MS 6 - ISLA NANAKUSA

Aprovechando que estaban en esa clase de lugares, el pequeño pescador llevó a la alta albina hacia un puesto un poco a la orilla, donde una de sus tías, preparaba unos camarones rellenos que les invitó a probar. La kunoichi se acercó, de cualquier modo no partiría hasta el día siguiente, así que podía aprovechar de aceptar la hospitalidad de aquellas personas que tanto la habían ayudado, así que prestó atención a las instrucciones y preparó el platillo, ganándose las miradas de algunos de los otros comensales, pues cada movimiento lo hacía con la delicadeza de una geisha en una ceremonia del té, sus movimientos eran delicados y fluidos, casi contrastantes con su gran tamaño, y su habilidad para picar los ingredientes era sorprendente en su velocidad, precisión y sutileza.
---------------------------------------

Progreso:

Luego de la peculiar cena, que pese a lo que pudiera pensarse, fue ampliamente disfrutada por la albina, ella y el muchacho partieron, adentrándose más en el mercado, hasta un puesto en un recoveco de uno de los pasillos donde el vendedor estaba acomodando recién el cargamento que acababan de entregarle, en el que se incluían enormes peces nórdicos, bastante más que los que ella había pescado en compañía de la tripulación que amablemente había aceptado ayudarla y aunque tampoco era suficiente para completar su lista, era mínima la diferencia, por lo que pidió al regordete hombre que le envolviera los ejemplares para un largo viaje, por lo que éste los empacó con bastante hielo, lo cual hizo a la joven pensar en la ironía y la ventaja de ser quien era, pues al menos no debía preocuparse por perder refrigeración en el camino.
---------------------------------------

Progreso:

De paso, compró otro hermoso pez espada que serviría para alimentar a su compañera tan pronto como estuvieran solas, curioso, pero era un platillo que estaba segura de que le gustaría, a veces Samehada era bastante excéntrica y como hizo saber al hombre que aquel otro pescado sería consumido pronto, el envoltorio fue menos prominente. Luego de pagar, continuaron su camino, pasando por un puesto de confiterías, extraño en aquel lugar, único y también poco visitado, custodiado por un anciano tembloroso que lucía extremadamente cansado y algo desanimado, Hyo supuso que no había vendido lo suficiente durante el día y por eso había ido hacia aquel lugar, pululante de gente aún a altas horas de la noche, con la esperanza de vender suficiente mercancía para volver a casa con algo de comer. El corazón se le encogió. Hyo detestaba ver a personas desvalidas en esas condiciones, se preguntaba qué clase de hijo podía abandonar así a sus padres, o si tal vez estaban solos por qué la gente que pasaba no se tomaba un momento para tenderles la mano, a veces no se puede ayudar a todos, a veces uno no tiene suficientes recursos, pero otras… hasta un gesto amable puede reconfortar un alma penante. La joven sacó la gruesa capa de viaje de su equipaje (que servía más para ocultar su rostro que para abrigarla) y la colocó alrededor de los hombros del anciano, que se sobresaltó y la miró, la noche había enfriado, pero ara ella continuaba siendo calurosa. La kunoichi le sonrió con dulzura y colocó un saquito con monedas en sus manos, llamando al pequeño que trataba de no mirar las golosinas. – Si prometes ser mesurado al comer los postres, puedes tomar lo que quieras. – Le ofreció. El chico asintió con la diestra levantada en señal de promesa y eligió distintas golosinas, mientras que ella, afecta también a comerlas y pensando en llevar algunos bombones a Kaido-san, guardó algunas en su bolso también. El anciano trató de devolverle parte del dinero, pues era demasiado para lo que habían comprado, pero ella se negó y le preguntó dónde vivía. – Lo ayudaremos a llevar sus cosas ¿verdad? – Preguntó mirando al chiquillo que asintió emocionado mientras el viejo les daba las gracias.
---------------------------------------

Progreso:

La joven llevaba consigo, bastante más peces arcoíris de los que necesitaba, en un primer instante pensó venderlos por el camino, pero al ver la humilde cabaña en que vivía el anciano junto con su esposa bastante mayor también, pensó que podía dejarles algunos de esos pescados para que cocinaran una buena cena. Los ancianos les invitaron a tomar un té para agradecerles y en una amena charla, Hyo descubrió que el hombre era pescador y tenían un hijo al que le habían enseñado todo sobre su oficio, cuando la edad le dificultó la faena, el hombre comenzó a vender los dulces que preparaba su esposa, mientras el muchacho se hacía a la mar y así salían adelante, pero un día, una repentina tormenta lo sorprendió en el océano, perdieron su barco y peor aún, a toda la tripulación con él, desde entonces apenas conseguían lo necesario para sobrevivir con los dulces y a veces ni eso, por eso, ya tan mayores y con variadas dolencias, ambos continuaban trabajando cada día, de sol a sol y a veces más todavía.

---------------------------------------

Progreso:

Luego de conseguir leche, huevos, azúcar y algunas otras de las cosas que le encargó la anciana, estuvo a punto de volver sobre sus pasos, pero vio en un puesto al otro lado de la calle en el que tenían unas merluzas frescas y enormes, lo cual era más que conveniente para ella, así que se acercó a pedir que se las envolvieran; por desgracia, aún después de comprar todas las que tenían en aquel puesto, apenas llevaba la mitad de lo que necesitaba , así que tendría que volver a buscar más, sin embargo, por el momento, debía volver para llevar los encargos de la viejecilla y que ésta pudiera trabajar en lo que Hyo necesitaba llevarse, aunque antes de marcharse del mercado, decidió caminar a otro puesto aledaño a ver si en él lograba encontrar algo de interés ya que se veía bastante surtido en cuanto a la mercancía.
---------------------------------------

Progreso:

En aquel otro puesto, Hyo encontró otro par de buenas merluzas para estar más cerca de completar su compra, así que se tomó unos minutos para adquirirlas y en lo que se las envolvían, aprovechó de curiosear el resto de la variedad de ejemplares que tenían para ver si había tal vez peces nórdicos o alguna otra cosa que le sirviera. A primera vista no había nada más que las merluzas, si bien todo el pescado estaba fresco y lucía excelente, o no estaba en su lista o ya tenía todo lo que necesitaba, así que tras una segunda búsqueda para cerciorarse, pagó por las merluzas, tomó su bolsa y se dispuso a volver con los ancianos, no era muy lejos, pero tampoco demasiado cerca y quería volver pronto al mercado del puerto antes de que se acabara todo el pescado grande y fresco.

---------------------------------------

Progreso: