que Itachi era la persona más importante en su vida y no quería ver que ella lo lastimara.

Para fortuna de todos, Hinata no tenía intención de lastimar a Itachi, quería hacerlo feliz.

El resto de su vida.

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-¡Ya cierra la boca! Que ruidoso eres. – dijo Shisui Uchiha metiéndose un dedo en la oreja.

-¡Voy a explotar si no me dejan salir, jmm! – Gritó la caja de madera que estaban tirando con los perros de Kakashi. Gracias al cielo Yamato había incluido ruedas.

Aun así, la fricción de la arena había hecho los últimos kilómetros bastante difíciles de soportar, deteniendo la velocidad con que estaban avanzando.

-¿No podrías haber usando un genjutsu para paralizarlo y hacerlo callar? – Le preguntó Yamato un tanto cansado.

-No es necesario. Mientras no pueda utilizar las manos no puede moldear esos… esos… bueno esos bichos feos. – Respondió Shisui con una mueca.

-¡Mi arte es sublime! – Respondió la voz desde la caja. - ¡Un simplón como tú jamás podría apreciarlo! ¡Jmm!

-Tienes razón. – Dijo Shisui riendo. – No soy tan refinado como para distinguir una obra de arte de un bicho de greda.

-¿Lo que vemos adelante es Sala del Cielo? – Preguntó Kakashi un tanto confundido. – Vaya, entonces la leyenda de este lugar es cierta.

-Sí, Itachi está allá. Espero que se alegre cuando vea mi regalo. – Respondió Shisui volviendo a reír. – Conociéndolo no habría vuelto a Konoha sin ir por él y me imagino en la condición que debió haber quedado después de aquello en el País de la Lluvia.

-Que considerado de tu parte. – Dijo Yamato con amargura. - ¿Entonces por qué no cargas esto tú?

-Pues… me duele la espalda. – Respondió Shisui intentando inventar cualquier cosa rápido. – El otro día estuve ayudando a una abuela con sus paquetes…

-Esa historia de las abuelas del clan Uchiha la conozco. – Dijo Kakashi riendo suavemente. A veces se le olvidaba que Shisui y Obito habían sido primos. – Al parecer nunca cargan sus propias bolsas.

-¡Pero es cierto! – Alegó Shisui cruzándose de brazos. – Eran cientos de paquetes, los cargué todo el día.

-¡Ey! ¿No me escuchan? – Gritó el tipo encerrado en la caja. - ¡Déjenme salir! ¡Juro que los haré explotar!

-¿Qué haremos con éste sujeto? – Preguntó Yamato.

-Se lo entregaremos a Ibiki Morino para que lo interrogue. – Agregó Shisui mientras pasaban debajo del arco de entrada. - Dudo que haya estado volando Villas por amor a "su arte". Alguien debió haberlo contratado. Que ANBU lo averigüe, no hay espacio para sujetos así en la estación de policía.

Siguieron caminando y bebiendo agua de sus cantimploras. El clima cálido no era muy del agrado de ninguno de ellos. La verdad, lucían bastante agotados pero al menos mantenían el buen ánimo. La búsqueda que emprendieron había sido larga, cansadora y poco productiva. El país de la lluvia era un lugar desagradable, al menos en eso estaban de acuerdo. Su pobreza, el aire melancólico que se respiraba, la devastación, la miseria humana y los niños huérfanos eran algo común, pero desgarrador para cualquiera. Por otro lado, los perros de Kakashi no tenían rastro de Itachi ni de Hinata pues la lluvia se llevaba los olores. Se encontraban en el norte del territorio cuando Shisui recibió un cuervo negro diciendo que Itachi estaba bien y que se encontraba en Sala del Cielo; supo que no tenía caso haber viajado tan lejos sin al menos terminar la misión del equipo Rei (Shisui conocía todo al respecto, Itachi no guardaba secretos con él).

-¡Denka! – Gritó el Uchiha corriendo cuando vio a un gato ninja acercarse. - ¡Kakashi, desactiva la invocación de los perros! ¡Denka no los soporta! – Los perros desaparecieron rápidamente en una bola de humo.

-¡Shisui-boy! Tú e Itachi trayendo perros a este lugar… Hasta en eso se parecen. – Dijo con amargura y gruñendo, aunque luego de que Shisui le lanzara una pequeña botellita de matatabi Denka dejó de quejarse. – Al menos traes bonitos regalos.

-¿Dónde está Tachi? – Preguntó con felicidad. La idea de ver la cara de su primo favorito vivo lo ponía de muy buen humor. - ¡Anda! No seas molesto… llévame con él.

-Tienes que presentarte con Nekobaa-sama primero. – Respondió el gato moviendo su cola de lado a lado. – Trajiste visitas y ya sabes cómo son las cosas en este lugar.

El Uchiha frunció el ceño con molestia. Siempre estaba de buen humor pero cuando los ojos de Shisui se volvían rojos y sus aspas negras giraban, hasta ese gato sabía que debía dejar de molestar. - Dejemos las formalidades para otro momento. Tenemos un prisionero rango S. Necesito a Itachi.

-Está bien, sígueme. – Dijo el gato rindiéndose con más rapidez de lo esperado.

-¡Oye Shisui! – Gritó Kakashi. - ¿Dónde se supone que dejamos esto?

-Vigílenlo mientras vuelvo. – Dijo deshaciéndose del problema ondeando su mano con desinterés. Pudo jurar que escuchó a Yamato gruñendo y a Kakashi suspirando con pesar.

Deidara era peligroso, pero no era tan estúpido como para quedarse con él un segundo más. Quería ver a Itachi, darle un abrazo, luego un puñetazo en la cara por preocuparlo y después zanjar cuentas tal vez con un poco de sake tibio. Tenían mucho de que hablar y si lo que decía la nota era cierto, no podían quedarse mucho tiempo ahí. Era menester que volvieran juntos a Konoha y decidieran que harían con la información que poseían.

Mientras caminaba por los largos pasillos de Sala del Cielo, se preguntó si Madara Uchiha habría estado entre los hombres que tomaron esa ciudad. Era probable que sí. Seguramente conocía todos los rincones de la fortaleza. Pensándolo de esa forma, no era muy inteligente de su parte quedarse mucho tiempo ahí. Sólo agradecía que Nekobaa hubiese puesto 150 sellos especiales alrededor de la ciudad en forma de barrera para que sólo entraran personas guiadas por gatos. Por lo general, los felinos eran fácilmente sobornables, pero no todos sabían que lo que pedían era matatabi.

Se encontró a su primo sentado en un salón, solo, rodeado de gatos y escribiendo algo en un pergamino. Se rascó la cabeza y lo miró con dudas.

-Más te vale que eso sea una nota de agradecimiento. – Dijo Shisui acercándose. – Me tenías preocupado grandísimo idiota.

-Shisui… - Murmuró Itachi dándose vuelta. – Estaba esperándote.

-Me lo imaginé, de lo contrario no estarías aquí. – Shisui suspiró al ver lo demacrado que se veía su primo. No sabía qué había estado haciendo los últimos días pero lucía terrible.

-Itachi-boy, Shisui-boy, más les vale hablar con Nekobaa a la brevedad. Adora tenerlos de visita y seguramente ase un gran atún en su honor. – El gato se lamió los bigotes sólo de pensar en ello.

- Gracias Denka. Déjanos solos, por favor. – Le respondió Shisui mirando a Itachi con seriedad. Sólo cuando el gato se retiró de la habitación volvió a hablar. – Estás pálido, delgado, parece que no has dormido en días, ¿Y aun sonríes? ¿Qué mierda está pasando Itachi?

-Debemos volver a la brevedad a Konoha. – Le informó terminando de escribir lo que estaba haciendo y enrollándolo en un pergamino. – Debo entregarle al Hokage todos los pormenores que Madara me hizo saber.

