Llegando al País del Viento

por Hiroki Senju Sáb Oct 31, 2015 11:24 pm

Agotado y muriendo de hambre Hiroki finalmente llegaba a su destino, o al menos estaba más cerca que antes. Habían sido tantas las ocasiones en que visitó el País del Viento en los últimos años que ya conocía de memoria el camino que tenía que tomar y el desierto ya no representaba un reto para él. O al menos en parte. Si bien era imposible que lograra perderse en aquellos vastos territorios —a menos que una horrible tormenta de arena lo desorientara—, el clima continuaba siendo un enorme fastidio y el tener que caminar kilómetros hasta llegar a la Villa era lo peor que podría haber experimentado.

Sí, nunca terminaba de acostumbrarse a ello. No obstante, en aquel momento aquella no era una preocupación que le atormentara, ya que, después de largos minutos de caminata sin cesar, eran apenas unos pocos metros los que le separaban de su destino final. Más adelante podía verse el arco de entrada a la aldea y enseguida las enormes edificaciones que se elevaban frente a su camino.

Siguió caminando entonces, esperando que al llegar pudiera encontrar algo de paz y un cómodo lugar en donde poder descansar.

por Solomon Uzumaki Jue Mar 10, 2016 9:22 pm

Al final de día, todo había terminado de manera catastrófica. Lo último que había podido sacar de su casa eran pergaminos y unos cuantos libros, que ato a la espalda con un pedazo de tela. Cuando empezó toda la conmoción del ataque bijuu, todos corrían pos sus vidas, y algunos otros quedaban atrapados entre escombros, y muchos otros con partes mutiladas.

Lo único que podía hacer Solomon era escapar de aquel lugar. Con lo poco que llevaba decidió seguir a personas que al igual que el lo habían perdido todo, pero querían seguir viviendo. Pero todos tenían el mismo rostro, desesperación y muerte se marcaba en cada cara. Cruzar el desierto en busca de refugio con aliados sería una carrera contra el tiempo. Aunque eran miles, muchos de ellos quedarían enterrados entre la arena, sin un lugar de entierro, solo el desierto mismo.

Con paso calmado salió toda aquella gente, solo guiadas por la luz del sol, que resecaba cada centímetro de piel. Mientras que los cuervos sobrevolaban ese cielo despejado. En el camino solo quedaban los cadáveres, que servían de alimento para los animales carroñeros. Los más fuertes seguían paso a paso, tratando de encontrar una villa lo más pronto posible.

Con un cuerpo esquelético, Solomon comenzaba a acercarse a la entrada del país del viento. Parecía que al final de todo, había logrado sobrevivir. Dio media vuelta para ver a los demás exiliados, solo para darse cuenta, que solo quedaba la sexta parte de su grupo, todos cansados y aun con el temor en sus ojos. No sabían lo que pasaría en ese lugar, solo les quedaba esperar.

por Aiko Uzumaki Sáb Mar 12, 2016 6:00 pm

Aiko llevaba sobrevolando el desierto varias horas, desde que dejó el País del Remolino no había dejado de moverse sobre su dragón, estaba sumamente cansada, tanto que tuvo que recurrir en ese momento a tomar una píldora del soldado.

El alivio que sintió fue casi al instante, sin embargo, sabía que no podía consumir otra o su cuerpo sufriría severos daños. El palacio estaba a una hora más de camino por lo que creyó que no necesitaría otra.

Un grupo de aves caroñeras volando frente a ella captó su atención, seguro había algún animal muerto abajo, su mirada descendió y con sorpresa observó a un grupo de personas - en su mayoría pelirrojas - caminar con bastante esfuerzo, pues sus pasos eran desganados y se veían bastante afectados.

