1x01 - "Winterfell"

Pasando las últimas calles llegó hasta el distrito central del pueblo, el corazón de la comunidad. Como el encargado de la distribución era allí donde colindaban los negocios de distintas clases – la abarrotada taberna, los mercantes y el resto que por los momentos, no recordaba. Normalmente a esa hora lo único vivo sería la taberna, pero...

-¿Tiene carne ahumada?- Preguntó el chico frente al aparador del vendedor de encurtidos, que a esa hora en cualquier otro día, sería el único abierto. La plaza, extrañamente, estaba ocupada con un gentio solo comparable al de la tarde baja.

-Por supuesto pequeño señor.- Respondió aquel con un asentimiento, tomando uno de los pedazos que estaban colgados de los ganchos en el techo de su tienda mientras sacaba un cuchillo para partir debajo de mostrador. -¿Cuánto le sirvo esta noche?- Inquirio.

Un intercambio más después los cortes fueron aplicados y la carne envuelta en papel especial. Metido en una bolsa de tela verde, el rechoncho se la guardó en la chaqueta, sintiendo los dos kilos extras agregándose a su bulbosos pecho y estómago. -¿Se va a quedar para la celebración?- Preguntó de pronto el hombre, con rostro interesado.

-¿Celebración?- Contestó aquel, levantando apenas las cejas finas que coronaban sus ojos de pupilas azules. Por supuesto, eso respondía la pregunta no formulada, la que intentaba dilucidar el porque todo estaba tan lleno cuando se suponía que la hora los ponía a cenar, a cuidar a sus pares y... lo que fuera que hiciera una familia típica entonces.

Perímetro comprometido – curiosidad picada. Procedimiento elegido---

-Si. Es la celebración anual de otoño. Cada vez en la temporada le pedimos a Maotelus, el santo protector de esta region, que nos conceda el favor de protección de las lluvias. Por supuesto, hace bastante tiempo que no llueve a raudales y aun más tiempo desde que se desvio el río que antes inundara la planicie. Pero no esta de mas el pedir que no haya improvisaciones desde arriba ¿verdad?-

-Uh. Supongo.- Corroboró dudosamente el menor cuando se giró y miró directo a la muchedumbre. Más allá se repartían de esas lámparas de papel traslúcido que le concedian a las calles un aspecto fantasmal, cada quien prendiendo una ---observación. Rojo en rojo – iniciar registro de la ocurrencia para mostrársela a papá.--- y haciendo lo que suponía era un ritual local. De hecho, la actitud solemne era similar a alguna de las cosas que le había visto a su papá. -...ahh--- Apartándose se apoyó en una de las paredes del edificio de piedra negra, sintiendo la sinusitis atacando nuevamente. ---chu.- Completó sentándose en el suelo, reclinándose mientras se limpiaba la nariz y metía la mano para sacar el diario y el carboncillo rojo.

Tiempo: noche. Estación de vigilancia personal – en el pueblo donde papá fijó residencia temporal durante su trabajo, en medio del día que los habitantes le dedican a un tal Maoterus. La procesión parece requerir de un sinumero de lámparas con luz blanca que se dejan flotando a unos cuantos metros del suelo. El efecto es similar al de la celebración funeraria en las islas del archipielago del norte.

El ocaso dio pie a la noche, siendo horas poco adecuadas para llegar a un pueblo desconocido.  Ahora tendría que buscar dos cosas, un lugar donde saciar su hambre y una cama donde descansar como era debido, todo esto en tiempo record considerando que cuando  ya era de noche prácticamente terminaría durmiendo sobre la mesa de un bar o taberna, la mayoría de veces de mala muerte. Pero al caminar de forma solitaria por las calles, descubrió un bullicio inusual, tal vez no llegó en tal mal momento, parecía una especia de festival o celebración, aunque desconocía el motivo, no podía quejarse, eso serviría de ayuda.

Con andar tranquilo llegó hasta la calle principal, la cual lo condujo hasta la plaza central, inspeccionando con la mirada cada uno de los locales abiertos y las decoraciones de aquella desconocida  e inesperada celebración.–Oh hijo … ¿Acaso tú eres uno de los niños de nuestro pueblo? No recuerdo a ver visto antes tu rostro– le inquirió una anciana con cabellos de plata y arrugadas facciones, percatándose que el jovenzuelo ante sus ojos, no parecía ser nativo del lugar. –Tiene buena vista anciana, solo estoy de paso en su pueblo– contestó de forma directa, mientras fijo sus ojos en los orbes casi apagados de su interlocutora. –Probablemente te sorprenda pero después de tantos años, mis ojos han observado un sinfín de chiquillos, que han crecido y han tenido hijos, es fácil para una mujer de mi edad, detectar a quien no se asemeja a alguien de nosotros– la anciana se dirigió hacia él como si lo hubiera conocido de toda la vida.

–En efecto me sorprende que aun conserve sus recuerdos en el lugar que corresponde– se disponía a marcharse, al notar que la anciana no poseía en su local algo que fuera de utilidad, siendo un sinfín de tejidos los artículos que exhibía. –Los jóvenes de ahora, nos ven como un estorbo. Eso es triste deberías de tenernos más consideración a nosotros los mayores. Hijo aprovecha que llegaste en estas fechas y disfruta de la celebración, anda ve no pierdas más tu tiempo– con una sonrisa despachó al joven desconocido, animándolo a que tomara parte del evento que se desarrollaba en aquel pueblo.