-¿Estás seguro de ello? – Preguntó Shisui con desconfianza. – Madara Uchiha debió morir hace décadas en el Valle del Fin. Si estuviese vivo tendría… bueno… Tendría más de cien años. Tal vez no valga la pena cargar los hombros del sandaime con esto.

-¿Recuerdas ese sujeto enmascarado que ingresó al templo Naka hace 8 años? – Shisui lo recordaba bien, la sonrisa de su rostro fue desapareciendo. – Era él. Era el mismo sujeto enmascarado. Sólo los Uchiha conocemos sobre la piedra en el templo, pero ese sujeto ingresó al escondite a leer algo escrito ahí y luego intentó convencernos de que el Clan Uchiha estaba muerto y que debíamos unirnos a su causa y abandonar la Villa. Era el mismo sujeto Shisui, sólo que ahora se hizo llamar Madara Uchiha.

-Claro que lo recuerdo. Aun no puedo usar mi ojo derecho debido a eso. – Respondió. No había podido activar el kotoamatsukami de aquel ojo en bastante tiempo. Su ojo derecho lo había utilizado en la reunión del clan, haciéndolos pensar que debían olvidarse del golpe de estado y manipularlos a aceptar la condición del Hokage. Shisui arriesgó su vida en ello, pero triunfó. Ese era un secreto que ni si quiera Itachi sabía. - ¿Estás seguro?

-Utilizó técnicas que sólo un mangekyo sharingan puede activar, se parecen a las que realiza Kakashi-san. – Respondió con seriedad. – Pero no entiendo Shisui. Tu orden con el kotoamatsukami fue que no destruyera Konoha. Cuando lo dijo en voz alta, tu activaste el genjutsu, ¿Recuerdas?, pero ahora… tiene esa idea fija en mente. – Itachi parecía un tanto confundido intentando analizar la situación que se le presentaba. - ¿Cuál fue la orden que le diste en ese entonces cuando nos enfrentamos a él?

-Ah… eso… uhmmm… - Shisui se rascó la parte posterior de su cabeza. – Básicamente la orden fue que no te matara… – Itachi lo miró confundido unos segundos y de la nada comenzó a reír con fuerza, ¿Había gastado su ojo derecho por casi ocho años por una orden tan tonta? Shisui levantó una ceja, había pasado mucho, mucho tiempo sin escuchar a su primo reír. Definitivamente algo estaba pasando con él y lo averiguaría de una u otra forma. – No te rías imbécil, era un mocoso aun… fue lo primero que pensé.

-Eso explica que no intentara matarme. – Respondió Itachi cruzándose de brazos. – Creo que tu genjutsu me salvó de una situación bastante difícil.

-¿No resultaste herido en ese combate? – Le preguntó. Aun no podía creer que enfrentándose a alguien tan atemorizante Itachi no hubiese recibido daño alguno.

-No. – Respondió poniéndose de pie. – Sin embargo, tuve que utilizar esa otra técnica.

-Con que fue eso… - Dijo Shisui suspirando. – Luces realmente mal. Esa técnica siempre te deja en un estado deplorable… - Sus párpados cayeron levemente y lo inspeccionó con suspicacia. – Aunque estás extrañamente feliz. – Subió una ceja con sospecha, sentía que había algo que Itachi no estaba diciéndole… y si había alguien realmente bueno en esconder cosas… ese era su primo. Podía mentir como un experto. – Entonces, ¿La que recibió el veneno fue tu compañera? Sakura me dio un antídoto para…

-Hinata-san está bien. Sakura la atendió y se está recuperando. – La mirada un tanto ausente de Itachi le reveló más de lo que pensó encontrar en sus palabras.

-¿Y… qué se supone que hace Sakura Haruno en un escondite secreto del clan Uchiha? – Preguntó Shisui molesto.

-Sasuke.

