Invernadero de Hotaru Senju

por Hotaru Senju Mar Dic 01, 2015 1:49 am

Por mucho tiempo había deseado un hermoso invernadero para así dejar sus flores y plantas en un lugar protegido y cálido. Podía de ese modo cultivar todo tipo de flora independiente del clima en su propiedad. El invernadero de Hotaru pronto comenzó a llenarse de vida y sus mejores medicinas las producía con productos frescos que ella misma cultivaba. Sus hijos la ayudaban de vez en cuando, y quienes más pasaban tiempo ahí eran Naomi, que solía hablarle a las plantas como ella lo hacía con los animales, Mikoto quien tenía una memoria ideal para aprender todas las propiedades de cada una de las flores, raices, hojas, tallos, semillas, frutos y nectares, y tambien Minto, aunque, sólo porque le gustaba jugar en el barro.

Hotaru entró al invernadero seguida de Madara. Habían estado conversando por el camino sobre el extraño suceso que escuchó en la tienda y la historia de forasteros en la frontera que parecían estar huyendo.

-Y eso es todo lo que sé, amor -dijo entonces, poniéndose sus guantes para así no arruinar sus uñas-. Dijeron que estaban en pésimas condiciones y que no parecían querer quedarse en el País del Fuego tampoco, como si viajaran hacia el país del Viento -tomó una bolsa de abono entonces y se dirigió al almacigo de lilas-. Seguramente es una exageración, ¿Qué motivos tendrían esas personas para huir cuando el mundo finalmente parece haber llegado a un periodo de paz? -sonrió mirando a su esposo- ¿No huelen delicioso estas lilas? Haré perfume mañana con Mikoto y necesito cortar algunas. Está muy emocionada con crear un aroma para poder usar, tal como lo hacen sus hermanas mayores. Yo le dije que ella me olía a vainilla, pero insiste que quiere aceite de lilas para sus manos y perfume para su cuello.

Rió un poco, pues Mikoto era muy tierna cuando se trataba de querer seguir los pasos de Nakoruru y Naomi. Aunque no siempre podía hacerlo, al menos lo intentaba. A pesar de que ella venía de una familia grande nunca había tenido amigas mujeres, aparte de Sakura, por lo cual se alegraba que sus hijas tuviesen la oportunidad de llevarse tan bien y darse ese apoyo incondicional que le había faltado al crecer.

-¿Podrías pasarme las tijeras amor? Estan junto a la puerta -le dijo Hotaru, secando levemente el sudor que se formaba en su frente producto de lo espeso del aire.

por Madara Uchiha Jue Dic 03, 2015 1:20 am

—Sí, igual pienso que es una posibilidad —afirmó Madara como respuesta a las palabras de su esposa. Aunque muy dentro de sí experimentaba un incómodo presentimiento. De cualquier modo, estaba seguro de que si era algo realmente significativo pronto tendrían noticias; había shinobis de la aldea encargados de explorar y custodiar los alrededores—. Aunque es muy extraño también, ¿no crees? ¿Por qué alguien invetaría algo como eso? No sé que pensar al respecto, realmente, pero lo tendré en consideración de cualquier modo. Si se trata de una verdad pronto tendremos alguna noticia, seguramente.

Siguió a Hotaru hasta el invernadero, aún pensativo. Pero las siguientes palabras de ella lo sacaron de aquel estado de meditación y la observó de nuevo, sonriendo suavemente. En verdad le complacía ver que sus hijos eran tan unidos y siempre buscaban aprender unos de los otros. Ese sentimiento cálido que se originaba en él cada vez que observaba a su familia era algo que en su juventud Madara nunca había experimentado, por lo cual se sentía muy afortunado de tener por fin aquel amor que siempre le faltó.

—Esas lilas huelen delicioso... como tú —le dijo en un tono suave, acercándose a ella. Le agradaba contemplar las reacciones que con sus palabras podía provocar a su esposa, como aquella tierna sonrisa o el bello rubor que a veces cubría sus mejilas—. Estoy seguro de que Mikoto estará muy feliz de poder parecerse a sus hermanas en ese aspecto. Le gusta mucho aprender de ellas e imitar las cosas que hacen.

Asintió cuando Hotaru le pidió las tijeras y caminó hasta el lugar indicado, explorando con la vista hasta que se topó con aquel elemento, tomándolo en su mano para así volver hacia su esposa. La abrazó por la espalda queriendo sorprenderla y aprovechó de darle un beso en la mejilla mientras le ofrecía las tijeras.