–Anciana rara es todo lo que diré– habló en voz baja, aunque haría caso de su consejo, no tanto para divertirse, si no aprovechar que podía serle de utilidad de toda esa algarabía.

Tenía que irse, era demasiado abrumador estar cerca de él. Volviendo a su forma original quedaba en cuclillas sobre uno de los tejados que ofrecían una grata vista de lo que ahí se estaba a punto de desarrollar. Fiera apenas relamía sus labios oculta por la fachada de la máscara ya que poco a poco comenzaba a exaltarse del sinuoso banquete que se disponía como clásica bandeja de plata.

Frunciendo el entrecejo todavía experimentaba el entumecimiento de su extremidad derecha por el pisotón, aplicando un poco de su chakra sobre el dorso de la herida intervenía con precisión aliviando el malestar, no obstante su sonrisa mostraba los incisivos motivada ahora por su nuevo objetivo. – Después de todo eran zafiros. – Una iluminación de suave esmeralda que proyectaba su energía apenas permitía vislumbrar las facciones satíricas de la máscara. Pasados unos minutos movió las articulaciones comprobando que todo estuviera en orden, los músculos y ligamentos respondían a la perfección, estaba claramente satisfecha con los resultados. Irguiéndose su caftán azul se sacudía por el viento que golpeteaba la tela, caminando apacible sobre el filo de los tejados colocó sus manos hacia atrás a la altura de su espalda baja mientras que sus pasos alargados y estilizados ejercían un paso marcial casi pintoresco.

Que comiencen los juegos. – Determinada simplemente tomó el camino opuesto dando un salto entre los callejones subsecuentes, su máscara no parecía llamar la atención ya que otros estaban engalanados con representaciones de animales y otras tantas expresas con imágenes demoniacas variadas. Los colores y fuegos artificiales adornaban el firmamento, las estelas explotaban en miles de combinaciones fluorescentes, un digno espectáculo.

Entre la multitud la silueta femenina se iba perdiendo, a veces daba giros imitando las danzas e inclusive otras tantas interpretaciones en las que su baile capturaba la atención de la poca congregación que merodeaba cercana a ella. Dichosa sujetó del brazo a un joven de porte agradable a la vista, su cabello era castaño a la vez que sus orbes eran de un tono grisáceo pero no lo conservaría, solo jugueteaba un poco más, necesitaba encontrar a ese chico de bellos ojos celestinos.

Después de su pequeña conversación con aquella anciana mujer, siguió caminando entre la multitud, abriéndose paso, para no verse atrapado en el mar de gente. De cada en cuando revisó con sus orbes los puestos instalados,  sin levantar sospecha alguna, gracias al sin fin de curiosos quienes posaban la mirada  en los artículos y los comerciantes que los ofertaban. En algunos vendían telas, en otros arreglos, otros más los tradicionales juegos de atrapar peces y muchos otros vendían comida. Mención aparte los que exhibían los globos que caracterizaban aquel festival.

Se detuvo en uno de los tantos puestos, el cual estaba completamente abarrotado, pudo sentir el olor de los guisados en venta y no puedo evitar ser cautivado por el aroma, lentamente se acercó y pensó que era demasiado molesto tener que esperar su turno, pero era lo suficientemente paciente como para aguardar con calma. –Un estofado de res– musitó mientras revoloteaba en sus pertenencias, buscando las monedas para pagar la deuda. –Aquí tiene espero sea de tu agrado–  el cocinero entrego un platón del guisado y acepto el pago por la comida. Satoshi tomó asiento en uno de los pocos lugares disponibles y lentamente comenzó a comer el estofado, percatándose del buen sabor que tenía. –Mucho mejor de lo que esperaba probar– así fue como continuó degustando su platillo.

–Parece ser que este será otro festival sin inconvenientes, me alegra que todo salga como lo teníamos previsto–  expresó el cocinero, ante sus comensales, siendo atendido por algunos, mientras otros se limitaron a continuar comiendo. – ¿Qué tipo de inconvenientes podrían ocurrir?– preguntó el joven, con ciertos aires de malicia en su pregunta, desestimando que realmente una celebración en un pueblo casi remoto tuviera demasiadas complicaciones.–Muchas desde que no tuviéramos todo listo a la hora prevista, falta de cocina, de vino, demasiadas cosas podría pasar, que su joven mente no puede alcanzar a comprender … Es cuestión de logística, si, logística– ni si quiera parto su mirada de su plato, hasta que consumió todo su contenido. –Reafirmo no es problema del otro mundo, de cualquier forma no sé nada de su festival, así que no puedo dar un punto de vista objetivo– se puso de pie y comenzó a caminar para abandonar el lugar. –Es tu día de suerte, tienes la oportunidad de conocer tan maravilloso evento– le grito el cocinero, justo antes de que  saliera del  establecimiento y perderse entre la multitud de personas.

Los habitantes del pueblo se mueven y actúan de manera peculiar. Lo que más se practica es la consupcion de comida que normalmente no se ve, al menos hasta los momentos. Algunos están inmiscuidos en una danza curiosa mientras una minoría va y viene por las fronteras de la plaza. Fuera de eso, la actitud afable ha sido continuada, ininterrumpida así como fuera observada desde el día uno.

-¿Qué haces?- Preguntó una voz desconocida pero suave que interrumpió el hilo de sus pensamientos. Levantando la mirada observó la fuente de esas palabras, abriendo de forma moderada y medio tonta la boca.

-So-solo anoto lo que veo.- Le respondió a la chica mientras se levantaba, guardando apresuradamente el carboncillo y el diario en el bolsillo interno de su chaqueta. -E-es una tarea.- Añadió con duda. Y la duda no venía de no saber que decir, sino del hecho de que aquella chica le parecía bonita y eso lo desconcentraba. Bastante.

-Ya veo.- Respondió ella con una risita. Mirando a uno y luego a otro lado colocó las manos tras su espalda, zapateando una vez. -Disculpa, no se si... No se si quizá soy una molestia, pero, ¿podría pedirte que me acompañaras a...a...la plaza?-

-...¿eh?- Tras aquello una gota de moco corrió desde su fosa nasal hasta el labio. Secándose instantaneamente con la manga izquierda, se sacudió la cabeza. -¿Y-yo? ¿Po-por qué yo?-

-¡Lo siento! No quería molestar.- De pronto la chica se echó a correr, o al menos eso intentó pues de inmediato aquel la había asido por el brazo más cercano, deteniéndola instantaneamente. -Ay.-

-He. Eh. Perdon. Pero, eh, es que, eh, es...es raro. Eh, he, yo...eh, no entiendo---

-¿No eres el hijo del señor cazador? ¿El de la cabaña?-

-Sí.-

-Sólo que-queria ver como era el hijo de un cazador. Y...y...y te vi allí y pensé que...que con el festival...-

-Ah. Uh. Eh. Bu-bueno. Po-podria... ¿Podria ir contigo... Si quieres...?- Dijo, con duda palpable.

No sabía que hacer en esa situación y según creía recordar, no era una posibilidad de las que habia hablado con su papá. Tan desconocido era que, la verdad, ni siquiera se le había pasado por la mente el hacer acotaciones, tanto físicas como mentales.

Mucho menos las mentales, en realidad.

-¿De verdad?-

-¿...sí?-

-¡Bien! Ven conmigo. Por acá.- Dijo ella intentando arrastrar a su interlocutor, más por la diferencia entre ambos lo más que pudo hacer fue dirigir sus pasos hacia más allá en la plaza.

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Objeto 6: Información recolectada - Reanimados.
"Entes desprovistos de voluntad, o al menos, de una propia. Diferentes de los zombies o esclavos, estas vasijas huecas mantienen sus habilidades incluso después de fallecidos, pudiendo cazar a sus presas hasta el mismo fin del mundo si así lo quiere su amo."

'W'

Clase: Assassin
Altura/Peso: 1,69 mts/89 kg
Alineamiento: Neutral Evil

Habilidades de Clase:

'Presence Concealment' D
(Con su envergadura e inexperiencia en las artes de caza, mantiene un rango cuestionable en un parámetro que debería ser mayor. Sin embargo, tiros de suerte encubiertos son aún posibles.)

Habilidades Personales:

'Nariz Divina' C+
(Habilidad concedida por los ancestros. Es capaz de rastrear a quien sea y darle caza sin falta alguna, incluso atravesando largas distancias; el parámetro aumenta en condiciones favorables para el usuario.)

'Método de Caceria' D+
(Arte aprendido del padre, incluyendo métodos para destajar y desmembrar eficientemente a la presa capturada. Como un novato, todavía tiene bastante que aprender, pudiendo elevar el parámetro a futuro.)

'Plegaria a los Ancestros' D
(Parámetro concedido por aquellos que vinieron antes. En este rango, no acapara más que una mirada ocasional de la rueda en la burocracia ancestral.)

Stats:

'Fuerza' C+
'Resistencia' C
'Agilidad' D
'Mana' D
'Suerte' D
'NP' C

Se alejó un poco de aquel tormentoso tumulto de personas, quienes seguían festejando su tradicional espectáculo. No era pro ser antisocial, si no que necesitó tomar aire y despejar su mente de todo aquello. Siempre estar en  medio de una festividad importante, sin tener la más mínima idea del acontecimiento era una sensación extraña, demasiada extraña. –Me pregunto si esto durara hasta las primeras luces del alba– indago mientras se acomodaba en un extremo de la plaza central, algo apartado de los principales locales y donde el flujo de masa disminuyó considerablemente.

–Por lo menos comí, pero como es una fiesta de todo el pueblo, dormir esta noche será casi imposible, no creo que haya posadas que estén abiertas desdeñando las festividades– exhaló profundamente mientras veía que de una u otra forma, tendría que tomar parte de todo el asunto, al ver que era un hecho que no podía mantenerse al margen.  

