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Indra Ōtsutsuki
Ayudando al Circo
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Ayudando al Circo
El día asignado Vergil ya estaba en el sitio donde le habían indicado debía presentarse para ayudar con las tareas del circo. Desconocía por completo el lugar y no sabía realmente a dónde debía dirigirse ni a quien, pero pudo notar que él no era la única persona que se había ofrecido para el trabajo, por lo cual sólo se dejó guiar por el paso de los otros.
Se detuvo cuando un hombre de bastante edad, cabello castaño y mirada serena se acercó a él.
—Ha venido por el anuncio, ¿no? —le preguntó interesado.
Recordando que llevaba consigo el papel que le habían ofrecido en la posada buscó en uno de sus bolsillos, para entonces extender su mano y mostrarle la hoja al otro.
—Si se refiere a esto, sí, es el motivo por el cual estoy aquí. —afirmó.
—Perfecto —comentó aquel que era uno de los ayudantes del circo, seguramente encargado de guiar a los recién llegados—. Sígame entonces.
—Bien.
Tras aquellas palabras y sin decir nada más Vergil caminó en silencio siguiendo el paso de aquel, mientras analizaba con curiosidad sus alrededores como si hubiera estado buscando algo.
Se detuvo cuando un hombre de bastante edad, cabello castaño y mirada serena se acercó a él.
—Ha venido por el anuncio, ¿no? —le preguntó interesado.
Recordando que llevaba consigo el papel que le habían ofrecido en la posada buscó en uno de sus bolsillos, para entonces extender su mano y mostrarle la hoja al otro.
—Si se refiere a esto, sí, es el motivo por el cual estoy aquí. —afirmó.
—Perfecto —comentó aquel que era uno de los ayudantes del circo, seguramente encargado de guiar a los recién llegados—. Sígame entonces.
—Bien.
Tras aquellas palabras y sin decir nada más Vergil caminó en silencio siguiendo el paso de aquel, mientras analizaba con curiosidad sus alrededores como si hubiera estado buscando algo.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Fecha de inscripción : 25/10/2015
Re: Ayudando al Circo
Después de un largo recorrido Vergil acabó en un amplio salón junto a un grupo reducido de personas que estaban ahí por el mismo motivo que él. El Otsutsuki analizaba con curiosidad todo a su alrededor, pero no parecía haber nada fuera de lo normal. En medio del silencio resonaba sólo la voz del Maestro de Ceremonias que se encargaba de dar instrucciones a los ayudantes sobre las tareas que se debían realizar y remarcaba especialmente que nada debía salirse de los planes ya que el Circo tenía un modo específico de operar y todo estaba planeado.
—La de hoy (como todas) es una presentación muy especial, por lo que nada debe fallar, ¿de acuerdo? —expresaba aquel anciano de rostro severo—. Quiero que todo salga perfecto.
La mayoría de los presentes afirmaron al unísono con un estridente "De acuerdo", mientras que, por otro lado, Vergil permaneció en silencio. No creía que fuese necesario gastarse en palabras, comprendía todo a la perfección y sabía cuál era su trabajo.
—Muy bien, entonces pasen por aquí, por favor.
El Maestro de Ceremonias del Circo Yasuda indicó con una seña de sus manos la dirección en que debían avanzar quienes habían ofrecido su ayuda, a lo cual Vergil asintió comenzando a caminar listo para realizar la tarea que le correspondía, y averiguar mientras tanto, si aquellas personas sabían algo sobre lo que él estaba buscando.
—La de hoy (como todas) es una presentación muy especial, por lo que nada debe fallar, ¿de acuerdo? —expresaba aquel anciano de rostro severo—. Quiero que todo salga perfecto.
La mayoría de los presentes afirmaron al unísono con un estridente "De acuerdo", mientras que, por otro lado, Vergil permaneció en silencio. No creía que fuese necesario gastarse en palabras, comprendía todo a la perfección y sabía cuál era su trabajo.
—Muy bien, entonces pasen por aquí, por favor.