-Ese pequeño bastardo… - Frunció el ceño molesto. – Le prohibí que viniera. Le daré una paliza cuando lo vea.

-Olvídalo. Tú mejor que nadie sabes que Sasuke no se iba a quedar tranquilo sabiendo que mi misión había fracasado. Fuiste descuidado en dejarlo leer la nota. Te la mandé a ti pensando que serías lo suficientemente prudente para no alarmar a todo el clan. – Shisui sonrojó levemente. Itachi aveces olvidaba lo escandaloso que su primo podía llegar a ser.

-Bueno, si lo pones así… supongo que es mi culpa. – Se excusó de mala gana. Aun pensaba darle una paliza a Sasuke pero tenía el leve presentimiento de que eso no sería necesario. Fugaku Uchiha lo haría por él. - Creo que le debo un beso a la señorita Haruno.

-Algo me dice que ella tiene mucho que ver con ese ojo morado en tu rostro. – Itachi se cruzó de brazos con un atisbo de sonrisa. Shisui adoraba meterse en problemas cuando se trataba de las jovencitas de Konoha.

-No te pases de listo, Tachi. – Le respondió Shisui dándole un zape en la cabeza. Generalmente hacía eso, era el mayor entre ambos. – Ohh… casi lo olvidaba. Tengo un regalo para ti. – Itachi lo miró curioso. – Capturamos a Deidara antes de volver.

-¿No lo mataste? – Preguntó sorprendido.

-No me gusta matar enemigos. Es preferible que lo interroguen y lo dejen prisionero un buen tiempo. Que el Hokage decida lo que estime pertinente con ese mocoso. – Dijo bostezando un tanto aburrido y estirando los brazos. - ¿Cuándo volvemos a Konoha? Hay que trasladarlo a la brevedad.

-¿Te encuentras en condiciones para correr de vuelta a la aldea? – Preguntó Itachi.

-Sí. Este asunto no puede esperar. Y tampoco lo de Madara Uchiha. – Se paró derecho y amarró con fuerza su protector de frente. – Sólo comeré alguna cosa y podemos partir.

-¿Me da tiempo para despedirme de Hinata-san? – Preguntó Itachi sin mirar a Shisui, quien sonrió pícaramente y se acercó a su primo picándole una mejilla.

-¿Por qué? – comenzó a reír ante el silencio de Itachi. - ¡Lo sabía! Lucías demasiado feliz para ser alguien que acaba de fracasar en una misión rango S.

- La pediré en matrimonio si me acepta. – Respondió Itachi indiferente a sus burlas. No le agradaba mucho lo que él estaba insinuando. Tomó el pergamino y comenzó a caminar en dirección al salón en donde descansaba Nekobaa.

-¿Matrimonio? ¿Estás loco? – Preguntó Shisui persiguiéndolo por el corredor, ¿Por qué Itachi le estaría pidiendo matrimonio a esa chica? A menos que… – No me digas que tú y ella… ¡Bien hecho primito! ¡Sabía que eventualmente te sacarías ese cinturón de castidad! Nadie se creía ese aspecto de mártir que tie…

- No insinúes estupideces. – Lo sermoneó Itachi mirándolo de reojo. – Ella es una dama, nunca le faltaría el respecto a una señorita.

-¿Entonces por qué diablos te querrías casar con ella? – Le volvió a preguntar. – Anda no tienes que mentirme, sé mejor que nadie lo excitante que puede ser intimar con una kunoichi durante una misión peligrosa. A todos nos pasa… pero eso no significa que te tengas que casar con ella.

Itachi suspiró. – Nada pasó. Deberías dejar de leer esos libros que escribe Jiraiya-sama.

-¿Tienes noción que es de la edad de Sasuke, verdad? – Le preguntó Shisui, aun no muy convencido de que todo eso fuera una buena idea.