–Hey hijo que haces ahí con cara de sufrimiento. Olvídate de todo  ven con nosotros a divertirte, come, bebe y se feliz. Ya mañana será otro día y podrás cargar de nuevo con tus preocupaciones– expresó un sujeto que salió de la nada y comenzó a empujarlo de nuevo hacia el gentío. Sintió por un momento que en efecto no podía zafarse de todo aquello como hubiera querido. –Disculpe pero no soy de este pueblo, no es que quiera andar de amargado, solo es difícil asimilar estar en una fiesta desconocida, con gente que no conozco–

–Ese no es ningún problema, ¿Acaso ves que estén pidiendo boletos de entrada o invitación? Tu solo diviértete y ya, busca algunos jóvenes de tu edad, con quien convivir, no eres joven toda la vida, diviértete, apuesta algo, capaz y termines conquistando alguna chica, solo eso sí, si ocurre algo, acepta tu responsabilidad, en este pueblo no toleramos a los cobardes, teniendo en cuenta eso ve a divertirte– y así fue como regreso al punto de partida, el centro de la plaza, rodeado de los locales atestados de gente.

–Así que no hay de otra forma más que quedarse en este festival– resignado a tales asuntos deambulo de nuevo, evitando ser atropellado  por el mar de transeúntes. Solo se detuvo cuando un estruendo  en el suelo ensordeció toda la villa. Seguido de unos haces de luces que iluminaron el cielo nocturno. La primera ronda de fuegos artificiales adornaba el lugar. Todos dirigieron su mirada hacia arriba, disfrutando el espectáculo de luces y colores. –Se nota que no escatimaron en gastos–

–Hey tu hermano, se ve que tienes buena puntería podrías ayudarnos a ganar en un juego– expresó un chiquillo, que llego seguido de un pequeño grupo de críos. Se sorprendió de que le hablaran con tanta familiaridad, pero todos  en ese pueblo parecían tener esa costumbre. –No sé por qué lo dices, anda vete de aquí, tengo mis propios asuntos– dijo para no ser molestado, intentando no involucrarse con el grupo de niños. –Es un juego de tiro al blanco, queremos ganar algunos premios, pero somos pésimos, tú tienes un arco contigo, eso no es usual, lo cual significa que por lo menos tienes mejor puntería que nosotros– dijo señalando el arco y el carcaj en su espalda.

– ¿Si les ayudo me dejaran en paz?–  los chiquillos asintieron con la cabeza y después de hacer señas con la mano, salieron corriendo enfrente de Satoshi hacia el puesto donde querían que el joven  los acompañara.

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Apresuradamente atravesaron el flujo de personas, chocando ocasionalmente con algunos de los adultos del festival quienes les dirigían miradas fugaces y risueñas. La presunción: amor de jóvenes.

Y eso era cuestionable.

En caso de él, cuyos pecho y estomago rebotaban pesadamente bajo la chaqueta, el tren de pensamiento estaba descarrilado - simplemente no sabia como actuar. Con hilos de sudor corriendo por sus temples trastabilló una sola vez, deteniendo el avance de forma instantánea.

En caso de ella, que era flacucha, pelirroja y con ropa ligera para una zona tan al norte, pues...

-Pe-perdón... S-solo... - Se disculpó él respirando pesadamente, sintiendo un dolor punzante en el fleto. Inhalando y exhalando ruidosamente se dobló.

-¿Estás bien?-

-S-sólo no suelo co-correr así.- Respondió él levantando la mirada, forzando una sonrisa extraña que salia del mismo lugar que los demás impulsos de minutos atrás.

-¿Pero no eres hijo de un cazador?- Preguntó ella respondiendo a la sonrisa con una propia, colocándole ambas manos sobre los hombros. En respuesta el de estómago bulboso sintió el ritmo de su corazón acelerarse, escuchando un palpitar incesante en el oído derecho.

Rojo en rojo, reacción inesperada.

-Si, pero no so... Mi papá es el bueno. Yo solo estoy aprendiendo.- Estado - comprometido. Evadir. -Eh. Eh. Eh. Creo qu---

-Perdón, ni siquiera te dije mi nombre: soy Eri.- Lo interrumpió ella estrechándole la mano. La reacción inesperada de antes solo se acentuó.

-Soy Watto.- Respondió él con un gesto similar.

-Encantada de conocerte Watto. Gracias por acompañarme en el festival del viejo Maotelus.-

Rojo en rojo, es Maotelus, no Maoterus.

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Objeto 4: Información recolectada - Técnicas de Espacio-Tiempo

"De todas las artes de manipulación de la realidad, una de las más particulares es sin duda la que teje el espacio-tiempo. Consumidoras de una cantidad exorbitante de energía y destacadas por requerir fórmulas inusuales y complicadas, no es un arte que se vea a menudo bajo el uso de personas comunes y corrientes - aunque tampoco es inusitado ver objetos preparados de antemano que usen formulas diseñadas para trasladar cargamentos o personas a uno u otro lugar."

Reanimados.
"Entes desprovistos de voluntad, o al menos, de una propia. Diferentes de los zombies o esclavos, estas vasijas huecas mantienen sus habilidades incluso después de fallecidos, pudiendo cazar a sus presas hasta el mismo fin del mundo si así lo quiere su amo."

'W'

Clase: Assassin
Altura/Peso: 1,69 mts/89 kg
Alineamiento: Neutral Evil

Spoiler:

Días, meses, tal vez años, después de la masacre de su familia, tras noches sin dormir por las pesadillas al revivir ese fatídico evento, la oscuridad del bosque, la humedad de las cuevas casi inexistentes y el invernal frió, la hicieron convertirse a una niña mas fría, mas solitaria y nulamente sentimental, por lo que solo la oscuridad de su corazón y de la noche fueron su única acompañante.

