MS 6 - ISLA NANAKUSA

Tras dejar por un rato la villa de descanso, la enorme albina salió en dirección a la costa, donde una pequeña lancha la llevó hasta la Isla Nanakusa, famosa por su buena pesca que ofrecía las carnes más finas del mar, ahí se encargaría de conseguir parte de los encargos de su lista. En un primer momento, pensó en ir al mercado de pescado, pero al final y para su fortuna, encontró algunos botes que salían para la pesca de la tarde, así que se puso ropa más cómoda y adecuada para tal faena y su educación en el palacio, finalmente sirvió de algo, pues consiguió convencer a los tripulantes de una de aquellas pequeñas embarcaciones que la llevaran con ellos para así poder tener mariscos mucho más frescos. Los marineros le explicaron mientras tanto como pescar camarones, pues la primera parada que harían, era precisamente para eso.
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Progreso:

Al recoger las redes, Hakusame se encontró con la sorpresa de que en una de ellas, había un par de hermosos peces arcoíris de muy buen tamaño, los cuales también estaba en su lista, así que los apartó para sí junto con los camarones que había sacado antes, esa parte de la pesca no llegaría nunca al mercado, ella se las pagaría directamente y así podría completar sus mandados. No era la primera vez que la joven se abocaba a esta tarea, pero sí era la primera vez que iba acompañada y que lo hacía de esta manera, por lo regular solo pescaba cerca de la orilla de la villa y cuando lo necesitaba durante sus viajes, así que realmente estaba aprendiendo mucho en esta ocasión e incluso se podría decir que se estaba divirtiendo, por lo que se le veía bastante animada, a pesar de lo extraño que era ver a una mujer tan grande, con piel y cabello blanco, en aquella faena con hombres de piel tostada.
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Progreso:

La siguiente red que sacaron, tenía un pez de color verde, bastante grande, uno que Hyo jamás había visto, así que preguntó a los pescadores de qué se trataba, ellos le dijeron un nombre con el que lo conocían en su isla, pero el más viejo, el Capitán de la nave, le comentó que en algunos lugares le llamaban “pez nórdico” por lo que la joven se emocionó y lo puso en su montón, ya que también formaba parte de la lista y aprovechó para preguntar qué clase de sabor tenía aquella carne y cómo lo preparaban ellos y es que si bien Hyo no era de muchas palabras generalmente, también era una mujer que disfrutaba de aprender cosas nuevas, en especial las relacionadas con peleas y cosas que le ayudaran a sobrevivir, en cuyo caso, la comida era algo importante y más que solo sobrevivir, le daba un toque delicioso a la vida, por lo que tomó nota mental de todo lo que le dijeron respecto a los platillos “de barco” que ellos conocían y cuáles eran los que más recomendaban.
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Progreso:

– ¡Otro más! – Exclamó uno de los tripulantes, lanzándole a Hyo otro de aquellos peces verdes que estaba bastante regordete aunque era un poco más pequeño. – Vaya que deben estar haciendo todo un banquete. – Dijo otro, a lo que la joven se encogió de hombros. – Sí, supongo. Yo no estoy invitada, solo hago las compras. – Comentó, a lo que la mayoría se rió y ofrecieron invitarla a almorzar con ellos tan pronto como bajaran la segunda tanda de redes, que si bien no sería en seguida (aún faltaba subir varias de la primera lanzada), tampoco tardaría demasiado, por lo que ya el capitán comenzaba a abrir algunos de los pescados y ponía a hervir agua para los mariscos, al más puro estilo de la costa, lo que sin duda, sería una grandiosa experiencia para la kunoichi que poco sabía de las tradiciones de aquellos lugares calurosos que con tanta frecuencia evitaba.
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Progreso:

El más joven de los pescadores, un chico de unos doce años, se acercó emocionado a Hyo. – ¡Señorita! ¡Señorita, mire! – Exclamó mostrándole un gran pescado rosado que la albina miró con grandes ojos. – ¿Es lo que creo que es? – A lo que el muchacho asintió y el Capitán se acercó. – Sí, es un salmón, es raro verlos por aquí, generalmente están en los ríos del Norte de la isla, pero si llegó hasta aquí, quiere decir que debe haber un banco extraviado cerca… – Noticia que resultó excelente para la albina. – ¿Me ayudarían con eso también? Necesito al menos diez kilogramos para cumplir con el encargo y estaría encantada de llevarme un tanto para mí. – El capitán asintió y dio la orden a otro marinero que se veía de experiencia para que la ayudara, mientras que se ofrecía a filetearle aquel pescado fino, pues no se podía hacer igual que con el resto.
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Progreso:

– Tienes buena suerte Señorita, este es de al menos dos kilos. – Le comentó el chiquillo que le había llevado el salmón, dándole a entender que pronto tendrían lo que necesitaba, mientras que el que había sido elegido para ayudarla, regresó con equipo de buceo y redes más pequeñas, pero más fuertes, tenían que bajar a buscar el cardumen de salmones, lo cual no sería tan fácil pues eran peces con la costumbre de nadar contra corriente, pero si hacían bien las cosas, lograrían adelantárseles y colocarles la red por delante, de modo que saltaran directo contra ella y así conseguirían el suficiente volumen de filetes para que ella pudiera completar su encargo y de paso comer algo delicioso antes de volver al puerto. Cuando se logró colocar el equipo de buceo, que era bastante ingenioso y algo que ella jamás en la vida había visto, escuchó atentamente el cómo usarlo y es que para Hyo era más fácil usar un jutsu para crear una burbuja, o quitar una porción de agua temporalmente, pero se sorprendió de cómo había hecho la gente común, es decir, los civiles, para superar aquella situación.
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Progreso:

Una vez que terminaron de explicarle como usar el equipo y qué hacer ya estando abajo, el marinero y Hyo se lanzaron al agua para buscar aquel pequeño banco de peces deliciosos que andaba lejos de su ruta normal y luego de unos quince minutos, al fin lograron encontrar lo que buscaban y cada uno tomó un extremo de la pequeña red, dispuestos a capturar otro tanto de esos peces y es que su carne era deliciosa y bastante cara, por lo que a todos los del barco les convenía atraparlos. La ojiazul se sorprendió de ver lo cerca de la superficie que nadaban, el hecho de que iban contra corriente y los enormes saltos que daban, recordando como los devoraban los osos en las montañas pues precisamente esa costumbre los hacía ir directo a la boca del animal. Gracias a estos movimientos, muchos de los peces se les escaparon, pero aún así, habían conseguido una buena pesca para ser el primer intento y para haberse “rebelado” a los peces.
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Progreso:

La Yuki sonrió y se sorprendió cuando frente a ellos, pasó un enorme pez espada que nadó raudo y veloz frente a ella y el pescador que la acompañaba, quien tras intercambiar una mirada con la albina, silbó para advertir a sus compañeros de tripulación que de inmediato sacaron arpones para darle caza, mientras que Hyo pensaba que era lamentable el hecho de mantener en secreto ciertas habilidades, así como su verdadera identidad, pues el convertirse en medio tiburón, habría sido más que útil en tal situación y le habría permitido alcanzar y atrapar a aquel pez, pero por ahora, lo único que le quedaba era acercarse a la embarcación para que le dieran otro arpón con el cual poner a prueba su puntería mientras nadaba y se aseguraba de mantenerse a flote, pensando que algún día le contaría a ese montón de enanos que Mavis cuidaba, como había hecho para pescar un albacora sin usar su ninjutsu.
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Progreso:

Aquel ejemplar pesaba sin duda más de medio kilogramo, pero era realmente un terrible rival en el mar, su velocidad y su pericia para virar y burlarlos era sorprendente, sin embargo Hyo lo miraba embelesada pues le parecía en cierta forma un maestro y es que quién mejor para enseñar a un espadachín que un animal que nace con el arma en el rostro. – Ojalá el conejito pudiera mirar esto, seguro que le aprendería un par de cosas. – Pensó mientras evitaba una rauda estocada y a su vez trataba de alcanzarlo con su lanza sin soltarla, o quedaría desarmada y lo que le sorprendía, era que en vez de simplemente marcharse y ponerse a salvo, el pez volviera una y otra vez para atacarlos, al parecer lo habían hecho enojar. Finalmente, la mujer logró estabilizarse en el agua, al parecer, el único modo de acabar con eso, era verlo como un combate.
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Progreso:

Mientras la albina se enfocaba en su pelea con el pez espada, el chico encontró en las redes aquellos coloridos peces arcoíris que también estaban en la lista y se aseguraba de apartarlos para la joven que era extrañamente despreocupada para las “labores de hombres” y había participado activamente con ellos en vez de solo sentarse a esperar que ellos hicieran todo el trabajo, además de tener un cierto aire de misterio que le causaba mucha curiosidad. El chiquillo se encargaba de abrir los pescados y comenzar a descamarlos, preparándolos para que el Capitán los fileteara como el experto que era. – ¿Dónde pongo los peces arcoíris? – Preguntó el chiquillo una vez los tuvo listos y el viejo le señaló un lugar de la mesa donde el jovencito los acomodó con cuidado, para no maltratar la carne, después de todo, iban a pagarles mejor que si los vendían en el mercado.
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Progreso:

– ¡Mire Capitán! ¡Mire! Acá hay otro tanto de esos peces, hace mucho que no teníamos tan buena suerte en la primera parada. – Exclamó contento y sus compañeros asintieron. – Al parecer, la mujer como copo de nieve es un buen amuleto. – Comentó uno de ellos, provocando risas animadas, mientras que la albina ni siquiera se enteraba de tal conversación por estar nadando en busca de su presa más rápida, parecía incluso superar a Levi, o quizá era por la fluidez con que se movía en aquel medio, tanto horizontal como verticalmente. Así pues, el pequeño tomó su balde y preparó otro montón de peces arcoíris que sacó de las redes, seguro de que por lo menos había un kilogramo de pescado, tal vez un poco más, guardando un par de los más hermosos para que la joven los viera tal cual eran al volver a la nave, seguro le gustaría su apariencia brillante y el modo en que sus colores cambiaban según la luz.
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Progreso:

Mientras el pequeño trabajaba con los peces arcoíris y la albina y su compañero trataban de vencer a un pez en su elemento,  el Capitán continuaba sacando hermosas lonjas de rosado salmón que colocaba con cuidado en platos que otro de sus tripulantes lo envolvía perfectamente en papel encerado y guardaba en una caja con una cama de hielo para que se conservara en perfecto estado hasta que pudieran ahumarlo. Ya que ese tipo de pescados finos llevaban todo un proceso artesanal para su elaboración, cosa que no se podía hacer a bordo de un pequeñísimo bote pesquero donde apenas cabía los implementos necesarios para evitar que se arruinara la pesca. Por su parte, Hakusame continuaba nadando como el depredador que en parte era, pendiente de cada pequeño movimiento que revelara la posición de su “enemigo”
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