Sexta Casa

La pelirosada sonrió por el gran entusiasmo que desprendía el joven rubio que la acompañaba por aquella travesía de las casas embrujadas por que una sonrisa no pudo ocultarla al momento de entrar al castillo y dirigirse a la primera habitación que era el comedor principal. Se emociono al ver los dulces en el centro de esta ademas de un banquete que se veia apetecible y pensó con ello que seria sumamente fácil esa casa pero algo que no esperaba era la aparición de una mujer bastante hermosa pero muy maquillada para su gusto, ademas que la actitud que había tomado con Kousuke le molesto bastante, hasta bien podría decir que estaba celosa pues la mirada que este le dedico a la dama le hizo sentirse mas de esa manera. 

Pero al ver las reacciones posteriores del rubio sonrió con autosuficiencia y cuando menciono el Sarutobi que no eran novios pero que la protegería y la quedría, sus ojos se pusieron vidriosos viendo como el ojimiel tomaba dos puños de dulces y se aproximaba a la salida. Durante este tiempo estuvo como en un tipo trance la pelirosada pues eso fue realmente impactante para la joven y mas por las palabras de la mujer, pero al escuchar que traerían a su amo y pidiéndoles que se quedaran mas Sakura reacciono y tomo cartas en el asunto.

Primero se acerco a Kousuke, le sonrió tiernamente, tomando su rostro entre sus manos se acerco a el y lentamente junto sus labios con los del chico, dándole así un beso. Segundos después se separo y miro furica a las mujeres. -Este chico es mio, así que ahuecando el ala, estúpidas.- 

Enseguida tomo a Kousuke de la mano y se alejaron del castillo con una pelirosada sonrojada por lo que había hecho.

– Cuando el reloj marca las cinco, las calaveras siempre dan un brinco. Chumbala Cachumbala Cachumbala. – Cantó mientras escalaba un escarpado risco hacia un misterioso castillo. – ¿Hotel Transilvania? – Preguntó para sí misma con ironía y se rió hasta más no poder, mientras tocaba en el portón esperando que alguien la recibiera y le obsequiara el dulce premio que buscaba en semejante recorrido, sin embargo, escuchó unas risas detrás de ella, risas psicóticas e histéricas como las que poblaban los burdeles y al ver a las tres féminas que aterrizaron rodeándola y relamiéndose los labios, rodó los ojos con fastidio. – ¿Está de moda vestirse de prostituta barata? – Les preguntó. – ¡Insolente! – Vociferaron molestas. – Beberémos hasta tu última gota de sangre. – Le amenazaron mostrando sus colmillos. – Mi sangre es fría, es su problema si se quieren envenenar. – Respondió despreocupada pero se aseguró de no dejarse alcanzar por ninguna. ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

Dulces:

- Mortal insulsa. – Refunfuñó una de las vampiresas y la Catrina únicamente la esquivó y entrelazó las manos con una segunda que trataba de agarrarla del cuello. La tercera era más rápida y molesta. – No es mi culpa que sean unas corrientes, guarden sus colmillos de rata y denme mis dulces. – Resondró la albina, pateando a duras penas a la que se movía en zigzag antes de que le mordiera el costado. – ¿A quién llamas corriente? – Gritó la primera que se lanzó también al ataque. – Saben, yo también fui Puta, pero era de las elegantes, no daría ni tres centavos por las tres juntas. – Dijo como si fuera lo más normal, enfadando tanto a las chicas que se elevaron para atacarla desde diferentes flancos. – Justo como mi Pistola de Tiburón. – Pensó y rió, dejándose caer con un Split y haciéndolas chocar entre todas, tras lo cual soltó tremenda carcajada y aprovechó el que semejante golpe abriera la puerta para colarse hasta una mesita del recibidor donde estaban los dulces. – Necesitan la cabeza fría, en todos los sentidos. – Se mofó mientras tomaba apenas un puñado de dulces y echaba a correr antes de que se levantaran, no por miedo, si no porque le faltaban siete casas más por recorrer.
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Dulces:

Sexta casa, casi muy cerca de la mitad del recorrido para finalizar y se sentía realmente bien hasta ahora si olvidaba claro esta la situación con el grandote pero ahora parecía ir mejor cuando un castillo se observó a lo lejos, era de tiempos antiguos sin duda por la construcción pero algo le decía que no era un lugar tranquilo para nada. -Veamos que hay ahí, con que no sea nada como el otro bien - Se dijo a si misma emitiendo un suspiro para luego seguir con su andar y llegar hasta la puerta donde tres mujeres hermosas le esperaban al parecer, pues al ser la última del trayecto sin duda le causaban mucho interés. -Disculpen señoritas, es esta la siguiente casa ¿no? Entones vamos al grano, ¿Dulce o truco?- sonrió mostrando su traje ensangrentado ante ellas para luego adentrarse a la casa sin esperar respuesta, cuando entró se sorprendió pues tenía razón. -Si que es antiguo el castillo, no hay duda de eso-

-Y bien señoritas- Dijo esperando alguna palabra pero lo que recibió fueron sonrisas ladinas con gestos antipáticos pero sutiles a su percepción, y miradas llenas de lujuria porque motivo pues ella desconocía eso. -Pequeña, estas muy apurada acaso. no te gustaría pasar un tiempo aquí con nosotras- Dijo la rubia pero de inmediato la chica Ral respondió con suficiencia -No gracias, solo estoy de paso. Vine por los dulces solamente- Alzó los hombros y luego los dejo caer, causando una risa de las tres damas que la rodearon intentando hacer algo pero de inmediato la joven Petra sacó su espada y rozó el cuello de una de ellas sin causarle daño. -Le dije señorita que no, gracias por su consideración pero personalmente hoy no soy tan amigable como de costumbre, ya sabe la estación- Le dijo con calma guardando la espada en su saya y retomando una posición tranquila, levantando su canasta de calabaza hasta la altura de sus hombros y pidiendo sus dulces. -Bien pequeña, eres astuta y no tienes miedo. Toma lo tuyo-