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Indra Ōtsutsuki
'Kiss me fat boy'
2 participantes
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'Kiss me fat boy'
Bostezando abrió los ojos, con la sabana gruesa de la cama cubriéndole medio cuerpo. Mirando alrededor con los párpados entrecerrados repitió el gesto, finalmente ladeándose para pararse y bajar de la cama.
Estaban alojados en una cabaña vieja, pero amplia, justo en el extremo norte del país. Tan al norte estaban, de hecho, que el clima era permanentemente nublado y gris durante el día, con oscuridad indomitable por las noches. La cabaña que había alquilado su papá por otra parte quedaba algo apartada de la enorme población que se extendía en una explanada en medio de dos colinas – prados grises, vientos fuertes y la amenaza constante de lluvia pesada colindaban con la vida de personas que iban y venían por los edificios de piedra negra intercedidos por árboles blancuzcos; toda una oda a los viejos modos había dicho su papá y aunque no estaba del todo seguro en que podía significar eso, supuso que se refería a... no, no lo descifraba. En cualquier caso, la temporada estaba en transición y pronto iniciaría el invierno y con el invierno venía la nieve, momento para el cual ya estarían fuera de allí.
Caminando por la sala se dirigió a la cocina, que no era más que un cuarto adyacente con las provisiones. Sacando unos cuantos buenos pedazos de carne seca los masticó con avidez, usando los prominentes colmillos superiores que estaban, no tan extrañamente, separados de los incisivos.
Tiempo después ya estaba vestido con la ropa abrigada y de manga larga con cuello alto que sería más que esencial una vez empezara el invierno, haciendo lo propio con la pieza inferior de carga y el calzado pesado para así dirigirse a la salida, pasando por el grupo de baratijas dejadas por su papá en el umbral. Abriendo la puerta salió con calma, cerrando y bajando los escalones con parsimonia mientras en el cielo se deslizaban las nubes. Tal como los otros días, el ambiente se mantenía frío y plomizo, más carente de humedad.
Andando por el camino de grava que llevaba a la entrada del pueblo pasó el portón, con los paisanos envestidos en abrigos largos yendo y viniendo. Exhalando un poco ruidosamente por el aire seco se dirigió a una de las calles secundarias, bajando por una depresión en el terreno hasta que encontró un punto que le llamó la atención – sentándose en el muro bajo de roca que servía como buhardilla a las casas adyacentes. Metiendo la mano en el chaleco estuvo durante un minuto tanteando, sacando un cuaderno y un buen pedazo de carbón rojo, relamiendose los labios antes de abrir y pasar las páginas hasta la primera que vio en blanco.
-Rojo en rojo.- Murmuró encorvado, comenzando con su usual práctica de caligrafía. Aunque en un inicio no tenía un tema específico recordó las lecciones de su papá, procediendo a redactarlas -de nuevo- para no perder el hilo. -Patrulla el área, luego aisla al objetivo.- Dijo, raspando el papel con el carbón. De un momento a otro se detuvo, levantando las cabeza para así olisquear el aire. -Hhmp.- Quieto por unos cuantos segundos cerró el cuaderno y guardó el carbón, bajando de la buhardilla. Sacudiéndose el trasero giró el cuello, repitiendo lo de antes. Expandiéndose y replegando, las aletillas le dieron el paso de las personas en sus proximidades, confirmando lo que antes percibiera. -Perímetro exterior---
No esperó más y salio de allí.
Continuando el camino que recorriera unos cuantos días atras avanzó hasta el camposanto, encontrando un punto apartado en que sacó sus implementos para continuar con la tarea interrumpida.
-Perímetro exterior quebrantado.- Escribió, arrugando la nariz como precaución. Su respiración, ya sin sorprenderle, era seca. Aunque agradable, el clima de aquella zona tan al norte parecía enfocada en empeorar su sinusitis. Parandose por cinco segundos lo ignoró, continuando con su caligrafía.
Estaban alojados en una cabaña vieja, pero amplia, justo en el extremo norte del país. Tan al norte estaban, de hecho, que el clima era permanentemente nublado y gris durante el día, con oscuridad indomitable por las noches. La cabaña que había alquilado su papá por otra parte quedaba algo apartada de la enorme población que se extendía en una explanada en medio de dos colinas – prados grises, vientos fuertes y la amenaza constante de lluvia pesada colindaban con la vida de personas que iban y venían por los edificios de piedra negra intercedidos por árboles blancuzcos; toda una oda a los viejos modos había dicho su papá y aunque no estaba del todo seguro en que podía significar eso, supuso que se refería a... no, no lo descifraba. En cualquier caso, la temporada estaba en transición y pronto iniciaría el invierno y con el invierno venía la nieve, momento para el cual ya estarían fuera de allí.
Caminando por la sala se dirigió a la cocina, que no era más que un cuarto adyacente con las provisiones. Sacando unos cuantos buenos pedazos de carne seca los masticó con avidez, usando los prominentes colmillos superiores que estaban, no tan extrañamente, separados de los incisivos.
Tiempo después ya estaba vestido con la ropa abrigada y de manga larga con cuello alto que sería más que esencial una vez empezara el invierno, haciendo lo propio con la pieza inferior de carga y el calzado pesado para así dirigirse a la salida, pasando por el grupo de baratijas dejadas por su papá en el umbral. Abriendo la puerta salió con calma, cerrando y bajando los escalones con parsimonia mientras en el cielo se deslizaban las nubes. Tal como los otros días, el ambiente se mantenía frío y plomizo, más carente de humedad.
