Santuario [Kirigakure]

Ubicado a tan solo unas dos horas de su residencia, el Santuario era hermoso, rodeado de arboles de Sakura en sus costados de la entrada, y una niebla característica del lugar que siempre se veía a diario en la villa. Luego de cruzar ese camino, se apreciaba a unos metros la residencia de la sacerdotisa principal, mikos y monjes que resguardaban las costumbres del país del agua. 

El lugar parecía casi abandonado, solo por unas cuantas mikos y monjes, que aún cuidaban la residencia, la sacerdotisa principal de hace algunos años había perecido de forma extraña, y ahora no había un reemplazo que mantuviera el orden, por lo que el Santuario había perdido su vivacidad y se había convertido en un lugar para desamparados y huérfanos a petición de la sacerdotisa anterior.

Se adentro al lugar donde se prendían los inciensos y velas en honor a los fallecidos, y aunque su mente no recordara la memoria de la mujer a la que debía ser su madre, ella recordaba a otra mujer, sus cabellos celestes y sus orbes doradas estaban bien  arraigadas en sus sueños. 

Se arrodilló ante el gran altar y prendiendo unas dos velas en honor a ambas mujeres, rezó varios minutos, aún si no era creyente del todo, sabía que su vida estaba bien entrelazada con ese lugar. -Sé lo que debo saber, ni más ni menos... pero la pregunta es porqué-    

El silencio del salón perduró por varios minutos, junto a la pelinegra varios realizaban el mismo acto que ella, un rezo por los fallecidos. Transcurrió al menos un cuarto de hora, antes que la joven Yuki decidiera retirarse del gran salón y dirigirse al portón del Santuario. AL llegar, allí mismo estaba un monje que al verla se acercó haciendo una leve reverencia que Mikasa imitó en forma de respeto. 

-Mikasa Yuki. Es raro verla aquí. Luego de mucho tiempo ha decidido dejar el exilio ¿o me equivoco?- preguntó aquel sujeto irreconocible para la pelinegra, que solo atinó a permanecer callada mientras con la mirada fija cuestionaba el actuar del hombre para con ella. -Bueno, me disculpo por mi atrevimiento. Soy Hanakawa Isame, trabajo para los líderes de Kirigakure. Mikasa Yuki como miembro del clan Yuki, sabe que buenos shinobis han salido de su clan y han cooperado con nosotros para el bienestar de Kirigakure. Ahora mismo, se le solicita su presencia para con ellos- finalizó entregando un pequeño pergamino hacia Mikasa quien lo tomó con renuencia aunque al final aceptó. 

Una simple firma confirmaba las palabras de Isame, aquella firma podía reconocerla en cualquier lugar, así que sin poder quejarse partió con su intermediario hasta la villa de los líderes del país del agua.