Mavis Yuki vs Levi (2)

El anochecer estaba marcado por la fuerte iluminación que provocaban las estrellas y la luna por sobre el prado, los bosques y el mar. Un paisaje hermoso, de magnífico detalle y perfecta armonía era el que se podía ver en medio del país de la niebla mientras una figura sombría se movía por los alrededores al compás del canto de un pequeño pero sonoro cuervo; un ente misterioso, silencioso y apenas perceptible ante los sentidos humanos que se movía a través de los árboles con gran precisión, saltando y corriendo en distintas rutas aparentemente aleatorias sin marcar ningún precedente en concreto ni plan de movimiento específico, deslizándose a través de las ramas de los robles más fuertes y los sauces más frondosos con gran maestría y elegancia.

Tenía que llegar pronto a su destino. Por lo que tenía entendido, un nuevo entrenamiento le estaba esperando y no era un sujeto que gustase de llegar tarde a sus compromisos, independiente de que estos fuesen adquiridos bajo su voluntad o no. Desde hacía un tiempo le había asignado a Udono la voluntad de buscarle contrincantes para mejorar, más no se entrometía demasiado con el trabajo de su regordete amigo.

Finalmente, y detectando una presencia cercana, tan sólo se quedó de pie sobre una rama y aguardó por la presentación de su visitante. 

Era ya de noche sobre Kiri, y la población había recuperado la esperanza perdida tras los enfrentamientos masivos en las tierras del Valle neblinoso, acosado por muchos y abandonados por los Yuki, que buscando creer que aquellos tiempos donde el dinero era el factor esencial aún eran vigentes, siendo todo lo contrario gracias a la distribución que había realizado Takatsuka-dono para todo el país del Agua. Y mientras el mantenía el poder y la fortaleza entre los habitantes, la función de la sacerdotisa no era más que seguir ejerciendo su título ante todos, y ganarse el aprecio de la población como una figura espiritual que les apoyaría en todo.   

Y como alguien de su posición la joven Mavis debía seguir con su entrenamiento en defensa y ataque para poder ejercer su rango sin la necesidad de estar siendo protegida como antes, por ello mismo había sido citada a un encuentro con un miembro de un clan conocido por ella o al menos ya se había encontrado con alguien de dicha familia, trayéndole recuerdos un tanto perturbadores que lograron que la mujer sintiera un leve hormigueo desde su espalda. Una vez llegado al encuentro sintió como unos se posaban sobre ella, logrando que la joven Yuki sintiera una presión sobre si misma muy familiar. -Esto es demasiado familiar, mucho para que sea una coincidencia... Takatsuka-dono, has jugado de nuevo sus cartas- Hablo en un susurro audible a tiempo que giraba sobre su rostro y seguía el curso de la mirada, encontrándose con aquellos ojos grises. -Rivaille Nara-  

No se sorprendió en lo más mínimo al ver quién era, en este caso, nuevamente su rival para la contienda. Ya le había tocado combatir contra ella antes y por lo mismo, es que conocía su potencial y habilidades, por ello es que no se molestó en presentaciones ni gestos de bienvenida, asumiendo que ya ella lo conocía y, como quien habla con una amiga, tan sólo se limitó a bajar un poco más la cabeza para poder fijar con mayor atención el centro de visión de sus orbes en los de la mujer de cabellos celestes. Quería tener por completo el espectro de su visión y de paso, darle a entender que no le había olvidado en lo más mínimo.

De inmediato comenzó a acumular una buena cantidad de chakra en todo su cuerpo el cual, tras un par de segundos, liberó en forma de una potente sonda de sombra la cual se expandió en un radio de trescientos sesenta grados y luego, un segundo más después, volvió a su eje - su sombra original - dejando atrás la sorpresiva y creciente figura para, finalmente, materializarse dos ganchos en las caderas del Nara. Luego, este cerró los ojos y dejó que la Yuki iniciase su ofensiva. Sabía que ella era lo suficientemente lista como para entender que ya el Nara había ejecutado su movimiento, por lo cual, ahora el turno de la muchacha el realizar el suyo.

Apartó la mirada mientras su diestra se posaba en su cabeza tratando de contener el grito que se aferraba escapar de sus labios al sentir el aura del Nara y de como materializaba los ganchos que ya vio con anterioridad el buen movimiento que le proporcionaba. Sin más tapujos la sacerdotisa giró su cuerpo enfrentándose al pelinegro de ojos oscuros una vez más, a pesar de que se hallaba aún en aquel árbol. Si se ponía a pensar bien lo más seguro era que buscará acabar rápido este encuentro al igual que ella. 