Andando por el camino de grava que llevaba a la entrada del pueblo pasó el portón, con los paisanos envestidos en abrigos largos yendo y viniendo. Exhalando un poco ruidosamente por el aire seco se dirigió a una de las calles secundarias, bajando por una depresión en el terreno hasta que encontró un punto que le llamó la atención – sentándose en el muro bajo de roca que servía como buhardilla a las casas adyacentes. Metiendo la mano en el chaleco estuvo durante un minuto tanteando, sacando un cuaderno y un buen pedazo de carbón rojo, relamiendose los labios antes de abrir y pasar las páginas hasta la primera que vio en blanco.
-Rojo en rojo.- Murmuró encorvado, comenzando con su usual práctica de caligrafía. Aunque en un inicio no tenía un tema específico recordó las lecciones de su papá, procediendo a redactarlas -de nuevo- para no perder el hilo. -Patrulla el área, luego aisla al objetivo.- Dijo, raspando el papel con el carbón. De un momento a otro se detuvo, levantando las cabeza para así olisquear el aire. -Hhmp.- Quieto por unos cuantos segundos cerró el cuaderno y guardó el carbón, bajando de la buhardilla. Sacudiéndose el trasero giró el cuello, repitiendo lo de antes. Expandiéndose y replegando, las aletillas le dieron el paso de las personas en sus proximidades, confirmando lo que antes percibiera. -Perímetro exterior---
No esperó más y salio de allí.
Continuando el camino que recorriera unos cuantos días atras avanzó hasta el camposanto, encontrando un punto apartado en que sacó sus implementos para continuar con la tarea interrumpida.
-Perímetro exterior quebrantado.- Escribió, arrugando la nariz como precaución. Su respiración, ya sin sorprenderle, era seca. Aunque agradable, el clima de aquella zona tan al norte parecía enfocada en empeorar su sinusitis. Parandose por cinco segundos lo ignoró, continuando con su caligrafía.
W Kaguya- Clan Kaguya
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Fecha de inscripción : 05/01/2016
Re: 'Kiss me fat boy'
Transeúnte su destino ambivalente no paraba de cambiar de rumbo sin lograr asentarse del todo, errante viajera se resignaba a adaptarse. Atada caprichosamente ante sus múltiples metas continuó en una retorcida normalidad, su avance a nuevos parajes no cesaron y aunque pareciera que su destierro dejaría una enorme marca emocional en realidad lo que muy pocos sabían es que había ganado su propia libertad a pulso. Sin embargo una extraña sensación con el paso de los años se acuñó en lo más profundo de su alma, una ambición que se paseaba mortal ante el fino hilo de la codicia.
Abrupto despertar, orbes malvas se incendiaron entusiastas por el comienzo de un nuevo día.
¿Qué le depararía?, ¿hallaría algo que valiera la pena?, ¿su corazón se estremecería al fin?...
Preguntas, cuestionamientos, pensamientos en desorden mostrando a una criatura inestable, influenciada bajo su propia naturaleza acarreaba el estigma de un loable desequilibrio o quizá, solamente quizá eran ellos los desequilibrados al elegir una realidad conformista.
Buenos días pajarillo. –Correspondió coqueta al gemido que se escuchaba al fondo, sollozos y quejidos apaciguados por la mordaza, la silueta de su presa colgaba bocabajo intentando inútilmente zafarse de sus ataduras aunque la clara desesperación que mostraban esos iris flameantes en un verde encantador simplemente incentivaron a la ninja por terminar de estirarse y levantarse. Cuidadosamente Hisami apoyó las rodillas en la superficie camuflada por las hojas dentro de la espesura del bosque, estaban solas y nadie descubriría su tan improvisado escondite.– Shhh… shhh… no llores o esas preciosas esmeraldas se teñirán de rubí y me desagrada que algo tan hermoso se vea corrompido por estupideces. –Suave, letal. El filo del kunai se deslizó tentador navegando la silueta de un solo ojo, picoteando traviesamente para hacer saltar una pequeña cortada de la cual la sangre brotaría.
La joven Nara tenía un estricto horario que acatar o al menos así lo parecía dentro de su cabeza, recluida entre sombras limpiaba el terreno colocándose diestramente sus prendas sabía que pronto terminaría por aburrirse de su juguete por lo que tenía que apresurarse y encontrar otro antes de romper el que tenía a su disposición. No sería sencillo, esta vez buscaba un perfecto modelo masculino que entrara entre sus exigentes estándares de perfección o al menos lo que se acercase serviría para las próximas doce horas.
Te tengo gratas noticias, cuando llegue el ocaso te dejaré volar… –Recitando semejantes palabras que indicaban esperanza la joven atrapada por su red simplemente no estaba segura si creer o no en el fiel juramento que le realizaba. En una media sonrisa Hisami avanzó altiva colocándose su bufanda oscura a medida de capucha mientras escondía a la vez su rostro con una peculiar máscara de porte pálido, la tintura de orbes era en un intenso y llamativo púrpura que se extendían por el surco de los párpados mientras que el mismo coloreaba la curvatura de pequeños labios pero lo que más capturaba la atención era el símbolo lunar en medio de la frente.
En marcha abandonó su nicho para salir a pasear. Al tanto un poblado se hallaba cercano a unos cuantos kilómetros por lo que tenía que inspeccionar la zona antes de elegir su nueva adquisición.
Desde las copas más altas se balanceaba grácil, apenas unas cuantas hojas caían revelando su rastro pero no hizo caso hasta que una peculiar sensación la detuvo. Era grande, diferente… rompía con cualquier esquema de lo bello pero aun así no pudo retroceder.
Abrupto despertar, orbes malvas se incendiaron entusiastas por el comienzo de un nuevo día.
¿Qué le depararía?, ¿hallaría algo que valiera la pena?, ¿su corazón se estremecería al fin?...
Preguntas, cuestionamientos, pensamientos en desorden mostrando a una criatura inestable, influenciada bajo su propia naturaleza acarreaba el estigma de un loable desequilibrio o quizá, solamente quizá eran ellos los desequilibrados al elegir una realidad conformista.
Buenos días pajarillo. –Correspondió coqueta al gemido que se escuchaba al fondo, sollozos y quejidos apaciguados por la mordaza, la silueta de su presa colgaba bocabajo intentando inútilmente zafarse de sus ataduras aunque la clara desesperación que mostraban esos iris flameantes en un verde encantador simplemente incentivaron a la ninja por terminar de estirarse y levantarse. Cuidadosamente Hisami apoyó las rodillas en la superficie camuflada por las hojas dentro de la espesura del bosque, estaban solas y nadie descubriría su tan improvisado escondite.– Shhh… shhh… no llores o esas preciosas esmeraldas se teñirán de rubí y me desagrada que algo tan hermoso se vea corrompido por estupideces. –Suave, letal. El filo del kunai se deslizó tentador navegando la silueta de un solo ojo, picoteando traviesamente para hacer saltar una pequeña cortada de la cual la sangre brotaría.
La joven Nara tenía un estricto horario que acatar o al menos así lo parecía dentro de su cabeza, recluida entre sombras limpiaba el terreno colocándose diestramente sus prendas sabía que pronto terminaría por aburrirse de su juguete por lo que tenía que apresurarse y encontrar otro antes de romper el que tenía a su disposición. No sería sencillo, esta vez buscaba un perfecto modelo masculino que entrara entre sus exigentes estándares de perfección o al menos lo que se acercase serviría para las próximas doce horas.
Te tengo gratas noticias, cuando llegue el ocaso te dejaré volar… –Recitando semejantes palabras que indicaban esperanza la joven atrapada por su red simplemente no estaba segura si creer o no en el fiel juramento que le realizaba. En una media sonrisa Hisami avanzó altiva colocándose su bufanda oscura a medida de capucha mientras escondía a la vez su rostro con una peculiar máscara de porte pálido, la tintura de orbes era en un intenso y llamativo púrpura que se extendían por el surco de los párpados mientras que el mismo coloreaba la curvatura de pequeños labios pero lo que más capturaba la atención era el símbolo lunar en medio de la frente.
En marcha abandonó su nicho para salir a pasear. Al tanto un poblado se hallaba cercano a unos cuantos kilómetros por lo que tenía que inspeccionar la zona antes de elegir su nueva adquisición.
Desde las copas más altas se balanceaba grácil, apenas unas cuantas hojas caían revelando su rastro pero no hizo caso hasta que una peculiar sensación la detuvo. Era grande, diferente… rompía con cualquier esquema de lo bello pero aun así no pudo retroceder.
Hisami Nara- Clan Nara
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Fecha de inscripción : 04/01/2016
Re: 'Kiss me fat boy'
Sentado sobre un saliente cubierto con cesped grisáceo su espalda se apoyaba sobre una piedra que debía suponer, era una tumba. Después de todo era un camposanto de la ulzanza norteña, no había nada más que esperar - aunque al fin y al cabo, no le prestaba atención a tan infimo detalle; sus ojos estaban fijados en lo que sus dedos marcaban sobre el papel con el carbón rojo.
Primero había anotado los ya usuales procedimientos de seguridad que le había instruido su papá y luego, dejándose llevar, el tiempo se le había ido en anotar sus pensamientos. Ese cuaderno era, simplemente, un registro dual que lo convertia en un híbrido de manual militar y diario adolescente.
-...--- Justo cuando iba a trazar el sigilo de una consonante entera se detuvo. Levantando la cabeza olisqueo el aire y pudo notar que como antes, su soledad se había visto interrumpida - esta vez por una presencia que se acercaba con rapidez desde una de las direcciones en que los árboles del bosque eran, a falta de una mejor apelación, densos. Conocía la maniobra y era una de las tantas que los ocupantes del sur del continente gustaban de repetir incansablemente, aprovechandose de las copas para intentar no llamar la atención cuando en realidad, solo alertaban más las alarmas; el cliché era en esa situación, el peor aliado y enemigo oculto al que podían acudir.
Olisqueando por segunda vez el aire reconstató el tiempo y distancia, devolviendose a su diario una última vez.
Rojo en rojo. Debes acordarte de avisarle a papá de gente que salta sobre árboles en el perímetro exterior del cementerio. Ahora de regreso al pueblo para comprar ---Sacando una tira de carne seca le pegó un tremendo mordisco, clavando con los sendos caninos mientras los incisivos picaban el curtido, una acción instintiva que le costó mucho menos trabajo que el levantarse y dar un paso adelante, retomando la escritura poco después. ---más provisiones. Creo que le gustará que sepa que caminé un poco más que ayer.
Cerrando el cuaderno lo guardó junto al carboncillo en los bolsillos interiores de la gruesa chaqueta que usaba, sintiendo la manera en que su pecho tamborileaba al son de su paso sobre el camposanto y ni hablar de la barriga. No importaba, después de todo era feliz y si era feliz, el resto daba igual. Y solo para aunar esa alegría sacó otro pedazo de cecina para calárselo entre los dientes, yendo en la dirección diagonalmente opuesta de por donde se acercaba la otra existencia, que por cuya ---hmp hmp--- esencia debía de ser una mujer.
"Una mujer soldado" se acotó mentalmente, procurando recordarlo para el reporte que le daría a su papá. Eso, en el protocolor de un cazador, era muy importante. Todos los detalles eran esenciales.
Primero había anotado los ya usuales procedimientos de seguridad que le había instruido su papá y luego, dejándose llevar, el tiempo se le había ido en anotar sus pensamientos. Ese cuaderno era, simplemente, un registro dual que lo convertia en un híbrido de manual militar y diario adolescente.
-...--- Justo cuando iba a trazar el sigilo de una consonante entera se detuvo. Levantando la cabeza olisqueo el aire y pudo notar que como antes, su soledad se había visto interrumpida - esta vez por una presencia que se acercaba con rapidez desde una de las direcciones en que los árboles del bosque eran, a falta de una mejor apelación, densos. Conocía la maniobra y era una de las tantas que los ocupantes del sur del continente gustaban de repetir incansablemente, aprovechandose de las copas para intentar no llamar la atención cuando en realidad, solo alertaban más las alarmas; el cliché era en esa situación, el peor aliado y enemigo oculto al que podían acudir.
Olisqueando por segunda vez el aire reconstató el tiempo y distancia, devolviendose a su diario una última vez.
Rojo en rojo. Debes acordarte de avisarle a papá de gente que salta sobre árboles en el perímetro exterior del cementerio. Ahora de regreso al pueblo para comprar ---Sacando una tira de carne seca le pegó un tremendo mordisco, clavando con los sendos caninos mientras los incisivos picaban el curtido, una acción instintiva que le costó mucho menos trabajo que el levantarse y dar un paso adelante, retomando la escritura poco después. ---más provisiones. Creo que le gustará que sepa que caminé un poco más que ayer.
Cerrando el cuaderno lo guardó junto al carboncillo en los bolsillos interiores de la gruesa chaqueta que usaba, sintiendo la manera en que su pecho tamborileaba al son de su paso sobre el camposanto y ni hablar de la barriga. No importaba, después de todo era feliz y si era feliz, el resto daba igual. Y solo para aunar esa alegría sacó otro pedazo de cecina para calárselo entre los dientes, yendo en la dirección diagonalmente opuesta de por donde se acercaba la otra existencia, que por cuya ---hmp hmp--- esencia debía de ser una mujer.
"Una mujer soldado" se acotó mentalmente, procurando recordarlo para el reporte que le daría a su papá. Eso, en el protocolor de un cazador, era muy importante. Todos los detalles eran esenciales.
W Kaguya- Clan Kaguya
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Fecha de inscripción : 05/01/2016
Re: 'Kiss me fat boy'
Inquisitiva sus orbes se entrecerraban a través de la máscara. Deteniéndose al aire ocultaba cualquier intención asesina que pudiera alterar su chakra alertando al enemigo, la calma era crucial para llevar a cabo lo que necesitaba realizar. Inspeccionando desde una altura segura Hisami movía la faz cual péndulo curioseando sobre ese ser que invadía literalmente sus dominios o zona de ataque, claramente para la fémina se trataba de un mero intruso más.– Oveja descarriada.
Vidas van y vidas vienen, su diestra reptaba por la zona del pecho introduciéndose al final dentro de su capa logrando deslizar el dedo índice en el ganchillo de la kunai, tenía que elegir el método más apropiado para derribarle aunque el punto en que se hallaba dispuesta no le permitiría un tiro limpio además que debía tomar a consideración el peso, la altura, masa muscular y otros detalles que a simple vista de seguir escudriñando en su perfil le parecía imperfecto. La idea de tener que encargarse de él con sus propias manos le aborrecía, sería mejor hacer de cuenta que no divisaba nada siguiendo con su trayectoria. ¡Estaba decidido!... silenciosa aprobaba su sagacidad premiándose internamente de vítores agudos con múltiples aplausos.
Existía un día por delante, juguetes nuevos pero antes de continuar echaba un último vistazo. La joven rubia se percató de cierto objeto que mantenía absorto al sujeto en cuestión, los dedos robustos no paraban de anotar y trazar cosas que apenas en su posición le parecían legibles más los trazos parecían suaves, delicados, totalmente opuesto a ese chico de apariencia soez. Sorprendida y un tanto cautivada ofrecería una oportunidad al intruso de continuar su tarea dedicada al arte del cual estaba comprometido. Más el tiempo en que pasó vigilándolo se convertiría en un breve lapso cuando el contrario cerraba su cuadernillo comenzando a desplazarse a otro sitio. La máscara mostraba una sola expresión estoica, la facción congelada apenas se ladeaba siguiendo su andar hasta que…
Esmeralda se hallaba en tal dirección, su tesoro más ínfimo, corría el riesgo que si se aventuraba más allá del paraje podría descubrir su nicho.
Bamboleándose rígido permanecía en asuntos más serios dentro de su cabeza, pequeños pasos se deslizaban. Una sombra viajó rápido, se desplazaba entre las demás estructuras saltando e incitando al otro que le siguiese, tenía un tamaño pequeño… incluso el canto de un maullido jugaba con sus sentidos.
Vidas van y vidas vienen, su diestra reptaba por la zona del pecho introduciéndose al final dentro de su capa logrando deslizar el dedo índice en el ganchillo de la kunai, tenía que elegir el método más apropiado para derribarle aunque el punto en que se hallaba dispuesta no le permitiría un tiro limpio además que debía tomar a consideración el peso, la altura, masa muscular y otros detalles que a simple vista de seguir escudriñando en su perfil le parecía imperfecto. La idea de tener que encargarse de él con sus propias manos le aborrecía, sería mejor hacer de cuenta que no divisaba nada siguiendo con su trayectoria. ¡Estaba decidido!... silenciosa aprobaba su sagacidad premiándose internamente de vítores agudos con múltiples aplausos.
Existía un día por delante, juguetes nuevos pero antes de continuar echaba un último vistazo. La joven rubia se percató de cierto objeto que mantenía absorto al sujeto en cuestión, los dedos robustos no paraban de anotar y trazar cosas que apenas en su posición le parecían legibles más los trazos parecían suaves, delicados, totalmente opuesto a ese chico de apariencia soez. Sorprendida y un tanto cautivada ofrecería una oportunidad al intruso de continuar su tarea dedicada al arte del cual estaba comprometido. Más el tiempo en que pasó vigilándolo se convertiría en un breve lapso cuando el contrario cerraba su cuadernillo comenzando a desplazarse a otro sitio. La máscara mostraba una sola expresión estoica, la facción congelada apenas se ladeaba siguiendo su andar hasta que…
Esmeralda se hallaba en tal dirección, su tesoro más ínfimo, corría el riesgo que si se aventuraba más allá del paraje podría descubrir su nicho.
Bamboleándose rígido permanecía en asuntos más serios dentro de su cabeza, pequeños pasos se deslizaban. Una sombra viajó rápido, se desplazaba entre las demás estructuras saltando e incitando al otro que le siguiese, tenía un tamaño pequeño… incluso el canto de un maullido jugaba con sus sentidos.
Hisami Nara- Clan Nara
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Re: 'Kiss me fat boy'
Caminando cuesta abajo la zanja abierta frente a su persona actuaba como lindero entre el camposanto y los parches de verde más allá, entre los que se contaban unos cuantos árboles con hojas que empezaban a caer, propicio por si llovía y se requería desviar el curso del agua de donde reposaban los cuerpos de los fallecidos. Deteniendose a un lado del cauce terreo sacó otro pedazo de cecina, mascándolo con pasión antes de seguir el sendero que discurriendo en dirección este. Ver el portón del cementerio confirmó lo que sabía con certeza: solo un poco más y estaría de nuevo en las largas calles de aquel pueblo vetado con gris y negro.
Un bamboleo de panza después se detuvo, olisqueando nuevamente. La presencia de aquella cosa que saltaba por las copas se desvio por un lado totalmente diferente en lo que podía ser dos cosas: lo había notado e intentaba fugarse para que no lo descubriera o bien, quería dirigirlo a un punto totalmente distinto de aquel. Ambas eran tácticas de cazadores, ambas eran cosas que conocía muy bien - dado que su papá había insistido en meterlas a su cabeza. Metiendo la mano instantáneamente en su chaqueta sacó más carne seca para masticar y continuar su camino como si nada. Lo mejor en aquella situación era no darle ni medio centímetro de lugar; el espacio para que actuara era vital en esas ocasiones y fuera lo que fuera, la mejor conclusión para si mismo era tan solo el no hacerle caso. Que fuera ella quien acrecentara la distancia solo le favorecía.
Y fue cuando pasó por uno pino ennegrecido que pudo olisquear otra presencia que estaba estática en un punto más allá.
No le hizo caso, siguió masticando y continuó andando hasta llegar al arco de piedra negra que separaba los límites del camposanto con el resto del pueblo, acción que pareció ser una invocación al cambio de la luz dominante en el clima: la ya usual facha grisácea se oscurecio, aumentando la cubierta de las sombras. Detenido de bruces se volteo y miró hacia atrás, de lleno al oeste para constatar que la hora del atardecer estaba por llegar.
Parpadeando unas cuantas veces se giró y se rascó el costado izquierdo del cuello con la diestra. El día se le había ido volando y el concepto del tiempo, simplemente se diluyó. ¿Había sido un error o algo por el estilo? No, en realidad no.
-Ahh...--- Torciendo la expresión sintió un moco discurriendo por una de sus fosas, signo de que el enfriamiento por la noche había empezado y recordatorio de que estando tan al norte del continente, los días se tornaban más cortos y las noches mucho más largas. Y esa fue la respuesta a que no se le había ido el tiempo solo estando ensimismado; la combinación de levantarse tarde y escribir se juntaron para aniquilar las perspectivas de una tarde provechosa. O quizá no, ya que de todas maneras la había aprovechado. ---chu.- Estornudó finalmente, limpiandose con la manga.
Todavía tenía algo de comida que comprar.
Un bamboleo de panza después se detuvo, olisqueando nuevamente. La presencia de aquella cosa que saltaba por las copas se desvio por un lado totalmente diferente en lo que podía ser dos cosas: lo había notado e intentaba fugarse para que no lo descubriera o bien, quería dirigirlo a un punto totalmente distinto de aquel. Ambas eran tácticas de cazadores, ambas eran cosas que conocía muy bien - dado que su papá había insistido en meterlas a su cabeza. Metiendo la mano instantáneamente en su chaqueta sacó más carne seca para masticar y continuar su camino como si nada. Lo mejor en aquella situación era no darle ni medio centímetro de lugar; el espacio para que actuara era vital en esas ocasiones y fuera lo que fuera, la mejor conclusión para si mismo era tan solo el no hacerle caso. Que fuera ella quien acrecentara la distancia solo le favorecía.
Y fue cuando pasó por uno pino ennegrecido que pudo olisquear otra presencia que estaba estática en un punto más allá.
No le hizo caso, siguió masticando y continuó andando hasta llegar al arco de piedra negra que separaba los límites del camposanto con el resto del pueblo, acción que pareció ser una invocación al cambio de la luz dominante en el clima: la ya usual facha grisácea se oscurecio, aumentando la cubierta de las sombras. Detenido de bruces se volteo y miró hacia atrás, de lleno al oeste para constatar que la hora del atardecer estaba por llegar.
Parpadeando unas cuantas veces se giró y se rascó el costado izquierdo del cuello con la diestra. El día se le había ido volando y el concepto del tiempo, simplemente se diluyó. ¿Había sido un error o algo por el estilo? No, en realidad no.
-Ahh...--- Torciendo la expresión sintió un moco discurriendo por una de sus fosas, signo de que el enfriamiento por la noche había empezado y recordatorio de que estando tan al norte del continente, los días se tornaban más cortos y las noches mucho más largas. Y esa fue la respuesta a que no se le había ido el tiempo solo estando ensimismado; la combinación de levantarse tarde y escribir se juntaron para aniquilar las perspectivas de una tarde provechosa. O quizá no, ya que de todas maneras la había aprovechado. ---chu.- Estornudó finalmente, limpiandose con la manga.
