Hotaru vs Levi-san

Era otra misión, una más de tantas. Nunca había cuestionado las misiones en su vida, y no tenía razón para hacerlo en ese minuto. Ni siquiera se molestó en pedir argumentos y, simplemente, enrolló el pergamino en donde estaba escrito su objetivo y sin perder tiempo, salió disparado en búsqueda de este último. Otro día había comenzado….

- Senju... Hotaru…

Según le habían informado podría encontrarle a las afueras de la villa Senju, puesto que ese era su hogar, al menos de origen. Nunca antes había escuchado ni oído alguna aunque sea una mención respecto a ella, haciéndola una total y perfecta desconocida. De todos modos, no tenía por qué conocerla, aún a pesar de que se tratase de uno de los miembros de los autoproclamados clanes más fuertes de todos los existentes. Para él todos los seres vivos eran lo mismo, ni significan nada ni tampoco implicaban demasiado en su vida. Eran sólo entes, seres ajenos a él que la única relación que podían compartir, era caminar por las mismas tierras y beber del agua de un mismo mundo. No obstante no se sentía parte de ninguno de ellos, ni siquiera de su propio clan o de su país. En toda su vida sólo se había dedicado a cumplir, día tras día, órdenes y mandados, sin cuestionarse demasiado el porqué de las cosas. Sólo acataba las situaciones que estaban por venir, las aceptaba como parte de algo que era necesario que ocurriese y, sin mayor problema, cumplía con ello con la menor demora disponible. Luego, reportaba la misión, dormía, se preparaba… y todo daba inicio de nuevo, en una especie de espiral sin fin del que parecía no molestarse en querer salir jamás, a pesar de no sentirse a gusto ni disgusto dentro de esa monotonía cotidiana.

Era como si realmente, viviese la mayoría de su vida en modo automático.

- Allí está. - Pensó para sus adentros cuando la vio con los pies por sobre el agua. La descripción y el lugar, como siempre, concordaban en un noventa por ciento… así que sólo quedaba actuar: atacaría silenciosamente y, sin mayor problema, sólo bastaría un certero corte (que es en lo que se especializaba) para dar por finalizada su misión.

No obstante se detuvo, y fue que de pronto, unas palabras vinieron a su cabeza. ¿Por qué? ¿Por qué... pasa esto?. Fue justo en ese momento que, sin saber la razón, comenzó a caminar como si se tratase de un visitante más y no como un asesino enviado para acabar con la mujer Senju. Sólo… caminó, fijando su atención en el agua cristalina que yacía bajo sus pies, demostrando que estaba completamente distraído.

Sólo una voz dulce, y para nada familiar, lograron sacarlo de su trance momentáneo.

-Tú eres… Senju Hotaru, ¿No es así?. - Exclamó en tono calmado retomando su posición, sin realmente mostrarse enojado por haber revelado su ubicación perdiendo con esto, el elemento sorpresa. De pronto la curiosidad había embargado la existencia de Levi, provocando que dejase por unos cuantos minutos la misión de lado. De todos modos planeaba cumplirla, sólo… se tomaría un poco más de tiempo, para asegurarse de algunas cosas. - Dime… ¿Cuál es el crimen que has cometido? Responde, has sido declarada como un elemento que debe ser eliminado…

No tuvo problemas en revelar el estatus que en ese minuto poseía la mujer. Sabía que no afectaría demasiado en la misión el que ella supiera o no cómo estaba considerada por el clan… o en este caso, por los clanes.

- No es normal que una simple mujer sea requerida por tantos clanes… los Uchiha, los Uzumaki, los Hyuga…y en general, todo el país del fuego desea tu muerte. Sin excepción, hasta tu propio clan desea que mueras. Es por eso que tu ubicación ha sido revelada, así como todos tus datos.

Si bien tenía cierto tipo de entrenamiento en cuanto a trato con las personas, en este momento particular no sentía necesidad de guardarse nada en su interior. Hablaba prácticamente sin tapujos dejando salir todo lo que estaba dentro de su cabeza, pero de forma tranquila y pasiva… por muy horrible que sonase para la mujer las verdades que estaba declarando el Nara, su tono no perdía una pasividad que era casi abrumante, como si no fuera terrible para alguien el que todos la quisieran muerta, incluso sus seres queridos. 

- Entonces… ¿Qué es lo que has hecho para ser tan odiada y despreciada, mujer? Tengo curiosidad por saberlo....

El menor de los Nara escuchó las palabras de la mujer al mismo tiempo que acumulaba chakra en su cuerpo, puesto que sabía que lo que le esperaba no sería nada precisamente sencillo. Mientras la mujer hablaba, Rivaille recordó todos los papeles y datos aportados a los ca zadores designados para acabar tanto con Hotaru Senju como con Madara Uchiha, entre los que se incluían informes de batalla, estadísticas de técnicas, especialidades, etc. Era, por supuesto, cuestión de estado el que ambos muriesen para garanti zar la seguridad de toda una nación. Eran un peligro, y como tal, no merecían el seguir vivos. No debían seguir vivos.

Al sentir que la mujer había terminado de hablar, Levi tan sólo levantó la cabe za y con la misma seriedad de antes, formuló una respuesta para la mujer frente a sus ojos. Sería lo único que le diría durante toda la contienda, puesto no acostumbraba a incitar charlas y ya su única duda había sido resuelta… en parte, al menos.

- - - - -

El Nara vio con tranquilidad como su ataque se aproximaba hasta la mujer que esperaba un descendiente del clan Uchiha y Senju. Sólo la combinación le parecía una paradoja tan curiosa que sólo porque no tenía nada mejor que hacer, le hubiese gustado que aquel crío naciera y con ello, diese pie quizás a una nueva era en el país del fuego. Lastimosamente, sus órdenes no respondían precisamente a su curiosidad y el efecto de sus acciones debía garantizar todo lo contrario. Sabía que aquel niño que la mujer trató de defender tan fieramente posando sus brazos por sobre su vientre era lo suficientemente indeseable como sus padres, por lo que no le quedaba más opción que intentar acabar con ambos. Sin embargo, mientras caía en una rama de árbol y observaba hacia abajo a la mujer, no podía dejar de pensar en si estaba correcto o no el que aquel ser que aún no tocaba este mundo ya estuviese condenado por la acción irresponsable de sus creadores. Ciertamente, no es que Levi antepusiera sus razones a la misión, pero tampoco podía evitar pensar al respecto.

Se mantuvo mirándole por un tiempo sin decir absolutamente nada, a la vez que se mantenía a una distancia considerable. Guardó un de sus espadas y sólo se quedó con Rebellion, su espada de la diestra, la cual rápidamente comenzó a embutir con chakra permitiendo que dicha filosa adoptara un particular color azul en su hoja y mango. Mientras, dejó que el viento soplara entre los dos…

- Senju Hotaru… - Declaró luego de escuchar sus palabras. - Sabes ya cuál es el destino que les espera a ti y a tu amante… dices amar a tu hijo, pero… ¿Realmente es amor el querer que habite en un mundo que no lo desea?. - Sus palabras estaban cargadas de una indiferencia tremenda, más no dejaban de ser lo que él consideraba cierto.

- Lo que yo pueda hacer es ínfimo comparado a lo que podrán hacerle a él en un futuro… es sólo cuestión de tiempo para que lleguen más soldados a tu encuentro. - Fijó sus orbes en los de la Senju al mismo tiempo que apretaba la empuñadora de su espada. - El mundo es un lugar cruel, pero justo. Ustedes cometieron un error… ¿Quieres que nazca para vivir una existencia eterna de criminal, en donde cada noche deberá dormir con un ojo abierto para evitar el ser muerto… o tal vez, algo peor?.

En eso, alzó su espada y se preparó para atacar. A su alrededor, el viento comenzó a dar vueltas como si de un torbellino se tratase. Todas las hojas de los árboles que los rodeaban se levantaron de forma violenta y tras unos segundos, las ramas más delgadas hicieron lo mismo.

- Por tus acciones, infiero que deseas vivir y que tu vástago nazca en un mundo que nunca aceptará que esté en paz. - Hizo una pausa, al mismo tiempo que un cúmulo de viento se reunía justo en la punta de su espada y con ello, un destello de luz azul casi cegador provocaba que todo alrededor del Nara se destrozara como en un enorme torbellino a punto de explotar. - Desear tal destino es un crimen que no puedo permitir que ocurra.

