Segunda Casa

Mai dejó de correr cuando sintió el suave pasto bajo sus pies, Mitsuji la alcanzó, regañándola por cobarde a punta de gruñidos y así ambos se internaron en una arboleda hasta que comenzaron a escuchar extrañas risas. La joven había prometido a su compañero tratar de ser más valiente y caminó con cuidado por el paisaje boscoso, tratando de no atorarse con el largo vestido, pensando que tal vez debió utilizar algo menos aparatoso, pero como Kaname sostenía que lucía linda, estaba dispuesta a recorrer toda la calle y los parques con su lujoso atavío y lucirlo en la fiesta. – La brujita boba-bo es tan tonta, tonta to, que no sabe usar la escoba, al salir por el balcón choca contra el paredón y se pega un coscorrón… – Cantaba mientras avanzaba por el camino que Mitsuji le indicaba, hasta llegar a un claro donde escuchó el crepitar de una fogata y olió algo que se cocinaba. – ¡Huele delicioso! ¿Me dejaría probar? – Preguntó contenta cuando sus sentidos le hicieron saber que había alguien más en los alrededores.
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Dulces Casa 1 = 74

Saliendo de la casa futurista con una bolsa llena de suficientes dulces para al menos cinco días, el hijo menor de Takatsuka continuó con su camino en dirección a la segunda locación del recorrido acordado por los niños una semana antes en la reunión del barrio. Caminando con naturalidad pisó la grava y la hierba seca de la manzana frente a la casa futurista. Muy de hecho, eso le extrañó ya que según recordaba, esa era la cuadra misma donde vivían las viejas solteronas con malas pulgas y poca habilidad para aguantar a los más pequeños de la comunidad. Ladeando la cabeza al detenerse, vio adelante para observar un bosque oscuro que parecía haber sido colocado con árboles falsetos de plástico que sin embargo, lograban un efecto muy escalofriante y de su estilo. Lo admitía: era fanático de las películas de terror clásico, lo cual lo hacía emocionarse con la perspectiva de un escenario creado de esa forma. Más que la temática futurista o alienígena o como quisiera llamarlo el vejete ese, un bosque negro con el olor de las ramas y madera húmeda era muy atractivo, sumamente vintage para celebrar el Día de Todos los Santos.

-Veamos que prepararon estas viejas, yup.- Murmuró por lo bajo mientras colocaba su mentón entre el pulgar y el índice, avanzando mientras las raíces falsas de su disfraz se enredaban y rompían la maleza seca apostada en el umbral de tan buen armado escenario de terror.

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Dulces - Casa 1: 85

Continuando con su caminata a lo largo de aquel enorme bosque artificial lleno del olor de madera húmeda, savia de arce y maple flotando por las ramas enrevesadas, Takatsuka vio al frente el color anaranjado de una enorme fogata en la que se estaba cociendo un enorme caldero con quien sabía que - aunque si tenía que adivinar, diría melaza o azúcar vuelta caramelo por el calor. Ladeando la cabeza para detenerse un momento y admirar el olor de todas las esencias que se reunían en ese punto, Udono finalmente suspiró de gusto. Aunque no estaba asustado en lo más mínimo por la situación y lo demás, si estaba complacido por ese esfuerzo particular. Sinceramente, apreciaba la manera en que todo resultaba ser clásico y medido a la perfección.

-Dulce o truco.- Dijo aquel que estaba disfrazado de Silas, mostrando su bolsa mientras que las tres brujas rondando el caldero se volteaban, mostrando sus caras de nariz ganchudas cubiertas con pústulas y dientes amarillos con bordes negros. -...brujas.- Murmuró intentando aguantar la comicidad de la situación, más si aquel que viera la situación captaba la referencia de poner a Silas frente a un aquelarre de brujas.

-Muajajaja, buenas buenas mocoso ¿estás perdido? Esperamos que no, porque de otra forma, tendrías que buscar la salida de este enorme, espeso y maligno bosque.- Dijo la bruja más alta de las tres, señalando a mil y un lugares sin especificar nada en realidad, como muestra de un acto que sin duda había sido actuado y practicado a la perfección - un esfuerzo muchísimo más loable que la temática rara y tonta de la casa pasada.

-...pero siempre pueden darme un poco de lo que tienen en ese caldero ¿o no? Unas buenas brujas como ustedes no le negarán nada a alguien que no parece ser precisamente... bueno o bonito.- Dijo Takatsuka, levantando de nuevo su bolsa. -Un aporte a la maldad.- Concluyó, poniendo voz cruda. -O para el camino, cualquiera sirve, brujas ganchudas.-

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Dulces - Casa 1: 85
Dulces - Casa 2: 25

Una risa “malvada” y estruendosa hizo que la joven pegara un salto por la sorpresa y el susto, cuando iba a probar aquello que hervía y que olía como ponche de frutas. – Serás el ingrediente final de mi brebaje. – Le dijo la voz maliciosa de una anciana y luego escuchó explosiones que la hicieron querer salir corriendo otra vez. Balbuceó buscando los dulces pero la señora seguía diciendo cosas raras que la asustaban. Una vez más Mitsuji gruñó y la chica permaneció quietesita mientras su anfitriona soltaba una tremenda carcajada. – Pero si se te han caído los dulces niña, parece que te he dado un buen susto ¿te ha gustado mi disfraz? – Mai pensó detenidamente sus palabras, pues su condición de nacimiento le impedía ver la indumentaria de la mujer. – Toda la escena ha quedado espeluznante… – Respondió con un hilillo de voz, mientras daba muy disimuladamente unos pasos hacia atrás, agradeciendo y despidiéndose para salir lo más pronto posible de ahí.
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Dulces Casa 1 = 74
Dulces Casa 2 = 73 – 18.25 = 54.75

–Bien tu ganas, me asuste… lo sé, pero vamos ese ovni era muy real y ¿Viste lo que le hacían a esas personas? Demasiado realista– dijo para disculparse y callar la burla del canido, quien se mantuvo sereno en todo momento. La primera casa quedo atrás y ahora seguía la segunda. Ya había sufrido lo que se le podía considerar, su primera derrota en esa noche de miedos y solo llevaba seis dulces, un número muy bajo.–Espero que mi suerte mejore, claro .. Tú siempre tienes buena estrella– otro gruñido del lobo se escuchó. Burlándose de lo que ocurrió hace poco. La siguiente casa era completamente diferente. Un patio aún más grande y oscuro, pero se escuchaba ruidos a la distancia. Conjuros y maleficios, pero además  Hayato pudo oler cierto aroma. –Algo están cocinando–

Era un aquelarre de brujas. Las cuales tenían un gran caldero, en unas potentes brasas.–De extraterrestres a brujas–  las brujas interrumpieron su fiesta y se le quedaron viendo fijamente, esperando a ver que reacción tenia.–Un dulce o un pan … la calavera también tiene derecho de comer algo esta noche–

Las brujas señalaron con sus dedos a un caldero negro. Al acercarse noto gran cantidad de dulces, por lo que tomó un gran puñado y así recompensar los tristes 6 dulces que hasta ese momento traía consigo.–Un gran perro, nos servirá para hacer algunos conjuros– exclamó una de las brujas, ignorando por completo los gruñidos del Tsume. –Miren el cachorro tiene dientes–  se mofó de la actitud del lobo. Hayato se dio media vuelta y vio como otras brujas comenzaron a rodearlo. –¿Qué te pasa?¿Estas asustado?– mientras decía esas palabras, otras comenzaron a conjurar hechizos y maldiciones.

–Mujeres locas, Tsume larguemos de este lugar– exclamó al ver como se estaban comportando. Lentamente comenzó a alejarse y el canido le siguió el paso, sin darse cuanta que algunos dulces se salieron de su bolsa. La segunda casa tampoco fue tan bien, aunque el susto fue menos, fue suficiente para salir volando de aquel sitio.–Noche de locos, lo repito noches de loco– grito antes de alejarse por completo de aquel aquelarre.