En algún lugar del mundo

por Vergil Ōtsutsuki Mar Nov 10, 2015 7:06 am

En algún lugar del mundo hay una isla, una diminuta y usualmente ignorada pieza de tierra aparentemente inhabitada (al menos en aquellos tiempos), ubicada al este del País del Fuego y muy cercana al Remolino. Allí había ido a parar Vergil Otsutsuki, que observaba desde las alturas el desolado panorama sólo poblado por la vegetación que abundaba en toda su extensión. Bajo sus pies enormes árboles se extendían por todo el perímetro, sólo desapareciendo cerca de la costa y en escasos puntos alrededor de la isla.

—Es un mundo interesante el que les ha sido obsequiado —comentó Vergil en tono neutral, para sí mismo pues no había nadie más a su alrededor—. Es una lástima que no hayan sabido aprovechar sus beneficios.

Apenas finalizando sus palabras extendió una mano, que desde sus perspectiva abarcaba gran parte del verde territorio. Elevándose algunos metros más en el aire reunió el chakra suficiente hasta que en su palma se generó una esfera de energía negra que chispeaba intensamente. Sin esperar liberó finalmente aquella energía, que avanzó por todo el terreno en la forma de violentos e imponentes rayos negros, provocando una enorme explosión que se llevaba todo a su paso, desde las más pequeñas plantas hasta los grandes árboles, incluso partiendo y levantando la tierra.

—Así que gustan de utilizar el chakra para destruirse unos a los otros —comentó en el mismo tono de antes, observando con indiferencia la destrucción ocasionada por el poderoso jutsu—. Su merecido... pronto lo tendrán.

Sin embargo, no era el momento aún. No estaba en la Tierra para destruirla completamente ni mucho menos para castigar a sus habitantes. Su objetivo por el momento, era otro.

por Vergil Ōtsutsuki Sáb Nov 14, 2015 9:04 pm

Sonriendo con suficiencia Vergil presenciaba la destrucción casi absoluta de aquella pequeña isla ocasionada por su propio jutsu. No había estado mal, se dijo, pero definitivamente con esa diminuta porción de poder no era suficiente para cumplir su objetivo, por lo cual necesitaba tiempo... tiempo para volverse más fuerte y para hallar el poder absoluto que en alguna parte de la Tierra yacía. Él lo sabía, pero la pregunta era ¿Dónde? Bueno, a eso pronto lo averiguaría. Lo que no debía hacer definitivamente, al menos no aún, era levantar sospechas, alertar a los habitantes de aquel insignificante planeta.

—Aún no es el momento. —susurró para sí mismo, pues dudaba que alguien más pudiese escucharlo en medio de aquella desolada isla (o lo que quedaba de ella, que no era más que cenizas, fuego y una gran destrucción).

Y sin más que hacer en aquel sitio Vergil decidió que era momento de marchar en busca de más información. Ahora precisaba adaptarse a los habitantes de la Tierra y obtener más de sus conocimientos sobre el tema que le interesaba.

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