El Maestro de Ceremonias del Circo Yasuda indicó con una seña de sus manos la dirección en que debían avanzar quienes habían ofrecido su ayuda, a lo cual Vergil asintió comenzando a caminar listo para realizar la tarea que le correspondía, y averiguar mientras tanto, si aquellas personas sabían algo sobre lo que él estaba buscando.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Fecha de inscripción : 25/10/2015
Re: Ayudando al Circo
Alimentar a los animales; de sólo imaginarlo la idea a Vergil se le hacía desagradable. Sonaba como una tarea tediosa y sucia y a él no le gustaba ensuciarse en vano. Pero por otro lado tampoco tenía opción más que participar del trabajo, después de todo él mismo había ofrecido su ayuda y no había espacio para retroceder.
Vergil recorría el nuevo salón de un extremo al otro, explorando con curiosidad todo lo que había ahí. Se trataba de un espacio amplio con una iluminación más o menos decente. Había numerosas jaulas esparcidas por todo el lugar donde descansaban diversas especies de animales, desde pequeños monos hasta enormes elefantes; quienes, podía notar, no lucían para nada contentos con su entorno. Era de esperarse, se decía Vergil, no estaban en las mejores condiciones.
Sin embargo, él no estaba ahí para analizar la forma en que en mantenían a los animales. Alzó la vista cuando una voz ajena se dirigió a él.
—Oye, tú, ¿estás ocupado?
Vergil alzó la vista, topándose con un sujeto que cargaba, a duras penas, dos grandes bolsas que suponía debía tener el alimento para los animales. Iba a responder, pero aquel volvió a hablar antes de darle oportunidad de decir palabra alguna.
—Si no lo estás, ¿podrías ayudarme con esto? —dijo extendiendo una de las bolsas—. Es demasiado para mí.
—Tsk. Dame eso. —dijo Vergil de mala gana, arrebatándole la carga.
Mientras caminaba detrás del hombre aquel, siguiéndole el paso, se preguntaba por qué demonios habían contratado a semejantes ineptos para ayudar en las tareas del circo. Alguien que no podía transportar ese insignificante pero no servía para nada.
Pero dejó los pensamientos de lado cuando llegaron a destino. Enfrente de ellos estaba la jaula de los elefantes y había varias personas alimentándolos con los elementos que poco a poco llegaban a sus manos.
Viendo que no había falta más ayuda ahí el Otsutsuki se retiró hacia otro punto del salón. Él veía dónde podría necesitarse su ayuda, aunque intentaba alejarse en cada ocasión que podía. Aquello no era algo que le agradara. Observó que frente a la jaula de los leones había un grupo de personas teniendo dificultades, podía decirse que temían acercarse demasiado a las fieras.
—Pandilla de incompetentes. —murmuró Vergil desviando la vista de ese lugar. No podía creer que aquello que para él era una tarea insignificante, aquellas personas no pudieran realizarla como se debía.
Afortunadamente su estancia en ese sitio no se extendió más de lo que le hubiera agradado pues además de aquello inútiles había gente entendida con el asunto y eficiente a la hora de trabajar. Vergil no tuvo que entrometerse demasiado en aquella labor que le desagradaba, sólo ayudó lo justo y necesario y eso fue suficiente para que terminaran pronto.
Vergil recorría el nuevo salón de un extremo al otro, explorando con curiosidad todo lo que había ahí. Se trataba de un espacio amplio con una iluminación más o menos decente. Había numerosas jaulas esparcidas por todo el lugar donde descansaban diversas especies de animales, desde pequeños monos hasta enormes elefantes; quienes, podía notar, no lucían para nada contentos con su entorno. Era de esperarse, se decía Vergil, no estaban en las mejores condiciones.
Sin embargo, él no estaba ahí para analizar la forma en que en mantenían a los animales. Alzó la vista cuando una voz ajena se dirigió a él.
—Oye, tú, ¿estás ocupado?
Vergil alzó la vista, topándose con un sujeto que cargaba, a duras penas, dos grandes bolsas que suponía debía tener el alimento para los animales. Iba a responder, pero aquel volvió a hablar antes de darle oportunidad de decir palabra alguna.
—Si no lo estás, ¿podrías ayudarme con esto? —dijo extendiendo una de las bolsas—. Es demasiado para mí.
—Tsk. Dame eso. —dijo Vergil de mala gana, arrebatándole la carga.
Mientras caminaba detrás del hombre aquel, siguiéndole el paso, se preguntaba por qué demonios habían contratado a semejantes ineptos para ayudar en las tareas del circo. Alguien que no podía transportar ese insignificante pero no servía para nada.