Todavía tenía algo de comida que comprar.
W Kaguya- Clan Kaguya
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Re: 'Kiss me fat boy'
El clásico escenario lúgubre convocando una noche espeluznante, ni el amor, ni todo el respeto del mundo que se le conferían a los muertos sería suficiente para quebrantar el tabú que merodeaba por invadir dominios más allá de la comprensión humana. Cadáveres postrados entre distintos monumentos o altares que se edificaban en la cima dependiendo al rango o ambiciosa condición efímera que se tuvo en vida.
Un día gris, el vago color anaranjado se iba opacando conforme la noche se inmiscuía correspondiente a su tiempo y lugar más el reflejo de un as luminoso trazó un camino irregular de tales cúmulos oscuros. El chico de complexión robusta masticaba el pedazo de carne como si estuviera acostumbrado a tales eventualidades, incluso no se inmutaba por la pequeñísima sombra que le hubo estado acosando hará unos instantes. Agudos, lejanos, otros totalmente exaltados dejando que su ronroneo vibrara incansable. Bajo el portal un minino se mostraba centinela, sus orbes malvas centellearon a la par que el segundo relámpago caía rugiendo con más ferocidad más aquella bestia al contrario de dedicarse a huir como otras criaturas simplemente no podía apartar su vista de encima ante aquel sujeto. La delgada cola se movía ahora en un pausado compás, el rugido del cielo cada vez se volvía estridente pero ambos agentes no se movían de su sitio.
Meow.
Castañas, eso era lo que percibía a través de su olfato dejando a un lado el olor hediondo de carne seca que llenaba casi grasosa el contorno de los labios ajenos. No tenía nada de espectacular, no podía señalar que era especial pero el olor de las castañas la llenaba de paz a pesar de que se tratara de alguien diferente. Un pequeño interés nacía, todavía no mostraba indicios de ser el indicado pero al menos su aroma no resultaba ser tan desagradable como su apariencia.– MEOW. –Furtiva sus orbes se clavaron en la mirada opuesta, eran oscuros, pantanosos. El felino todavía seguía postrado en el umbral obstaculizando el paso de ese hombre, sus garras masajeaba incrédula el terreno blando y suave que había creado bajo sus almohadillas, aun había tiempo de que diera la vuelta para dirigirse al lugar indicado.
Un día gris, el vago color anaranjado se iba opacando conforme la noche se inmiscuía correspondiente a su tiempo y lugar más el reflejo de un as luminoso trazó un camino irregular de tales cúmulos oscuros. El chico de complexión robusta masticaba el pedazo de carne como si estuviera acostumbrado a tales eventualidades, incluso no se inmutaba por la pequeñísima sombra que le hubo estado acosando hará unos instantes. Agudos, lejanos, otros totalmente exaltados dejando que su ronroneo vibrara incansable. Bajo el portal un minino se mostraba centinela, sus orbes malvas centellearon a la par que el segundo relámpago caía rugiendo con más ferocidad más aquella bestia al contrario de dedicarse a huir como otras criaturas simplemente no podía apartar su vista de encima ante aquel sujeto. La delgada cola se movía ahora en un pausado compás, el rugido del cielo cada vez se volvía estridente pero ambos agentes no se movían de su sitio.
Meow.
Castañas, eso era lo que percibía a través de su olfato dejando a un lado el olor hediondo de carne seca que llenaba casi grasosa el contorno de los labios ajenos. No tenía nada de espectacular, no podía señalar que era especial pero el olor de las castañas la llenaba de paz a pesar de que se tratara de alguien diferente. Un pequeño interés nacía, todavía no mostraba indicios de ser el indicado pero al menos su aroma no resultaba ser tan desagradable como su apariencia.– MEOW. –Furtiva sus orbes se clavaron en la mirada opuesta, eran oscuros, pantanosos. El felino todavía seguía postrado en el umbral obstaculizando el paso de ese hombre, sus garras masajeaba incrédula el terreno blando y suave que había creado bajo sus almohadillas, aun había tiempo de que diera la vuelta para dirigirse al lugar indicado.
Hisami Nara- Clan Nara
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Re: 'Kiss me fat boy'
Pasado el arco de piedra negra vio la figura aparecida de un gato que antes no estaba allí. Y en realidad le importaba tan poco que simplemente lo ignoró y en medio de su desestimación, caminó a un lado y le pisó una pata con sus ochenta y tantos kilos encima y la suela gruesa de sus botas. Sin voltear la cara, sin dejar de masticar la cecina, sin darle un modico de atención continuó por la calle que discurría hacia un callejón entre dos casonas oscuras que más bien parecían ladrillos descomunales. Subiendo las escaleras sintio por primera vez el esfuerzo del día, debiendo detenerse a un tercio para dar un respiro.
Inspeccionar el perímetro. La próxima vez dar un rodeo y procurar no tener que subir escaleras.
Esa fue su primera anotación mental, aunque el hacerla le levantó una bandera roja. ¿Qué? ¿Iba a evadir para siempre las escaleras? Era solo cosa de... pensar un poco más y fijarse en su entorno. Típico protocolo militar que había pasado por alto, de manera innecesaria. Mirando hacia arriba subio unos cuantos peldaños más, quedando a la sombra de un puente de conexión entre los dos edificios que conformaban el callejón - instante en que las aletillas de su nariz se volvieron a mover, alerta de otra cosa.
A sus espaldas, al nivel del suelo por el que había caminado tras pasar la zanja, buhardilla y pisado ese animalucho, una bruma baja empezaba a discurrirse. De color purpúreo tildado con el plomo de las nubes por encima y de la oscuridad nocturna que no tardaría mucho más en dominar por completo el paraje, aquella niebla ---Rojo en rojo, peligro. Evitar; no es niebla. No es neblina o vapor.--- se movio en pequeños remolinos perezosos. Con sus sentidos afilándose y sin saber exactamente el porque se rascó nuevamente el costado izquierdo del cuello.
Dejando pasar unos cinco segundos la señal de la bruma se mantuvo y de hecho, por otras partes algunas más debiles palpitaron.
Y eso, tal como lo de la saltamontes esa sobre el árbol no le importaba. Todo era tangencial y como un cazador, era inadmisible irse por una de esas. Volteándose sacó otro pedazo de carne seca y terminó de subir por las escaleras, adentrandose en la tercera calle antes del mercado. Todavía tenía unas cuantas cosas que comprar.
Inspeccionar el perímetro. La próxima vez dar un rodeo y procurar no tener que subir escaleras.
Esa fue su primera anotación mental, aunque el hacerla le levantó una bandera roja. ¿Qué? ¿Iba a evadir para siempre las escaleras? Era solo cosa de... pensar un poco más y fijarse en su entorno. Típico protocolo militar que había pasado por alto, de manera innecesaria. Mirando hacia arriba subio unos cuantos peldaños más, quedando a la sombra de un puente de conexión entre los dos edificios que conformaban el callejón - instante en que las aletillas de su nariz se volvieron a mover, alerta de otra cosa.
A sus espaldas, al nivel del suelo por el que había caminado tras pasar la zanja, buhardilla y pisado ese animalucho, una bruma baja empezaba a discurrirse. De color purpúreo tildado con el plomo de las nubes por encima y de la oscuridad nocturna que no tardaría mucho más en dominar por completo el paraje, aquella niebla ---Rojo en rojo, peligro. Evitar; no es niebla. No es neblina o vapor.--- se movio en pequeños remolinos perezosos. Con sus sentidos afilándose y sin saber exactamente el porque se rascó nuevamente el costado izquierdo del cuello.
Dejando pasar unos cinco segundos la señal de la bruma se mantuvo y de hecho, por otras partes algunas más debiles palpitaron.
Y eso, tal como lo de la saltamontes esa sobre el árbol no le importaba. Todo era tangencial y como un cazador, era inadmisible irse por una de esas. Volteándose sacó otro pedazo de carne seca y terminó de subir por las escaleras, adentrandose en la tercera calle antes del mercado. Todavía tenía unas cuantas cosas que comprar.
W Kaguya- Clan Kaguya
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Fecha de inscripción : 05/01/2016
Re: 'Kiss me fat boy'
La gota de iris se afilaba, dos envergaduras mostrándose opalinas más reflejando la descomunal figura de aquel hombre. El aroma a castañas predominaba, bastante inusual. El felino continuó agitando su cola mostrando posiblemente un atisbo de singularidad a diferencia de otros animales… de uno a tres pasos le tomó a ese sujeto avanzar de frente, una mala señal ya que el gato recibía un terrible pisotón logrando que el chirrido agudo acribillara los tímpanos hasta del más sensible ebanista. Emprendiendo una carrera la criatura huyó lejos o eso parecía…
Su desinterés resultaba innovador. Grande, corpulento, lo característico de ese ser no era su voraz apetito sino la opacidad que mostraban sus orbes, un topacio digno de admirar en tan sin igual caparazón. Un tajo, dos tajos, se requeriría de más métodos para engatusarle por lo que motivada a andar a su lado se aseguró de mantener una distancia prudencial. Su tamaño y le ligereza en la que avanzaba era totalmente escurridiza. En los linderos de los tejados desde esa altura se veía pequeño, suave, su pata todavía le dolía por la desconsideración aunque había tenido más suerte de no haber sido atacada o por el otro caso mostrar su verdadera naturaleza hostil. Un demonio eso era, y el demonio encantaba de merodear nuevos prospectos.
Blindada por la oscuridad se erguía en su improvisado pedestal, efigie que centinela movía sus bigotes de un lado a otro. Siguiendo por el tejado unas cuantas acrobacias no serían problema para alcanzar el barandal de las escaleras ofreciendo la misma mirada fija hacia el hombre que se atrevió a maltratarle. Orbes malvas centellearon con el purpúreo decorativo.
Los muertos exijen compañía.
Una voz femenina se hacía presente, ¿más de dónde provenía?, solo estaba el gato con actitud arrogante meneando su cola mientras se lamía la pata, la misma que anteriormente fue lastimado.– Descortesía de campesino. – Se trataba de esa niebla que llevaba a liberar gases, no…. Eso no era, era el demonio.
Su desinterés resultaba innovador. Grande, corpulento, lo característico de ese ser no era su voraz apetito sino la opacidad que mostraban sus orbes, un topacio digno de admirar en tan sin igual caparazón. Un tajo, dos tajos, se requeriría de más métodos para engatusarle por lo que motivada a andar a su lado se aseguró de mantener una distancia prudencial. Su tamaño y le ligereza en la que avanzaba era totalmente escurridiza. En los linderos de los tejados desde esa altura se veía pequeño, suave, su pata todavía le dolía por la desconsideración aunque había tenido más suerte de no haber sido atacada o por el otro caso mostrar su verdadera naturaleza hostil. Un demonio eso era, y el demonio encantaba de merodear nuevos prospectos.
Blindada por la oscuridad se erguía en su improvisado pedestal, efigie que centinela movía sus bigotes de un lado a otro. Siguiendo por el tejado unas cuantas acrobacias no serían problema para alcanzar el barandal de las escaleras ofreciendo la misma mirada fija hacia el hombre que se atrevió a maltratarle. Orbes malvas centellearon con el purpúreo decorativo.
Los muertos exijen compañía.
