Quinta Casa

Después de la penosa experiencia en la cuarta casa, Hayato y Tsume continuaron su camino junto a Mai y Mitsuji. –Estoy metiendo la pata, realmente la estoy metiendo– pensó mientras avanzaba junto a la delgada joven.–Tratare de controlarme y no tener esos desplantes– sabía que estaba prometiendo un imposible. Su carácter era explosivo, era fácil que le digieran unas cuantas palabras y comenzara con una batalla campal. Aunque por eso Tsume estaba al pendiente, para evitar que cometiera una imprudencia. –No, seguimos el camino correcto. Aunque a partir de este punto el terreno se vuelve arenoso y árido– un mal terreno para el shinobi. Ya que le traía recuerdos no gratos. Poniendo su oído y olfato al máximo de su capacidad, trató de evitar desorientarse. Aunque esto estaba de mas, al estar acompañados de dos lobos–Una momia, va de acuerdo con todo esto– la momia comenzó a acercarse, completamente vendada y con pasos algo lentos y erráticos. Si Hayato hubiera venido vestido como normalmente lo hacía, podría fácilmente  colarse como parte de la utilería de esa casa. – Algo que sea de su caridad, para los difuntos de esta noche–

Aún sosteniendo la mano de Hayato con su zurda, Mai sonrió en dirección de quien se acercaba a ellos y con la diestra retiró su cubetita luego de recibir los dulces e hizo una reverencia agradecida, cantando el típico verso para despedirse, no tenía nada en contra de los anfitriones que no veía, pero no quería arriesgarse a toparse con la… antes mencionada. – Le felicito por su decoración, hasta calor se siente y el aire seco… se ve que se esmeraron mucho. – Comentó mientras comenzaba a retroceder despacio para que Hayato pudiese recolectar también sus dulces, lo mismo que Tsume, mientras Mitsuji le gruñía apurándola porque les faltaba mucho que recorrer y la noche comenzaba a escapárseles y luego, pensando curiosa en la escena que el lobo le describió, tomó el aza del recipiente con los labios y volvió a pasar su diestra por el rostro de Hayato, para averiguar si llevaba sus acostumbradas vendas o qué había sobre su cara.
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Dulces Casa 1 = 74.25
Dulces Casa 2 = 54.75
Dulces Casa 3 = 87
Dulces Casa 4 = 48
Dulces Casa 4 = 19

–Momias tenían que ser– pensó mientras esperaba a que fuera su turno. Después de que Mai fuera atendida por sus peculiares anfitriones, asó a recibir su ración de dulces. Tsume tranquilo ignoro por completo a las momias. Inclusive se acercó a una de ellas y la olfateo. Reconociendo su olor, su esencia y los materiales que utilizaron al momento de embalsamarla.–Perro  aléjate– exclamó algo molesta y al estar tan cerca del canido. Dando un gruñido retrocedió un poco y se colocó alado del joven. El Inuzuka recibió un puñado de dulces y se dispuso a guardarlos en la bolsa que llevaba. Pero fue interrumpido por una amenaza de la momia.–Una maldición cuelga sobre tu cabeza. Haz jugado con tu suerte y por eso entraste en territorio desconocido. La reina de los condenados sigue intentando reclamarte como otro de los caídos. Haz de saber bien de quien hablo– se le erizó la piel al escuchar eso.  EL nombre que no quería recordar cayó sobre su mente como un balde de agua fría. Ni siquiera lo dudo y se retiró. Dejando caer algunos dulces. Colocándose junto a Mai con cierto nerviosismo.