Pero dejó los pensamientos de lado cuando llegaron a destino. Enfrente de ellos estaba la jaula de los elefantes y había varias personas alimentándolos con los elementos que poco a poco llegaban a sus manos.
Viendo que no había falta más ayuda ahí el Otsutsuki se retiró hacia otro punto del salón. Él veía dónde podría necesitarse su ayuda, aunque intentaba alejarse en cada ocasión que podía. Aquello no era algo que le agradara. Observó que frente a la jaula de los leones había un grupo de personas teniendo dificultades, podía decirse que temían acercarse demasiado a las fieras.
—Pandilla de incompetentes. —murmuró Vergil desviando la vista de ese lugar. No podía creer que aquello que para él era una tarea insignificante, aquellas personas no pudieran realizarla como se debía.
Afortunadamente su estancia en ese sitio no se extendió más de lo que le hubiera agradado pues además de aquello inútiles había gente entendida con el asunto y eficiente a la hora de trabajar. Vergil no tuvo que entrometerse demasiado en aquella labor que le desagradaba, sólo ayudó lo justo y necesario y eso fue suficiente para que terminaran pronto.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Fecha de inscripción : 25/10/2015
Re: Ayudando al Circo
Entre una tarea y la otra el día iba transcurrindo más rápido de lo que Vergil hubiera imaginado. La enorme carpa ya se alzaba imponente en medio del extenso terreno y ya en la tarde la hora de la presentación del circo Yasuda se acercaba. Los espectadores poco a poco llegaban al lugar, amontonándose detras de la zona cercada y observando emocionados el movimiento de personas que preparaban los últimos detalles.
—¡Necesitamos a alguien por aquí! ¡Rápido!
Una exclamación desde el otro lado del terreno captó la atención de Vergil, pero no dijo nada, tampoco atinó a hacer caso al llamado. Fue cuestión de segundos hasta que una segunda voz le respondiera.
—¡Voy enseguida!
—Por aquí. Ten cuidado, esto no está del todo seguro.
Al parecer aquel necesitaba ayuda para terminar de armar la carpa. Vergil sólo los observó un momento, pero enseguida perdió el interés. Por el momento no tenía nada que hacer por lo que permaneció quieto en el mismo lugar supervisando al resto de lo trabajadores.
Pero de pronto, algo pareció alterar la calma de todos. Un grito se oyó y las personas comenzaron a abandonar sus lugares, desesperados y en busca de ayuda. El Otsutsuki volteó para buscar el origen de tal alboroto y se topó de pronto con la causa: un animal se había escapado y no había nadie que pareciera tener idea alguna de qué hacer en una situación así.
—¡Necesitamos a alguien por aquí! ¡Rápido!
Una exclamación desde el otro lado del terreno captó la atención de Vergil, pero no dijo nada, tampoco atinó a hacer caso al llamado. Fue cuestión de segundos hasta que una segunda voz le respondiera.
—¡Voy enseguida!
—Por aquí. Ten cuidado, esto no está del todo seguro.
Al parecer aquel necesitaba ayuda para terminar de armar la carpa. Vergil sólo los observó un momento, pero enseguida perdió el interés. Por el momento no tenía nada que hacer por lo que permaneció quieto en el mismo lugar supervisando al resto de lo trabajadores.
Pero de pronto, algo pareció alterar la calma de todos. Un grito se oyó y las personas comenzaron a abandonar sus lugares, desesperados y en busca de ayuda. El Otsutsuki volteó para buscar el origen de tal alboroto y se topó de pronto con la causa: un animal se había escapado y no había nadie que pareciera tener idea alguna de qué hacer en una situación así.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Fecha de inscripción : 25/10/2015
Re: Ayudando al Circo
—¡Mantengan la calma! —exclamó uno de los encargados de transportar a los animales.
Vergil imaginó que ese debía ser el bueno para nada que dejó escapar al león que ahora amenazaba a los presentes. Todos estaban aterrados y nadie parecía siquiera estar dispuesto a intentar algo para solucionar la situación. Era lamentable.
—Tsk... Si no queda de otra tendré que intervenir. —se dijo Vergil a sí mismo al observar la caótica escena.