-Lo tengo claro. – Respondió atravesando un lugar en donde los gatos se juntaban al fuego

-Oh… ¿Y tienes claro que vas a matar a tu padre de un infarto cuando se entere que su hijo mayor, el próximo líder del clan, se va a casar con una Hyuga? – Esto cada vez se ponía mejor. Muy pocas veces Shisui se sentía tan divertido como cuando imaginaba a Fugaku teniendo una paraplejia. - ¿Puedo estar presente cuando se lo digas?

El estómago de Itachi se tensó levemente. Había estado pensando en ello. –Sé que será difícil, y que es probable que no me vuelva a dirigir la palabra. También sé que es probable que Hiashi Hyuga se sienta ofendido por mi petición. Sabes que siempre pienso en todas las posibles consecuencias de mí actuar.

-No había pensando en eso. – Shisui suspiró. – No te preocupes. – Si había alguien que él amara de verdad como a un hermano menor, ese era Itachi. Verlo tan preocupado y con la mirada un tanto perdida lo hizo preocuparse. - Supongo que si esperas unos meses más podría activar mi ojo para…

-No. Esto debo hacerlo por mí mismo. – Respondió sonriendo más tranquilo. – Le demostraré a Hiashi Hyuga que soy digno de su hija y a mi padre que una alianza con el clan Hyuga puede resultar beneficioso para todos.

-¿Y si eso falla? – Le preguntó Shisui mirándolo con resignación, sabiendo que no había forma de que Itachi fuese a retroceder. Así era él, cada vez que decidía algo lo llevaba hasta las últimas consecuencias. – Y si Fugaku y Hiashi Hyuga no permiten que ambos se casen, ¿Entonces qué?

Itachi bajó el rostro. No tenía respuesta para eso, pero le dijo a Shisui lo que había estado en su mente.

-Nunca he entendido el motivo por el cual las personas tienden a complicar las cosas más de lo que son. Quiero estar con ella y ella quiere estar conmigo… eso es todo lo que importa.

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-No mentiré Hinata-san. – Dijo Sakura mientras revisaba su brazo. – Podría haber estado obligada a amputarte el brazo si Itachi no te hubiese traído cuando lo hizo. Tu piel se estaba muriendo. Es un milagro que este sanando de forma tan favorable.

Sakura comenzó a cortar las vendas con cuidado para no lastimar a la joven. Encontró piel un tanto morada, en algunos sectores en donde habían entrado las espinas venenosas, pero aparte de eso, estaba comenzando a sanarse con el antídoto que le había suministrado.

Hinata se sonrojó – Itachi-kun cuidó de mí. Él no hubiese dejado que.. que perdiera un brazo.

Sakura sintió un toque de envidia. Su voz desprendía tanto cariño y confianza en la figura del Uchiha. – Itachi y tú parecen ser muy cercanos. – Le sonrió con complicidad, como se hace cuando se habla entre mujeres. - Que envidia. Sasuke ni si quiera nota que estoy aquí.

Hinata la miró con algo de lástima. – Estoy segura que Naruto-kun sí lo hace.

Sakura se sintió confundida por las palabras de la joven peliazul. No era como si fuese un secreto que estaba enamorado de ella, pero que Hinata lo dijera en voz alta, sobre todo considerando que desde siempre ella había mostrado interés en Naruto, la hizo verla extrañada.

¿Por qué Hinata era mucho mejor persona que ella? No le molestaba su bondad, sino más bien mirar dentro de sí misma y descubrir su propio egoísmo. Si a Sasuke le hubiese gustado otra mujer, jamás le podría haber dicho algo como lo que Hinata acababa de decir. Ella hubiese luchando por el amor de Sasuke sin importar qué. No entendía por qué la Hyuga no hacía lo mismo por el amor de Naruto.

-No te muevas, limpiaré esto. – Dijo un tanto cabizbaja poniendo alcohol en un poco de algodón. - Podría arderte.

No volvieron a hablar del tema. No eran realmente amigas pero había un trato de mutuo respeto entre ambas.

