¿Cómo salvar la navidad con menos de 10 dolares?/ Fanfic Navideño

por Akemi Uchiha Lun Ene 06, 2014 7:28 am

Género: Amistad /Romance / Universo Alterno

Parejas o Personajes Principales: NaruHina-SasuSaku

Autor: Akemi Uchiha

Leyenda: Narración-Diálogos

DISCLAIMER: Los Personajes de Naruto y el mundo creado en él pertenecen a Masashi Kishimoto. Se utilizan sin ningún fin comercial. Fanfic para el primer concurso de oneshots navideños de Naruto Chronicles.

RANK: K+

¿Cómo salvar la navidad con menos de 10 dolares?

Hinata se acercó a su esposo en silencio con una cálida sonrisa adornando su perfecto rostro, este día sería algo movido y lo necesitaba lo más despierto posible. Se sentó en la cama y llevó una de sus manos a la mejilla de Naruto.

- Naruto-kun, despierta… - susurró paseando su dedo por su cara antes de juntar sus labios con los del rubio. – Se nos hará tarde… y Sasuke-kum se pondrá furioso. Además Sakura-chan dijo que…

- Uhm… Ya te escuché Hinata – gruñó el rubio haciendo un puchero infantil – Perro que ladra no muerde… - masculló más para sí mismo que para su joven esposa.

- ¡¿Nos comparaste con perros, idiota?! – exclamó furiosa Sakura irrumpiendo en la habitación del matrimonio Uzumaki con expresión furibunda.

- Tarado… - murmuró el azabache siguiendo a su novia pelirrosa indiferente completamente a la situación.

- ¡Te-te-teme! ¡Sakura-chan! – exclamó asustado el Uzumaki luchando con la ojijade por mantener la sábana aún en su cuerpo. - ¡Quiero dormir! ¡Tengo mucho sueño!

- ¡Nada de tengo sueño! Anoche les dijimos Hinata y yo que no se desvelaran con los videojuegos.

Naruto volvió a gruñir y se dio la vuelta abrazándose a la cintura de su esposa mientras gimoteaba arrepentido.

- Valió la pena… gané 3 de 5 peleas…

- Hiciste trampa en una y eso solo demuestra lo ocioso que eres, búscate un hobby o un trabajo de medio tiempo– respondió casi al instante el Uchiha desviando la mirada molesto.

- Dentro de cinco minutos estará listo… tomemos el desayuno mientras él se arregla – sugirió Hinata acariciando el cabello de su esposo – No te tardes tanto – le dijo antes de salir con sus amigos de la habitación para darle algo de intimidad al rubio.

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Mientras preparaba el desayuno no pudo evitar recordar su vida antes de conocer a Naruto. Un año atrás ni siquiera habría podido pensar tan siquiera en preparar el desayuno por si sola o compartir un pequeño departamento con otra pareja. Tampoco estar viviendo en otro continente y mucho menos tener un trabajo como vendedora en una tienda de ropa.

La Hinata actual era completamente distinta a la que vivió en Japón en la mansión Hyuga, siempre con ropa elegante, manos perfectas y un día completamente agendado. En realidad, toda su vida ya estaba dictada por su padre y ella jamás se negó a una orden suya. Hasta que conoció a un chico cuya sonrisa era capaz iluminar hasta a la habitación más oscura y que a pesar de no tener una agenda electrónica con él todo el tiempo y una tarjeta de crédito, conseguía sobrevivir día tras día sin perder esa hermosa curva de sus labios. Cuatro meses después, se estaba casando con él en Las Vegas y huyendo por completo de su familia junto a su mejor amigo y su novia.

- El agua se está evaporando… - señaló el Uchiha con voz monótona apagando la estufa. - ¿En qué tanto piensas, Hinata? – le preguntó curioso sin mirarla aún, moviéndose por toda la cocina mientras intentaba preparar un café.

- En nada… - mintió la ojiperla con una sonrisa nerviosa logrando que Sasuke desviara unos segundos la mirada y rodara los ojos bufando.