- Uzumaki, seguramente... - masculló con pena. No era de extrañar que algunos se dirigieran al País del Viento en esa ocasión, Aiko se había comprometido a cuidarlos tanto como durara su alianza con el clan de la Aldea de la Longevidad. Descendió el dragón frente a ellos obligandolos a detenerse. - ¿Son del clan Uzumaki, cierto? - preguntó la pelirroja pasando la mirada por cada una de las personas, eran de distinta edad y aun así todos tenían el temor y la desolación reflejados en sus ojos. Unos asentimientos secos le confirmaron su identidad. - Bien, soy la Feudal del País del Viento, Aiko Uzumaki... vengo de atender la batalla en su aldea y quiero informarles que el Bijuu ha sido vencido junto a sus clones y la persona que lo controlaba. Aún así la aldea está destruida y no es habitable para nadie por lo que no pueden regresar al País del Remolino hasta que esté en mejores condiciones - explicó con calma - Les daré asilo en el Palacio si es su deseo, allí tendrán comida y un lugar para dormir, sino puedo ayudarlos a llegar al País del Fuego, pero por ahora necesitamos llegar al Palacio para que coman y descansen.

Extendió la mano hacia ellos y una enorme masa de polvo dorado se materializó frente a ellos. No podía llevarlos a todos en el dragón, así que creaba una nube de arena de oro para que subieran y llegaran más rápido al Palacio.

- Suban y quienes no quepan pueden irse conmigo en el dragón, aquí caben como 4 personas más - pacientemente esperó a que todos tomaran su lugar en alguna de sus invocaciones de arena. Y cuando estuvieron listos los elevó varios metros sobre el suelo y empezaron a avanzar, no se detendría hasta llegar a su hogar.

Esperaba que nada hubiese pasado allá, había dado ordenes e incrementado la seguridad en toda la aldea de la arena y las villas cercanas, pero la principal -Sunagakure- donde se encontraba su palacio tenía el doble de seguridad a excepción de su palacio, ahí solo lo estarían custodiando sus hijos pues los guardias debían estar desplegados en zonas más vulnerables.

por Solomon Uzumaki Mar Mar 15, 2016 1:05 am

El calor lo seguía fastidiando de una u otro manera. Con la boca reseca no podía hablar adecuadamente y lo único que encontraba, era una molestia. Al final, toda la gente solo tenía un destino a donde ir Durante varios años la aldea del remolino había creado varios lazos con el clan del viento, por lo que la mayoría de la gente no dudo en cruzar el desierto buscando un nuevo asilo lejos de la catástrofe.

Solomon dio un pequeño suspiro mientras buscaba fuerzas para mantenerse de pie, su cuerpo no respondía como él quería, y la piel quemada comenzaba a fastidiarle. Le daba comezón en los brazos, pero por más que rascaba, solo quedaban costras que se arrancaba en cada intento fallido.

Con aire de grandeza, llegaba la que parecía ser el señor feudal o algo por el estilo. Después de dar a conocer sus intenciones. ¿Aquella mujer había estado peleando contra los bijuus? ¿Porque habían tardado tanto? si hubieran estado ahí antes, podrían haber salvado a más familias, y aun seguiríamos en nuestro clan, sin temor a morir. Eso era lo que pensaba Solomon, mientras la cabeza comenzó a dolerle. Siempre que recordaba al clan del remolino, una pequeña corriente eléctrica le recorría todo la columna y atormentaba su cerebro.

Maldita sea… Murmuro, mientras que sostenía el lado derecho de la cara, y tapaba su ojo, el sol le molestaba y le provocaba una terrible jaqueca. Se desplomo en el suelo, hincado, sosteniendo su peso con la rodilla derecha. Poco a poco el dolor comenzó a cesar, y se irguió de nueva cuenta.

Se acercó al dragón con cautela, aun no dominaba su chakra para crear criaturas como esas, por lo que se subió despacio. Miro de reojo a la que podría ser su salvadora, de él y de las demás personas. No parecía ser tan fuerte, más bien parecía ser un ama de casa cualquiera, los años le habían pasado factura y podría verse como su cuerpo se había desgastado más y más.

Seguramente esto es una broma, murmuro otra vez, mientras bajaba la mirada para solo ver arena. Quizás era mala idea venir a este lugar. ¿Qué pasaría después de que nos asentáramos? ¿Seriamos carne de caño para la próxima guerra? ¿O realmente seriamos tratados como iguales, sin temor a represalias por parte del poblado del viento?

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