Hinata había deseado ser como Sakura Haruno toda su vida, pero ahora que la veía de cerca con esos ojos tristes esperando por Sasuke, entendió que nunca estuvo en su destino parecerse a alguien como ella, pues alguien como ella, no atraía a hombres como Itachi Uchiha.

-Sakura-san...

-Sí, ¿Qué sucede? ¿Te duele? Sólo estoy vendando, ¿Está muy apretado? – Le preguntó un poco preocupada.

Hinata negó con el rostro moviéndolo de lado a lado con gentileza. – Espero que algún día Sasuke-kun se dé cuenta de la gran mujer que eres. – Los párpados de Sakura se abrieron en sorpresa y luego cayeron en melancolía. – Pero… si no lo hace… recuerda que, que… a veces piensas que amas a alguien y que nunca más podrás amar a otra persona… pero… pero... sucede. – La pelirosa frunció el ceño en tristeza. - Ves a alguien que siempre estuvo ahí y que te hacía sentir bien, y no sabías que esa felicidad que te hacía sentir, era amor. – Sakura bajó el rostro y pensó en Naruto. Él la hacía feliz… pero… su corazón no latía con fuerza cuando lo veía, latía por Sasuke. - El amor no debería poner una mirada triste en ti… sino hacer que sonrías y quieras gritar de alegría todo el tiempo.

-Sasuke sólo me hace llorar… - Confesó Sakura con tristeza mientras terminaba de amarrar la venda a su brazo. – Pero no importa, lo seguiré esperando. No todo amor debe ser un cuento de hadas.

Hinata no dijo más. Ya era suficiente; ella no solía inmiscuirse en los asuntos de otras personas. Además Sakura tenía razón, el amor entre las personas no necesariamente debía provocar lo mismo en todos. Así como cada ser humano es distinto, cada experiencia de un sentimiento puede también serlo. Si ella se sentía feliz sólo con pensar en Itachi y Sakura sentía tristeza al pensar en Sasuke, no significaba que lo que sintieran por ellos fuese distinto… la diferencia estaba en lo que ellos sentían de vuelta.

- ¿Has experimentado nauseas? – Preguntó Sakura con el estetoscopio en su pecho, escuchando su corazón. - ¿Mareos?

-No. – Respondió Hinata. – Me siento bien, sólo me duele el brazo.

-Te daré pastillas para que deje de doler, pero te darán algo de sueño. – Le indicó. – Mañana puedes volver a comer con normalidad si no vomitas nuevamente. Cuando esté segura que tus órganos están funcionando correctamente podrás levantarte. Intenta descasar.

-Escucha a la señorita médico Hinata-san, de seguro sabe lo que dice.

Hinata se cubrió el torso con rapidez viendo la sonrisa un tanto pícara de Shisui Uchiha en la puerta. Vestía un protector de pecho al estilo ANBU con una katana en su espalda. Llevaba una camiseta oscura manga corta con el cuello largo y suelto.

Los ojos de Shisui Uchiha eran afilados y sus pestañas remarcaban aun más sus iris negras. La única diferencia visible entre Shisui con sus primos era que su cabello no caía liso sino que se ondulaba en las puntas. Compararlo con Itachi en su mente la hizo preguntarse dónde estaba él.

-¿Sabes golpear? – Le preguntó Sakura dándose la vuelta un tanto irritada. - ¿Qué quieres?

-Alguien me dijo que tu antídoto funcionó… por lo cual vengo a darte lo que te prometí. – Hinata notó una vena en la frente de Sakura apareciendo visiblemente mientras levantaba su puño en dirección a él.

-Ese ojo morado se ve bastante solitario, tal vez quiera compañía. – La amenaza fue tan clara que Hinata se encogió entre sus hombros.

-Calma cerezo… sólo bromeaba. – Dijo Shisui. – De hecho, vengo a decirte que parto de vuelta a Konoha en un instante.

