Cuarta Casa

-Mavis calma, mucha calma... Ya pasaste por mucho, no creo que haya algo más terrorífico de lo que ya viste- Se dijo  a sí misma mientras caminaba con calma, se había propuesto correr sin parar pero de esa forma solo causaría que no pidiera los dulces por pasar las casas y además de que en el camino iba a perder más de lo poco que tenía. -No, no, no- Se repitió mientras sacudía la cabeza y caminaba hasta un claro que alumbraba un umbral que llevaba hasta el interior de un largo pasillo donde una tenue luz reposaba sobre un rincón a donde la Yuki por mera curiosidad suya avanzó, parecía no haber nada y todo estaba tranquilo para ella y solo debía acercarse hasta el tarro de dulces que yacía en un estante pero repentinamente un apagón del lugar sacó un grito de la peli celeste que retrocedió varios pasos hasta chocar con su espalda una estatua fría y  prominente en referencia a altura que causo un estremecimiento en Mavis al dar la vuelta y levantar la mirada -¿Du-dulce o truco, señor?- Dijo a tiempo que sus orbes se abrían de par en par y un chillido contenido moría en su garganta. 

Cuando alzó la mirada la Yuki tembló por su vida pero como si fuera una estatua se quedo ahí parada como si fuera de piedra sin emitir sonido alguno mientras su cuerpo se tensaba y buscaba salir corriendo del lugar. Aquella figura que sobrepasaba a la sacerdotisa por mas de tres cabezas tenía un aspecto terrorífico, con la piel de un tono gris con mirada perdida en la nada y varias heridas en cada parte del cuerpo que habían sido suturadas con hilos demasiados gruesos. Nada parecía favorecer a aquel sujeto pero al parecer como suponía la Yuki era tan solo una estatua que parecía no causar daño alguno. -¿Señor?- agregó Mavis mientras se paraba de puntitas y agitaba su mano frente al rostro del sujeto pero no sucedí nada, luego de algunos intentos más la oji ámbar sacó los dulces que pudo con una ligera sonrisa cuando un gruñido tras ella le advirtió que había causado enojo en ¿la estatua?... Con miedo se dio vuelta y observó la mirada fija del sujeto en ella, al parecer si no tocaba los dulces no le haría daño pero ahora que lo había hecho la cosa era distinta. -¿Adiós?- con una última palabras Mavis dejó el lugar con mas miedo del que pudiera aguantar su pequeño corazón.