Mavis vs Ishiro

-Truco... no hay tal truco Ishiro-kun, es solo cosa de suerte de mi parte- Agregó de inmediato antes de que la niebla les rodeara por completo siendo el más afectado Ishiro a diferencia suya quien podía fundirse con aquella espesa niebla y ocultarse para leer los movimientos de su oponente y de paso evitar el ataque de las espadas del joven Yuki. Con un suspiro la sacerdotisa escuchó las palabras del pelinegro, ¿asesinato silencioso?... Si, lo recordaba, aquel jutsu aterrador de Takatsuka-dono que había causado grandes temores en la sacerdotisa de Kirigakure. 

-Espero no le moleste que ataque de esta forma Sôken-kun...- dijo con ánimos mientras le respondía con su nombre clave, aquel nombre que se les había entregado además del recuerdo que afloraba en Mavis sobre lo sucedido aquel día con Kaido-san. De pronto varias partículas de agua se mezclaron frente a ella, que rápidamente se juntaron en una sola formando una esfera de agua que viajó en dirección de Ishiro-kun. 

–No soy de las personas que crean en que las cosas se dan por mera suerte, si  así fuera, no habría necesidad de pulir las habilidades, lo que es, es y tú has demostrado ser capaz de evadir  el filo de las katanas– no era amonestación, ni un regaño. Simplemente reconocía el talento adquirido por Mavis y su destreza a la hora de defender. Cosas difíciles de pasar por alto. Ahora se encontraba rodeado por la niebla de la sacerdotisa, tenía que afinar sus sentidos cuanto antes si no quería ser acribillado por sus jutsus.

–No podría considerarme shinobi de Mizu no Kuni, si no supiera lidiar con la niebla. Creo habértelo dicho antes, eso no es molestia, aunque la proveniente del Kirigakure no Jutsu, causa más problemas que la natural– dando unos pasos para evitar ser un blanco fijo. Trataba de disntinguir los ligeros cambios en la densidad de la niebla. Por principio practico, el punto de menor visibilidad era donde se encontraba el usuario de la técnica, de ahí descartaba otras zonas.–Adelante demuestra de lo que eres capaz de hacer– en ese momento un ligero cambio en las ráfagas del viento se sintió, algo  perturbo a las partículas de agua que componían la niebla y el aire que las trasportaba.

-Me alegra oír sus palabras, en verdad Ishiro-kun, eso me alienta a seguir adelante- Respondió la sacerdotisa mientras seguía los movimientos del pelinegro y muy consciente que Ishiro era capaz de seguir sus movimientos a pesar de la niebla que se apreciaba cubría cierta parte del terreno de construcción. -Lo sé lo he experimentado personalmente, y es una sensación que no quiero volver a sentir- Dijo mientras respondía con cautela a la vez que la joven Yuki adelantaba unos cuantos pasos para sentir la esencia del chakra de Ishiro, y de forma rápida dar un salto hacia atrás esquivando el proyectil dirigido hacia su persona para luego con sus manos crear el sello de "Tori" y de forma inmediata crear una marejada de agua que comenzó a avanzar en torno al pelinegro. Era hora de ver si su compañero era capaz de mostrarle algo más a la sacerdotisa, pues en cierto momento pensó que el joven podría estarse conteniendo solo porque Mavis era una chica o porque ella era la sacerdotisa de Kirigakure. -Espero su reacción Ishiro-kun- dijo la joven aún manteniendo la guardia en alto por si sucedía cualquier cosa que pudiera cambiar las cosas a favor de Sôken. 

– ¿Por dónde se supone, vendrá el siguiente ataque?– pensó intentando descifrar la trayectoria de la siguiente ofensiva. Realmente era difícil hacerlo en esas condiciones, por mucho que estuviera acostumbrado a la niebla, las posibilidades de fallar eran altas. Demasiadas altas. Cuando logro notar el siguiente movimiento de la sacerdotisa, fue demasiado tarde. Ya que se vio rodeado de una marejada de agua, creada por Mavis. Aunque intento evadirla, no contó con la suficiente pericia y fue alcanzado por el agua. Recibiendo diversos golpes por ello.

 –Excelente golpe, has ejecutado de forma correcta ese jutsu– respiró hondo para recobrar el aliento. Ahora sus movimientos eran más lentos que antes. Esos golpes no ayudaban en nada, para seguir el ritmo de aquel entrenamiento. Viendo las escasas opciones que tenía en ese momento, siguió adelante usando sus katanas.  Por lo que tomó una y se dirigió al punto donde sentia la presencia de la pequeña Yuki. No fue un ataque decisivo, simplemente quería mantenerla ocupada con esto y de esta forma evitar, que volviera atacarlo consecutivamente.

Por las palabras de Sôken la sacerdotisa comprendió que su ataque había dado de lleno, en parte se sentía orgullosa por haber dominado aquella técnica pero aún seguía algo renuente en usar algo de dicha dimensión como su marejada, aún así debía seguir luchando mostrándose a si misma de que era capaz de proteger a su pueblo, a su familia que era todo Kirigakure incluyendo al pelinegro con el cual entrenaba para mejorar. Pero como esperaba de su colega, él no se quedó tranquilo esperando que Mavis siguiera sus ataques con facilidad; no, este no era el caso pues Ishiro se lanzó contra la Yuki con una de sus katanas pero lamentablemente Mavis no estaba en dicho lugar. -Al parecer la niebla le está afectando un poco- Pensó Mikasa, evitando decir palabra alguna que revelara su posición. Cuando él le atacó sin embargo le dejo de nuevo la vía libre a la peli celeste de poder atacar de nuevo,y como su objetivo era mejorar sus jutsus. De sus labios un gran chorro de agua salio disparada combinándose con su chakra, creando de nuevo aquella marejada de gran tamaño que iba dirigida hacia Ishiro.  -Vamos Ishiro-kun... Sé que usted es mucho más hábil no debería contenerse conmigo por ser la sacerdotisa del pueblo- Mas que un reclamo o disminuir sus logros, la Yuki quería ver las habilidades del pelinegro pues de esa forma ella aprendía mucho más que solo atacar ella sola. 

–Penoso desempeño. ¿Eh? Realmente necesito mejorar más–  pensó tras el desenvolvimiento de ese entrenamiento. Siendo el quien realmente tenía todas las complicaciones del mundo. Aunque no por esto depondría las armas. Solo era señal de que había mucho que mejorar en sus habilidades. Pulirlas y aumentarlas para poder desempeñar de la manera más eficaz su cargo en Kirigakutre y la responsabilidad que tenía ante sus habitantes. Ahora debía de poner más atención a la menor señal de la presencia de la sacerdotisa. Mavis logró esquivar el corte de la espada y tenía toda la libertad posible para contraatacar. Y fue así que el sonido de la corriente de agua se escuchó. Teniendo de nuevo que esquivar la marejada  y no ser golpeado nuevamente.

 

–No debería demeritar sus capacidades, en ningún momento me he contenido. Eso sería una falta grave hacia su persona– sabiendo de donde provino la corriente de agua y la voz de la joven Mikasa, Ishiro tenía una idea clara del punto exacto donde debía de atacar. Tomó impulso y dio un salto lo más alto que pudo. Lugar donde la neblina era menos densa y se atenuaba sus efectos. Al caer con ambas espadas desenfundadas, dio un giro de 180 grados, ganando fuerza centrífuga en la caída, para que el golpe de ambos aceros hiciera el mayor daño posible.

No fue difícil para Ishiro esquivar la marejada de nuevo, pues al parecer ya se había acostumbrado a su jutsu y a la neblina que le rodeaba, de todas formas la Yuki no debía bajar la guardia pero a pesar de pensarlo era más difícil hacerlo, así que cuando sintió como las espadas cortban el viento, creando un silbido que llegó hasta los oídos de Mavis, la sacerdotisa reaccionó muy tarde para ver como su cuerpo era tocado por ambas hojas que cortaron sus hombros, no tan profundo no tan fuerte pero dolor era dolor y eso era lo que sentía Mikasa a través de su cuerpo, cubriendo el resto de sus percepciones por el dolor de los cortes en ambos hombros. 