Sakura levantó una ceja con cara de "¿Qué me importa?". A Hinata se le hizo bastante extraña su interacción, como si hubiese algo entre ellos de lo cual no estaba informada.

-Me gustaría que me revises, claro. – Le respondió el Uchiha. - ¿Quién sabe que tipo de daños pude haber sufrido estos días? – La sonrisa de Shisui evidenciaba que sabía cuanto aquello estaba molestando a Sakura. - ¿Me sacó la ropa aquí o quieres hacerlo en privado?

-Estás tentanto tu suerte… Uchiha. – Sakura cerró los ojos, una de sus cejas estaba temblando.

-Sólo bromeaba, sólo bromeaba… - Insistió Shisui. – De hecho, ya que voy saliendo… Quería un beso de despedida. Nunca se sabe si nos volveremos a ver, cerecita.

-Shisui Uchiha. – Sakura se puso de pie colocándose uno de sus guantes negros con sumo placer en su rostro. - Te voy a matar.

Y así como si nada, Shisui comenzó a correr por el pasillo perseguido por Sakura. Hinata suspiró sin entender a qué se debía todo eso. Por lo general la joven Haruno siempre soportaba ese tipo de actitudes provenientes de Naruto sin decir nada al respecto, sólo ignorándolo o respondiéndole con acidez. Que sintiera tanta repulsión por Shisui, al punto de intentar golpearlo, la hizo preguntarse si la joven si quiera se daba cuenta que el Uchiha estaba tomándole el pelo.

De pronto la puerta volvió a abrirse con suavidad. Hinata se sorprendió, esperaba que Sakura se demorara mucho más en darle una paliza a Shisui Uchiha, pero sus facciones se suavizaron y no pudo evitar sonreír al ver que la persona que entraba en la habitación era la misma que había estado esperando todo el día.

-Lo siento, era la única forma de tener un momento a solas contigo. – Dijo Itachi acercándose a ella escondiendo algo atrás de sí. – Aunque, Shisui exageró un poco en el plan. Pido disculpas si te ofendió su actitud.

-No..no me ofendió. Por.. por favor no me pidas disculpas. – Dijo Hinata rápidamente. - ¿Por qué… por qué hicieron eso? – Pregunto mirándolo con suavidad mientras Itachi se arrodillaba junto a ella.

-Por dos motivos. - Respondió Itachi con una sonrisa tierna, subiendo su dedo índice. – Primero, por esto… - Se inclinó hacia ella y la besó en la mejilla con cuidado. Hinata cerró los ojos, también sonriendo. Fue apenas un roce de su labio en el rostro de la chica, pero bastó para hacer que ambos sonrojaran. – Y… por esto.

Hinata no entendió lo que estaba haciendo Itachi, sólo vio que la mano que aun mantenía oculta atrás de su espalda ponía algo sobre su regazo: un pergamino junto con un pequeño gatito blanco.

-Un.. un gatito. – Lo miró un tanto confusa. Ese lugar estaba lleno de gatos pero era la primera vez que veía uno tan pequeño. Era sin duda una de las cosas más lindas que había visto en su vida, lo cual la hizo sonreír aun más, ¿Sería esa la intención de Itachi? ¿Hacerla sonreír llevándole gatitos para que la acompañaran? - Que lindo. – Susurró Hinata con ternura. - ¿Cómo se llama?

-No lo sé. – Respondió embelesado, observando su sonrisa. – Eso lo debes decidir tú.

-¿Yo? – Preguntó Hinata con sorpresa.

-Es un regalo, para ti. Será un gato ninja cuando crezca si lo sabes entrenar bien. – Hinata sonrojó aun más. Itachi… ¿le estaba regalando un gatito? - Tamaki lo seleccionó para ti de una de las camadas de Hina-san. Nekobaa-sama accedió a dejarlo en tu cuidado. Es un honor, ni si quiera nos deja entrenarlos a nosotros, los Uchiha.