Sin embargo, tras días de comer solo hierbas congeladas y carne de los pocos animales que podía cazar, se dio a la tarea de acercarse al pueblo cercano, con el único fin de encontrar un poco de comida, pues algunas de las monedas que traía consigo debían servirle para algo mejor que su carne fría, por ello comenzó a caminar cerca del sendero hasta encontrarse con la entrada del pueblo muy adornada, lamparas, antorchas y demás adornaban e iluminaban ciertos lugares donde hizo que su estomago gruñera por los deliciosos aromas que la carne ahumada despedía. Sin mas, se acerco a los puestos, sin importarle las danzas y demás, ella solo tenia un objetivo, comer.

-Niña, por aquí, ven a comer, esta carne ahumada es la mas rica del pueblo.- Una mujer de mediana edad insistió en la pequeña mientras esta observaba la carne por lo que sin importar lo que le dijera la mujer hablo. -¿Cuanto por dos trozos de carne?-

- 5 monedas niña, pero vamos ve a divertirte mientras dile a tus papas que vengan a comprar.- La señora sonrió mientras aplaudía a varios jóvenes que danzaban alegremente. La niña rodó los ojos aburrida, pues este tipo de celebraciones las había visto muchas veces y ahora lo que mas quería era comer esa carne. -¿Me va a dar esa carne, si o no?.- dijo fríamente la castaña mientras la señora se sorprendía y abrazándola efusivamente. -Mi niña, estas sola. ¿Tus padres te abandonaron?.- La niña ya desesperada se zafo del abrazo y sacando las monedas las arrojo mientras tomaba sus dos trozos de carne y las mordía con ansia. -Vaya, esto si que es carne.- Penso mientras remolía y seguía mordiendo vorazmente uno de los pedazos de carne y se percataba de un extraño símbolo en una de las antorchas que iluminaban el lugar.

El grupo de chiquillos caminaron impetuosamente entre las demás personas, conduciendo al joven hacia el establecimiento donde querían que les ayudara. Aquel que no quiso verse envuelto demasiado en esa celebración ahora tomaría parte de las actividades, como si fuera otro miembro de la aldea, tomando parte de las diversiones como los chicos de su edad. –Y a todo esto, díganme que es eso tan importante que desean ganar, que le piden la ayuda a un completo extraño– Satoshi interrogó al grupo mientras seguía sus pasos unos metros atrás de ellos.

–Mira queremos ganar, en serio queremos ganar, pero ninguno de nosotros ha podido atinarle a las dianas, siempre los dardos salen volando sin rumbo fijo, realmente somos pésimos en esto, pero no nos rendiremos hasta que consigamos algún premio que sea bueno, incluso si debemos de pasar aquí toda la noche– contesto uno de los chiquillos, terminando la oración con una sonrisa en el rostro, que delató que no había perdido al ánimo.– Además los premios del señor Murakawa son impresionantes, el ha viajado por todo el mundo y en cada festival si atinas con los dardos, puedes llevarte el artículo que más te agrade de su colección– contesto otro de los chiquillos.

–Pero no resuelven el problema en el que están, da igual que me pidan ayuda, en llegado caso que ganara tendían que repartiré el premio entre todos – no quería desanimarlos, pero era obvio que estaban como en el principio. – Queremos unos pergaminos en los cuales  se dice que está toda la información necesaria para invocar a los Karasu Tengu y poderles pedir que te entrenen para lograr convertirte en un guerrero sin igual, eso es lo que queremos conseguir– no era la primera vez que escuchaba una leyenda parecida sobre esas criaturas aladas, las cuales decían que en raras ocasiones habían entrenados a ninjas y guerreros legendarios. Pero no todos los días se encontraba con un relato tan curioso.

–Todo esto para poder conocer a un Tengu– expresó sin mucho ánimo. –No cualquier Tengu, si no a los Karasu Tengu– respondió el grupo al unísono. –Además no has escuchado la mejor parte, la cual es que esos pergaminos los escribió el propio Maotelus, después de que tuvo un encuentro con uno de ellos– guardó silencio, al no tener la menor idea de que contestar a todo aquello.

–Bien aquí estamos hermano este es el local del señor Murakawa– dijeron los chiquillos con ánimo. Satoshi analizó el lugar, varios objetos extraños estaban en una repisa, desde armas, artículos religiosos y lo que parecían ser pergaminos y documentos.–Con que consiguieron quien les ayudara veamos si es el indicado para la misión que le encomendaron– dijo aquel hombre al grupo de niños. –Es el indicado, lo sabemos, esta noche ese pergamino será nuestro– rieron mientras murmuraban lo genial que sería tener esa información en sus manos.

–Dígame ¿Cómo hizo para encontrar tantos artefactos?– interrogo el joven arquero, algo extrañad por lo que sus ojos habían visto. –Simple soy viejo, cuando eres viejo has vivido demasiado tiempo, tanto como para tener esta singular colección– respondió sin mucha complicación. – Parecen objetos valiosos, delicados y algo peligroso ¿De dónde le surgió la idea de regalarlos así como así?– continuó la plática, tratando de encontrar algún truco en todo aquello. –Los objetos no son míos, solo los he guardado todo este tiempo y espero la persona indicada para que los tenga en su posesión, no es tan simple de llegar y llevárselos todos consigo– culminó sin perder el tono alegre en su voz.

'Soy Watto' había dicho el chico de los pechos y el estómago bulbosos mientras una gota de moco se le escapaba de la fosa nasal izquierda. Su expresión, denotada por una sonrisa boba y un deje suelto que en realidad era colgante, cumplía apenas con los estandares del slogan familiar que le inculcara su padre. Sin embargo, no tenia la suficiente edad o finesa como para darse cuenta. No la tendria durante bastante tiempo.

-Se te está--- Rió ella, señalando su nariz. Limpiandose con la manga izquierda de su chaqueta el hijo del cazador inhaló ruidosamente, resultando en un sonido estertor.

-Lo sie-siento. A veces no puedo respirar bien y... Y todo eso.- Explico con una voz mucosa que se volvió un murmullo sin mucho esfuerzo, murmullo que apenas fue escuchable con todo el ruido del festival a sus espaldas. De hecho, tras ellos estaba uno de los puestos más concurridos del evento - uno donde un montón de niños se apilaban para ver el aparador, aparador que a su vez estaba colmado por pergaminos y otras cosas que no le interesaban.

-Uh. Creo que deberíamos irnos de aquí.- Dijo Eri de pronto cuando dirigió la vista al mismo lugar que Watto. Sus ojos sin embargo, se fijaron en los niños frente al aparador mas que en los objetos encima de este. -No deberíamos lidiar con estos caraculos.- Masculló.

Metiendo las manos en los bolsillos dejó los pulgares afuera, arrugando la nariz para intentar contener los mocos. Desde su perspectiva, los 'caraculos' eran iguales al montón de baratijas que tanto se comían con los ojos. Lo mas interesante en realidad era la misma palabra; escuchar 'caraculos' lo había hecho contener otra risa tonta y estertora. Ya de por si estaba nervioso con el ridículo de hacia poco antes como para empeorarlo.

Rojo en rojo. Caraculos en el perímetro.

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Off: Ya terminó la fase de recolectar información, así que entramos en la parte de socialización que a su vez es solo una previa a la segunda fase. Unas notas:

-El orden de obtención de información y quien haya obtenido cada cosa determinara el orden de enfoque y protagonismo de cada uno.
-No puse colores por razones obvias.

'W'

Clase: Assassin
Altura/Peso: 1,69 mts/89 kg
Alineamiento: Neutral Evil

Spoiler:

–Les parece si terminamos con esto de una vez– contesto de forma brusca, rompiendo el cuchicheo de los chiquillos respecto a los planes que tenían para el pergamino dorado, una vez estuviera bajo su posesión. –Hijo no debes de desesperarte, todo pasa a su tiempo, deja que el destino te tome de la mano y te conduzca al ritmo adecuado, ni antes ni después, creme eso te será de utilidad en un futuro próximo– expresó el hombre anciano sin perder las facciones alegres en su rostro. El joven trato de aparentar el hecho que desestimo todas esas palabra, las cuales las sintió como un consejo demasiado vano, algo que servía bien para impresionar a niños pequeños, pero nada más. –Si usted lo dice…– terminó abruptamente la frase para después posar sus ojos en la serie de dardos colocados sobre el exhibidor.

–Voy a explicarte: Son cinco dianas y como vez tienes cinco intentos para hacer una calificación perfecta…Te desearía suerte, pero si tu destino es fallar esta noche no hay nada que cambie eso– dejo el espacio libre para que Satoshi hiciera sus tiros, el joven tomo el primer dardo y lo arrojo al aire, el pequeño proyectil se abrió paso impactando en el centro de la primera diana, pero ligeramente desviado hacia la derecha. –Un milímetro más y desde el principio estarías fuera– dijo el  dueño del negocio. –Vamos sigue así, sabemos que puedes hacerlo– gritaron los chiquillos extasiados.

– ¿Con que los artículos eligen con quien irse? No me hagas reír– tomó con su diestra el segundo dardo, lo observo con atención, debido a que algo no le cuadraba de todo aquello. De nuevo lo arrojo y el proyectil se clavó en el centro de la segunda diana, aunque ahora se había desviado un poco más a la izquierda, en el límite de lo que se consideraría un tiro acertado.

Poso su mirada en los tres proyectiles restantes y después de posar su mirada meticulosamente, dirigió la vista al anciano –Tus dardos están trucados, la estructura de cada uno es asimétrica, haciendo que tengan una pésima aerodinámica– dijo tomando un dardo y poniéndolo enfrente de los ojos del hombre. –Y quien dijo que todo lo regalo en bandeja de plata, te dije si tu destino es fallar fallaras, si es ganar ganaras, ahora dime ¿Continuaras hasta el final o tienes miedo de fallar?– el sujeto puso las cartas sobre la mesa, no existía punto de retorno. –Entonces que así sea–

Se preparó para el tercer intento cuando el cuchicheo de los chiquillos comenzó a distraerlo por nueva cuenta. –Está bien que quieran ese pergamino, pero no es necesario que hagan tanto ruido, guarden silencio hasta que todo esto acabe– no era que se tuviera que concentrar demasiado en el tiro, pero con esos dardos en ese estado, fácilmente tomaban  la dirección que se les diera la gana.