Removió su lengua ligeramente, sintiendo la falta de ese pedazo de dentadura de uno de sus dientes traseros, aún le dolía el recordar aquella paliza e instintivamente alzó su otra mano hasta tocar su cachete y sobarse por uno segundos, finalizando aquel acto con otro suspiro. -No parece querer realizar algún movimiento después de eso... ¿Me está cediendo la libertad de atacar? ¿Así de fácil?... Tampoco es que pueda hacerle algún daño- Pensó todo eso en una fracción de segundos, sentía curiosidad y a la vez en la negación pues quizás eso la mandaría a la muerte.. -¡Primeramente! Se puede matar a base de golpes...- Se grito mentalmente mientras alzaba con sus manos su cabeza y sacudía levemente sus cabello celestes. Cuanta diferencia había entre la Mavis Yuki de aquella ves con la de ahora... En sí ninguna, mantenía su ética y códigos pero aquella curiosidad mermada amenazaba con salir y causar más destrozos que reparos... -Basta Mavis, basta... No le preguntes porque es tan pequeño y si es por eso que le gusta subirse a los árboles más altos- tras aquellos leves delirios, la sacerdotisa encontró la calma y suspiro pesadamente, para emitir su chakra a través de los sellos de manos.  

El menor de los Nara se quedó de pie y en silencio, expectante ante la próxima ofensiva de la famosa sacerdotisa del agua, nacida bajo el alero del clan Yuki y portadora del estandarte de Udono. Luego de su reciente llegada al país donde le parecía todos usaban la niebla y era común poseer un carácter excéntrico, pudo sentir a través de la sombra que emitían sus manos por sobre las ramas la forma en que la muchacha, después de un tiempo de duda, volvía a lanzar un ataque que para el extranjero ya le era bastante familiar, con por supuesto la salvedad de que ahora tanto la velocidad como el probable impacto de la bola de agua le parecían, a juzgar por la densidad que se traspasaba a través de su sombra, sería mayor al de la vez pasada.

No demoró en responder y justo en el segundo antes de ser impactado, utilizó sus ganchos de sombra para salir de ahí e impulsarse unos cuantos metros más atrás, manteniendo a la mujer que se identificaba bajo el nombre de “Mavis” en la mira. Como ya la consideraba una conocida, deseaba el enseñarle una técnica nueva para este nuevo enfrentamiento…

- … por fin ese imbécil de Takatsuka dejó de cagar y envió a una de las útiles… - Comentó algo hastiado, dando la sensación de no estar satisfecho por los anteriores rivales que habían provenido cortesía del consejo del gordo regidor del país más prominente de todos. - Ciertamente, tenía ganas de poder usar esto con alguien apropiado…

Dicho eso, acumuló una cantidad de chakra en su mano derecha tan grande que incluso se podía visualizar con la forma de una especie de masa azul danzarina; acto seguido y sin perder ningún segundo, le agregó de su propio elemento y de inmediato, surgió una fusión que además de causar una  explosión sonora que recordaba al chillar de muchos pájaros, se mostró ante los ojos de su rival como una acumulación de diferentes rayos los cuales rodeaban por completo la mano del Nara; el cual, tras realizar la técnica, se aproximó al instante y con mucha rapidez arrasando con todo a su paso hacia la mujer de cabellos celestes, buscando el poder asestarle su nueva técnica en medio del abdomen.

-¡Oh!... Estupendo, fallé otra vez- Se dijo a sí misma notando como su ataque resultaba fallido en contra del Nara, no esperaba golpearle, realmente no pero quizás durar más que la otra vez, probablemente eso pero las cosas parecían no ser fáciles esta vez, temía que ahora no perdería solo un diente sino su vida... ¿Lanzar su vida por un encuentro? Le sonó estúpido pero aún mas estúpido para cualquiera eran sus razones, si iba a morir sería protegiendo a su pueblo, su hogar, a Kirigakure. No podía darse el lujo de morir por sus caprichos ni mucho menos por peleas suyas, su vida aunque lo negara no le pertenecía, su vida estaba destinada a Kiri y a Udono Takatsuka y así debía ser. Cuando escucho las palabras del pelinegro cierto enfado la invadió.. ¿Cómo se atrevía aquel hombre a insultar al líder de Kiri?... Trato de calmarse, debía seguir sus creencias y sus criterios a la hora de luchar, no podía darse el lujo de perder el control y dejarse llevar por la furia y el enojo, era la sacerdotisa que siempre debía sonreír y sacrificarse por su pueblo, que siempre debía alimentar el ánimo no desestimarlo pero a pesar de ello... También era humana. 

No notó el cambio en Rivaille Nara, ni mucho menos cuando este se había acercado lo suficiente como para asestarle aquel sonido similar al de un millar de pájaros en su abdomen. Todo pasó rápidamente ante los orbes ámbar de la sacerdotisa, demasiado rápido para su gusto y para cuando se dio cuenta de lo que realmente sucedía, el sabor metálico de la sangre se propagaba en toda su cavidad bucal, del cual segundos después el líquido escapó en una línea fina de al comisura de sus labios. Sus ojos viajaron hasta su abdomen, viendo la mano del pelinegro incrustada en su cuerpo, así como el destello seguía reluciendo y haciendo notar la sangre de su cuerpo.  No se atrevió a mirarle, no lo haría tenía orgullo no le dejaría ver como de sus ojos escapaban algunas lágrimas que mitigó segundos después reemplazándolo por furia y enojo, estaba perdiendo el control de sí misma, ni siquiera el dolor lograba calmarle. Y a pesar de todo el enojo podía recordar claramente a todos los habitantes de kiri, con quienes había hecho contacto y una gran desolación la embriagó.     

-Es divertido intentar matar a alguien, te excita ver la sangre de otros sobre ti mismo... O te da asco, ver la sangre de otros manchando tu tan pulcra vida...- Hablo aún sin alzar la mirada, que era cubierta por su cerquillo, los cabellos sueltos que caían sobre su hombro y espalda, producto que su diadema había caído al suelo tras el impacto. -Que esperas, no creo que estés satisfecho con esta herida, quieres más ¿no?... Que esperas- Esto último lo dijo mientras más sangre escapa de sus labios. 

La sangre de la Yuki caía por los bordes de su brazo mientras el shinobi mantenía los ojos cerrados y respiraba profundamente. El ejecutar esa técnica todavía era un reto de rango mayor para él, por lo que luego de que su ataque había sido un éxito, se tomó unos segundos para recobrar el aliento, segundos en los cuáles pudo escuchar todas y cada una de las palabras que la mujer que había sido víctima de su ofensiva se dirigía hacia su persona de forma poco amigable. Sus palabras denotaban un cierto sentimiento de enojo, más el Nara no se molestó en expresar ninguna muestra de arrepentimiento o temor, ni tampoco de goce o disfrute; sino que simplemente, se mantenía en silencio hasta que se sintió cómodo como para poder responder ante su contrincante.

- No pretendo matarte, pero tampoco me contendré para cuidar tu vida. - Respondió de forma seca a la vez que sacaba su mano del abdomen de la muchacha; la técnica seguía activa en su extremidad, a la vez que mucha sangre chorreaba desde la punta de su antebrazo hasta la parte baja de su brazo además de caer gotas contra el piso. - Se supone que estamos preparándonos para una hipotética batalla en la vida real, no obstante, se nos presenta la situación de creer que nos ejercitamos de forma adecuada si estamos conteniendo nuestras fuerzas para preservar nuestras vidas… sin embargo, aquello no garantiza un correcto porcentaje de éxito y, en el peor de los casos, al final todo el entrenamiento no constituiría más que un gasto de energía innecesario, sin mencionar el hecho de crear una falsa imagen de preparación ante el mundo real…

Guardó silencio y tras un par de segundos, volvió para dar con el punto de su idea; fue entonces que abrió los ojos y trató de observar el rostro de la Yuki.

- Entonces… ¿Qué podemos hacer? ¿Engañarnos y cuidar nuestras vidas, arriesgando el estar mal preparados ante una pelea real…. o….. dar el todo por el todo sin importar nada, perdiendo el entrenamiento su calidad de amistoso para dar paso a un enfrentamiento con todos los riesgos que implica, incluyendo la muerte? ¿Cuál sería la respuesta correcta en ese caso?. - Se giró para observar la sangre en su mano y la potencia con la que el Chidori continuaba activo en la misma, centelleando de forma parpadeante a cada segundo que se mantenía encendido. - Lo único que puedo decirte, es que para mí, la mejor alternativa no es la que pretenda ser más correcta bajo un prejuicio establecido de hasta qué punto un entrenamiento deja de serlo, o bien, si un entrenamiento debiese implicar o no la muerte….

En eso volvió sus ojos a la Yuki y se preparó para atacar de nuevo.

- Lo único que nos queda …., sea lo que sea que hagamos… tomar la decisión menos equivocada siempre será un riesgo, no importa cuánto lo pienses… en un mundo como el actual, no puedes pretender vivir sin arriesgarte, por lo cual… ¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar para defender lo que es importante para ti?.

Dicho eso, desapareció y apareció justo por encima de la mujer con la clara intención de ensartarle esta vez en una de sus piernas la técnica del Chidori.

-Jajajaja... El señor Nara se ha dignado a responder las frivolidades de una infantil mujer como yo, me hace sentir halagada y no es broma... Supongo que es la necesidad de hablar, en fin...- Dejó de hablar un momento, mientras notaba el vacío en su abdomen cuando el pelinegro sacó su brazo provocando que más sangre emergiera de su herida. Tras aquel movimiento brusco la mujer llevó sus manos tratando de cubrir la herida pero le parecía imposible, tan sólo lograba mancharse más las manos. 

Mavis apretó los dientes con fuerza evitando el dolor y tragarse la furia y sarcasmo de sus propias palabras, se preguntaba porque actuaba así que era patético realmente de su parte, que haría si la gente de Kiri la veía en aquel estado tan lamentable. Sacudió la cabeza de un lado a otro y con gran determinación, que siempre dudo que tenía, esquivó el ataque del Nara por muy poco, y de inmediato alzo ambas manos dejando fluir con libertad el liquido que escapaba de su herida, realizó los sellos de manos y formando aquel jutsu característico, dirigió su mirada a su objetivo, y sin agregar palabra alguna lanzo su ofensiva de agua.    

Rivaille escuchó las palabras de la Yuki y comprendió que su comportamiento no era el mismo de antes; ahora se mostraba mucho más osada y quizás, altanera. Suspiró por lo bajo y desapareció justo en el momento en que la esfera de agua estuvo a punto de impactarle, sólo para volver a aparecer frente a ella con el Chidori perfectamente cargado en su mano derecha. No obstante, por su movimiento no parecía que estuviese interesado en clavarle nuevamente una estocada, sino que más bien tenía acumulado chakra eléctrico de tal manera de poder darle un fuerte puñetazo en su rostro. Su posición lo delataba, tomando breve impulso inclinando su brazo más no se movía, ya que primero buscaba el poder hacer un contacto directo con los ojos de la de cabellos celestes. Quería poder entender qué había ocurrido con ella que había cambiado tanto… ¿Sería que estaba enojada porque le había derribado un diente? Era una posibilidad, más no estaba seguro de que fuese sólo por ello…

Volvió a suspirar y sin decir nada más, tan sólo le lanzó un fuerte puñetazo cargado con Chakra eléctrico el cual buscaba aturdir a la muchacha.

Sintió las leves brisas del movimiento acercarse a su rostro, e inmediatamente supo que el shinobi estaba muy cerca de ella al igual que el sonido de su jutsu le delataba la cercanía, logrando que la joven estuviera alerta al movimiento, antes de que pudiera moverse decidió aguardar pues un mal movimiento causaría que fuera golpeada y no correría ese riesgo de nuevo. Con cuidado se agacho rápidamente mientras el brazo del pelinegro se movía a hacia donde estaba ubicado su rostro. Su diestra se posiciono en en la muñeca de su atacante mientras su izquierda viajaba hasta situarse en el antebrazo, todo ellos sin tocar el millar de pájaros andante, posicionando-lo a un lado de su rostro sin dañarlo. El brillo del jutsu, dejo ver con claridad el rostro de la sacerdotisa mezclado entre la desorientación y la determinación. 

Tras aquel movimiento brusco y a la vez impertinente de su parte, la mujer retiró su izquierda cargando su chakra lo suficientemente rápido para crear la esfera de agua, que se dirigió hacia el pelinegro, aprovechando la cercanía.     

El Nara se sorprendía de la capacidad que tenía la Yuki para poder sobreponerse a las adversidades. Cualquier otro shinobi en las mismas circunstancias habría muerto o estaría tirado en el piso, agonizante y sin poder hacer mucho. Sin embargo, ella no sólo continuaba de pie, sino que luchaba y además, con bastante honor y fortaleza como para poder esquivar su Chidori y no contenta con ello, le lanzaba jutsus con el seguro conocimiento de que su vitalidad no era precisamente la adecuada como para continuar luchando. No obstante, si ella no paraba, Levi no sería el que le preguntaría si se rendiría o algo por el estilo… no era su forma de hacer las cosas. Por ello, se limitó a acumular una gran cantidad de chakra tipo viento en su pierna derecha y mientras se volteaba a mirar a Mavis, esquivó el ataque y le vio atentamente a los ojos.

- … juzga mis acciones pequeña Yuki… sólo así podrás responder a tu pregunta inicial…

Dicho eso, apareció frente a ella dispuesto a darle una fuerte patada cargada con chakra de viento que, de seguro, le derribaría más de un diente en caso de ser recibida.

Divisó a los ojos al shinobi del clan Nara, notando la fortaleza de este y la resolución de seguir batallando a pesar de su condición y justamente en ese momento, se dio cuenta porque Takatsuka-dono había permitido a ese hombre ingresar a Kiri como un miembro oficial y un amigo del hombre de gafas al que respetaba, esfumando toda su rabia y enojo. no esquivo la patada del hombre, sino mas bien salio impulsada hasta chocar contra un árbol toda su espalda, sacando un gemido de dolor de su parte a la vez que se recostaba sobre la corteza de este, y caía sentada. Sonrió de lado no para él, sino para si misma por recobrar aquella compostura que había perdido erróneamente.

-Eso es suficiente, aunque se que lo negarás ya eres un ciudadano de Kirigakure y por ello mismo debes proteger a este pueblo que es tu hogar, Takatsuka-dono tenía razón sobre eso... Este cuerpo ya no aguantará más y Kiri aún no ha recobrado su glorioso esplendor. Cuídelo Levi-chan, se que usted podrá- No sonaba despedida, quizás si pero por estas heridas estaba segura que estaría indispuesta por mucho tiempo de sus labores en Kiri, y no quería que la población estuviera desprotegida ni mucho menos en manos de cualquier líder como su propio clan, para aprovecharse monetariamente. Cerró los ojos, suspirando pesadamente, quería descansar por ahora y obtener un refrescante baño.      

Estaba de rodillas a un lado del “cadáver” que en ese minuto era la mujer Yuki mientras miraba fijamente los dientes que esta había vuelto a perder producto de su patada. Seguramente cuando ya estuviese curada y operativa tendría unas cuantas palabras que pronunciar en contra del Nara, pero ya encontraría la manera de lidiar con ello de algún modo. No sería la primera vez en la historia que alguien lo quería matar y suponía que esta no sería la excepción a la regla, por mucho de que sus últimas palabras sonasen a un desesperado intento por lograr que Levi se sintiese más comprometido con la causa de una posible futura aldea de Kirigakure. Movió un poco el rostro al recordar esas palabras y sin decir nada más, sólo posó ambas manos en la herida mortal provocada por su Chidori inicial y procedió a curar los daños internos que le había ocasionado a su compañera de nación, independiente de que fuese postiza y que, probablemente, algún día le haría pagar por todos y cada uno de los dientes que le había tirado en las batallas.

- Ciertamente, no te estoy curando porque me caigas bien o porque me importe tu vida… la verdad es que el verte toda empapada de sangre y tener que lidiar con ello, es… asqueroso, muy asqueroso y repugnante, definitivamente preferiría estar haciendo cualquier otra cosa antes que tocar y sentir tu inmundicia.

No estaba mintiendo. Podía tolerar y hacer vista gorda a un montón de asquerosidades cuando el contexto era una lucha y sólo porque entendía que en un combate lo más normal es que ocurriesen eventos que terminasen ensuciándole o manchándole con algo de una u otra forma, así que sólo por esa consideración genera es que había logrado soportar a Mavis en ese estado tan asqueroso. Pero ahora que todo era fuera de combate y el que estuviesen ahí juntos era algo anexo, no tenía por qué ser amable y no declarar abiertamente que la sangre por todos lados de su cuerpo era una de las escenas más horribles que hubiese contemplado con sus propios ojos.

- Sin embargo…  tus palabras me han hecho reflexionar y ciertamente, no estoy interesado en relacionarme con otros. Puedo ayudarles a limpiar si gustan, pero nada más que eso… a menos que me lo pida y me lo justifique el idiota que no puede cagar, prefiero mantenerme al margen del asunto. Así que…. tendrás que vivir, porque no quiero tener que hacer tu trabajo. Es una orden.

Dicho eso, se levantó y luego de un par de muecas de asco al ver sus manos completamente empapadas de sangre, se apresuró en limpiarlas con un trapo y mucha agua que había sacado de una cantimplora. Acto seguido, le dejó a la chica la cantimplora con el resto del agua y se aprestó a seguir su camino hacia su choza en lo alto de las colinas de Kiri.