-Es mío… - Susurró Hinata sorprendida mientras acariciaba al gatito quien de inmediato comenzó a ronronear. El gatito no era sólo una mascota, sería un arma ninja para ella. – Gra..gracias Itachi-kun. Prometo cuidarlo bien y entrenarlo… aunque… aunque no sé nada de gatos ninja.

-Dejé escrito todos los cuidados para un gato ninja, incluyendo jutsus que puedes realizar junto con él. – Hinata miró el pergamino entendiendo que ese era el propósito de Itachi, pero cuando realmente enfocó sus ojos en él, se dio cuenta que estaba envuelto en una pequeña cinta azulada. Itachi le acababa de regalar un pergamino de jutsus y era el mejor regalo que había recibido en su vida. – Sólo espero que Akamaru se lleve bien con él cuando comience a hablar.

-¿Podrá hablar? – Pregunto Hinata asombrada.

-Claro. – Itachi rió levemente ante su sorpresa. – Te ayudaré a cuidarlo cuando vuelvas a Konoha. – Hinata lo miró un tanto confundida, ¿Cuándo ella volviera? ¿Acaso no volverían juntos? El Uchiha descifró su mirada de inmediato. - Debo volver a la Villa, hay cosas que debo comunicarle personalmente al Hokage. – Hinata bajó el rostro con tristeza, pero Itachi tomó su mano apretándola con suavidad. - Le pedí a mi hermano que te cuidara, puedes confiar en él… te lo aseguro. Cuando te sientas mejor volverán a Konoha. – Sintió que acariciaba el anverso de su mano. - Te estaré esperando.

-Itachi…Itachi-kun… sobre.. sobre eso yo… - Hinata bajó el rostro, respirando profundamente. Estaba muy nerviosa por lo que estaba a punto de decirle. – Ayer me pediste que pensara sobre…

-No tienes que darme una respuesta ahora. – La interrumpió, tal vez por nervios a escuchar la respuesta.

-Quiero hacerlo. – Dijo Hinata tomando valor. – Quiero ser… ser…

Itachi se inclinó hacia ella lentamente, tomando su rostro con ambas manos. Hinata levantó la cara y lo miró fijamente también.

Al igual que todo en su relación, aquello tampoco requirió de palabras innecesarias. Ambos supieron sólo observando sus gestos y la cercanía de sus labios, que estaban de acuerdo con compartir el resto de sus vidas juntos.

Hinata cerró los ojos y recibió aquel roce sobre sus labios. Apretó sus manos sobre las de Itachi, acariciando su piel con cuidado. El joven era suave con su tacto; no la tomaba con brusquedad, no exigía sus labios como si se le fuese la vida en ello, sino que parecía sólo bastarle con tenerla cerca aunque fuese un instante. El roce de su lengua le provocó cosquillas en el estómago y luego de sólo unos segundos sintió que su corazón se le estaba desbordando y no podía controlar el ritmo de su respiración. Itachi le quitaba el aliento, hacia que no supiese qué hacer con su cuerpo y que se preguntara como hacer que él también se sintiera así. Deseaba hacerlo feliz, ver su sonrisa la hacía sentirse viva.

El joven se alejó levemente y besó la punta de su nariz, para luego hacer lo mismo con su frente.

-Te estaré esperando. – Le dijo con una sonrisa, soltando su rostro con delicadeza. – No tardes.
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Mensaje por Hyo Yuki Dom Mar 10, 2013 6:42 am

*-*

Lloré, reí, me conmoví.... fue genial *-*

¡Qué bonita pareja que hacen! *-*

Me encanta este fic!!!!!!!
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Mensaje por Rinko Uzumaki Vie Abr 12, 2013 10:53 pm

Aun recuerdo que mientras mas leia mas lloraba T-T me encanta esa pareja sin objeciones espero lo sigas pronto y como dije sino comente antes es porque soy una tortuga la mayoria del tiempo T-T
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