Los siguientes tres tiros también fueron milagrosamente acertados logrando así ganar ese juego. –Vaya al parecer era tu destino ganar este pergamino, siento como si estuvieras iluminado por el mismísimo Maotelus– sonrió mientras entrego el pergamino dorado al nuevo ganador. –Eso o solamente tengo una endemoniada puntería y la suficiente experiencia para evitar caer embaucado por tu pequeña treta– terminando con ese pequeño momento, entrego el pergamino al grupo de niños, quienes notaron en abrirlo y comenzar a indagar sobre su contenido. – ¿Seguro quieres dárselo?– Inquirió el antiguo poseedor. –No tengo el interés en ese objeto, ellos sí, me da igual que hagan con esa cosa, además supongo que sabrás controlarlos y que no estén haciendo locura y media para invocar a su Karasu Tengu–  giro la vista hacia los chiquillos, realmente estaban feliz de tener aquel pergamino en sus manos.

–Hermano gracias por esto, estaremos en deuda contigo de por vida– expresó el líder del grupo y los demás también hicieron una reverencia de respeto. Pareció que por fin se libraría por completo de aquellos críos, pero uno dio alerta de ver un rostro conocido. –Hey miren la tonta  se parece que se consiguió un novio gordo, y supongo que el tipo debe de estar lo suficientemente desesperado de compañía– gritaron al unísono en dirección de la pareja que paso brevemente a la distancia.

Después de quedarse por un momento pensativa en las posibilidades y cosas interesantes que podría traer el leer ese pergamino, corrieron en su mente como si se tratara de una manada de lobos hambrientos en busca de una manada de ciervos, por lo que ni se intereso por el alboroto que realizaban los niños de a lado con el chico que lanzaría dados, por lo que un hombre mas jovial salio del lado del mostrador y les pregunto. -Pequeña, ¿Quieres intentarlo?- La chica, levanto la mirada y pensándolo un poco dijo. - Hmm si, ¿Que hay que hacer?.- El hombre con una media sonrisa le mostró algunos dardos. -Debes lanzarlos a la diana, solo tienes 5 oportunidades para hacer 5 tiros perfectos?- se lo entrego en la mano y con una sonrisa socarrona le dijo -¿Aun quieres hacerlo?-  La pequeña miro los dardos y sin ningún interés, los tomo, observo un poco la diana y comenzó a jugar.

Al segundo intento los dardos llegaron al centro de la diana, con la mirada sorprendida del hombre jovial, lo miro de forma despreocupada pero a la vez desafiante.-Charlatán, ¿Me darás el premio? o ¿Tendré que tomarlo yo misma?.- El hombre se quedo aun mas sorprendido por la actitud de la niña, pero Shizuka ya se había desesperado mucho de esa actitud que de un salto quedo del lado del mostrador y tomo el pergamino que vio a primer a instancia, lo reviso un poco y de nuevo salto para regresar a la calle e irse caminando lentamente.

Mientras lo hacia, se percato que había demasiado ruido ahí y no podrida leer el contenido de su premio, así como de disfrutar de su trozo de carne que adquirió antes, por lo que decidió encaminarse a una banca cerca de ahí y abriéndolo lentamente dijo. -Maotelus, interesante.- 

Después de aguantar la risa idiota fue que escuchó lo que gritaron los caraculos – y ese algo no le gustó ni un ápice. Con las manos en los bolsillos y los pulgares afuera afiló de manera nada sutil los ojos. De pronto sentía las ganas de arrancarles los ojos o quizá jalarles las tripas. Y por lo visto no fue el único dado que Eri se movió adelante, a punto de estallar.

-Esa actitud no es propia de un grupo de pequeños señores.- Los interrumpió una voz recién llegada. De un lado de la calle había aparecido un hombre que usaba ropa de cuero negro, cargando tras de si un enorme cadáver animal. Watto ni siquiera tuvo que voltearse para saber que aquel era su papá. -De seguro que no intentaban ser malintencionados, así que sugiero pasar la página.- Tras decir eso y fulminar con la mirada al grupo de pendencieros el mayor se acercó a su hijo. Estúpidamente alto, de pelo mas recortado y consistentemente atlético y en forma, las facciones compartidas revelaban el parentesco. -Buenas noches W.-

-Buenas noches papá.- Saludó el menor moviendo la cabeza, cruzando las manos a su espalda. El solo gesto y los manierismos del chico decían todo lo necesario.

-Veo que hiciste una amiga.- Dijo M mirando de frente a Eri, quien se había quedado quieta de repente. -Buenas noches señorita.- Saludó con un tono seco pero cortés. Pasando de ella sus ojos azules volvieron a fijarse en su vástago. -Vamos de regreso a casa W. Hay trabajo que hacer mañana.- Con un gesto, M hizo una seña característica que el menor captó al vuelo.

-Entendido señor.-

-Podemos acompañarla a su casa si quiere señorita.- Dijo aquel, mirando de nuevo a la chica. -Ya es tarde y no es prudente que esté sola durante la noche.-

-Eh. S-sí. Gracias señor.-

Diez minutos después ya Eri estaba en el umbral de su casa, con Watto de vuelta en su actitud nervio-idiota, con un hilillo de moco cayéndole de la fosa nasal izquierda.