Dicho eso,  blandió su espada en el aire y acto seguido, salió disparada una estela de energía azul al mismo tiempo que rodeándole le seguía un enorme torbellino que arrasaba con todos los árboles y tierra a su paso, transformándose en un devastador disparo que en pocas palabras, estaba destruyendo todo y rejuntándolo en un potente remolino que se dirigía a toda velocidad y en dirección horizontal hacia la Senju, emitiendo un ensordecedor ruido que parecía desgarrar a la tierra misma a la vez que acercaba cada vez más a la muchacha condenada.

Mientras tanto, Levi observaba las consecuencias de su ataque a la vez que esperaba una acción en respuesta por parte de la pelirroja.

----

Chakra: 50 más 5 (bufanda) = 55. Daño final al doble y libre del efecto del objeto.

Objeto 2: 250 más de daño.

Jutsu C: 15 % daño final por usarlo con un arma.

Daño obligatorio por recibir ataque anterior: menos 200 HP.

Ataque final: 1550 más 250 = 1800 más 270 (15%) = 2070 x2 = 4140 

El Nara pudo contemplar desde lo alto de la rama en que estaba cómo la muchacha Senju sacaba a relucir sus dotes del clan al que pertenecía y sin demora esquivaba de forma sorprendentemente fácil su ataque, saltando a una rama cercana. No quedándose sólo en ello, rápidamente formuló unos sellos para crear un clon de Agua idéntico a ella, clon que en cuestión le acompañó para lanzarse al ataque en búsqueda del Nara. Por su parte,  Levi tan sólo se limitó a observar el accionar de la mujer mientras pensaba en las palabras que esta le había dicho. El tiempo pasó lento en ese minuto, mientras buscaba dentro de su cabeza distintos hechos que había recordado cortesía de las palabras de la futura madre. Estaba un poco distraído, meditando los acontecimientos que venían ocurriendo desde hace unos años en el país del fuego…

Justo en el momento en que tanto clon como invocadora pudieron haber dañado al Nara, este desapareció de su vista, tan sólo para aparecer dos segundos más tarde con las espadas guardadas en su funda y sus orbes posados fijamente en ambas “Hotarus”. Ambos ojos no reflejaban ninguna cosa, sólo se limitaban a observarle, a analizarle, a  entender sus movimientos y sus sensaciones. Después de todo, en ese pequeño juego por la sobrevivencia ambos eran cazadores y bajo esa lógica, tenía que existir una presa. Ambos, en ese minuto, eran cazador y presa… pero sólo uno podría dar con la vida del otro.

- No creo en los dioses. No creo en el dinero. No creo en el valor. No creo en el destino. - Exclamó en tono bajo, pero lo suficientemente algo como para que la escuchase. - Ni mucho menos creo en los clanes… ni siquiera en los Senju y Uchiha… después de todo, hablamos de  clanes que, en conjunto, acumulan más asesinatos que nadie en todo el país del fuego (…) Ancianos y ancianas, madres y padres, niños y niñas, incluso recién nacidos o mujeres como tú… perecieron por la mano de hombres como Uchiha Madara, ¿No es así? Entonces… ¿Qué hace a tu hijo especial?¿Qué te hace a ti especial?.

Bajó sus manos y adoptó una posición inerte, en la que sólo su cabello se movía por acción del viento. El resto de su cuerpo se mantenía totalmente quieto salvo por el movimiento de sus labios.

- ¿Qué tiene tu vástago para poder cambiar décadas de muerte y guerra? ¿Cómo es que unirá a vuestros clanes, y más intrigante todavía, cómo es que unirá a una nación entera y traerá paz a las mentes de sus habitantes? ¿Tiene aliados? ¿Tiene un clan que lo apoye? ¿Tiene siquiera una persona fuera de sus padres que crea en él?  - Hizo una pausa y se detuvo a mirar el vientre de la mujer, observando el sitio donde se estaba gestando, probablemente, un ninja que heredaría los poderes de los clanes Senju y Uchiha.

- ¿Qué lo hace distinto de los demás? ¿Cómo traerá paz al país del fuego? Dame una respuesta…. y esto puede acabar ahora.

Rivaille escuchó atentamente todas y cada una de las palabras emitidas por la descendiente de la dinastía Senju que, “limando” los recuerdos de un pasado tormentoso y bélico, no había dudado en engendrar un hijo junto a un miembro del clan enemigo. Sin lugar a dudas ya hablaba como una, y sus mismas palabras evidenciaban el profundo amor que parecía sentir por el ser que alojaba en el interior de su cuerpo. Un ser que, de nacer, contribuiría a más de una controversia.

