Dô VS Ishiro

Y como acción predispuesta por el escuadrón de reconocimiento del País del Rayo para establecer relaciones con otros Países, así como entre sus propios miembros, la ronda de usuales combates amistosos habían sido dadas. Aquel día a Dô Ono le tocaba practicar en el claro apisonado de los bosques del Rayo, además de esperar a su contrincante del día con quien se suponía debía entablar algún tipo de entendimiento a través de una batalla respetuosa y de esa forma dejar en alto el nombre de la región nubosa y plagada de montañas. Con un traje de color rojo vinotinto y decorados en plata conformado por una chaqueta gruesa con cuello terminado en puntas de sierra y mangas largas que llegaban un poco más allá de las muñecas, además de un pantalón bombacho que se ajustaba perfectamente a unas sandalias que más bien parecían botas por lo alto y ancho de sus suelas, el rubio se encontraba haciendo su calentamiento de rutina: extendiendo los brazos, girando los hombros y doblando las rodillas una y otra vez.

Con un último doblamiento de su cuello para dejar crujir aquella zona y sentir que estaba preparado, finalmente soltó un bufido. Estaba listo para aquella escaramuza amistosa, ni más ni menos.

Se acercó a aquel claro de bosque en el País del Rayo, era un día apropiado para un combate de práctica. Con algunas nueves en el cielo, pero sin ocultar el sol y una refrescante brisa de aire. Solo sería una práctica, sin llegar a extralimitarse, solo eso y nada más. De entre los kirisenjin de Kirigakure no Sato, Sôken fue seleccionado para ese encuentro. En parte serviría para entablar relaciones y se podría apreciar las habilidades de los shinobis del País del Rayo. –¿Cual sera el resultado de todo esto?– portaba un atuendo blanco y como era costumbres sus katanas gemelas en ambos costados. Sin desvirarse de su destino se dirigió al lugar citado. Aunque tardo un poco mas de lo planeado.

–Disculpe la tardanza, un fue mi intención– exclamó cuando por fin llego y ver que el shinobi del  País del Rayo ya se encontraba. Ahora era tiempo de ver que deparaba ese encuentro. Por una parte el Yuki jamás se había enfrentado a nadie ese país y realmente estaba interesado en ver de que era capaz aquel rubio que tenía enfrente.

 

 

Terminando con su ronda de calentamiento finalmente el rubio vio como su oponente designado para aquel día en específico se mostraba tras salir en medio de los árboles del bosque que circundaban a aquel claro particular. Ladeando la cabeza el otro tan solo sonrió, acercándose al de cabello negro para así estrechar su mano con cordialidad sin dejar de mostrar aquella expresión afable que tanto lo caracterizaba.

-No hay problema compañero, de todas maneras no llevaba el tiempo - y dudo que haya llegado tarde. Dô Ono, para servirle de par en esta sesión de entrenamiento; espero que sea una experiencia formativa tanto para usted como creo lo será para mi.- Dijo el otro, finalmente separándose del espadachín a unos diez metros de distancia aproximadamente, terminando de estirar las piernas y los brazos mientras hacía que sus dedos se movieran de manera un tanto rítmica. -Si no le molesta, quisiera tener el primer movimiento. Ahí voy.- Anunció, acumulando chakra de rayo en sus manos y pies para moverse a una velocidad sorprendente, atravesando el claro en un zigzag que dejó cierto baches quemados de cesped tras lo cual finalmente, lanzó un puñetazo directo hacia el brazo izquierdo del recién conocido.

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Daño Jutsu D: 825
Efecto Jutsu D: -100 HP hasta el final de la batalla.

HP: 3500

Esperó a que el otro terminara su calentamiento y desenfundo ambas espadas, de antemano sabía que las condiciones del día era fortuitas para un entrenamiento y que era mejor ser prudente y no a arriesgarse de más. El joven Yuki no conocía las habilidades y virtudes de los shinobis de aquella nación, por lo que estaba más atento de lo normal.

– Un gusto conocerlo Dô Ono y permítame presentarme. Mi nombre es Sôken, e igual que usted espero que sea benéfico para ambas partes este pequeño encuentro– expresó mientras seguían sus ojos fijos en el rubio, en un instante la naturaleza del chakra del rubio se materializo. –Rayo, ¿Por qué no me sorprende?– pensó mientras trataba de esquivar aquel ataque. Después de retroceder unos metros, intentando no ser alcanzado, pudo ponerse a salvo.

–Ahora sera mi turno– dijo con tono calmado mientras canalizaba su chakra en el ambiente. En un instante la humedad comenzó a incrementar drásticamente y la visibilidad se vio empañada por una densa neblina.  Ahora el terreno estaba modificado por el Kirigakure no Jutsu. La ventaja táctica que obtenía el shinobi procedente del Pais del Agua era bastante.

No le sorprendía que su ataque hubiera fallado. No le sorprendía que aquel hombre manera de manera tan pristina las espadas. Pero sí le sorprendió la manera en que fue capaz de manipular el ambiente para crear un banco de niebla de la nada. Particularmente, había escuchado ciertos cuentos sobre la capacidad de los miembros del País del Agua para invocar una masa neblinosa de quien sabía donde, un jutsu que llamaban Kirigakure o en otras palabras, la técnica de ocultamiento en niebla. Y esa era la primera vez que la experimentaba en carne propia, lo suficientemente de primera mano como para hacer que la piel se le pusiera de gallina en la zona de los brazos.

