Hotaru vs Levi-san

No pronunció ninguna palabra ni siquiera cuando estuvo frente a la mujer o envuelto nuevamente en el lodo que ya seguía causando complicaciones en su cuerpo. Había sido inesperado, pero por lo visto las cantidades de chakra de esa kunoichi eran más grandes que las que poseía el mismo Rivaille. No es que se hubiese destacado por poseer grandes reservas de todos modos, pero el poder ejecutar ese jutsu casi tres veces seguidas le indicaba que no estaba luchando contra una shinobi normal. Ya no tenía mucho caso el tener más cuidados, puesto que entendía que sólo luchaban por un extraño sentimiento de compromiso e inercia; incluso llegó a considerar que ambos podrían morir en esa lucha si es que antes ninguno se imponía al otro.

 Suspiró mientras trataba de levantarse del lodo, a duras penas podía lograrlo. Todo su cuerpo estaba envuelto en capas de tierra mojada que sentía le succionaban el poco y nada de chakra que tenía, mientras a lo lejos podía ver peleando a su clon con el de la pelirroja. Siendo así, y casi temblando por completo, alzó una de sus espadas lo suficientemente alto como para bañarle con la luz del propio sol antes de volverse hacia la chica; entonces, salió corriendo en su dirección dispuesto a cortarle con su espada.

Rivaille pudo ver la forma en que su ataque impactaba en un nuevo clon de agua… ¿En serio?¿Realmente podía seguir creando clones a esas alturas del combate? Definitivamente los Senju eran un clan extraordinario y, como nunca antes en su vida, el Nara ya ni siquiera tenía energías para poder moverse a una gran velocidad; por ello, sabía que no sería capaz de esquivar el ataque del kunai y tenía que pensar en otra forma de salvar su pellejo. Su cuerpo sencillamente no contestaba a sus órdenes. Tanto lodo y rocas le habían ocasionado más de una fractura en distintas partes y apenas y conservaba fuerzas como para mantenerse de pie, pero sabía que ello no sería suficiente. No era suficiente mantenerse de pie, ni siquiera el poder sobrevivir… tenía que luchar. Para eso estaba ahí y por la misión es que se había dejado la vida en el campo de batalla. Si moría, sería bajo sus propios términos, tratando de completar su objetivo hasta el último respiro de su aliento. Fue así que canalizó el poco chakra que le quedaba en su interior y formó una nueva técnica que, de seguro, sería conocida para la mujer frente a él…

- Apártate… bastarda. - Comentó con algo de dificultad ya con el Chidori en su mano y listo para defenderse. - Terminaré mi misión…

Luego de esas palabras, tan sólo se preparó para lanzarle la onda de miles de rayos eléctricos a lo que sea que fuese lo que tuviera al frente de sus ojos.

El Nara estaba ya casi sin energías y por primera vez en la contienda, demostraba además un cierto deje de fastidio y hasta enojo, a pesar de estar al borde de la derrota y por qué no decirlo, de una muerte segura; sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse ni mucho menos a bajar la guardia ante esa muchacha. La misión seguía en pie, y por lo mismo, sabía que continuaba teniendo una responsabilidad para con el país del fuego, para con su clan, su familia e incluso, para consigo mismo. Fue así que, a pesar de recibir el impacto, recordó todo lo que había tenido que pasar hasta entonces y fue que todas las sombras a su alrededor comenzaron a “bailar” agitadamente de un lado para el otro, como si de pronto se hubiesen alzado en demostración de lo que parecía ser la ira oculta que sentía Rivaille al no poder cumplir su misión hasta ese minuto… en que todo se silenció, y dio paso a un nuevo jutsu ya antes conocido por la mujer de cabellos rojizos. La figura de un demonio gigante apareció de nuevo tras el Nara y este, sin decir nada, tan sólo con sus pensamientos le ordenó que atacase… cuestión que el sujeto, obviamente, acató, lanzando un potente golpe de raiton que amenazaba con arrasar toda la zona.

Rivaille pudo ver a los ojos a la mujer que había logrado derrotar y, justo en ese segundo, sintió como la vida de esta iniciaba el delicado pero, a final de cuentas, momento del cual ningún humano podría escapar sin importar cuán fuerte fuese su vida. Luego la vio más detenidamente y contempló su cuerpo humeante, carbonizado por distintas partes y, claramente, destruido de pies a cabeza gracias al hecho de haber recibido su más poderoso jutsu con una potencia no menor. Fue entonces que cayó de rodillas y posó las dos manos en el piso mientras tosía; todo su cuerpo seguía tembloroso por el cansancio de haber estado sumergido más de una vez en aquel pantano de lodo asesino, por lo que de inmediato se aprestó, ahora que tenía tiempo para ello, a sacar de su bolso un brebaje que lo rehidrató y con ello, ganó un pequeño pero valioso golpe de energía que le servía para ejecutar un jutsu de curación, no tan potente como para sanarse entero, pero sí al menos para poder marcharse de ahí y dar su tarea por terminada. Sin embargo…

- Tsk… estar lleno de lodo y  sangre ajena es más repugnante de lo que se ve... - Espetó con desgano al mismo tiempo que se preparaba para marcharse, ya tendría tiempo de darse un baño y limpiar toda su ropa, luego de un merecido descanso. Fue entonces que volteó y recordando el hecho de que necesitaría pruebas para demostrar su victoria, tal vez sería necesario el llevar alguna parte del cuerpo de la muchacha; no le gustaba la idea, pero era lógico. Así fue como se acercó al cadáver ennegrecido y chamuscado por las cantidades desorbitantes de rayo que había pasado por él, y luego de hacer una mueca por el hedor de la carne quemada, simplemente se agachó y con una de sus espadas, le cortó rápidamente una gran cantidad de cabello y de sus ropas quemadas, alguna prenda que pudiese servir de prueba para comprobar su muerte.

Mientras la miraba, inevitablemente se detuvo en el abdomen de la mujer y pensó en que una embarazada le había dado semejante lucha… preguntándose qué es lo que hubiese pensado su abuelo de ello, aquel legendario samurái que le había educado en su infancia. Entonces, entrecerró los ojos y a sabiendas de lo que podría significar lo que hacía, se aprestó a ejecutar un jutsu de curación en la mujer hasta que pudo sentir el latir de su corazón a través de su pecho. Luego, se acercó a su oído y, suponiendo dentro de su inconciencia algo podría escuchar, le recordó unas palabras… - “Haz ese jutsu que usaste para sanarte al principio y toma a tu hijo, váyanse lejos y no vuelvan nunca al país del fuego. Están muertos, podrán vivir en paz mientras la nación no se entere de que sobrevivieron”. 

Dicho eso y asegurándose de haber restaurado lo suficiente como para que, tras un buen descanso, pudiese dormir, le dejó su cantimplora y se marchó de ahí recordando la promesa que le había hecho a su maestro…