Si bien no le importaba cuantas personas pudieran morir a manos de un insignificante león, pensaba que si se quedaba de brazos cruzados todo se retrasaría y lo que menos deseaba era tener que pasar más tiempo del necesario en ese lugar; ya había perdido casi un día entero, no era la idea perder más.
Fue así que sin esperar más se echó a correr en dirección al animal. Más de uno se alarmó ante tan osada acción y uno exclamó algo que Vergil no oyó con claridad, pero tampoco le importó, preguntándole que qué demonios creía que hacía y cosas similares.
Estando frente a la bestia y teniendo toda su atención, Vergil se colocó en posición ofensiva. Tomando con una mano la funda de su katana y con la otra a punto de sacar la espada estaba dispuesto a atacar, cuando alguien le advirtió que no matara al animal. Frunció el ceño con molestia, ese había sido su objetivo y ahora estaba frustrado.
Bien, si no podía hacer eso al menos lo calmaría.
—No lo haré. —respondió en un tono frío.
De pronto el animal se abalanzó sobre él sin darle tiempo de pensar. Afortunadamente Vergil era más rápido y era aquello precisamente lo que había estado esperando, así fue que de inmediato se propuso realizar su movimiento.
Con un movimiento rápido había quedado detrás del león. Éste cayó al suelo, sin posibilidad de moverse. No estaba muerto, tan sólo herido. Un ligero corte en una de sus patas había bastado para limitar el movimiento de la fiera y distraerla un momento.
—Atrápenlo ahora mismo, antes de que se recupere. —expresó Vergil a los sujetos que estaban ayudando en el circo.
Aquellos sin más avanzaron a paso rápido hacia el animal y lo amarraron nuevamente, solicitando la ayuda de alguien que tuviese conocimiento sobre ninjutsu médico para sanarlo. Pidieron disculpas a los espectadores diciendo que aquello no volvería a pasar y regresaron a sus respectivos trabajos.
—Es tiempo de ayudar a los cirqueros a prepararse para sus actos, no queda mucho para la hora indicada. —dijo uno de los ayudantes a Vergil, éste lo observó y sin más se encaminó hacia el interior de la carpa.
Vergil imaginó que ese debía ser el bueno para nada que dejó escapar al león que ahora amenazaba a los presentes. Todos estaban aterrados y nadie parecía siquiera estar dispuesto a intentar algo para solucionar la situación. Era lamentable.
—Tsk... Si no queda de otra tendré que intervenir. —se dijo Vergil a sí mismo al observar la caótica escena.
Si bien no le importaba cuantas personas pudieran morir a manos de un insignificante león, pensaba que si se quedaba de brazos cruzados todo se retrasaría y lo que menos deseaba era tener que pasar más tiempo del necesario en ese lugar; ya había perdido casi un día entero, no era la idea perder más.
Fue así que sin esperar más se echó a correr en dirección al animal. Más de uno se alarmó ante tan osada acción y uno exclamó algo que Vergil no oyó con claridad, pero tampoco le importó, preguntándole que qué demonios creía que hacía y cosas similares.
Estando frente a la bestia y teniendo toda su atención, Vergil se colocó en posición ofensiva. Tomando con una mano la funda de su katana y con la otra a punto de sacar la espada estaba dispuesto a atacar, cuando alguien le advirtió que no matara al animal. Frunció el ceño con molestia, ese había sido su objetivo y ahora estaba frustrado.
Bien, si no podía hacer eso al menos lo calmaría.
—No lo haré. —respondió en un tono frío.
De pronto el animal se abalanzó sobre él sin darle tiempo de pensar. Afortunadamente Vergil era más rápido y era aquello precisamente lo que había estado esperando, así fue que de inmediato se propuso realizar su movimiento.
Con un movimiento rápido había quedado detrás del león. Éste cayó al suelo, sin posibilidad de moverse. No estaba muerto, tan sólo herido. Un ligero corte en una de sus patas había bastado para limitar el movimiento de la fiera y distraerla un momento.
—Atrápenlo ahora mismo, antes de que se recupere. —expresó Vergil a los sujetos que estaban ayudando en el circo.
Aquellos sin más avanzaron a paso rápido hacia el animal y lo amarraron nuevamente, solicitando la ayuda de alguien que tuviese conocimiento sobre ninjutsu médico para sanarlo. Pidieron disculpas a los espectadores diciendo que aquello no volvería a pasar y regresaron a sus respectivos trabajos.
—Es tiempo de ayudar a los cirqueros a prepararse para sus actos, no queda mucho para la hora indicada. —dijo uno de los ayudantes a Vergil, éste lo observó y sin más se encaminó hacia el interior de la carpa.
Última edición por Vergil Ōtsutsuki el Miér Dic 09, 2015 3:43 pm, editado 1 vez
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Re: Ayudando al Circo
El miembro 'Vergil Ōtsutsuki' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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Re: Ayudando al Circo
Mientras los cirqueros ensayaban por última vez para sus presentaciones, Vergil paseaba por el recinto como le habían indicado, asegurándose de que todo estuviera en orden y que nadie necesitara ayuda extra. Los comentarios sobre lo sucedido momentos atrás no se dejaron esperar y se oía a los ayudantes de circo murmurando diferentes cosas acerca del león, del idiota que lo dejó escapar y de la increíble habilidad del talentoso sujeto que les había sacado del apuro.
En lugar de mostrarse orgulloso de sus actos, Vergil se sentía como un verdadero tonto por haber salvado la vida de unos cuantos seres insignificantes, pues se supone que no estaba en la tierra para andar actuando como héroe entre sus habitantes. Chasqueó la lengua e indiferente observó en otra dirección.
Entonces se topó con un par de personas que vestidas con trajes extravagantes se hallaban reunidos discutiendo quién sabe qué cosas sobre el orden de las actualciones.
—¿Todo está en orden? —quiso saber Vergil, deteniéndose un momento— ¿Los animales están listos?
—Sí, ya lo tenemos todo calculado. —contestó uno de ellos con una sonrisa despreocupada.
—Bien, asegúrense de mantenerlo del mismo modo hasta el final. Estamos cerca de la hora del inicio y las multitudes empiezan a impacientarse —informó Vergil con seriedad. De hecho podían escucharse los fuertes murmullos de la gente afuera—. No vayan a cometer una estupidez que atrase aún más esto.
Pero ni bien acabó de hablar una voz ajena le sorprendió y de improviso una mano tocaba su hombro. Vergil volteó para encontrarse con uno de los cirqueros que al parecer estaba en apuros.
—Disculpa, ¿estás desocupado? Necesito tu ayuda —solicitó el hombre. Ni bien sus miradas se cruzaron éste abrió los ojos enormes por la sorpresa—. ¡Oh! Vergil, ¿verdad? ¡Ha sido increíble tu actuación de hoy! ¡Cómo lograste detener a ese animal, fue realmente asombroso!
El de cabello blanco comenzaba a sentirse incómodo, y aquello se reflejaba en su expresión. De brazos cruzados le observaba como si no aguantara un segundo más en su presencia.
—Con semejante talento deberías trabajar aquí.
Vergil alzó una ceja. ¿Se refería al circo? ¿Acaso creía que el sublime arte del kenjutsu era una forma de entretención para un montón de inútiles que no tenían nada bueno que hacer con sus vidas? ¿...Un simple juego? Aquello enfureció al Otsutsuki, que no pudo evitar apretar el puño sobre su propia ropa.
—Eso es algo que no me interesa en lo abosluto —contestó cortante—. Deberías saber que el arte del kenjutsu no es un juego. Y, no es por desvalorizar tu trabajo, pero —mentía; no le importaba lo que ese sujeto pensaba y a decir verdad, su trabajo le parecía de lo más ridículo—, jamás me rebajaría a exponer mis habilidades como parte de la actuación para algo tan insignificante como un circo.
—Oh, comprendo —el hombre se mostró nervioso, tanto que una pequeña gota de sudor se formó en su rostro—. De cualquier modo, sólo decía. Quiero decir...
—Como sea, ya entendí.
—Ya... Bueno, a lo que iba: necesito un poco de ayuda con unos asuntos por aquí. Verás, me toca el primer acto y mis elementos no están listos aún, y la verdad es que solo no puedo, y la mayoría de los ayudantes se encuentran ocupados.
Vergil caminaba junto a aquel que supuso tenía el rol de mago mientras escuchaba sus explicaciones. Era verdad que no había muchas personas disponibles para ayudar, ya que las tareas eran demasiadas y el tiempo escaseaba, por lo cual no le quedó otra opción más que socorrer a ese sujeto con la preparación de su presentación.
Estaba terminando de acomodar los elementos del mago cuando alguien más se presentó desde la entrada y lo llamó.
—Vergil —lo llamó aquel por el nombre, porque debió dar su nombre al resto de los trabajadores al entrar al lugar—, te necesitamos por aquí. Ya es hora del ingreso y debemos asegurarnos de que todo salga bien; ya sabes, que evitar disturbios y confirmar que nadie entre sin pagar.
—De acuerdo. Acabo con esto y voy allá. —contestó el Otsutsuki sin apartar la vista de su trabajo, terminando de acomodar una pequeña mesa en medio del escenario.
En lugar de mostrarse orgulloso de sus actos, Vergil se sentía como un verdadero tonto por haber salvado la vida de unos cuantos seres insignificantes, pues se supone que no estaba en la tierra para andar actuando como héroe entre sus habitantes. Chasqueó la lengua e indiferente observó en otra dirección.
Entonces se topó con un par de personas que vestidas con trajes extravagantes se hallaban reunidos discutiendo quién sabe qué cosas sobre el orden de las actualciones.
—¿Todo está en orden? —quiso saber Vergil, deteniéndose un momento— ¿Los animales están listos?
—Sí, ya lo tenemos todo calculado. —contestó uno de ellos con una sonrisa despreocupada.
—Bien, asegúrense de mantenerlo del mismo modo hasta el final. Estamos cerca de la hora del inicio y las multitudes empiezan a impacientarse —informó Vergil con seriedad. De hecho podían escucharse los fuertes murmullos de la gente afuera—. No vayan a cometer una estupidez que atrase aún más esto.
Pero ni bien acabó de hablar una voz ajena le sorprendió y de improviso una mano tocaba su hombro. Vergil volteó para encontrarse con uno de los cirqueros que al parecer estaba en apuros.
—Disculpa, ¿estás desocupado? Necesito tu ayuda —solicitó el hombre. Ni bien sus miradas se cruzaron éste abrió los ojos enormes por la sorpresa—. ¡Oh! Vergil, ¿verdad? ¡Ha sido increíble tu actuación de hoy! ¡Cómo lograste detener a ese animal, fue realmente asombroso!
El de cabello blanco comenzaba a sentirse incómodo, y aquello se reflejaba en su expresión. De brazos cruzados le observaba como si no aguantara un segundo más en su presencia.
—Con semejante talento deberías trabajar aquí.
Vergil alzó una ceja. ¿Se refería al circo? ¿Acaso creía que el sublime arte del kenjutsu era una forma de entretención para un montón de inútiles que no tenían nada bueno que hacer con sus vidas? ¿...Un simple juego? Aquello enfureció al Otsutsuki, que no pudo evitar apretar el puño sobre su propia ropa.
—Eso es algo que no me interesa en lo abosluto —contestó cortante—. Deberías saber que el arte del kenjutsu no es un juego. Y, no es por desvalorizar tu trabajo, pero —mentía; no le importaba lo que ese sujeto pensaba y a decir verdad, su trabajo le parecía de lo más ridículo—, jamás me rebajaría a exponer mis habilidades como parte de la actuación para algo tan insignificante como un circo.
—Oh, comprendo —el hombre se mostró nervioso, tanto que una pequeña gota de sudor se formó en su rostro—. De cualquier modo, sólo decía. Quiero decir...
—Como sea, ya entendí.
—Ya... Bueno, a lo que iba: necesito un poco de ayuda con unos asuntos por aquí. Verás, me toca el primer acto y mis elementos no están listos aún, y la verdad es que solo no puedo, y la mayoría de los ayudantes se encuentran ocupados.
Vergil caminaba junto a aquel que supuso tenía el rol de mago mientras escuchaba sus explicaciones. Era verdad que no había muchas personas disponibles para ayudar, ya que las tareas eran demasiadas y el tiempo escaseaba, por lo cual no le quedó otra opción más que socorrer a ese sujeto con la preparación de su presentación.
Estaba terminando de acomodar los elementos del mago cuando alguien más se presentó desde la entrada y lo llamó.
