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Indra Ōtsutsuki
Casa de Narumi Mori
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Casa de Narumi Mori
En la mañana, como se lo habían indicado, Vergil se presentó en el punto de reunión: el hogar de Narumi Mori, la mujer a quien había aceptado ayudar a cambio de una buena recompensa.
Recibió las instrucciones acerca de lo que debía hacer y quedó solo a cargo de la casa. La señora había salido porque tenía que atender asuntos importantes y sus hijos dormían. Se trataba de dos traviesos gemelos que no debían tener más de siete años. Pero a Vergil nadie le había dicho que además de limpiar el lodo asqueroso que estaba impregnado por las dos plantas del inmueble, tenía que hacer de niñero. Él iba a hacer solamente su deber, y esperaba que los niños no despertaran y le complicaran el trabajo porque no tendrían un destino agradable.
Narumi le dejó a mano los productos y elementos de limpieza que tendría que utilizar y los cuidados que debía atender. Vergil por su parte nunca se había imaginado a sí mismo haciendo esa clase de labor y mucho menos destinada al bien de alguien más, pero todo fuera por la recompensa; si quería subsistir en ese planeta como uno más de sus habitantes, debía actuar como tal, y aquellas desagradables tareas eran parte de su deber.
—Esto es desagradable. —gruñó con molestia tomando el trapeador y un balde con agua. Su vista recorría con desagrado todo a su alrededor mientras avanzaba, preguntándose por dónde iba a empezar.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Fecha de inscripción : 25/10/2015
Re: Casa de Narumi Mori
Tras contemplar la cantidad desagradable de lodo que había desparramado por todo el edificio, Vergil se detuvo en medio del vestíbulo y dejó el balde y el trapeador a un lado, para quitarse la gabardina y colgarla en un perchero; no iba a ensuciar su ropa inútilmente por una misión tan insignificante como aquella, no valía la pena. Una vez que estuvo listo suspiró, reuniendo ánimos para comenzar con tan desapacible trabajo. Al menos sí sabía cómo hacerlo, o eso creía.
Sujetó el trapeador y lo sumergió en el balde con agua, dejando que se empapara completamente para después sacarlo. El suelo era de madera y la dueña de casa le había pedido que intentase no arruinarla, por lo cual no importaba realmente si algunas gotas de agua salpicaban, era mejor que estuviese lo más húmedo posible para que no tuviera que fregar demasiado e inútilmente.
Había huellas de zapatos enlodados por todo el corredor y continuaban hasta la entrada de la casa. El edificio era demasiado grande para gusto de Vergil, pero lo bueno era que el barro no estaba seco del todo aún, lo que suponía iba a hacer mucho más fácil su trabajo de dejar cada sala reluciente. No era tanto por el bien de la mujer y su futura reunión, eso a Vergil lo tenía sin cuidado, pero sí debía hacer un buen trabajo para recibir una recompensa aceptable.
Dejó caer el extremo del trapeador en el suelo sin muchos ánimos, haciendo que el agua salpicara alrededor y comenzó a fregar con fuerza para hacer desaparecer lentamente esas manchas que estaban impregnadas por todo el lugar a su alrededor.
Sujetó el trapeador y lo sumergió en el balde con agua, dejando que se empapara completamente para después sacarlo. El suelo era de madera y la dueña de casa le había pedido que intentase no arruinarla, por lo cual no importaba realmente si algunas gotas de agua salpicaban, era mejor que estuviese lo más húmedo posible para que no tuviera que fregar demasiado e inútilmente.
Había huellas de zapatos enlodados por todo el corredor y continuaban hasta la entrada de la casa. El edificio era demasiado grande para gusto de Vergil, pero lo bueno era que el barro no estaba seco del todo aún, lo que suponía iba a hacer mucho más fácil su trabajo de dejar cada sala reluciente. No era tanto por el bien de la mujer y su futura reunión, eso a Vergil lo tenía sin cuidado, pero sí debía hacer un buen trabajo para recibir una recompensa aceptable.
Dejó caer el extremo del trapeador en el suelo sin muchos ánimos, haciendo que el agua salpicara alrededor y comenzó a fregar con fuerza para hacer desaparecer lentamente esas manchas que estaban impregnadas por todo el lugar a su alrededor.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Fecha de inscripción : 25/10/2015
Re: Casa de Narumi Mori
Vergil estaba concentrado haciendo su trabajo, cuando de pronto, el silencio fue interrumpido con un ruido que a él le pareció provenía desde el piso de arriba. Ni siquiera se preguntó de qué podía tratarse, su primer pensamiento fueron los niños, los dos hijos de la dueña de casa. Y ante aquello maldijo en su mente, lo que menos quería era que esos mocosos despertaran, pues el tratar con niños no era lo suyo y estaba seguro iba a terminar matándolos a ambos.
Gruñendo amargamente el albino dejó el trapeador y el balde a un lado, abandonó por un momento lo que estaba haciendo y se dirigió escaleras arriba. Era increíblemente desalentador ver como incluso en ese sitio estaba todo repleto de lodo seco.
Vergil caminó hasta la primera puerta que divisó, una que estaba apenas abierta y desde donde unos débiles quejidos se dejaban oír. Se asomó y vio a los dos niños, durmiendo uno en cada cama. Su vista se clavó en uno de ellos, el que parecía tener pesadillas, pues no paraba de hablar solo y se movía, pero continuaba con los ojos cerrados.
El shinobi del clan de la Luna se sintió aliviado al comprobar que ninguno de ellos estaba despierto. Entonces salió de la habitación y cerró con cuidado la puerta. Acto seguido sacó del bolsillo el manojo de llaves que la mujer le había encargado y trabó la puerta de la habitación de los niños. Al menos así, aunque despertaran, no iban a interrumpir su labor y causar desastres.
Aún quedaba mucho por hacer, así que bajó las escaleras de nuevo y se dispuso a continuar con su incómoda tarea de limpieza.
Gruñendo amargamente el albino dejó el trapeador y el balde a un lado, abandonó por un momento lo que estaba haciendo y se dirigió escaleras arriba. Era increíblemente desalentador ver como incluso en ese sitio estaba todo repleto de lodo seco.
Vergil caminó hasta la primera puerta que divisó, una que estaba apenas abierta y desde donde unos débiles quejidos se dejaban oír. Se asomó y vio a los dos niños, durmiendo uno en cada cama. Su vista se clavó en uno de ellos, el que parecía tener pesadillas, pues no paraba de hablar solo y se movía, pero continuaba con los ojos cerrados.
El shinobi del clan de la Luna se sintió aliviado al comprobar que ninguno de ellos estaba despierto. Entonces salió de la habitación y cerró con cuidado la puerta. Acto seguido sacó del bolsillo el manojo de llaves que la mujer le había encargado y trabó la puerta de la habitación de los niños. Al menos así, aunque despertaran, no iban a interrumpir su labor y causar desastres.
Aún quedaba mucho por hacer, así que bajó las escaleras de nuevo y se dispuso a continuar con su incómoda tarea de limpieza.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Fecha de inscripción : 25/10/2015
Re: Casa de Narumi Mori
El tiempo para Vergil pasaba más lento de lo que en verdad lo hacía, puesto que una hora llevaba fregando y le parecía una eternidad. Pocos minutos lo separaban del medio día y aún no llevaba ni la mitad del trabajo. Más allá de la incomodidad que esa clase de labor significaba para él, agradecía que los niños aún durmieran pues no habría soportado que algo más atrasara su tarea. Aún así no le habría quedado otra opción si lo que quería era permanecer un tiempo más en la Tierra. Aunque sus habitantes le causaran una profunda repulsión, tenía cosas importantes sobre las que averiguar.
La casa de Narumi Mori era extensa. Cuando llegó al comedor no pudo evitar torcer su expresión en un gesto de desagrado al ver la cantidad de lodo que había esparcido por cada rincón. Había una gran mesa de madera oscura en medio de la sala, rodeada por sillas del mismo material, todo repleto de suciedad. Vergil se preguntaba cómo era posible que un par de niñitos de no más de siete años fuesen capaces de hacer algo así, pero de seguro no habrían estado solos. Afortunadamente la tierra no había alcanzado el alto techo de la mansión, aunque llegar hasta allí para el Otsutsuki no habría representado un gran reto tampoco.
Intentando mantener la calma Vergil ignoró la molestia que todo el asunto le causaba y avanzó hacia el medio de la sala con el balde y el trapeador en mano, como si aquello no fuese la gran cosa. Dejó los elementos a un lado y tomó un diminuto trapo húmedo para fregar el lodo seco de la mesa hasta que la madera quedara reluciente. Lo hizo una y otra vez, desde un extremo al otro y repitió la misma tarea en las sillas que se hallaban en igual estado. Resultaba irónico que para alguien que apreciaba la limpieza, el hecho de limpiar por sí mismo le desagradara tanto. Pero así como detestaba la suciedad y el desorden, también odiaba ensuciarse las manos inútilmente.
La casa de Narumi Mori era extensa. Cuando llegó al comedor no pudo evitar torcer su expresión en un gesto de desagrado al ver la cantidad de lodo que había esparcido por cada rincón. Había una gran mesa de madera oscura en medio de la sala, rodeada por sillas del mismo material, todo repleto de suciedad. Vergil se preguntaba cómo era posible que un par de niñitos de no más de siete años fuesen capaces de hacer algo así, pero de seguro no habrían estado solos. Afortunadamente la tierra no había alcanzado el alto techo de la mansión, aunque llegar hasta allí para el Otsutsuki no habría representado un gran reto tampoco.
Intentando mantener la calma Vergil ignoró la molestia que todo el asunto le causaba y avanzó hacia el medio de la sala con el balde y el trapeador en mano, como si aquello no fuese la gran cosa. Dejó los elementos a un lado y tomó un diminuto trapo húmedo para fregar el lodo seco de la mesa hasta que la madera quedara reluciente. Lo hizo una y otra vez, desde un extremo al otro y repitió la misma tarea en las sillas que se hallaban en igual estado. Resultaba irónico que para alguien que apreciaba la limpieza, el hecho de limpiar por sí mismo le desagradara tanto. Pero así como detestaba la suciedad y el desorden, también odiaba ensuciarse las manos inútilmente.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Fecha de inscripción : 25/10/2015
Re: Casa de Narumi Mori
Otra media hora pasaba. Vergil alzó la vista observando el reloj de la pared para asegurarse de que estaba a tiempo de terminar el trabajo antes de que Narumi Mori regresara a su hogar. Le quedaban otras dos horas más, pero él creía que iba a finalizar antes de eso. Al menos ya había limpiado más de la mitad de la casa de esas molestas manchas de lodo y sólo quedaban las salas del fondo del edificio. Y él continuaba preguntándose cómo era posible que un par de niños ocasionaran semejante desastre.
No obstante, no era tiempo de estar haciéndose preguntas sin sentido, pues todavía tenía trabajo que hacer. Suspirando volvió al patio y abrió la llave del agua hasta el tope para llenar el balde. Mientras tanto se recargó en la pared y se puso a pensar en lo que estaba haciendo. ¿Cómo era posible que alguien como él estuviera sirviendo de ayuda a los habitantes de la Tierra? Se sentía más ridículo que nunca, pero sabía que no tenía otra opción si lo que quería era permanecer en ese planeta un poco más hasta que obtener la información que precisaba.
Y cuando sintió el sonido del agua volteó para observar que rebalsaba del balde. Cerró la llave nuevamente y tomó el cubo junto al trapeador para volver al interior de la casa y dirigirse a la sala de estar sitio que todavía no había visitado y temía encontrarse un desastre que lo alterara. Aunque ya había visto demasiado en las otras salas de la casa y dudaba que algo más pudiera sorprenderlo.
No obstante, no era tiempo de estar haciéndose preguntas sin sentido, pues todavía tenía trabajo que hacer. Suspirando volvió al patio y abrió la llave del agua hasta el tope para llenar el balde. Mientras tanto se recargó en la pared y se puso a pensar en lo que estaba haciendo. ¿Cómo era posible que alguien como él estuviera sirviendo de ayuda a los habitantes de la Tierra? Se sentía más ridículo que nunca, pero sabía que no tenía otra opción si lo que quería era permanecer en ese planeta un poco más hasta que obtener la información que precisaba.
Y cuando sintió el sonido del agua volteó para observar que rebalsaba del balde. Cerró la llave nuevamente y tomó el cubo junto al trapeador para volver al interior de la casa y dirigirse a la sala de estar sitio que todavía no había visitado y temía encontrarse un desastre que lo alterara. Aunque ya había visto demasiado en las otras salas de la casa y dudaba que algo más pudiera sorprenderlo.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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Fecha de inscripción : 25/10/2015
Re: Casa de Narumi Mori
Después de lo que pareció una eternidad de trabajar duro en la labor de limpiar la suciedad que había esparcida por toda la casa, Vergil se hallaba en el centro de la sala observando atentamente y con una mirada llena de orgullo su perfecto trabajo. Todo relucía de limpio; desde el suelo hasta los muebles, las paredes y los adornos que decoraban el hogar de Narumi Mori.
Fue entonces que pareció recordar algo y volteó hacia la puerta que daba al pasillo.
«Ah, casi olvido a los chiquillos.» —Se dijo a sí mismo, rememorando el instante en que había cerrado la puerta de la habitación en donde dormían los gemelos.
Se encaminó hacia el piso de arriba y se detuvo en la habitación de los niños, buscando las llaves y destrabando la puerta. Cuando iba a abrirla escuchó un sonido en el piso de abajo y se detuvo, suponiendo que debía ser la dueña de casa que acababa de llegar. Sin pensarlo enseguida se aventuró a su encuentro.
La mujer lucía fascinada con la forma en que había quedado la casa después del trabajo de Vergil, observaba en todas direcciones maravillada. Él se acercó y se detuvo justo frente a ella.
—¡Vaya, ha hecho un trabajo perfecto! Es justo lo que esperaba. —lo felicitó la mujer, pero Vergil no mostró expresión alguna.
—No debe agradecer. Para eso se me ha pagado.
—Debo agradecerle por eso. Y creo que la mejor forma de hacerlo es entregarle la recompensa prometida —dijo la mujer buscando en su cartera algo de dinero—. Aquí tiene. Muchas gracias por ayudarme con este apuro, realmente se lo agradezco.
Vergil se inclinó levemente en una reverencia a modo de saludo y sin más que hacer se retiró de la casa de la mujer. Había conseguido una buena cantidad de dinero en esa misión y no había perdido casi nada de tiempo. Eso era algo positivo, pues le quedaba casi el resto de todo el día para ocuparse de sus propios asuntos.
Fue entonces que pareció recordar algo y volteó hacia la puerta que daba al pasillo.
«Ah, casi olvido a los chiquillos.» —Se dijo a sí mismo, rememorando el instante en que había cerrado la puerta de la habitación en donde dormían los gemelos.
Se encaminó hacia el piso de arriba y se detuvo en la habitación de los niños, buscando las llaves y destrabando la puerta. Cuando iba a abrirla escuchó un sonido en el piso de abajo y se detuvo, suponiendo que debía ser la dueña de casa que acababa de llegar. Sin pensarlo enseguida se aventuró a su encuentro.
La mujer lucía fascinada con la forma en que había quedado la casa después del trabajo de Vergil, observaba en todas direcciones maravillada. Él se acercó y se detuvo justo frente a ella.
—¡Vaya, ha hecho un trabajo perfecto! Es justo lo que esperaba. —lo felicitó la mujer, pero Vergil no mostró expresión alguna.
—No debe agradecer. Para eso se me ha pagado.
—Debo agradecerle por eso. Y creo que la mejor forma de hacerlo es entregarle la recompensa prometida —dijo la mujer buscando en su cartera algo de dinero—. Aquí tiene. Muchas gracias por ayudarme con este apuro, realmente se lo agradezco.
Vergil se inclinó levemente en una reverencia a modo de saludo y sin más que hacer se retiró de la casa de la mujer. Había conseguido una buena cantidad de dinero en esa misión y no había perdido casi nada de tiempo. Eso era algo positivo, pues le quedaba casi el resto de todo el día para ocuparse de sus propios asuntos.
Vergil Ōtsutsuki- Clan Ōtsutsuki
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