Piscina Calavera

- Vamos muchacho, ponle más empeño. Sigue así, tú puedes, tú puedes…. Ohhh… diablos, ¿Qué le pasa a este chico? ¿Cómo es que no puede volver a sacar una manzana ridícula de un gran estanque de madera del que hasta que yo he sacado de ahí? Hahahaha.. qué patético.

Los comentarios acerca del bajo rendimiento de Levi no se hicieron esperar y apenas y hubo terminado de sacar la primera manzana, se vio envuelto en una espiral de constantes y constantes intentos fallidos de la que no encontraba modo de salir ni de reponerse. Fue entonces que cayó a un lado del estanque de madera y agua y junto a él, un hombre lobo cayó a su lado exhausto y con el agua hasta saliéndole de los ojos.

- Chico… muévete de ahí. Si no eres capaz de sortear unas pequeñas manzanas ni siquiera tendrás oportunidades con el pavo o el cerdo, Hahahahaha… vamos, lárgate. Darle espacio a los demás.

Resignado, simplemente se levantó, fue a tomar más dulces para comer y se quedó en un lado esperando una nueva oportunidad. 

Sabía que las cosas no estaban resultando como lo esperaba, pero no quería desanimarse y se preparó mentalmente para lo que venía. Un sujeto alto, de mediana edad y con una prominente barba estaba tratando de sacar manzanas desde una de las cubetas, así que mientras esperaba su turno en la que le correspondía, decidió mirar hacia allá para así poder tener una noción de técnica o quien sabe, quizás descubrir qué era lo que realmente necesitaba para poder tomar las putas manzanas y evitar que dejaran de caerse de su boca como tantas veces le había pasado en esa noche. No obstante y para su sorpresa, al abuelo se le cayó la dentadura y en vez de conseguir el respeto y admiración de Levi, lo único que consiguió fue una serie de carcajadas y mucha alegría por parte de todos los que estaban ahí disfrutando y riéndose del pobre diablo que ahora se marchaba con el rabo entre las patadas y sin dentadura… ni manzanas. Levi entonces tomó un poco de dulces, fue y…. falló, por lo que se devolvió a su sitio. 

Los gritos de la gente disfrazada poco a poco iban mermando la mente de Levi. Sabía que estaba jugando en un ambiente peligroso, cada vez más hostil y que la mayoría de sus intentos habían sido en vano. No obstante y a pesar de ello, no se rindió. Estaba decidido a acabar con el reto aún y a pesar de lo que dijeran los demás. Era su camino ninja, su disposición, su creencia… y  realmente, era la cosa que más quería en la desgraciada vida de todas. Tal vez en ese turno había perdido y no pudo haber logrado sacar la manzana, pero se quitó del lugar, fue a tomar un poco de dulces y estaba decidido a que, tras un breve descanso, continuaría con lo suyo. 

Agotado por el hecho de haber probado tantas veces y no poder sacar nunca ninguna, fue que el Nara se quitó la parte de arriba de su traje y decidió que ahora se tomaría, más que nunca, en serio el hecho de sacar las manzanas que le faltaban. Fue así como de pronto y sin siquiera tomar aire, metió la cabeza y más que eso dentro del agua y comenzó una dura batalla para poder conseguir lo que quería. Tuvo que luchar mucho, pero fue la nada comparado al beneficio de finalmente conseguir la ansiada manzana que le había sido tan esquiva y, por qué no decirlo, tan hija de puta de no querer salirle a pesar de las constantes y constantes sumergidas de rostro que tuvo que aplicar en la cubeta enorme de madera. Fue así como, tras una ardua batalla y constantes intentos fallidos y otros más… lamentables, el menor de los Nara finalmente había logrado conseguir lo que tanto había querido. 

Rivaille Nara no era un sujeto que gustase de comunicarse. En realidad, evitaba a toda costa hablar con aquellos a los que no tenía nada que decir y por lo mismo, es que muchas veces solía entrenar con gente que apenas y podía escuchar su tono de voz. Después de todo, era un hombre reservado y de pocas palabras, carente de entablar relaciones sociales o bien, de demostrar algún tipo de empatía aunque fuese por “contexto social” para con sus compañeros de misión o entrenamiento. Fue por ello que, ateniéndose a su comportamiento habitual y observando que no era necesario pronunciar palabra alguna, omitió sus comentarios para con los demás participantes del concurso y se dedicó a lo suyo; no obstante y a pesar de su gasto de energía, no fue capaz de tomar una segunda manzana y  tuvo que conformarse con ver cómo otro de los sujetos agarraba a la que le había echado un ojo. En represalia, lo empujó y le quitó sus dulces, para luego ir a tomar un respiro y volver luego a seguir probando suerte. 

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A pesar de ir en un buen ritmo, nuevamente le había tocado al menor de los Nara y descendiente de un clan de ciervos el lamentable hecho de fallar en un intento, producto del constante cansancio y del agotamiento de no poder conseguir las manzanas en una cantidad de tiempo algo más moderada.

- Malditas manzanas de mierda, no importa cuánto me cueste, no importa cuánto tenga que esforzarme, ni siquiera importa cuánto tenga que sacrificarme. Yo… yo sé que puedo. Yo sé que puedo lograr conseguirlas. Yo sé que soy capaz de sacar la maldita e hijadeputa última manzana. Yo lo sé, lo sé… yo lo sé, estoy total y absolutamente convencido de ello. Lo sé, nada me quitará esto de la cabeza. Lo sé… voy a lograrlo. Voy a lograrlo, voy a lograrlo… voy a lograrlo.

Se repitió constantemente esas palabras en su cabeza y ya, cuando por fin estaba por perder la última, prácticamente metió todo el cuerpo y tras un rato, sacó la cabeza sólo para mostrar que finalmente había conseguido, no exento de polémicas, la última.