- Entonces…. no tienes nada más que buenas intenciones y un huésped en tu vientre. - Comentó mientras posaba una de sus manos en la funda de una de sus espadas. - Lo único que hay en su unión es un hijo, pero sus clanes están lejos de ser calmados….

Dicho eso, desenvainó su espada e inició una lenta pero firme caminata hasta donde estaba la Senju. Ya se habían acabado los momentos de charlar, ya había tenido su oportunidad para defenderse y demostrar sus puntos. Ahora, el Nara estaba dispuesto a actuar aún si su vida se iba en ello, y en sus ojos se podía presenciar claramente que el morir no era algo que le preocupase en absoluto. Estaba cerca, casi tan cerca que podía oler el aroma natural de la mujer mezclándose en el ambiente junto a la sangre que ahora salía de su cuerpo. Sabía que no podría durar mucho en ese estado si lo que pretendía era conservar la vida de su hijo, por lo cual, entendía que ella no vacilaría en asesinarlo si se le presentaba la ocasión.

- Tus palabras sólo suponen que tu hijo podrá hacer algo…. y en que los clanes lo seguirán, ¿No? … demasiado vago como para arriesgar la estabilidad de todo un país. No es distinto al amor que sienten muchas madres que han visto perder a sus hijos en manos de Uchiha Madara. - Se detuvo frente a ella y, antes de iniciar su ataque, terminó su idea. - Tu felicidad y planes no está por sobre los de una nación, por sobre miles y miles de personas inocentes… así como cuidas a tu hijo, yo cuido de todos aquellos que sin ser ninjas, ni Senju ni Uchiha… no tienen nada, sólo miedo y sufrimiento. 

En ese minuto, su voz perdió la curiosidad y la neutralidad de un debate, para pasar a algo más decidido.

- No soy yo quien mueve mi espada, es un país donde muchos no pudieron ver crecer a sus hijos o vivir con sus padres o madres gracias a hombres como quién sembró un vástago dentro de ti. Son ellos, personas que no son shinobis….recordándote que igualmente son humanos como los ninjas, y que nadie está por sobre nadie. Ni siquiera el hijo de una Senju y un Uchiha… menos el de un criminal como Uchiha Madara.

Dicho eso, dio un salto y se dispuso a cortarle el abdomen sin siquiera esperar una respuesta.

Eres contradictoria…. mujer. Bastante contradictoria. - Declaró el Nara sin ningún ápice de sorpresa de que hubiese esquivado su ataque. Tan sólo se mantuvo quieto en su lugar mientras se daba vuelta para observarle. Había escuchado todas y cada una de sus palabras… pero a medida que más conversaban, más quedaban en evidencia sus verdaderas intenciones. Aquella mujer realmente no estaba de acuerdo con la paz, ni mucho menos entendía acerca del prójimo. Simplemente, actuaba acorde a sus propios intereses. Un destino aceptable, más que Rivaille no compartía en absoluto.

No, no me criaron shinobis, mujer. - Respondió de forma calma mientras envainaba sus espadas y declinaba de atacar. Si aquella mujer no estaba en condiciones de luchar en ese round, no lo haría él tampoco, esperaría un siguiente movimiento. - Al menos veo que aceptas que tu hijo es sólo otro más, no es especial más que para ti…. y no traerá la paz, sino que probablemente, sólo será un shinobi más, uno dentro de tantos.

Dicho eso se volteó y le miró a los ojos, esperando que estuviese lista como para poder continuar.

- Nunca he matado a nadie, no me compares con un shinobi como Madara. Sólo me dedico a defender los intereses de gente que no conoce el chakra…. gente que, aún embarazada, podrías matar en un abrir y cerrar de ojos. Pero como eres madre, sólo ves lo que quieres ver… si atacar a una mujer embarazada es detestable y cruel, justificar asesinos sólo porque siguen un camino  shinobi, es ciertamente…. repugnante. Repugnante para alguien que dice querer sanar, pero sólo se deja llevar por sus intereses.  

Pestañeó un poco y suspiró, como si estuviera decepcionado o desilusionado. Luego, volvió la vista hacia donde estaba la Senju. Ya no tenía mucho más que decirle.

- Yo no gano nada matándote, pero hay momentos en los que debes decidir en la vida. Para mí sólo será mi primera muerte… no obstante para otros, el fin de un ciclo de odio que justificas bajo el camino shinobi, mujer.