—¿Necesitas algo más, amor? Con mucho gusto te ayudaré en todo lo que desees. —le propuso, besándola una vez más.

por Hotaru Senju Lun Dic 14, 2015 4:06 am

Hotaru rio en voz baja, porque a pesar de haberle dicho a Madara que tenía que trabajar y que no podía acercarse a él como le hubiese gustado, su esposo parecía olvidarlo. Lejos de molestarse por ello, le parecía gracioso que con su edad aún actuara como un adolescente hormonal junto a ella y que buscara tocarla, besarla y acariciarla en cada ocasión que tuviese.

-Sabía que no ibas a cumplir tu palabra de intentar reprimir tu instinto, cariño -le dijo reclinando su cuerpo hacia atrás y volteando solo el rostro para besarlo-. Te aprovechas que te amo demasiado como para moverme... y que me gusta mucho esa boquita linda que tienes.

Le hablaba de forma cariñosa, intentando ser lo más amable posible. Incluso bajó las tijeras un momento, como si se le olvidara para qué las había pedido. El calor que emanaba el cuerpo de su esposo era agradable, tanto que acurrucarse contra él le resultaba confortante para su alma.

-Te amo, Madara -le dijo dandose vuelta por completo y besandolo con lentitud sobre los labios, creyendo que ya no tenía caso intentar resistirse a él y su cercanía.

-¡Oka-san! ¡Oka-san! -la linda e infantil voz de Mikoto la hizo saltar dos metros lejos de su esposo, como si tuviese miedo de que los niños la vieran tan junta con Madara. Frente a ellos, aunque amorosos, no se mostraban ese tipo de afecto.

-¿Qué sucede Mikoto-chan? ¿Por qué estas corriendo? -se acercó a su hija agachandose para quedar a su altura y poner una mano sobre su pecho para sentir su corazón. Mikoto era una niña demasiado frágil para correr- No debes...

-Lo sé pero... pero -Mikoto intentaba recuperar el aliento de a poco, y el asma la comenzaba a afligir-... pero... pero... hay un... herido... hay... un...

-Cálmate. No te aflijas amor. Respira profundo... respira. Kai.

Liberó el sello de su frente y gruesas líneas cubrieron su cuerpo, y desde sus manos aparecieron distintos kanjis y sellos que finalmente se reposaron sobre el pecho de su hija infundiendo todo su chakra sobre ella.

-¿Mejor? -le preguntó preocupada.

-Oka-san hay un joven, está herido. Nee-san lo está atendiendo. Me pidió que viniera por ti. Está muy mal... por favor sálvalo -Mikoto lucía pálida y débil, lo cual le preocupaba mucho más que cualquier otra persona, pero después de infundirle su chakra Hotaru sabía que era sólo cansancio lo que afligía a su pequeña hija.

-Madara-sama, ¿Podría cuidar de Mikoto-chan un momento? Iré a ver qué es lo que ocurre en la casa.

Miró a su esposo preocupada, pues sentía que algo estaba pasando. Algo que desencajaba todo lo que habían estado construyendo ese tiempo.

por Madara Uchiha Miér Dic 16, 2015 7:21 am

La voz inquieta de Mikoto aletó a Madara, que al igual que su esposa dejó de lado cualquier pensamiento para poner toda su atención en la pequeña. Su hija lucía preocupada y parecía querer decir algo, pero no pudo sino hasta que Hotaru tratara su salud como usualmente lo hacía.

La noticia tomó por sorpresa a Madara y lo alarmó casi tanto como el tono de voz de Mikoto. El desconcierto se dibujó en su mirada un momento mientras se perdía en sus pensamientos. Haber escuchado el rumor aquel del cual le había hablado Hotaru y ahora sobre un herido que estaba en la casa le hizo meditar un momento. Sentía que algo no estaba bien y aquello le inquietaba. Pero no podría saber de qué se trataba hasta que averiguara qué era lo que estaba sucediendo.

Caminó hasta un lado de Mikoto y colocó suavemente una mano sobre su cabeza.

—No te preocupes, yo me encargo de ella. Ve a ver que esta pasando —le respondió a su esposa para que no se preocupara—. Estaré contigo en un momento.

Madara sabía que si había un herido Hotaru era la única que podía hacer algo al respecto. Por otro lado, Mikoto no podía forzarse mucho más o su salud se vería afectada, por lo mismo optaba por quedarse con ella un momento hasta que terminara de recuperarse. Luego alcanzaría a su esposa, pues debía admitir que también sentía curiosidad por saber lo que estaba sucediendo.

—Quédate conmigo, hija —le sugirió a la pequeña—. Descansa un poco, ¿sí?

por Naomi Senju Jue Ene 21, 2016 9:47 pm

Naomi se dirigió al invernadero con un claro puchero en el rostro, aún molesta por las palabras que había escuchado en el corredor. No obstante, antes de entrar respiró profundo, pues su padre era un detector de mentiras humano y sabría sólo por observarla que algo le estaba molestando y no quería que se dirigiera al cuarto de invitados y quemara vivo a ese insolente chico. De eso se encargaría ella luego. Por ahora eran importantes otros asuntos y quería creer que su ajuste de cuentas personal no era tan primordial como obtener información sobre lo que estaba ocurriendo en el país de la abuelita.

