Calles de alguna villa

por Vergil Ōtsutsuki Sáb Nov 21, 2015 12:42 am

El clima del País del Agua era en extremo húmedo y frío. Sin mencionar la niebla que se extendía sobre la mayor parte del continente haciendo que la visibilidad se viese reducida. Sonaba incómodo, al menos para un extranjero. Pero Vergil sin embargo, tan sólo ignoraba dichos factores mientras caminaba calmadamente por las poco habitadas calles de alguna de las villas situadas alrededor de la isla.

Algo en la apariencia de él llamaba la atención de la mayoría de los transeúntes que pasaban a su lado. Vergil se imaginó que debía ser su vestimenta, ya que se notaba la clara diferencia con la ropa que llevaban los habitantes de aquellas tierras. Pero ignoró ese detalle tan pronto como notó que la cantidad de personas transitando las calles aumentaba conforme a cada paso que daba, y supuso entonces que estaba adentrándose hacia el centro de la aldea. Se trataba de una extensa plaza rodeada de locales y diferentes tiendas.

Mezclándose entre la multitud Vergil entró en el lugar pretendiendo ser uno más de sus habitantes. Mientras caminaba examinaba a su alrededor con calma, sin lograr ver mucho más que una mañana normal para esas personas, que se dedicaban a sus actividades matutinas realizando sus deberes casi de forma instintiva. Se preguntó entonces si en ese lugar tendría la oportunidad de encontrar lo que estaba buscando.

por Vergil Ōtsutsuki Jue Nov 26, 2015 12:48 pm

Metros más allá de su persona una llamativa escena se presentaba: una numerosa masa de personas caminaban hacia el mismo sitio y se amontonaban alrededor de un evento que Vergil no lograba distinguir con claridad. Podría haberse elevado por sobre toda esa multitud y averiguarlo rápidamente, pero prefería no llamar la atención por el momento y al contrario de ello simular ser uno más de los habitantes de esa aldea.

Con calma logró escabullirse entre las personas que murmuraban cosas incomprensibles pero de las cuales el albino pudo rescatar algo de información. La gente hablaba sobre un circo que se iba a presentar esa misma semana en la aldea, y que era un evento único al cual no podía faltar nadie ya que hacía mucho que no lo veían en el País del Agua.

Alzando una ceja extrañado Vergil se preguntó qué era tan increíble de un simple circo. Pero después decidió restarle importancia al asunto, alejándose de aquel sofocante ambiente.

. . .

La mañana pasó rápido. Vergil se dedicó a explorar la aldea y buscar información en cada rincón. No obstante, no tuvo el éxito que esperaba. La tarde se iba lentamente y no había hallado ni una sola pista de lo que estaba buscando en la Tierra. Agotado y resignado decidió que tomaría un descanso, por lo que recorrió las calles en busca de una posada donde pudiera alojarse para pasar la noche, ya que no era el tipo de persona que gustaba de dormir a la intemperie; además, todavía tenía cosas que averiguar.

Imaginó que debía ser tarde pues las calles estaban más solitarias de lo que había visto antes. Sólo el silencio lo acompañó durante su camino mientras avanzaba por las oscuras y neblinosas calles de aquella aldea, hasta que dio con una humilde posada donde se adentró de inmediato.

—Buenas noches, señor. —saludó la recepcionista.

—Buenas noches —respondió Vergil inexpresivo—. Solicito una habitación.

—Por supuesto. Aquí tiene —dijo la mujer entregándole una llave—, la habitación 12, al final del pasillo.

—Bien, gracias.

Tomando la llave del cuarto Vergil se disponía a marcharse, pero la voz de la mujer lo detuvo.

—¡Oh, casi lo olvido! —el hombre volteó, observándola expectante—. Tome... —extendió la mano con un papel— El circo Yasuda está necesitando ayudantes para poder presentarse en los próximos días y han ofrecido una buena recompensa a quien se presente. Si le interesa, aquí tiene.

—Ah, de acuerdo. —fue lo único que Vergil respondió, un tanto confundido al tomar el papel.

Y sin más que decir entonces volteó y se dirigió a su habitación. Mientras avanzaba por el pasillo pensaba que quizás podría asistir a ese lugar a brindar su ayuda, pero por supuesto, no por la recompensa o por amabilidad, sino porque era un buen lugar donde podría encontrar la información que estaa buscando.

—Circo Yasuda. Interesante.

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