- Nada, perfecto – se limitó a contestar subiendo los hombros.

- ¿Extrañas Japón, Sasuke-kun? – preguntó ansiosa mordiéndose el labio. De vez en cuando necesitaba que su mejor amigo reafirmara que habían hecho lo correcto al irse y que no fue una estupidez a causa de un capricho por probarle su independencia a sus padres.

- Algunas veces… extraño a mi familia, sobre todo a Itachi… pero no me arrepiento. Volveré algún día de cualquier manera - aseguró antes de darle un sorbo a su café. - ¿Y tú?

- Yo… me gusta mucho vivir aquí y amo a Naruto-kun, pero me pregunto… si hice lo correcto – admitió la Hyuga bajando la mirada apenada.

- ¿Eres feliz?

- Si.

- Entonces hiciste lo correcto. El ser humano vino a este mundo para ser feliz, la vida es demasiado corta como para no hacer lo que nos plazca – contestó antes de salir de la cocina.

Hinata lo siguió en silencio mientras una enorme sonrisa comenzaba a extenderse por su rostro, ese niño al que todos habían tachado como extraño en realidad era una persona madura y bastante profunda. Se acercó a él y lo envolvió con sus brazos, recargando su rostro en la espalda masculina.

- Gracias… no solo por lo de ahorita, sino por todo. Has estado conmigo incluso en los momentos más difíciles. Yo… no sé qué hubiese hecho sin ti – susurró besando su espalda antes de separarse con los ojos llorosos. – Sasuke-kun… te amo.

- También te amo, pequeña – respondió el azabache con una casi imperceptible sonrisa golpeando con dos dedos la frente de la joven, de la misma manera en que Itachi lo hacía con él. – Ahora, ve por tu bolso rápido sino quieres que nos quedemos sin cena navideña – le ordenó volviendo a ser el Sasuke frío que todos –excepto los que vivían en ese departamento – conocían.

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- ¡Oye anciano… es mío!

- Te equivocas, yo lo agarré primero – refutó Naruto molesto jalando una dotación de ramen hacia él, intentando quitárselo a una pequeña de 8 años. - ¡Y no soy un anciano!

- ¡Yo lo vi primero! – exclamó molesta la rubia de coletas tirando hacia ella el paquete.

- ¡Y eso que! Yo lo tomé primero, es mío.

- Naruto-kun… yo creo que deberías dejárselos… en año nuevo habrá más ramen instantáneo, solo debes esperarte unos días – sugirió Hinata apenada al notar que todos miraban curiosos como su esposo discutía con una niña de menos de 10 años.

- Pero Hinata-chan… ¡yo lo agarré primero! – gimoteó el rubio sin soltar el paquete. – Yo los necesito… no puedo esperar hasta año nuevo... ¡además están en oferta!

- Habrá mucha comida y el recalentado durará varios días. ¿Por qué no se la das? – le pidió la Hyuga poniendo su mejor cara.

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- Naruto… - murmuró Sasuke mirando al ojiazul por el retrovisor del auto.

- ¿Qué?

- Eres un idiota – afirmó el azabache provocando que el rubio lo mirara con odio y pegara a su pecho abrazando más fuerte la última dotación de ramen especial por las ofertas navideñas.

- Cállate y conduce, teme… cállate y conduce – replicó el Uzumaki con una vena resaltando en su frente.

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- ¡Hinata… trae el extintor! – gritó Sakura alarmada al ver que el pavo que había cocinado no dejaba de sacar humo.

- ¡No tenemos uno!

- ¿Qué está pasando? – preguntó el azabache entrando apurado a la cocina al escuchar los gritos de las mujeres. Tanta fue su prisa que ni siquiera pudo ver a Hinata que se acercaba también a Sakura, tropezando con ella y logrando que la mujer tirara al suelo el recipiente con puré de patatas, aquél que acompañaría al pavo… o al menos eso hubiese sido si su cena no se estuviera quemando en esos instantes.

La siguiente media hora se la pasaron intentando salvar algo de la cena, pero pronto entendieron que se había echado a perder por completo y con un suspiro decepcionado, Hinata dejó caer el pavo en el bote de basura mientras los demás limpiaban el puré del suelo.

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Se sentía incomoda, sumamente incomoda. Algo raro, pues ellos eran las personas a las que más confianza les tenía y por lo regular no había silencios incómodos entre ellos. Pero esta noche después de que la cena se arruinara, simplemente habían perdido todo tema de conversación. Hinata miró discretamente a Sakura, reparando en que la ojijade mantenía la vista fija en la mesa con expresión bastante triste, mientras que Sasuke tallaba su espalda intentando consolarla. Y su esposo… bueno, él tenía unos cuantos minutos en la cocina y no estaba muy segura de lo que hacía, aunque tampoco le intrigaba mucho en esos momentos. Su primer navidad fuera de su hogar en la mansión Hyuga había sido un completo desastre, tal vez después de todo no estaban listos para vivir alejados de sus respectivos padres.

- Sakura-chan… no fue tu culpa – le dijo Hinata a la pelirrosa para subirle el ánimo.

- Hinata tiene razón Sakura, fue solo un accidente – concordó su novio regalándole una pequeña sonrisa.

- Yo arruiné la navidad, Sasuke-kun… ¡lo siento tanto! – se disculpó por décima vez la Haruno haciendo una pequeña reverencia.

- Quiten esas caras que esto no es un velorio – dijo Naruto con una enorme sonrisa captando al instante la atención de todos. – Es navidad ¡festejemos!

- Pero la cena…

- Aquí está nuestra cena – la interrumpió el ojiazul cargando cuatro embaces del ramen instantáneo que consiguió en el supermercado y llevándolos a la mesa – Nuestra navidad no está arruinada, ese pavo no significa nada… aún si no tuviéramos ni siquiera este ramen, yo sería feliz por estar junto a ustedes… ¿no es eso de lo que trata la navidad? – preguntó a pesar que sabía que no los dejaría contestar – De estar con tus seres queridos, convivir y pasar un buen rato. Aunque desde que los conozco… siento como si todos los días de mi vida fueran navidad. Una cena elegante no arruinará la noche… o al menos no para mí. Ahora… dejen de deprimirse y celebrem… - cortó repentinamente al sentir los labios de su esposa sobre su boca. Estaba sorprendido pues Hinata difícilmente daba muestras de afecto en público, pero ahora solo se había lanzado a sus labios en un beso apasionado. - ¿Hinata? – murmuró sorprendido cuando la joven se separó de él.

- Gracias, Naruto-kun… eres maravilloso.

- Hmpf… dobe… eres menos cabeza hueca de lo que creí – añadió Sasuke con una genuina sonrisa abrazando a su novia.

- Feliz navidad Naruto… iré por las bebidas – dijo Sakura animada por el pequeño discurso del rubio. Había sido bastante torpe, al igual que él, pero le tocó el corazón.

- Te ayudo – dijo Sasuke levantándose de la mesa y siguiendo a la pelirrosa a la cocina, dándoles a Hinata y Naruto un momento de intimidad. Gestó que agradeció profundamente la ojiperla.

- Lo siento Hinata, sé que no estas acostumbrada a esto pero…

- Es perfecto, Naruto-kun… - replicó su esposa con dulzura volviendo a sus brazos. – Te amo – susurró segura uniendo una vez más sus labios con los de él.

Y ahí estaba otra vez Naruto Uzumaki recordándole con un simple gesto el motivo por el qué se había enamorado de él, se sentía la mujer más afortunada del mundo y ahora podía decir que no tenía dudas, todo lo que había dejado por estar con el rubio había valido la pena. Suspiró recargando su cabeza en el pecho masculino para escuchar los latidos de la persona que había salvado su Navidad con un simple tazón de ramen instantáneo.