-Admito que... estoy perplejo.- Comentó en voz baja sin saber porque, sospechando que la razón tenía relación con el hecho de que en ese ambiente tan callado y blanquecino, todo parecía enmudecer de forma antinatural. -...más que nada porque esto de verdad asusta.- Agregó agitando los dedos, removiéndolos de un lado para otro. -Aunque tampoco me puedo quedar parado a esperar a que me rebane en pedacitos, lo cual no es el propósito del ejercicio pero creo que no me puede culpar por estar nervioso. Creo, señor Sôken.- Dijo finalmente más para si mismo que para su interlocutor, quien pareció desvanecerse del lugar sin dejar rastro. Sin embargo al primer movimiento que detectó en una dirección aleatoria, atacó levantando su puño - llevando chakra de rayo a sus yemas y esperando que con eso, diera en el blanco.

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Chakra: 44 + 4 = 48
Daño Jutsu D: 1125
Efecto Jutsu D: -100 HP hasta el final de la batalla.
Efectos Activos: -2 Jutsu. -10 Defensa.

HP: 3500

–Es parte del efecto psicológico del jutsu, pero en vista de que ambos deseamos que este entrenamiento nos desde cierto grado de experiencia, no veo mal en utilizarlo– exclamó rompiendo el silencio sepulcral que invadió aquel lugar. Quedo perplejo al ver como aquel rubio de forma azarosa, o tal vez de manera lógica, lanzo su puño en el punto donde él se encontraba ubicado. Logrando golpearlo en el pecho. El golpe físico no fue el problema, si no la descarga que lo acompañaba, la cual viajo por todo su cuerpo. La cual lo dejo en parte paralizado, no esperaba menos de aquel shinobi. –Esto se podría volver en un problema– pensó al ver que unas gotas de sangre comenzaban al suelo, por la herida resultante.

–Excelente ataque, no espere que diera conmigo tan pronto– dijo en tono sincero. Para intentar contraatacar y no quedarse parado esperando el siguiente ataque. Tomó una de sus katanas y dirigió su filo en contra del oriundo del País del Rayo. No era un ataque serio, pero bien podía conseguir causarle una herida que le resultara molesta durante todo el entrenamiento.

-Tiene razón. Igual encuentro esta técnica algo escabrosa... más que nada por no poder ver absolutamente nada.- Murmuró el rubio mientras permanecía en su posición, sintiendo de pronto un fuerte escozor en parte de su brazo derecho - punto donde le filo de la espada de Sôken lo había golpeado. -Argh. Supongo que eso es parte de su contraofensiva.- Comentó, trastabillando hacia atrás mientras pensaba en como actuar. Al final, estaba en desventaja. Dentro de todo debía admitir que su oponente parecía saber bastante mejor que él mismo todo con lo que se encontraba trabajando y por tanto, él debía compensar esa situación de cualquier manera que pudiera. -Bueno... veamos que puedo hacer.- Agregó recargando sus pies con chakra de rayo, disparándose de ahí en un movimiento zigzagueante hacia los árboles más cercanos que según tenía conocido, estaban hacia la izquierda. Más que nada, llevaría la pelea hacia un lugar donde pudiera maniobrar de mejor manera y si no se equivocaba, la niebla permanecería allí. Y si lo hacía, ya vería como proceder entonces.

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HP: 5900 - 250 = 5650

El Kirigakure no Sato requería de cierta característica en su usuario. La cualidad de tener pies y movimientos de un espectro, para maximizar la dificultad de orientación del oponente. Hablar o hacer movimientos de más, era algo que se debía procurar de evitar. Pero al no ser un combate de vida o muerte, el Yuki decidió romper un momento con los estándares. –Esa es la idea, ahora necesita afinar sus habilidades natas de percepción, para poder guiarse en medio de la nada– no respondió a las siguientes palabras. Solo observó como en una de las hojas de sus Katanas, apareció un hilillo de sangre. El corte fue exitoso. No la enfundó, siguió sosteniendo esa misma Katana preparando su siguiente ofensiva.

Así fue que con un paso extremadamente silencioso, se movió a la par del rubio. Manteniéndolo en un radio cercano, para evitar así que consiguiera alejarse y encontrar un punto donde desarrollará una estrategia que anulara la niebla. –No olvide cubrir sus flancos – fue así que girando su propio cuerpo,  dirigió una estocada en dirección de su costado izquierdo de su oponente.

Y tal cual hubieron mencionado al inicio de ese entrenamiento, la lección resultaba ser particularmente educacional - al menos desde la perspectiva del oriundo del País del Rayo. Todavía maniobrando en dirección a los árboles para encontrar una buena manera de orientarse, el rubio sintió de pronto la forma en que el acero del habitante de Kirigakure volvía a golpearlo en uno de sus flancos, que según el pelinegro había estado desprotegido, un hecho que no discutiría por ser completamente cierto, nada alejado de la realidad a la que se encontraba encarando en esos momentos precisos. Deteniéndose en un último instante antes de llegar a donde se alzaban las altas copas de esos árboles ahora recubiertos por un profundo y mate blanco, Ono se inclinó muy ligeramente mientras posaba la mano sobre su costado, resintiendo el ardor de la carne al haber sido abierta. Por lo menos algo podía decir: era capaz de solucionar aquello con su conocimiento base de ninjutsu médico, aunque no tenía la seguridad de que en medio de su uso, el Kiriano lo volvería a atacar - razón por la cual esperaría a un momento más oportuno. Recolocándose y resoplando por lo bajo, se mantuvo quieto. -...a riesgo de sonar quejumbroso, sigo pensando que esta técnica de niebla e escabrosa.-

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HP: 5650 - 1445 - 250 = 3955