-¡Too-san! -exclamó cuando lo vio con una gran sonrisa, observando como su hermana Mikoto y él miraban las flores. Al parecer Mikoto le estaba enseñando alguna cosa-. Kaa-san me mandó a buscarte. Dijo que si podrías ir por favor al cuarto de invitados. Está con el chico que encontré en el bosque y creo que lo que tiene que decir es algo también deberías escuchar.

Sonrió entonces de nuevo y se acercó a su padre. Era tan alto y apuesto, tan fuerte y elegante. A veces se preguntaba por qué no habrían más hombres como él en la aldea, porque sin duda Madara Uchiha era el mejor de todos. Su madre tenía mucha suerte de que él la amara y Naomi esperaba que algún día algún chico la amara si quiera la mitad de lo que él amaba a su madre.

-Mikoto-chan, estás agitada -le dijo con un tono de sermón-. Ven, te daré tu medicina. No deberías correr, sabes que te hace mal.

por Madara Uchiha Sáb Ene 23, 2016 10:12 am

Madara había estado charlando un momento con Mikoto, que le enseñaba las propiedades de algunas plantas del invernadero y lo que podía hacer con ellas. Hasta que Naomi se hizo presente en el lugar. La llegada de su hija lo tomó por sorpresa y volteó a observarla apenas escuchó su tan caracteristica voz. Naomi siempre parecía estar tan llena de vida en cada uno de sus gestos, tal como su madre. La pequeña Mikoto también observó en su dirección.

El hecho de que Hotaru hubiera mandado a Naomi a buscarlo desde el principio le llamó la atención; eso a su punto de vista quería decir que sucedía algo fuera de lo normal, algo que él debía saber y no podía dejar para luego. Así que no lo dudó ni un momento.

—Ya veo —pronunció entonces, aun pensativo. A decir verdad, sentía curiosidad por saber qué cosa tenía aquel chico para decir que pudiera ser de su interés—. Está bien, iré ahora mismo. Cuida de tu hermana, Naomi. —Le pidió con una ligera sonrisa, aunque sabía que no hacía falta, Naomi siempre cuidaba mucho de su hermana pequeña y ambas niñas tenían una muy buena relación.

Dejó entonces a Mikoto con Naomi en el invernadero y se dirigió a de vuelta a la casa. Debía saber qué estaba pasando con aquel chico, a quien aún ni siquiera conocía.

por Madara Uchiha Dom Ene 31, 2016 5:06 am

Era hora de marchar hacia el Remolino y no había tiempo que perder. A Madara le hubiera gustado poder despedirse de cada uno de sus hijos y decirles cuánto los amaba, pero la situación había sido tan repentina que no quedaba tiempo para prepararse. Y él, mejor que nadie sabía que siendo uno de los líderes de Konoha, no podía quedarse de brazos cruzados cuando sus aliados, los Uzumaki, corrían peligro.

Por lo mismo se dirigió al invernadero donde sabía se encontraban Naomi y Mokoto. Ellas entenderían y les harían saber a sus hermanos mayores sobre la situación. Madara sabía que sus hijos eran fuertes y responsables, y lo comprenderían.

—Niñas —declaró Madara al adentrarse en el lugar y toparse con ambas niñas, no quería lucir preocupado para evitar preocupar a sus pequeñas, pero no podía evitar sentirse de ese modo. Se detuvo entonces frente a ellas—. Escuchen; Oka-san y yo debemos irnos ya. Tenemos que cumplir una importante misión que no podemos posponer. Pero ustedes no deben preocuparse, ¿de acuerdo? Volveremos lo más pronto posible. Mientras tanto, sólo cuídense entre ustedes, como ya lo saben ¿sí? Manténganse siempre juntos.

Tras una pausa una suave sonrisa se dibujó en su rostro. La idea de estar despidiéndose de sus hijos sin saber si realmente regresaría lo destrozaba. Pero era algo que debía hacer.

—Los amamos mucho —dijo, hablando por él mismo y por Hotaru, refiriéndose a todos y cada uno de sus hijos. Sus ojos pasaron desde Mikoto hacia Naomi—. Cuídense, ¿de acuerdo? —recalcó una vez más—. Háganselo saber a sus hermanos.

Y las volvió a observar con esa gentil expresión que sólo sus hijos y su esposa conocían de él, justo antes de marcharse. No deseaba que sus pequeñas lo viesen tan preocupado como estaba en realidad, sólo que supieran que debían mantenerse unidos y confir en ellos, como desde pequeños les habían enseñado.

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