Quinta Casa

Tras su repentino susto la Yuki siguió su avance hasta un  nuevo escenario esta vez la situación parecía mas tranquil o a simple vista demostraba eso luego de que el escenario fuera mas iluminado con una luz dorada que parecía revestir todo el lugar. Pronto las paredes oscuras fueron reemplazadas por un color dorado como el sol cuando se ocultaba, causado por las antorchas que reposaban en cada pared alumbrando todo a su alrededor. Al seguir avanzando aquellas paredes fueron cubiertas por símbolos extraños que luego de una breve inspección reconoció como "jeroglíficos" aquellos que había visto en esas películas de terror sobre aquel sacerdote sin pelo acechador del mundo por amor. Mavis sacudió ante el pensamiento de ver momias y esas cosas, quizás utileria para ameniza la casa. -Las momias no existen, las momias no existen... Son solo mitos y leyendas, cosas antiguas que no existen..- Susurró mientras avanzaba hasta llegar a una habitación amplia cubierta de oro, con varias monedas alrededor, y muchas estatuas de un hombre con cabeza de perro al igual que varias figuras en la pared de hombres cubiertos con vendas: momias. -Momias, momias... Solo vendas y polvo, nada que temer- Dijo a la vez que tocaba una de las estatuas del hombre-perro para observar con más detalle cada figura y linea que definían la figura. -¿Dulce o truco?- 

A pesar de tener más confianza que antes la sacerdotisa no había podido evitar sentir su miedo cuando una sombra tras ella se hizo más grande atrayendo su atención y por consiguiente causando que la joven emitiera un chillido de terror al ver delante de ella un hombre cubierto de vendas con las manos alzadas en su dirección. -Esto va mal...- Se dijo a  si misma mientras salia huyendo del lugar antes de toparse con otra momia y surcar un camino hacia la izquierda para encontrar una momia diferente, vestido de forma más formal como un guardia del antiguo Egipto, cargando entre sus manos una hoz que alzó sobre su cabeza mientras emitía un grito terrorífico persiguiendo a la Yuki que escapaba del lugar. La momia parecía escalar las paredes como una araña siguiendo cada movimiento de Mavis, que en un momento se topo con un salón repleto de dulces, pero contando su amor por los dulces, su convicción de huir cayó mientras recogía todos los dulces posibles antes de salir huyendo del lugar siendo perseguida ahora no solo por una momia sino por tres de ellas que querían su cabeza cubierta por el manto negro.