Akemi Uchiha vs Levi

El anochecer estaba marcado por la fuerte iluminación que provocaban las estrellas y la luna por sobre el prado, los bosques y el mar. Un paisaje hermoso, de magnífico detalle y perfecta armonía era el que se podía ver en medio del país de la niebla mientras una figura sombría se movía por los alrededores al compás del canto de un pequeño pero sonoro cuervo; un ente misterioso, silencioso y apenas perceptible ante los sentidos humanos que se movía a través de los árboles con gran precisión, saltando y corriendo en distintas rutas aparentemente aleatorias sin marcar ningún precedente en concreto ni plan de movimiento específico, deslizándose a través de las ramas de los robles más fuertes y los sauces más frondosos con gran maestría y elegancia.

Tenía que llegar pronto a su destino. Por lo que tenía entendido, un nuevo entrenamiento le estaba esperando y no era un sujeto que gustase de llegar tarde a sus compromisos, independiente de que estos fuesen adquiridos bajo su voluntad o no. Desde hacía un tiempo le había asignado a Udono la voluntad de buscarle contrincantes para mejorar, más no se entrometía demasiado con el trabajo de su regordete amigo.

Finalmente, y detectando una presencia cercana, tan sólo se quedó de pie sobre una rama y aguardó por la presentación de su visitante. 

El Nara vio a su objetivo posarse justo en el punto en el cual podía estar bajo su rango de alcance, por lo que suspiró y se aprestó a dar por iniciada la batalla. No tenía tiempo que perder ni tampoco paciencia como para esperar a que la muchacha se diese cuenta de sus intenciones, por lo que simplemente se dejó caer hasta el piso y, justo después de aterrizar frente a la muchacha, se incorporó y la miró directamente a los ojos. Una suave brisa sopló en ese preciso instante y dejó ver como algunos mechones de su cabello se meneaban al compás de la naturaleza…

- Uchiha Akemi, has sido declarada como prescindible por el país del fuego. - Pronunció con calma a la vez que se acercaba hasta la muchacha frente a él y sacaba un pequeño papiro en el cuál se indicaban las sanciones que desembocaron en la decisión de eliminar a la infante Uchiha. - Se te acusa de ser un peligro venéreo para la salubridad del país y se me ha encomendado que incinere tu cuerpo por el bien de la nación (...) estés viva o no, es indiferente.   

Dicho eso, arrugó el papel y lo guardó en uno de sus pequeños bolsos en la cadera. Acto seguido, de inmediato estudió un poco la fisionomía de la muchacha para buscar un punto con el cuál iniciar su ataque. Una vez encontrado, se aproximó corriendo a gran velocidad dispuesto a darle una fuerte patada que, de lograr impactarle, contaba con la potencia suficiente como para romperle el tabique nasal.

Rivaille Nara observó como la muchacha se limpiaba y trataba de excusarse, más sabía que sus intentos eran inútiles; la misión ya le había sido otorgada con fotografía y todo, por lo cual, no se molestó en siquiera considerar la posibilidad de un error por parte de la muchacha Uchiha. En vez de ello, simplemente acumuló una gran cantidad de chakra en su cuerpo mientras desenvainaba sus dos espadas, decidido a acabar con esto rápido. No quería ensuciarse con la sangre de la enana, y tampoco es que estuviera de humor para escuchar a ese tipo de chicas: las lloronas. Si bien en general detestaba a todo tipo de ser humanos, a los que menos pasaba era justamente a aquellos que lloraban y refunfuñaban sin vergüenza alguna.

- No me importa lo que digas mujer, no es personal… pero mi política no es negociable. - Afirmó con tono seco y despreocupado, estando ya listo para ejecutar su siguiente movimiento.

Dobló un poco los pies para levantar polvo cerca de ellos gracias al rechazo instintivo de sus tobillos, y de inmediato se embarcó prácticamente de un enorme salto por el aire hasta donde estaba la muchacha; pero no era sólo eso, sino que además de inmediato le apuntó con ambas espadas justo en el mismo punto del anterior, la nariz. Pretendía clavarle las espadas y posteriormente abrirlas ya estando dentro de ella.

- Eres bastante molesta. - Declaró al ver cómo la muchacha esquivaba sus ataques y le tiraba lo que parecían ser unas mariposas de fuego, las que rápidamente volaron para intentar dar con sus puntos vitales. Para defenderse, Rivaille cargó de chakra eléctrico uno de sus sables y con veloces movimientos de muñeca, acabó con todas y cada una de las mariposas que por ese entonces revoloteaban por los aires con su fuerza disminuida antes de desaparecer en medio de los cortes relampagueantes del Nara; por su parte, luego Levi fijó nuevamente su objetivo en la muchacha y dispuesto a vencerla de una vez y por todas, la fijó como su objetivo principal.

- Ya te defendiste y atacaste a una autoridad del país del fuego - Pronunció con voz calma y saltó hasta donde estaba la pequeña, observándole directamente a los ojos. - Suficiente evidencia para mí.

Luego de eso, levantó su sable por sobre su coronilla y le embutió una fuerte cantidad de chakra raiton el que en cuestión de segundos provocó que la hoja filosa de Rebellion brillase como si se tratase de una estrella fugaz, la que luego, se aprestó a clavar justo en el abdomen de la muchacha.

- ¡Usted me atacó primero, yo solo me defendía! - contestó la pelinegra asustada, pues no tenía ni la menor idea de lo que pasaba. Ella solo había ido a buscar plantas medicinales al País de la niebla, jamás se cruzó por su mente que alguien estuviera esperándola para matarla. - Por favor, entienda que no tengo ninguna enfermedad - le dijo con desesperación apretando sus puños, retrocedió torpemente unos pasos al ver al castaño correr en su dirección con una de sus armas electrificadas.