—Vergil —lo llamó aquel por el nombre, porque debió dar su nombre al resto de los trabajadores al entrar al lugar—, te necesitamos por aquí. Ya es hora del ingreso y debemos asegurarnos de que todo salga bien; ya sabes, que evitar disturbios y confirmar que nadie entre sin pagar.
—De acuerdo. Acabo con esto y voy allá. —contestó el Otsutsuki sin apartar la vista de su trabajo, terminando de acomodar una pequeña mesa en medio del escenario.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Re: Ayudando al Circo
Era tanta la cantidad de gente que había asistido a la presentación del circo Yasuda, que tuvieron que colocarse varias personas que se encargaran de custoriar la entrada. Y entre ellos estaba Vergil, quien se mantenía inmóvil a un lado analizando la situación y cada movimiento de los allí presentes.
Hasta el momento todo había estado en calma, la fila se mantenía ordenada y las personas pasaban sin mayores problemas, esperando sus turnos y pagando lo que correspondía la entrada al circo. Todo eso gracias a los que se habían ofrecido a trabajar para lograr ese fin.
Sin embargo la paz no se mantuvo mucho tiempo más. Las voces se elevaban en determinado punto de la fila y lograba percibirse un tono de discusión. Vergil alzó la vista buscando el origen de los disturbios hasta que halló a los responsables. Se acercó entonces.
—¿Qué sucede aquí? —La voz del albino se elevó imponente entre los murmullos de la multitud.
Un hombre que lucía furioso algunos metros más allá alzó la mano en un ademán de acusación a otro de los que estaba ahí.
—¡Ese tipo intenta meterse en la fila!
—No es cierto, este es mi lugar. —alegó el otro.
Pero antes de que Vergil pudiera decir algo al respecto, una mujer alta y de bastante edad interrumpió en tono neutral.
—Que yo sepa, tú no estabas aquí antes.
—En ese caso —Vergil entonces decidió actuar, sin preguntar ni mediar más palabras con los presentes. Se acercó al aparente tramposo y lo tomó por las ropas, sacándolo de la formación—, vuelve a tu lugar —exigió arrojándolo con fuerza, lo que provocó que el tipo cayera al suelo—. Al final de la fila.
Frunciendo el ceño aquel se puso de pie y limpió el polvo de sus vestimentas. Acto seguido se dio media vuelta y se alejó bufando por lo bajo, seguramente arrojando algún insulto a Vergil, quien no le dio ni la menor importancia.
Ese y otros pequeños inconvenientes fueron los que Vergil tuvo que solucionar, pero nada demasiado grave. Sólo alguien que había intentado colarse sin pagar y alguna que otra discusión. El Otsutsuki en ningún momento dudó y como creyó correcto, hizo lo que debía hacer. Había provocado que más de una persona abandonara el lugar enfadada, pero eso tampoco le importó demasiado. Su trabajo no era atraer a la gente al circo, sino asegurarse de que nadie pasara sin pagar y evitar los disturbios.
Hasta el momento todo había estado en calma, la fila se mantenía ordenada y las personas pasaban sin mayores problemas, esperando sus turnos y pagando lo que correspondía la entrada al circo. Todo eso gracias a los que se habían ofrecido a trabajar para lograr ese fin.
Sin embargo la paz no se mantuvo mucho tiempo más. Las voces se elevaban en determinado punto de la fila y lograba percibirse un tono de discusión. Vergil alzó la vista buscando el origen de los disturbios hasta que halló a los responsables. Se acercó entonces.
—¿Qué sucede aquí? —La voz del albino se elevó imponente entre los murmullos de la multitud.
Un hombre que lucía furioso algunos metros más allá alzó la mano en un ademán de acusación a otro de los que estaba ahí.
—¡Ese tipo intenta meterse en la fila!
—No es cierto, este es mi lugar. —alegó el otro.
Pero antes de que Vergil pudiera decir algo al respecto, una mujer alta y de bastante edad interrumpió en tono neutral.
—Que yo sepa, tú no estabas aquí antes.
—En ese caso —Vergil entonces decidió actuar, sin preguntar ni mediar más palabras con los presentes. Se acercó al aparente tramposo y lo tomó por las ropas, sacándolo de la formación—, vuelve a tu lugar —exigió arrojándolo con fuerza, lo que provocó que el tipo cayera al suelo—. Al final de la fila.