Hyo avanzó un poco más y comenzó a maldecir, sacudiéndose la arena de sus finos ropajes. – Puaj… lo que me faltaba, más arena, calor y olor a podrido… – Refunfuñó por el paraje en el que había terminado. – Cuando el reloj marca las cuatro, las calaveras miran su retrato. Chumbala Cachumbala Cachumbala. – Cantó tratando de no sonar tan fastidiada como estaba y se preguntaba dónde demonios podría encontrar dulces en una mentada pirámide, más aún, a qué dañado mental podría gustarle vivir en un lugar así, lleno de arena molesta que se mete por todos lados y un calor infernal, que para un espíritu invernal era mucho peor. Recorrió el panorama a la busca de quien quiera que estuviera ahí y le pudiera dar sus golosinas para largarse cuanto antes. Al encontrarse con unas momias se rió recordando a cierto Inuzuka y le dio a una una fuerte palmada en la espalda que la derribó. – ¡Hayato! Por fin te mudaste con Aiko, descuida, tú quédate en tu arenero y yo me llevaré a Tsume, yo cuidaré de él en el bosque. – Bromeó.
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Dulces:

La momia quiso someter a la albina, halándola por el hombro para derribarla, sin contar con la fuerza descomunal que aquella mujer poseía y que se volvió a mirarlo sin ocultar su molestia, en especial cuando notó en su vestido una mancha arenosa con forma de la mano del antiguo guerrero egipcio y peor cuando notó que dejaba parte de su putrefacta falange atorada en el encaje. – ¿Qué no aprendiste la lección? – Gruñó aún cuando era consciente de que el sujeto no podía entender de qué le hablaba, la joven hizo una llave y lo lanzó contra uno de los muros, fue así que pudo ver por fin la canasta de dulces a la que se acercó para tomar su parte, sin embargo otras momias se le acercaron, balbuceando con sus bocas a medio trabar con las vendas y se abalanzaron sobre ella, logrando quitarle parte de su botín. – Aaaarghhh Estúpidos esperpentos de Sunagakure, si se atreven a mancharme o dañar mi atuendo de cualquier modo, desearán haberse quedado en sus sarcófagos. – Gruñó y lanzó a un par de ellas contra las otras y sin molestarse en recoger los dulces que habían caído de su balde, se marchó a grandes zancadas en pos de la salida.
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Dulces:

Se quedó sin aliento por unos momentos después de la carrera que se había tomado por aquel sujeto que en verdad le había asustado. Ahora seguía su camino y a lo lejos una especie de estructura triangular llamó su atención es que acaso eso era una ¿pirámide? Pensó la rubia caminando y llegando hasta una entrada con una escritura extraña, no sabía el significado así que no quedaba de otra que continuar y esperar lo peor aunque esperaba realmente que no hubiera gente como la de aquel tipo grande  con la cara cortada. -Bien, aquello ya paso así que a mantener la calma o perderé muchos dulces mas- Se dijo la rubia caminando y viendo varias sarcófagos de la cultura egipcios adornando el lugar, algunas estatuas de algunos dioses y riquezas que lo mejor era no tocar aunque su interés iban más a por los dulces que por el oro mismo. -Solo tumbas vacas y donde están los dulces- Se intrigó la mujer mientras veía unos cuantos estar dentro de algunos sarcófagos vacíos ahora el problema era saber cuales estaban vacíos y cuales llenos.  

Abrió uno de los sarcófagos y al no encontrar nada volvió a abrir otro para encontrar muchos dulces pero algunos estaban envueltos en vendas así que tuvo que escoger los que estaban mejores de entre esos y los guardó consigo , mientras buscaba parecía que el lugar era calmado y nada malo iba a suceder hasta que se topo con uno de los sarcófagos donde al abrirlo vio un cuerpo disecado o en estado de descomposición de inmediato se negó a recoger los dulces de ese lugar, no iba a tocar un ser como ese a pesar de que era un disfraz. -Mejor me olvido de estos- cuando se dio la vuelta sintió como parecía moverse y querer levantarse  alzando sus manos huesudas en dirección de Petra que reacciono a tiempo y lo golpeo con su calabaza rápidamente para luego seguir buscando mas dulces por otros lados antes que la momia despertara de nuevo.  -Duérmete, no estoy con ganas de lidiar contigo hoy, será para el próximo año-