MS 9 - GRANJAS

 

Pasado un rato, logró descubrir otro nido de las gallinas y poder conseguir otro huevo. Con lo cual ya tenía más avanzado ese ingrediente, faltaban solo cinco blanquillo y podría centrarse en otra cosa. Pero notó algo diferente, la gallina esta vez se vio alterada y se reunió con otras de sus congéneres. Si el shinobi supuso que después de estar asaltando sus nidos todo ese día, las aves estaban fastidiadas y molestas. Hasta parecía que  confabulaban en su contra. Por lo que tenía que ser más cuidadosos de ahora en adelante, con esos animales. Al final nadie le gustaba ser asaltado y perder de esta forma sus pertenecías. Las gallinas comenzaban a mostrar los primeros signos de molestia ante esa situación.

Mientras desencumbraba las hortalizas y las limpiaba de malezas y otras hiervas. Encontró otro huevo de gallina, lo limpio y lo coloco con cuidado en el lugar que le correspondía. Tenía buen aspecto, algo pequeño pero serviría bien y carecía de grietas o cualquier marca que diera a entender cierto daño. Por lo que puso otra muesca en su lista, restaban solo cuatro huevos más de gallina y podría por fin, dar por finalizado esa parte. Pero no podía fantasear, debía de mantenerse firme en lo suyo. Aún quedaban muchos huecos en los ingredientes que tenía y eso era una mala señal. Si no los terminaba no serviría de nada, todo lo que había recolectado en esas horas.

 

Encontró otro huevo de gallinas, cerca de donde estaba el último. Al igual que el anterior, lo limpio, quitando con cuidado el polvo y la tierra que tenía sobre su cascaron. Inspeccionándolo después para descartar cualquier defecto que pudiera tener. Posteriormente lo coloco dentro de la canasta y lo acomodo para que no terminara roto. Finalmente saco la lista que tenía consigo y puso otra marca en el apartado de huevos de gallinas. Casi terminaba, tres más y podría por fin tachar ese ingrediente. Pero sus sospechas se hacían cada vez más grandes, las gallinas se le quedaban mirando, ahora su número no era el de una sola ave, sino un pequeño grupo. De una u otra forma su mensaje era simple: Que dejara de perseguirlas, vigilar sus nidos y hacerse con sus huevos.

Intentó ignorar las gallinas, las aves lo seguían de cerca, como para no perderlo de vista y estar atento a todos sus movimientos. Por lo que se hizo el desatendido y se centró en ver las verduras que ahí estaban cultivadas. Fue así que encontró otra calabaza, la tomó, cortó y limpio para llevarla en dirección de la anciana que lo estaba despachando. La vendedora no tardó en advertir el inusual numero de gallinas reunidas y las espanto para que no maltrataran lo ahí plantado.–¿Cuántos huevos has recolectado?– inquirió sorprendía por lo que había pasado. –Nueve en total, tengo que juntar toda una docena– contestó un poco desconcertado– Con razón comienzan a odiarte esas aves, son demasiado celosas con sus huevos–

 

–Sera mejor que tenga cuidado, como le dije las gallinas lo odian por recolectar indiscriminadamente sus huevos– lo sermoneó después de que logro espantar a todas las aves que ahí hasta hace un momento se encontraban. El Yuki seguía un poco sorprendido por lo que le decía la anciana. Estaba abusando de la productividad de esos animales y estos ya lo habían catalogado como su enemigo. Por lo que  pensó que era mejor terminar de recoger cuanto  antes los tres huevos que le hacían falta y dejar en paz a esas aves. Aunque fue interrumpido, por otro granjero que le ofreció más filete de pollo. Con eso tenía tres kilos de carne de pollo y otra razón mas por ser odiado por las gallinas. Algo que parecia iba en aumento y que se estaba volviendo mas notorio.

 

–Deje de pensar en los huevos de gallina, si lo sigue haciendo causara toda una revolución por parte de esas aves, así como las ve son demasiado maquiavélicas, pero todos me tiran a loca por pensarlo– la vendedora vaticino un posible resultado si no desistía en su búsqueda de huevos. Pero como podía temerle a un grupo de gallinas, eso era algo que estaba fuera de todas posibilidades. Pero tenía que tener respeto, los animales, hasta el más inofensivo podía comportarse agresivamente cuando la situación lo ameritaba. Pero seguía pensando que era algo exagerado esa advertencia. Pero no la hecho en saco roto, si no que la tuvo presente. Además después de esa extraña platica, compro la última calabaza que le hacía falta.

 

 

Después de la conversación con la anciana, se acercó a los corrales y pudo ver que no habia ni un huevo en los gallineros. Por otra parte se dio cuenta que los avestruces estaban en relativa calma, si podía acercarse a sus nidos, tal vez conseguiría más huevos. Grave error. –Tengo que ser cuidadoso, estos animales son extremadamente temperamentales y son mucho más grandes que una simple gallina– al introducirse no hubo ningún problema. Peor al llegar a los nidos y tomar uno de los huevos, las aves se le fueron encima, pateándolo fuertemente. Casi a rastras salio del corral y por poco se escapan los avestruces. Jadeante y en el suelo, recargado en una de la tela de protección quedo tirado, intentando conseguir aire que le hacía falta. Pero enfrente de el, estaba todo un regimiento de gallinas, las cuales se le fueron también encima. Era claro que esperaron el mejor momento para desquitarse del shinobi. Salió corriendo perseguido por esas pequeñas aves, recordando como desde hacía ratos lo seguían de forma hostil. Se tuvo que refugiar en una bodega y esperar a que se calmaran. Pasado varios minutos salió y se dirigió donde dejo encargado las cosas que había comprado. Las empaquetó y decidió dejar todo por la paz. Por lo que decidió ir a otro lugar a conseguir lo que le faltaba.