Frunciendo el ceño aquel se puso de pie y limpió el polvo de sus vestimentas. Acto seguido se dio media vuelta y se alejó bufando por lo bajo, seguramente arrojando algún insulto a Vergil, quien no le dio ni la menor importancia.
Ese y otros pequeños inconvenientes fueron los que Vergil tuvo que solucionar, pero nada demasiado grave. Sólo alguien que había intentado colarse sin pagar y alguna que otra discusión. El Otsutsuki en ningún momento dudó y como creyó correcto, hizo lo que debía hacer. Había provocado que más de una persona abandonara el lugar enfadada, pero eso tampoco le importó demasiado. Su trabajo no era atraer a la gente al circo, sino asegurarse de que nadie pasara sin pagar y evitar los disturbios.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Re: Ayudando al Circo
La función dio comienzo normalmente y Vergil tuvo que hacer de guardia mientras transcurrían los actos planificados. De pie cerca del escenario el Otsutsuki permaneció inmóvil, de brazos cruzados y observando detenidamente cada una de las acciones de los presentes, para asegurarse de que todo se mantuviera en orden hasta el final y nada se saliera de lo que ya estaba establecido. Él era una persona que prefería que las cosas salieran según lo planeado y aquella no sería la excepción.
Siendo alguien a quien no le agradaban ese tipo de espectáculos, el tiempo pasó lento para Vergil, pero como no podía hacer más que cumpllir su deber se vio obligado a esperar hasta que todo acabara.
Y no fue sino después de lo que pareció una eternidad que el acto final se dio por terminado y con ello la presentación del circo en esa aldea. Él junto con otro grupo de personas se encargaron de que la salida de los espectadores se mantuviera en orden y no hubiera disturbios. Afortunadamente todos habían quedado satisfechos con el espectáculo presentado y no hubo mayores problemas.
Cuando el lugar quedó completamente vacío los ayudantes de circo (entre los cuales estaba Vergil incluido) se ecargaron de desarmar la carpa y recoger todo para que pudiera ser cargado en los carros de transporte. El trabajo llevó algunas horas pero se hizo con el orden debido y sin dificultades gracias a la organización de los trabajadores.
Una vez que todo hubiera terminado el ayudante del maestro de ceremonias reunió a los que se habían ofrecido a realizar aquella misión y les dio la paga correspondiente por el buen trabajo. Vergil entonces se retiró finalmente del lugar, con 350 ryos en mano y sin saber qué hacer con ellos realmente. Para el Otsutsuki el dinero en ese planeta no tenía valor alguno, ya que su objetivo no era el de quedarse a vivir ahí precisamente. Lo único que se había llevado de ese sitio era una decepción al no encontrar información relevante para su misión verdadera.
Siendo alguien a quien no le agradaban ese tipo de espectáculos, el tiempo pasó lento para Vergil, pero como no podía hacer más que cumpllir su deber se vio obligado a esperar hasta que todo acabara.
Y no fue sino después de lo que pareció una eternidad que el acto final se dio por terminado y con ello la presentación del circo en esa aldea. Él junto con otro grupo de personas se encargaron de que la salida de los espectadores se mantuviera en orden y no hubiera disturbios. Afortunadamente todos habían quedado satisfechos con el espectáculo presentado y no hubo mayores problemas.
Cuando el lugar quedó completamente vacío los ayudantes de circo (entre los cuales estaba Vergil incluido) se ecargaron de desarmar la carpa y recoger todo para que pudiera ser cargado en los carros de transporte. El trabajo llevó algunas horas pero se hizo con el orden debido y sin dificultades gracias a la organización de los trabajadores.
Una vez que todo hubiera terminado el ayudante del maestro de ceremonias reunió a los que se habían ofrecido a realizar aquella misión y les dio la paga correspondiente por el buen trabajo. Vergil entonces se retiró finalmente del lugar, con 350 ryos en mano y sin saber qué hacer con ellos realmente. Para el Otsutsuki el dinero en ese planeta no tenía valor alguno, ya que su objetivo no era el de quedarse a vivir ahí precisamente. Lo único que se había llevado de ese sitio era una decepción al no encontrar información relevante para su misión verdadera.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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