Una voz femenina se hacía presente, ¿más de dónde provenía?, solo estaba el gato con actitud arrogante meneando su cola mientras se lamía la pata, la misma que anteriormente fue lastimado.– Descortesía de campesino. – Se trataba de esa niebla que llevaba a liberar gases, no…. Eso no era, era el demonio.
Hisami Nara- Clan Nara
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Fecha de inscripción : 04/01/2016
Re: 'Kiss me fat boy'
Ya arriba cerró los ojos y adoptó una pose cuestionable - no por gusto, sino por reacción. Su nariz empezaba a inundarse con mucosa y de nuevo sentía el ahogamiento de su sinusitis golpeandole la cabeza sin piedad alguna. Con los lagrimales inundados inhaló para luego estornudar, liberando una nube que flotó frente a él de manera suave pero fugaz, desapareciendo tan rápido como había sido emitida.
Y allí de nuevo, a un lado y probablemente en el rango del estornudo estaba el gato. Y el gato le seguía importando tanto como antes así que ni lo tomó en cuenta, avanzando con un hilo de moco colgando de una de sus fosas para dar un manotón y mandarlo a volar. Si le terminaba de reventar la pata al golpearse contra el piso, mejor aún.
Rojo en rojo. Aumentar reservas y procurar energía.
Avanzando por la calle se dejó guiar por su brújula interna, dando las vueltas donde tocaba mientras alrededor ignoraba las lámparas flotantes de luz blanca que le daban un ambiente fantasmal a los caminos apisonados; de no conocer como era ese sitio en la noche por el tiempo ya vivido en sus alrededores, se habría dicho que era un mundo distinto pero ya pasada la novedad, lo ignoraba totalmente. Ni siquiera una ilusión tan bien lograda, que a otros los dejaría en la punta de los pies, lo mantenía interesado más de una noche, si acaso dos.
Tras diez minutos de pasar por una puerta aleatoria, sin embargo, un crujido se dio lugar. El sonido, continuado por una pisada tosca, fue solo el inicio.
Y allí de nuevo, a un lado y probablemente en el rango del estornudo estaba el gato. Y el gato le seguía importando tanto como antes así que ni lo tomó en cuenta, avanzando con un hilo de moco colgando de una de sus fosas para dar un manotón y mandarlo a volar. Si le terminaba de reventar la pata al golpearse contra el piso, mejor aún.
Rojo en rojo. Aumentar reservas y procurar energía.
Avanzando por la calle se dejó guiar por su brújula interna, dando las vueltas donde tocaba mientras alrededor ignoraba las lámparas flotantes de luz blanca que le daban un ambiente fantasmal a los caminos apisonados; de no conocer como era ese sitio en la noche por el tiempo ya vivido en sus alrededores, se habría dicho que era un mundo distinto pero ya pasada la novedad, lo ignoraba totalmente. Ni siquiera una ilusión tan bien lograda, que a otros los dejaría en la punta de los pies, lo mantenía interesado más de una noche, si acaso dos.
Tras diez minutos de pasar por una puerta aleatoria, sin embargo, un crujido se dio lugar. El sonido, continuado por una pisada tosca, fue solo el inicio.
W Kaguya- Clan Kaguya
- Ryo : 2201
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Fecha de inscripción : 05/01/2016
Re: 'Kiss me fat boy'
Las clásicas historias de fantasmas y sucesos sobrenaturales emergían con gran influencia, el escenario se disponía para amedrentar el nulo valor de aquel chico de corpulenta estructura. Amedrentándole con su falta de ingenio y sofisticación la respuesta por parte del contrario no se hizo esperar. El felino bajaba la guardia, lamía entretenido su pata…
Un manotazo cargado de.. de quien sabe que impactaba contra la criatura más antes de que este llegara hacia su objetivo tal cual como hubo discernido anteriormente una nube de humo se disipaba para dejar una estela de plumas grisáceas celestinas. El gato no estaba por lo que el pitido suave se viajaba en la lejanía abandonando por el momento a tal insensible personaje de gran masa corporal.
Por un momento… juraría que él...
Ante el estremecimiento su corazón no paraba de latir, estaba un tanto aterrorizada más si no fuera por su pronta reacción estaba segura que acabaría partida por la mitad. Era peligroso. Determinada sus orbes malvas se afilaron para buscar otro punto en el cual no podría quitarle la vista de encima, si bien estaba inspeccionando el perímetro solo quería decir que descubrirían el sitio en el que se albergaba. Molesta estaba perdiendo el tiempo, necesitaba remplazar su juguete, odiaba que sus planes se obstruyeran, había llegado el momento de actuar pero antes solo quería observar un poco más de él, su libreta le intrigaba. Todo él le terminaba intrigando.
Un manotazo cargado de.. de quien sabe que impactaba contra la criatura más antes de que este llegara hacia su objetivo tal cual como hubo discernido anteriormente una nube de humo se disipaba para dejar una estela de plumas grisáceas celestinas. El gato no estaba por lo que el pitido suave se viajaba en la lejanía abandonando por el momento a tal insensible personaje de gran masa corporal.
Por un momento… juraría que él...
Ante el estremecimiento su corazón no paraba de latir, estaba un tanto aterrorizada más si no fuera por su pronta reacción estaba segura que acabaría partida por la mitad. Era peligroso. Determinada sus orbes malvas se afilaron para buscar otro punto en el cual no podría quitarle la vista de encima, si bien estaba inspeccionando el perímetro solo quería decir que descubrirían el sitio en el que se albergaba. Molesta estaba perdiendo el tiempo, necesitaba remplazar su juguete, odiaba que sus planes se obstruyeran, había llegado el momento de actuar pero antes solo quería observar un poco más de él, su libreta le intrigaba. Todo él le terminaba intrigando.
Hisami Nara- Clan Nara
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