Abrió los ojos observando los cortes, y como poco a poco varios hilos de sangre escurrían de ellos, manchando su traje blanco con tonos azulinos, bueno ya se encargaría de cambiarse eso antes de regresar al santuario y dejar que los niños la vieran cubierta de sangre. Trato de alzar sus brazos pero el dolor no permitía que hiciera movimiento alguno, al menos por ahora por lo que la sacerdotisa alzó la mirada para ver a Ishiro, mientras trataba de acostumbrarse al leve entumecimiento de sus extremidades superiores por la pérdida de sangre. -Ahora si no se ha contenido, y le agradezco por ello. Es mejopr entrenar de esta forma, aunque esto si duele bastante-

Un frio sonido, se escuchó en medio de la niebla. Era el acero de las espadas cortando el viento y dirigiéndose en dirección de la pequeña sacerdotisa. Quien no tuvo la fortuna de esquivar el ataque. Aunque los cortes no fueron profundos, las heridas comenzaron a sangras, impregnando el pulcro atuendo de la joven Yuki. Dio un ligero paso hacia atrás, para tener cierto espacio y de esta forma poder maniobrar.  Ahora que tenía el rastro de su compañera y estaba a una distancia tan corta, podía ubicarla con más facilidad, pero no debía dejar que desapareciera en medio del jutsu de ocultamiento.

 

–Como dije no he estado conteniéndome–  hizo hacia atrás la katana que empuñaba con su diestra y comenzó a utilizar el flujo de chakra, para aumentar su filo y de esta forma pudiera tener un corte más devastador. Posteriormente dio un paso hacia enfrente y lanzó tres estocadas a lo largo del cuerpo de Mikasa, uno en horizontal, el segundo en vertical y el tercero en forma diagonal. Si no lograba esquivarlo, recibiría cortes más profundos que con el ataque anterior.

Después del acertado ataque la Yuki observó sus heridas, a pesar de la neblina dio una rápida mirada a la sangre en sus heridas  y a la vez capoto el olor de esta y por el cual podía ser ubicada con facilidad a través de ese rastro que había dejado la espada de Sôken en su cuerpo. Con dificultad respiro una gran bocanada de aire para calmarse y de nuevo mientras con su manto blanco cubría su herida para que esta absorbiera la mayor parte y no cayeran gotas por aquí o allá. 

Al escuchar de nuevo el movimiento de las espadas la sacerdotisa se escabulló con pasos ligeros, y cuando una de las espadas estuvo a punto de alcanzarla y cortar más su cuerpo, decidió utilizar las espadas de Ishiro en su favor, cuando vio acercarse de nueva cuenta el objeto filudo Mikasa, creo una esfera de agua en su diestra y espero aquellos segundos mientras veía como la hoja se acercaba hasta su pecho, y antes de que pudiera tocarla la detuvo con la esfera de agua que ahora yacía en ambas manos de la sacerdotisa. De esa forna Ishiro podía creer que su espada había dado en el blanco mientras la esfera de agua de Mavis empezaba a desestabilizarse lo que provocaría una explosión de agua. Mientras tanto Mikasa volvía  a fundirse en la niebla de su Kirigakure.   

El shinobi pudo sentir como sus espadas lograron hacer un corte, pero  detecto que algo andaba mal. Aquel cuerpo que corto no era uno sólido, la vibración del golpe distanciaba mucho de haberlo hecho. Instintivamente, utilizo ambos haceros para defenderse del proyectil que se abría camino en medio de las katanas. –Eso estuvo cerca– la niebla ocultaba perfectamente los pasos de Mikasa, pero para su suerte, el no depender de su vista para combatir servía en esos casos. Por lo que comenzó a avanzar en medio de esa cortina, intentando seguir el distintivo olor a la sangre, causada por los cortes de la sacerdotisa.

–Como te dije, no me estoy conteniendo, así que es mejor que te prepares para el siguiente movimiento- tomó su katana derecha y haciendo uso de la técnica de flujo de chakra, comenzó a rodear la hoja con el mismo. Para así aumentar el poder de corte y siguiendo la ubicación donde creía estaba la pequeña sacerdotisa, lanzó siete estocadas al aire. Si las estocadas resultaran certeras, la Yuki recibiría diversas heridas en todo su cuerpo.