MS 6 - ISLA NANAKUSA

La albina se detuvo, esperando y esperando hasta que el veloz y azulado guerrero del agua se lanzaba tras ella dispuesta a convertirla en brocheta con su afilada nariz, más la joven, guerrera con muchos años de experiencia en el manejo de peculiares espadas, usó su arpón para bloquear y golpear al mismo tiempo, desorientando y desconcertando al marino lo suficiente para poder lanzar su propio ataque, ensartándolo a la mitad del vientre para luego lanzarlo con su terrible fuerza hacia la cubierta del bote, donde asombrados los pescadores miraban al gran pez y le daban un garrotazo en la cabeza para terminar con su sufrimiento, pues entre la pérdida de sangre y la falta de oxígeno, el pobre animal debía de estar pasando mucho dolor, lo cual era inhumano se viera desde el sentido en que se viera, así que lo más que podían hacer por él, era matarlo rápido para que en un futuro no muy lejano se convirtiera en un delicioso platillo que alimentara a mucha gente.
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Progreso:

Luego de aquella victoria que la kunoichi disfrutó con todo el corazón, ayudó al pescador a recoger una red cercana a ellos, en la que precisamente había caído aquel cardumen de salmón extraviado, demasiado en mar adentro, pero por lo que había probado el Capitán, más que delicioso y perfectamente carnoso, con el sabor perfecto. Ambos buzos nadaron hasta el bote e hicieron llegar los extremos de la red a otro par de marineros que lo subió y comenzó a sacar a los peces, pasándolos a su compañero que ayudaba al chico a matarlos y limpiarlos, pasándolos a la mesa de trabajo del Capitán para cortarlos en finas lonjas que eran cuidadosamente dobladas y empacadas. La albina no salió del agua, aún había delicias qué sacar de ella y para qué negar que se estaba divirtiendo bastante.
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Progreso:

Lo siguiente que sacaron, fue otro buen tanto de enormes camarones rojos que movían sus antenas y sus numerosas patas, mirando con sus ojos saltones, cómo el agua se alejaba de ellos y la muerte se les acercaba más. Esa era la parte que detestaba Hyo, sin duda le gustaban los mariscos, pero detestaba tener que participar en aquellas etapas, si bien la mujer de enorme talla no sentía miedo, si sentía cierto desprecio por las criaturas llenas de patas, por lo que trató de tocarlos lo menos posible y ni se diga que evitó hasta donde pudo el tener que mirarlos. Incluso el sentir todas aquellas patitas moviéndose cuando subían la red, le erizaba la piel debido a la sensación de disgusto, a tal grado que podía considerarse asco y es que las analogías que le venían a la mente con aquella situación, estaban llenas de recuerdos desagradables.
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Progreso:

Ese era uno de los momentos en los que el deber se anteponía a cualquier otra cosa y el sentido de cumplir con su misión, obligaba a Hyo a poner todo de su parte y dejar de lado su asco y su molestia, para conseguir todos los ingredientes de su lista, que la verdad, no tenía idea de cómo iba a completar a tiempo, ya que parecía la lista de compras para alimentar a toda una aldea, tal vez más. – ¿Cómo vamos? – Preguntó recargándose contra el casco del navío. Los hombres que estaban vaciando la red hicieron un cálculo estimado de cuánto habían sacado. – Con otra red que saquemos igual de cargada, tendremos todos los camarones que pidió señorita. – Le respondió, a lo que la muchacha asintió y se volvió a sumergir para nadar hacia la red que aún quedaba en el agua y asegurarse de que ya hubiese atrapado algo.
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Progreso:

La albina sonrió, lo que había en aquella red, eran más salmones vivarachos y saltarines, lo cual era bastante bueno porque aún le faltaba mucho de eso, así que haló la red ella sola, gracias a su poder físico, mientras el otro marinero que estaba en el agua les ayudaba a extender las redes vacías que recién tiraban de vuelta al agua para continuar con la labor del día. Los hombres se sorprendieron de ver a aquella extranjera tan peculiar, mover sola semejante peso en el agua, cuando por lo regular ellos necesitaban hacerlo al menos entre dos, lo que les convenció que quien quiera que fuera no solo no era una persona común y corriente, si no que había mucho más que no decía y que además era una mujer peligrosa, pues si tenía esa fuerza y era capaz de cazar a un pez espada, seguramente se trataba de una de las tantas kunoichis que iban por el mundo.
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Progreso:

Más y más salmones caían en la trampa de las redes que aquella gente tejía con sus propias manos, pues toda su vida giraba en torno a la pesca y el comercio de lo que obtenían en el mar, eran personas sencillas, pero felices, tenían todo lo que necesitaban y disfrutaban su rutina que más bien se convertía en un arte. Tan pronto como otra de las redes se llenó, la albina volvió a jalar dicha red cerrándola para ayudar a que desde el bote recortaran la línea y subieran la carga, al menos habían llegado a un lugar con variedad y abundancia, estaban teniendo un excelente día de pesca que realmente le estaba ayudando. La joven ni siquiera parecía cansarse a pesar de llevar tanto tiempo en el agua, era como si parte de ella perteneciera al mar y es que era uno de los elementos básicos de su ser y tanto tiempo con su peculiar compañera, la había hecho acostumbrarse, sin mencionar que era parte de su arduo entrenamiento.
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Progreso:

Mientras nadaba cerrando redes, la chica de ojos de hielo, comprendió por fin, que era lo que tanto emocionaba al pequeño y qué deseaba mostrarle; metida totalmente en el agua, pudo ver a un grupo de peces arcoíris llenando con sus vibrantes colores el espacio acuoso frente a ella; la poca luz del sol que se colaba, parecía refractarse en ellos como cristales y todo un espectáculo de luces variopintas se formaba y bailaba frente a ella cuando asustados cambiaban abruptamente de dirección, de hecho, le parecía bastante más hermoso de ver que un arcoíris estático y siempre igual, aquello era más parecido a un caleidoscopio y ella deseaba que existiera alguna forma de capturar semejante imagen de belleza natural para compartirla con… con los niños del templo… porque realmente no había nadie en su vida con quien compartir nada.
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Progreso:

Luego de apoyarse por un momento en el casco de madera del bote para respirar profundo, la joven volvió a bucear para cerrar otra red, en la que encontró más de esos peces de color verde que no había conocido hasta ese día, se veían más calmados, un tanto aletargados, posiblemente por la corriente cálida con la que se habían cruzado en su larga migración desde el norte, buscando precisamente la zona del mar que aún se mantenía fría en aquella época del año. Por otro lado, eran peces que parecían más ariscos que atemorizados, con escamas puntiagudas y malencarados (incluso para un pez), por lo visto no eran de los del tipo que gustaban de la compañía y al cerrar la red, se dio cuenta de que tampoco eran de los que se rendían fácil, pues empezaron a nadar, tratando de golpear contra su prisión para liberarse.
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Progreso:

Aunque le costó bastante trabajo mantener cerrada la pez donde cayeron los llamados peces nórdicos que aun siendo arrastrados se resistían y nadaban todos juntos tratando de ir en dirección contraria, la ojiazul logró después de todos llevarlos hasta el punto de tiro para que fueran subidos a cubierta y la red vaciada, algunos comenzaron a sacudirse con tanta fuerza, que lograron brincar fuera del barco, la mayoría solo se esparció por toda la plancha de madera en la que estaban de pie los marineros y luego de tomarse otro respiro, volvió por otra red que había atrapado salmones que si bien saltaban todavía más, estaban tan confundidos que podían eran más fáciles de llevar, a aquellos había que apalearlos antes de abrir la red, para que no escaparan y con aquella nueva tanda, estaba más cerca de la meta de lo que debía conseguir en las aguas de Nanakusa.
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Progreso:

Otra de las redes había ido al agua y en ella la albina encontró un tipo de pez diferente, se trataba de un espécimen plateado y alargado, el marinero que subió la red le sonrió y le dijo – Ya tenemos las primeras merluzas. – Lo cual de nueva cuenta animó a la muchacha, pues comenzaba a creer que tendría que ir bastante más lejos para conseguirlas, pero por lo que podía observar, habían anclado en una especie de cruce de corrientes oceánicas y era por ello que podían encontrar especies tan distintas entre sí y hasta aquellas poco comunes de mar abierto. La tosca fémina quiso saber el avance y fue así que se le informó que estaban cerca de completar todo menos las merluzas, pero debía conseguir más nórdicos por los que escaparon y otro tanto de salmón, pues la cantidad de los que se quedaban en las redes, era menor que las de otros peces.
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Progreso:

Bajo esas indicaciones, la siguiente red fue lanzada hacia el área en dónde habían encontrado el banco de salmones y la albina se sorprendió de ver como la red saltaba varias veces antes de hundirse, debido a los saltos de los peces y Hyo nadó tan rápido como pudo, con aquella técnica especial de desplazamiento que la hacía parecer una especie de criatura marina y que debía agradecerle a su compañera haberle enseñado en los largos entrenamientos que compartían para aprender a complementarse y trabajar como un solo ser. Había que moverse rápido para unir los extremos de la red, no había otro modo de hacerlo si quería evitar que escaparan demasiados, aun así, uno que otro alcanzaba a colarse por los espacios libres, pero para cuando el cúmulo fue subido al barco, todos se dieron cuenta de que el avance no había sido malo.
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Progreso: