Tercera Casa

Estaba cansada a mas no poder había sido mucho para ella correr por todo el bosque siendo perseguida por brujas que buscaban asesinarla, comerla, torturarla lo que sea que hubieran querido. A pesar de todo mantenía el rosario en su cuello como protección para cualquier espíritu o cosa fantasmal que apareciera para que funcionara ya que en un ser vivo era más complicado su uso. Con sus ánimos remunerados la Yuki se coloco la capucha sobre su cabeza cubriendo su figura y caminando con paso lento mientras su diestra cargaba con el conejo de dulces para no perder nin un solo dulce destinado a los niños del orfanato. -Bien ahí vamos Mavis, con calma, con cal...- no termino de hablar cuando sintió la presencia de alguien tras ella, con avidez giró sobre sus talones sin ver nada, giró de nuevo para retomar su camino cuando una sombra blanca frente a ella, cerca a unos diez centímetros le miro con una mirada en blanco. -¿Eh?.... ¡Aléjate espíritu del mal!- Gritó la joven mientras retrocedía unos cuantos pasos a la vez que la sombra se acercaba la misma distancia que ella retrocedía. Rápidamente la Yuki sacó desde u capa su rosario de cuentas celestes a la vez que señalaba a la mujer de vestidura blanca. -Será mejor que te vayas o me pondré a rezar aquí mismo a menos que quieras que te acose de preguntas, que es mi fuerte-

Dejo escapar un suspiro cuando el alma que le miraba con fijación parecía haber entendido sus palabras  pues rápidamente el alma retrocedió unos cuantos pasos dudando quizás de asustar a la Yuki que siguió observando el alma en pena con cautela para avanzar hasta la casa cercana y pedir los dulces que por derecho le pertenecían y seguir con su avance. Pero al parecer no era la única en el lugar, pues algunos sonidos de pisadas se escucharon muy cerca de ella y consiguieron que el alma se acercara retomando su atemorizarte andar hasta la Yuki que chilló fuertemente mientras se aferraba al conejo repleto de dulces en su diestra y en su izquierda al rosario que estaba oculto bajo su capa oscura. -Es-esto... no esta mu-muy bi-bien...- Con el susto recorriendo su cuerpo Mavis salio disparada pero con cuidado de no derramar ni un solo dulce en el camino, quizás era hora de que se apurara o mejor aún que corriera todo el camino sin ver nada ni nadie que pudiera asustarla más de lo que ya estaba, si es que eso era posible.

Y la tercera casa había llegado. Dejando atrás a la bruja fea y a su amada Karura, Rivaille legó hasta una que parecía una especie de templo antiguo oriental en el que, supuso, de seguro se encontraría con fantasmas y cosas de ese estilo. Sonrío. Era un fanático de los fantasmas y no se asustaba con ellos, sino que todo lo contrario, le gustaba estar en su presencia e incluso, se podía decir que una parte de sí mismo era espiritual. A tal punto había llegado su admiración por ellos que había inventado un Jutsu en donde su cuerpo se volvía espectral y podía meterse en el cuerpo de las personas, tal y como un espíritu lo haría…

Fue por eso que, sin darse demasiado tiempo de espera, entró con confianza y caminó por todos lados con los ojos atentos a cualquier aparición y, por supuesto, con su bolsa de dulces a ver si es que encontraba algo.

- Rivaille San - Pronunció una voz femenina y de inmediato, una mano tocó el hombro del shinobi del clan Nara provocando que este sintiese mucho frío y, por inercia, se diese vuelta a observar el rostro de quién le hablaba…

- Reika Sama! - Exclamó el hombrecillo con alegría y, al instante, se transformó en espíritu para poder darle un abrazo al espíritu que le había enseñado a manejar el ninjutsu fantasma. Luego, ambos se quedaron conversando un rato ya que hacía un tiempo no se veían y, de paso, la mujer aprovechó de decirle al Nara que una presencia se acercaba con la intención de encontrarse con él.