-He, no pudimos ver nada hoy.- Mirando de reojo a la esquina, Eri observo la figura del papá de Watto, quien esperaba a su hijo. -¿Nos vemos mañana?-

-Se-seguro.-

-Es una promesa Watto.- Levantando la mano, ella le estrechó el meñique con el propio. -Que duermas bien.-

-I-igual.- Sonrió el de pecho y estómago bulbosos, con nerviosismo evidente. Un minuto después ya la puerta se había cerrado y Watto había caminado la calle, andando al lado de su papá. Mirando hacia atrás vio la puerta antes de que desapareciera a la vuelta y en un esfuerzo por disimular el gesto, giró la cabeza y preguntó--- ¿Eso es…?-

-Un caribou. Comisión para el carnicero del pueblo – hay que desoyarlo y separar las partes.- Explicó M. -Mañana tu y yo lo haremos juntos en la mañana. Después tendrás la tarde libre.-

Lo había escuchado, completamente. Y aunque en otra ocasión habría hecho alguna acotación mental de repente se sentía nervioso. Ridículamente nervioso.

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Ost: “Let's us Prey”

Estuvo a punto de intervenir, no para defender a uno de los lados si no para coaccionar a ambos. Tanto al grupo de críos como a la pareja de enamorados. –Tsk–  frunció el ceño en disgusto por meterse ahora en una situación tan banal, aunque agradeció que el gordinflo0n y la que parecía ser su novia se alejaran lentamente, guiado por la mano de su padre. –Así mejor…–  tomó sus cosas y se preparó para seguir con lo suyo, la noche se había adentrado y su cuerpo comenzó a exigir descanso, un buen baño y conseguir una cama aceptable para dormir hasta el alba.

 –Hermano– interrumpió su pensamiento el líder del grupo. –Siendo sinceros llegamos a la conclusión que es injusto que nos quedemos con el pergamino, tú lo ganaste a las buenas, por lo tanto es tuyo quédatelo, eso si el siguiente año te estaremos esperando, para que en el próximo festival nos pongas una prueba que nos haga merecedores de tenerlo– dicho eso entregaron el objeto y salieron corriendo despidiéndose, para perderse entre la muchedumbre. – ¿Y cómo si esto me sirviera de algo?– guardó el rollo entre sus cosas y preguntó la indicación de la posada más cercana. Al caminar sintió el ambiente más pesado, aunque no le dio importancia dando por hecho que su mente cansada le jugaba una mala pasada.

–Eh … ¿Una pregunta por donde puedo llegar a alguna posada del pueblo?– pregunto a un hombre joven  que iba caminando tomado de la mano de una muchacha de finas facciones. –¿Posada? Es temprano para pensar en posada, disfruta de la noche y toda la magia que  depara– dijo el hombre reprimiéndolo por no querer ser parte de las festividades. –Soy un viajero, acabo de llegar a su pueblo hace unas horas y llevo varios días caminando por los valles y montañas, realmente he llegado a mis límites y me gustaría reposar para recuperar fuerzas– dijo hasta cierto punto de mala manera, no era el tipo de personas que quisiera dar pena. –Es comprensible que ya no quieras seguir en la celebración, pero creo que será difícil que encuentres una posada esta noche– indicó la joven que hasta ese momento había permanecido en silencio. –Mmm … Déjame pensar .. Este..– en ese momento algo perturbo el ambiente, de forma rápida y abrumadora. – ¿Qué demonios? Por qué comenzó a sentirse esta peste– dijo el hombre justo antes que el caos comenzara a imperar. De la nada los gritos de terror y pánico se escucharon, algo se hizo presente en el pueblo, una fuerza extraña y sobrenatural, seguida de entes que daban caza a todos los ahí reunidos.

 El chico alzo la vista y a unos metros vio a una de esas deformidades. Acercándose impetuosamente y abriéndose paso entre el mar de personas que corrieran para librarse de un cruel final. – ¿Qué demonios es eso?– Preguntó si esperar respuesta lógica. No tenía muchas opciones, más que evacuar cuanto antes la plazoleta, esquivando esos monstruos, no era momento para enfrentarlos de frente.  Escucho de todo, era un mar de ruidos, gritos de mujeres, hombres y niños, gemidos de agonía, ruidos de muerte y el bramido de la bestia. Pero no podía identificar realmente si todo era cierto, aquel fétido olor por momentos le hacía desconectarse del mundo, era fuerte y penetrante, tan nauseabundo que casi podía hacerle perder el conocimiento.

–¿Un lobo?...– una figura fugaz llego a sus ojos, un canido blanco de gran porte, por un momento pensó que también era parte de esa locura, otra cosa de que preocuparse, si eso entes aparecieron de la nada, una jauría fantasmal de lobos no parecía inverosímil. Pero estaba errado, el gran canido parecía intentar proteger a una chica. La razón la desconocía, pero no era el momento para ponerse a pensar en ello.  Primero debía de alejarse de callejones sin salida y la trampa mortal de quedarse atrapado en medio de la muchedumbre que corriera frenética, sin dirección fija, aplastando a cualquier infeliz que perdiera el equilibrio. Algo tan mortífero como las hediondas criaturas.

–Maldición… Hey tú la del lobo, dile a tu canido que busque una ruta de escape, sus instintos son mejores que los nuestros, debe de poder identificar por donde escapar– expresó con tono seco, no sonando empático o amistoso, no tanto por que fuera una orden o se sintiera con el derecho de mandar, si no porque la situación lo ameritaba.