Puerto [Salida de Kirigakure]

Aún sosteniendo en sus manos el pergamino de su misión, caminó unas cuantas horas antes de llegar al puerto que la llevaría a Konohagakure, allí tendría que cuidar de un niño, salir ilesa de ello y esperar por otra nueva misión. Sus pensamientos abarcaron todo el trayecto hasta llegar a su destino, el puerto. Allí compró una pasaje en  uno de los transportes de mercancía hacia la aldea de la hoja. -Salida dentro de media hora. Bien, puedo ir por allí explorando- guardó el billete en el bolsillo de su chaqueta, y se arreglaba la bufanda roja. 

Entre los diferentes puestos de comida en especial marina, habían algunas cosas que Mikasa jamás había visto en su vida  o más bien probado...¿pulpo? . Ni se le antojaba, ni esperaba que le invitaran algo como eso. Cosas más comestibles para ella eran los pescados simples que siempre acostumbraba comer en casa. Recuerdos de Kirigakure hechos con piedras marinas, corales eran lo que más se vendía a percepción de la pelinegra. 

El paseo no fue tan largo para la Yuki, pues su barco saldría pronto y necesitaba llegar a tiempo y evitar regaños de la tripulación, fue una pena pues en verdad no lo logró y con cinco... tan solo ¿5 minutos? de retraso y ya tenía la furia del capitán sobre ella. -¡Muchacha! ¡No te enseñaron en el colegio que debes ser puntual. Si no fuera porque tienes el visto de esos viejos, te dejaba!- le gritó con una furia que sonrojaba hasta las orejas la cara del rechoncho capitán. -Bien, estoy aquí... No lo hice aposta- respondió sin siquiera disculparse. Si bien antes se hubiera alarmado por hacer una falta, ahora le era de menos hablar de esa forma.

Brisas marinas, el aroma a sal propio del lugar era algo que le era común en su ciudad natal aunque no tanto como ahora lo sentía, sin duda era una vista hermosa para la Yuki, quien no había salido antes de Kirigakure, y ahora mismo estaba dispuesta a disfrutar de la experiencia aunque los gritos de cierto hombre bonachón no ayudaban demasiado. 

-¡Mocosa, no te pegues tanto a la borda, te vas a caer!- le gritó frente a todos, haciendo de  Mikasa la burla del barco aunque esta solo atinó a molestarse un poco e ignorar las palabrerías del mayor. -Ahora estas sorda, o no entiendes palabras... Eres muy dejada, para cumplir misiones a favor de Kirigakure- aquello fue dicho con cierta duda sobre las habilidades de la pelinegra. 

-Si lo que le preocupa es que deje en ridículo a Kirigakure, claramente no lo haré. No se preocupe de ello- respondió observandole con cierta fiereza que no quiso demostrar al por mayor. -Jajajaja... Buena mirada, mocosa... Así debe ser, no dejes que nadie te trate mal o te sobrestime... Los de Kirigakure no permitimos eso- se alejó sonriendo con grandes carcajadas que dejaron inmuta a la muchacha. 

-No te pierdas en tus pensamientos... Arribaremos dentro de media hora- bien, ahora el viaje acababa y la misión en Konoha tenía que dar inicio. Así como lo predicho por el capitán, llegaron en la hora predestinada frente al puerto de la Hoja, con un buen clima caluroso, a pesar de su molestia.